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La escasez de oxígeno y el drama de sobrevivir

La escasez de oxígeno y el drama de sobrevivir

José Antonio Luna y Augusto Coello
Para LAMPADIA

En el marco de una comprensible expectativa nacional, el domingo 7 de febrero arribó al aeropuerto internacional “Jorge Chávez” el carguero de Air France, procedente de Beijing, con la ansiada carga de las primeras 300 mil vacunas del laboratorio Sinopharm. Los medios televisivos y de prensa escrita cubrieron el aterrizaje del avión, la desestiba y el traslado de los contenedores refrigerados. El despliegue de seguridad y resguardo desde el aeropuerto hasta los almacenes del Centro Nacional de Abastecimiento de Recursos Estratégicos de Salud, CENARES, pusieron una nota de suspenso y de dramatismo.

Con las 300 mil vacunas se podrá atender, con una primera dosis, a 150 mil trabajadores del sector salud que están en la primera línea del combate contra el Covid 19, desplegando un esfuerzo sobre humano por salvar vidas. Encomiable tarea que merece el reconocimiento de todos. Sin embargo, ese trabajo denodado y responsable de médicos, enfermeras, auxiliares y personal de salud, podría naufragar sino está acompañado de decisiones firmes y oportunas que garanticen que la recuperación de los enfermos tenga respuesta adecuada en la convalecencia posterior. Entonces, ¿Ante qué escenario nos encontramos?

Un complejo escenario socio sanitario

Los fallecidos por Covid registrados al 4 de febrero pasado por el Ministerio de Salud, es del orden de las 42,121 personas (a). Por otro lado, las altas hospitalarias por Covid son 47,785 personas, (b). El total de casos atendidos por el sistema de salud, (a + b) equivale al 100%, en los que (a) es el 46.85% y (b) 53.15 %. La cifra dramática indica que, en lo que va de la pandemia, son más de 103 mil personas los fallecidos, según los registros en el Sistema Nacional de Defunciones (SINADEF).

Las altas Hospitalarias Minsa más las altas domiciliarias complejas estimadas, de quienes no asistieron a los centros de salud, al 4 de febrero de 2021, superarían las 117 mil personas. Esta cifra, por cierto, se incrementará considerablemente debido a la intensidad de la pandemia y por el tiempo en que se extenderá la vacunación total de nuestra población, hasta alcanzar la inmunidad de rebaño. La situación es aún más compleja, pues no existen datos ciertos y confiables de altas domiciliarias, es decir de los casos Covid que se atendieron en sus viviendas, por no haber capacidad hospitalaria o recursos de servicios hospitalarios. Entonces, se estima que la mayor cantidad de muertes por Covid registradas por SINADEF, deduciendo los fallecidos reportados por el MINSA, serían 61,379 personas.

Las altas no hospitalarias, deducidas de aplicar la misma proporción de los datos MINSA, se estiman como mínimo en más de 70 mil personas. Ese sería el universo estimado proyectado a la actualidad de personas afectadas y con secuelas severas de Covid, luego de haber superado un proceso de hospitalización o de cuidados en domicilio. Relevante cifra que se traducirá, a corto y mediano plazo, en una demanda sucesiva de atención en los servicios de salud. Estamos ante un escenario socio sanitario, en el que el problema de la carencia de oxígeno y de los pacientes que no encuentran cama en los hospitales, se sumarán a todos aquellos que demandarán atenciones para su rehabilitación y la superación de las secuelas del Covid 19.

Las debilidades del sector salud

Cuando a mediados de marzo del 2019 se anunció la cuarentena socio sanitaria, también se dio cuenta de las falencias y debilidades del sistema de salud. De esta situación han transcurrido trece meses y conforme la pandemia se ha ido agudizando, quedó evidenciado, sin necesidad de mayores investigaciones ni evaluaciones, que resultaba evidente que los hospitales nacionales no contaban con capacidades suficientes en materia de camas y camas UCI y, en paralelo, insuficientes plantas de oxígeno, amén de los ventiladores para los enfermos graves.

