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Requisitos para entrar en política

Requisitos para entrar en política

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

A lo largo de la historia, encontramos figuras mitológicas de dos cabezas y dos caras, Hidra Lerma en la mitología griega y Janus en la romana. En el Perú, también hemos desarrollado nuestro personaje bicentenario de dos cabezas; una moderna, pragmática, que anhela resolver la dramática crisis sanitaria, económica, política y de valores, a través de una gestión eficiente y lograrlo lo más pronto posible y otra, para quien la variable tiempo no es una restricción y que, así como se tomó 20 años para infiltrar nuestro Estado y aletargar nuestro sistema educativo y de salud, para atontar a la población hasta lograr su voto, tampoco le preocupa el tiempo para mejorar nuestra sociedad, por lo que sólo usa el tema socioeconómico como bandera de lucha, puesto que su objetivo es político, estatista, controlista y para ello, prioriza el cambio de la Constitución, postergando lo urgente.

Me atrevo a hacer esta afirmación, porque el partido Perú Libre no presentó jamás un Plan de Gobierno, tal como manda la ley electoral, sino sólo un ideario, que plantea su Visión de país (con una mirada y pensamientos de mediados del siglo XX), pero no cómo resolver, en el plazo más breve posible, los problemas que aquejan a nuestra sociedad. Obviamente, no dice; cómo se debe encarar nuestra crisis sanitaria, ni cómo reactivar nuestra economía, tampoco cómo crear más empleo digno y permanente, ni cómo alcanzar una sociedad más igualitaria, creando más riqueza y redistribuyendo eficientemente el ingreso.

Escucho comentarios de algunos amigos, diciendo que no debemos discutir sobre ideología partidaria, puesto que resultaría absolutamente inconducente y le he estado dando vueltas al concepto. Es cierto que, una discusión política entre dos personas que tienen diferente ideología política no tiene sentido, pues cada quien resaltará las cosas positivas de su pensamiento y no verá el lado negativo de las mismas, pero esto es válido entre dos personas íntegras, cuyo objetivo es maximizar el bienestar de la sociedad, respetando los derechos individuales del ser humano.

Nuestro problema principal no es tanto las ideas políticas, como sí lo son las personas que entran en política. Aquellas personas que quieren intervenir en la cosa pública y que, ciertamente no pasan por ningún tamiz ético, moral, de valores y educativo. Estos no son idealistas, sino, mayoritariamente “pendencieros” que quieren servirse de una posición en el Estado, que les permita lucrar y medrar a partir del uso de la cuota de poder que les pueda alcanzar. Ya hemos visto cómo, en muy corto plazo, una serie de presidentes, congresistas, gobernadores regionales y alcaldes, se han enriquecido y han usado de su influencia política local o regional para evadir la justicia. También podemos ver por estos días, cómo algunos oscuros personajes pretenden ser congresistas o asesores de estos, ministros o lo que sea, pero que les dé alguna cuota de poder y se aúpan al entorno del recientemente proclamado presidente.

Dicho esto, los invito a revisar las virtudes que una persona íntegra debe poseer, teniendo en mente a los personajes que hemos tenido en la galería electoral y a quienes finalmente fueran, en estas últimas elecciones, los candidatos de su preferencia:

  • Que sea una persona leal que cumple su palabra, no alguien que haga ofrecimientos en campaña política, sabiendo que no podrá cumplirlos.
  • Que posea control emocional y maneje sus actitudes y comportamiento ante los demás. Nadie es perfecto, pero un líder debe tener control sobre sus emociones negativas, el estrés, la ansiedad, ira y rencor, para fortalecer las emociones positivas, como el coraje, la serenidad y el perdón.
  • Que sea honrado, honesto y que merezca ser depositario de la confianza. En política, mucha gente inescrupulosa, especialmente los adversarios, tratarán de dañar honras y la única protección, es una bien forjada reputación.
  • Que tenga disciplina personal, moderación, control y dominio propio. Sólo los disciplinados pueden aspirar al logro de objetivos superiores a futuro.
  • El que aspira a ser un líder, debe ser coherente entre lo que piensa, dice y hace. Actúa acorde a sus principios y valores morales y se mantiene firme en defensa de sus convicciones. Sabe que debe defender y mantener incólume su honor y su honra, pues ese es su principal activo personal.
  • El respeto a sí mismo y a los demás es fundamental. Quien siempre honra sus compromisos, respeta a los demás, es transparente y da ejemplo de esas virtudes, se convierte en un referente para la sociedad. Sólo deben entrar en política, quienes estén dispuestos a ser una guía para sus seguidores y partidarios.
  • Las personas íntegras, tienen como ley de vida el actuar con responsabilidad. Cuidan sus talentos y los ponen al servicio del bien de la sociedad, para que todos podamos crecer y progresar como individuos y como nación.

