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Políticos o Estadistas

Políticos o Estadistas

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Siempre nos debería inquietar, si a quienes elegimos como gobernantes, son gente con vocación de estadista o simplemente políticos. Creo que la gran diferencia entre ambos reside, en que el político puede ser un individuo astuto, mientras que el estadista, debe ser uno inteligente.

  • El político, definido como un ser astuto, piensa en términos de corto plazo y en cómo sus acciones le pueden permitir tomar ventaja inmediata y obtener logros en ese corto plazo, sin importar la consecuencia final para las generaciones de sus hijos y nietos.
  • Un estadista, en cambio, siempre tiene la mirada puesta en el futuro de su país y su pueblo, sabiendo que muchas veces sacrifica su presente a cambio de mejorar las condiciones de vida de sus hijos y nietos.

Leía cómo Kahil Gibran, en su libro “La nueva frontera”, menciona; “¿Eres un político preguntando qué puede hacer tu nación por ti, o un entusiasta preguntando qué puedes hacer tú por tu nación? Y se responde, si eres lo primero, entonces eres un parásito, si eres lo segundo, entonces eres un oasis en el desierto”. Lamentablemente tenemos mucho de lo primero.

Los padres que trabajan duro y ahorran para asegurar a sus hijos mejores condiciones de vida, salud y educación de calidad y tratan de hacer que ellos se desarrollen dentro de la sociedad como gente de bien, con mejores oportunidades que las que ellos tuvieron y los estadistas, que tienen la mirada puesta en el destino de esas generaciones futuras y su prosperidad, ambos son un oasis en el desierto.

Cuando miramos a los países que habiendo sido hace pocas décadas, países con perfiles socio-económicos similares al Perú, pero que hoy nos llevan una gran ventaja, como lo han hecho; Corea del Sur, Chile y Singapur, entre otros, podemos tener la certeza de que fueron liderados por estadistas. Líderes que fueron capaces de sacrificar la alegría y el aplauso inmediato, por la felicidad y prosperidad de las generaciones futuras. Obviamente, el producto de esos esfuerzos perseverantes en educación y disciplina, es apreciado por sus actuales generaciones y admirado, desde fuera, por quienes no seguimos esa línea.

En el Perú, los políticos de siempre han actuado pensando en la próxima elección, nunca en el porvenir de las futuras generaciones. En estas últimas décadas, hemos tenido una galería sin fin de políticos sin escrúpulos (Vizcarra el peor), sin amor a la patria, capaces de destruir nuestro país. Es posible que el pasar de emprendedor ilegal a alcalde, luego a gobernador regional, para alcanzar luego nivel nacional en tan cortos plazos, no les haya permitido despojarse del arraigado concepto de cacicazgo local y mentalidad de “politiquero de barrio”, que se atreve a creer que cualquiera puede conducir con éxito los destinos de nuestra nación.

Acabamos de pasar por un proceso electoral, que aún no termina, pero que, cuando revisamos la galería de candidatos, encontramos con pena, que Sir Winston Churchill tenía razón al decir que, “El problema de nuestra época consiste en que, los hombres no quieren ser útiles sino importantes” y, por eso, después de haber rechazado la inscripción de al menos tres candidatos, hayamos tenido una “manada” de 18 candidatos, si no, hubieran sido más de una veintena.

Lo anterior significa que, desde la derecha, hasta la izquierda, pasando por los casi veinte matices políticos, nadie ha sido capaz de construir consensos y juntarse alrededor de conceptos y objetivos en común, con una visión compartida y con desprendimiento, identificar un líder con cualidades personales, intelectuales, valores y capacidad de gestión, que permita la recuperación de nuestro país, después de haber sufrido una década perdida.

La pregunta ya repetida es ¿Si tuvieras que salvar a tu madre de una grave enfermedad, a quién se la confiarías? Yo estoy seguro que buscarías al mejor médico a tu alcance y no pondrías su salud en manos de un improvisado, sin conocimientos básicos, ni experiencia. Sólo confiarías en alguien que te pueda decir; qué tiene tu mamá, cuáles son las causas, que se debe hacer y demuestre que tiene experiencia en operar y tratar ese mal y sólo se la confiarías, si encuentras que lo que te dice es razonable, incluso contrastando con otros médicos. 

En cambio, hoy, para nuestra Patria, después de una segunda vuelta electoral, el candidato que demanda su más pronta proclamación, no tiene ninguna formación, más allá de la de un profesor primario y dirigente sindical muy limitado. No es capaz de compartir hasta el día de hoy, cuál es su visión de país, ni capaz de definir una línea política.

  • Quiere atraer la inversión internacional, pero quiere eliminar la igualdad de trato entre el capital nacional y extranjero, lo que sabemos fue fundamental para atraerlo desde los 90´s.  
  • Quiere eliminar los Tratados de Libre Comercio (TLC), sin medir sus consecuencias.
  • Habla de planteamientos de tributación agresiva, pero no los comparte abiertamente.
  • Da una serie de mensajes que destruyen la confianza, al decir unos días, que se aplicará el “ideario de Perú Libre” (expropiaciones, prohibición de importaciones, control de cambios, etc.), pero descartándolo en otros discursos.
  • Distanciando a Cerrón en algunas entrevistas, cuando es evidente que el dueño y jefe del partido, es Cerrón.
  • Ofreciendo públicamente disolver el Tribunal Constitucional, la Defensoría del Pueblo y eliminar la independencia del BCRP en la mañana, pero pidiendo más tarde, la continuidad de Julio Velarde en la presidencia del BCRP, como si pudiera engañar al mundo con estos mensajes cambiantes.

