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Nuestra economía de mercado bajo ataque

La confusión del debate político y económico de nuestros días, nos llama a republicar un análisis sobre la penetración de las ideas de las izquierdas anti mercado en los distintos estamentos de la sociedad.

Para ilustrar el tema, en julio de 2018, publicamos nuestro análisis del Manifiesto de Powell, presentado originalmente en 1971 en EEUU. Veamos su incidencia en el Perú:

Hace varios años que nuestra economía de mercado, nuestro modelo de desarrollo, viene siendo atacado desde varios frentes. Sin unidad de mando, ni coordinación entre las fuerzas contrarias a la inversión privada, todas convergen en la misma dirección, sin que los llamados a defender el modelo registren el problema y tomen acción.

Nuestra defensa del modelo no significa que nuestro desarrollo sea suficiente y que hayamos superado nuestras graves deficiencias institucionales, ni nuestras brechas sociales en educación y salud. No por ello, debemos caer en la relativización de nuestros avances, como lo han hechos varios ‘tontos útiles’, que al final solo coadyuvan a facilitar el camino de los enemigos declarados de nuestros muy importantes avances, como son, principalmente, todos los suscriptores del pos-extractivismo, y los grupos políticos radicales como, el Frente Amplio y Nuevo Perú.

El problema es que los ataques a nuestro modelo vienen, además, de varios frentes, que no tenemos en la mira, pero que han ido socavando la imagen de la economía de mercado, de la globalización, de las empresas y de la inversión privada.

Para ilustrar esta debilidad, vamos a recurrir al ‘Manifiesto de Powell’ del año 1971 en EEUU, en la que Lewis Powell explica con maestría, como entonces, “el sistema económico estadounidense, se encontraba sometido a fuertes ataques que variaban en alcance, en intensidad, en las técnicas empleadas y en el nivel de visibilidad”.

El Manifiesto de Powell “influyó o inspiró la creación del Heritage Foundation, Manhattan Institute, Cato Institute, Citizens for a Sound Economy, Accuracy in Academe y otras organizaciones poderosas”, que ayudaron a mejorar los balances ideológicos y los paradigmas de desarrollo en la sociedad estadounidense. Una tarea pendiente en el Perú.

Líneas abajo compartimos el enlace a nuestra publicación del ‘Manifiesto de Powell’.

Ahora queremos destacar que las llamadas de atención de Powell de 1971, parecen hechas para el Perú de nuestros días. Veamos algunos elementos del manifiesto:

i. Orígenes de los ataques

  • Algo muy inquietante es que las críticas proceden también de ‘elementos muy respetables de la sociedad’, como:
    • Los campus universitarios. La fuente más dinámica de generación de ideas anti sistema de mercado. Por ejemplo, en el Perú, el activismo de los (mediáticos) profesores de economía de la PUCP, y la multiplicación de consultorías de la PUCP en el Ministerio de Educación, para instalar su ideología en los programas escolares, entre otras.
  • Los púlpitos. Más allá de los representantes de la Iglesia Católica y de otros credos, comprometidos en el activismo político, como el ex cura Arana, ahora congresista, y el párroco piurano Daniel Turley Murphy que luchó contra el proyecto minero de Manhattan en Tambogrande, entre otros; muchos representantes de las iglesias creen que cuidando un corazón se salvaguarda el bienestar de toda la humanidad, o que la muy importante caridad, se puede universalizar como estrategia de desarrollo humano. Por ejemplo, el propio Papa Francisco critica la economía de mercado como el vehículo de las malas ambiciones de los seres humanos, y no reconoce que en las últimas décadas se duplicó la población mundial, se redujo sustancialmente la pobreza y mejoró la esperanza de vida, un indicador clarísimo de avance social. Incluso el hecho de que la gente pueda entretenerse en los online casinos indica el hecho de que la sociedad ha alcanzado un nuevo nivel de comodidad económica.
  • Los medios. Ya hemos explicado anteriormente, cómo en muchos medios se produce una prédica anti inversión privada. Esto es especialmente notorio en los radios de provincias, pero también, cada vez más, en algunos importantes medios nacionales, que sesgan muchos de sus programas.
  • Los políticos. La acción política anti economía de mercado es el pan de cada día en la difusión y formación de normas y propuestas.
  • El movimiento contra el sistema está formado sólo por minorías. Pero son las mejor articuladas, las más ruidosas y las más prolíficas en su hablar y escribir.
  • Muchos medios de comunicación o bien otorgan publicidad por voluntad propia a estos “atacantes” o, como mínimo, permiten que éstos utilicen los medios para sus propósitos. Esto es especialmente cierto en la televisión, que juega ahora un papel preponderante en la conformación del pensamiento, las actitudes y las emociones de nuestra gente.
  • “Una de las desconcertantes paradojas de nuestro tiempo es la amplitud con que nuestro sistema tolera, o incluso participa, en su propia destrucción”. Cambiar de actitud, hacia un activismo pro economía de mercado, no implica pretender suprimir las opiniones ni de los críticos, ni de los proponentes de ideas contrarias al libre mercado, sino más bien, estar en el debate y no perder por walkover.

ii. Énfasis en la apatía y ausencia del empresariado​

  • “La dolorosa y triste verdad es que, en gran medida, las empresas han respondido a menudo contemporizando con ineptitud e ignorando el problema”.
  • Los hombres de empresa no han sido capacitados o equipados para conducir guerras de guerrillas contra quienes realizan propaganda contra el sistema y buscan insidiosa y constantemente sabotearlo.
  • Pero han tenido poca voluntad de enfrentarse con sus críticos, y pocas habilidades para el debate intelectual y filosófico eficaz.

​iii. Responsabilidad de los ejecutivos de empresa

  • Es de necesidad primordial que los hombres de empresa se den cuenta de que el problema último es la propia supervivencia; supervivencia de lo que denominamos sistema de libre empresa.
  • Para que el sistema sobreviva, la alta dirección debe preocuparse también de proteger la sobrevivencia del sistema mismo.

iv. El rol de los gremios empresariales

  • La actividad independiente de cada empresa no es suficiente.
  • La fuerza reside en la organización, en la planificación, en la consistencia de acción a lo largo plazo, en la escala de los recursos disponibles, y en el poder político disponible a través de la unidad de acción y de las organizaciones nacionales.
  • El papel de los gremios es vital.

¿Qué debemos hacer en el Perú?

Defender el sistema. Esto implica, tomar una serie de acciones, entre las que podemos mencionar las siguientes:

  • Formar ‘think tanks’ que desarrollen investigaciones y propuestas de políticas públicas para fortalecer la economía de mercado y la democracia.
  • Promover la presencia de investigadores y profesores universitarios que crean en el sistema y puedan hacer publicaciones de textos académicos y presentaciones públicas.
  • Promover la presencia de voceros de la economía de mercado en los medios, especialmente en la televisión y las radios.
  • Monitorear los contenidos anti mercado de los medios y promover debates.
  • Hacer campañas informativas en los medios de comunicación para sensibilizar a los ciudadanos sobre temas de desarrollo, crecimiento, inversiones, mejora del bienestar y reducción de la pobreza.
  • El sistema de economía de mercado no puede preservarse defensivamente, se requiere promover una presencia activa y transparente, en los debates sobre temas nacionales, en la opinión pública.
  • Los gremios empresariales deben tener equipos de profesionales altamente competentes para producir elementos de juicio que defiendan el sistema de mercado, que tengan presencia mediática y buenas capacidades de comunicación.

Debería estar muy claro que, en todas las sociedades, las clases dirigentes deben mantener un compromiso de acción cívica y presencia en el debate nacional, pues la ideas hay que exponerlas y debatirlas con buenas armas, para empoderar a los ciudadanos de modo que tengan las mejores oportunidades de tomar decisiones sobre el destino de sus naciones.

En los últimos tiempos hemos visto como los descuidos de las élites, han permitido puntos de inflexión dañinos a sus sociedades. Por ejemplo, en el Reino Unido con el Brexit, en EEUU con la elección de Trump, en Chile con el retorno de Michelle Bachelet, en el Perú con la elección de Ollanta Humala, y en los últimos días con la elección de Manuel López Obrador en México. Todos estos desarrollos políticos debilitan el libre mercado y contrariamente a su verbo, más allá del corto plazo, terminan afectando negativamente a sus poblaciones más pobres.

¡A ponerse las pilas, a debatir y a invertir para defender nuestro sistema de vida! Lampadia

Ver en Lampadia: El Manifiesto de Powel

 (Publicado en nuestro portal el 23 de agosto de 2018)




Si FBT pudiera resucitar…

Si FBT pudiera resucitar…

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia

Acción Popular nunca fue un partido caracterizado por su consistencia ideológica. Su slogan “El Perú como Doctrina” engloba una vacua definición en la que cupo desde el tímido reformismo agrario y el desarrollismo de los 60s hasta la tímida apertura económica de los 80s. Sin embargo, Fernando Belaunde Terry (FBT) fue además de un demócrata, un hombre constitucional, ajustado al Estado de Derecho y respetuoso de los pilares centrales de nuestra economía: trabajo, propiedad, empresa, libertad económica y estabilidad jurídica.

Si, como dice la expresión cotidiana, FBT pudiera resucitar y viera en que se ha convertido su partido, seguramente volvería a morir, fulminado por la vergüenza de lo que hoy, en su nombre, los acciopopulistas le están haciendo al Perú. Dejo a salvo honrosas excepciones de acciopopulistas que no calzan en esta reflexión, pero que ya no cuentan en la historia presente de ese partido.

  • Avalaron al Presidente Vizcarra en su afán de controlar el Tribunal Constitucional y en el cierre inconstitucional del Congreso el 30.09.19 capitaneados por un par de populistas provincianos, de ideas e iniciativas más bien marxistoides, que empuñan la lampa como enseña de confrontación y no de cooperación popular: Lescano y Mesías Guevara.  FBT urgido tantas veces para cerrar el Congreso obstruccionista de la alianza del APRA con el Odriísmo entre 1963-1968, se negó a hacerlo porque entendía que la distribución del poder efectuada por la voluntad popular debe ser respetada aun a riesgo de perder el poder, como a él le sucedió el 3 de octubre de 1968 en que fue derrocado.
  • Se subieron a la popularidad de Martin Vizcarra y cosecharon las ventajas del cambio del Congreso. Como no estaban preparados ni lo están para conducir este país, reclutaron pulpines, humalistas, ex apristas, toledistas, militares y ciudadanos de todo pelaje para llegar, porque el poder era el objetivo.  Un objetivo que FBT había demostrado que no era válido si implicaba pasar por encima de las reglas básicas de la democracia.
  • Ya en el Congreso, desplegaron la artillería pesada en contra del sistema económico con iniciativas tan contrarias al pensamiento de FBT como las siguientes:
    • Perforaron el sistema de AFPs con la ley que habilita el retiro del 25% de los aportes, abriendo el boquerón que buscan la izquierda y los demagogos no para que los aportes pasen a sus titulares (lo cual sería preferible), sino para que pasen, so -pretexto de una “reforma integral del sistema” a manos del Estado, tal y como ya pasó en Argentina donde las necesidades fiscales dejaron sin cuentas de capitalización a millones de argentinos. ¿Sabrán las consecuencias de esto los votantes de AP que cuentan entre los más de 7 millones de afiliados a las AFPS en el Perú?
    • Perforaron la sostenibilidad de las empresas a cargo del mantenimiento de las carreteras y por ende la conservación misma de las vías de comunicación, mediante una ley de gratuidad de peajes. Los acciopopulistas de ahora torpedean la red vial del país, tema precisado y vital en la agenda política de FBT, que dedico sus dos gobiernos a construir carreteras y comunicar pueblos.
    • Lograrán la concentración del sistema financiero nacional en manos de los pocos bancos que podrían resistir el congelamiento de las tasas de intereses en los préstamos bancarios propuesto en el proyecto 05006 que han presentado. El avance de años en la competencia en el sector financiero, gracias a la irrupción de las microfinanzas en el mercado quedaría sin efecto por una medida populista como esta. Edpymes, cajas y bancos chicos quebrarían y los prestatarios volverían a las épocas en las cuales para recibir un crédito había que otorgar prebendas. Anthony Novoa Cruzado es el nombre del acciopopulista a cargo de impulsar estas iniciativas aparentemente muy populares pero muy tóxicas en el mediano y largo plazo.
    • Destruirán la salud privada al aprobar, llevados de las narices por los legisladores comunistas del Frente Amplio, la virtual confiscación de los equipos, infraestructura y personal médico de los centros de salud privada, so pretexto de la emergencia, sin pagar más que el costo de mantenimiento de dichos bienes privados. ¿Sabrán los votantes de AP que gracias a sus congresistas la salud privada correrá la misma suerte que la salud pública dirigida por el Frente Amplio?
    • Afectarán la autonomía del Banco Central de Reserva al asaltarlo y cambiar a sus directores antes de que venza el período constitucional para el cual fueron elegidos.  Hans Troyes y Wilmer Bajonero son los acciopopulistas encargados de protagonizar este nuevo golpe de estado, esta vez al BCR. ¿Sabrán los votantes de AP que sus congresistas quieren cambiar de manos la conducción del BCR para que la maquinita de los 80s vuelva a emitir billetes sin sustento que nos llevaron a la hiperinflación?
    • Si lo anterior no fuera suficiente para avergonzar a FBT, la propuesta del congresista de AP Orlando Arapa Roque si lo haría, ya que lo planteado por este va en la dirección contraria de la “Hermandad Lationoamerica” que Belaunde propugnó en su famosos discurso de Punta del Este en los años 60 y que luego pretendió materializar geográficamente en su segundo gobierno uniendo por vía fluvial las cuencas del Plata, el Amazonas y el Orinoco. La miopía y la urgencia electoral del congresista citado lo ha llevado a plantear la anulación de los Permisos Temporales de Permanencia de los 800,000 migrantes venezolanos que están en nuestro país y que huyeron de la calamidad socialista a la que nos levarán también las medidas de AP. FBT jamás hubiera estado a favor de un guiño tan descarado al chavismo y a Nicolás Maduro.