Yo me pregunto ¿Cuántos candidatos presidenciales han cumplido con estos atributos? ¿Cuántos pasarían la prueba de honradez, honestidad, lealtad, control emocional, coherencia, transparencia, respeto e integridad? ¿Cuántos han ofrecido aquello que razonablemente podrán cumplir?

Hoy tenemos un presidente proclamado y 130 congresistas asumiendo funciones. ¿Alguno de ellos ha tenido la honestidad de preguntarse, si además de cumplir los requisitos antes mencionados, está preparado para cumplir con responsabilidad la tarea que tiene por delante? Parte de la honestidad y respeto a los demás, consiste en tener y demostrar que cuenta con la inteligencia, conocimiento y experiencia, que le permitan asegurar al Perú un camino y destino exitosos durante este lustro.

Los abuelos decían; “dime con quién andas y te diré quién eres”. Al escribir esto, se viene a la mente el grupo delictivo “Los dinámicos del centro”, liderados por un sentenciado que, según el proclamado presidente, “no sería ni portero de alguna dependencia pública” y que hoy vemos con preocupación, que asume un rol protagónico. Ya pareciera que está organizando a “Los dinámicos del Perú”.

Quisiera darle al señor Castillo el beneficio de la duda, pero no veo que, él ni sus acompañantes, pasen el tamiz que hemos mencionado.

Espero que el Señor de los Milagros nos haga uno por el Bicentenario. Lampadia




El maltrato hacia los médicos a nivel internacional

El maltrato hacia los médicos a nivel internacional

En contra de la que debiera ser la profesión más valorada en tiempos de pandemia, ha resultado ser de las más vulneradas tanto física como psicológicamente en buena parte del mundo rico y del emergente.

Un reciente artículo publicado por The Economist (ver líneas abajo) muestra cómo en países como Australia, China, EEUU, el Reino Unido y la India, resulta cada vez más sacrificada la carrera médica por el creciente e histórico maltrato que ha tenido la sociedad civil hacia ella, una queja que se encuentra más bien asociada al fracaso integral de los sistemas de salud pública.

Lo que es peor estos ataques han sido amplificados en estos países por la presente crisis, la cual induce a la discriminación hacia todo el personal de salud arraigado por la presunción de ser portadores del nuevo coronavirus.

Felizmente en nuestro país no se han presentado hasta ahora casos de violencia hacia la profesión médica; por el contrario, se ha observado en las últimas semanas a una ciudadanía que ha mostrado mucho respeto hacia ellos, un hecho que debe destacarse a la luz de la experiencia de los países anteriormente mencionados.

No debiéramos pues escatimar en seguir salvaguardando y valorando a nuestros doctores, los cuales, a pesar del colapso de los hospitales y demás centros de salud públicos a nivel nacional, se encuentran actualmente arriesgando su propia vida y la de sus familias para dar pronto tratamiento a los pacientes que desarrollan síntomas más graves por el covid 19. Lampadia

Amenazas médicas
Los trabajadores de la salud se convierten en objetivos inesperados

El daño en ellos puede durar mucho después de que la pandemia haya disminuido

The Economist
11 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Uno fue golpeado en la cara en un autobús de Chicago. Dos fueron apedreados por una multitud en la ciudad india de Indore. Cinco hombres rociaron con lejía a otro en Filipinas. Al menos 21 en México han sido agredidos. En un momento en que los políticos los elogian y los ciudadanos confinados en sus hogares los aplauden con aplausos e imágenes de arcoíris, los médicos, las enfermeras y otros trabajadores de la salud de todo el mundo se encuentran bajo amenaza de ataques violentos y bajo una terrible tensión psicológica. Desde Australia hasta China, los gobiernos y los hospitales han tenido que tomar medidas extraordinarias para garantizar la seguridad de su personal, incluso mientras luchan por controlar la pandemia mundial.

El covid-19 ha dejado a los trabajadores de la salud más visibles —y vulnerables— que nunca. Con un tercio de la humanidad encerrado en las últimas semanas, son algunos de los únicos viajeros en las carreteras o el transporte público, conspicuos en matorrales de colores brillantes o túnicas blancas. Los médicos son objetivos fáciles para los frustrados, agraviados o asustados. Los ataques a menudo se tratan como incidentes aislados, pero resaltan un problema creciente: los sistemas de atención médica en todo el mundo han tenido problemas en los últimos años, tanto con el aumento de la violencia como con el costo psicológico del personal.