Anunciar una Asamblea Constituyente para cambiar completamente la constitución, recurriendo a procedimientos de convocatoria que no aceptan una representación democráticamente elegida (un ciudadano, un voto), sino buscando una representación controladora no democrática (60% de representantes de comunidades, sindicatos, entre otros) y 40% de ciudadanos democráticamente elegidos en elecciones abiertas, es un mensaje que destruye cualquier nivel de confianza. Que algún vocero oficioso salga después a decir que el cambio de constitución no es indispensable, no garantiza nada, pues paralelamente sale otro tan advenedizo como el primero, a decir todo lo contrario.

Ciertamente, nunca se ha visto en el Perú un ambiente político tan precario y un nivel de incertidumbre tan grande.

La experiencia enseña, que ¡es mejor tomar una mala decisión que vivir en una permanente indecisión! Y esto es lo que tenemos en el Perú de estos días.

¿Cómo se llegó a este punto? “Agudizando las contradicciones” y eso es lo que está haciendo la izquierda radical, con la cómplice aceptación de muchos tontos útiles.

En estas circunstancias, debemos transparentar el proceso y definir el resultado de las elecciones con una pronta auditoría de la OEA, y, si resulta cierto que la mayoría quiere destruir nuestro país, que asuman las consecuencias. Lampadia




El oscurantismo toca la puerta

El oscurantismo toca la puerta

Ya en pleno siglo XXI, al amparo de las redes sociales y con la disculpa de respetar la sensibilidad de las minorías, el mundo occidental ve extenderse por nuestros cielos las nubes del oscurantismo, la planitud de las ideas de lo supuestamente correcto, la reescritura de la historia, y en esencia, la pérdida de libertad.

El siguiente artículo de El Mundo de España, relata el escandaloso caso del retiro de la famosa película: Lo que el viento se llevó, por parte de HBO, ante un comentario de un columnista anti racista.

Felizmente, hubo una buena reacción, y HBO ha anunciado su reposición (con un comentario equis).

Del mismo modo, después del asesinato de George Floyd, en varias partes del mundo se están destruyendo monumentos de personajes históricos, llegando a atacar a Winston Churchill por haber hecho, en su momento, comentarios que hoy se pueden entender como racistas.

Esta es pues una suerte de enfermedad que pretende reescribir la historia de regreso a nefastos puritanismos, que tomó muchos años y sufrimiento, superar.

La amenaza del neopuritanismo

El Mundo – España
Editorial
Jueves, 11 junio 2020

Los mejores productos del espíritu humano no habrían nacido sin la libertad de provocar, de cuestionar incluso lo más venerado

Un columnista, lo suficiente comprometido con la causa antirracista como para escribir el guión de la laureada 12 años de esclavitud, arremete contra Lo que el viento se llevó porque interpreta que glorifica el esclavismo. Una cadena de televisión tan prestigiosa como HBO lee esa columna y la interpreta como una sentencia condenatoria que debe ser acatada. De modo que procede a eliminar una joya del cine de su catálogo y se apresura a anunciarlo para impetrar el perdón social.

Beneficiándose de la espiral de silencio entre los moderados tanto como del temor al escándalo que atizan colectivos radicales bien organizados, un nuevo oscurantismo se extiende entre nosotros. A imitación del islam radical, lanza sus fatwas contra cualquier manifestación cultural o artista que ose discrepar del dogma identitario. Y ya no se conforma con ejercer su censura fanática sobre el presente, sino que la proyecta sobre el pasado, pretendiendo filtrar la historia por los estrechos criterios del activismo posmoderno, en un ejercicio de adanismo historicista y colonialismo moralizante que ha sido común a cualquier forma de totalitarismo, sea bajo una teocracia religiosa o una dictadura política como el nazismo o el comunismo. Esta nueva censura no procede del choque de culturas, sino que la ejerce la civilización occidental contra la civilización occidental. Y de continuar así, acabará con la civilización occidental.

No es una anécdota aislada. Little Britain ha sido retirada de Netflix y de la misma BBC; Canción del sur, de Disney; y Paramount anuncia la retirada de la nueva temporada de Cops por temor a que el público no sea lo suficientemente adulto como para distinguir entre representación y propaganda, entre policías de ficción y el asesino de George Floyd. Aún están recientes la absolución en los tribunales de Kevin Spacey, expulsado de House of Cards, o el calvario de Woody Allen, obligado a defenderse en sus memorias. Incluso se vierten vidriosas teorías sobre cuadros de El Prado que vendrían a realzar una “cultura de la violación”. Como si el repudio de la violación no figurara, desde Homero y la Biblia, en todos los códigos culturales de nuestra civilización.

Algunos censuran o se autocensuran por cinismo, cobardía o cálculo económico. Pero el censor de buena fe nunca llama censura a lo que hace. Lo llama sensibilidad, ética, respeto a las minorías. Eso significa la corrección política: arrogarse el derecho a corregir por la fuerza al otro, aunque no quebrante ley alguna, con el pretexto puritano de mejorar el mundo. Pero los mejores productos del espíritu humano no habrían nacido sin la libertad de escandalizar, de provocar, de cuestionar incluso lo más venerado. Costó muchos siglos y numerosos mártires arrancar el arte a los dominios del catecismo. Si las conciencias liberales, sean conservadoras o progresistas, no ofrecen resistencia, seguiremos retrocediendo hacia tiempos oscuros. Lampadia




La “Empresa” no es enemiga del “Trabajador” ni de la “Sociedad”

La “Empresa” no es enemiga del “Trabajador” ni de la “Sociedad”

Álvaro Díaz Castro
Abogado en Derecho de la Empresa y Minería
Para Lampadia

“Donde hay una empresa de éxito alguien tomó alguna vez una decisión valiente” (Peter Druker)

Un paradigma que caló, penetró durante décadas en el peruano es que la empresa y los empresarios son enemigos de la sociedad en su conjunto y de los trabajadores en especial.

El actual gobierno y congreso de la república parece que mantienen como suyo tal equivocado paradigma.

Y es una idea tan falaz como la que prevalecía hace más de 500 años, de que la tierra era plana y quemaron a Galileo por contradecir esta teoría que después, con toda razón, la humanidad abrazó como una verdad.