El Sistema de Salud -MINSA y EsSalud- no está preparado para afrontar una pandemia ni las graves secuelas de ésta en el organismo de las personas que logran superar la infección del virus. Los diversos centros de salud en el país no tienen equipamiento ni personal suficiente para afrontar la creciente demanda de los más de 117,418, por ahora, casos de afectados con secuelas cardiológicas, neurológicas, cerebrales, renales y sobre todo pulmonares.

La mirada científico asistencial, desde el sector salud, debe permitir proyectar que los servicios no estén sólo limitados a superar la crisis de la infección del Covid 19, sino también, tan importante como lo anterior, permitir la atención y la recuperación de las secuelas del Covid 19. Puede ocurrir que el paciente supere la crisis infecciosa, mas no las secuelas, por ejemplo, de la fibrosis pulmonar, el daño renal o cardiovascular. ¿O sí?  

En un estudio, –Zoe Covid Symptom Study-, se señala que 1 de cada 10 pacientes diagnosticados con Covid 19, pueden permanecer sintomáticos más allá de 3 semanas y algunos de ellos, en menor proporción, durante meses. En las series de pacientes que han requerido hospitalización este porcentaje es, sin embargo, muy superior, pudiendo llegar hasta el 50-90%”. Las evidencias médicas precisan que la secuela más característica del Covid-19 es, probablemente, la fibrosis pulmonar. Los casos complejos convierten a estos pacientes en oxígeno dependientes para lo que les reste de vida. Es decir, sobrevivir con un balón de oxígeno próximo y desplazarse con él. 

Liberar y destrabar los procesos

Los pacientes que han sido ingresados a las Unidades de Cuidados Intensivos, UCI, muestran dificultad para respirar, junto con un recurrente cansancio y la afectación de la fuerza muscular y motora. También son habituales los trastornos cognitivos, como el deterioro de la memoria y algunas alteraciones emocionales, derivadas fundamentalmente de la situación de aislamiento, producto de la cuarentena.

Las secuelas sobre el sistema vascular son igualmente relevantes y puede dar lugar a la formación de trombos tanto pulmonares como en otras localizaciones del cuerpo. En los pacientes que superaron el Covid 19, también son frecuentes los trastornos psicológicos, los cuadros de ansiedad y el insomnio. Todas estas secuelas del Covid 19 requerirán la atención de los servicios de salud públicos. En suma, las secuelas más frecuentes de la Covid-19, muestran astenia o cansancio extremo, incapacidad o imposibilidad para realizar las tareas cotidianas.

Una vía de alivio, recomendada por los médicos, es con el suministro de oxígeno medicinal con equipos portátiles domésticos, aprobados por la Organización Panamericana de la Salud, OPS, y que son útiles para aliviar los primeros síntomas al inicio de la enfermedad para los casos leves y terapia hiperbárica para los casos más severos. Un ejemplo valioso en el continente es la acción emprendida en México desarrollando tratamientos post Covid con hiperbaria y en Argentina por la Sociedad de Hiperbaria, capacitando a sus asociados en los tratamientos post Covid-19.

El reto inmediato es destrabar los procesos de importación de equipos de concentración de Oxígeno -10 litros por minuto- así como las cámaras hiperbáricas de baja presión. La emergencia nacional urge de decisiones inmediatas que rompan la inercia y la desaprensión del Estado. Es necesario que el ejecutivo vuelva los ojos a la ciudadanía y decida en función de sus demandas y necesidades, en suma, que asegure la vida ahora y que respirar no sea nunca un acto de sobrevivencia. Lampadia

Fuentes: Open Covid Perú; Zoe Covid Symptom Study & King’s College London.




