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Violencia y terror en nuestras familias

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 5 de abril de 2019
Para Lampadia

El delito más denunciado en las comisarías de Ica es Violencia Familiar. Durante toda mi gestión como Gobernador Regional – dentro del marco de las sesiones mensuales del Consejo Regional de Seguridad Ciudadana (CORESEC) – el representante de la Policía Nacional del Perú daba cuenta de esta penosa realidad. Violencia emocional, violencia física y violencia sexual. Esas eran – y siguen siendo – las denuncias más recurrentes en las comisarías de la región. ¡Y eso que no todos los casos de violencia familiar son denunciados! Obvio. Es muy riesgoso para una mujer o niño denunciar a un familiar violador.

El hecho es que los hogares iqueños son más inseguros que los más tenebrosos espacios públicos de la región. Víctimas y victimarios conviven bajo un mismo techo. Pero ahí no acaba la cosa. Según la Encuesta Demográfica de Salud Familiar (ENDES), Ica está reportada como una región de Índice de Violencia Familiar relativamente bajo. Eso quiere decir que en otras regiones la situación es aún peor. La violencia familiar – física, sicológica y sexual – está arraigada en todo el Perú.

Los hogares peruanos están atravesando por una crisis profunda. De allí la drogadicción, pandillaje, alcoholismo, pornografía, criminalidad, etc. La madre del cordero está en las familias. Por eso la inmoralidad generalizada. Por eso la corrupción a tope.

Nuestras familias se están desintegrando. Nos estamos animalizando. O peor aún, nos estamos embruteciendo. Me da la impresión de que la prensa – sobre todo la televisión – tiene mucho que ver en el asunto. Nunca se había visto tanta sangre en las noticias, como ahora. Los noticieros muestran un marcado sesgo hacia historias sobre maldades, muertes, mentiras e injusticias. “Nada bueno ocurre en nuestro país”. El Perú es lo que propalan los noticieros. ¡Una porquería! A eso nos está llevando la prensa.

Por otro lado, el consumismo nos está corrompiendo. “Todo vale para poseer un objeto de moda”. Y el relativismo es aún peor. “Da igual, lo bueno y lo malo”. ¿Integridad? ¡Qué es eso!

En mi niñez, el Tío Johnny inculcaba amor y civismo. Amor a nuestros padres y abuelos. Hacer las tareas escolares y obedecer a nuestros maestros. Jugar con los amigos. Tomar leche. Cuidar a la naturaleza. Respetar a la Policía.

Ahora, todo eso se está perdiendo. Los programas culturales están en vías de extinción. La Televisión peruana abdicó de su labor educativa. Lo cotidiano son las violaciones, drogas, crímenes, robos, asaltos, farándula y escándalos de corrupción. El dios rating es lo que manda.

Todo lo demás, viene por añadidura. Las redes sociales – esa maravilla tecnológica del siglo XXI – se ha convertido en un antro de groserías, insultos y calumnias de la más baja estofa. Las Fake News y los Trols llegaron a nuestros hogares para quedarse para siempre.

Ante tal degradación, la ciudadanía empoderada debe tomar al toro por las astas. ¡Manos a la obra! No nos negamos a las malas noticias. Pero también queremos de las buenas. Queremos entretenimiento y educación. Queremos verdad, justicia, bien y vida.

No esperemos mucho del Estado a este respecto. El problema está en nuestros hogares. ¡Es el turno de la ciudadanía empoderada! Padres de familia, maestros, periodistas, empresarios, trabajadores, religiosos, ciudadanos en general. En nuestras almas está la salida de esta profunda crisis moral. Lampadia




La constante lucha de las mujeres

La constante lucha de las mujeres

En Lampadia promovemos la igualdad de género y la libertad de un feminismo no extremista. Recientemente alabamos las acciones y logros de dos grandes líderes en este tema: Convergencia pro calidad de vida de las mujeres, donde Malala Yousafzai  (Nobel de la Paz) y Emma Watson (actriz y activista de la ONU) describieron perfectamente la situación: el feminismo es otra palabra para la igualdad.

En esta ocasión queremos compartir con nuestros lectores una entrevista reciente a Joumana Haddad, libanesa, poeta, periodista y activista de los derechos de la mujer que además es una voz rara vez encontrada en el Medio Oriente: una feminista sin complejos que quiere desafiar el pensamiento tanto de hombres como de mujeres árabes. (Para más información sobre los derechos de la mujer árabe, ver en Lampadia: Derechos de la Mujer: Arabia Saudita y más allá). Ella se describe como una escritora que “le encanta ser odiada.”