Tampoco, se trata de sostener que las empresas son conventos o espacios del paraíso.

Las empresas son finalmente las personas que la constituyen, no son una mera abstracción llamada persona jurídica, no es un programa informático o un algoritmo.  Las empresas y los empresarios tienen retos de acorde a su naturaleza, al igual que afrontan los propios los profesores, médicos, los funcionarios públicos o los jueces.

Los colegios y los profesores tienen la enorme responsabilidad de prepararse para compartir el conocimiento en las diversas disciplinas, así como fortalecer la formación integral del educando en valores, comportamientos éticos-, a tener capacidad de reflexión, libres de prejuicios y discriminaciones de cualquier índole.

Los hospitales y los médicos deberán estar actualizados en el saber científico y tecnológico, para poder ejercer su profesión con solvencia, en el marco de un comportamiento hipocrático y lejos de la mercantilización de la salud.

Así cada actividad, técnica, profesión u oficio se desenvuelve afrontando sus propios desafíos y responsabilidades y de la entidad o institución que las reúne (empresa, colegio, hospital, etc.).

Los empresarios tienen como función principal la de generar riqueza cumpliendo con responsabilidad las normas legales, la responsabilidad empresarial y en un compromiso ineluctable de solidaridad con la sociedad. No tiene como fin, no busca, ni persigue el obtener beneficios ilícitos ni ganar evitando cumplir sus responsabilidades, quienes hacen ello no son empresarios, son grupos mercantilistas o delincuentes.

Y es así que los empresarios formales asumen el reto de hacerlo día a día, con todos los vientos en contra: burocracia enredada y con gigantismo, incipiente sistema de financiamiento, servicios públicos deficientes, sobrecostos laborales, complicada estructura tributaria y administrativa, además de competencia desleal de la informalidad y el contrabando, como escasa oferta de especialistas debidamente calificados en el mercado laboral.

Esos vientos o huracanes en contra no es una percepción aislada de los empresarios. Los estudios comparativos a nivel mundial así lo reflejan: world economic forum (WEF), comisión económica para américa latina (CEPAL- Naciones Unidas) y otros organismos así lo señalan: gigantesca burocracia, difícil y caro sistema financiero, altos costos laborales, enredado sistema tributario, administración pública penetrada por la corrupción, inseguro poder judicial, deficientes servicios públicos, incipiente infraestructura de comunicaciones y un largo etcétera.

El 90% de emprendimientos quiebran en el primer año, es decir, 9 de cada 10 intentos de empresa no sobreviven un año en Perú (diario Gestión 10/01/2017). De ese 10% una gran parte no pasa del tercer año. Empresas con más de cinco años son heroicos sobrevivientes en el entorno agresivo a la empresa en nuestro país.  Ello también explica en gran parte el por qué de la altísima informalidad.

Para sobrevivir las empresas formales requieren de los mejores colaboradores posibles y, en efecto, luego de mucho esfuerzo e inversión se logra tenerlos. Las empresas son las personas que la conforman, no es un inversionista solitario, es el grupo humano que en cada detalle está presente y actuando.

Steve Jobs decía “en el mundo de los negocios, las cosas importantes no son hechas por una sola persona, son hechas por un grupo de personas”. Stephen Covey precisa que “personas interdependientes combinan sus propios esfuerzos con los esfuerzos de otros para conseguir sus mayores éxitos”. No puede ser de otra forma, no hablan de enemigos, de enfrentamientos trabajadores versus empleadores, no hablan de relaciones en permanente tensión negativa.

Y por ello, las empresas capacitan, forman, especializan, integran a las personas y así se va formando una empresa. Este gran reto implica trabajar en los trabajadores, inversión de importantes recursos: tiempo, fondos, espacios y oportunidades en inducir, capacitar, especializar, integrar.

Nadie sería loco o tonto para creer que abusando de los trabajadores se pueden formar equipos que se identifiquen con la empresa, o deshacerse a punta de despidos prepotentes o arbitrarios del factor que necesita y en el que ha invertido mucho en consolidar. Es todo lo contrario. Habrá excepciones, que son eso, casos aislados y totalmente minoritarios de algún gerente o jefe que no sigue las reglas o actúa bajo alguna pasión o conveniencia particular y abusa de su posición o toma medidas arbitrarias en contra de un trabajador o grupo de ellos, pero que de ninguna manera escribe la generalidad y el común comportamiento de los empresarios.

Las empresas tienen políticas, de lo que antes se llamaba, retención de personal y ahora es relacionamiento, identificación laboral. Que exista continuidad de las personas en una empresa es una de las piezas clave para su consolidación y crecimiento e incluso lo económicamente más eficiente.

El empresario, el empleador no es enemigo del trabajador, son aliados en la búsqueda de lograr sus objetivos. El ambiente laboral es lo más cercano, luego de la familia, a lo que existe con los amigos del parque, del club, del barrio, con quienes se pasa y comparte las buenas y las malas, las historias y los proyectos.

Y como en la familia, en el equipo o en el club, hay normas de convivencia mínimas, que buscan evitar casos de abusos, excesos o graves y conscientes descuidos que pudieran suscitarse.

En la empresa hay reglas manifiestas en las políticas y reglamentos que son fáciles de entender, reúnen una lógica de sana convivencia y llevan a que la organización funcione. La gran mayoría decide cumplirla y desarrollarse sanamente en esa relación que también contiene espacios y opciones para sugerir, proponer, interactuar, preguntar, reclamar o reflexionar. Por ello hay sindicatos, grupos de interés legítimos, inquietudes individuales, y parámetros para ejercerlos.

De hecho, Perú, según la entidad que lo califique, está entre el cuarto a octavo puesto de país con normas laborales más rígidas y exigentes pro-trabajador de todo el mundo democrático (claro que ello sólo ampara al 30% de trabajo formal que es al que me refiero en todas estas líneas).

