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El encanto del déficit fiscal monetizado, y sus límites

Project Syndicate
Oct 28, 2019 
NOURIEL ROUBINI
Glosado por
Lampadia

NUEVA YORK – Una nube de preocupación sobrevoló este mes la reunión anual del Fondo Monetario Internacional. La economía global atraviesa una desaceleración sincronizada, y hay diversas contingencias que de concretarse podrían llevar a una recesión declarada. Algunos riesgos que deberían preocupar a inversores y autoridades económicas incluyen: una nueva escalada de la guerra comercial y tecnológica sino-estadounidense; un conflicto militar entre Estados Unidos e Irán, que repercutiría en todo el mundo; y lo mismo en caso de un Brexit “duro” o de un choque entre el FMI y el próximo gobierno peronista en Argentina.

Pero algunos de estos riesgos pueden perder fuerza con el tiempo. Estados Unidos y China llegaron a un entendimiento tentativo para un acuerdo comercial parcial en “fase uno”, y Estados Unidos suspendió una ronda de aranceles que debía entrar en vigor el 15 de octubre. Si las negociaciones continúan, es posible que también se pospongan o suspendan dañinos aranceles a bienes de consumo chinos previstos para el 15 de diciembre. Además, hasta ahora Estados Unidos se abstuvo de responder en forma directa a actos recientes atribuidos a Irán: el derribo de un dron estadounidense y el ataque contra plantas petroleras sauditas. Es indudable que el presidente estadounidense Donald Trump es consciente de que un encarecimiento del petróleo derivado de un conflicto militar perjudicaría seriamente sus posibilidades de reelección en noviembre del año entrante.

El Reino Unido y la Unión Europea alcanzaron un acuerdo tentativo para un Brexit “blando”, y el Parlamento británico tomó medidas al menos para evitar un abandono de la UE sin acuerdo. Pero el culebrón continuará, probablemente con otra extensión del plazo para el Brexit y un llamado a elección general en algún momento. Finalmente, en Argentina, suponiendo que el nuevo gobierno y el FMI ya reconozcan que se necesitan, de la amenaza de destrucción mutua asegurada podría pasarse a una solución negociada.

En tanto, los mercados financieros vienen reaccionando en forma positiva a la desescalada de riesgos globales y a la ampliación de la política monetaria expansiva por parte de algunos bancos centrales importantes, entre ellos la Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco Popular de China. Pero todavía es sólo cuestión de tiempo antes de que se produzca un shock que provoque una nueva recesión, posiblemente seguida de crisis financiera, por la gran acumulación de deuda pública y privada en todo el mundo.

¿Qué harán las autoridades cuando eso suceda? Hay cada vez más consenso en que su poder de fuego será limitado. El déficit fiscal y la deuda pública ya están en niveles altos en todo el mundo, y la política monetaria se acerca a su límite. Japón, la eurozona y unas pocas economías avanzadas más pequeñas ya tienen tasas de referencia negativas, y todavía llevan adelante una política de flexibilización cuantitativa y crediticia. Incluso la Fed está bajando las tasas e implementando un programa de FC indirecta, a través de su política de apoyo a los mercados de préstamo de títulos a corto plazo (“repo”).

Pero sería ingenuo pensar que las autoridades permitirán que una ola de “destrucción creativa” liquide a cada empresa, banco y entidad soberana “zombis”. Antes bien, estarán bajo intensa presión política en pos de evitar una depresión plena y el inicio de una deflación. De modo que, en cualquier caso, otra desaceleración alentará políticas más “alocadas” y heterodoxas que las que hemos visto hasta ahora.

De hecho, voces de todo el espectro ideológico están convergiendo hacia la noción de que en la próxima desaceleración, un aumento del déficit fiscal financiado mediante su monetización semipermanente será inevitable, e incluso deseable. Desde la izquierda, los proponentes de la “teoría monetaria moderna” sostienen que cuando hay capacidad económica ociosa, la monetización de un aumento permanente del déficit fiscal es sostenible, porque no hay riesgo de inflación descontrolada.

