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¿Primera derrota electoral de Evo Morales?

¿Primera derrota electoral de Evo Morales?

El recuento preliminar a más del 80% de los votos de las elecciones generales de nuestro país vecino, Bolivia, prevé resultados que la prensa internacional ya venía vaticinando en los últimos días: una segunda vuelta, producto de la ajustada diferencia que habría entre el número de votos alcanzados por el líder oficialista, Evo Morales y su partido Movimiento al Socialismo (MAS) y el líder de la oposición, Carlos Mesa, cuya coalición política, Comunidad Ciudadana, busca impedir un cuarto mandato de Morales.

Última Hora: Sin embargo, parece que se estaría consumando un fraude que le daría el gobierno a Evo Morales.

Y es que el descontento de los bolivianos – como venimos advirtiendo en Lampadia: BOLIVIANO: Si no los une el amor, que los una el espanto,  Una ciudad liberal en Boliviaya era palpable en los últimos años en varios segmentos de la población, por razones políticas y económicas.

Como mencionamos, en relación al aspecto político, el populorum ya no le era tan favorable ni funcional a Morales puesto que, como todo líder autoritario, ha tenido que recurrir a una interpretación discrecional de la constitución para perpetrarse en el poder y ganar legitimidad, además de su constante manipulación del poder judicial y de los medios de prensa, siendo ambos importantes contrapesos de una democracia. Ello sin mencionar el amplísimo rechazo que obtuvo un referéndum constitucional del 2016 que no le daba la razón para el continuismo de su gobierno.

Por el lado económico, si bien su modelo de desarrollo – sustentado en un control creciente del Estado en importantes sectores estratégicos como el gasífero y el eléctrico – le permitió a Bolivia tener un crecimiento sostenido desde el 2006, este ha sido endeble al lado de los resultados de modelos de Estado subsidiario como el adoptado por nuestro país.

Sin embargo, más importante aún es señalar que este crecimiento es a largo plazo insostenible por los ingentes esfuerzos de recursos públicos a los cuales tiene que apelar para seguir operando. Prueba de ello es el pico de 8% del PBI en el que el déficit fiscal cerraría el presente año, como bien ha destacado The Economist, en un artículo que compartimos líneas abajo. Ello, aunado a una caída de la demanda mundial de exportaciones de commodities – producto de la guerra comercial China-EEUU – agotaría de una vez por todas el modelo de capitalismo de estado cimentado por Evo desde que asumió su mandato.

Por supuesto, como es costumbre en la popular revista británica, el artículo al que nos referimos también ahonda la crítica al aspecto político por sus constantes quebramientos del orden democrático en años pasados.

Esperamos que, en la segunda vuelta electoral a producirse en diciembre del presente año, los bolivianos tomen conciencia de estos hechos y no asienten las bases de una autocracia que ya lleva 14 años asentada en el poder, cometiendo excesos a las libertades fundamentales. Lampadia

El peligro de Morales
El boliviano Evo Morales enfrenta su batalla de reelección más dura hasta el momento

Después de 13 años de su gobierno, los votantes se están inquietando

The Economist
19 de octubre, 2019
Traducido y comentado por Lampadia

“Bolivia es una nación insurreccional”, declara Norma Berno, una mujer pequeña con ojos penetrantes en una “manifestación por la democracia” el 10 de octubre en La Paz, la capital administrativa. A principios de la década de 2000, se manifestó a favor de nacionalizar las grandes reservas de gas de Bolivia, una causa cuya popularidad allanó el camino para que Evo Morales, un cocalero y organizador sindical, se convirtiera en el primer presidente indígena del país en 2006.

Ahora algunos insurrectos se están volviendo contra él. En la manifestación por la democracia, celebrada en el 37 aniversario del fin de la dictadura militar, Berno se unió a decenas de miles de manifestantes en la Plaza San Francisco para tocar las vuvuzelas y lanzar insultos al presidente ausente. Entre sus principales quejas están la mala calidad de los servicios públicos, la falta de trabajos formales y la decisión del presidente de postularse para un cuarto mandato, desafiando la constitución y una votación de referéndum en 2016. “Pensé que iba a cambiar el país para mejor”, dice ella. “Estaba equivocada.”