Como toda familia, equipo o club, en las empresas puede haber diferencias de criterio entre pares, con los jefes, con los de otras áreas y, muchas veces, la mayoría de veces, hasta es bueno que sea así, porque dan una visión y sana tensión que mejora los resultados generales de la actividad. Ninguno de esos temas implica sanciones o despidos.

Las sanciones laborales y/o despidos como regla, como la gran generalidad, provienen de faltas, de incumplimientos de algún trabajador a alguna de esas normas de convivencia que se reflejan en las leyes, políticas y reglamentos conocidos e interiorizados. Podrían provenir de actos que demuestran abuso de la confianza, o acciones incorrectas o no éticas. Sancionar, como regla general, pasa por un análisis y pruebas y, a veces ciertamente, hasta frustración de tener que haber llegado a tales medidas, usualmente residuales, cuando no hay otro remedio.

¿Qué entrenador quiere enviar a la banca o suspender a uno de sus jugadores?, pero lo tiene que hacer si el jugador incumple. Gareca no tendría el éxito que tiene con la selección peruana de fútbol si no exigiera una conducta mínima, una disciplina lógica, con lo que luego logra resultados donde todos ganan.

Pero la percepción que se ha sembrado en gran parte de la población es de un empresario malvado, abusivo, irracional, explotador, antiético, aprovechado, sin escrúpulos; y tal cómo se manifiestan varios miembros del gobierno y congreso de la república en esta crisis del Covid19, pareciera que hacen suyo tales prejuicios.

Los colegios privados han sido dibujados como desalmados y mercantilistas, las farmacias y supermercados como acaparadores y monopólicos, los mineros como autistas y prepotentes; los bancos y financieras como agiotistas y convenencieros.

Luego, con innecesario doble mensaje, declaran que proponer vacaciones en alguna parte del periodo de cuarentena (que obedecía a que, literalmente, no existía más fondos en la caja de la empresa) como empresarios aprovechadores y faltos de solidaridad; luego dicen que plantear la opción de la suspensión perfecta es de desalmados y vampiros; pero al poco tiempo, la realidad demuestra el esfuerzo del empresario, a su riesgo y costo, de seguir apostando por mantener vivas las empresas, en un país  donde el 90% de emprendimientos muere al primer año, y emiten las normas que permitían tales medidas.  Pero ya habían vapuleado el buen nombre y mejor intención de los empresarios.

Igual con los programas de apoyo en el financiamiento de la empresa, donde pretendieron condicionarlos a que el empresario no aplique ninguna medida laboral como las mencionadas, como si las empresas no pagaran tributos, no tuvieran proveedores, no debiera mantener los locales y equipos, no hubieran perdido casi todos los clientes y, ante tal craso error de información, asume que no se requiera fondos para todo ello.  Entonces precisaron que no se condicionaban los préstamos, pero la imagen de empresario quedó como una que sólo buscaba sacarle el jugo al Estado y así fue quedando prendido en la retina y los oídos de la ciudadanía.

Por supuesto, ni gobierno ni congreso, mencionan o reconocen, sino excepcionalmente en letras chiquitas o palabras rápidas y a bajo volumen, los apoyos, las campañas, los compromisos de cientos de empresas, de todo tamaño, en solidaridad con la situación de emergencia, donando agua, alcohol, mascarillas, pruebas rápidas, oxígeno, dinero, bolsas de víveres, congelando cuotas e intereses, garantizando las provisiones lejos de cualquier especulación y un largo etcétera.

La empresa es el socio del Estado a quien le da entre el 40% a 50% de sus utilidades cuando estas existen y donde el Estado aporta nada cuando el negocio pierde o quiebra. Esos impuestos pagados por los formales son el fundamento de las sólidas reservas monetarias que hoy cuenta el Perú para afrontar la crisis, con la que se dan los bonos, los planes sociales, los equipamientos, las medicinas, y el largo etcétera de acciones y programas.

Los empresarios y las empresas no son enemigos de los trabajadores, no son enemigos del país, no son enemigos de la sociedad, son parte tan importante como lo son las demás instituciones, son el hermano que aporta generando valor para que directamente los trabajadores, proveedores y las familias que componen también lo hagan y puedan cubrir sus necesidades y realizarse en ese aspecto de la vida, las empresas son la principal proveedora de los tributos que es como se financia el Estado y con ello la burocracia, los servicios públicos, la infraestructura, educación, salud y justicia.

Es sustancialmente importante repensar en el mensaje como gobierno y congreso para dejar de buscar confrontaciones internas innecesarios con la actividad productiva, quizás hacer como decía Sócrates “el secreto para cambiar es concentrar toda tu energía no en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo”, romper el paradigma, el prejuicio y, esta vez en serio, comprender que nos desarrollamos juntos, entendiendo como parte de ese juntos a la empresa privada y los empresarios.

Winston Churchill lo resumió así: “algunas personas miran a la empresa privada como un lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca lechera que hay que ordeñar. Pero muy pocos la ven como el caballo sano que tira del carro”; que comencemos el cambio de lo que resumió Churchill como, en efecto, ya ha ocurrido, en especial, en los países que han desarrollado más y mejor para beneficio de la mayoría. Lampadia




Cuando la clase dirigente defrauda en su hora más fina

El Reino Unido ha tenido siempre una clase dirigente presente en la conducción de sus gobiernos, y nos ha dado ejemplos de liderazgo extraordinarios, empezando por el portentoso liderazgo de Winston Churchill, que supo resistir la soledad de sus propósitos (los ataques más severos) para terminar imponiendo su criterio sobre la necesidad de enfrentar a Hitler. A ese extraordinario momento de su vida, en el que supo estar a la altura de las circunstancias y más allá, a esa ‘hora más oscura’ que supo tornar en su ‘hora más fina’ le debemos, todos los ciudadanos de occidente, el haber podido vivir en libertad durante los últimos 70 años.

