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¡El crecimiento económico peruano SÍ es pro pobre!

El profesor emérito de la UP, Jurgen Schuldt, en su último artículo ‘¿Es pro pobre el crecimiento económico peruano?, afirma con sorprendente ligereza, que “en el Perú hubo chorreo monetario hacia la cúpula, goteo para las capas medias y garúa sobre los estratos pobres”.

Al respecto, líneas abajo, presentamos algunas referencias generales y nuestras contradicciones específicas a su análisis.

En Lampadia no nos cansamos de afirmar que la relación positiva entre el crecimiento económico y la reducción de la pobreza ha sido ampliamente documentada en la literatura económica. En el caso peruano, durante la última década, el crecimiento sostenido impulsado por la inversión privada, la apertura de los mercados y la disciplina macroeconómica logró reducir la pobreza y la pobreza extrema a pasos agigantados.  Hemos presentado innumerables publicaciones que demuestran que, desde la promulgación de la Constitución de 1993, con la que regresa la inversión privada al Perú después de 30 años de proscripción, la economía y los indicadores sociales de los peruanos mejoraron sustancialmente. Ver: Estado, Mercado y Sociedad Civil, ¡Qué “calato”… ni que ocho cuartos! Y Las Cifras de la Prosperidad.

La verdad es que el crecimiento del Perú y su proceso de desarrollo (hasta el 2011), no tienen un antecedente histórico para analizar. Nunca antes el crecimiento ha sido tan inclusivo. Nunca antes crecimos tan alto y al mismo tiempo, con una fuerte reducción de la pobreza, de la desigualdad y de la desnutrición infantil. Nunca antes la inversión, el empleo y los ingresos crecieron en mayor medida fuera de Lima, más en el sector rural que en el urbano, más en la sierra y la selva que en la costa.

Está claro que el crecimiento no es suficiente para superar la pobreza, en especial la extrema. Para cumplir con este objetivo son necesaria políticas específicas que permitan que este sector de la población, salga de esa estancia rápido y de forma sostenida. Además de los programas de apoyo social, el enfoque principal para superar la pobreza, debe ser: traer a los pobres a la economía de mercado, y no destruir la economía de mercado.

Además, necesitamos un Estado fuerte, con funcionarios bien calificados y remunerados. (Lampadia: Instalemos un Estado Meritocrático en el Perú). Así mismo, no se puede lograr un desarrollo integral y duradero sin reformas profundas de nuestras instituciones y de la calidad de los servicios públicos.

Es perverso insinuar que se puede derrotar la pobreza sin crear riqueza. El crecimiento económico no es el objetivo del desarrollo. Como enseñó Hans Rosling, las metas del desarrollo son la salud, la educación, la cultura y los derechos humanos, pero el medio para lograrlos es el crecimiento económico. Ver en Lampadia: Sin crecimiento económico no hay desarrollo).

Líneas abajo publicamos el artículo de Schuldt, incluyendo nuestros comentarios y atingencias a sus afirmaciones, que consideramos desafortunadas, por decirlo con elegancia. Lampadia

¿Es pro pobre el crecimiento económico peruano?

Jürgen Schuldt, Profesor emérito de la Universidad Pacífico
El Comercio, 28 de agosto de 2017
Comentado por
Lampadia

La premisa que titula este artículo ha venido siendo afirmada optimistamente por políticos y economistas, quienes argumentan que la más equitativa distribución del ingreso lograda durante los últimos años permitió incrementar el bienestar subjetivo general. Fundamentan esa opinión en el “coeficiente de Gini”, que cuantifica la distribución del pastel económico nacional entre los diversos estratos de ingreso. En teoría, ese guarismo varía entre dos valores extremos: el 0, que indica una igualdad plena en los ingresos de todas las personas; y el 100, que indica una inequidad extrema. En la práctica, a escala mundial, ese indicador se ubica entre un valor muy equitativo de 25 (Dinamarca, Finlandia y Suecia) y otro marcadamente desigual de 60 (Botsuana, Haití y Namibia). En el Perú, según datos del INEI, el Gini ha bajado para bien entre el 2007 y el 2015, de 50 a 44.

