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El manejo responsable de la deuda pública

El manejo responsable de la deuda pública

A continuación compartimos un reciente artículo escrito por el notable economista norteamericano y profesor en la Universidad de Harvard, Kenneth Rogoff, en el que describe cómo el actual contexto de bajas tasas de interés a nivel mundial está acrecentando el interés de los gobiernos por tomar deuda a un costo casi nulo del dinero.

El mensaje de Rogoff es claro. Una política que en el corto plazo puede ser sumamente tentadora, sobre todo para aquellas economías que crecen en mayor proporción que las tasas de interés, por los posibles usos que podría dársele a tales volúmenes de deuda pública en un contexto de recesión global, pueden tener un altísimo costo puesto que no toma en cuenta ciertos forados fiscales actuales ya existentes. Aquí se encuentran los sistemas de pensiones de reparto que el fisco tiene que financiar anualmente para hacer frente a la demanda de millones de personas, cuya proporción entrante a la jubilación crece a pasos agigantados en los últimos años (ver Lampadia El envejecimiento hay que enfrentarlo).

En ese sentido, el economista propone un manejo prudente de la deuda tomando en cuenta estos costos de oportunidad pero también los riesgos que conllevarían acumular niveles de endeudamiento similares a los de la última crisis financiera del 2008. La deuda al final siempre tiene que pagarse ya sea  con mayores impuestos en el en el futuro o con mayor crecimiento económico, por ende debe sopesarse si el contexto económico actual es el más adecuado para acumular más pasivos en tanto se espera que los próximos años pueda retomarse altas tasas de crecimiento que permitan repagar la deuda sin incrementar impuestos, siendo esta última medida contractiva. Como puede desprenderse de la coyuntura global y la posible recesión con choques permanente de oferta que afectará al mundo en los próximos años (ver Lampadia: Recesión global en 2020), esto no pareciera ser el caso. Lampadia

La deuda del gobierno no es lonche gratis

Kenneth Rogoff
Project Syndicate
6 de diciembre,2019
Traducido y comentado por Lampadia

Con los costos de endeudamiento en mínimos de varias décadas, los gobiernos aparentemente pueden asumir mucha más deuda sin ninguna gran preocupación por las consecuencias a largo plazo. Pero los riesgos y costos reales de un mayor endeudamiento público pueden estar ocultos..

Con las tasas de interés sobre la deuda del gobierno en mínimos de varias décadas, varios economistas líderes han argumentado que casi todas las economías avanzadas pueden permitir que la deuda se desplace hacia niveles japoneses (más del 150% del PBI incluso por la medida más conservadora) sin ninguna gran preocupación sobre consecuencias a largo plazo. Los defensores de una deuda mucho mayor podrían tener razón, pero tienden a minimizar o ignorar todo lo que puede salir mal.

En primer lugar, la nueva visión de la deuda subestima los riesgos para otros reclamantes sobre los ingresos por impuestos públicos, como los pensionistas, que podrían considerarse titulares de deuda junior en el estado de bienestar del siglo XXI. Después de todo, la mayoría de los sistemas de seguridad social son como deudas en el sentido de que el gobierno le quita dinero ahora y promete pagarlo con intereses cuando sea viejo. Y para los gobiernos, esta deuda “junior” es masiva en relación con la deuda del mercado “senior” que se encuentra encima de ella.

De hecho, los gobiernos de los países de la OCDE están pagando actualmente un promedio del 8% del PBI en pensiones de vejez, y un asombroso 16% en el caso de Italia y Grecia. Actuarialmente, los impuestos futuros destinados a pagar pensiones reducen los impuestos futuros destinados a pagar deuda por un múltiplo significativo, aunque muchos gobiernos han estado tratando de ajustar las pensiones a la baja gradualmente, como lo hizo Europa durante la crisis financiera, y México y Brasil lo han hecho bajo coacción más recientemente. Desafortunadamente, el crecimiento lento y el envejecimiento de la población significan mucho por hacer.

Por lo tanto, incluso si parece que los gobiernos pueden endeudarse mucho más sin tener que pagar intereses de mercado significativamente más altos, los riesgos y costos reales pueden estar ocultos. Los economistas Alan Auerbach y Laurence Kotlikoff hicieron un punto similar en una influyente serie de artículos en la década de 1990.

