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Rentabilidad social de la Minería

Rentabilidad social de la Minería

Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia

Mucha gente no está familiarizada con la industria minera y ante la propuesta del MEM sobre el tema, creo que vale la pena compartir algunos conceptos.

Con cualquier emprendimiento minero, digamos, una exploración, la comunidad empieza a recibir beneficios que dinamizan su economía.

  • Se conversa con los propietarios de los terrenos superficiales, explicando qué se quiere hacer y se establecen acuerdos económicos como compensación por su autorización del uso de espacios, la actividad y convenios para atender la alimentación de los trabajadores.
  • A renglón seguido, se construye caminos de acceso a las áreas de exploración y se establece un pequeño campamento para el equipo técnico que ha de trabajar.
  • Consecuentemente, se instalan facilidades para agua, generación de energía eléctrica e instalaciones médicas básicas.

Ya ese solo paso, implica una dinamización de la economía de una comunidad jamás visitada por las autoridades.

Evidentemente, si esas exploraciones resultan exitosas, la dinámica económica crecerá, pues se requerirá más mano de obra local para mejorar las instalaciones y luego construcciones de mayor envergadura, lo que conducirá a que técnicos especializados, enseñen y transfieran conocimientos teóricos y prácticos para las distintas actividades, que van desde la topografía, el muestreo, la identificación visual y clasificación manual de los minerales, manejo y operación de equipos de perforación diamantina, así como gestión del proceso geológico. Este proceso y los siguientes, significan una constante transferencia de conocimientos y tecnología, a partir de los cuales, se convierten en trabajadores mineros, con todas las formalidades e ingresos superiores al promedio, producto de su actividad especializada.

Cuando el proyecto madura y se opta por construirlo, arranca un flujo de capitales al territorio, que implica un esfuerzo económico privado de construcción de carreteras de otra dimensión, ampliación de facilidades de vivienda, instalaciones de agua y desagüe, redes de suministro eléctrico, telefonía e internet. Esto genera mayores oportunidades de trabajo de construcción, que moviliza a gente de comunidades cercanas, con el consecuente crecimiento de las oportunidades de negocios. A partir de esto, se convierten en emprendedores, aliados y proveedores del proyecto. Desde antaño, los técnicos y profesionales se instalaban en los campamentos mineros con sus familias, esto conducía a la construcción de un hospital o posta médica, un colegio y una mercantil, dándole a toda la comunidad alejada y altoandina, una nueva fisonomía e importancia social, económica y política. Es sólo años después, que el Estado pone sus ojos en esas poblaciones y se plantea obras de infraestructura pública.

Los técnicos y profesionales nacionales y extranjeros, se convierten en profesores permanentes de todo el equipo constructor y luego operador del proyecto, transfiriendo tecnología en todos los campos de acción. Ciertamente, terminada la etapa de construcción, se reduce el número de trabajadores para la mina, pero las empresas, en paralelo a la construcción, se ocupan de capacitar y entrenar en actividades afines a aquellas en las que la comunidades puedan tener ventaja; manejo de ganado lanar, desarrollos textiles o comercialización de lanas, productos lácteos y cárnicos, siembra mejorada de papa nativa, preparación de alimentos, permitiéndoles la posibilidad de brindar bienes y servicios a la mina, o bien ampliando sus horizontes a otras regiones del país y del mundo. Baste recordar el proyecto PRA (Programa de Reducción y Alivio a la Pobreza), mediante el cual se abren mercados sofisticados internacionales, estableciendo contactos y vínculos comerciales a estas pequeñas y micro empresas, apoyándolas en la gestión exportadora y administrativa.

Quién sabe, uno de los fenómenos más interesantes gestados a partir de la llegada de la actividad minera a muchas comunidades, es que muchos hijos de comuneros-trabajadores son incorporados a esta dinámica, educados inicialmente en los colegios de los campamentos mineros, han abrazado la vocación por esta actividad, han seguido estudios universitarios en las profesiones requeridas por la minería (geología, minas, metalurgia, medio ambiente, mecánica y electricidad) y posteriormente se han incorporado como profesionales a distintas empresas mineras, algunos recibiendo becas y apoyo para estudios de postgrado en el extranjero, alcanzando los más altos niveles de estas organizaciones, convirtiéndose en importantes promotores de la minería y en mentores de jóvenes estudiantes que aspiran seguir sus pasos.

Debemos reconocer que la industria minera peruana, ha generado un eficiente ecosistema, capaz de competir en “las grandes ligas” de la industria minera mundial, ha establecido encadenamientos productivos, dinamizado los requerimientos de ingeniería y, en su interacción y asociación con empresas de países líderes, han aprendido de sus experiencias y desafíos, adecuando y aplicando las soluciones más innovadoras en sus propios proyectos. Hemos propiciado una importante industria metal-mecánica y de fabricación de equipos para minería, industrias que, a partir de la experiencia nacional, se han convertido en importantes exportadoras.