Jürgen Schuldt se hace una muy buena pregunta: ¿es pro pobre el crecimiento de la economía peruana? Pero, para contestarse, se aleja del tema de la reducción de la pobreza, y recurre a una premisa (supuestamente generalizada) de que el bienestar habría sido producto de una mejor distribución del ingreso. Esta afirmación no está en nuestro registro, pero sí que el crecimiento económico, hasta inicios del segundo decenio del siglo, ha sido pro pobre y pro clase media, porque, efectivamente, mientras crecía la economía, se produjo una muy importante reducción de la pobreza. Además, se formó una clase media emergente que cambió el perfil socioeconómico de la población. Y, además, se redujo la desigualdad. Veamos el gráfico de crecimiento y reducción de la pobreza:

Un aspecto que sería bueno analice Schuldt, es sobre cuál debe ser la prioridad de las políticas públicas: la reducción de la pobreza, o la disminución de la desigualdad. Pero, como Jurgen Schuldt se olvidó del tema de la reducción de la pobreza, que no toca, y se concentra en el de la desigualdad, sigamos su análisis.

En efecto, comparando los extremos, observaremos que los individuos del decil 1 (el 10% de la población de más bajos ingresos) aumentaron su participación en el pastel económico nacional del 1,5% al 1,8% entre el 2009 y el 2015, mientras que la tajada de los del décimo más rico sufrió una caída de 35,6% a 33,2%. A partir de ello parecería que, como muestra la caída del Gini, los pobres son cada vez más ricos y los ricos lo son cada vez menos.

Ahora bien, un solo número como el Gini resulta muy atractivo por su simplicidad frente a un tema tan complejo. Pero, como ya lo advertía en 1951 el economista Aaron Levenstein en su célebre dictum, “las estadísticas son como los bikinis: lo que revelan es sugerente, pero lo que ocultan es vital”. Los datos del Gini tienen ese problema, por lo que hay que tratarlos con cuidado.

En primer lugar, si bien del 2009 al 2015 los ingresos reales (a precios del 2015) aumentaron porcentualmente más para los rangos inferiores (37%) que para el mayor (6%), resulta que las brechas monetarias absolutas entre ambos grupos se ensancharon cada vez más a favor de los estratos superiores. Así, los individuos del 10% más pobre aumentaron su ingreso promedio anual en S/600, mientras que el estrato más alto lo hizo en S/2.000; es decir, más del 230% que aquellos. Generalizando, en el Perú hubo chorreo monetario hacia la cúpula, goteo para las capas medias y garúa sobre los estratos pobres. Así, dado que los incrementos absolutos son los indicadores más importantes para determinar el poder adquisitivo de los ciudadanos, es evidente que el bienestar subjetivo de la mayoría ha caído, a pesar del crecimiento económico relativamente elevado.

Acá, el ingenioso profesor emérito de la Universidad Pacífico, se aparta de la forma en que se mide en todas partes la evolución de la desigualdad, para plantearnos que se debe evaluar en término de cifras absolutas. Veamos su análisis:

  • Parte de reconocer que entre el 2009 y 2015, los ingresos reales aumentaron, para el decil más pobre en 37%, y para el más rico en 6%.
  • Luego lleva esto a cifras absolutas, y dice que el decil más pobre aumentó sus ingresos en S/ 600, mientras que el más alto lo hizo en S/ 2000.
  • Luego se llama a escándalo, pues el más rico se vuelve más rico.

¿Dónde está la trampita?