Morales ciertamente ha traído cambios. Las ganancias de las exportaciones de gas, que nacionalizó al comienzo de un boom mundial de productos básicos, se redistribuyeron a los pobres. Desde que llegó al poder, la proporción de la población que vive con menos de US$ 1.90 por día se ha reducido en dos tercios, a 6%, según el Banco Mundial. Una nueva constitución amplió los derechos de los pueblos indígenas, que constituyen quizás la mitad de la población. Las mujeres ahora ocupan la mitad de los escaños en el congreso. El gobierno construyó carreteras, aeropuertos y teleféricos, teleféricos que atraviesan La Paz. Eli, una mujer indígena que vende banderas antigubernamentales en la manifestación por la democracia, está agradecida, a pesar del mensaje en sus mercancías. Ella dice que los teleféricos, y la indulgencia del gobierno hacia los vendedores que venden productos de contrabando, le permiten ganarse la vida.

El presidente cuenta con votantes como ella para reelegirlo el 20 de octubre, cuando también se celebrarán elecciones legislativas. Ganó las últimas tres elecciones con más de la mitad de los votos en la primera vuelta. Su Movimiento al Socialismo (en adelante, MAS) tiene mayoría en el Congreso. Ahora las encuestas sugieren que puede no alcanzar el umbral necesario para evitar una segunda vuelta, que se celebraría el 15 de diciembre: 40% con una ventaja de diez puntos sobre su rival más cercano.

Su derrota sería catastrófica para Bolivia, dice el vicepresidente, Álvaro García Linera. Él llama al presidente “un tejedor” de diferentes grupos sociales, regionales y económicos. “La ausencia de Evo generaría una especie de desmembramiento social y convulsiones que son características de la historia de Bolivia”, dice.

Su ausencia es ahora pensable por una mezcla de razones. Muchos bolivianos dan por sentada su prosperidad. Esa prosperidad está ahora bajo amenaza. Sobre todo, a muchos les preocupa que Morales pretenda convertirse en presidente de por vida. Él es “el camino hacia el autoritarismo, y nosotros somos el camino hacia la democracia”, dice su principal retador, Carlos Mesa, un ex presidente aficionado a la lectura.

La economía de Bolivia ha crecido en un promedio de casi un 5% anual desde 2006. A diferencia de los presidentes de izquierda en Argentina, Brasil y Ecuador, Morales no se permitió el tipo de gasto excesivo que resulta en una breve euforia seguida por inflación y recesión. “Somos responsables no porque el FMI nos diga que lo seamos, sino porque la inflación ataca más a los pobres”, dice Luis Arce, ministro de Economía. El crecimiento se ha mantenido fuerte en el período actual de Morales (ver gráfico).

Pero su magia está perdiendo potencia. Los ingresos por exportaciones de gas han caído. El déficit fiscal de este año será de casi el 8% del PBI. El gobierno anuncia un plan, llamado Agenda Patriótica, para alentar la inversión privada en industrias como plásticos y baterías de litio. Pero el estado aún invierte más que el sector privado. “Bolivia quiere unirse a la primera revolución industrial, pero el mundo ya está en la cuarta o quinta”, dice Gonzalo Chávez, economista de la Universidad Católica de La Paz.

Un impulso para expandir la producción de soja y carne para alimentar la demanda de China alentó a los agricultores a quemar franjas de la Amazonía boliviana. Desde agosto, estos incendios han destruido 5 millones de hectáreas (12 millones de acres) de bosque, un área más grande que Costa Rica. Esto contribuyó al desencanto de los votantes indígenas. Decenas de manifestantes caminaron 450 kilómetros (280 millas) desde Chiquitania, una región en el este de Bolivia, hasta Santa Cruz, el centro agrícola del país. Joaquín Orellana, uno de sus líderes, acredita al presidente por obligar a las élites “a tenernos en cuenta”. Pero, “nos ha abandonado ahora”.