Populismo ramplón, cortoplacismo miope, desconocimiento de las reglas esenciales de la economía, afectación a la propiedad privada, irrespeto a los contratos y la estabilidad jurídica, nunca fueron parte del abanico, amplio pero razonable, de posibilidades ideológicas de Acción Popular. Mucho menos lo fue ser cómplices de un dictador como Maduro o cómplices del gabinete de los 140,000 infectados, 4,000 muertos y el primer lugar en población contagiada de América Latina pese a haber destruido empresas y empleo para lograrlo. FBT no hubiera pagado la curul concedida por el señor Zevallos con el voto de Confianza. FBT hubiera votado por el pueblo peruano, no por el poder ni la curul.

Naturalmente, la responsabilidad no sólo es de estos nuevos actores del acciopopulismo siglo XXI.  Es también de los electores de ese partido que los eligieron creyendo que votaban por Ulloas, Paniaguas, Arias Estelas, Garcías Cáceres o Zamalloas, viejas y respetables figuras del acciopopulismo. El voto tiene responsabilidades, así venga en lampa. Tendrán que asumirlas.

Mientras tanto, si FBT pudiera resucitar, sin duda volvería a morir. Lampadia




Los retos del WEF para los próximos años

Los retos del WEF para los próximos años

A continuación compartimos un reciente artículo publicado por The Economist en el que se exploran los hechos históricos que precedieron la creación de uno de los foros mundiales de debate político-económico que hemos seguido con especial atención en los últimos años – y que este año presenta su 50ava edición – por la pertinencia de los temas que aborda: el World Economic Forum (WEF).

Otro aspecto  a resaltar del presente artículo es que también hace un breve recuento final de los retos que deberá hacer frente su fundador , Klaus Schwab, para relanzar el evento en los próximos años, de cara a un mundo occidental con claras señales de animadversion hacia la globalización y el capitalismo.

Como hemos comentado en Lampadia: Trampa ideológica, política y académica, si bien las críticas a ambos fenómenos ya existían en años pasados desde la crisis financiera 2008, la actual coyuntura de guerra commercial EEUU-China y los movimientos euroescépticos en Europa, ha introducido un escepticismo nunca antes visto en el mundo occidental de que ambos procesos, la globalización y el capitalismo, generan beneficio a los países.

En un contexto como este, Schwab debe persistir en seguir difundiendo su modelo de capitalismo de “stakeholders” si desea que el WEF no pierda vigor frente a la clase política mundial y también sociedad civil que le ha perdido fe a este sistema económico (ver Lampadia: ¿Qué tipo de capitalismo queremos?). Como podemos leer a través de su propuesta, englobar la búsqueda del bienestar de todas las partes interesadas en el devenir de la vida de las empresas, incluyendo el de la sociedad en su conjunto, hará que el sistema capitalista pueda reformarse desde sus cimientos y volverlo menos susceptible a críticas que buscan dañarlo a través de políticas públicas desfasadas y intervencionistas. Lampadia

Un recorrido por la montaña mágica
¿Puede el Foro Económico Mundial mantener su magia?

La organización detrás de Davos enfrenta una identidad conflictiva, una mayor competencia y una sucesión incierta

The Economist
16 de enero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

En 1971, un académico alemán precoz —con 32 años, titular de cinco títulos en ingeniería y economía— organizó una conferencia. El escenario fue el centro de congresos recientemente inaugurado en el centro turístico suizo de Davos, mejor conocido por sus sanatorios de tuberculosis y como telón de fondo para “The Magic Mountain” de Thomas Mann. Klaus Schwab quería utilizar el simposio para hacer que las empresas europeas piensen más en las partes interesadas más allá de las que poseen sus acciones y exponerlas a los métodos de gestión estadounidenses. Los honorarios pagados por los 450 que vinieron generaron una ganancia de 25,000 francos suizos (US$ 75,000 en dinero de hoy), que Schwab utilizó para dotar al European Management Forum.

Renombrado como el World Economic Forum (WEF) en 1987, su evento anual característico se ha convertido en la mejor fiesta para los plutócratas. Atrae a casi 3,000 empresarios, políticos, celebridades que se toman en serio y periodistas con la esperanza de probar el espíritu de la época. Visitantes, algunos incapaces de obtener pases para la sede principal, grupos de gente y fiestas en hoteles o en la “periferia”, un Davos no oficial en crecimiento en la calle principal de la ciudad. (The Economist envía periodistas al Foro y nuestra empresa matriz recibe ingresos de la organización de eventos para clientes en Davos durante la reunión).

A los 81 años, Schwab sigue siendo el maestro de ceremonias, y el 21 de enero abrirá la 50ª reunión anual. En medio de toda la creación de redes Uber, se lanzará otra serie de iniciativas de “múltiples partes interesadas”, incluido un proyecto de reforestación de “un billón de árboles”. Los turnos estelares incluirán al presidente Donald Trump, de regreso después de faltar a 2019, y Greta Thunberg, a quien se unirán otros grupos de activistas adolescentes, invitados a ayudar a la conferencia a “mirar hacia el futuro”. Ninguno de los imitadores del WEF, que organizaron eventos de aspirantes a Davos desde Aspen a Boao, ha igualado al WEF en su capacidad de reunir a los corredores de poder del sector público y privado, dice Sir Martin Sorrell, ex jefe de WPP, un gigante de los anuncios, que ahora dirige S4 Capital, una firma de medios.

A Schwab le gusta decir que el WEF está “comprometido a mejorar el estado del mundo”. No todos lo ven así. Para muchas ONG, su compromiso es con las élites globalistas, vendiendo una agenda que exacerba la desigualdad. Se celebran manifestaciones contra el WEF en toda Suiza esta semana y la próxima.

Más sorprendente, se pueden encontrar críticos del lado de las barreras de Schwab. “Vaciló entre querer genuinamente traer paz y prosperidad global y simplemente querer estar cerca del dinero y el poder”, dice un habitual de Davos. Lo mismo puede decirse de su creación. En entrevistas con The Economist, los devotos de Davos y los colaboradores del WEF elogiaron su poder de convocatoria, en los Alpes y a través de su red pionera de cumbres regionales, incluido un “Davos de verano” en China. Pero señalaron que la ambición que cambia el mundo puede perder el miedo a molestar a los líderes corporativos y políticos cuya presencia hace que Davos sea un éxito. La evolución del WEF de convocante de formuladores de políticas a formadores de políticas está causando sorpresa. Y casi todos los entrevistados se preguntaban si el encanto del WEF persistirá cuando Schwab ya no lo dirija.

El WEF tiene mucho que recomendar. El aporte de Schwab, dice un ex colega, es haberlo desarrollado en “una especie de ONU para el discurso y la cooperación público-privada, un foro alternativo en un mundo de gobierno global roto”. Schwab señala a GAVI, una alianza mundial de vacunación lanzada en Davos hace 20 años, como un ejemplo de una exitosa asociación público-privada a la que el WEF “jugó partera”.

A los políticos les gusta Davos porque los CEOs están ahí.

Todos adoran la eficiencia de las redes del WEF. Los que vienen pueden hacer mucho en pocos días, ahorrando miles de millas aéreas. Convenientemente, no es difícil llegar a Davos, pero es lo suficientemente remoto como para que, una vez allí, esté atrapado: no se sumerja durante una hora, luego pasee por Londres o Nueva York para almorzar con su abogado.

Esto también ha demostrado ser una fórmula ganadora financieramente. El WEF es una fundación sin fines de lucro. Alrededor del 42% de sus ingresos, que ha crecido de manera sostenida a SFr345m (US$ 356 millones) en el último año financiero, va a sus 800 empleados, incluidos los de su campus en Lake Geneva. Disfruta de un estatus especial, similar al otorgado a la Cruz Roja, lo que significa que el estado suizo recoge parte de sus costos de seguridad (que son considerables, dada su clientela). Gran parte del resto se gasta en “actividades”, incluido Davos. El resto se destina a la capital de la fundación o a sus reservas estratégicas, que apenas alcanzan los SFr300m. Más allá de eso, la divulgación es escasa: las presentaciones públicas del WEF en el registro corporativo de Ginebra contienen poco, excepto extractos esqueléticos de las actas de la junta y anuncios de nombramientos y renuncias de directores.

En sus primeros años, el WEF tenía una participación del 50% en una empresa de eventos que puso Davos. Esta participación fue vendida más tarde. A veces, los informes de los periódicos han cuestionado la combinación de posibles ganancias con el estado de caridad. Un examen oficial suizo del WEF no encontró irregularidades. El WEF y Schwab dicen que nunca recibieron ningún beneficio financiero relacionado con el Foro, aparte de su salario. Desde 1995, Davos ha sido producido por PublicisLive, parte de Publicis Groupe. El ex jefe del gigante francés (y ahora presidente de la junta de supervisión), Maurice Lévy, es un ex miembro de la junta del WEF. El contrato es “la joya de la corona” del negocio de eventos de Publicis, dice un ex experto. WPP había codiciado durante mucho tiempo la tarea, que abarca la configuración del programa, la construcción de conjuntos, la supervisión del alojamiento y demás. Pero, dice Sir Martin, “nunca nos acercamos a eso”. El valor del contrato no se revela. El ex informante dice que los márgenes a veces han pasado el 30%. Publicis dice que el contrato no permite que los márgenes netos “superen un umbral muy modesto”. El contrato actual finaliza en 2022, cuando, según el WEF, saldrá a licitación.

Pagar por el patio de recreo

El dinero para todo esto proviene en gran medida de las tarifas anuales de los “miembros”, que pagan 25,000 francos al año, y tres niveles de “socios”, en su mayoría grandes empresas, que comienzan en 120,000 francos suizos. Por 600,000 francos suizos, los aproximadamente 120 socios de primer nivel (“estratégicos”) obtienen, entre otras ventajas, hasta cinco pases de Davos y una mejor oportunidad de ganar tragamonedas en los paneles.

El efectivo de las empresas permite que el WEF invite a académicos, activistas y otros tipos menos monetarios a Davos de forma gratuita, pero suscita críticas por los golpes. Mark Malloch-Brown, ex jefe adjunto de la ONU (y, brevemente, del WEF), dice que ha sido obstaculizado por la ansiedad de no ofender a los socios corporativos: “Se ve a sí mismo como un catalizador, pero en realidad a menudo es más cauteloso que la ONU”, cuando se trata de la reforma de políticas. El WEF dice que “muchas” de sus iniciativas desafían los intereses corporativos a corto plazo.