Pero hoy, el Reino Unido, está en otra. Está en el medio de una crisis auto-infligida, justamente, por la debilidad de sus líderes actuales.

Crisis en la política de Gran Bretaña

Faltan tan solo ocho meses para que el Reino Unido abandone oficialmente la UE, tras la elección del Brexit en el 2016, y la incertidumbre es increíblemente alta. Los británicos están en un escenario de altísima incertidumbre.

Las posibilidades de que las conversaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea lleguen a un acuerdo son cada vez menores. A pesar de que el tiempo se está agotando, sus argumentos continúan siendo muy distantes. Theresa May ha publicado su último plan de compromiso y ve poco espacio para nuevas concesiones. Michel Barnier, el principal negociador de la UE, también tiene poco espacio para maniobrar. Quizás algún acuerdo de última hora sea acordado por el Consejo de Ministros a finales de este año; pero aumentan los riesgos de que no lo haga.

Se ha desatado una gran lucha política en el gobierno del Reino Unido sobre Brexit y podría ser el fin de la primera ministra Theresa May. Tres miembros del gabinete de May, el canciller Boris Johnson, el ministro del Brexit David Davis y el ministro del Departamento para la salida de la UE, Steve Baker, renunciaron al gobierno en protesta por el manejo de las negociaciones con la Unión Europea por parte de May.

¿Qué paso? May llegó al poder poco después del voto en pro del Brexit, prometiendo ser una mano firme en las negociaciones. Ofreció un ‘Brexit duro’ e incluso trajo a los políticos pro-Brexit a su gobierno, incluidos Johnson, Baker y Davis.

Desde el principio May ha destacado por su debilidad y falta de instinto político. Por ejemplo, cuando los conservadores gozaban de una cómoda mayoría, decidió llamar a elecciones, perdiendo la mayoría y teniendo que organizar alianzas inestables que solo le permiten sobrevivir, una y otra vez, a las sucesivas crisis que tiene que enfrentar.

Todos los análisis serios sobre las consecuencias del Brexit, muestran que Gran Bretaña tendrá que asumir tremendos costos económicos y sociales. A pesar de la inclinación de May y su equipo-Brexit, con el tiempo, May fue dando muestras de aceptar un “Brexit suave”. Ese es el apodo de un modelo que afirma que no pertenece a la UE, pero aún tiene acceso al mercado único europeo. Para seguir ese modelo, el Reino Unido debe permitir principalmente el libre flujo de bienes, servicios, dinero y personas. O sea, ser, pero no ser parte de la unión. Todo con tal de no reconocer el error.

Esto no es una opción para los activistas pro-Brexit, que prefiere un “Brexit duro”, en el que supuestamente GB se ahorraría los aportes a la unión y podría restringir la inmigración.

El gabinete de May está profundamente dividido entre esos dos bandos, y se le está acabando el tiempo para presentar sus términos a la UE. En junio, después de una reunión de 12 horas, May surgió con un plan acordado por el grupo: el Reino Unido buscaría un “área de libre comercio” con la UE para bienes industriales y agrícolas, preservando su acceso a los mercados de la UE y gobernado por un “Libro de reglas común”.

Pero no hubo consenso: para Johnson y otros pro Brexit duro, el plan era demasiado suave. Entonces renunciaron en protesta. Ahora, todo el partido de May está en crisis, y algunos miembros amenazan con desafiar su liderazgo si ella no cambia de rumbo.

¿Qué sucederá?

No queda claro qué sucederá, sin embargo, existen varias opciones. Una opción es que el Reino Unido decida que no pagará la “tarifa de divorcio” de alrededor de € 50 mil millones que acordó en diciembre pasado como parte de un acuerdo de retiro. Sin dicho acuerdo, la UE afirma que no habrá una “fase de implementación”. Como resultado, el próximo año, el comercio del RU con la UE estaría sujeto a aranceles y controles fronterizos. Sin duda, se harán tratos a lo largo del tiempo para solucionar el desorden y se encontrarán formas de reactivar el comercio, pero la disrupción sería enorme y es poco probable que la economía se recupere por completo durante muchos años.

Otra opción es que el Reino Unido abandone la UE con un acuerdo de mantener, por el momento, el status quo en términos de intercambio y todos los demás arreglos diarios. En otras palabras, la “fase de implementación” seguiría adelante incluso en ausencia de un acuerdo de retirada total, y el Reino Unido cumpliría con su acuerdo de pagar a la UE mientras se realizan nuevos intentos para negociar una relación a largo plazo.

Esto parece políticamente tentador, pero no es tan fácil como parece. ¿Qué pasa si no se llega a un acuerdo el próximo año o el año siguiente? ¿Se volverá permanente este arreglo a corto plazo, al igual que la relación de Noruega con la UE, diseñada para durar unos pocos meses en 1994, pero que todavía está en vigor?

Otra alternativa es que el Reino Unido decida permanecer en la UE después de todo. El gobierno retira su carta notificando a la UE su decisión de abandonar la UE, pero se necesitaría un nuevo referéndum en el Reino Unido y el gobierno de Theresa May se opone. Las encuestas recientes indican que un nuevo referéndum, diseñado para poner fin a una profunda crisis política interna, daría como resultado una votación para permanecer en la UE, después de todo.

¿Cuál de estos cuatro escenarios es más probable?

Nadie puede estar seguro. Hay problemas con cada uno de ellos: financieros, legales y políticos. Cada uno tendrá sus seguidores y sus críticos. Solo una cosa es segura: si no hay un acuerdo entre el Reino Unido y la UE, Gran Bretaña tendrá que sufrir grave problema.