Las cifras son claras. La Organización Mundial de la Salud estima que hasta el 38% de los médicos en todo el mundo han sufrido violencia física en algún momento de sus carreras. En muchos lugares es peor. En 2019, uno de cada siete empleados del NHS en Inglaterra dijo que habían sido atacados físicamente por un paciente o un miembro del público en los últimos 12 meses. Uno de cada tres médicos australianos reportó abusos similares en el período de un año. Más del 75% de los médicos de la India dicen que han enfrentado la amenaza de violencia en el trabajo. Después de que una doctora fuera asesinada a puñaladas en un hospital de Beijing a fines de 2019, China introdujo una nueva ley que prohíbe las amenazas contra los trabajadores médicos.

El miedo al contagio, amplificado por la desinformación, parece estar provocando más violencia durante la pandemia. A menudo, los ataques físicos van precedidos de ataques verbales, ya que los médicos y las enfermeras son señalados por supuestamente propagar la enfermedad. Otros parecen nacidos de la frustración. El personal de los hospitales en Australia informó que los pacientes ansiosos tosieron y escupieron deliberadamente mientras esperaban para hacerse la prueba de la enfermedad.

Sin embargo, los problemas más profundos dejan a los médicos y enfermeras vulnerables a los ataques. En muchos países, las percepciones de los médicos se han deteriorado en las últimas décadas. China terminó con los subsidios estatales para sus hospitales en la década de 1990, luego de lo cual se comercializaron rápidamente. Esto condujo a una disminución de la confianza, ya que se sospechaba que los médicos se preocupaban más por ganar dinero que por cuidar a sus pacientes. Un fenómeno similar se ha visto en la India. Ciertamente, algunos médicos han abusado del sistema. Pero los tropos de médicos corruptos y negligentes se han convertido en narraciones fáciles de recurrir para políticos y medios de comunicación sensacionalistas. En los países donde las personas carecen de fe en el sistema de justicia, los ataques en los hospitales pueden atraer a los pacientes que sienten que nunca podrán pasar el día en la corte. Una clase media en expansión en todo el mundo ahora exige más de los profesionales médicos de lo que pueden dar. Incluso la arquitectura de los hospitales modernizados, como las salas de emergencia a las que se puede acceder fácil y rápidamente, también los hace más vulnerables a los ataques.

En respuesta, los sistemas de salud han tomado medidas extremas para proteger a su personal. Algunos hospitales en China ahora les enseñan defensa personal. El gobierno de la India actualizó las leyes en abril para negar la fianza a los acusados de violencia contra el personal de atención médica. Algunas salas de emergencia en EEUU han instalado detectores de metales. Y los administradores en Australia han comenzado a decirle al personal que no use sus uniformes médicos fuera de los hospitales.

Estas preocupaciones se suman al costo mental y emocional que la pandemia está exigiendo. En las zonas más afectadas, muchos médicos trabajan incluso más horas de lo habitual. Los trabajadores de primera línea tienen un alto riesgo de contraer covid-19, empeorado por la escasez crónica de equipos de protección personal. Muchos han perdido colegas por el virus. Algunos, temerosos de infectar a sus seres queridos, se han aislado de sus familias durante largos períodos de tiempo. En un estudio de 1,257 trabajadores de la salud que trataron a pacientes de covid-19 en China en el apogeo de la crisis del país, más del 70% experimentó angustia psicológica. Y en varios países, médicos y enfermeras han sido despedidos o amenazados después de hablar sobre el liderazgo deficiente y la falta de equipos. En Rusia, tres médicos se han caído de las ventanas del hospital después de presentar quejas públicas; dos de ellos murieron. Los medios locales informaron esto como accidentes o suicidio.

El trabajo de salud puede ser difícil en el mejor de los casos. Más del 40% de los médicos estadounidenses experimentaron síntomas de “agotamiento”, caracterizados por agotamiento emocional, abstinencia y escepticismo, en 2019. Según el Dr. Colin West de la Clínica Mayo en Minnesota, el agotamiento a menudo se debe al exceso de trabajo, el estrés y la burocracia que limita la interacción con los pacientes; los médicos se sienten menos capaces de ayudar a quienes están a su cuidado.

La pandemia ha creado horrores agudos. En algunas áreas, la falta de recursos significa que los médicos han tenido que racionar la atención vital. En Italia, donde el 10-25% de los pacientes hospitalizados con covid-19 requirieron ventilación, a veces durante varias semanas, hubo informes de médicos que lloraban en los pasillos por las decisiones que tenían que tomar. Muchos han hablado sobre el dolor de ver a los pacientes morir solos. Dichos traumas pueden causar “daño moral”, el término utilizado para la angustia psicológica causada por la acción, o la inacción, que viola las creencias de uno. Aplicada por primera vez a la experiencia de ciertos soldados en tiempos de guerra, la lesión moral puede contribuir a problemas como la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Los médicos que luchan pueden encontrar ayuda difícil de encontrar. En todo el mundo, los médicos y las enfermeras se quitan la vida a tasas significativamente más altas que la población general. La Dra. Clare Gerada, quien preside “Doctors in Distress “, una organización benéfica británica, atribuye el problema, en gran parte, a la falta de tiempo y espacio que se les brinda a los médicos y enfermeras para discutir el impacto emocional de sus trabajos.