Según esta lógica, el Partido Laborista del RU propuso una “FC para el pueblo”, por la que el banco central emitiría dinero para financiar transferencias fiscales directas a las familias, en vez de a banqueros e inversores. Otros, incluidos economistas más convencionales como Adair Turner, expresidente de la Autoridad de Servicios Financieros del RU, proponen “arrojar dinero desde el helicóptero”: transferir efectivo en forma directa a los consumidores con déficit fiscal financiado por el banco central. Y otros, como el exvicepresidente de la Fed Stanley Fischer y sus colegas en BlackRock, propusieron la creación de un “mecanismo fiscal permanente para emergencias”, que permita al banco central financiar un gran déficit fiscal en caso de recesión profunda.

Pese a las diferencias en terminología, todas estas propuestas son variantes de la misma idea: que el banco central monetice un aumento del déficit fiscal para estimular la demanda agregada en caso de recesión. Para entender este futuro posible, basta pensar en Japón, cuyo banco central en la práctica está financiando un importante déficit fiscal y monetizando un alto cociente deuda/PIB mediante una tasa de referencia negativa, una FC a gran escala y una meta del 0% para el rendimiento de los títulos públicos a diez años.

¿Serán esas políticas realmente eficaces para detener y revertir la próxima recesión? En el caso de la crisis financiera de 2008, que se produjo como consecuencia de un shock negativo de la demanda agregada y una contracción crediticia que afectó a agentes faltos de liquidez pero solventes, un estímulo monetario y fiscal masivo y el rescate del sector privado tenían sentido. Pero ¿qué ocurre si la próxima recesión se produce como consecuencia de un shock negativo permanente de la oferta que provoque estanflación (freno al crecimiento con aumento de inflación)? Que no es otro el riesgo implícito en una desconexión comercial entre Estados Unidos y China, el Brexit o la presión alcista persistente sobre el precio del petróleo.

La expansión fiscal y monetaria no es una respuesta adecuada a un shock de oferta permanente. La adopción de esa clase de políticas en respuesta a los shocks petroleros de los setenta produjo inflación de dos dígitos y un aumento marcado y peligroso de la deuda pública. Además, si como resultado de una desaceleración algunas corporaciones, bancos o entidades soberanas quedan insolventes (no sólo faltas de liquidez), no tiene sentido mantenerlas con vida. En esos casos, hacer a los acreedores partícipes del rescate (mediante reestructuraciones y quitas de deudas) es más adecuado que un rescate “zombificador”.

En síntesis, una monetización semipermanente del déficit fiscal en caso de otra desaceleración puede, o no, ser la respuesta adecuada de las autoridades. Todo depende de la naturaleza del shock. Pero como a las autoridades se las presionará para que hagan algo, que se adopten medidas “alocadas” será inevitable. La cuestión es si harán más mal que bien a largo plazo.

Traducción: Esteban Flamini

Nouriel Roubini, Professor of Economics at New York University’s Stern School of Business and CEO of Roubini Macro Associates, was Senior Economist for International Affairs in the White House’s Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund, the US Federal Reserve, and the World Bank.




Un mensaje para nuestros queridos jóvenes

Un mensaje para nuestros queridos jóvenes

Hace solo diez años el 86% de nuestros jóvenes pensaba emigrar al extranjero en búsqueda de un mejor destino del que veían en su patria. Probablemente no existe un peor indicador de la salud de una nación que ese terrible drama.

Pero no solo eran los jóvenes los que pensaban dejar el Perú. Como podemos ver en el siguiente gráfico, según mediciones de Apoyo Opinión y Mercado, en el 2004, el 77% de los peruanos consideraba la posibilidad de emigrar (cuando todavía estábamos saliendo de la recesión del 98). Solo unos pocos puntos porcentuales más que en el nefasto año del shock de Fujimori, en el que tuvimos que pagar de un porrazo buena parte de las consecuencias de los malos gobiernos de las tres décadas anteriores.