Schwab también ha sido criticado por ablandar a los políticos. Cuando Trump entró por primera vez en Davos en 2018, su anfitrión elogió su liderazgo “fuerte”. Dada la supuesta preocupación de Schwab por el cambio climático, “se podría pensar que podría haber encontrado una manera de clamar al tipo que destrozó el acuerdo de París”, dice un ex ejecutivo del WEF.

Schwab insiste en que el WEF ha encontrado el equilibrio correcto entre ser un amigo de las élites y una marca de fuego, y siempre ha alentado las “voces disidentes”. Ralph Nader, un activista por los derechos del consumidor, se dirigió a Davos en 1976. El WEF aumentó el número de invitados a las ONG después de la primera gran ola de protestas contra la globalización a principios de la década de 2000.

Otra preocupación es sobre el mandato del WEF. Deseoso de ser más que un lugar de reunión, comenzó a lanzar sus propias iniciativas durante todo el año. Ahora tiene alrededor de 100 de estas. La “Cuarta Revolución Industrial”, hablando por el impacto de la digitalización en la sociedad, cuenta con su propio campus en San Francisco. Schwab ha mantenido la esperanza de ganar un premio Nobel por su trabajo en este concepto y por el capitalismo de stakeholders, para agregar a su caballería británica honoraria, 17 doctorados honorarios y un montón de medallas nacionales.

Schwab dice que la mayoría de las iniciativas han tenido éxito. Pocos, sin embargo, se consideran de vanguardia. Peter Bakker, presidente del Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible, y ex jefe de TNT, un grupo logístico, dice que el WEF no es el lugar donde se elaboran las grandes ideas, sino un lugar para “incorporar y ampliar” las existentes. Un experto llama a algunas de las investigaciones del WEF como “pensamiento falso”. El WEF señala su Informe de brecha de género global como un ejemplo de investigación innovadora.

Algunos colaboradores anteriores afirman que al esforzarse por demostrar su relevancia, el WEF ocasionalmente ha secuestrado las empresas de otras personas. Quien probó esto lo acusa de “usar su poder de convocatoria para insinuarse en el grupo y tomar la iniciativa” sin las habilidades necesarias. Cita el Grupo de Recursos Hídricos (WRG), un proyecto lanzado en Davos para mejorar la gestión del agua en lugares pobres, que, dice, perdió impulso después de que el WEF se hizo cargo. Algunas ONG ahora lo piensan dos veces antes de asociarse con él.

A medida que se acerca su medio siglo, el WEF enfrenta tres desafíos. El primero es la competencia. Una vez estuvo bastante solo. Ahora tiene que buscar atención corporativa con personas como Ted, el Instituto Milken y el brazo de eventos formidables de Bloomberg, que organiza el Foro de la Nueva Economía en China. Con el tiempo, podrían rivalizar con el brillo de Davos.

Esto es especialmente probable, el segundo desafío, si el WEF se percibe como un remanente de una época pasada. Schwab señala que fue uno de los primeros defensores del capitalismo de stakeholders, que está en ascenso. Eso puede ser así. Pero, en muchos ojos, Davos es la apoteosis del capitalismo global, que está en la retaguardia.

Luego está lo que los directores ejecutivos de Schwab llaman riesgo de hombre clave. Es luchador (si es lúgubre) y no muestra signos de retirarse. Pero no puede continuar para siempre. Una vez dijo: “El Foro ha sido … construido alrededor de una persona, lo que puede ser un problema”. Varios diputados han sido preparados, solo para irse o ser expulsados. José María Figueres, ex presidente de Costa Rica, renunció como director ejecutivo del WEF en 2004 después de no revelar los honorarios de consultoría. Schwab dice que hay un plan de “contingencia”, pero no ofrece detalles; algunos continúan especulando que su hijo Olivier, el jefe de operaciones del WEF, algún día podría jugar un papel más importante. Hacer que los jefes corporativos y políticos vengan puede ser más difícil después de que el profesor cuelgue sus esquís, incluso si deja atrás el Rolodex más poderoso del mundo. Lampadia




¿Cómo hubiese sido el Perú hoy sin las reformas estructurales de la Constitución de 1993?

¿Cómo hubiese sido el Perú hoy sin las reformas estructurales de la Constitución de 1993?

La reducción de la pobreza monetaria sin el cambio constitucional de 1993 habría sido más lenta. Se requiere avanzar en reformas para continuar creciendo.

Si bien se llevaron a cabo reformas estructurales desde el inicio de la década de los noventa, la Constitución de 1993 sentó las bases para el nuevo sistema económico. (Foto: Archivo GEC)

El Comercio, 05 de enero de 2020
(Informe El Comercio / IPE)

Las reformas económicas que inició el Perú en la década de 1990 –algunas de ellas consignadas en la Constitución de 1993– han sido seguidas de un crecimiento económico extraordinario basado en la estabilidad macroeconómica, la limitación de la actividad empresarial del Estado, la promoción de la inversión privada y de la competencia, y el desarrollo de las exportaciones.

Mientras que el crecimiento promedio anual del Perú entre 1975 y 1993 fue de apenas 0,7%, el más bajo de Sudamérica, desde 1994 hasta el 2018 el país lideró la región con un crecimiento promedio de 4,9%.

Sin embargo, la convulsión política y social que se vive en otros países latinoamericanos –en particular en Chile– ha abierto nuevamente el debate sobre la naturaleza del régimen económico peruano y sus resultados. A tres semanas de las elecciones legislativas extraordinarias 2020, vale la pena revisar algunos de sus alcances.

En este contexto, el Instituto Peruano de Economía (IPE) ha estimado un escenario alternativo, teórico, de crecimiento para el Perú en el cual las reformas estructurales de los noventa no se hubieran implementado. Los resultados apuntan a que el marco económico moderno ha permitido un mayor avance en términos de riqueza promedio de los peruanos y reducción de la pobreza monetaria del que se hubiera logrado si continuaba con el modelo económico previo.

¿QUÉ MODIFICACIONES SE HICIERON EN 1993?

Si bien se llevaron a cabo reformas estructurales desde el inicio de la década de los noventa –la eliminación de controles de precios y simplificación tributaria y arancelaria, por ejemplo–, la Constitución de 1993 sentó las bases para el nuevo sistema económico.

Los principios generales del régimen económico actual respaldan la libertad empresarial, la libre competencia y la libertad de contratación como pilares del funcionamiento de la economía. Además, el artículo 60 establece que el Estado solo puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, a diferencia de la Constitución de 1979 que permitía con más holgura la actividad empresarial del Estado.

Para promover la estabilidad macroeconómica, el artículo 84 estableció la autonomía del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), lo que se tradujo en la prohibición de que la autoridad monetaria sea fuente de financiamiento del Gobierno, como lo había sido durante los años ochenta. Así, se definió que el propósito principal del BCRP es preservar la estabilidad monetaria y controlar la inflación. Otras reformas clave siguieron a partir de 1998.

UN PERÚ SIN REFORMAS

Para evaluar el impacto de estos cambios, el modelo genera un escenario alternativo sin reformas sobre el cual comparar. Un procedimiento para lograrlo es el método de control sintético (MCS), el cual construye este escenario –un “Perú sintético”– sobre la base de un promedio ponderado de países similares al Perú en sus características económicas antes de la Constitución de 1993. Por lo tanto, el impacto estimado será la diferencia entre los resultados del Perú real y el “Perú sintético”.

En este ejercicio, la medida de bienestar analizada es el PBI real per cápita. Entre 1975 y 1993, el nivel de riqueza promedio del Perú real y del control sintético fue muy similar, lo que apunta a que la comparación es adecuada.

Los resultados de la estimación muestran que el crecimiento promedio del PBI per cápita peruano luego del cambio constitucional (3,8%) fue casi 2 puntos porcentuales superior a lo que hubiera sido sin el cambio de modelo. Asimismo, entre 1994 y el 2016, el nivel de riqueza promedio por año de los peruanos fue casi 17% mayor al del Perú alternativo sin reformas.

Como una extensión a este impacto, se pueden inferir también los efectos que el régimen ha tenido sobre la reducción de la pobreza monetaria. Para ello, se estima una medida de elasticidad entre el crecimiento del PBI per cápita y la pobreza durante 1991 y 2016. Es decir, se calcula la relación entre la expansión de la economía y la caída de la pobreza. El ejercicio muestra que, si el PBI per cápita hubiese crecido al ritmo del Perú sintético, la reducción de la pobreza hubiese sido más lenta y se encontraría alrededor del 35%, cerca de 14 puntos porcentuales por encima de la cifra observada en los últimos años. La pobreza en el 2018 alcanzó al 20,5% de la población nacional.

AGENDA PENDIENTE

Continuar con la senda de crecimiento requiere un nuevo impulso de reformas, principalmente aquellas destinadas a incrementar la productividad. Según el BCRP, entre el 2016 y el 2020, la productividad del trabajo y capital tan solo contribuirá 0,2 puntos porcentuales al crecimiento promedio anual del período (3,6%), muy por detrás de la contribución de 2,4 puntos porcentuales entre el 2001 y el 2010. La agenda pendiente pasa por mejorar la calidad del sistema laboral, de la infraestructura, de la educación, de la gestión pública, y de la regulación estatal en general. Todo ello, sin embargo, se debe lograr cuidando lo ya avanzado.

Lampadia




¿Qué tipo de capitalismo queremos?

¿Qué tipo de capitalismo queremos?

El capitalismo, históricamente el mejor sistema para crear empleos dignos y reducir la pobreza, está en búsqueda de un camino que permita corregir sus debilidades y hacerlo sostenible en el tiempo.

En el artículo que presentamos líneas abajo, Klaus Schwab, el creador del World Economic Forum, plantea la adopción del ‘capitalismo de stakeholders’ o capitalismo de las partes interesadas, que engloba la búsqueda del bienestar de todas las partes interesadas en el devenir de la vida de las empresas, incluyendo el de la sociedad en su conjunto. Veamos:

Project Syndicate
2 de diciembre, 2019
KLAUS SCHWAB
Glosado por Lampadia

¿Qué tipo de capitalismo queremos? Esta sea tal vez la pregunta que defina nuestra era. Una pregunta a la que hemos de responder correctamente si queremos que nuestro sistema económico sea sostenible para las generaciones futuras.

Existen tres modelos: el primero es el «capitalismo de accionistas», que considera que el principal objetivo de las empresas es la obtención de beneficios y ha sido el modelo predominante en innumerables sociedades occidentales.

El segundo es el «capitalismo de Estado», un modelo que confía en el Estado para que marque la dirección de la economía y ha adquirido gran importancia en los mercados emergentes.

Sin embargo, yo me inclinaría por el «stakeholder capitalism», el capitalismo de las partes interesadas, un modelo al que me referí por primera vez hace medio siglo. En este modelo las empresas son administradoras de la sociedad, y representa la respuesta más acertada a los desafíos sociales y ambientales de nuestros días.

El capitalismo de accionistas ha sido el modelo predominante durante una buena parte de nuestra historia económica más reciente. Se impuso por primera vez en los Estados Unidos en la década de 1970 y fue ampliando su influencia en otros lugares en las décadas posteriores. Su impulso también fue beneficioso. En su momento de máximo esplendor, centenares de millones de personas de todo el mundo prosperaban a medida que las empresas orientadas a la obtención de beneficios abrían nuevos mercados y creaban nuevos empleos. 

Pero esta situación se presta a una segunda lectura.  El capitalismo de accionistas descuidó el hecho de que una empresa es un organismo social, además de uno con fines de lucro. Esto, sumado a las presiones ejercidas por el sector financiero con respecto a la obtención de resultados a corto plazo, provocó que el capitalismo de accionistas cada vez estuviera más desconectado de la economía real. Somos muchos los que hemos visto que esta forma de capitalismo ya no es sostenible. ¿Por qué motivo?

Primero vino el efecto «Greta Thunberg». La joven activista sueca nos recordó que el sistema económico actual constituye una traición a las generaciones futuras por el daño ambiental que provoca. En segundo lugar, y en línea con lo anterior, los millennials y la «generación Z» ya no quieren trabajar para, invertir en, o comprar en empresas que no se rijan por unos valores más amplios. Y, por último, cada vez son más los ejecutivos y los inversores que empiezan a comprender que su éxito a largo plazo depende también del éxito de sus clientes, empleados y proveedores.