Lo único seguro es que GB ha olvidado los ejemplos de liderazgo de Churchill, Thatcher y Blair, tiene a la persona menos indicada en el gobierno: un partido conservador sin una clara identidad, un partido laborista regresivo a las políticas que los llevaron a sufrir el ‘winter of discontent’ (la crisis que llevó a Thatcher y el liberalismo británico al poder en 1979) y, por lo tanto, un liderazgo débil que no permite ver el camino por delante. Lampadia




A más derechos, menos esfuerzo y agradecimiento

Desde su creación, el socialismo y todas sus derivaciones fueron anunciados con bombos y platillos, como la salvación de la humanidad. Fueron creaciones intelectuales que nunca funcionaron en la realidad. Por ello, sus experimentos se acompañaron siempre con ‘relatos’ que pretendían reescribir la historia para ocultar sus resultados. En esta ominosa práctica, cayeron incluso intelectuales de gran ascendiente, siendo el caso más emblemático, el del francés Jean Paul Sartre, que mintió reiteradamente sobre el genocidio de Stalin en el Imperio Soviético.

Hugo Chávez. Fuente: www.noticias24.com

Las siguientes frases son unos de los pocos aportes que desnudaron la verdadera naturaleza de todas las formas de socialismo:

“Uno de los más grandes errores es juzgar a las políticas y programas por sus intenciones, en lugar de por sus resultados”. Milton Friedman

“El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de miseria. Winston Churchill

“El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero… de los demás”. Margaret Thatcher

“Los primeros cristianos decían ‘Todo lo mío es tuyo’, los socialistas dicen ‘Todo lo tuyo es mío’”. Winston Churchill

“El socialismo es una doctrina:
                – De amor en base al odio,
                – Un ensayo de fraternidad universal a base de guerra de clases,
                – Una tentativa de liberación racionalista de dogmas y,
                – Una escuela de libertad a base de tiranía”.
Cupertino del Campo

A menudo se culpa al capitalismo de crear gente codiciosa, egoísta y materialista, afirmando que estos calificativos son intrínsecos a los mercados libres y al afán de lucro. Sin embargo, la indiscutible verdad es que el capitalismo ha demostrado ser el modelo económico más productivo que el mundo haya visto, trayendo mayor prosperidad a miles de millones de habitantes de los países más pobres del mundo. En todo caso, de alguna manera, podríamos parafrasear a Churchill diciendo:

                “El capitalismo es el menos malo de los sistemas económicos”

Como hemos informado anteriormente, el mundo es hoy un mejor lugar para vivir que hace 50, 30 y 20 años. La pobreza ha disminuido y se estima que en 20 años debe desaparecer. Ha crecido la esperanza de vida y han mejorado la alimentación y la salud, gracias a la globalización y a la consiguiente incorporación de muchos países a la economía de mercado, empezando por China y ahora India. Así lo demuestran Bill Gates (El mundo ha mejorado y seguirá mejorando) y Xavier Sala i Martín (El Capitalismo Reduce la Pobreza en el Mundo). Además, en un reciente artículo, mostramos como la mayor economía de mercado y el mayor representante del capitalismo global, Estados Unidos, ha logrado diferenciarse notoriamente del resto del mundo por el nivel de bienestar que han logrado para su población. Ver en Lampadia: Indicadores incómodos para los críticos del capitalismo.

En el video que publicamos líneas abajo, Dennis Prager, fundador de Prager University y presentador de radio en EEUU, explica por qué el socialismo fomenta una sociedad de gente egoísta e ingrata y, contrariamente a los ‘mitos’, el capitalismo incentiva a los ciudadanos a ser más esforzados, trabajadores y agradecidos. 

Lampadia

El socialismo vuelve egoísta a la gente

Dennis Prager

Prager University

18 de julio de 2016

Transcrito y traducido por Lampadia

En el mundo contemporáneo, se toma como dado que el capitalismo, con su libre mercado y afán de lucro, se basa en el egoísmo y produce el egoísmo, mientras que el socialismo se basa en el desinterés y produce desprendimiento.

Bueno, es todo lo contrario. Cualesquiera que sean sus intenciones, el socialismo produce individuos mucho más egoístas y una sociedad mucho más egoísta que una economía de libre mercado. Y una vez que este egoísmo generalizado se vuelve popular, es casi imposible de deshacer.

Un ejemplo: En 2010, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dirigió a una gran audiencia de estudiantes universitarios. Durante su discurso, anunció que los jóvenes podrían ahora  mantenerse en el plan de seguro médico de sus padres hasta los 26 años.

No recuerdo haber oído jamás un aplauso más fuerte, más atronador, o más sostenido que en ese momento. Aún si el presidente hubiera anunciado que se había descubierto una cura para el cáncer, dudo que los aplausos habrían sido tan fuertes o tan largos.

Pero ¿de qué estaban tan contentos? Que se les diga a los jóvenes que ahora pueden seguir dependiendo de sus padres hasta los 26 años debería ser algo degradante, no liberador. A lo largo de la historia americana y, de hecho, de toda la historia occidental, el gran objetivo de los jóvenes ha sido en convertirse en adultos maduros -comenzando con ser independientes de mamá y papá. El socialismo y el estado de bienestar destruyen esta aspiración.

En varios países de Europa y ahora cada vez más en EEUU, se está volviendo algo común que los jóvenes vivan con sus padres hasta los 30 años y no es infrecuente que sea por más tiempo aún. ¿Y, por qué no? En el estado de bienestar, cuidar de uno mismo ya no es una virtud.

¿Por qué? Porque el gobierno va a cuidar de ti. Por lo tanto: El socialismo permite – y como resultado produce – personas cuyas preocupaciones son cada vez más centradas en uno mismo: ¿Cuántos beneficios voy a recibir por parte del gobierno? ¿El gobierno pagará mi educación? ¿El gobierno pagará mi atención médica? ¿Cuál es la edad más temprana a la que me puedo retirar? ¿Cuánto tiempo de vacaciones pagadas puedo obtener? ¿Cuántos días puedo pedir por permiso médico y todavía recibir un salario? ¿A cuántas semanas de paternidad o maternidad remunerada tengo derecho?

