Por Lourdes Coll Calderón, Economista del Instituto del Perú
Gestión, 7 de febrero de 2018
Ciertamente, todos quedamos emocionados con la llegada de su santidad, el Papa Francisco, pero también preocupados por la sobreabundancia de papas en esta temporada. El Minagri ha decidido la compra de los excedentes de toda esta producción. Para ello debe utilizar 1.5 millones de soles de las regalías mineras.
A simple vista lo que el nuevo ministro está haciendo es, al entregar un subsidio a los productores paperos, pervertir el rol del Estado en una economía que se sustenta en sus libertades empresariales, ampliamente aceptadas por la sociedad vigente. Con esta lógica, el año pasado, el Estado tendría que haber otorgado otro subsidio a los consumidores de limón cuando este subió.
Sin embargo, en el tema de la papa los factores se confunden. No solo es esperar a que el precio de la papa llegue a su equilibrio. También se debe considerar que la asociación de productores de papa es una de las poblaciones más pobres. Sin embargo, este tema no debería sorprendernos, pues ha sido recurrente a lo largo de los años. Las soluciones propuestas han sido varias. El CIP (Centro Internacional de la Papa) se ha centrado en el rendimiento de la papa por hectárea, para ello ha estudiado e investigado sobre sus variedades y modificaciones. Ampliando el número de papas, principalmente. Llegando a tener casi 5,000 variedades de papas tanto en Bolivia, Ecuador como Perú.
Somos uno de los países con mayor variedad de papas, centrados en infundir valor e incentivar esta práctica. Ello ha hecho posible que el producto sobreviva. La diversidad de la papa es un factor de protección contra los hongos y gorgojos. Precisamente, la falta de esta diversidad fue la causa de la muerte por hambruna de un millón de personas en Irlanda a mitad del siglo XIX: habían sembrado una sola variedad de papa que fue arrasada por la peste. Esta fatalidad no se hubiera dado con un parque de la papa como el que se encuentra en las alturas de Pisac, entre los 3,200 y los 5,000 msnm, con más de 10 mil hectáreas, donde se siembran unas 450 variedades de papa.
La variedad de la papa peruana es uno de sus principales activos. El problema que se viene suscitando hoy se da a consecuencia del cambio climático, que ha modificado el calendario de la siembra. La oferta ha incrementado sobremanera, haciendo imposible sostener el precio.La productividad de la papa ha subido en los últimos años, sin embargo, su calidad la hace no exportable. Algunas voces se han alzado en contra de la importación de la papa prefrita, no teniendo en cuenta que esta solo representa el 0.7% del total de la producción de papas, que asciende a 4.7 millones de toneladas. Por otro lado, esta papa prefrita se dirige a un mercado diferente al del papero peruano.
La productividad de la papa ha aumentado, pero las investigaciones del CIP deberían ir no solo hacia el incremento de la productividad y su número, sino principalmente a canalizar estas investigaciones para hacer que el producto sea apto en nichos exportables, que acepten toda esta diversidad. Y en este sentido sí tenemos una ventaja competitiva que es la diferenciación.
El siguiente paso en la cadena productiva sería instalar una planta. Y esta debería ser alentada por el Estado a fin de que los productores levanten sus aspiraciones y se muevan en estándares más altos en su desempeño competitivo. Sin embargo, el asunto no es tan sencillo como se plantea. Nuestras papas poseen cepas que no existen en Europa que son fácilmente transmisibles. Además, aun cuando la productividad de la papa ha aumentado durante los últimos años, esta sigue siendo baja: 19 toneladas por hectárea, cuando en Holanda esta cifra llega a 60.
El atractivo no sería producir la típica papa blanca del mismo tamaño y fácil de pelar. Con esta idea es mucho mas barato producir en Argentina. El planteamiento es convertir nuestra inmensa variedad de papas en productos retail. Embolsadas y exportables.