Como resultado de ello, el «stakeholder capitalism» empieza a imponerse a un ritmo acelerado. Es la culminación de un proceso largo. Yo describí este concepto por primera vez en 1971 y creé el Foro Económico Mundial con el fin de ayudar a las empresas y a los dirigentes políticos a aplicarlo. Llevó a la firma, dos años más tarde, del Manifiesto de Davos, un documento que describía las principales responsabilidades que tiene una empresa para con sus partes interesadas.

Ahora (por fin) está empezando a sumarse más gente a esta corriente «de las partes interesadas». La Business Roundtable de los Estados Unidos, el grupo de presión más influyente de América, se ha mostrado particularmente a favor del «capitalismo de las partes interesadas». Por otra parte, la denominada «inversión de impacto» también está adquiriendo importancia. Permite a los inversores buscar beneficios ambientales y sociales, además de financieros.

Deberíamos aprovechar el momento para consolidar la posición dominante del «stakeholder capitalism».  Para ello, podríamos presentar un nuevo Manifiesto de Davos que establezca que:

  • Es necesario que las empresas paguen un porcentaje equitativo de impuestos.
  • Deben mostrar tolerancia cero frente a la corrupción
  • Deben respetar los derechos humanos en sus cadenas de suministro mundiales.
  • Y deben respetar la competencia en igualdad de condiciones, también cuando operen en la «economía de plataformas». 

Pero las empresas van a necesitar además nuevos parámetros y un nuevo propósito. ¿Por ejemplo, cuáles?

Primero, debería establecerse un parámetro que mida la «creación de valor compartido» que complemente a los parámetros métricos y permita mejorar los objetivos «ambientales, sociales y de gobernanza». Ya hay en marcha una iniciativa encaminada a ello que goza del respaldo de «las cuatro grandes» consultoras, y del presidente del Consejo Empresarial Internacional y CEO del Banco de América, Brian Moynihan.

La segunda medida que hay que ajustar es la remuneración en los niveles ejecutivos. Desde la década de 1970, el salario de los ejecutivos se ha disparado, fundamentalmente para «alinear» a los directivos con los accionistas. En el nuevo modelo de las partes interesadas, el salario debería estar alineado con la creación de valor compartido a largo plazo. Y que no haya ninguna duda: el hecho de ser un buen líder ya resulta muy gratificante de por sí.

Por último, las empresas deben comprender que han alcanzado un tamaño tal que se han convertido en una parte interesada de nuestro futuro común. Obviamente, la empresa debe aprovechar sus competencias básicas, su espíritu empresarial y sus habilidades, pero también debe trabajar con otras partes interesadas para mejorar el estado del mundo. Ese debería ser su fin último.

¿Existe alguna otra vía? Claro que sí, el capitalismo de Estado también tiene una visión a largo plazo, y ha cosechado éxitos últimamente, sobre todo en Asia. Pero, si bien encaja en una fase del desarrollo, debería evolucionar a lo largo del tiempo hacia el capitalismo de las partes interesadas con el fin de garantizar que no se corrompa.

Los líderes empresariales tienen ante ellos una magnífica oportunidad. Si dan un significado concreto al «stakeholder capitalism» podrán ir más allá de sus obligaciones legales y responder a la llamada de la sociedad. Pueden ayudar al cumplimiento de objetivos sociales más amplios, como el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Si quieren dejar huella, deberían aprovecharla. 

Klaus Schwab is Founder and Executive Chairman of the World Economic Forum.




Democracia y capitalismo

Democracia y capitalismo

En los últimos años, se ha hecho palpable la vulnerabilidad de las democracias con el ascenso de los populismos no solo en América Latina (ver Lampadia: Se profundiza el populismo en América Latina, Las democracias están en peligro en América Latina), sino también en el mundo desarrollado, en EEUU con Donald Trump, por ejemplo, o en Gran Bretaña con el Brexit y la nefasta posibilidad de que Boris Johnson asuma las riendas del Partido Conservador (ver Lampadia: ¿Boris Johnson como primer ministro del Reino Unido?).

Así, el enorme desarrollo de la calidad de vida en los últimos años provisto por el capitalismo (ver Lampadia: Recuperando lo mejor del capitalismo) – sistema económico que ha coexistido junto a tales democracias – pareciera no haber sido suficiente para amordazar el descontento de las grandes masas, quienes se ven constantemente engañadas por los “supuestos” males de la globalización y el libre comercio – tales como la creciente desigualdad y el estancamiento de las clases medias, pero que son falsos (ver Lampadia: Otra mirada al mito de la desigualdad, Retomemos el libre comercio) – y terminan apostando en las urnas por líderes políticos que los llevan a su autodestrucción. He aquí la crítica de porqué ambos procesos, las democracias – sistema político que defiende la soberanía de las mayorías – y el capitalismo, podrían no ser sostenibles o en todo caso compatibles en el tiempo.

Sin embargo, ¿qué nos dice la evidencia histórica al respecto, más allá de la coyuntura internacional actual?

Un reciente artículo escrito por The Economist, que compartimos líneas abajo, cita un interesante estudio que da algunos insights para responder esta pregunta. Si bien los autores de tal estudio son conscientes de la debilidad que presentan la democracia y el capitalismo en conjunto, su análisis histórico los hace concluir: Desde los albores de la industrialización, ninguna democracia capitalista avanzada ha caído fuera de las filas de los países de altos ingresos o ha regresado permanentemente al autoritarismo”.

Asimismo, agregan: “En las economías avanzadas, la democracia y el capitalismo tienden a reforzarse mutuamente”. Si esto es así, ¿cómo replicar tales modelos en nuestra región para que estas crisis democráticas sean menos recurrentes en el futuro?

Ellos recomiendan profundizar en 3 mecanismos, de los cuales queremos destacar uno en particular: el relacionado a las clases medias. Ellos recomiendan que es fundamental contar con clases fuertes y comprometidas, que internalicen los beneficios del mercado y que los defiendan, para que ambos procesos, la democracia y el capitalismo, funcionen en conjunto.

No podríamos estar más de acuerdo. Como hemos presentado en El libro de la clase media peruana, la clase media en nuestro país es una de las mejores representaciones del desarrollo reciente del país. Asimismo, es una de las más resilientes en los últimos años al seguir mostrando un persistente crecimiento, frente a la desaceleración de nuestra economía (ver Lampadia: Clase media aumentó en mayoría de regiones). Por ende, es clave difundir su progreso y hacerla escuchar en los procesos democráticos, de manera que nuestro país, como indican The Economist, no caiga en la trampa de que la democracia y el capitalismo terminen comportándose como una incómoda pareja. Lampadia

¿Qué tan compatibles son la democracia y el capitalismo?
El estrés económico y el cambio demográfico están debilitando una relación simbiótica

The Economist
11 de junio, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Ultimamente, las democracias más antiguas del mundo han comenzado a parecer más vulnerables que venerables. EEUU parece destinado a un enfrentamiento constitucional entre el ejecutivo y la legislatura. El Brexit ha sumido a Gran Bretaña en una marea constitucional propia. Tales problemas podrían ser confundidos con una venganza. En los últimos años, los economistas políticos han argumentado que la creciente desigualdad en el mundo angloamericano debe eventualmente amenazar los cimientos de la democracia; un libro sobre el tema de Thomas Piketty, un economista francés, ha vendido más de un millón de copias. Ese argumento canaliza una visión desgastada por el tiempo, sostenida por pensadores desde Karl Marx a Friedrich Hayek, de que la democracia y el capitalismo pueden resultar incompatibles.

Tan poderosamente como se hacen tales argumentos, el siglo pasado cuenta una historia diferente. El club de democracias ricas no es fácil de unir, pero los que entran tienden a quedarse allí. Desde los albores de la industrialización, ninguna democracia capitalista avanzada ha caído fuera de las filas de los países de altos ingresos o ha regresado permanentemente al autoritarismo. Esto no es una coincidencia, dicen Torben Iversen de la Universidad de Harvard y David Soskice de The London School of Economics, en su reciente libro, “Democracia y Prosperidad”. Más bien, escriben, en las economías avanzadas, la democracia y el capitalismo tienden a reforzarse mutuamente. Es un mensaje tranquilizador, pero que enfrentará pruebas severas en los próximos años.

Los economistas y los teóricos políticos han imaginado todo tipo de formas en que las democracias capitalistas podrían fallar.

  • La más antigua es la preocupación de que las masas populares votarán para expropiar la riqueza (ganada con esfuerzo o no) de los empresarios y terratenientes, y sin derechos de propiedad seguros no puede haber capitalismo.
  • Hayek pensó que los gobiernos de principios del siglo XX, al responder a las preocupaciones de las masas, tenían una toma de decisiones económicas demasiado centralizada, un camino que conducía eventualmente al totalitarismo.
  • Otros pensadores siguieron a Marx al considerar que era la codicia de los capitalistas la que haría el mayor daño.
  • Joseph Schumpeter temía que a medida que las empresas se hicieran más poderosas, estas pudieran impulsar a un país hacia el corporativismo y el clientelismo, ganando derechos de monopolio que generarían ganancias que podrían compartir con los políticos.
  • Piketty y otros dicen que la desigualdad aumenta naturalmente en los países capitalistas, y que el poder político se concentra junto con el poder económico de una manera inestable.
  • Otros economistas, como Dani Rodrik, han argumentado que la participación plena en la economía global obliga a un país a renunciar a un grado de soberanía nacional o democracia. Reducir las barreras al comercio significa armonizar las políticas comerciales y regulatorias con otros países, por ejemplo, lo que reduce la capacidad de cada gobierno para adaptarse a las preferencias nacionales.

Pero si el capitalismo y la democracia son una pareja tan incómoda, ¿qué explica su larga coexistencia en el mundo rico? Iversen y Soskice consideran que el capitalismo y la democracia pueden apoyarse mutuamente, con tres pilares estabilizadores.

  • Uno es un gobierno fuerte, que limita el poder de las grandes empresas y los sindicatos, y garantiza mercados competitivos. A los países más débiles les resulta más difícil resistirse a la conveniencia a corto plazo de asegurar el poder protegiendo los monopolios.
  • El segundo es una clase media considerable, que forma un bloque político que comparte la prosperidad creada por una economía capitalista. Se llega a un acuerdo en el que el estado proporciona educación superior masiva en términos generosos, al tiempo que fomenta el desarrollo de industrias fronterizas que exigen trabajadores calificados. Por lo tanto, los hogares de clase media consideran que es probable que el crecimiento económico beneficie a ellos y a sus hijos. (El aumento de la desigualdad no es una amenaza para las democracias capitalistas, estiman los autores, porque los votantes de clase media se preocupan poco por los pobres y no apoyan una redistribución más amplia que pueda aumentar sus impuestos). Proporcionar la red de educación, infraestructura y seguridad social que apoya a una clase media próspera requiere ingresos fiscales sustanciales.
  • Para que el sistema tenga un tercer pilar es necesario: grandes empresas que no sean muy móviles. Antes de la rápida globalización reciente no había problema. Sin embargo, incluso ahora las empresas están más enraizadas de lo que comúnmente se piensa. Aunque las multinacionales son expertas en el cambio de la producción y las ganancias en todo el mundo, en una economía del conocimiento, las empresas líderes no pueden romper sus conexiones con redes de personas calificadas como las de Londres, Nueva York o Silicon Valley. Sus complejos planes de negocios y tecnologías de vanguardia requieren el know-how desarrollado y disperso a través de estas redes locales. Eso aumenta el poder del estado en relación con las empresas y le permite cobrar impuestos y gastar.

A media máquina
Discutir con los detalles, pero la historia general —las compañías inmóviles que otorgan a los gobiernos un grado de soberanía, que ellos mismos usan para impulsar a las clases medias— parece una explicación plausible de la estabilidad de las democracias capitalistas avanzadas. Sin embargo, deja mucho de qué preocuparse. Se basa en que las clases medias se sientan confiadas con la economía. Una fuerte desaceleración en el crecimiento de los ingresos medios reales, como en EEUU y Gran Bretaña en los últimos años, podría no enviar a los votantes a las barricadas, pero podría fortalecer el atractivo de los movimientos que amenazan con alterar el status quo. Los gobiernos también se están volviendo menos receptivos a las prioridades de la clase media. EEUU es demasiado disfuncional, y Gran Bretaña está demasiado distraída con el Brexit, para centrarse en mejorar la educación, la infraestructura y la competitividad de los mercados.