La lista se alarga con cada elección de un partido liberal o progresista o de izquierda. Y luego, cada beneficio se convierte en un “derecho adquirido”. Pero no hemos terminado. Hay efectos incluso más destructivos del socialismo. Los derechos adquiridos crean ciudadanos que carecen de una característica de carácter que todo ser humano debe tener – gratitud. No se puede ser feliz si no se está agradecido y no se puede ser una buena persona si no se está agradecido. Es por eso que constantemente les decimos a nuestros hijos, “di gracias”. Pero el socialismo deshace esta enseñanza. Después de todo, ¿por qué va a agradecer una persona por algo a lo que tiene derecho? Entonces, en lugar de decir “gracias”, al ciudadano del estado de bienestar se le enseña a decir: “¿A qué más tengo derecho?”

Sin embargo, la izquierda insiste en que es el capitalismo y el libre mercado, no el socialismo, lo que produce gente egoísta. Pero la verdad es que el capitalismo y el libre mercado producen personas mucho menos egoístas. Le enseña a la gente a trabajar duro y cuidar de sí mismos (y a otros) – y que deben ganar lo que reciben, produce personas menos, no más, egoístas.

El capitalismo enseña a las personas a trabajar más; el socialismo enseña a las personas a exigir más derechos. ¿Qué actitud crees tú que va a crear una mejor sociedad?

Lampadia




No temamos a las máquinas súper inteligentes

No temamos a las máquinas súper inteligentes

Mucho de lo que hemos publicado últimamente sobre la inteligencia artificial conlleva temores sobre el mal uso de esta tecnología para la raza humana. En el siguiente artículo de Luciano Floridi del Financial Times, el experto en filosofía y ética de la información descarta los temores como algo que no corresponde a lo que hoy se puede prever.

Los humanos no tienen nada que temer de las máquinas inteligentes

Luciano Floridi (Profesor de filosofía y ética de la información en la Universidad de Oxford, R.U.)

Financial Times

25 de enero 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Ninguna versión de un Godzilla IA con está a punto de esclavizarnos.

Debemos centrarnos en los desafíos reales, dice Luciano Floridi.

Elon Musk, fundador de SpaceX y Tesla Motors, cree que la inteligencia artificial es “potencialmente más peligrosa que las armas nucleares”. La “mayor amenaza existencial” para la humanidad, piensa, es una inteligencia de máquinas súper inteligencies estilo Terminator que un día dominarán a la humanidad. Por suerte, Musk se equivoca.

Muchas de las máquinas pueden hacer cosas increíbles, a menudo mejor que los humanos. Por ejemplo, la computadora Deep Blue de IBM jugó y venció al gran maestro Garry Kasparov en ajedrez en 1997. En 2011, otra máquina de IBM, Watson, ganó un episodio del programa de concurso de televisión Jeopardy, superando a dos jugadores humanos, uno de los cuales habían disfrutado de una racha de 74 victorias. El cielo, al parecer, es el límite.

Sin embargo, Deep Blue y Watson son versiones de la “máquina de Turing”, un modelo matemático ideado por Alan Turing, que establece los límites de lo que un ordenador puede hacer. Una máquina de Turing no tiene entendimiento, no hay conciencia, no hay intuición – en fin, nada que reconoceríamos como una vida mental. Carece de la inteligencia incluso de un ratón.

Otros científicos están en desacuerdo. Stephen Hawking ha argumentado que “el desarrollo completo de la IA podría significar el fin de la raza humana”.

Ray Kurzweil, inventor y futurista estadounidense de Silicon Valley, ha pronosticado que en 2045 el desarrollo de tecnologías de cómputo alcanzará un punto en el que la IA superará la capacidad del ser humano para comprenderla y controlarla. Escenarios como los de Kurzweil son extrapolaciones de la ley de Moore, según la cual el número de transistores en los ordenadores se duplica cada dos años, entregando más y más poder computacional a un costo cada vez menor.

Sin embargo, Gordon Moore, persona por la cual se nombró dicha ley, reconoció que es una generalización poco fiable porque hay un límite físico a la cantidad de transistores que pueden ponerse en un circuito integrado.

En todo caso, la Ley de Moore es una medida de la potencia de cálculo, no de inteligencia. Mi robot de limpieza, un Roomba, va a limpiar el suelo de forma rápida y barata y cada vez mejor, pero nunca va a reservar unas vacaciones por sí misma con mi tarjeta de crédito

En 1950, Turing propuso la siguiente prueba: Imagine que un juez humano hace preguntas escritas a dos interlocutores en otra habitación. Uno de ellos es un ser humano, el otro una máquina. Si el juez no puede darse cuenta de la diferencia entre la máquina y el humano en el 70 por ciento de las veces, entonces, se puede decir que la máquina ha pasado la prueba.

Turing pensaba que las computadoras pasarían la prueba para el año 2000. Se equivocó. Eric Schmidt, el ex presidente ejecutivo de Google, cree que la prueba de Turing se logrará en 2018. Veremos. Hasta ahora no ha habido ningún progreso. Los programas de computadoras todavía tratan de engañar a los jueces mediante el uso de trucos desarrollados en la década de 1960.

Por ejemplo, en la edición 2015 del Premio Loebner, en un concurso anual de Turing, un juez le preguntó: “El auto no podía caber en el espacio de estacionamiento, ya que era demasiado pequeño. ¿Cuál era demasiado pequeño?” El software que ganó el premio de consolación de ese año respondió: “Yo no soy una enciclopedia andante, ¿sabes?”

Las ansiedades sobre máquinas súper-inteligentes son, por lo tanto, científicamente injustificadas. Las tecnologías “inteligentes” existentes no son un paso hacia la IA en toda marcha, al igual que subir a la cima de un árbol no es un paso hacia la luna, sino el final del viaje. Estas aplicaciones sin duda pueden ser más astutas que nosotros, pueden superarnos y sustituirnos en la realización de un número creciente de tareas. Esto no es porque tratan el mundo de forma inteligente, sino porque estamos volviendo al mundo cada vez más fácil para ellos.