  1. Para él sería más importante disminuir la desigualdad, que reducir la pobreza
  2. Eso implica que su modelo mental es ‘ganar-perder’. Para que los pobres mejoren, habría que impedir la mejora de los ricos (con sus cifras, la mejora de los ricos tendría que ser menor a S/ 600, o sea, menos de 2%). O, alternativamente, habría que disminuir el ingreso de los más ricos y pasarlo a los más pobres.
  3. A su vez, esto implica que se abandona un modelo dirigido al crecimiento, que probadamente reduce la pobreza. Además, esa mejora de los pobres vía parálisis de la mejora de los más ricos, o vía la transferencia de recursos, de los ricos a los pobres, tiene un límite bien corto, una vez alcanzado, los pobres se estancan ‘en la pobreza’.
  4. O sea, Jurgen Schuldt nos plantea que la economía no crezca, pues insinúa el imposible de que todo el crecimiento se lo lleven los pobres, a no ser, tal vez, que esto se pueda dar con un mínimo de crecimiento, que en muchos años mejore a los pobres.

Más grave aún, en segunda instancia, quienes están en el 20% de los más bajos estratos, año por año, gastaron 15% más allá de sus miserables ingresos, con lo que están condenados a una trampa de crecientes y eternas deudas. En contraste, los deciles más altos disponen de ingresos que les permiten ahorrar cada vez más, llegando hasta un 33% de ellos, con lo que pueden invertir en inmuebles, acciones y demás activos que les rendirán aún más ingresos a futuro, con un patrimonio cada vez mayor. De manera que, si alguien calculara la distribución de la riqueza en el Perú, encontraría un Gini superior a 60, de extrema desigualdad.

Finalmente, es sabido que la mayoría de los estratos de altos ingresos subvalúan sus ingresos en las encuestas de hogares (Enaho) y que los ingresos de los extranjeros ni siquiera se consideran. Si se incluyeran sus ingresos efectivos, el Gini sería aún mayor, así como las diferencias absolutas existentes entre los deciles altos y bajos.

Además, para machacar y relativizar las cifras que sustentan su llamado a escándalo, nos dice que los ricos subvalúan sus ingresos. Pero, delicadamente, de costadito, omite decir, que los ingresos de los más pobres del Perú, por ejemplo, los de los pobladores de la sierra rural, están subvaluados en una mayor proporción, pues en las estadísticas, con el mismo bikini, no recogen los ingresos implícitos por el uso de sus tierras, de las cuales son propietarios, y les proporcionan alimentos. Esta falla de medición, conlleva seguramente una mayor proporción de subvaluación, que la que afecta la medición del ingreso de los más ricos.

Las cifras de un investigador que no usa bikini, Richard Webb (producto de la investigación desarrollada para su libro: Conexión y despegue rural), nos dicen que en la sierra rural se ha producido una mejora sustancial en los ingresos de los pobres, en paralelo al crecimiento de la economía. Veamos su gráfico:

Si esta mejora de los ingresos de la mayor parte de los más pobres del Perú, no es pro pobre, ¿Qué es pro pobre?

Son esos los abismos crecientes de ingresos y de riqueza los que deben reducirse si queremos apaciguar los ya de por sí elevados conflictos sociopolíticos y ampliar los mercados internos para asegurar un crecimiento económico sostenible, el bienestar social y una mayor igualdad de oportunidades. Para lograr ese efecto, dado que las dinámicas de los supuestamente libres mercados generan esas desigualdades, es inevitable una más precisa intervención del Estado, principalmente en base a políticas tributarias y sociales más activas y efectivas para evitar las masivas evasiones y filtraciones.

Schuldt finaliza su llamado a la conciencia nacional, pidiendo una ‘precisa intervención del Estado’. Nos preguntamos: ¿Cuál? ¿Aquella que ha impedido a los últimos cuatro gobiernos peruanos, incluido el de PPK, reconocer el aporte a la reducción de la pobreza (y por ende de la desigualdad), del programa de ‘Sierra Productiva’? ¿De ese programa combatido por dignos representantes de la izquierda peruana y de los llamados caviares? O ¿Estamos hablando de una concepción socialista decimo.nónica? ¡NO VALE! Lampadia