Podía conservar el poder a pesar de la decepción de los votantes. En parte eso se debe a que la oposición está fragmentada y deslucida. Mesa, su principal oponente, es poco conocido en las zonas rurales remotas. “Apenas ha salido en público en los últimos ocho meses”, se queja un miembro de su círculo íntimo. El control cada vez más estricto de Morales sobre el estado y otras instituciones se suma a su ventaja. Cuenta con el respaldo de los sindicatos y utiliza la publicidad del gobierno para dirigir los medios. El poder judicial hace su voluntad. Las vallas publicitarias con la imagen del presidente, pagadas por el gobierno, son omnipresentes. En las últimas semanas ha estado entregando alimentos, computadoras, hornos e incluso tractores gratuitos en todo el país.

Los monitores internacionales verán el voto de Bolivia, por lo que es poco probable que haya fraude generalizado. Pero eso no significa que sea justo. Los miembros del tribunal electoral son leales a Morales. Recientemente prohibieron la publicación de una encuesta que lo mostraba con una pequeña ventaja sobre Mesa. Los partidarios del presidente y los candidatos de la oposición han prometido salir a la calle si pierden. “Estoy preocupado por el día después de las elecciones”, dijo el embajador alemán, Stefan Duppel, a la prensa boliviana. Es probable que el MAS pierda su mayoría absoluta en el Congreso. Si el presidente es reelegido, le resultará más difícil gobernar. La Sra. Berno agradecería el fin de su monopolio de poder. “Bolivia ya no es un bastión de Evo Morales”, dice ella. “Estamos hartos de él”. Lampadia




BOLIVIANO: Si no los une el amor, que los una el espanto

Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Para Lampadia

Bolivia y el Perú son dos países medianos de América Latina que ocupan el 8° y 6° lugar, respectivamente, en cuanto a superficie y el 8° y 4° lugar, en población.

Según los datos comparativos de ambos países (https://datosmacro.expansion.com/paises/comparar/peru/bolivia) existen diferencias sustanciales entre ambos países en indicadores de desempeño económico y social que podrían llevarnos a pensar que el Perú le lleva ventaja a Bolivia:

  • PBI PERU  6 veces el PBI Bolivia (190 MM Euros vs 34 MM Euros).
  • PBI per cápita PERU es el doble del boliviano (5,965 Euros versus 3,000 Euros)
  • DEUDA EXTERNA per cápita PERU similar al boliviano pese a que tenemos una deuda externa 3 veces más grande.
  • PERU EXPORTA 6 veces lo que exporta BOLIVIA (40 MM Euros vs 6 MM Euros)
  • En PERU el GASTO PUBLICO solo es el 21% de un PBI más grande. En BOLIVIA es el 38.60 % de un PBI MENOR. Producen menos y gastan más.
  • EL PERU ha avanzado y tiene 20.5% de pobres. BOLIVIA tiene 35.2%, según datos de CEPAL.
Existen por cierto algunos indicadores en los que el desempeño boliviano es mejor: desempleo y homicidios, sin embargo, la superioridad de las cifras del Perú es nítida.

Podemos decir entonces que se trata de dos países medianos, uno de los cuales ha tenido un mejor desempeño económico que el otro. Sin embargo, esta superioridad es relativa si nos comparamos con Brasil, México, Colombia o Argentina que tienen extensiones mayores a las nuestras o con Chile, Uruguay o Panamá, que, siendo países más pequeños, tienen un mejor desempeño que nuestros dos países.

¿Que puede explicar entonces la diferencia sustancial en el desempeño de estos dos países medianos de América Latina?

El Perú, desde 1993, optó por una economía social de mercado sin intervencionismos estatales, de deshizo de empresas públicas que en el quinquenio 85-89 le habían generado un déficit que, a valor presente representaría 3,500 millones de dólares (Lampadia Justicia en déficit), se abrió al mundo, atrajo inversión privada externa y nacional y movilizó al sector privado para empujar la economía. Este modelo, algunos de cuyos datos hemos reseñado en esta comparación, se mantiene ralentizado y mediatizado pero vigente.

En Bolivia, al mismo tiempo, entre 1993 y 1997, Gonzalo Sánchez de Lozada dio un paso similar y llevó a cabo unas reformas económicas y un ajuste estructural que le hubieran permitido avanzar sin contratiempos a una economía de libre mercado y abierta al mundo.