Tome como ejemplo a los robots industriales. No les damos rienda suelta en el mundo para que construyan autos; construimos ambientes artificiales alrededor de ellos para asegurar su éxito. Lo mismo puede decirse de los miles de millones de artefactos inteligentes que pronto se comunicarán unos con otros vía la llamada ‘Internet de las Cosas’.

Ninguna versión Godzilla con IA de está a punto de esclavizarnos, por lo que debemos dejar de preocuparnos por la ciencia ficción y empezar a centrarnos en los retos reales que plantea la IA. En el análisis final, los seres humanos y no las máquinas inteligentes, son el problema, y ​​lo seguirán siendo en el futuro previsible.

Nuestra prioridad debe ser evitar cometer errores dolorosos y costosos en el diseño y uso de nuestras tecnologías. Existe un grave riesgo de que podamos hacer un mal uso de ellas en detrimento tanto para la especie como para el planeta.

Winston Churchill dijo una vez: “nosotros damos forma a nuestros edificios y después nuestros edificios nos dan forma a nosotros.” Lo mismo se aplica a las tecnologías inteligentes en la ‘infoesfera’. Lampadia

 

 

 

 




La derecha, entre Napoleón y Cristiano Ronaldo

La derecha, entre Napoleón y Cristiano Ronaldo

Las reflexiones de este brillante artículo  de Gerardo Varela, publicado en El Mercurio de Chile el sábado último, son también válidas para la crisis de liderazgo de nuestra clase política.

“La derecha anda en busca del líder, que tenga la sencillez y honestidad del balsero del Niemen; que, como Churchill, tenga claro que hay valores y principios intransables…”

Cuenta la historia que cuando Napoleón se retira de Rusia, vencido por el invierno y el hambre, cruza en balsa al río Niemen y le pregunta al balsero: ¿han pasado ya muchos desertores por este río? El balsero le contesta: “No, su Majestad, usted es el primero”.

La pelotera en la derecha me trajo a la memoria la anécdota anterior, y por eso decidí compartir algunas historias, que sin tener ninguna relación entre ellas, espero sirvan de inspiración a alguien que esté dispuesto a recoger la antorcha de la libertad.

Junio de 1940, el gabinete de guerra británico se enfrenta a una encrucijada. Francia ha caído, su ejército derrotado en Flandes ha sido evacuado. Alemania ha pulverizado el equilibrio de poderes y consolidado la pesadilla de la política exterior británica desde el siglo XVI. Hitler hegemoniza Europa, ha neutralizado mediante un tratado a la Rusia Comunista y sus enemigos de la primera guerra: Italia y Japón ahora son sus aliados. Estados Unidos permanece impasible en su aislacionismo. El Imperio Británico está solo, todavía endeudado desde la primera guerra, y dentro del gabinete británico hay voces lideradas por Lord Halifax que exigen negociar con Alemania. Churchill tira una línea y se niega a transar con los socialismos nazista y fascista. Recurre al pueblo, y ofreciéndoles solo sangre, sudor y lágrimas, los invita a luchar, en las playas, en la tierra, pero rendirse jamás. En los siguientes 2 años, Inglaterra no conocerá sino de derrotas, pero Churchill mantiene arriba el ánimo, y casi con espíritu deportivo se despacha esa frase que lo haría famoso: “Los ingleses perdemos todas las batallas, salvo la última”.

Quizás la arenga más famosa de la historia pronunciada antes de una batalla (Agincourt, en este caso) sea sólo una creación literaria de Shakespeare. En su obra “Enrique V” nos cuenta el poeta que enfrentado a un enemigo mucho más numeroso y falto de refuerzos, cuando Westmoreland, primo del rey, le representa a Enrique lo exiguo de su número, el Rey emociona con el discurso de San Crispín:

“Nosotros pocos, nosotros felizmente pocos, nosotros una banda de hermanos/. Porque el que hoy derrame su sangre conmigo/, será mi hermano; por vil que sea/. Este día ennoblecerá su condición: y los gentiles hombres que están ahora en la cama en Inglaterra/ se considerarán malditos por no haber estado aquí. Y tendrán su virilidad en poco cuando hable alguno/ de los que lucharon con nosotros el día de San Crispín”.

El desenlace es conocido: triunfa el pueblo inglés con arco y flecha sobre la aristocrática caballería francesa.

La Copa América es la competencia de yates más importante del mundo, nació bajo el auspicio de la Corona británica, y desde su primera edición, en 1851, y por 132 años, la ganaron siempre los norteamericanos. Hasta el fatídico 1983, en que triunfó John Bertrand en el Australia II. El timonel derrotado era un famoso capitán de Estados Unidos llamado Dennis Conner. Una vez perdida la regata, se enfrenta a la prensa indignada, y la primera pregunta es: “¿qué se siente ser el primer timonel norteamericano en más de un siglo en perder la copa América?” Dennis Conner hace una pausa, y responde: “Un orgullo inmenso de tener el privilegio de ser el primer timonel norteamericano que la recupere”. Huelga decir que la recuperaría en 1987.

Entre las muchas celebraciones de goles me gusta la de Cristiano Ronaldo. Hace 3 gestos después de cada gol que expresan -en ese orden-: calma; yo estoy aquí; no hay de qué preocuparse.

La derecha anda en busca del líder, que tenga la sencillez y honestidad del balsero del Niemen; que como Churchill tenga claro que hay valores y principios intransables; que, al igual que Enrique V, no le importe estar en minoría si está con los que deben estar y defendiendo lo correcto; que tenga la garra y el espíritu competitivo que mostró Dennis Conner y, por sobre todo, que trasunte la calma y seguridad del gran Cristiano.

Publicado en El Mercurio, Sábado 18 de enero de 2014