Las dos únicas destrezas que necesitarás para el resto de tu vida según Yuval Noah Harari

Las dos únicas destrezas que necesitarás para el resto de tu vida según Yuval Noah Harari

El historiador y filósofo autor de “Sapiens: De animales a dioses” advirtió que la revolución tecnológica no será un evento, sino una serie constante, y dos habilidades principales marcarán la diferencia entre sobrevivir y sucumbir a las perturbaciones sucesivas en el trabajo, las relaciones y la política

Infobae
27 de Setiembre de 2020

“La gente imagina la revolución de la inteligencia artificial y la automatización como un evento único,
pero vamos a enfrentar una cadena de revoluciones”, advirtió Yuval Noah Harari

La revolución tecnológica es el tema indiscutible del siglo XXI: aun en un mundo polarizado como el contemporáneo, al menos sobre eso existe un acuerdo. Sin embargo, y paradójicamente, es quizá el tema que peor se comprende, observó Yuval Noah Harari.

Tanto para los optimistas como para los pesimistas, la revolución tecnológica parecería ser un acontecimiento que ponga al mundo de cabeza, tan concreto como la Revolución Francesa. Hasta podría tener una fecha. “Pero ese escenario es altamente improbable”, objetó el historiador y filósofo israelí.

“La revolución de la inteligencia artificial y la automatización no será un evento único, sino una cadena de revoluciones cada vez mayores. Así que la verdadera gran pregunta —argumentó— es psicológica: como seres humanos, ¿tenemos la estabilidad mental y la inteligencia emocional para reinventarnos repetidamente?

Si se piensa en la rigurosa educación formal del siglo XX, con sus distintos niveles académicos de gran costo y exigencia, estas dos destrezas, que ni siquiera se enseñan, parecen poca cosa. Sin embargo, insistió Harari, en diálogo con Tom Bilyeu, marcarán la diferencia entre los que se adaptan y los que sucumben al escenario de variabilidad constante que presenta el siglo XXI.

Tanto para los que juegan en el equipo de Los Supersónicos —quienes siempre soñaron con un porvenir radiante de máquinas— como para los que advirtieron sobre un destino más similar a 1984 y otras distopías futuristas, la fantasía de la Gran Revolución presenta una crisis, un período de reajuste y una nueva armonía. “Todos los conductores de camiones, los taxistas, los médicos, lo que sea, se quedan sin trabajo en 2025”, puso como ejemplo Harari; pasamos unos años difíciles, hasta que nos acostumbramos y finalmente llegamos a un mundo feliz de inteligencia artificial, con un nuevo equilibrio”.

Final. Dichoso o amargo, pero final.

Difícilmente suceda de ese modo, argumentó el autor de Sapiens: De animales a dioses, de Homo Deus: Breve historia del mañana y de 21 lecciones para el siglo XXI, tres volúmenes sobre la evolución de la humanidad “que se leen como una trilogía”, elogió Bilyeu, orador motivacional y cofundador y CEO de Impact Theory University. Porque “no estamos siquiera cerca del potencial máximo de la inteligencia artificial”.

“La velocidad a la que se desarrolla solo se va a acelerar, probablemente. Así que lo que realmente vamos a enfrentar es una sucesión de revoluciones en el mercado laboral, en las relaciones, en la política y en otros ámbitos de la vida”. Una serie: “Tendremos una gran perturbación en 2025, sí. Y tendremos una mayor en 2035, y tendremos una aun mayor en 2045. Y así”.

Harari —uno de los pensadores más originales, a la vez que accesibles, del presente: sus libros superaron los 27,5 millones de ejemplares en 60 idiomas— cree que los individuos y los Gobiernos ignoran cuestiones cruciales como esta y ha asumido, como su misión, “traer más claridad a la conversación pública sobre lo que sucede en el mundo”, explicó a Bilyeu para un episodio de Impact Theory que ya vieron 1,5 millones de personas.

“Creo que demasiado de nuestra conversación pública se aboca a los temas equivocados o es en extremo confusa y opaca“, siguió. “Nos inunda una cantidad enorme de información y no sabemos cómo entenderla. Para mí es importante orientar la atención de la gente hacia las preguntas principales. Trato de brindar algunas respuestas, también, pero no me importa mucho si no concuerdan conmigo en lo que respecta a las soluciones. Lo que importa es que estemos de acuerdo en las preguntas”.

