1

¡Precipicio a la vista!

¡Precipicio a la vista!

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 21 de agosto de 2020
Para Lampadia

El país es un desmadre. Cada uno hace lo que le da la gana. Los contagios y muertes por COVID 19 suben y suben sin parar. La economía… es decir, las ventas de las empresas y el empleo están en caída libre. Cientos de miles de micro y pequeñas empresas han quebrado. Y millones de peruanos – más de 6 millones, dicen algunos – han perdido su trabajo.

La pregunta es ¿alguien gana con todo este desmadre? ¿Cómo podría alguien ganar en medio de esta crisis? Pues bien… la respuesta es que sí hay ganadores.

  • El narcotráfico y la corrupción ganan.
  • Ganan la delincuencia y la agitación social.
  • El terrorismo también gana.
  • Incluso, la burocracia estatal gana. Los burócratas tienen su remuneración asegurada… a pesar de la cuarentena.
  • Y el populismo político… ¡qué quieren que les diga! Los caudillos populistas – los caciques de la política – están en su garbanzal.

Conclusión: no son pocos los que ganan con este desmadre.

Por eso tenemos que ser firmes en nuestras críticas al Gobierno. El manejo gubernamental de la pandemia es un fracaso. Un fracaso sanitario. Un fracaso económico. Y consecuentemente, un fracaso social. Ahora bien… así como debemos ser críticos con el Gobierno por el pésimo manejo de la pandemia, al mismo tiempo debemos estar firmemente comprometidos con la solución de la crisis.

La propuesta de Jaime de Althaus de conformar un comando COVID para Lima va en ese sentido. Pero yo lo extendería a todo el país. La situación de la pandemia en Ica es también dramática. Y lo mismo ocurre en varias otras regiones. Articular – desde la sociedad civil – todos los recursos existentes; públicos, privados, sociales y de la academia. Y coordinar con el Gobierno todo el manejo de la pandemia. Obviamente, previo consentimiento del Gobierno.

A ese respecto, el modelo a seguir es Uruguay. En vez de enfrentamiento políticos inoportunos y absurdos; en Uruguay, todos los actores claves confluyeron para atender y resolver la pandemia de manera integral.

El presidente Lacalle de Uruguay – a diferencia del nuestro – supo rodearse de los más calificados científicos del país… sin afiliaciones políticas partidarias. En Uruguay se produjo un alineamiento sin precedentes entre el Gobierno, el sistema científico, la academia, el empresariado, y la ciudadanía en general. Así fueron capaces de detectar y rastrear el virus como ningún otro país lo pudo hacer.

La educación cívica y la participación ciudadana jugaron un papel clave. La gente se quedó – mayoritariamente – en casa, a pesar de que no hubo cuarentena obligatoria. Los que tenían que trabajar para ganarse el pan del día, lo hicieron… sin sanción alguna de parte de las autoridades. Libertad con responsabilidad… esa fue la clave del éxito uruguayo frente a la pandemia.

Desde que se declaró la emergencia sanitaria el 13 de marzo pasado – hasta el día 22 de agosto – el país sudamericano apenas había registrado 1,485 positivos del virus y 40 muertes. Por otro lado, Uruguay es el primer país latinoamericano en poner en marcha la vuelta a las aulas, pese a la pandemia. ¡Envidiable y admirable!

Y volviendo al tema de los politiqueros, es increíble ver – y escuchar – a algunos atribuir al “modelo neoliberal” el fracaso del Gobierno frente a la pandemia. Expropiar todas las clínicas y farmacias privadas… proponen estos oportunistas de la política. Incluso, llegan a decir que el Gobierno está siendo manejado por grandes grupos empresariales. Y que por eso estamos como estamos.

Así es… aunque parezca mentira. La semana pasada participé en un debate – con Vladimir Cerrón – convocado por un grupo estupendo de estudiantes de la Universidad Nacional del Altiplano en Puno. Y lo vi y oí – vía zoom – con mis propios ojos y oídos. Aparte de las expropiaciones antes indicadas, el susodicho exigió seguir los modelos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

A eso me refiero. Los caudillos populistas – los caciques de la política – están en su garbanzal. Ellos – junto con los corruptos, narcotraficantes, terroristas, agitadores sociales, y todos los demás – ganan con este desmadre.