En el Perú, el modelo no cambio pese a los intentos denodados de la izquierda de torcerlo hacia un modelo boliviano.  En Bolivia, en cambio, el modelo sólo duró unos años y aunque Sánchez de Lozada volvió al poder el 2002, tuvo que renunciar sitiado por el autoritarismo callejero de Evo Morales que elaboró un explosivo cocktail social compuesto de cocaleros, campesinos, sindicatos, asesores cubanos y petro dólares enviados por su mentor Hugo Chávez. A causa de esto, Morales tomó el poder tiempo después y estatizó los recursos naturales, las  idroeléctricas, las pensiones y aunque no fue tan estúpido como Maduro de destruir la macroeconomía, ahuyentó la inversión privada y convirtió al Estado en nuevo protagonista de la economía boliviana.

La respuesta es muy sencilla. El mejor desempeño económico peruano tiene que ver con la funcionalidad de nuestro modelo económico y su carácter pro pobre (redujo en 30% pobreza), que las cifras confirman, pero que el relato izquierdista quiere desconocer. Ese mismo relato, azuzado desde La Habana y financiado desde Caracas, exporta la idea del milagro económico boliviano a pesar de que las cifras comparativas (que son las que importan) nos muestran un pobre desempeño del modelo boliviano. Lo grave es que ese modelo, pese a ser dispendioso en recurso públicos, no ha reducido la pobreza, sino que la ha incrementado. Todo un espanto.

¿Como se explica entonces que Evo Morales pueda ser reelecto este 20 de octubre, si ni las cifras, ni la voluntad ciudadana lo acompaña, ya que el 51.3% de la población le dijo no a la Reelección?

Aquí algunas razones:

  • La voluntad del pueblo solo sirve cuando es favorable al autócrata. Cuando le es esquiva buscan la ley, o su interpretación forzada como ocurrió en este caso a través de una cuestionable sentencia del Tribunal Constitucional Boliviano que habilita la cuarta postulación del autócrata boliviano.
  • Los relatos pueden construir realidades paralelas. Pueden convertir un desempeño económico pobre en un milagro, si sirve para mantener la “moral revolucionaria”. Además de los cuentistas que inventan relatos interesados, las sociedades (y Bolivia no es la excepción) requieren “clases medias” y “políticos funcionales” que no advierten el peligro y sea con su indiferencia o su egoísmo, permiten que las cosas sucedan. Finalmente, esto es posible porque hay mayorías que pierden la capacidad de tal y dejan que su voluntad sea desconocida.

Los BOLIVIANOS están más cerca que nunca de cambiar su destino. Pueden seguir creyendo en su relato y despertar algunas décadas después, tan medianos como hoy, cuando al autócrata le hayan salido barbas y algunos jóvenes ingenuos lo lleven estampado en el pecho en las calles de Bruselas o Madrid sin saber a que revolución o genocidio pertenecen.

También pueden despertar hoy y darse cuenta en bien despiertos, mirando el mundo de al Lado, en vigilia, que su relato no los ha hecho mejores y cambiar su destino.

Ojalá que (como dijo Borges), si no los une el amor, los una el espanto por una autocracia sin fin que quiere Evo Morales y sus aliados extranjeros y se unan para derrotarlo en las ánforas. Lampadia




Una ciudad liberal en Bolivia

El presidente de Bolivia, Evo Morales, se dirige decidido hacia una reelección en los próximos comicios del 20 de octubre del presente año. De obtener la victoria, se consagraría en lo que sería su cuarto mandato en el poder, tras haber asumido el cargo allá por el año 2006.

Considerando que el gobierno boliviano, bajo el liderazgo de Morales, ha transgredido repetidas veces los mandatos constitucionales para perpetrarse en el poder, y que actualmente se encuentra impulsando peligrosas leyes que van inclusive en contra de la libertad de expresión (ver Lampadia: Bolivia, tras los pasos de Venezuela), su ascenso al poder podría significar un duro golpe a la democracia del país andino, si es que no lo ha sido ya.

Según diversos analistas políticos, con un cuarto mandato de Morales, el camino estaría allanado para convertir a Bolivia en Venezuela, lo cual terminaría de configurar aquella alianza tripartita del socialismo latinoamericano entre Maduro (Venezuela), Fernández (Argentina) y Morales (Bolivia), que caracterizó la década pasada y que contribuyó al estancamiento económico que experimentó nuestra región (ver Lampadia: Estancamiento en América Latina).