Nuestro sector minero es de los más formales del país y por eso, significando el 9% del PBI, su aportación tributaria sobre la renta generada alcanza al 20% del total del Perú. Lo indicado significa que, gracias al portafolio de proyectos disponibles para su desarrollo, cercano a los US$60 mil millones, el pronto desarrollo de los 10 proyectos más maduros, resolvería no sólo las dificultades fiscales actuales, sino que impulsaría nuestro desarrollo y atraería capitales.

Quien no ha trabajado en minería, no conoce esta realidad y, en consecuencia, reclama lo que el sector minero ha hecho por décadas.

En fin, preocupa que el documento “La Rentabilidad Social” del MEM, denote tal nivel de desconocimiento de las bondades y aportes del sector minero peruano. Lampadia




Tía María cumple con los criterios de rentabilidad social

Tía María cumple con los criterios de rentabilidad social

EDITORIAL DE LAMPADIA

¿Por qué el gobierno no impulsa el proyecto?

El gobierno ha puesto como condición para la viabilidad de los proyectos mineros, que estas tengan “rentabilidad social”. Por lo tanto, si el proyecto Tía María cumple con los indicadores de rentabilidad social, pues debería recibir luz verde, ¿no es así? Solicitamos información a Southern sobre el tema y nuestra conclusión es que Tía María efectivamente cumple con los requisitos, es socialmente rentable.

Veamos. Según el ministerio de Energía y Minas, hay siete medidas de la rentabilidad social:

1) Dinamización de la economía;

2) Ingreso nacional, balanza fiscal y balanza de pagos;

3) Nivel y calidad de empleos y salarios;

4) Infraestructura local y nacional;

5) Tecnología;

6) Distribución del ingreso, estructura social;

7) Ecosistema y cultura.

De acuerdo a la información brindada por el proyecto, Tía María cumple ampliamente con esos criterios. En efecto, aun antes de comenzar su construcción, ha venido desarrollando un plan de desarrollo que abarca los ejes de salud, educación y mejora en las actividades productivas, lo que significa que viene cumpliendo con los criterios 1, 3, 5, 6 y 7 del concepto de Rentabilidad Social. Esto aun antes de haber entrado la fase de producción.

El proyecto ha desarrollado una filosofía de coparticipación, lo que significa que no es la solución para los problemas o carencias de la población, sino parte de la solución.

  • A través del programa “Proyectos por Convocatoria”, por ejemplo, los pobladores presentan proyectos que buscan resolver algunos de sus problemas o mejorar su calidad de vida, ya sea en educación, infraestructura, salud, mejora ambiental, esparcimiento, entre otros.
  • En esa línea, entre el 2017 y el 2019[1], la población presentó 277 iniciativas, siendo calificadas 96 de ellas por los líderes de la propia población.
  • Sólo en el 2019 fueron calificados 50 de estos proyectos.
  • A la fecha se ha desarrollado el 95% de los mismos con magníficos resultados, según Carlos Aranda, ejecutivo de Southern.  

Lo interesante es que estos proyectos ayudan a generar proveedores de la zona y transfieren tecnología (criterios 1 y 5).

Por otro lado, el proyecto desarrolló programas de trabajo temporal para paliar los estragos que la pandemia ocasionó a la economía local (criterios 1 y 6). Así, pobladores laboraron en acciones de limpieza en las calles de Mollendo, desinfección de instalaciones, apoyo a las autoridades de salud en la toma de muestras para detección de COVID-19 y –recientemente- en las campañas de vacunación promovidas por el gobierno nacional.

En recientes días, los medios de Arequipa resaltaron el avance en la construcción del nuevo hospital en el sector de Alto Inclán en Mollendo, así como el nuevo Centro de Salud del distrito de Cocachacra, ambos basados en expedientes técnicos financiados por Southern Perú (criterio 4). De esa manera, la población ya no tendrá que viajar entre 2 y 3 horas hasta la Ciudad Blanca para recibir la atención correspondiente.

El propio equipo de personas encargadas de implementar los programas y acciones del proyecto proviene de la provincia, con contadas excepciones.

La conclusión es clara: si Tía María ya cumple con los criterios de rentabilidad social aun antes de empezar a producir, ¿qué espera el gobierno para impulsar su desarrollo?

La negativa del gobierno, ¿es parte del sabotaje político contra la minería, iniciado en Cajamarca para frenar el desarrollo del Perú y la superación de la pobreza? Lampadia

[1] En el 2020 no se realizó la convocatoria debido a las restricciones sociales generadas por la pandemia. En el 2021 se está por retomar este programa.