Es – pues – hora de actuar. Es hora de sumar y colaborar. Es hora de corregir el rumbo. Porque estamos avisados… ¡precipicio a la vista! Lampadia




Incendios amazónicos y responsabilidad internacional

Embajador ® J. Eduardo Ponce Vivanco
Para Lampadia

Los incendios en la Amazonía afectan vastas zonas de selva en las sequías de verano. Los que asolan el Brasil ahora son de magnitud comparable a los ocurridos en 2016 que, sin embargo, no suscitaron una alarma internacional  tan notoria.  El primer pronunciamiento del G-7  sucedió a la declaración del Presidente del Consejo Europeo sobre el acuerdo de libre comercio UE-MERCOSUR:  “resulta difícil imaginar el proceso armonioso de ratificación por los países europeos, mientras el Gobierno brasileño permite la destrucción de los pulmones verdes de la Tierra”. En calles y plazas resuenan indignadas protestas ciudadanas por la aceleración del cambio climático. Pero  ¿a qué se debe que la reacción actual sea mucho mayor que la de 2016?

A Trump y Bolsonaro, sin duda.  El primero cumplió sus ofertas electorales de terminar “la guerra contra el carbón” y denunciar el Acuerdo de París.  Y aunque Bolsonaro renunció a su promesa de retirar al Brasil del mismo acuerdo, sí cumplió con una frase lamentable que repitió en su campaña, anunciando que no protegería “ni un milímetro” de tierra que pudiera explotarse en la Amazonía. Al populista norteamericano le divierte provocar y ser criticado. Pero Bolsonaro ha comenzado a pagar facturas por imitar a su mentor de la Casa Blanca, justo cuando Europa bate records de calor y las presiones de Trump para comprar Groenlandia se suman al deterritimiento del hielo en el  Artico.  

La modesta rebaja del interés de la FED, la caída de Wall Street y la guerra comercial con China agudizan los presagios de recesión global. El impacto es duro en la economía brasileña, pero no tanto como el desprestigio diplomático de Itamaraty  por haber dado a Macron el mejor pretexto para soliviantar a los europeos contra el TLC con MERCOSUR que aterroriza a la agricultura francesa por la competitividad de las exportaciones mercosureñas, que amenazan con liquidar un sector fuertemente subsidiado en Europa. Más aún, la política amazónica de Bolsonaro afecta las expectativas de sus socios argentinos, uruguayos y paraguayos en el acuerdo con Europa.

Paradójicamente, la idea de organizar un sistema de cooperación entre los países sudamericanos de la inmensa cuenca hidrográfica que ayuda a respirar al mundo provino de los mentores ideológicos del controversial mandatario brasileño.  Cuando el General Morales Bermudez gobernaba el Perú y el General Ernesto Geisel presidía Brasil,  Itmaraty lanzó la iniciativa que culminó con la firma del Tratado de Cooperación Amazónica suscrito en julio de 1978, después de una ardua negociación que me tocó coordinar con el Embajador Hubert Wieland (logramos evitar que Ecuador avanzara su aspiración de  conquistar una cabecera en la ribera peruana del Amazonas).  El TCA – cuya Secretaría (OTCA) tiene sede en Brasilia –  reafirma la soberanía sobre los territorios amazónicos de las Partes y proclama “el necesario equilibrio entre el crecimiento económico y la preservación del medio ambiente”. Era urgente entonces que los Cancilleres se reunieran para cooperar frente a los incendios que podrían transponer  fronteras en la Amazonía (Perú limita con con los Estados de Acre y Amazonas, lo que podría afectar a Madre de Dios, Ucayali y Loreto).

Lamentablemente, esa posibilidad se frustró por una cínica operación de propaganda montada por Maduro y Evo Morales para denunciar a Bolsonaro y, después,  convocar el encuentro ministerial que ellos mismos habían petardeado*. Una infamia más del populismo bolivariano-boliviano con el apoyo de Cuba y Rusia (evidenciado en el diario comunista Granma y la potente TV rusa RT, imitación moscovita de la CNN).

Es deplorable que la ideología perturbadora de esos regímenes antidemocráticos haya bloquedado el funcionamiento armónico del organismo sudamericano de cooperación amazónica, pero no debe ser un obstáculo para que nuestra Cancillería coordine acciones eficaces con Colombia, Ecuador y Brasil. No solo se trata de proteger nuestra propia región amazónica sino de asumir la responsabilidad que nos corresponde frente a una comunidad internacional angustiada por la preservación de un  ecosistema vital para el planeta. Gracias al oportuno pedido de Bogotá, el G-7 acaba de ofrecer ayuda para sofocar los incendios amazónicos.