El historiador y filósofo israelí tiene la singularidad de ser uno de los pensadores más originales
y respetados del presente y a la vez uno de los más accesibles y populares

Entre ellas se destacan las macrohistóricas, porque este profesor de la Universidad de Jerusalén es, por su formación original, un historiador: la relación que hay entre el desarrollo de la humanidad y la biología del hombre; la diferencia entre el Homo sapiens y otros animales; el vínculo entre la tecnología, la cultura y la naturaleza; la deriva de la historia y la realización del individuo; los desafíos de la sociedad contemporánea, sobre todo la guerra nuclear, el cambio climático y las perturbaciones sociales que causan los saltos tecnológicos.

En esta conversación de 40 minutos destacó cinco asuntos que son, en su opinión, las claves del porvenir inmediato de la humanidad.

1) Nadie sabe cómo será el trabajo en 2040

Cuando Bilyeu le preguntó por el futuro del mercado laboral en esas circunstancias, Harari ironizó que si alguien se las da de gurú y asegura que será de tal manera y hay que prepararse haciendo determinada cosa, conviene aplicar un poco de sano escepticismo. “Lo primero que tenemos que comprender es que nadie sabe realmente cómo va a ser el mercado laboral en 2040”, dijo.

“Tú eras un conductor de camiones y ya no eres necesario —siguió—, pero se creó una nueva demanda de instructores de yoga”. Y así el camionero de 40 años se reinventa, aplica los saberes que le puedan servir de su experiencia antigua y adquiere nuevos conocimientos. “Es muy difícil, pero de algún modo lo logras”, agregó. “Entonces, 10 años más tarde, ya no hacen falta instructores de yoga”.

En efecto, en la “cadena de revoluciones cada vez mayores” que se avecinan, es muy difícil no pensar que surgirá una aplicación perfecta, conectada al cuerpo mediante sensores biométricos que controlan la actividad completa del organismo en la secuencia de poses de una práctica de yoga. “Ningún instructor humano de yoga puede competir con eso. Te quedas sin trabajo”, imaginó el escenario más probable.

Te tienes que reinventar otra vez, como diseñador de juegos virtuales. Y de algún modo lo logras. Pero 10 años más tarde… también esto se ha automatizado. Te tienes que volver a reinventar”.

2) La casa de bloques de piedra vs. la carpa

Bilyeu quiso saber, dado que es imposible estimar qué demandará el mercado de trabajo en apenas 20 años, qué puede hacer una persona para prepararse. Pero Harari reorientó su inquietud: ya no existe, como a comienzos del siglo XX, una opción segura de profesión. Se sabrá sobre la marcha, aventuró; mientras tanto, la mejor inversión no es en —por ejemplo— una carrera determinada, sino “en inteligencia emocional y en equilibrio mental, y en esta clase de habilidades sobre cómo continuar cambiando, como seguir aprendiendo”.

“No estamos siquiera cerca del potencial máximo de la inteligencia artificial”, dijo Harari. “Lo que realmente vamos a
enfrentar es una sucesión de revoluciones en el mercado laboral, en las relaciones, en la política” (Nicolás Stulberg)

¿Y eso cómo se adquiere? En principio, no se estudia: “No tenemos una universidad de flexibilidad mental”. Son herramientas para cultivar curse uno derecho o ballet: “Hay que tener presente que mucho de lo que hoy aprendemos podría dejar de ser relevante en 20 o 30 años, así que, sea lo que sea aquello que uno haga, también tendría que invertir en el desarrollo de la inteligencia emocional, el equilibrio mental y la capacidad de mantenerse cambiando y aprendiendo y reinventándose a lo largo de la vida”.

Ofreció una imagen como comparación: “Si en el pasado la educación se parecía a construir una casa de materiales sólidos, como la piedra, y con cimientos profundos, ahora se parece más a construir una carpa que se pueda doblar y llevar a otro lugar con rapidez y sencillez”.