No cree que las mujeres deben ser defendidas simplemente porque son mujeres. En temas como elegir a HIllary Clinton simplemente por ser mujer, Haddad dijo: “No, y mil veces no a una solidaridad tan superficial e insultante. Las mujeres merecen más. Mucho más.”

Joumana Haddad nunca se propuso ser una salvadora de la mujer o cambiar el mundo; ella simplemente quiere el derecho para que ella (y otras como ella) puedan expresarse libremente sin temor a ser condenada. “Se trata de los derechos de las mujeres, la lucha por la laicidad, la libertad de expresión y la libertad sexual”.

Líneas abajo compartimos la entrevista a la activista libanesa, entrando a mayor detalle sobre sus opiniones en diversos temas y sus proyectos personales. Lampadia

«Soy extremista en el amor»

A una semana de presentarse en el Hay Festival de Arequipa, la autora libanesa nos dice qué la enoja, cómo  le gustaría morir y de qué forma ha criado a sus dos hijos.

Entrevista a Joumana Haddad

Por Elda Cantú

El Comercio – Viu, 29 de noviembre de 2015

Glosado por Lampadia

Joumana Haddad ha sido llamada la Oprah de Líbano, la Carrie Bradshaw de Beirut e incluso la Simone de Beauvoir del Medio Oriente. Pero ella no es ni una ni otra. Joumana Haddad, que aborrece las etiquetas, es una poeta que vive en Beirut, una periodista que habla siete idiomas, madre de dos hijos, mujer dos veces divorciada, una atea criada en una familia católica, fundadora de Jasad la primera -y ahora desaparecida- revista erótica en lengua árabe, editora de la página de cultura en el diario “An Nahar”, organizadora de un premio literario, autora de una trilogía de libros que debaten la condición femenina en el mundo árabe. Ha escrito que en la infancia descubrió fascinada la literatura de El Marqués de Sade, que se arrepiente de haberse casado virgen a los 19 años, que no cree en Dios y que el mundo sería mejor con menos Superman y más Clark Kent. La autora de “El tercer sexo”, “Supermán es árabe” y “Yo maté a Sherezade: confesiones de una mujer árabe furiosa” se encuentra al borde de su cumpleaños número 45 y de su primera visita al Perú para participar en el Hay Festival de Arequipa y la Feria del Libro de Trujillo. La semana pasada conversé con ella vía Skype:

Hoy es el día para erradicar la violencia hacia las mujeres. ¿Has hecho algo?

Ayer fui a una escuela e hice un taller con muchachos y muchachas de entre 13 y 14 años para hablarles de la violencia contra la mujer y de cómo esa violencia no es solo física, es también muchas veces moral y psicológica.

¿Qué te sorprendió del taller?

Esperaba que con esta generación quizás las cosas hubieran cambiado un poco, sobre todo en el ambiente familiar, pero me enteré de que los padres y las madres desgraciadamente siguen educando a las hijas y a sus hijos como mi hermano y yo fuimos educados. Las muchachas me han dicho que sus padres temen por ellas, más que por sus hermanos varones. Que a veces les dicen “cuando quieras hablar tienes que hacerlo en voz baja y dulce y no puedes expresar tus pensamientos de forma tan directa”. Cosas así, que yo esperaba que ya hubieran desaparecido de nuestra cultura pero aún no.

El subtítulo de uno de tus libros es ‘Confesiones de una mujer árabe enojada’ pero sucede que las mujeres enojadas alzan la voz y pasan por histéricas…

No solo en el ambiente social, también en el ambiente de trabajo. Si una mujer jefe habla en voz alta cuando hay un problema siempre se dice “oh es agresiva” o “es histérica”. Y la cosa de levantar la voz no solo es literal, es metafórica también porque alzar la voz también quiere decir escribir, expresarse y eso no siempre está aceptado en el mundo árabe. Mira que digo “en el mundo árabe” pero he notado desde que publiqué el libro que tampoco en otros países están mucho mejor. Esa actitud patriarcal y esa discriminación siguen existiendo en otras partes del mundo. Me escriben mujeres de Francia, de España, de Italia o de América Latina para decirme que también tienen esos problemas en su vida cotidiana. Las leyes han mejorado, pero al nivel de las relaciones de cada día puede sentir hasta ahora esa discriminación.