Muchos funcionarios de salud, conscientes de la presión sobre los médicos, han tratado de proporcionar líneas de ayuda y otro tipo de apoyo. Muchos expertos temen que tales medidas se eliminen una vez que se reanude el servicio normal. El Dr. Andrew Molodynski, un psiquiatra que supervisa la política de salud mental de la Asociación Médica Británica, señala que muchas afecciones como el TEPT requieren un tratamiento cara a cara constante. El daño económico sufrido durante la crisis dificultará la provisión de dicho tratamiento y otros cuidados de salud mental a largo plazo.

Incluso cuando los casos de covid-19 caen, es probable que la carga de trabajo de los médicos se mantenga alta, ya que los hospitales se esfuerzan por proporcionar la atención suspendida durante la respuesta al covid-19. La amenaza de violencia solo aumentará la carga. Para aquellos que atacarían a los médicos, Brad Hazzard, el ministro de salud de Nueva Gales del Sur, lo resumió sin rodeos. “Cuando vea que esa persona con uniforme en un hospital podría estar colocando un tubo en la garganta para mantenerlo con vida, desearía no haber hecho lo que hizo”. Lampadia




Respeto a la institucionalidad

Respeto a la institucionalidad

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Para que una nación pueda desarrollarse adecuadamente, es fundamental que todos sus ciudadanos (y las autoridades no son de una especie diferente) respetemos la institucionalidad.

Nuestra Constitución establece que contamos con tres Poderes del Estado; el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Adicionalmente contamos con organismos con rango constitucional y funciones específicas. Si bien las instituciones a que nos queremos referir no son sólo las mencionadas, es importante este ejercicio descriptivo para que todos podamos comprender que cada quien tiene sus fueros, funciones establecidas, responsabilidades y forma de interrelacionarse.

Nuestra estructura de poderes se asemeja mucho, en el fondo, a las establecidas alrededor del mundo y el respeto a tal estructura y a las relaciones que debe darse entre ellas, se le denomina institucionalidad.

En cualquier institución es fundamental tener claro qué debe hacer, pero lo más importante es que sus miembros tengan más claro; qué NO debe hacer y así concentrar sus esfuerzos para el logro de sus objetivos.

Por ejemplo, el Poder Judicial tiene sus responsabilidades con una mirada enfocada en el pasado. A partir del trabajo, seriedad y probidad con la que sus miembros, jueces y fiscales se conduzcan, generarán no sólo un efecto punitivo y correctivo a los ciudadanos que hayan delinquido, sino que sus investigaciones, acusaciones y sentencias, generarán un impacto educativo en la ciudadanía y conciencia colectiva de la Nación. Por eso es tan importante que sus miembros sean de la mejor calidad moral y preparación profesional. Es universal el concepto que, a los fiscales se les conoce por la calidad de sus investigaciones, la solidez de sus acusaciones y, a consecuencia de estas, por el número de sentencias logradas. Del mismo modo, a los jueces se les conoce por la debida y equilibrada evaluación de las pruebas y la justa aplicación de la ley. De ahí que se repite que; ¡un Juez habla a través de sus sentencias!

Lo inadecuado es que fiscales y jueces se expongan mediáticamente, filtren información, discutan los casos a su cargo con los periodistas y pretendan jugar un rol político. Lo peor es que lo dicho anteriormente ha dado pie a “periodistas”, con apoyo de dueños de medios, a influir con sus comentarios en la opinión pública, para luego hacer pequeñas encuestas que, oh cosa curiosa, van en la dirección de lo reiterado por los comentaristas, para finalmente presionar a los tribunales en uno u otro sentido en sus sentencias. Más criticable aún, si los miembros del Ejecutivo y del Legislativo hacen de su comidilla con los “periodistas”, una inadecuada generación de corriente de opinión política sobre un caso judicial. Claro ejemplo de lo que NO se debe hacer. No es casualidad que en países desarrollados esté ABSOLUTAMENTE PROHIBIDO grabar, tomar fotos y menos filmar los juicios, cosa que en el Perú es práctica común y parece cosa de gracia.

El poder Legislativo cuyas funciones son; representar, legislar y fiscalizar, tiene la obligación de respetar y hacer respetar sus fueros. Los legisladores deben, entre otras cosas, estudiar seria y profundamente las oportunidades de mejora de la Nación en su conjunto y de los distintos grupos de interés de la sociedad. Plantear iniciativas legislativas que promuevan el crecimiento de nuestro país y la posibilidad de mejora de los ciudadanos con menores oportunidades; cerrando brechas de infraestructura para mejorar la salud, educación, seguridad e impartir justicia.

