La película de los Simpsons empieza con el planteamiento de la siguiente pregunta por parte de un grupo de Rock: ¿El medioambiente es un asunto de vital importancia? Y es así qué inicia la preocupación de Lisa Simpson por la contaminación del Lago de Springfield. Todos los ciudadanos de Springfield toman conciencia, pero es nuestro querido Homero quien rompe las reglas y causa una contaminación severa. Ante este desastre medioambiental la PEA (Agencia de Protección Medioambiental por sus siglas en inglés) determina poner dentro de un domo de cristal a la ciudad y así aislarla del resto de EEEUU y del mundo para evitar que la contaminación medioambiental se propague. ¿Los acuerdos del COP20 no llevarán a nuestro país a estar dentro de ese domo de cristal? ¿Qué debemos hacer?
Es importante considerar al entorno natural como parte del entorno donde opera la organización y se desarrolla la sociedad. Creemos que las empresas y por tanto el sistema productivo de un país, y en especial del Perú, deben de respetar y cuidar el medioambiente. Es más, está demostrado científicamente que las empresas mejoran su rentabilidad y obtienen ventajas competitivas al implantar estrategias medioambientales proactivas (Albertini 2013, Bansal 2007, Christmas 2000, Aragón – Correa 1998, Russo y Fouts 1997, Porter y van der Linde 1995 y Hart 1995), por lo que las actividades de las empresas deben de ser medioambientalmente amigables. Pero cuidado en que caigamos en extremismos en donde se idolatre el medioambiente y se deje de lado el desarrollo de la sociedad y del país.
Esta idolatría se puede observar en el compromiso que ha adquirido nuestro país, es decir nuestros políticos ambientales, en lo que se refiere al nuevo modelo de economía verde. Esto significaría hacer un cambio en las actividades de las que hoy el Perú depende y hacer un cambio en la matriz energética. Hoy en día se puede realizar la extracción de recursos naturales y el uso de combustibles fósiles de manera medioambientalmente responsable dada la tecnología existente. Como ejemplo podemos observar la forma responsable en la que operan las grandes empresas en estos sectores. El problema no lo presentan este tipo de empresas, sino más bien las empresas informales e ilegales como: la minería ilegal, la tala ilegal, etc. sobre las que, muchas veces, el Gobierno y las ONGs ambientalistas no se pronuncian. Un ejemplo claro es como Greenpeace se pronuncia contra Repsol en las Islas de Tenerife, pero no se pronuncian sobre los mineros ilegales en Puerto Maldonado. El problema no es qué tipo de modelo económico es el más adecuado sino más bien un tema ideológico. Esto hace que esta “ideología” comprometa el crecimiento económico futuro de nuestro país y pueda hacer que el Perú, por hacer lo “políticamente correcto”.
El problema medioambiental no solo se limita a temas de efecto invernadero, este problema va más allá. En este sentido, si en realidad existe una preocupación real por parte de las ONGs ambientalistas como: Greenpeace, WWF y de los Gobiernos, se debería también atacar problemas cómo: la contaminación por parte de familias que no tienen acceso al saneamiento y tienen que hacer sus necesidades al aire libre, la elaboración de la cocaína que contamina los valles y ríos de la selva peruana, el no recojo de la basura por parte de las municipalidades tanto distritales como provinciales, etc. Por tanto, el problema no solo es por parte de la empresa y su interacción con el medioambiente o del sistema económico productivo del país, que causan gases de efecto invernadero. Seamos sensatos y tengamos los fundamentos y pantalones para negociar bien nuestros compromisos de cara al COP21 en París. No vaya a ser que terminemos dentro del domo de cristal, aislados del mundo, sin libertad y reduciendo nuestro desarrollo como le paso a Springfield. No es un extremo: solo medioambiente, o solo riqueza, en nuestra opinión se puede dar los dos de manera efectiva.