Es muy importante preguntarse a dónde pensaban entonces nuestros jóvenes que podían tener una vida mejor. La gran mayoría de ellos imaginaba su futuro en los EEUU, España e Italia (antes de la crisis europea). No pensaban en Cuba, ni en la Venezuela chavista, se proyectaban a economías de mercado donde estarían básicamente solos. Tendrían que trabajar duro, sin amigos ni familiares que los ampararan o acompañaran. Un tremendo reto y una muestra de gran valor individual.

Tres millones de nuestros compatriotas llegaron a irse del país. Ellos son hoy día un ejemplo de la verdadera naturaleza de los peruanos: no se pasan las luces rojas, respetan las leyes, educan a sus hijos, participan honradamente en la política de los países que los acogen y envían regularmente dinero a sus familiares en el Perú (US$ 3,000 millones anuales). Nunca nos olvidemos de que lo malo en el Perú no somos los peruanos, sino el SISTEMA.

Hoy día nuestro país flaquea nuevamente: la economía casi no crece, la inversión pública y privada están de retroceso, hemos perdido confianza en el futuro, nuestros políticos están enfrascados en peleas de callejón y nadie marca un norte que ofrezca una pronta recuperación. Además se acercan unas elecciones generales en las que nadie parece representar lo que nuestros inteligentes y esforzados jóvenes necesitan para ser ciudadanos del mundo, para que puedan desarrollarse siendo iguales o mejores que los jóvenes de cualquier otro lugar. Como ha indicado hace pocos días el estudioso Rolando Arellano, ningún político le habla a los jóvenes.

Evidentemente, si esta situación no cambia pronto, volveremos a sufrir la posibilidad de perder a nuestros jóvenes allende las fronteras.

Entonces, pensemos nosotros qué necesitan nuestras juventudes para no tener que emigrar: en Lampadia nos parece que lo adecuado es que se les ofrezca lo que pensaban encontrar en EEUU, España o Italia: la posibilidad de transformar su esfuerzo personal en prosperidad, predictibilidad y una mejor vida para sus hijos. Si este desarrollo se da al costado de sus familiares y amigos, con su comida y su música, podríamos ofrecerles algo aún mejor que lo que obtendrían en el exterior.

Alguien podría afirmar que nuestra juventud está enrolándose en manifestaciones y protestas, por ejemplo por una ley que nadie les explicó ni les dejó mejorar (como la ley pulpín). Pero, seguramente, a la hora que cada joven comprometa su vida y proyecte su futuro, harán el mismo reclamo de Viviana Nina Calizaza, que en marzo del 2010, en una audiencia organizada por El Comercio en Moquegua, protestó diciendo en voz alta: “Tenemos hambre de progreso”. Ver el recorte del evento más abajo:

Es pues evidente que un joven ambicioso, en el buen sentido de la palabra, va a optar siempre por el progreso. Eso es precisamente lo que estábamos construyendo en el Perú hasta el punto de inflexión del 2011, con el inicio del gobierno del Presidente  Ollanta Humala, momento en que se inicia la ralentización de nuestro crecimiento. (Ver en Lampadia: Las Cifras de la Prosperidad y En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo).

No podemos ofrecer a nuestros jóvenes un futuro fácil sin su compromiso personal. Pero si podemos ofrecerles un país del que puedan estar orgullosos por sus realizaciones económicas y sociales, un país en el que puedan desarrollarse como los mejores jóvenes del planeta, donde puedan progresar y dar a sus futuros hijos oportunidades aún mejores que las de ellos.