Aun poseyendo importantes recursos estratégicos como el gas que actualmente se encuentran en manos estatales, si se ve en reprospectiva, los logros de los 13 años del gobierno de Morales en el ámbito económico y social – que algunos se jactan de elogiar – son miserables al lado del experimentado por nuestro país gracias al modelo de desarrollo y de Estado subsidiario que adoptamos con la Constitución de 1993 (ver Lampadia: ¿Evolovers desinformados?).

Pero, ¿qué tan probable es que obtenga la presidencia Evo Morales, a la luz de la inclinación política que predomina en las principales ciudades bolivianas?

Un reciente artículo escrito por The Economist, analiza una de las ciudades que otrora le dieran mayor apoyo electoral a Morales en sus anteriores postulaciones presidenciales, El Alto. Curiosamente, es de las ciudades bolivianas más liberales en materia económica, en contra del socialismo que expectora Morales en todos sus discursos políticos. Bajos niveles de impuestos y casi inexistente carga regulatoria son características de tan carismática ciudad basada en el comercio ambulatorio y que es además considerada la segunda ciudad más grande de Bolivia.

Como deja entrever The Economist, más le valdra a Evo Morales moderar su discurso intervencionista, si quiere capitalizar el voto político de dicha ciudad, porque de lo contrario, los alteños lo consideraran demasiado pro Estado y probablemente le salga el tiro por la culata a quienes tanto le ofrecieron su apoyo en el pasado. Lampadia

Grande y poderoso
El Alto comparte la identidad indígena de Evo Morales, no su socialismo

El sorprendente liberalismo de la “capital aymara” de Bolivia

The Economist
19 de setiembre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

El Alto se cierne sobre La Paz, la capital administrativa de Bolivia, como el filo de una guillotina. En 1781 Tupac Katari, un líder indígena, asedió La Española La Paz a 500 metros debajo. A principios de la década de 2000, las protestas de los alteños obligaron a dejar fuera de su cargo a dos presidentes bolivianos: Gonzalo Sánchez de Lozada, que buscaba exportar el gas de Bolivia a través de Chile, un rival, y Carlos Mesa, su sucesor, que resistió sus demandas de nacionalizar las reservas de gas. Eso allanó el camino para la elección en 2005 de Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, y miembro del pueblo aymara, que considera a El Alto como su capital.

Morales cuenta con su apoyo mientras trata de persuadir a los bolivianos de extender sus 13 años en el cargo en una elección prevista para octubre. Pero los alteños son de mentalidad independiente. Algunos resienten su decisión de presentarse desafiando un referéndum en 2016. Pero sus reservas son más profundas. Morales es izquierdista y El Alto es un lugar empresarial al que le gustan los bajos impuestos y la regulación laxa. Su apoyo a su socialismo es selectivo. La ciudad más revolucionaria de Bolivia es de alguna manera la más liberal.

El Alto, a 4,150 metros de la ciudad más alta del mundo, ha prosperado durante la presidencia de Morales. Con una población de 900,000 habitantes, es la segunda ciudad más grande de Bolivia, después de Santa Cruz, y con más rápido crecimiento. La ciudad comenzó a principios del siglo XX cuando los migrantes comenzaron a llegar desde el altiplano, las tierras altas andinas del oeste de Bolivia. Establecieron vecindarios regidos por prácticas traídas de sus pueblos, como el liderazgo rotativo. En 1957, estos se unieron para formar el consejo vecinal, que asumió el papel del Estado. Junto a las organizaciones de trabajadores, cavó los primeros pozos y construyó caminos. También proporcionó ley y orden, lo que a veces ha significado ejecutar presuntos delincuentes. El consejo, ahora llamado Fejuve, todavía ayuda con la provisión de infraestructura en las franjas crecientes de la ciudad. El Alto se incorporó como una ciudad separada de La Paz en 1985.