COOP 20, la reunión preparatoria más importante del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, se celebró en Lima (2014) bajo la presidencia y responsabilidad de Torre Tagle. El prestigio diplomático cosechado entonces debería servir para gestionar la cooperación de Estados y organizaciones internacionales no solo para luchar contra eventuales incendios en nuestra Amazonía sino para monitorear el control ambiental en proyectos mineros como Tía María y La Tapada, que son cruciales para el desarrollo nacional. Lampadia 

*http://mppre.gob.ve/comunicado/venezuela-ofrece-ayuda-para-el-amazonas/
http://mppre.gob.ve/comunicado/gobierno-bolivariano-paises-miembros-grupo-lima/




La Argentina va camino a otro desastre

La Argentina va camino a otro desastre

“La economía argentina hoy en día sufre recesión, desempleo, inflación, déficit fiscal, atraso cambiario, brecha del dólar blue (negro), default, riesgo país alto, reservas en baja, y déficit energético. Estas son las diez plagas que enfrenta la economía argentina y que no van a ser fácil dejar atrás”, sentenció crudamente Miguel A. Kiguel en el diario La Nación hace unos días. Esta es la situación a la que el peronismo, esta vez con los Kirchner (Néstor y Cristina) han postrado a la Argentina. Desde hace 11 años gobiernan ininterrumpidamente a esta nación que se ha sumido en una crisis económica, social y política.

Argentina sigue atascada en el populismo instaurado por Perón, fielmente interpretado por los Kirchner. Esa estrategia política y su correspondiente manejo económico están nítidamente expresados en una carta que Perón le dirige al General chileno Carlos Ibáñez del Campo, quien acababa de ser elegido presidente de su país (1952): “Mi querido amigo: dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que pueda. Cuando le parezca que ya les está dando demasiado, deles más. Verá los resultados. Todos tratarán de asustarlo con el espectro de un colapso económico. Pero todo eso es una mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque nadie la entiende”. Ver en Lampadia (L): Despegue y caída de dos grandes de AL).

Lo increíble es que esos presupuestos que tantas veces han llevado a la quiebra y al default a la Argentina, sigan vigentes y la arrastren en pleno siglo XXI a una nueva y severa crisis. Con solo decir que hoy Uruguay (diez veces más chico) exporta más carne que el país de las pampas y los gauchos.

Las consecuencias de haber persistido en estas ideas se expresan nítidamente en las siguientes cifras:

Además de sumir a la Argentina en una de sus peores momentos económicos, la corrupción corroe al régimen kirchnerista, tal vez como nunca antes. La semana pasada el juez Claudio Bonadio, que investiga las irregularidades fiscales cometidas por la empresa Hotesur, administradora del hotel Alto Calafate, propiedad de la presidenta del Gobierno, Cristina Fernández, allanó las oficinas de la empresa. Como informó el diario La Nación, Hotesur “recibió 14.5 millones de pesos (1.7 millones de dólares) por parte del empresario kirchnerista Lázaro Báez en concepto de alquiler de habitaciones entre los años 2010 y 2011. Lázaro Báez es el mayor concesionario de obras públicas en la provincia patagónica de Santa Cruz (…) [existe] la sospecha de que el hotel podría haber sido usado por Báez para lavar dinero (…) [y] esas operaciones de lavado podrían afectar a la presidenta. Así mismo están las declaraciones oficiales de los Kirchner sobre el escandaloso incremento de su patrimonio mientras gozaban del poder.

Y por supuesto, nada funciona bien en este país. Como ha descrito con certeza el célebre cronista argentino, Martín Caparrós, la Argentina de los Kirchner “no puede ni organizar un partido… de fútbol”. “Hay una cosa que se llama partido de fútbol –y sucede tanto, en tantos sitios. La FIFA tiene 209 países afiliados; las Naciones Unidas, pobres, solo 192. (…).  Cada fin de semana las federaciones nacionales de todo el planeta organizan más de cien mil. Todos se parecen: una cancha, dos equipos, un árbitro, noventa minutos de juego y, alrededor, más o menos simpatizantes de los dos. Todos lo hacen, salvo la Argentina”. 