Pero, para que ello sea posible, tendrán que esforzarse y sudar como lo hubieran hecho afuera. Pero no solo eso, también tendrán que entender  que la novelería política no es suficiente para construir un futuro de prosperidad. Para los grandes logros, se necesita realismo, mente abierta, aprender de las  experiencias de otros países y una estrategia que permita dar la lucha por el futuro en mejores condiciones. (Ver en Lampadia: Visión estratégica de la coyuntura peruana)

Un último ‘pero’: ningún joven debería inhibirse de participar en  las tareas que faltan en el Perú (que no son pocas) pues “El Perú es un país en construcción”, y ya es hora que terminemos la obra. Lampadia




Debilidades para enfrentar otra crisis

Debilidades para enfrentar otra crisis

Un reciente artículo de The Economist titulado “Cuidado – La Economía Mundial” trae a la luz una evaluación de riesgos muy realista, enfocándose en la lenta velocidad de recuperación de la economía mundial  en comparación con la capacidad suficiente para soportar una próxima crisis. Afirma que la deuda griega parece ser un rezago de la crisis financiera del 2008. 

A pesar de la gran recuperación de la economía desde la crisis, todavía permanecen muchas fragilidades. Europa está lleno de deudas (más aún con la grave situación de Grecia y la zona euro), Japón no puede permitir que siga aumentando el problema de la inflación y las perspectivas para los países de América Latina no son optimistas. Según el FMI, el PBI de la región aumentó sólo 1.3 % en 2014, muy por debajo del promedio de 4.2% que experimentó entre 2004 y 2013. Este año, los analistas esperan que el crecimiento sea de tan sólo 0.9 %.

Dada la débil situación en la que se encuentran tantas grandes economías (La relación promedio entre deuda y PBI de los países ricos ha aumentado en 50% desde 2007), The Economist afirma que están mal preparadas para manejar una recesión.

Para entender la precaria situación de estos países, más abajo compartimos otro artículo de The Economist que muestra una herramienta sencilla y práctica (creada por ellos) para estimar el espacio fiscal para varios países desarrollados.

Se asigna una nota para cada componente de las herramientas macro: Cada nota tiene un máximo de 100. 100 significa espacio fiscal total, y 0 que no hay espacio fiscal en lo absoluto. A la tasa de interés se le asigna un valor de 100 cuando ésta es > 10%, y 0 cuando es 0.

En la actualidad las tasas de interés están más cerca de 0% que a 10%.Es interesante recordar que la tasa de la FED era de 6% antes de 2001, y ahora es el 0.13%. Hoy en día casi todos los países tienen una tasa de interés de entre 0 y 1%. No se puede esperar casi nada de “margen de maniobra” por la parte monetaria. Es poco probable que las tasas de interés de los bancos centrales aumenten mucho en el futuro.

Que la expansión fiscal proporcione un estímulo en caso de crisis económica está limitada por tres factores: el volumen de la deuda (la suma de los déficits pasados), los déficit fiscales reales y esperados y la relación del gasto público con el PBI (no considerada por The Economist).

Existe un límite al gasto público: mayor es la proporción, menor será el margen de intervención para una política fiscal activa. En general, un alto gasto se acompaña de una alta presión fiscal, y las personas empiezan a rechazar cualquier aumento de impuestos por encima de un cierto límite.

Se deben tomar medidas al respecto, mediante el fomento (por parte de los gobiernos) de la inversión privada y reformas laborales. Solo así se podrá preparar a las economías para que estén en mejores condiciones de hacer frente al próximo shock.

 

Cuidado: La economía mundial

Publicado por The Economist el 13 de junio del 2015

Traducido y glosado por Lampadia

 

Es solo cuestión de tiempo antes de los próximos golpes de recesión. El mundo rico no está listo.

La lucha ha sido larga y ardua. Pero mirando a través de las maltrechas economías de los países ricos es el momento de declarar que se ha ganado la lucha contra el caos financiero y la deflación. En 2015, el FMI dice que por primera vez desde 2007 cada economía avanzada se expandirá. El crecimiento del mundo rico debería exceder el 2% por primera vez desde 2010 y el banco central de EE.UU. probablemente elevará sus bajísimas tasas de interés.