En la “guerra del gas” de 2003, los rebeldes en el acantilado bloquearon las carreteras que conectan La Paz con gran parte del resto de Bolivia. Sánchez de Lozada envió al ejército. Después de que murieron casi 60 personas, huyó del país. La insurrección ayuda a definir la ciudad hoy. Roger Chambi, un activista aymara, señala a un visitante, el edificio que alberga Radio San Gabriel, donde los líderes insurgentes realizaron una huelga de hambre. El eslogan desafiante de El Alto, “De pie, nunca de rodillas”, aparece en todas partes.

La política ahora parece menos urgente. “En este momento, se trata de la economía”, dice Chambi. El Alto es el centro de una red internacional que comercializa bienes de todo tipo, muchos de ellos de contrabando. Estos vinculan a los ricos comerciantes de la ciudad, llamados qamiris, con fabricantes en China. A menudo se extienden a otras ciudades bolivianas y a Brasil y Argentina. Quizás cuatro quintos de los alteños trabajan en la economía informal. La “economía sumergida” de Bolivia es la más grande del mundo como parte del PBI, según el FMI.

El corazón comercial de El Alto es el vasto mercado al aire libre “16 de Julio”, abierto los jueves y domingos. Casi exentos de impuestos y no regulados, los comerciantes pagan a su sindicato por permisos para abrir puestos que venden de todo, desde curas a base de hierbas hasta piezas de automóviles. Las mujeres aymaras custodian las mercancías, los bombines inclinados hacia adelante. Muchos qamiris poseen puestos de mercado. Más allá del mercado, las pequeñas empresas están desparramadas en las calles. Están surgiendo viviendas de varios pisos. Los propietarios dejan el ladrillo expuesto en la creencia (errónea) de que esto los exime del impuesto. Las parcelas de tierra aparecen en los registros de la ciudad como vacías, otra artimaña para evitar impuestos. La esquiva ingeniosa se gana el respeto. Cuando trabajó brevemente como cantinero, “Hice todo lo posible para no vender cerveza con recibos”, dice Chambi.

Las fachadas chillonas de los “chalets” alivian el paisaje de ladrillo marrón. Los qamiris que los poseen pueden no pagar impuestos, pero a diferencia de la élite establecida de Bolivia, no compran propiedades en Miami, dice Chambi. Financian fiestas que tienen lugar todos los fines de semana. Una vez al año, un qamiri recibe el costoso honor de pagar más que nadie por el Gran Poder, un carnaval en La Paz.

Los forasteros a menudo ven a El Alto como un reflejo de sus prejuicios. Los izquierdistas celebran las características comunales de su economía. Incluyen el aini, una ayuda de los vecinos para la construcción o el negocio, que se espera que el beneficiario corresponda. Las fiestas son una forma de dar comida y bebida a los pobres. Los anarquistas admiran la autorregulación de El Alto, liberan su vigoroso capitalismo. La ciudad parece combinar todos estos. Pablo Mamani, un sociólogo, describe a El Alto como una ciudad “con amplia solidaridad”, pero “absolutamente liberal” en materia económica.

El Alto tiende a votar por Morales y aplaudió su nacionalización de las reservas de gas en 2006. Le gustan los subsidios y las obras públicas, pero exige que el Estado mantenga su distancia. “El Alto espera mucho del Estado”, dice Mamani. Eso va junto con una ética de autosuficiencia. En la cultura aymara, “uno tiene que trabajar para uno mismo”.

Los alteños le dan poco crédito a Morales por su prosperidad. Muchos son escépticos sobre su candidatura a la reelección (en la que Mesa será su principal oponente). Recuerdan la práctica aymara de liderazgo rotativo, incluso si no siempre la practican. “La gente ve [la campaña de Morales] sospechosamente”, dice Chambi.

No obstante, El Alto lo ha apoyado, excepto en dos ocasiones. En 2010, cuando intentó reducir los subsidios a la gasolina, los alteños bloquearon nuevamente las carreteras. Él retrocedió. Cinco años más tarde rechazaron al candidato a alcalde de su partido a favor de Soledad Chapetón, una mujer aymara de centro-izquierda. Esos son recordatorios agudos para Morales: no dé por sentado a El Alto. Lampadia




Un maestro pone la reforma judicial en contexto

Un maestro pone la reforma judicial en contexto

Un ‘jurista por vocación’, el Doctor Javier de Belaunde, nos ayuda a entender la crisis judicial que actualmente toma toda nuestra atención y que esperamos no sea solo una reacción pasajera, en la magnífica entrevista de Jaime de Althaus para el diario El Comercio.