El cambio demográfico también puede tener un costo: a las generaciones más viejas y más blancas no les importa mucho si una posible clase media que no se parece a ellas tiene oportunidades para avanzar o no. Entonces, también, los autores pueden haber subestimado el efecto corrosivo de la desigualdad. Amenazar con irse no es la única manera en que los ricos pueden ejercer el poder. Controlan los medios de comunicación, financian el pensamiento y agradecen y se convierten en candidatos políticos. Las democracias orgullosas bien pueden sobrevivir a este período de agitación. Pero sería un error asumir que la supervivencia se puede dar por sentada. Lampadia




De cómo EEUU defendió su sistema económico

El 9 de julio pasado, publicamos en LampadiaNuestra economía de mercado bajo ataque – A ponerse las pilas.

Hoy día, republicamos líneas abajo, solo el ‘Manifiesto de Powell’, sin nuestro análisis de su similitud con el Perú, para facilitar su lectura, que consideramos muy oportuna para los peruanos preocupados con el futuro de nuestro país.

El Manifiesto de Powel
(También conocido como el memorando Powell)

Publicado por primera vez el 23 de agosto de 1971
Presentado por: Reclaim Democracy
Traducido y glosado por Lampadia

En 1971, Lewis Powell, [cercano al partido demócrata], entonces abogado corporativo y miembro de las juntas directivas de 11 corporaciones, escribió un memorándum a su amigo Eugene Sydnor Jr., el Director de la Cámara de Comercio de EEUU. El memorando fue fechado el 23 de agosto de 1971, dos meses antes de la nominación de Powell por el presidente Nixon ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos.

Aunque el memorando de Powell no fue la única influencia, la Cámara y los activistas corporativos tomaron en serio su consejo y comenzaron a construir una poderosa serie de instituciones diseñadas para cambiar las actitudes y creencias públicas a lo largo de los años y décadas.

El memo influyó o inspiró la creación del Heritage Foundation, Manhattan Institute, Cato Institute, Citizens for a Sound Economy, Accuracy in Academe y otras organizaciones poderosas. Su enfoque a largo plazo comenzó a dar frutos en la década de 1980, en coordinación con la filosofía del “negocio de manos libres” de la Administración Reagan.

Memorando confidencial: ataque al sistema americano de libre empresa

23 de agosto, 1971
Para: Eugene Sydnor, Jr., director de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.
De: Lewis Powell 23/8/1971

Este memorando es presentado a su petición como base de discusión. Su propósito es identificar el problema y sugerir caminos de actuación para consideración futura.

Dimensión del ataque

Ninguna persona con capacidad de reflexión de los Estados Unidos puede cuestionar que el sistema económico de los Estados Unidos se encuentra sometido a fuertes ataques que varían en alcance, en intensidad, en las técnicas empleadas y en el nivel de visibilidad.

Siempre ha habido personas que se han opuesto al sistema americano, prefiriendo el socialismo u otras formas de estatismo (comunismo o socialismo). De la misma forma, ha habido críticos del sistema cuyo criticismo ha sido sano y constructivo en la medida en que su objetivo era mejorar el sistema en lugar de subvertirlo o destruirlo.

Pero lo que ahora nos preocupa es una novedad en la historia de los Estados Unidos. No estamos tratando con ataques esporádicos o aislados de unos pocos extremistas o incluso de la minoría socialista. Por el contrario, el ataque al sistema de empresa se produce de forma amplia y consistente. Está adquiriendo fuerza y conversos.

Orígenes del ataque

Los orígenes son variados y difusos. Incluyen, por supuesto, a los comunistas, la Nueva Izquierda y otros revolucionarios que querrían destruir el sistema entero, tanto político como económico. Estos extremistas de la izquierda son mucho más numerosos, mejor financiados y son cada vez más bienvenidos y alentados por otros elementos de la sociedad como nunca antes en la historia. Pero siguen siendo una pequeña minoría, y no son ahora la causa principal de preocupación.

Las voces más inquietantes que forman parte del coro de críticas proceden de elementos muy respetables de la sociedad.

  • De los campus universitarios,
  • Los púlpitos,
  • Los medios,
  • Las revistas intelectuales y literarias,
  • Las artes y las ciencias,
  • Los políticos

En la mayoría de estos grupos el movimiento contra el sistema está formado sólo por minorías. Sin embargo, muy a menudo son las mejor articuladas, las más ruidosas y las más prolíficas en su hablar y escribir.

Además, muchos medios de comunicación (por varios motivos y en distintos grados) o bien otorgan publicidad por voluntad propia a estos “atacantes” o, como mínimo, permiten que éstos utilicen los medios para sus propósitos. Esto es especialmente cierto en la televisión, que juega ahora un papel preponderante en la conformación del pensamiento, las actitudes y las emociones de nuestra gente.

Una de las desconcertantes paradojas de nuestro tiempo es la amplitud con que nuestro sistema tolera, o incluso participa, en su propia destrucción.

Los campus universitarios de donde emana la mayor parte de la crítica son soportados por i) impuestos ampliamente generados por las empresas estadounidenses y ii) contribuciones de fondos de capital controlados o generados por empresas estadounidenses. Los claustros de las universidades están compuestos abrumadoramente por hombres y mujeres que son líderes en el sistema.

La mayor parte de los medios, incluyendo la red de televisión, pertenece y es teóricamente controlada por empresas que dependen de los beneficios y del sistema de empresa para su supervivencia.

Tono del ataque

Las citas que siguen son suficientes para proporcionar una idea general:

William Kunstler, calurosamente acogido en los campus y mencionado en una reciente encuesta entre estudiantes como “el abogado estadounidense más admirado” incita a su audiencia de la siguiente forma:

“Tienen que aprender a luchar en las calles, a rebelaros, a disparar con pistolas. Aprenderemos a hacer todo aquello que temen los detentadores de la propiedad”. Los nuevos izquierdistas que atendieron los consejos de Kunstler están comenzando a actuar no solo contra oficinas de reclutamiento militar o fabricantes de munición, sino contra una diversidad de empresas: “Desde febrero de 1970, sucursales del Bank of America han sido atacadas 39 veces, 22 veces con artefactos explosivos y 17 con bombas incendiarias”. Aunque los portavoces de la Nueva Izquierda están consiguiendo radicalizar a miles de jóvenes, la preocupación principal es la hostilidad de liberales y reformadores sociales respetables. Es la suma total de su visión e influencia lo que de verdad puede debilitar o destruir el sistema.

Steward Alsop escribe una descripción aterradora de lo que se está enseñando en muchas de nuestras universidades:

“Yale, como todas las universidades más importantes, está graduando a numerosos jóvenes que practican la ‘política de la desesperación’. Estos chicos desprecian profundamente nuestro sistema político y económico… [sus] mentes parecen ser totalmente cerradas. No viven mediante el debate racional sino a través de eslóganes sin sentido”. Una encuesta reciente entre estudiantes de doce universidades representativas señaló que “casi la mitad de los estudiantes estaban a favor de la socialización de las industrias básicas”.

Un catedrático inglés, visitante en el Rockford College, impartió una serie de conferencias tituladas “La guerra ideológica contra la sociedad occidental”, en la que documentó la amplitud con la que los miembros de la comunidad intelectual están prosiguiendo la guerra ideológica contra el sistema de empresa y los valores de la sociedad occidental.

En un prolegómeno de estas conferencias, el famoso doctor Milton Friedman de Chicago advirtió: “Está meridianamente claro que los fundamentos de nuestra sociedad están siendo sujetos a un amplio y poderoso ataque no por comunistas ni ninguna otra conspiración, sino por individuos descarriados repitiéndose las mismas cosas como loros sin ser conscientes de que están favoreciendo objetivos que nunca promoverían intencionadamente”.

Tal vez el principal antagonista del sistema estadounidense sea Ralf Neider, quien, gracias en gran parte a los medios de comunicación, se ha convertido en una leyenda de su propio tiempo y en un ídolo de millones de americanos. Un artículo reciente en la revista Fortune describe a Naider en los siguientes términos:

“La pasión que lo posee —y él es un hombre apasionado— se orienta a destruir el objetivo de su odio, que es el poder empresarial. Piensa, y dice sin rodeos, que muchos ejecutivos de empresa deberían ser encarcelados por defraudar a los consumidores con mercancías mezquinas, por envenenar los productos alimenticios con aditivos químicos y fabricar a sabiendas productos inseguros que mutilarán o matarán al comprador. Insiste en que no se refiere a ‘charlatanes de feria’, sino a los primeros ejecutivos de las grandes empresas”.

Los objetivos favoritos son actualmente propuestas sobre incentivos fiscales mediante cambios en las tasas de depreciación y los créditos a la inversión. Los medios se refieren a estas propuestas como ‘tax breaks’, lagunas o ‘beneficios fiscales’ para beneficio de las empresas. Como se pudo leer de un columnista del Washington Post, estas medidas fiscales beneficiarían “sólo a los ricos”, sin beneficiar a “los pobres”.

Es desalentador que muchos políticos presenten el mismo argumento de que las medidas impositivas de este tipo benefician solo a los “negocios”, sin beneficio para “los pobres”. El hecho de que esto sea una demagogia política o un analfabetismo económico es de poco consuelo. Esta configuración de los “ricos” contra los “pobres”, de los negocios contra la gente, es el tipo de política más barata y más peligrosa.

La apatía y ausencia del empresariado

¿Cuál ha sido la respuesta de la empresa a este masivo asalto contra los fundamentos de su economía, contra su filosofía, contra su derecho a gestionar sus propios asuntos y, en definitiva, contra su integridad?

La dolorosa y triste verdad es que, en gran medida, las empresas, incluyendo a sus directorios y los ejecutivos principales, de grandes y pequeñas empresas, a todos los niveles han respondido a menudo —cuando lo han hecho— contemporizando, con ineptitud e ignorando el problema.

Hay que reconocer honestamente que los hombres de empresa no han sido capacitados o equipados para conducir guerras de guerrillas contra quienes realizan propaganda contra el sistema y buscan insidiosa y constantemente sabotearlo. El papel tradicional de los ejecutivos de negocios ha sido gestionar, producir, vender, crear puestos de trabajo, hacer utilidades, aumentar el nivel de vida, ser líderes en sus comunidades, servir en consejos caritativos y educativos y, en general, ser buenos ciudadanos. Por cierto, han realizado esta tarea muy bien.

Pero han tenido poca voluntad de enfrentarse con sus críticos, y pocas habilidades para el debate intelectual y filosófico eficaz.

En una columna reciente del Wall Street Journal puede leerse: “Nota a General Motors: ¿por qué no defenderse?”. Aunque se dirigía a GM por su nombre, el aviso era una advertencia a todas las empresas. El columnista St. John decía:

“General Motors, como todas las empresas estadounidenses en general, tiene verdaderos problemas, porque las obviedades intelectuales han sido sustituidas por una sólida exposición intelectual de su punto de vista”. St. John se refería a la tendencia de los líderes empresariales al compromiso y al aplacamiento de los críticos. Citaba las concesiones con las que Nader vence a los gestores y hablaba de la visión falaz que muchos hombres de empresa tienen de sus críticos. Dibujaba un paralelismo con la equivocada táctica de muchos administradores universitarios: “Los gestores universitarios aprenden demasiado tarde que este tipo de contemporización sólo sirve para destruir la libertad de expresión, la libertad académica y la libertad de cátedra. Los rectores concedieron una demanda radical que fue seguida por un nuevo cultivo que pronto escaló hasta una demanda de declaración de rendición”.

No es preciso estar completamente de acuerdo con el análisis de St. John. Pero muchos observadores de la escena política estadounidense coinciden en que la esencia de su mensaje es sólida. Estando la empresa americana con verdaderos problemas, la respuesta al amplio abanico de críticos no ha sido eficaz, y ha incluido negociaciones; ha llegado el momento —de hecho, hace ya tiempo— de reunir la sabiduría, la creatividad y los recursos de las empresas en contra de quienes quieren destruirla.

La responsabilidad de los ejecutivos de empresas

¿Qué es lo que hay que hacer exactamente? Lo primero, lo más esencial —y un prerrequisito para una acción efectiva— es que los hombres de negocios confronten esta cuestión como una responsabilidad primaria de la gestión corporativa.