El poder Legislativo debe también fiscalizar al Ejecutivo en el manejo de los recursos; económicos, humanos y logro de resultados. Los legisladores deben actuar como un Directorio que verifique una adecuada ejecución de los planes y logro de los objetivos planteados, aplicación correcta y oportuna de los recursos económicos bajo estrictas normas legales, morales y éticas. Pero lo que NO debe hacer, es dedicarse a investigaciones que pretendieran competir con las atribuciones propias del sistema judicial. La fiscalización que les corresponde es la de la conducción del país y no la fiscal-policial, pero claro, eso no da cámaras ni notas periodísticas.

Mención especial merece la situación anómala que vive el Perú desde que se disolvió el Congreso y quedó en funciones la Comisión Permanente del Congreso. De un lado por el ATREVIMIENTO del Ejecutivo de “ningunear” a la Comisión Permanente, como si nosotros los ciudadanos y nuestros representantes hubiéramos dejado de existir y no tuviésemos nada que opinar respecto de los actos del Ejecutivo. Pero, no menos grave es la posición asumida por los miembros de la Comisión Permanente, de no analizar los “Decretos de Urgencia” aprobados por el Ejecutivo y discutirlos y ventilarlos ante la opinión pública, para que todos seamos conscientes de lo que este Ejecutivo está haciendo.

Si además incluimos el mamarracho de reforma política que se trata de introducir, después de una campaña de destrucción de la imagen de la clase política (como si los del ejecutivo no fueran parte) y del Congreso durante un año y medio, hasta su disolución. No nos sorprendamos hoy del absoluto desinterés de la ciudadanía por estas tontas elecciones congresales.

El poder Ejecutivo por su parte, tiene fundamentalmente la responsabilidad de fijar los objetivos nacionales y planes de ejecución para el periodo de su mandato y llevar a cabo tal ejecución, con reporte periódico del avance del plan. Ya se ha dicho que, “un objetivo sin un plan es sólo una ilusión” y debe ser medible para poder controlar su avance. Sin lo anterior es imposible premiar o sancionar a los responsables.

¡Aquí tenemos otro vacío de institucionalidad! El presidente se ha paseado por meses pechando al Legislativo, mientras lo tuvo al frente, y está tratando de construir, vía elecciones convocadas, un Congreso más débil, pusilánime y obsecuente que el anterior. Tiene embobada a la población, que aún no se da cuenta que la han utilizado como a un niño cuando le muestran y ocultan las figuritas. El presidente no ha fijado objetivos de su gobierno, no ha diseñado un plan para ejecutarlo y menos ha fijado un cronograma de ejecución para rendir cuentas…, al punto que, al final del año 2019 ha reducido el Presupuesto Institucional Modificado (PIM), para reducir la meta de inversión pública y no quedar tan en ridículo por su incapacidad para ejecutar los proyectos públicos (su tarea principal) que tanta falta hacen a los más pobres del Perú. Hasta la fecha lo único que ha hecho es criticar al Legislativo y al Judicial; a los primeros por “obstruccionistas”, como si, por ejemplo, la no reconstrucción con cambios del norte, tras casi tres años del evento les fuera atribuible, o al Judicial politizando la labor de jueces y fiscales.

Más lamentable aún es que no hayamos sido capaces de avanzar en estos años, ni siquiera con la fijación de objetivos para un progreso económico que permita asegurar que seguiremos reduciendo pobreza a nuestro ritmo potencial. No hemos sido capaces de generar confianza en los agentes económicos, para atraerlos al Perú, aprovechando la debilidad de los demás países del continente. El mensaje auto-complaciente ha sido, en cambio, el denominador común desde el inicio del gobierno de Humala, seguido de una increíble incapacidad de gobernantes y legisladores desde el año 2016 hasta la fecha, para construir un Perú más próspero para nuestros hijos y nietos. A estas alturas ya no sé quiénes fueron más incapaces desde el año 2011 a la fecha, pero son responsables tanto Ejecutivo, como Legislativo y Judicial.

A falta de ideas claras, no se les ocurre mejor cosa que tontear con la mala e inconclusa reforma política mencionada y una (quisiera equivocarme) peor reforma judicial, que, tras un año y medio y dos procesos fallidos, no logra seleccionar siete miembros aceptables para la Junta Nacional de Justicia. Nuevamente, el Ejecutivo no ha actuado en lo que debía, sino que ha intervenido y mal, en lo que no debía.

