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Impresoras 3D: 10 casas sostenibles en 24 horas

Impresoras 3D: 10 casas sostenibles en 24 horas

La revolución de las impresoras 3D no es novedad. En Lampadia venimos augurando sus ventajas y el poder democratizador de este invento: Impresoras en 3D, La Tercera Revolución Industrial y Organizaciones Exponenciales (I). Diez casas en un día, eso es una posibilidad que la tecnología nos brinda. Aún mejor, estas casas impresas en 3D son hechas con productos sostenibles (eco-friendly, o amigables al ambiente, en español), ya que se construyen con residuos de construcción reciclados mezclados con cemento de secado rápido.

La primera casa 3D del mundo en China

La impresora 3D no imprime una casa de una sola vez. Cada casa es impresa en piezas utilizando la tecnología FDM (Fused Deposition Modeling). Cuatro impresoras 3D de 6.6metros de altura, 10 de ancho y 32 de largo, imprimen pared por pared que luego se ensamblan. La única parte que todavía no se puede imprimir es el techo. Para entender más el proceso de fabricación y su rapidez, compartimos un video (en inglés) que explica cómo se hicieron diez casas en 1 día en China:

https://www.youtube.com/watch?v=zMoqHmksweU&feature=youtu.be

Las casas producidas pueden parecer un poco simples o frías, sin embargo, muestran el potencial para una evolución en los nuevos materiales y procesos de construcción para lograr la fabricación de casas en forma rápida y de bajo costo. La tecnología de impresión 3D requiere menos mano de obra y utiliza predominantemente materiales reciclados. Como resultado, la casa resulta ser muy económica. Cada una de estas casas de 200 metros2  cuesta, actualmente en China, menos de US$ 5,000. En un país como el Perú, con un gran déficit de viviendas y limitaciones económicas, donde muchas familias necesitan un hogar asequible, esta tecnología sería muy beneficiosa.

Se espera que la industria de la impresión 3D cambie casi todos los procesos de fabricación. Se espera que crezca un 300% en los próximos ocho años, como se muestra en el gráfico superior.

Uno de los sectores más importantes de este proceso es la revolución de la manufactura. Para la fabricación industrial, una de las etapas más intensivas en capital, tiempo y trabajo en el proceso de desarrollo de herramientas. La impresión 3D industrial elimina la necesidad de la producción de herramientas y, por lo tanto, los costes, los plazos y la mano de obra asociados con ella. Esta es una propuesta muy atractiva, que un número cada vez mayor de fabricantes están aprovechando. Además, los productos y los componentes pueden ser diseñados específicamente para evitar los requisitos de montaje con geometría compleja, eliminando aún más mano de obra y los costos asociados con los procesos de montaje.

Paredes de alta tecnología: La firma china WinSun juntó una mezcla de cemento y residuos de construcción 
para construir paredes capa por capa (en la foto) en un proceso de construcción rápida que podría 
transformar la forma en que se construyen viviendas asequibles

Además, es importante destacar que los materiales que se utilizan normalmente en una impresora 3D son, sorprendentemente, sostenibles y eco-friendly. Los materiales más comunes son piezas de plástico son acrilonitrilo butadieno estireno (ABS) y ácido poliláctico (PLA). Ambos son termoplásticos; se vuelven suaves y moldeables cuando son calentados y vuelven a un estado sólido cuando se enfrían. Además, el PLA es en realidad un polímero de azúcar derivado de plantas, comúnmente hecho de maíz.

Otra ventaja de los termoplásticos es que pueden volver a fundirse y reformarse en nuevos objetos varias veces (aunque no infinitamente, ya que su estructura finalmente se despolimeriza). Por lo tanto el objeto impreso puede ser reciclado algunas veces.

Esta invención es un avance valioso en la tecnología de la construcción. Aporta la posibilidad de viviendas de bajo costo, tal vez temporales, en las zonas de desastre. Cuando el desastre es superado y es lo suficientemente seguro para los ocupantes temporales de regresar a sus hogares (o construir nuevos), las casas 3D podrían ser recicladas y utilizadas en otras de dimensiones diferentes. Esta invención también puede ser una solución razonable para la construcción de escuelas y postas médicas.

Las casas impresas en 3D tendrán un gran impacto en el mercado y una mayor demanda hará que la tecnología baje sus precios. Dado el elevado número de nuestra población que habita casas que no están construidas con materiales nobles, esta opción podría ser un nicho de negocio muy prometedor para el Perú. Lampadia

 

 




La Sabiduría del Libre Comercio

La Sabiduría del Libre Comercio

Comentario de Lampadia

Más abajo reproducimos un artículo del economista Mankiw de Harvard, que explica que en una de las pocas cosas en que todos los economistas estadounidenses están de acuerdo es en las ventajas del comercio internacional, pero, lamentablemente, los políticos y muchos ciudadanos todavía son víctimas de prejuicios que nublan su razón.

Mankiw sustenta con mucha claridad los elementos que hacen de la apertura comercial una muy buena política económica y explica el detalle de los problemas políticos que aún enfrenta.

Este tema es especialmente relevante para el Perú, pues, para empezar, acá ni siquiera los economistas están de acuerdo con la apertura comercial. Hay algunos que lo consideran aberrante, como, por ejemplo economistas representativos de la PUCP (Jimenez, Fairly, Francke e Iguiñez). Durante el debate del TLC con EEUU, gran parte del establishment peruano estaba en contra del acuerdo, sin embargo, el 75% de la población lo aprobó.