La necesidad primordial de darse cuenta de que el problema último es la propia supervivencia; supervivencia de lo que denominamos sistema de libre empresa, con todo lo que significa para el progreso de los Estados Unidos y la libertad de nuestra gente.

Ha pasado ya el momento en que el presidente de una gran empresa descarga su responsabilidad manteniendo simplemente un crecimiento satisfactorio de los beneficios, con la observancia de las responsabilidades empresariales y sociales. Para que nuestro sistema sobreviva, la alta dirección debe preocuparse también de proteger la sobrevivencia del sistema mismo. Esto implica mucho más que un mayor énfasis en “relaciones públicas” o “asuntos gubernamentales”, dos áreas en las que las empresas han invertido hasta ahora sumas sustanciales.

Un primer paso significativo para cada empresa podría ser la designación de un vicepresidente ejecutivo cuya responsabilidad fuera la de contrarrestar los ataques al sistema empresarial. El departamento de relaciones públicas podría ser uno de los fundamentos asignados a este ejecutivo, pero su responsabilidad debería abarcar algunas de las actividades a las que nos referiremos en este memorando. Su presupuesto y personal debe ser el adecuado para la tarea.

Posible rol de la Cámara de Comercio [de los gremios empresariales]

Pero la actividad independiente y la coordinación realizada por cada empresa, por importante que sea, no será suficiente. La fuerza reside en la organización, en la planificación cuidadosa e implementación a largo plazo, en la consistencia de la acción a lo largo de un número indefinido de años, en la escala de los recursos disponibles sólo mediante el esfuerzo conjunto y en el poder político disponible sólo a través de la unidad de acción y de las organizaciones nacionales.

Además, existe una comprensible renuencia por parte de cualquier corporación de exponerse demasiado y de hacerse excesivamente visible.

El papel de la Cámara de Comercio es pues vital. Otras organizaciones nacionales (especialmente los distintos grupos industriales y comerciales) deben unirse en el esfuerzo, pero ninguna organización parece estar tan bien situada como la Cámara. Disfruta de una posición estratégica, con buena reputación y un amplio soporte de las bases. También —y esto es de un mérito inconmensurable— existen centenares de Cámaras de Comercio locales que pueden jugar un papel de soporte vital.

Es apenas necesario señalar que antes de embarcarse en este tipo de programas, la Cámara debe estudiar y analizar posibles caminos de acción y actividades, sopesando los riesgos frente a la posible eficacia y viabilidad de cada una.

Los Campus Universitarios

El asalto al sistema de empresa no se montó en poco tiempo. Ha evolucionado gradualmente a lo largo de las pasadas dos décadas, apenas perceptible en sus orígenes y beneficiándose de un gradualismo que provocaba poca conciencia de la acción y mucho menos alguna reacción real.

Aunque los orígenes, las fuentes y las causas son complejas y están interrelacionadas, y obviamente es difícil identificarlas, hay razones para creer que las universidades son la fuente más dinámica. Las facultades de ciencias sociales suelen incluir miembros que no simpatizan con el sistema empresarial. Desde Herbert Marcuse, un marxista de la Universidad de California en San Diego, y socialistas convencidos, al liberal crítico ambivalente que encuentra más elementos de condena que de acuerdo. No hace falta que estos universitarios supongan una mayoría. Suelen ser personalmente atractivos y carismáticos, influyen en los profesores y su controversia atrae a los estudiantes. Son prolíficos escritores y conferenciantes, autores de muchos de los libros de texto y ejercen una enorme influencia —mucho más allá de su proporción numérica— sobre sus colegas y el conjunto del mundo académico.

Las facultades de ciencias sociales (ciencias políticas, económicas, sociólogos y muchos historiadores) tienden a ser liberales [*] incluso sin la presencia de izquierdistas. No se trata de criticismo per se, pues la necesidad del pensamiento liberal es esencial para un punto de vista equilibrado. El problema es que el equilibrio es conspicuo por su ausencia en muchas universidades, con relativamente pocos miembros de convicción conservadora o incluso moderada e, incluso, esos pocos, a menudo menos articulados y agresivos que sus colegas en campaña.

[*] Liberales: en su concepción estadounidense se refiere a quienes creen en la intervención del Estado para la creación de oportunidades e igualdad, contrariamente a los llamados conservadores, que abogan por la libertad individual y el libre mercado.

Esta situación se remonta a muchos años atrás y, con el desequilibrio que empeora gradualmente, se ha producido un enorme impacto en millones de estudiantes. En un artículo en Barron’s Weekly, buscando una respuesta a la desafección de tantos jóvenes hasta el punto de convertirse en revolucionarios, se dijo: “Porque fueron educados así”. O bien, como escribió el columnista Steward Alsop en referencia a su alma Mater: “Yale, como todas las universidades más importantes, está licenciando a muchos jóvenes brillantes… que desprecian el sistema político y económico estadounidense”.

A medida que estos “jóvenes brillantes” de las universidades de todo el país buscan oportunidades para cambiar el sistema al que les han enseñado a desconfiar —si no a despreciar— encuentran empleo en los centros de poder e influencia real de nuestro país, a saber: i) los medios de comunicación, especialmente la televisión; ii) el gobierno, como consultores a varios niveles; iii) en la política; iv) como conferenciantes y escritores; y v) en las facultades, a distintos niveles.

Muchos entran en el sistema de empresa —en negocios o en profesiones— y en la mayor parte de los casos descubren enseguida las falacias que les han enseñado. Pero aquellos que esquivan el centro del sistema permanecen a menudo en posiciones claves de influencia desde donde moldean la opinión pública y conforman, frecuentemente, la acción gubernamental. En muchas ocasiones, estos intelectuales acaban en agencias legislativas o departamentos gubernamentales con gran autoridad sobre el sistema en el que no creen.

Si el análisis anterior fuera aproximadamente cierto, una tarea prioritaria para las empresas —y organizaciones como la Cámara— es confrontar el origen de la hostilidad universitaria. Pocas cosas están más santificadas en la vida de los Estados Unidos que la libertad académica. Sería fatal atacar esto como principio. Pero si la libertad académica supone retener las cualidades de “apertura”, “honestidad” y “equilibrio” —que son esenciales por su significación intelectual— existe una gran oportunidad para la acción constructiva. La motivación de esta acción debe ser el restablecimiento de las mencionadas cualidades de la comunidad académica.

¿Qué se puede hacer con los campus?

La responsabilidad última sobre la integridad intelectual en el campus descansa en la administración y el cuerpo docente de las universidades. Per, organizaciones como la Cámara de Comercio puede ayudar y activar un cambio constructivo de muchas maneras, incluyendo lo siguientes:

Plantilla de académicos

La Cámara debe considerar el establecimiento de un equipo de académicos altamente calificados en las ciencias sociales que sí crean en el sistema. Debería incluir varios académicos de reputación nacional cuya firma fuera muy respetada, incluso cuando se está en desacuerdo con ella.

Plantilla de oradores

También debe promover un equipo de oradores de la más alta competencia. Estos pueden incluir a los académicos, y sin duda los que hablan para la Cámara tendrían que articular el producto de los académicos.

Oficina del Orador

Además del personal dedicado a tiempo completo, la Cámara debería tener una Oficina del Orador, que debería incluir a los defensores más capaces y eficaces procedentes de los niveles más altos del mundo empresarial estadounidense.

Evaluación de libros de texto

La plantilla de académicos (o, preferiblemente, un panel de académicos independientes) debería evaluar los libros de texto de ciencias sociales, especialmente en economía, ciencia política y sociología. Éste debería ser un programa permanente.

El objetivo de esta evaluación debería estar orientado a restaurar el equilibrio esencial para la libertad académica genuina. Esto incluiría la garantía de un trato justo y empírico de nuestro sistema de gobierno y de nuestro sistema empresarial, sus logros, su relación fundamental con los derechos y las libertades individuales, así como comparaciones con los sistemas socialista, fascista y comunista. La mayoría de los libros de texto existentes tienen algún tipo de comparaciones, pero muchas son superficiales, sesgadas e injustas.

Hemos visto como el movimiento de derechos civiles insiste en volver a escribir muchos de los libros de texto en nuestras universidades y escuelas. Los sindicatos también insisten en que los libros de texto sean justos con los puntos de vista del movimiento obrero. Otros grupos de presión ciudadana ​​no han dudado en revisar, analizar y criticar los libros de texto y los materiales didácticos. En una sociedad democrática, esto puede ser un proceso constructivo y debe considerarse como una ayuda para una auténtica libertad académica y no como una intromisión en ella.

Si los autores, editores y usuarios de libros de texto saben que van a ser sometidos —con honestidad, imparcialidad y rigor— a revisión y crítica por parte de eminentes académicos que creen en el sistema estadounidense, se puede confiar en un retorno a un equilibrio más racional.

Igualdad de tiempo en el campus

La Cámara debe insistir en la igualdad de oportunidades en el circuito de conferencias universitarias. El FBI publica cada año una lista de los discursos pronunciados en las universidades por comunistas declarados. En el año 1970, el número superaba los 100. Hubo, por supuesto, varios cientos de intervenciones de progresistas e izquierdistas que impulsan los tipos de puntos de vista indicados anteriormente en este memorándum. No hubo representación del mundo empresarial estadounidenses, o incluso de personas u organizaciones que defendieran públicamente el sistema estadounidense de gobierno y de empresa.

Cada campus tiene sus propios grupos formales e informales que invitan a oradores. Cada facultad de derecho hace lo mismo. Muchas universidades patrocinan oficialmente programas de conferencias y charlas. Todos conocemos la insuficiencia de la representación empresarial en estos programas.

Alguien dirá que se extenderán pocas invitaciones para los oradores de la Cámara. Sin duda, esto será cierto a menos que la Cámara insista agresivamente en el derecho a ser escuchada; a menos que insista, a todos los efectos, en la “igualdad de tiempo”. Las autoridades universitarias y la gran mayoría de los comités y de los grupos estudiantiles no vería con agrado que se les colocara en la posición de rechazar públicamente un foro con puntos de vista diversos, de hecho, esta es la excusa clásica para permitir que los comunistas hablen.

Los dos ingredientes esenciales son: (i) tener oradores atractivos, elocuentes y bien informados, y (ii) ejercer el grado de presión —pública y privada— que sea necesario para asegurar las oportunidades de hablar. El objetivo debe ser siempre informar y educar, y no sólo hacer propaganda.

Equilibrio entre el profesorado

Tal vez el problema más importante es el desequilibrio en el profesorado de muchas universidades. Su corrección es, en efecto, un proyecto difícil y a largo plazo. Sin embargo, debe llevarse a cabo como parte de un programa global. Esto significaría insistir a los gestores y los consejos de administración de las universidades en la necesidad del equilibrio del profesorado.

Los métodos a emplear requieren una profunda reflexión, y hay que evitar las trampas evidentes. La presión indebida sería contraproducente. Pero los conceptos básicos de equilibrio, justicia y verdad son difíciles de resistir, si se presentan adecuadamente a los consejos de administración, por escrito y oralmente, así como a través de llamamientos a las asociaciones y grupos de ex alumnos.

Este es un camino largo y no es para pusilánimes. Pero si se persigue con integridad y convicción podría conducir a un fortalecimiento tanto de la libertad académica en el campus como de los valores que han hecho de Estados Unidos la más productiva de todas las sociedades.

Escuelas de graduados de negocios

Los gremios empresariales deberían disfrutar de un especial entendimiento con las cada vez más influyentes escuelas de negocios. Mucho de lo que se ha propuesto más arriba también vale para dichas escuelas. ¿No debería solicitarse también cursos específicos en dichas escuelas que se ocupen de la cuestión abordada en este memorándum? Esto es ahora formación esencial para los ejecutivos del futuro.

Educación secundaria

Aunque la primera prioridad debería ser a nivel universitario, las tendencias mencionadas anteriormente son cada vez más evidentes en las escuelas secundarias. Deberían tenerse en cuenta programas de acción, adaptados para las escuelas secundarias y similares a los mencionados. Su puesta en práctica podría convertirse en un importante programa para las cámaras de comercio locales, aunque el control y la dirección —especialmente, el control de calidad— debería conservarlos la Cámara nacional.

¿Qué puede hacerse con la ciudadanía?