Peor aún, no sólo este gobierno sino los de un par de décadas atrás, no han sido capaces de plantear una visión al 2050, consensuada con los actores relevantes del país, no tenemos definida una estrategia de largo plazo y no hemos sido capaces de convocar y promover inversión conducente a ella, para continuar reduciendo la pobreza, dar oportunidades de educación, salud y trabajo y además brindar seguridad y justicia.

En el ejecutivo no hay vocación de gobierno y el presidente y sus ministros no saben para qué ocupan los puestos que ocupan y no comprenden siquiera sus roles. Pero, en fin, creo que es tiempo de seguir a Sócrates y aplicar su mensaje; “El secreto para el cambio es concentrar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo”.

Creo que, a menos que el presidente haga un claro; examen de conciencia, dolor de corazón, propósito de enmienda, confesión de boca y satisfacción de obra (cosa de la que dudo tenga capacidad), todo lo que estamos soñando no tiene sentido. De ser así, a la ciudadanía del Perú no le queda otra que aplicar lo de Sócrates, ¡olvidarnos de lo viejo (léase este gobierno por inútil e incapaz) y construir algo nuevo! Lampadia




Hasta los árbitros eran corruptos

Hasta los árbitros eran corruptos

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 25 de octubre de 2019
Para Lampadia

Los destapes de corrupción no tienen cuándo acabar. Como que todo está podrido. Lo de Luciana León cayó como un baldazo de agua fría. Tan linda ella… pero tan coimera. En fin. Como dice el refrán… a lo hecho, pecho. O sea, a asumir las consecuencias. La justicia debe aplicarse a todos por igual. Con todo el rigor de la ley. Caiga quien caiga. Le duela a quien le duela.

Pero lo de Lucianita no fue el único destape de la semana. Ahora resulta que hasta los árbitros eran corruptos. Los que supuestamente eran personas honorables, de trayectoria intachable, y conspicuos paradigmas de la justicia y la legalidad, resultaron ser tan corruptos como los peores exponentes de la banda de Los Cuellos Blancos del Puerto.

Por ello – una vez más – insisto… la polarización entre peruanos no debe basarse en consideraciones políticas, sociales, culturales, o de cualquier otra índole que no sea de tipo moral. En otras palabras, no debemos enfrentarnos porque algunos son de izquierda y otros son de derecha; o porque unos están a favor de una economía dirigida por el Estado y otros prefieren una economía de mercado. Lo mismo se puede decir de los que están por un Estado promotor y supervisor, y los que están por un Estado empresario y controlador. Ciertamente, todo ello es debatible. Y está bien que sea así. Cada peruano tendrá sus argumentos para sustentar su posición ideológica, la cual debe merecer respeto y tolerancia.

Pero cuando la moral está de por medio – ahí sí – la cosa cambia. Sobre todo, sabiendo que el principal problema de nuestro país es la CORRUPCIÓN. ¡Ese es el problema! Entonces, la única disyuntiva por la que sí se justificaría una polarización entre peruanos, es cuando está en juego el discernimiento entre valores como ¿Verdad o Mentira? ¿Justicia o Injusticia? ¿Bien o Mal? ¿Vida o Muerte? ¿Integridad o Corrupción?

En efecto, qué sentido tendría discutir ¿quién es peor? ¿Un corrupto de izquierda o un corrupto de derecha? O ¿quién le hace más daño al país? ¿Un juez corrupto o un empresario corrupto?

Ahora bien, lo peor de la corrupción – llamémosle de alto vuelo – es la frustración e indignación que causa en la ciudadanía. Y qué decir del efecto contagio que causa en los funcionarios de niveles más bajos en el escalafón del Estado… policías, médicos, maestros, y demás funcionarios públicos. Es decir, en aquellos que están en contacto directo con la ciudadanía.

“Si los de arriba – presidentes, ministros, congresistas, gobernadores, alcaldes, empresarios, y jueces – son unos grandes coimeros ¿qué de malo tiene que yo sea un pequeño coimero?” Ese parece ser el razonamiento que se ha enquistado en – prácticamente – todo el aparato Estatal.

Y los paganos somos todos los peruanos. Sobre todo, los pobres. Las colas y coimas en los hospitales públicos. Los maestros acosadores. Las mafias de los brevetes. La corrupción en el otorgamiento de licencias de funcionamiento y / o de construcción. El fracaso municipal en cuanto a los servicios de agua y saneamiento, y limpieza pública. Todo ello – y varios etcéteras más – son consecuencias de la corrupción en nuestro país.

¡Metástasis! La corrupción ha hecho metástasis en nuestro país. Tanto que hasta los árbitros eran corruptos. Lampadia




Convergencia pro calidad de vida de las mujeres

Recientemente, Emma Watson, la famosa actriz y activista de la ONU, entrevistó a Malala Yousafzai, la joven ganadora del Premio Nobel de la Paz 2014 por su valiente defensa de la educación de las niñas. Ambas son mujeres líderes ejemplares que además son voceras de grandes causas. En Lampadia hemos alabado sus acciones y logros en múltiples ocasiones, ver: Malala, Premio Nobel de la Paz: Un regalo y Transcripción del discurso de Emma Watson para la ONU.