El tema de la apertura de la economía es un tema pendiente en el debate político. Recordemos que hace muy pocos años, en sus respectivas campañas, García y Humala amenazaron con revisarlo. Afortunadamente, una vez sobre el caballo, no se atrevieron a cambiar de política.

Actualmente, está pendiente la aprobación del tratado Transpacífico y sus opositores en el Perú, ya nos han amenazado con todos los males posibles.

Como podemos ver en el siguiente artículo, “en todas partes se cuecen habas”, pero en el Perú, como repetía Alonso Polar, “solo se cuecen habas”.

 

Economistas coinciden en algo: La Sabiduría del Libre Comercio

Por N. Gregory Mankiw,  Profesor de Economía en Harvard,  The New York Times, 24 de abril 2015

Traducido, glosado y comentado por Lampadia

 

Si se le tomase un examen de Economía 101 al Congreso [EEUU], ¿pasaría? Estamos a punto de averiguarlo.

El tema en cuestión es si el Congreso le brindará al presidente Obama la autoridad de “vía rápida” para negociar un acuerdo comercial con nuestros socios comerciales en el Pacífico. La aprobación final del Congreso está lejos de ser certera.

Entre economistas, el tema es obvio

 

Descarga de un barco de contenedores en Tokio el año pasado. El economista del siglo 18, Adam Smith, escribió que las naciones pueden beneficiarse tanto de las importaciones como de las exportaciones, cambiando la visión de la sabiduría convencional. Fuente: TOSHIFUMI KITAMURA / AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

 

Escribimos, “El comercio internacional es fundamentalmente bueno para la economía de Estados Unidos, beneficioso para las familias estadounidenses a través del tiempo, y acorde con las prioridades nacionales. Por eso apoyamos la renovación de Trade Promotion Authority (TPA) para hacer posible que Estados Unidos llegue a acuerdos internacionales con nuestros socios económicos en Asia a través del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) y en Europa a través de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI). “

Los economistas son famosos por estar en desacuerdo entre ellos. Pero ellos tienen un acuerdo casi unánime en algunos temas, como en el comercio internacional.

El argumento económico para el libre comercio se remonta a Adam Smith, el autor de “La Riqueza de las Naciones”. Smith reconoció que el caso del comercio con otras naciones no era diferente al caso del comercio con otros individuos dentro de una sociedad. Smith estaba respondiendo a una doctrina entonces prevaleciente llamada mercantilismo, que favorecian las exportaciones, pero desconfiaban de las importaciones.

Smith cambió esta perspectiva. Una nación se beneficia de las importaciones, argumentó, porque amplía sus oportunidades para el consumo.

En la actualidad el fetichismo sobre el oro casi no existe, pero hay una nueva forma de mercantilismo que impregna el debate moderno sobre el comercio. A menudo los políticos y expertos retroceden ante las importaciones debido a que “destruyen” puestos de trabajo nacionales, mientras que aplauden las exportaciones, ya que crean puestos de trabajo.

Los economistas responden que el pleno empleo es posible con cualquier patrón de comercio. El problema principal no es el número de puestos de trabajo, sino qué puestos de trabajo. Los estadounidenses deberían trabajar en aquellas industrias en las que tenemos una ventaja en comparación, y debemos importar los productos que se pueden producir de forma más barata allí.

Si los economistas están tan seguros acerca de los beneficios del libre comercio, ¿por qué es que el público y sus representantes electos son escépticos? Una posible respuesta está en el   libro (2007) de Bryan Caplan, llamado “El mito del votante racional: por qué las democracias elijen malas políticas.”

Caplan argumenta que los votantes son peores que simplemente ignorantes con respecto a los principios de las buenas políticas. La ignorancia sería aleatoria en una población grande podría promediarse. En vez de ser simplemente ignorantes, los votantes se aferran a creencias erróneas.

Los políticos, cuyo objetivo principal es ser elegido, moldean esas creencias erróneas en una mala política. Caplan escribe: “¿Qué pasa si políticos plenamente racionales compiten por el apoyo de votantes irracionales – específicamente, votantes con creencias irracionales sobre los efectos de las diversas políticas? Es una receta para la mentira”.

En el caso del comercio internacional, él identifica tres prejuicios muy relevantes.

El primero es un prejuicio anti-extranjero. La gente tiende a ver su propio país en competencia con otras naciones y subestima los beneficios de tratar con extranjeros. Sin embargo, la economía enseña que el comercio internacional no es como la guerra, ambos lados pueden ganar.

El segundo es un prejuicio anti-mercado. La gente tiende a subestimar los beneficios de los mecanismos del mercado como una guía para la asignación de recursos. Sin embargo, la historia ha enseñado repetidamente que la alternativa – una economía planificada – actúa de manera deficiente.

El tercero es un prejuicio contra el “make-work” (un puesto de trabajo que no tiene un beneficio financiero inmediato para la economía). La gente tiende a subestimar el beneficio de la conservación de la mano de obra y por lo tanto se preocupa de la destrucción de empleos que generan las importaciones en las industrias que compiten con importaciones. Sin embargo, el progreso económico de largo plazo encontrará maneras de reducir el factor trabajo y logrará la redistribución de los trabajadores a nuevas industrias en crecimiento.

Una vez, el economista de Princeton Alan Blinder propuso la ley de Murphy de la política económica: “Los economistas tienen la menor influencia en la política en lo que saben más y están más de acuerdo; y tienen la mayor influencia en la política donde saben menos y están en desacuerdo vehementemente”.

El debate sobre el comercio internacional es un ejemplo de ello.