Alcanzar el campus y las escuelas secundarias es vital para el largo plazo. Llegar a la ciudadanía en general, puede ser más importante en el corto plazo. El primer elemento esencial es establecer equipos de académicos, escritores y oradores eminentes, que piensen, analicen, escriban y hablen en público. También será esencial contar con personal que se haya familiarizado con los medios y con el modo más eficaz de comunicarse con la ciudadanía. Entre los medios más obvios hay los siguientes:

Televisión

Las cadenas de televisión nacionales deberían ser observadas minuciosamente de la misma manera que los libros de texto deberían mantenerse bajo vigilancia constante. Esto vale no sólo para a los llamados programas educativos, sino también para los “análisis de actualidad” diarios, que tan a menudo incluyen la clase más insidiosa de críticas al sistema empresarial. Tanto si esa crítica proviene de la hostilidad como si es resultado de la ignorancia económica, el resultado es la erosión gradual de la confianza en el “mundo de los negocios” y la libre empresa.

Para ser eficaz, este seguimiento requeriría una constante inspección de textos de muestras adecuadas de programas televisivos. Las quejas a los medios de comunicación deben hacerse inmediata y enérgicamente cuando los programas sean injustos o inexactos.

Se debe exigir igualdad de tiempo cuando sea oportuno. Debería hacerse el esfuerzo de conseguir que los programas tipo foro ofrezcan al menos tantas oportunidades de participación a los partidarios del sistema americano como a sus detractores.

Otros medios de comunicación

La radio y la prensa escrita también son importantes, y todos los medios disponibles deberían ser utilizados para desafiar y refutar los ataques injustos, así como para presentar la argumentación afirmativa a través de estos medios de comunicación.

Las revistas científicas

Es especialmente importante que el “profesorado erudito” de los gremios empresariales publique. Una de las claves del éxito de los profesores progresistas y de izquierda ha sido su pasión por la “publicación” y las “conferencias”. Entre los académicos de los gremios debe existir una pasión similar.

Se pueden diseñar incentivos para inducir más “publicaciones” entre los académicos independientes que sí creen en el sistema.

Debería haber un flujo bastante constante de artículos académicos presentados a un amplio espectro de revistas y publicaciones periódicas, que van desde las revistas populares hasta las más intelectuales, así como las diversas revistas profesionales.

Libros, libros de bolsillo y folletos

Los quioscos —en los aeropuertos, farmacias y otros lugares— están llenos de libros de bolsillo y panfletos que defienden de todo, desde la revolución hasta el amor libre y erótico. Uno casi no encuentra ningún panfleto atractivo y bien escrito que esté “de nuestro lado”. Será difícil competir con un Eldridge Cleaver o incluso un Charles Reich por la atención del lector, pero a menos que se haga el esfuerzo —en una escala lo suficientemente grande y con la imaginación apropiada para asegurar cierto éxito— esta oportunidad para educar a la ciudadanía estará irremediablemente perdida.

Anuncios pagados

El mundo de los negocios paga a los medios de comunicación cientos de millones de dólares en publicidad. La mayor parte de este gasto apoya a productos específicos, buena parte apoya la creación de imagen institucional, y una fracción de la misma apoya al sistema. Pero esto último ha sido más o menos tangencial, y rara vez ha formado parte de un gran y sostenido esfuerzo para informar y educar al pueblo estadounidense. Si las empresas estadounidenses dedicaran el 10% de su presupuesto anual de publicidad a este objetivo general, sería un gasto propio de estadistas.

El descuidado terreno político

En el análisis final, la recompensa es lo que hace el gobierno. El mundo empresarial ha sido el chivo expiatorio favorito de muchos políticos durante muchos años. Pero quizás la mejor medida de lo lejos que se ha llegado se encuentra en los puntos de vista anti-empresariales que están expresando en estos momentos varios de los principales candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos.

La doctrina marxista sigue afirmando que los países “capitalistas” están controlados por las grandes empresas. Esta doctrina, que es una parte consistente de la propaganda izquierdista en todo el mundo, cuenta con una amplia audiencia entre los estadounidenses.

Sin embargo, como todos los ejecutivos de negocios saben, hay pocos elementos de la sociedad estadounidense de hoy en día que tengan tan poca influencia en el gobierno norteamericano como el hombre de negocios estadounidense, las sociedades anónimas, o incluso los millones de accionistas de las sociedades anónimas. Si alguien lo duda, permítanle asumir el papel de ‘lobista’ del punto de vista empresarial ante los comités del Congreso. Lo mismo ocurre en las cámaras legislativas de la mayoría de los estados y ciudades importantes. No es exagerado afirmar que, en términos de influencia política con respecto al curso de la legislación y la acción del gobierno, el ejecutivo de negocios norteamericano es un auténtico “hombre olvidado”.

Ejemplos actuales de la impotencia de los negocios y del casi desprecio con el que se consideran las opiniones de hombres de negocios, son las estampidas de los políticos para apoyar casi toda legislación relacionada con el “consumismo” o el “medio ambiente”.

Los políticos reflejan lo que ellos creen que es la opinión de la mayoría de sus electores. Por lo tanto, es evidente que la mayoría de los políticos están calculando que la ciudadanía tiene poca simpatía por el empresario o su punto de vista.

Los programas educativos propuestos anteriormente estarían diseñados para educar al pensamiento público; no tanto sobre el empresario y su papel individual como sobre el sistema que administra, y que suministra los bienes, servicios y puestos de trabajo de los que nuestro país depende.

Pero no se debe posponer la acción política más directa, esperando que el cambio gradual de la opinión pública se efectúe a través de la educación y la información. El mundo empresarial debe aprender una lección aprendida hace mucho tiempo por los trabajadores y otros grupos de presión. La lección es que el poder político es necesario; que ese poder debe ser cultivado con perseverancia, y que, cuando sea necesario, se debe usar con agresividad y determinación –sin vergüenza y sin la renuencia que ha sido tan característica del mundo empresarial estadounidense.

Por desagradable que le pueda resultar a los gremios empresariales, deberían considerar asumir un papel en el terreno político más amplio y vigoroso.

Oportunidades desaprovechadas en los tribunales

Los negocios estadounidenses y el sistema de empresa se ​​han visto tan afectados por los tribunales como por el ejecutivo y el legislativo. En nuestro sistema constitucional, especialmente con un Tribunal Supremo de mentalidad activista, la judicatura puede ser el instrumento más importante para el cambio social, económico y político.

Habiendo reconocido esto, otras organizaciones y grupos han sido mucho más astutos que los negocios estadounidenses en la explotación de la acción judicial. Tal vez los explotadores más activos del sistema judicial han sido los grupos que, en orientación política, van desde “liberal” hasta la extrema izquierda.

La American Civil Liberties Union es un ejemplo. Inicia o interviene en decenas de casos cada año, y presenta numerosos amicus curiae ante el Tribunal Supremo de Justicia. Los sindicatos, grupos de derechos civiles y ahora los bufetes de abogados de interés público son sumamente activos en el ámbito judicial. Su éxito, a menudo a expensas de la empresa privada, no ha sido intrascendente.

Se trata de una vasta área de oportunidad si los gremios están dispuestos a asumir el papel de portavoz de las empresas estadounidenses y si, a su vez, las empresas están dispuestas a proporcionar los fondos.

Al igual que con respecto a los académicos y los oradores, los gremios necesitarían una planta de abogados sumamente competentes. En situaciones especiales debería estar autorizada para contratar a abogados de reconocido prestigio y reputación nacional que comparecieran como amicus curiae ante el Tribunal Supremo. En la selección de los casos en los que participar o en los pleitos a iniciar, se debería ejercer el mayor cuidado posible. Pero la oportunidad bien merece el esfuerzo necesario.

El descuidado poder de los accionistas

El ciudadano promedio piensa en “los negocios” como una entidad corporativa e impersonal, propiedad de los muy ricos y gestionada por ejecutivos excesivamente remunerados. Hay un fracaso casi absoluto para apreciar que “los negocios” en realidad abarca —en una forma u otra— a la mayoría de los estadounidenses. Aquellos que trabajan en empresas privadas constituyen un sector bastante obvio. Pero los 20 millones de accionistas —que en su mayoría son de escasos recursos— son los verdaderos dueños, los auténticos empresarios, los verdaderos capitalistas en nuestro sistema. Ellos suministran el capital que alimenta el sistema económico que ha producido el mayor nivel de vida en toda la historia. Sin embargo, los accionistas han sido tan ineficaces como los ejecutivos de empresas en la promoción de una verdadera comprensión de nuestro sistema o en el ejercicio de la influencia política.

La cuestión que merece un examen más completo es cómo se puede movilizar el peso y la influencia de los accionistas —20 millones de votantes— para apoyar (i) un programa educativo y (ii) un programa de acción política.

Las sociedades anónimas están ahora obligadas a elaborar numerosos informes para los accionistas. Muchas sociedades anónimas también tienen revistas caras de “noticias” destinadas a empleados y accionistas. Estas oportunidades de comunicación se pueden utilizar con mucha más eficacia como medios educativos.

La sociedad anónima como tal debe actuar con moderación en la realización de la acción política y debe, por supuesto, cumplir con las leyes pertinentes. ¿Pero acaso no es factible —a través de una filial de los gremios o de otra manera— establecer una organización nacional de los accionistas norteamericanos y darle suficiente fuerza como para ser influyente?

Una actitud más agresiva

Los intereses empresariales —especialmente los de las grandes empresas y sus gremios nacionales— han tratado de mantener un perfil bajo, especialmente con respecto a la acción política.

Como sugiere el artículo de The Wall Street Journal, ha sido bastante característico del hombre de negocios promedio el ser tolerante —por lo menos, en público— con los que atacan a su empresa y al sistema. Muy pocos empresarios u organizaciones empresariales responden con la misma moneda. Ha habido una disposición a la contemporización, a considerar que la oposición estaba dispuesta a hacer concesiones, o que, de forma igualmente probable, esta oposición se desvanecería en su debido tiempo.

El mundo de los negocios ha esquivado la política de la confrontación. Comprensiblemente, ha sido ahuyentado de esta política por la multiplicidad de “exigencias” innegociables formuladas constantemente por grupos de interés de todo tipo.

Si bien ni los intereses de empresas responsables, ni los de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, se involucrarían en las tácticas irresponsables de algunos grupos de presión, es esencial que los portavoces del sistema de libre empresa —a todos los niveles y a cada oportunidad— sean mucho más agresivos que en el pasado.

No debería haber ninguna vacilación en atacar a los Naders, los Marcuses y otros que persiguen abiertamente la destrucción del sistema. No debería haber el menor titubeo para presionar con fuerza en todos los ámbitos políticos para que se apoye al sistema empresarial. Tampoco debería haber renuencia en sancionar políticamente a quienes se le oponen.

En este sentido se pueden aprender lecciones de los sindicatos. Puede que, a los empresarios, el jefe de la AFL-CIO [la principal organización sindical estadounidense] no les resulte el ciudadano más modélico y más preocupado por el interés general del país. Sin embargo, durante muchos años, los jefes de las organizaciones sindicales nacionales han hecho el trabajo por el que se les paga de manera muy eficaz. Quizás no hayan sido muy queridos, pero han sido respetados —donde más cuenta— por los políticos, en los campus y en los medios de comunicación.

Es hora de que el sector empresarial estadounidense —que ha demostrado la mayor capacidad de toda la historia para producir y para influir en las decisiones del consumidor— aplique enérgicamente sus grandes talentos en la preservación del sistema mismo.

El costo

Si se realiza a largo plazo y con el personal adecuado, el tipo de programa descrito más arriba (que incluye una amplia combinación basada en la educación y la acción política) requeriría un apoyo financiero de las grandes empresas estadounidenses mucho más generoso que el que la Cámara haya recibido jamás. También requeriría la participación de una gestión de alto nivel en los asuntos de la Cámara.

La planilla de la Cámara tendría que aumentarse significativamente, estableciendo y manteniendo la más alta calidad. Los salarios tendrían que estar en niveles totalmente comparables a los que se pagan a ejecutivos de negocios clave y a los académicos más prestigiosos. Habría que reclutar a profesionales de gran talento en la publicidad y en el trabajo con los medios de comunicación, oradores, abogados y otros especialistas.