La Argentina está haciendo del absurdo una forma de autogobierno. Las soluciones a los problemas que enfrenta son de antología. Por ejemplo la de impedir que las barras del equipo visitante asistan a los partidos. “En principio, fue un remedio extraordinario contra la violencia en las tribunas. Era cierto que había que pararlo. Es un mecanismo interesante: a su imagen y semejanza, hay quienes proponen, que se liquiden los problemas de la educación cerrando las escuelas, que se enfrente la delincuencia callejera encerrándose en casa. Para acabar con las peleas acabaron con lo que distinguía al fútbol criollo, esos duelos de hinchadas intercambiando chanzas y cantitos, revoleando banderas, compitiendo a la par de sus equipos. La medida era difícil de sostener; solo la justificaba su condición supuestamente provisoria, pero su provisoriedad se volvió permanente”.

Parece de fábula, un mundo macondiano, pero no es fantasía esa es la forma en que el populismo kirchnerista gobierna. Y no es que el fútbol sea un tema que escape a las competencias de la presidenta. Como recuerda Caparrós, “el fútbol, en la Argentina, es un asunto de Estado. Literal: lo subvenciona a través de los derechos de televisión. Con unos 100 millones de euros al año se asegura el monopolio de sus transmisiones, que utiliza para soportar su propaganda y para poner a los equipos más populares en el mismo horario de los programas que pueden criticar sus políticas. Lo que no consigue es organizar eso que sí organizan más de doscientos países en el mundo: un partido”. Así de dramático. De esta forma el peronismo homenajea al populismo romano: “pan y circo”.

El problema es que a once meses de las próximas elecciones nada hace pensar que el país mejore. La oposición se presentará dividida. La Unión Cívica Radical, luego de meses de debate no se unirá a Mauricio Macri, el gobernador de Buenos Aires (la única figura que podría enfrentar a los peronistas). Como indica Antonio Navalón: “Argentina tendrá una campaña electoral interesante. No será entre la alucinación de la Unión Cívica Radical y los peronistas, sino peronistas contra peronistas, con la única diferencia de cómo miran o dejan de mirar a Kirchner y el hecho de que Argentina fue el primer país que demostró cómo se puede acabar con las mayores reservas de oro, carne y de trigo, porque a fin de cuentas, el ejercicio de la soberanía nacional nunca tuvo límites. El problema es que la campaña electoral está teñida por la demanda sin fin de las centrales sindicales (verdadero poder fáctico argentino), la necesidad de negar la realidad por parte del Gobierno y en ese juego por caerle bien y estar cerca, pero no lo suficiente de los candidatos peronistas, para saber quién ganará contra ella, pero con su apoyo. El problema está en que los piqueteros, los que piden, los que practican el asalto libre a los supermercados, serán las fuerzas del orden en la nueva elección”. Bajo este panorama, solo un milagro salvará a la Argentina.

El populismo latinoamericano que fue inventado en Argentina, fue alimentado y fortalecido, para que su inventor termine siendo víctima de su propia creación. Sindicatos monopolistas que cual camisas de fuerza aterran a los mediocres políticos de turno.

Como dice Álvarez, ha llegado el momento de decirle adiós al populismo en América. Ver en L: Deshagámonos del populismo. Lampadia




“En política exterior hay un doble discurso penoso”

“En política exterior hay un doble discurso penoso”

El ex presidente de Uruguay examina el panorama regional y lamenta que nuestros gobiernos no sean más firmes ante Venezuela.

Entrevista a Julio María Sanguinetti

Por Francisco Sanz Gutiérrez

(El Comercio, 16 de Noviembre del 2014)

La Gobernabilidad y la Globalización fue el título de la conferencia magistral que el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti –invitado por el Poder Judicial– dio anteayer en Lima. Aprovechamos su presencia para repasar lo que ocurre en nuestra región. 

¿La gobernabilidad se ha vuelto un asunto más complejo con la globalización de hoy?

El mundo ha tenido un cambio extraordinario. Acabamos de celebrar los 25 años de la caída del Muro de Berlín. Ese 1989 puso fin a los dos siglos más políticos de la historia. Empezó en 1789 con la Toma de la Bastilla. Este fue el triunfo de la democracia sobre el absolutismo y aquel el de la democracia sobre el comunismo. A partir de ahí pensábamos entrar a la paz perpetua de Kant, pero no ha sido así. Debajo de ese mundo bipolar había ido ocurriendo una revolución científica y tecnológica que globalizó el mundo y lo ha vuelto más complejo.

