Por: Leonid Bershidsky, Periodista
El Comercio, 7 de junio de 2018
El Comercio, 7 de junio de 2018
La canciller alemana, Angela Merkel, finalmente presentó una respuesta específi ca a las inspiradoras propuestas de reforma de la zona euro planteadas por el presidente francés, Emmanuel Macron. Esta es una agenda minimalista, pero –a diferencia de la de Macron– es detallada y aplicable. Además está alineada en gran medida con las ideas de la Comisión Europea.
Las negociaciones para avanzar en la integración europea se intensificaron después de la victoria electoral de Macron el año pasado. En setiembre del 2017 expuso su visión en un discurso típicamente airoso y arrollador en La Sorbona. Habló de un ejército europeo unido; una “auténtica ofi cina europea de asilo” para armonizar la política migratoria; e impuestos comunes, con el fi n de cubrir un presupuesto común que sería administrado por un ministro de Finanzas de la zona euro. El plan no entregaba mayores detalles y era políticamente incierto.
En diciembre, la Comisión Europea presentó su propio conjunto de propuestas relativas a una unión económica más estrecha para la Eurozona. Era un plan más específico que el de Macron. Propuso convertir el Mecanismo Europeo de Estabilidad –utilizado para financiar a países de la Eurozona en crisis, siendo el más notable Grecia– en un Fondo Monetario Europeo (FME), una entidad permanente de crédito que actúe como último recurso para naciones y bancos en dificultades. Respaldaba la idea de Macron de un ministro de Finanzas común, que supervisaría el FME y un presupuesto común para reformas estructurales, que sería parte del presupuesto de la UE.
Merkel tampoco pudo dar una respuesta específica a esta propuesta: armar una coalición estaba resultando más difícil que nunca en la historia posterior a la Segunda Guerra Mundial de Alemania. Recién en marzo logró conformarse un gobierno alemán. Se demoró hasta el domingo en presentar su visión de una reforma viable de la UE.
Sobre los cambios económicos, su propuesta lleva las cosas al mínimo. Sí, debería haber un FME para reducir la dependencia de Europa del Fondo Monetario Internacional en caso de emergencias extremas. Este debería proporcionar préstamos a 30 años basados en programas autorizados de reforma estructural y también si es necesario ser capaz de otorgar líneas de crédito de menor plazo. Sin embargo, debería ser administrado por los estados miembros, no por la Comisión Europea. Asimismo, debería haber un presupuesto común de inversión para ayudar a la digitalización y al progreso tecnológico en general, pero no debería ser grande. Y no habría “unión de deuda”, solo “ayuda para la autoayuda”.
Esto efectivamente reduce las grandes visiones de unión económica de Macron a las medidas más baratas y más inofensivas desde el punto de vista político. Evita otorgar más facultades a la burocracia de Bruselas, hace innecesario crear nuevos impuestos o pagar más al presupuesto de la UE y limita el respaldo financiero a las emergencias más terribles. ¿Qué pasa con los europeos del sur que desean ayuda con el alto desempleo? “Estaré encantada de hablar con el nuevo gobierno italiano sobre cómo más jóvenes pueden encontrar trabajo”, ha dicho Merkel.
De manera similar, la canciller respaldó la propuesta militar común de Macron. Claro, Europa debería reducir la cantidad de sistemas de armas producidos de los 180 actuales a 30; y es cierto, debería haber una “fuerza de intervención” europea común que pueda reaccionar rápidamente ante situaciones de conflicto. Pero Alemania no proporcionaría ningún financiamiento adicional para el proyecto y cualquier participación militar alemana necesitaría la autorización parlamentaria, según el procedimiento habitual.
La única parte del discurso de Macron en La Sorbona con la que Merkel parece haberse identificado plenamente es la que toca su mayor debilidad nacional: la política de migración. La canciller respaldó la creación de una agencia europea conjunta de refugiados que trabaje sobre la base de regulaciones comunes y que emita permisos europeos de residencia para las personas que reúnan las condiciones necesarias. No obstante, no quiere insistir demasiado en esto, consciente de que los intentos anteriores de crear un sistema supranacional de distribución de refugiados han creado divisiones en la UE, en especial entre las naciones de Europa oriental y occidental.
Todo esto puede sonar decepcionante para aquellos que esperaban un progreso rápido después de las derrotas populistas del año pasado y el impulso proeuropeo que el ‘brexit’ ha otorgado a la opinión pública en el continente. Pero, fi el a su historial, Merkel no promete más de lo que puede cumplir en una situación frágil de la política interna.
Merkel quiere avanzar, pero sin crear turbulencias indebidas. El movimiento es lento, pero la necesidad de velocidad no es obvia en la actualidad; Europa se mantiene mucho mejor que durante las recientes crisis de deuda. Macron haría bien en respaldar las propuestas de la canciller en lugar de tratar de presionarla más: acaba de comenzar el primero de los dos posibles períodos de cinco años en el poder y a los 40, tiene mucho tiempo para impulsar más cambios graduales. (GLOSADO)