Escribiste “Yo maté a Sherezade” para derribar los estereotipos sobre las mujeres árabes. Seis años después, ¿crees que hay avances?

Si escribiera el libro hoy, creo que estaría más enojada aún. Porque los estereotipos y las ideas preconcebidas sobre nosotras y las nuestras sobre Occidente se han vuelto más frecuentes y la razón es obvia: es esta situación con el Estado Islámico y las horribles noticias que el mundo recibe sobre esos bárbaros que decapitan.

Dices que es imposible ser una mujer árabe y no estar furiosa. Pero estos días es políticamente incorrecto enojarse por unas cosas y no por otras.

Quiero reformular esa oración. Sí: es imposible ser una mujer hoy en el mundo árabe (o incluso en el mundo) y no estar furiosa. Pero diría que es imposible ser un ser humano en el mundo de hoy y no sentirse furioso. Porque si eres humano y vives en este mundo, donde las personas decentes mueren todos los días, donde hay tanta injusticia que a veces no se puede creer que estamos en el 2015, donde a las mujeres se las toma como esclavas sexuales, donde los niños mueren de hambre y de frío, ¡no puedes ser humano -hombre, mujer u otro sexo- y no sentirse furioso e indignado! Y sobre lo políticamente correcto, nunca me ha importado un carajo. Y no creo que jamás me importe.

Con ese afán de provocar, en “Supermán es árabe”, dices que en tu primer matrimonio fuiste adúltera. Insistes en la palabra por la carga que tiene en la sociedad libanesa, tan conservadora que podría ser la peruana, donde se perdona el pecado mas no el escándalo.

No es mi intención provocar. Ese es el daño colateral de mi manera de ser, de quién soy, de mi manera de hablar, de las cosas que escribo. Pero no es mi objetivo y nunca lo ha sido. Es algo que va contigo cuando decides romper las barreras de lo políticamente correcto y expresarte con libertad. Así que por supuesto que soy una provocateur y creo en el poder de la provocación pues a veces necesitas un sismo, alguien que te sacuda porque estás dormida o anestesiada o indiferente y lo necesitas, aunque te asuste o no te guste. Es un enfoque necesario pero no un fin para mí. Sobre la sociedad aquí, es una decisión que he tenido que tomar. ¡Hay tantas personas que conozco en Líbano y en otros países que lo quieren todo! Quererlo todo significa que quieren su libertad y al mismo tiempo no desean que los demás descubran su libertad y los juzguen, así que practican a escondidas esa dizque libertad. Para mí eso es una actuación. Estás mintiendo, lo que significa que no eres libre. Cuando publiqué mi revista, pensé: la libertad empieza con esta decisión. Debo dejar de preocuparme por cómo la gente me mira, me juzga, habla a mis espaldas o frente a mí. Mi tercer libro “El tercer sexo” cierra la trilogía y este debate. Es para jóvenes sobre todo, y comparto mis experiencias y las batallas que luché y los precios que pagué y que sigo pagando felizmente.

En tu segundo matrimonio decidiste vivir en casas separadas.

Fue una experiencia muy interesante. Ahora se acabó, porque ya no estoy casada, pero puedo decir que fue muy exitoso [durante siete años]. Aprendí que no hay fórmulas. No puedes decirle a nadie haz esto y esto y esto y te daré un matrimonio exitoso. Es imposible: tú cambias mucho durante tu vida, tus necesidades cambian, la persona que amas también reflexiona sobre el modo en que vives la relación y la dinámica misma de la relación se impone. Si tuviera que poner solo una “condición” para una relación exitosa, sería estar locamente enamorados.

Dices que la fidelidad no debería ser una ética sino un impulso. ¿Cuál es la diferencia?

Si yo siento el deseo de estar con alguien más y no lo hago, estoy forzándome. Significa que estoy actuando por deber y no por mis sentimientos reales. Así que sí hay una diferencia fácilmente detectable. Por supuesto, se espera que la otra persona te trate igual. Como digo en el libro, prefiero que la persona que desea a otra mujer me deje y que no elija a la fuerza ser leal solo por mí. Sé que es una condición muy exigente,… pero para mí el quiebre sucede, algo ya se ha perdido en el instante que él se sintió atraído por otra. Así que soy una extremista en el amor.