3) El ser humano ya es un sistema hackeable

Harari destacó que otra gran consecuencia de la aceleración tecnológica es que el ser humano se ha convertido en “un animal hackeable”. Es algo que ningún sistema totalitario del siglo XX logró: “Aun si el KGB o la Gestapo te seguían 24 horas por día, escuchando cada conversación que tenías, observando a cada persona con la que te encontrabas, no tenían el conocimiento biológico suficiente para comprender qué sucedía dentro de ti. Y por cierto no tenían el poder de computación necesario para entender siquiera los datos que sí lograban obtener”.

 

Hoy, en cambio, existe la tecnología que permite descifrar a los humanos como sistema, “saber qué pensamos para anticipar nuestras elecciones, para manipular nuestros deseos humanos de maneras que nunca antes fueron posibles”, sintetizó.

¿Qué hace falta para hackear a un ser humano? Solamente dos cosas, aunque son dos cosas complejas: “Un montón de datos, en particular datos biométricos, no solo sobre dónde vamos y qué compramos, sino qué sucede dentro de nuestros cuerpos y dentro de nuestras mentes, y mucho poder de computación para comprender todos esos datos”, enumeró.

“Esto nunca antes fue posible en la historia”, subrayó. Pero aquello que el KGB o la Gestapo no lograron, que fue entender de verdad a una persona, al punto de predecir sus elecciones y manipular sus deseos, hoy es posible. “Lo que el KGB no pudo hacer, hoy las corporaciones y los Gobiernos comienzan a poder hacerlo”, argumentó.

“Lo primero que tenemos que comprender es que nadie sabe realmente cómo va a ser el mercado laboral en 2040”,
dijo Harari, por lo cual la flexibilidad es una característica clave a cultivar

“Esto se debe a la fusión entre la revolución en biotecnología (por la que cada vez somos mejores a la hora de entender lo que sucede dentro de nosotros, en el cuerpo y en el cerebro) y la revolución simultánea en tecnología informática (que nos da el poder de computación necesario). Cuando sumamos las dos cosas, logramos la capacidad de crear algoritmos que me entienden mejor de lo que yo me comprendo a mí mismo. Estos algoritmos no solo pueden predecir mis elecciones: también pueden manipular mis deseos y, básicamente, venderme cualquier cosa, ya sea un producto o un político”.

4) Conócete a ti mismo (porque el algoritmo ya te conoce bien)

A diferencia de la mente humana, que “es una máquina que produce relatos constantemente” —y sobre todo un relato muy importante, que es la identidad—, la tecnología recoge datos del sistema humano. Eso hace que, más temprano que tarde, los algoritmos puedan conocer a una persona mucho más de lo que ella se conoce a sí misma, algo que tampoco había sucedido nunca antes en la historia, subrayó.

El yo es un relato, no es algo real”, resumió. “Si tomamos el perfil que la gente crea sobre sí misma en Facebook o Instagram, debería ser obvio: no refleja su existencia real. Por ejemplo, el porcentaje de tiempo que uno aparece sonriendo en la cuenta de Instagram es mucho mayor al porcentaje de tiempo que uno sonríe en la vida real”.

En esa forma de “tercerización del cerebro”, como describió a la mejora en la capacidad de construir relatos que ofrecen las plataformas sociales, se produce una separación significativa: allí donde los algoritmos solo ven datos, el ser humano “tiende a cometer un error fundamental”, calificó, que es pensar que él realmente es ese relato que ha construido.

Aquello que el KGB o la Gestapo no lograron, que es hackear a una persona, hoy es posible.
“Hoy las corporaciones y los Gobiernos comienzan a poder hacerlo”, argumentó Harari

“Una de las cosas más importantes de mi vida, y creo que más importantes de mi carrera científica, fue comprender de lo poco que sé sobre mí mismo”, puso como ejemplo. “Yo tenía 21 años cuando finalmente comprendí que era gay, y cuando lo pienso me resulta completamente asombroso, porque tendría que haber sido algo obvio a los 16 años, a los 15 años, y un algoritmo lo habría advertido rápidamente”. Y hoy se podría crear un algoritmo como ese, que —por ejemplo— siga el movimiento ocular cuando una persona ve a otras, y sistematice dónde va su mirada, en quién se concentra. “Debería ser muy sencillo. Un algoritmo así podría haber dicho, cuando yo tenía 15 años, que yo era gay”, agregó.

