Por: Arturo Woodman
Perú21, 6 de octubre de 2020
Paracas siempre ha sido un lugar atractivo, tranquilo, soleado, colindante al mar, receptor de turismo y vecino de la Reserva, hábitat de una serie de aves, entre otras los coloridos flamencos.
Últimamente, a raíz de la construcción de la vía rápida, próxima a Paracas, el viaje desde Lima no supera las 2.30 horas, produciéndose además un importante desarrollo inmobiliario, como la construcción de buenos hoteles y restaurantes.
En lo referido a la actividad deportiva, igualmente se ha producido un impulso enorme observándose una gran cantidad de deportistas practicando: kite surf, paddle surf, ski, remo, buceo, natación, correr y ciclismo entre otros.
Al deporte se unen los paseos turísticos para conocer la Reserva, su Museo, la playa donde nuestro libertador General San Martín desembarcó el año 1820, además los recorridos en buggies o camionetas especiales que cruzan las espectaculares dunas del desierto y complementándose con los viajes náuticos para visitar la serie de Islas, entre ellas: San Gallán donde se practica el surf y se disfruta la presencia de miles de lobos y aves marinas que habitan en el área.
La historia nos indica que en los tiempos del Virreinato, ya se exportaba: azogue de Huancavelica, pisco de sus valles y en la época de su apogeo, el guano de las islas.
Posteriormente en el primer gobierno del Arq. Belaunde, se construye y se inaugura en 1969 el moderno Puerto de Pisco con un muelle de 330 metros, en el 2014 este se concesiona al Terminal Portuario Paracas, quienes lo modernizan ampliando el muelle a 700 metros y construyendo modernas instalaciones y almacenes, permitiéndose recibir cualquier tipo de nave de carga o turística, como la llegada del crucero “Royal Princess” con 3,950 turistas.
Si bien el puerto, desde hace 52 años, ha venido operando sin mayores contratiempos, sin oposición de moradores, ni de las autoridades ambientalistas, recientemente al anunciarse que por este puerto se exportaría minerales, se ha producido una fuerte oposición de los ambientalistas con apoyo en gran parte de la población. En contraparte los concesionarios sostienen que en todo el proceso, los camiones que trasladarán el mineral, su recepción, almacenaje y despacho estarán encapsulados.
Al respecto es imprescindible que los concesionarios comprendan que aunque la infraestructura del puerto es importante y tienen la posibilidad de exportar minerales, este proceso tienen que realizarlo respetando las disposiciones existentes, la conservación de la Reserva sin afectar el hábitat de las aves, sin crear intranquilidad a sus residentes, ni complicar el turismo.
Dentro de este panorama el concesionario debe ejecutar obras con el fin de preservar la Reserva y superar los inconvenientes con las autoridades y la población, entre otras:
A. Controlar y penalizar el exceso de velocidad de los camiones a su servicio.
B. Construir un muro al costado de la pista de subida, cercana al Museo para reducir el ruido.
C. Construir una pista que conecte la Panamericana, lo más directo con el puerto.
Finalmente, es necesario procurar que las diversas actividades convivan entre sí y no esforzarse que operen separadas.