¿Has pensado qué tipo de suegra serás?

Definitivamente una suegra loca. Y seguro que nunca interferiría en sus vidas.

En tus dos primeros libros hablas sobre tu padre, pero poco sobre tu madre…

Sí, lo pensé y en mi último libro está ahí. No es una relación fácil: ella es una mujer dura y por carácter chocamos mucho, pero ella es la que me ha impulsado a seguir mis ambiciones y soñar en grande y le debo mucho. También le debo mucho como madre porque me ayudó a criar a mis dos hijos, mientras yo trabajaba y eso ha sido un gran apoyo.

En la vida de toda mujer llega el momento en que adviertes cuánto te pareces a tu madre…

Soy una mezcla. Hay mucho en mí que va contra lo que ella es. Por ejemplo mi forma de educar a mis hijos es muy relajada, muy cool, ella no es así, ella es muy militar en su forma de educación y creo que es una cosa más de su generación que de su carácter. Creo que nos parecemos mucho en el carácter y esto me hace enojar, jajaja.

¿Crees que al envejecer nos volvemos más preocuponas?

Bueno sí, pero estoy luchando contra ello y deberíamos luchar más. Si es natural que seamos más guerreros cuando somos jóvenes, deberíamos esforzarnos en seguir siendo así cuando somos mayores.

¿Pero no crees que eso también te quitaría algunas de tus mayores virtudes?

¡Sí! Es justo lo que quiero decir. Perdería mi rugido. L




La autocensura se impone en Europa, Cajamarca y Arequipa

La autocensura se impone en Europa, Cajamarca y Arequipa

“Yihadistas quieren asesinarme. Pero me niego a ser condenado a una tiranía del silencio sepulcral”, sostiene con serena valentía Flemming Rose, el editor danés que publicara el 2005 en la revista Jyllands-Posten unas caricaturas satíricas sobre el Islam, entre ellas, una en que se ve a Mahoma escondiendo una bomba en su turbante. Esta decisión le valió a Rose que fuera sentenciado a muerte por Al Qaeda y por grupos radicales islamistas.

Pero aparte de estar en esta lista negra y vivir temiendo ser asesinado, “Rose ha sido llamado un nazi, un odiador de musulmanes y un Satanás danés. Ha convivido de manera simultánea con las amenazas de muerte y cargado con las ‘culpas’ por la muerte de 200 o más personas en todo el mundo musulmán que protestaron por la publicación de las caricaturas. Desde entonces, el periodista danés ha estado en el centro de las discusiones entre el respeto a la diversidad cultural y la protección de las libertades democráticas, en especial las de la libertad de expresión”, señala en la introducción.

 

 

Rose nos visitó hace pocas semanas para participar en el evento de Mont Pelerin. En su reciente libro publicado por Cato Institute, (The Tyranny of Silence) La tiranía del silencio: Cómo una caricatura encendió un debate global sobre el futuro de la Libertad de Expresión, emprende una”búsqueda personal” para explicar como una decisión aparentemente trivial sobre la publicación de caricaturas encendió un debate de enorme trascendencia para el futuro de la democracia y en la que denuncia la distintas formas de la autocensura se han apoderado de las consciencias de los ciudadanos, políticos, periodistas e intelectuales occidentales.

El libro ha tomado enorme importancia luego del asesinato en París de 12 miembros de la revista Charlie Hebddo. Tras la matanza, quedó claro que los postulados de Rose eran correctos. La efímera reacción de occidente mostró que no se debe ceder ante la bárbara censura que nos quieren imponer los radicales. Aún así, las discusiones sobre si deben permitirse las sátiras contra el Islam y otras religiones sigue candente. Y lo que es peor, la autocensura crece. Muchos diarios norteamericanos y europeos, por ejemplo, se excusaron de reproducir las caricaturas de Charlie Hebddo arguyendo que estas herían la susceptibilidad de los musulmanes o que podían incitar al odio. 

Precisamente, es sobre esta postura que Rose levanta su voz. Como describe en su libro, galerías famosas, como la Tate de Londres retiró una instalación que contó con la Biblia, el Talmud y el Corán despedazados. Los administradores del Museo pensaron que la muestra ofendería a los musulmanes. Tras el asesinato del cineasta holandés Theo Van Gogh, algunos políticos de ese país pidieron que se dieran leyes que reprimieran la incitación. Estos políticos, incluso, afirmaron que de estar en vigencia esas normas Van Gogh no habría sido asesinado puesto que su película, en la que criticó el trato a las mujeres en el Islam, nunca se habría difundido.

