Por: Javier Portocarrero, Director ejecutivo CIES (*)
Gestión, 20 de noviembre de 2018
Juan Pablo Pérez Alfonzo (1903-1979) fue uno de los fundadores de Acción Democrática. Ejerció como político, abogado, escritor y catedrático en Venezuela, donde también detentó el cargo de ministro de Hidrocarburos con el presidente Betancourt. Desafió a las grandes multinacionales del rubro y fue el padre de la creación de la OPEP en 1960. Suya es la frase “el petróleo es el excremento del diablo”
Y es que los hidrocarburos, el cobre, el oro o los diamantes son un regalo de la naturaleza, una bendición de Dios; pero también pueden ser una maldición para el hombre. Venezuela ilustra cómo así, mientras Noruega encarna el ejemplo contrario, donde el uso sabio de los recursos naturales ha generado riqueza y bienestar para todos.
En países subdesarrollados, con débil institucionalidad, la abundancia de tales recursos puede llevar al populismo, al rentismo y a la corrupción. Además, una avalancha de dólares (enfermedad holandesa) puede deprimir el tipo de cambio y lastimar a las exportaciones industriales, perjudicando la diversificación productiva, acentuando la dependencia del ciclo económico mundial y favoreciendo la concentración del ingreso. Pero todo esto no es algo ineludible. Una buena gobernanza puede hacer la diferencia.
En esta materia, el Perú está más cerca de Chile que de Venezuela. En estos lares, no hemos tenido un régimen que dilapide el tesoro público con enormes subsidios a su clientela doméstica o con ingentes donaciones a sus aliados extranjeros. Pero tampoco es que hayamos imitado al fondo soberano de Noruega. Si acá hemos ahorrado algo del auge minero, ha sido sobre todo por incapacidad de gasto estatal. Además, gran parte de la inversión pública ha estado contaminada por la corrupción, antes concentrada en Lima, ahora descentralizada por todo el país.
La participación del Perú en las reservas mundiales de plata es 19%, en zinc 13%, en cobre 10%, en plomo 8% y en oro 5%. Nuestra cartera de proyectos mineros llega cerca de los US$ 60,000 millones. La minería predomina en la inversión extranjera directa y representa dos tercios de las exportaciones. Ocupa un lugar intermedio en el valor agregado (11% del PBI) y en la generación de ingresos públicos (un quinto del Impuesto a la Renta).
Donde el sector enfrenta más desafíos es en el empleo (menos del 2% de la PEA) y en los eslabonamientos productivos. Cerca de cuatro quintas partes de las exportaciones de cobre son concentrados; y la provisión de suministros –aunque ha crecido bastante en los últimos lustros– es todavía limitada. Asimismo, la actividad tiene que lidiar con varios fantasmas ambientales del pasado, y con conflictos sociales alimentados por comunidades y organizaciones empoderadas, que buscan una tajada creciente de la renta minera.
Por último, trataremos las oportunidades de la minería, así como las medidas de política para facilitar su materialización, en nuestro próximo artículo dentro de dos semanas.
(*): Opinión personal