Ahora Emma y Malala se juntan en una entrevista ejemplar que inspira a seguir su ejemplo. La convergencia de ambas logra un bien común: Igualdad. En palabras de Malala: “Después de escuchar tu discurso… decidí no hay nada de malo en describirse como feminista. Así que soy una feminista y creo que todos deben ser feministas, porque el feminismo es otra palabra para la igualdad.”

Líneas abajo compartimos el video de la entrevista y la introducción escrita por Emma Watson:

https://www.youtube.com/watch?v=0jPsOVruI9A&feature=youtu.be

 

“Hoy conocí a Malala. Ella fue generosa, absolutamente elegante, atractiva e inteligente. Esto puede sonar un poco obvio, pero me ha sorprendido aún más en persona. Hay un montón de organizaciones no gubernamentales en el mundo que hacen grandes cosas… Pero si tuviera que escoger solo una dónde invertir mi dinero para lograr un cambio en este planeta, sería en la suya (El Fondo Malala). Malala no está jugando ni tiene pelos en la lengua (una de las muchas razones por las que la admiro). Ella tiene la fuerza de sus convicciones, junto con el tipo de determinación que rara vez encuentro… Y no parece haber disminuido por el éxito que ha tenido. Y por último… Ella tiene un aura de paz a su alrededor. Dejo esto para el final porque es quizás lo más importante. Tal vez es como resultado de lo que ha pasado. Yo personalmente creo que simplemente ella es así…”.

“Quizá el momento más emotivo de hoy para mí fue cuando Malala abordó el tema del feminismo. Para darles un poco de contexto, inicialmente yo había planeado preguntarle a Malala si ella era una feminista, pero luego investigué para ver si ella ya había utilizado esta palabra para describirse a sí misma. Después de ver que no lo había hecho, decidí no preguntárselo el día de nuestra entrevista. Para mi absoluta sorpresa, Malala trajo de vuelta la pregunta en una de sus propias respuestas y se identificó como tal. Quizás ‘feminista’ no es la palabra más fácil de usar… pero lo hizo de todos modos. Se puede ver claramente mi reacción en la entrevista. Ella también me dio tiempo al final de la entrevista para hablar sobre algunos de mis proyectos, algo que ella ciertamente no tenía que hacer, ya que yo estaba allí para entrevistarla. Creo que este gesto es muy emblemático de lo que Malala y yo discutimos. Ya he mencionado anteriormente lo polémica que puede ser en la actualidad la palabra feminismo. Recientemente, estoy aprendiendo que además es un movimiento en facciones. Todos nos estamos moviendo hacia el mismo objetivo. No volvamos intimidante decir que eres una feminista. Quiero que sea un movimiento acogedor e inclusivo [e igualitario, como afirma Malala en la entrevista]. Unamos nuestras manos y avancemos juntos para lograr un cambio real. Malala y yo estamos muy decididas al respecto, pero te necesitamos”.

Con amor, Emma L




Dignifiquemos el rol de los maestros

Dignifiquemos el rol de los maestros

Necesitamos un “Nuevo Pacto Social por la Educación”

Nancie Atwell, una profesora norteamericana, ganó este año el llamado “Premio Nobel de la Enseñanza” y recibió un millón de dólares. Este reconocimiento es el “Global Teacher Prize” (Premio del Maestro Global). La ceremonia de premiación fue en Dubái en el Global Education & Skills Forum (Foro de la educación y capacidades globales), con la presencia del ex presidente de EEUU, Bill Clinton, Andreas Schleicher, responsable del informe PISA y del Sheikh Mohammad, Primer Ministro de los Emiratos Árabes Unidos, según informó El País de España el 16 de marzo pasado.

La ganadora invocó a  “innovar sin permiso” y agregó que “la tecnología es solo un medio, no la panacea de la enseñanza”.

Al premio se presentaron más de 5,000 maestros de 127 naciones. Algunos de los países participantes no se evalúan por la prueba PISA. “Pertenecen a contextos tan distintos como Afganistán, India, Haití, Kenia, Camboya, Malasia, Reino Unido o EE UU”.

“Entre los proyectos finalistas figura el del profesor afgano Azizullah Royesh, quien tuvo que enseñar a sus alumnos a leer y escribir tras la caída del Gobierno talibán, en 2001. También llegó a la final el método ideado por la docente de India Bir Sethi basado en la empatía, creatividad y racionalidad. Entre los diez finalistas se hallaba la primera escuela para ciegos de Camboya y un colegio de Kenia en el que Jacque Kahura sortea la escasez de recursos y la rigidez del sistema con grupos pequeños, excursiones y servicios comunitarios”, señala El País.