En segundo lugar, y quizás aún más críticamente, la complacencia actual con respecto a una deuda mucho más alta supone implícitamente que la próxima crisis se verá igual que la última en 2008, cuando colapsaron las tasas de interés de la deuda del gobierno. Pero la historia sugiere que esta es una suposición peligrosa. Por ejemplo, la próxima ola de crisis podría derivarse fácilmente de una comprensión repentina de que el cambio climático se está acelerando mucho más rápido de lo que se pensaba anteriormente, lo que requeriría que los gobiernos detuvieran simultáneamente el motor capitalista y gastaran grandes sumas en medidas preventivas y remediación, por no hablar de lidiar con los refugiados del clima. Y la próxima conflagración global podría ser una guerra cibernética, con ramificaciones desconocidas para el crecimiento y las tasas de interés.

Además, la experimentación agresiva con una deuda mucho más alta podría causar un cambio correspondiente en el sentimiento del mercado, un ejemplo de la crítica del economista ganador del Premio Nobel Robert Lucas de que los grandes cambios en la política pueden ser contraproducentes debido a los grandes cambios en las expectativas. Y, francamente, cualquier evaluación realista de los riesgos económicos mundiales actuales debe reconocer que la economía más importante del mundo está en estado de parálisis política, con una toma de decisiones impulsiva que la deja mal equipada para lidiar con una crisis fuera de la caja en caso de que surja.

La conclusión es que no hay garantía de que las tasas de interés caerán en la próxima crisis global.

Ninguno de los argumentos anteriores socava el argumento sólido para invertir ahora en proyectos de infraestructura de alto rendimiento (incluso en educación) que más que se pagan a largo plazo. Mientras los gobiernos se adhieran a criterios sólidos de gestión de la deuda, equilibrando el riesgo y el costo al elegir los vencimientos, las tasas de interés ultra bajas de hoy ofrecen grandes oportunidades.

Pero la afirmación más amplia de que la emisión de deuda del gobierno se ha convertido en un verdadero lonche gratis, similar a las ganancias del gobierno de la emisión de divisas, ha sido exageradamente peligrosa. Si el objetivo de la política gubernamental es reducir la desigualdad, la única solución sostenible a largo plazo consiste en aumentar los impuestos a los que ganan más; la deuda no es un atajo mágico para dar a los pobres sin tomar de los ricos.

Es cierto que en muchas economías avanzadas, las tasas de interés actuales reales (ajustadas a la inflación) sobre la deuda pública están por debajo de la tasa real de crecimiento económico. Por lo tanto, presumiblemente, los gobiernos pueden endeudarse mucho más sin tener que aumentar los impuestos. Después de todo, siempre y cuando el ingreso crezca más rápido que el stock de deuda pública, la simple aritmética muestra que la proporción de deuda a PBI (ingreso) disminuirá con el tiempo.

Sin embargo, las cosas no son tan simples. Las tasas de interés son extremadamente bajas en parte porque los inversores globales están privados de activos “seguros” que aún pagarán en caso  se de una fuerte recesión o una catástrofe económica. Pero, ¿pueden los gobiernos proporcionar ese seguro de forma gratuita si existe el riesgo de que las tasas de interés aumenten en la próxima gran crisis sistémica? Un estudio reciente del FMI de 55 países en los últimos 200 años mostró que, aunque el crecimiento económico superó las tasas de interés de la deuda del gobierno casi la mitad del tiempo, este no fue un buen predictor de si los países encuestados estaban a salvo de los picos de tasas de interés en un crisis.

Por último, pero no menos importante, ¿qué tan seguros pueden estar los inversores de que llegarán primero en la fila en la próxima crisis, como lo hicieron en 2008? ¿El gobierno de los EEUU volverá a poner a Wall Street antes que a Main Street y honrará las deudas con China antes que las obligaciones con los pensionistas?

Las economías modernas tienen muchos usos importantes para la deuda. Pero nunca es una opción libre de riesgos para los gobiernos, razón por la cual debe ser asumida y administrada sabiamente, incluso cuando prevalecen los costos de los préstamos de fondo. Lampadia

Kenneth Rogoff, profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard y ganador del Premio Deutsche Bank 2011 en Economía Financiera, fue el economista jefe del Fondo Monetario Internacional de 2001 a 2003. Es coautor de This Time is Different: Eight Centuries of Financial Folly y autor de The Curse of Cash.