Sin embargo, la economía mundial todavía se enfrenta a peligros, que van desde la saga de la deuda griega hasta los mercados inestables de China. Tarde o temprano, las autoridades se enfrentarán otra recesión. El peligro es que, después de haber agotado su arsenal, los gobiernos y los bancos centrales no tendrán munición para luchar contra una eventual situación similar. 

El humo se despeja

Las buenas noticias provienen de EE.UU., que lidera el denominado grupo del mundo rico. Los datos más recientes, incluyendo las crecientes ventas de vehículos y otra serie de cifras de robusto empleo, muestran que el ritmo de crecimiento se recupera. Las empresas sumaron 280 mil nuevos trabajadores el mes pasado [mayo]. Los jefes están finalmente pagando más para encontrar los trabajadores que necesitan.

En otras partes del mundo rico, las cosas también están repuntando. En la Zona Euro, el desempleo cae y los precios están subiendo de nuevo. La recuperación de Gran Bretaña ha perdido un poco de impulso, pero el fuerte crecimiento del empleo sugiere que la expansión continuará. Japón rugió en el primer trimestre, creciendo 3,9% respecto de igual periodo del año anterior. Una recuperación de base amplia y persistente no es casualidad.

Las fragilidades inevitablemente permanecen. Europa está lleno de deudas y de la dependencia en las exportaciones. Los países emergentes, que representaron la mayor parte del crecimiento en los años posteriores a la crisis, han visto mejores días. En tanto, pobres datos comerciales sugieren que el crecimiento de China podría estar desacelerándose más rápido de lo que el gobierno desea.

Si alguna de estas preocupaciones provoca una recesión, el mundo estará en una posición complicada para hacer algo al respecto. Rara vez tantas economías grandes han estado tan mal preparadas para manejar una recesión, cualquiera que sea su procedencia. La relación promedio entre deuda y PBI de los países ricos ha aumentado en 50% desde 2007.

El campo de la política monetaria es aún más estrecho. Cuando los bancos centrales se enfrenten a su próxima recesión, se arriesgaran a no tener prácticamente ningún espacio para impulsar sus economías mediante la reducción de las tasas de interés.

La respuesta lógica es volver a la normalidad rápidamente. Cuanto más pronto las tasas suban, más pronto los bancos centrales recuperarán el espacio para recortarlas de nuevo cuando el problema se presente. 

Sin embargo, aumentar las tasas mientras que los salarios están planos y la inflación muy por debajo de los objetivos de los banqueros centrales genera el riesgo de que las economías vuelvan a estar de nuevo al borde de la deflación, precipitando la recesión.

Debido a que la recuperación de EE.UU. es más fuerte, es ahí donde se concentra el debate más feroz sobre qué tan rápido se debe volver a la normalidad en cuanto a política monetaria.

La mejor defensa

Los gobiernos también pueden hacer su parte. Todavía ha sido vergonzosamente pequeño el crecimiento de la inversión en infraestructura. La OCDE tenía razón al castigar al ministro de Finanzas de Reino Unido, George Osborne, por la escala y el ritmo de sus propuestas de gasto público. El crecimiento es mejor que la austeridad como política para mantener las deudas bajo control. Los gobiernos deberían, en cambio, dirigir sus energías hacia las reformas pendientes en los mercados de productos y de trabajo. Los mercados abiertos de productos fomentan la empresa. La libertad de contratar trabajadores bajo contratos flexibles es la mejor manera de mantener a la gente fuera del desempleo. Ambas reformas preparan a una economía para estar en mejores condiciones para hacer frente al próximo shock.

Después de haber luchado contra los efectos de la crisis financiera, los gobiernos y los bancos centrales están comprensiblemente ansiosos por volver a la normalidad. La manera de lograr su objetivo es permitir que la recuperación cobre fuerza.