Sunny Varkey, responsable del galardón, ideólogo de la Fundación Varkey, afirmó: “El premio no es solo cuestión de dinero, pretende sacar a la luz miles de historias de inspiración y ‘devolver a los profesores la legítima posición que les pertenece’. Por supuesto que hace falta más que un premio para elevar el estatus de la profesión”, añadió.

El premio establece que el millón de dólares se pague en diez cuotas anuales. “En esos 10 años, el ganador no debe comportarse ‘de forma que desprestigie la labor docente’ y, en los cinco años siguientes a la recepción del premio, no puede abandonar la profesión de enseñante”.

Los organizadores del premio quieren resaltar “el importante papel que juegan los profesores en la sociedad”.

A finales de los ochenta, Atwell escribió el libro “In the middle” (En el medio), una especie de “manual de instrucciones” para enseñar a adolescentes con dificultades para leer y escribir. Su secreto radica en que “la biblioteca del aula está llena de historias interesantes de escritores serios que los alumnos tienen tiempo para leer en el colegio, y también se espera que lean de noche en casa”, resalta. “Mientras la mayoría de los norteamericanos solo leen de seis a ocho libros al año, mis alumnos leen 40 libros”, agrega.

Reflexiones para la educación en el Perú

Tal vez la primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuándo se jodió la educación en el Perú?

Nosotros encontramos dos razones: primero, la centralización y burocratización de la educación durante el gobierno militar a finales de los años 60 y, segundo, la hiperinflación.

Antes del nefasto velascato, era un honor estudiar en un colegio público. Los mejores profesionales egresaban de sus aulas, sus profesores incluían a los ciudadanos más capacitados y notables del país. A un alumno, profesor y director de colegios como el Guadalupe y el Alfonso Ugarte en Lima, o de la Independencia Americana en Arequipa, se les respetaba. A los maestros y directores se les remuneraba decentemente. Lo mejor de la sociedad se nucleaba alrededor de los colegios públicos.

La primera razón: La dictadura militar manejó los colegios como si fueran cuarteles. La mejor gente se fue alejando de las aulas y del magisterio.

La segunda razón: La hiperinflación que empezó a mediados de los años 70, fue minando y, posteriormente, destrozando los sueldos de los empleados públicos que estaban sujetos a salarios fijos y, por supuesto eran imposiblesde compensar. Así fue como los ingresos de los maestros y de las enfermeras y policías, entre otros muchos peruanos, se pauperizaron. Aún hoy, según el Ministro Saavedra, el ingreso real de los maestros es un tercio de lo que ganaban en los años 60.

En esas condiciones de miseria era lógico que apareciera un sindicato gremialista que terminó coronándose como el sindicato único, que además asumió un rol clasista y altamente politizado para defender a su gremio. La política y no la eficiencia se convirtió en la plataforma de lucha y superación. Poco a poco, la profesión perdió su respetabilidad y compensaciones adecuadas. Los maestros tuvieron que cachuelearse en otros oficios y sus esposas debieron producir dulces y empanadas, para compensar sus ingresos.

Finalmente, entre la regimentación militar y la pauperización de los ingresos, la profesión dejó de atraer a la mejor gente. Posteriormente la híper politización del sindicato y la torpeza de los sucesivos gobiernos, fueron terminando de “joder el magisterio y la educación del Perú”.

Es evidente, como dice el ministro Saavedra que es urgente dignificar la carrera magisterial. Ojalá, en pocos años tengamos algunos maestros peruanos concursando por el “Nobel de la Educación”. Pero eso no es solo cuestión de aumentar los ingresos de los maestros, en nuestra opinión se trata de lograr un “Nuevo Pacto Social por la Educación”.

Este pacto, entre la sociedad, el magisterio y los padres de familia, en representación de sus hijos, debe contener:

1. El compromiso del magisterio de despolitizar su agremiación, aceptar la meritocracia como el mecanismo de evaluación y mejora social y comprometerse con una gesta por la calidad de la educación.

2. La sociedad debe sacrificar otras demandas de recursos para privilegiar una mejora sustancial de las condiciones de trabajo de los maestros: remuneraciones, infraestructura y tecnología de avanzada.

3. Los padres de familia, con vouchers o sin vouchers, deben comprometerse por acercarse a las escuelas y ejercer un impulso y control sobre la calidad de la educación.

Todo esto, por supuesto debe ser alentado, no controlado, por un ministerio orientado hacia un rol promotor antes que controlador. Que promueva la innovación y que invite al sector privado a colaborar en la gran revolución educativa que necesitamos emprender. Lampadia