Rose afirma que este camino es peligroso para la democracia y recuerda que “la República de Weimar tenía leyes que prohibían la incitación al odio para proteger a los judíos. Goebbels, fue condenado por sus comentarios antisemitas, y Julius Streicher, editor de la publicación nazi Der Stürmer, fue encarcelado dos veces”.

“Estas leyes fueron ineficaces, porque convirtieron en héroes a Goebbels y Streicher. Cada vez que la revista de Streicher fue llevada a la corte (36 veces en una década), atrajo la atención de los medios de comunicación. Las multitudes lo vitorearon (…). Pero las leyes también fracasaron porque las agresiones verbales contra Judíos fueron acompañados de agresiones físicas. En los primeros cuatro años de la República de Weimar, Rose observa, hubo 400 asesinatos políticos. Mientras que los casos de incitación al odio fueron procesados, la gran mayoría de los ataques a judíos no lo eran”.  

“La historia de la República de Weimar”, argumenta Rose, “es en realidad una historia acerca de un Estado muy débil que no fue capaz de proteger los derechos de sus ciudadanos”. La solución, según Rose, es permitir las críticas verbales y visuales, pero  impedir cualquier uso de violencia física

Lamentablemente, los políticos europeos, no han aprendido de esta experiencia y por eso Rose sostiene que la autocensura ha empeorado en Occidente. Para el periodista danés este es “el espectro del ‘thought-crime’ (crimen de pensamiento) orwelliano. Pero en Europa, sostiene, “La libertad no es probable que sea liquidadade repente… Más bien, se producirá de forma gradual y sin que se exacerbe” si es que las cosas siguen discurriendo de esta manera.

Este debate, aunque parezca lejano es bastante actual en Latinoamérica. Una región que sufre ataques permanentes a la libertad de expresión desde el Estado. Así sucede en Venezuela, Ecuador, Argentina y Bolivia.

E increíblemente, también en el Perú, en especial en las regiones. Lo padecimos sin darnos cuenta en Cajamarca y ahora lo vivimos en Arequipa. Por ejemplo, cuando los radicales cortaron el agua a Celendín, durante los sucesos de Conga, ningún medio nacional quiso publicarlo y hacerlo de conocimiento del país, a pesar de nuestros avisos, pues sus corresponsales en la zona no les confirmaron la noticia. Estaban amenazados. Se les dijo a los medios que tuvieran corresponsales incógnitos cuando se produjeran convulsiones políticas, pero obviamente no lo han hecho.

El último caso es el de los violentos ataques al proyecto de Tía María. Los medios nacionales, desconectados de la realidad, por la debilidad de sus corresponsales, siguen refiriéndose a las trifulcas como protestas de los ciudadanos. No quieren registrar que en gran medida son movimientos políticos promovidos por líderes ajenos a la zona y producto de todo tipo de amenazas y ataques abiertos a mucha gente. Por ejemplo, ¿cuántos medios nacionales han dado cuenta en Lima de la marcha violentista que amenazaba con violaciones y canibalismo en Cocachacra? ¿Cuántos han reproducido el informe de Lampadia al respecto? Ver nuestro informe: Criminales anti Tía María amenazan con violaciones y canibalismo. La Gobernadora Regional de Arequipa, Yamila Osorio, ha declarado antes de ayer que los radicales han preparado una relación de  viviendas de las personas que no acataron el paro en los pueblos de la zona del proyecto y que serían atacadas en las próximas horas. Hoy, 29 de abril, la Gobernadora ha publicado en Twitter las fotos y nombres de las familias que ya fueron atacadas ayer. En cuanto a la autocensura o distorsión de los eventos violentistas, esta mañana en RPP, Patricia del Río, cuando le comentaron los mensajes de la Gobernadora dijo: “Hay violencia en ambas partes ¿no?”. Eso es distorsión o autocensura.

Esto no es broma, en Europa y EEUU, el mal islamismo genera la autocensura. En el Perú, los radicales de izquierda, promovidos con el tono eclesiástico del ex cura Arana y las poses académicas de Pedro Francke, hacen lo mismo, impiden el trabajo libre de los medios e imponen el miedo en la población. Lampadia