Las implicaciones de eso son extraordinarias. Y no son solamente positivas, ni remotamente de dirección única. “Realmente depende de dónde vive uno y qué se hace con esa información. En algunos países, uno puede meterse en problemas con la policía y con el Gobierno”, señaló por caso. Y en otros, quizá una persona no sabe que es gay pero las corporaciones sí, “y lo quieren entender porque necesitan saber qué clase de publicidades mostrarle”.

Ante esos costados negativos, ante las consecuencias múltiples de la pérdida de privacidad —y hasta de intimidad de pensamientos y emociones de profundidad extrema—, ¿por qué querría la gente continuar con este progreso tecnológico?

5) Nuevos enemigos: la salud y la privacidad

La respuesta es simple, arrojó Harari como un golpe de realidad: “Porque tiene un lado bueno, mejorar el cuidado de la salud”. Que es lo más parecido que puede haber a la inmortalidad: comprar años de vida y de calidad de vida.

“Hoy es posible crear algoritmos que me entienden mejor de lo que yo me comprendo a mí mismo”,
alertó Harari. “Pueden predecir mis elecciones y manipular mis deseos” (Nicolás Stulberg)

“Es tremendamente tentador —desarrolló— porque la tecnología nos puede brindar el mejor cuidado de la salud de la historia, algo que va realmente mucho más allá de cualquier cosa que hayamos visto hasta ahora. Esto puede significar que quizá en 30 años la persona más pobre del planeta puede obtener mejor atención médica en su teléfono celular que la persona más rica de hoy obtiene en los mejores hospitales y con los mejores médicos”.

Dio el ejemplo de la detección temprana del cáncer.

“El proceso usual sucede por medio de la mente, no se lo pueda tercerizar. En la mayoría de los casos hay un momento crucial, cuando uno siente que algo en su cuerpo está mal, y va aun médico y a otro, y hace un estudio y otro hasta que finalmente se descubre que tiene cáncer. Como se basa en nuestros propios sentimientos —en este caso, de dolor— con mucha frecuencia cuando comenzamos a percibirlo es tarde, el cáncer se ha expandido. Y acaso no es demasiado tarde, pero tratarlo va a ser costoso y doloroso y complejo”.

“En 30 años la persona más pobre del planeta puede obtener mejor atención médica en su teléfono celular
que la persona más rica de hoy obtiene en los mejores hospitales y con los mejores médicos”, ilustró Harari

¿Qué pasaría si se pudiera tercerizar esa percepción, emplear un algoritmo que controle la salud 24/7 mediante sensores biométricos? “Podría descubrir este cáncer cuando es apenas un puñado de células que comienzan a dividirse y proliferar”, postuló Harari. “Y es mucho más fácil, y barato e indoloro, ocuparse en esa instancia que de dos años más tarde, cuando ya es un gran problema. Creo que todo el mundo aceptaría esto”.

Y en eso, cree, radica la gran tentación, aunque tenga un reverso oscuro. “Una de las grandes batallas del siglo XXI se va a librar entre la privacidad y la salud”, aseguró. “Y creo que la salud va a ganar. La mayoría de la gente va a estar dispuesta a renunciar a una importante cantidad de privacidad a cambio de un mejor cuidado de la salud”.

Y allí, arriesgó, es donde el sapiens vuelve a intervenir con las herramientas de la historia, que lo distinguen: “Necesitamos tratar de disfrutar de ambas cosas, de crear un sistema que nos dé gran cuidado de la salud pero sin poner en peligro nuestra privacidad”. Y Harari concluye, como es característico de su pensamiento, con un interrogante: “Que podamos, o no, lograr ese equilibrio, es una pregunta política enorme”. Lampadia