Es posible que la organización de la propia Cámara se beneficiaría de la reestructuración. Por ejemplo, tal como sugiere la experiencia sindical, el cargo de presidente de la Cámara podría ser un puesto de carrera profesional a tiempo completo. Para asegurar la máxima eficacia y continuidad, el director ejecutivo de la Cámara no se debería cambiar cada año. Las funciones que ahora desempeña en gran parte el presidente de la Cámara podrían ser transferidas a un presidente de la Junta directiva, elegido anualmente por los miembros. La Junta, por supuesto, seguiría ejerciendo el control político.

El control de calidad es esencial

Los ingredientes esenciales de todo el programa deben ser la responsabilidad y el “control de calidad”. Las publicaciones, los artículos, los discursos, los programas de los medios de comunicación, la publicidad, los informes presentados ante los tribunales, y las intervenciones ante los comités legislativos —todos deben cumplir con los estándares más exigentes de precisión y excelencia profesional—. Deben merecer el respeto por su nivel de erudición y responsabilidad pública, esté uno de acuerdo con los puntos de vista expresados o no.

Relación con la libertad

La amenaza para el sistema empresarial no es simplemente una cuestión de economía. También es una amenaza a la libertad individual. Esta es la gran verdad —ahora tan sumergida por la retórica de la Nueva Izquierda y de muchos liberales— que debe ser reafirmada si este programa quiere ser relevante.

Parece que hay poca conciencia de que las únicas alternativas a la libre empresa son diversos grados de regulación burocrática de la libertad individual —desde el socialismo moderado hasta el talón de hierro de la dictadura de izquierda o de derecha—. Nosotros, en Estados Unidos, en realidad ya nos hemos acercado mucho hacia algunos aspectos del socialismo de Estado, ya que las necesidades y complejidades de una vasta sociedad urbana exigen tipos de regulación y control, que eran bastante innecesarios en tiempos anteriores. En algunos ámbitos, dicha regulación y control ya ha perjudicado gravemente la libertad de las empresas y de la mano de obra, y, de hecho, de la ciudadanía en general. Pero la mayoría de las libertades esenciales se mantienen: la propiedad privada, el beneficio privado, los sindicatos, la negociación colectiva, la elección del consumidor y una economía de mercado en la que la competencia determina en gran medida el precio, la calidad y la variedad de los bienes y servicios prestados a los consumidores.

Además del ataque ideológico contra el propio sistema (examinado en el presente memorándum), sus esencias también se ven amenazadas por una tributación injusta, y —más recientemente— por una inflación que ha parecido incontrolable. Pero cualesquiera que sean las causas de la disminución de la libertad económica, la verdad es que la libertad como concepto es indivisible. Como demuestra la experiencia de los países socialistas y totali tarios, a la contracción y la negación de la libertad económica les siguen inevitablemente las restricciones gubernamentales sobre otros derechos preciados. Éste es el mensaje, por encima de todos los demás, que debe llevarse de vuelta a casa para el pueblo estadounidense.

Conclusión

Casi no es necesario decir que las opiniones expresadas anteriormente son provisionales y provocativas. El primer paso debe ser un estudio exhaustivo. Pero esto sería un ejercicio ocioso a menos que el Consejo de Administración de la Cámara acepte la premisa fundamental de este trabajo, es decir, que el mundo de los negocios y el sistema empresarial están en serios problemas, y que el tiempo apremia.

Notas a pie de página (de Powell)

  1. Llamado de varias maneras: el “sistema de libre empresa”, “capitalismo” y el “sistema de ganancias”. El sistema político estadounidense de democracia bajo el imperio de la ley también está siendo atacado, a menudo por los mismos individuos y organizaciones que buscan socavar el sistema empresarial.
  2. Richmond News Leader, 8 de junio de 1970. Columna de William F. Buckley, Jr.
  3. Artículo N.Y. Times Service, reimpreso del Richmond Times-Dispatch, 17 de mayo de 1971.
  4. Stewart Alsop, Yale y el peligro mortal, Newsweek, 18 de mayo de 1970.
  5. Editorial, Richmond Times-Dispatch, 7 de julio de 1971.
  6. Dr. Milton Friedman, Prof. of Economics, U. de Chicago, escribiendo&
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El bienestar se crea en el Mercado

“A medida que los ricos se vuelven más ricos, los pobres se vuelven más ricos”

“La cualidad que hace único al capitalismo es que estructura los incentivos para que la forma de triunfar sea ofreciendo un servicio a las personas que nos rodean.
En todos los demás sistemas, mejoras solo sobornando o apoyando a los que están en el poder: comisarios, reyes o dictadores.
Pero bajo un sistema de libre mercado, se obtienen beneficios al ofrecerles a los consumidores algo que desean”.

Daniel HannanPrager University

En Lampadia somos tercos defensores de la economía de mercado y el libre comercio. Hemos insistido innumerables veces que el capitalismo nos ha traído muchísimos beneficios, ha integrado efectivamente los mercados globales y han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres.

También hemos presentado los datos de Hans Rosling, que demuestran que en los últimos 40 años, en los que se ha duplicado la población mundial, se ha formado una clase media global de 3,000 millones de habitantes y, hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Se estima que en 20 años podamos superar del todo la pobreza. Xavier Sala-i-Martín, afirma que “El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre”. El mundo es hoy un mejor lugar para vivir que hace 50, 30 y 20 años. La pobreza ha disminuido a menos del 10% de la población, y se estima que en 20 años debe desaparecer.

El pensamiento de 7 optimistas informados’, demuestra que el mundo es un mejor lugar para vivir. Ver en Lampadia: 7 Ensayos sobre la Prosperidad, donde destacamos los mensajes de Steven Pinker, Jordan Peterson, Bill & Melinda Gates, Hans Rosling, Xavier Sala-i-Martín, Peter Diamandis y Niall Ferguson.

Ahora, queremos compartir con nuestros lectores un video de Daniel Hannan, un político británico nacido en el Perú (cerca a Lima donde su familia tenía una empresa algodonera), que además es miembro del Parlamento Europeo, representando South East England por el Partido Conservador, y secretario general de la Aliance de European Conservatives and Reformists.

Quizás por haber nacido en el Perú, Hannan describe con cercanía, cómo la globalización y el libre comercio han ayudado a países emergentes como el Perú y Colombia (que menciona en el video) a salir adelante y a emprender su desarrollo como naciones, creando más riqueza para todos, especialmente para los más pobres, quienes están saliendo de su situación de pobreza y entrando a la cada vez más creciente clase media.

Líneas abajo compartimos el video y su transcripción, que explican de una manera sencilla y clara cómo el capitalismo ha ayudado a los ricos a ser más ricos y también a los pobres a que salgan adelante, y por qué es el modelo económico que mejor funciona en el mundo y en nuestra sociedad:

VIDEO: “A medida que los ricos se vuelven más ricos, los pobres se vuelven más ricos”

Daniel Hannan
Transcripción
Prager University
9 de abril de 2018
Traducido y glosado por Lampadia

“Los ricos se están haciendo más ricos y los pobres se están volviendo más pobres”.
“El 1 % de las personas en el planeta tiene la mitad de la riqueza”.
“Las corporaciones occidentales están saqueando a los países en desarrollo”.
“El capitalismo está en las últimas”.

¿De Verdad?

  • La verdad es que la desigualdad global está cayendo.
  • Sí, los ricos se están volviendo más ricos, pero los pobres se están volviendo más ricos más rápido.

¿Y qué está impulsando ese proceso?

El mercado.

Miremos los indicadores más básicos:

  • Alfabetización
  • Longevidad
  • Mortalidad infantil
  • Ingesta de calorías
  • Estatura

Cada vez más personas salen de la pobreza

Pienso en los cambios que yo he pasado en mi vida.

  • Cuando nací, en 1971, un trabajador estadounidense tenía que ahorrar un mes de salario para poder pagar un televisor. Ahora, solo toma dos días.
  • En 1971, menos de la mitad de las niñas de todo el mundo completaban su educación primaria. Ahora, esta cifra es de más del 90 %.
  • En 1971, un automóvil sin moverse emitía más contaminación que un automóvil en la actualidad que se mueve a toda velocidad.

Y, si vamos un poco más atrás…

  • En el siglo XVII, el hombre más poderoso del mundo fue Luis XIV de Francia. Cada noche, le preparaban más de 40 platos para su cena y elegía el que le apeteciera.
  • Pensémoslo: una recepcionista de hoy puede parar en una tienda de camino a casa y tener solo una opción que no solo es más amplia que la del rey, sino una más fresca y más sana.

Todos vivimos mejor que Louis XIV.

¿Qué ha causado ese milagro?

  • No es un programa de desarrollo de las Naciones Unidas.
  • No es ningún plan de ayuda gubernamental.

Lo que lo causó fue el mercado.

Las caídas más rápidas en las cifras de la pobreza están ocurriendo en países que se están uniendo al sistema de comercio global. Si comparamos las tasas de crecimiento:

  • En Colombia, un país con libre comercio, y Venezuela, un país proteccionista;
  • En Vietnam con libre comercio y el proteccionista Laos;
  • Bangladesh con libre comercio y el proteccionista Pakistán.

Es la misma historia todo el tiempo.

China después de 1979, India después de 1991.

Eliminan las barreras al comercio:

  • Los precios bajan
  • Su gente ya no tiene que trabajar cada hora solo para comprar alimentos y productos básicos.
  • Tienen tiempo para inventar, fabricar y comprar y vender otras cosas.
  • Toda la economía es estimulada.
  • La pobreza cae.

OK, podríamos decir, entonces que tal vez el capitalismo funciona; tal vez la gente está mejor.

Pero, ¿no hay un costo?

  • ¿No nos hace más materialistas?
  • ¿No nos vuelve más codiciosos?

Si por “avaricia” nos referimos a un deseo de riqueza material, eso es parte de la condición humana.

Está en nuestro ADN o, dicho de otra manera, está en nuestra naturaleza.

Bajo cualquier sistema: socialismo, comunismo, fascismo, monarquía absoluta, teocracia, la gente quiere más cosas.

La cualidad que hace único al capitalismo es que estructura los incentivos para que la forma de triunfar -la manera de ser “avaro”, si insistimos en usar ese término- sea ofreciendo un servicio a las personas que nos rodean.

En todos los demás sistemas, mejoras solo sobornando o apoyando a los que están en el poder: comisarios, reyes o dictadores.

Pero bajo un sistema de libre mercado, se obtienen beneficios al ofrecerles a los consumidores algo que desean.

Como dijo el economista Joseph Schumpeter, el logro del capitalismo no es proporcionar más medias de seda a las princesas, sino ponerlas al alcance de la vendedora de la tienda.

Entonces, ¿por qué no la vemos?

¿Por qué los jóvenes idealistas y bien intencionados se oponen al libre comercio y la liberalización del mercado, pensando que están defendiendo a las personas más pobres del planeta, cuando de hecho están haciendo lo contrario?

Una gran parte de la respuesta es estética.

Como escribió el novelista victoriano Anthony Trollope: “La pobreza, para ser escénica, debería ser rural”.

Crecí en Lima, Perú, que en aquellos días estaba rodeada de barrios marginales conocidos como las barriadas.

Los visitantes occidentales venían y visitaban Machu Picchu y luego preguntarban con desconcierto por qué la gente emigraría de los Andes a los barrios marginales.

¿Por qué cambiaron el aire limpio y el paisaje de montañas por alcantarillas y humos de tráfico?

Es una pregunta de primer mundo.

  • Ningún peruano necesitó preguntar por qué dejarían un lugar sin electricidad, sin escuelas, sin clínicas y sin trabajos.
  • Esos barrios, esas barriadas, para la mayoría de sus residentes, son transitorios.
  • Son lugares concurridos, zumbando con empresas, y la gente en ellos, siente que están subiendo.

Si queremos ayudar a esas personas, lo mejor que podemos hacer es dejar que nos vendan sus cosas.

El capitalismo ha logrado cosas que antes se atribuían a dioses y magos.

  • Está aboliendo el hambre y la enfermedad.
  • Ha llevado a un enriquecimiento sin precedentes que es el hecho central de nuestras vidas.

El hecho de que estemos viendo este video es suficiente para saber eso.

Ahora, dejemos que funcione su magia en el resto del mundo.

Soy Daniel Hannan de la Universidad de Prager.

Lampadia