En esa globalización usted tiene una postura crítica frente a las redes sociales.

Las redes sociales son un nuevo actor. La opinión pública se expresa a través de encuestas, pero hoy sobre todo mediante las redes, en las cuales de un modo absolutamente irresponsable todo el mundo habla. Las redes hasta hoy se mostraron notables para destruir, pero muy poco eficaces para construir. Pueden generar una primavera árabe y llevar hasta el otoño, pero el verano nunca llegó porque allí no se construyó nada. Empero, no se trata de enfrentar este fenómeno, sino de asumirlo y tratar de funcionar dentro de él.

¿Cómo observa a nuestra región en el mundo globalizado?

Ahí están los desafíos de nuestra democracia. El personalismo y el cesarismo, por un lado, cuya consecuencia es el populismo y el reeleccionismo. Otro reto grande es el avance de clases medias con expectativas distintas, que no solo demandan satisfacción material.

Hace un par de meses usted publicó un artículo titulado “Vientos de cambio”, a propósito de las elecciones en Brasil, Bolivia y Uruguay. Pero nada cambió, por lo menos en el poder seguirán los mismos.

Es cierto, no hubo esos cambios. En la explicación diría que hay una sociedad relativamente satisfecha, lo cual ayuda a los gobiernos. La década gloriosa del comercio exterior –que está terminando– ha generado esa gran sensación de euforia. En la base de los continuismos está eso. Ahora bien, los dos reclamos principales siguen pendientes: educación, que es más trascendente, y seguridad pública, que es más acuciante. En estas elecciones, diría que la satisfacción del consumo le ganó a la sensación de inseguridad.

Volvamos al personalismo y al populismo. ¿Gozan de buena salud en nuestras urnas, no?

Las etapas de prosperidad económica son el ámbito materno de los populismos. Estos se han nutrido del crecimiento del valor de las materias primas y los minerales favorable a nuestra región en los últimos tiempos. La gente podrá votar por condicionamientos económicos, anestesia social o mecanismos coactivos de presión que ya sabemos adónde conducen.

¿Se refiere a Venezuela?

Los resultados están, por desgracia, a la vista: líderes opositores presos, espacios independientes de radio y televisión que no existen más, diarios que cerraron o que fueron reducidos a su mínima expresión. Entre Chávez y Maduro han organizado un caos pocas veces visto.

¿Cómo catalogar la actitud de los gobiernos de la región frente a lo que pasa allí?

Hacemos himnos a la pluralidad y luego nos volvemos cómplices de crisis como las de Venezuela. En la política exterior de nuestros gobiernos hay un doble discurso que es penoso.

¿Qué le suscita el que Ecuador pueda tener pronto la reelección indefinida?

Es la confirmación del bonapartismo del cual le hablaba. Ecuador tiene un gobierno mucho más eficaz que el de Venezuela, pero trata de amordazar a la prensa, lo cual es grave y hasta innecesario. Se ha demostrado que la prensa no tiene poder como para voltear a gobiernos.

¿Y al Perú cómo lo ve?

Pasó su trauma político y ha crecido económicamente. Aprovechó la bonanza, pero tiene los mismos déficits que el resto en educación y seguridad.

Hace un año nos dijo, en una entrevista, que José Mujica era un presidente que hablaba mucho y ejecutaba poco. ¿Lo sigue sosteniendo?

Mujica es un personaje absolutamente singular, sin precedentes en la historia política de Uruguay y sin continuación. No es un gestor, yo diría que ni le gusta el ejercicio del poder. Si uno llega de fuera y lo escucha, diría que es un comentarista que dice frases ocurrentes.

¿Uruguay ha retrocedido con él?

No personalizaría las cosas porque Mujica no es un titular de gobierno propiamente dicho. El país ha crecido económicamente, no hay duda. Pero no es lo único que cuenta.

¿Cuál ha sido su punto más débil?

La crisis educativa. Él mismo ha reconocido que no pudo hacer nada. La última evaluación PISA es la peor que hemos tenido. No estamos estancados, sino yendo para atrás.