Líneas abajo, compartimos la entrevista que hemos editado para destacar su estructura y hacerla llegar a todos nuestros seguidores: 

“La no reelección me parece un desafío innecesario al Congreso”

El jurista Javier de Belaunde opina que el presidente Martín Vizcarra está exagerando la sintonía que quiere tener con el estado de ánimo del pueblo.

De Belaunde considera que hay que hacer un sistema serio de
evaluación de la producción y del rendimiento de los jueces.

(Foto: Juan Ponce/ El Comercio)

Entrevista de Jaime de Althaus a
Javier de Belaunde, ex miembro de la Comisión Especial para
la Reforma Integral de la Administración de Justicia (Ceriajus)
El Comercio, 30 de julio de 2018
Glosada por Lampadia

En esta entrevista, el ex integrante de la Ceriajus Javier de Belaunde analiza el mensaje a la nación del presidente Martín Vizcarra, con especial énfasis en las iniciativas relacionadas a la reforma del sistema de justicia.

— ¿Tu opinión acerca de las propuestas del presidente en el mensaje al Congreso?
El mensaje presidencial es un hito. Ha sentado bases importantes. Siendo intérprete de la indignación ciudadana, el presidente busca apoyo en el pueblo, llamando a la convergencia de ciudadanos, poderes públicos y de los diversos sectores para emprender la reforma judicial y política.

  • Ha resaltado que la corrupción, redes articuladas al interior del sistema de justicia, intereses políticos y económicos, no fueron detectados ni por los órganos de control del Poder Judicial ni del Ministerio Público ni menos por el CNM.
  • Ha delimitado bien lo que en la reforma judicial puede ser iniciativa del Poder Ejecutivo, lo que requiere del Poder Legislativo, y lo que necesita reforma constitucional (muy destacable abordar al perverso litigante: la ONP).
  • Es fundamental el anuncio de que se someta a referéndum la reforma constitucional del Consejo Nacional de la Magistratura, sustituyendo el sistema de representación de consejeros por un concurso público.
  • Anunció una disposición transitoria que es de la mayor importancia: un mecanismo de revisión de nombramientos y ratificaciones hechos por el CNM destituido recientemente, para limpiar los malos nombramientos.

El anuncio de referéndum es en realidad un jaque al Congreso, quien tendrá que pronunciarse sobre la reforma constitucional.

—Pero incluir en el referéndum la no reelección de los congresistas, ¿no es un desafío innecesario al Congreso? ¿No sería contraproducente? Fuera de ser un error, porque nunca consolidaríamos una clase política…

Lo del Senado me parece positivo, pero la no reelección de congresistas me parece efectivamente un desafío innecesario al Congreso; está exagerando la sintonía que quiere tener con el estado de ánimo del pueblo; los estados de ánimo no pueden guiar a un estadista; además es un error. Los grandes parlamentarios de antaño han sido reelegidos porque el pueblo lo quería así; es la manera de consolidar políticos y no alentar aventureros. La no reelección de alcaldes o gobernadores regionales no es un buen ejemplo. Un error no puede inspirar otro error. En materia de proyectos de ley, quiero destacar el que anuncia la creación del Consejo para la Reforma del Sistema de Justicia, presidido por el presidente de la República (quien quiere liderar el proceso) e integrado por las cabezas del Legislativo, Poder Judicial, Ministerio Público Tribunal Constitucional, Defensoría del Pueblo y CNM, pues la reforma judicial involucra a todos ellos. Se marca así que la reforma judicial no se trata de abordar y superar una coyuntura, sino de iniciar un proceso que requiere tiempo y convergencia.

—Hubo ocasiones anteriores en que llegamos a situaciones límite y se intentó reformas pero sin resultados…

Después del gobierno del 85 al 90 tuve una sensación de que habíamos tocado fondo en materia de corrupción, terrorismo, desorganización.

  • En 1990 el presidente recién electo, Alberto Fujimori, por primera vez en la historia en su mensaje de asunción presidencial trató el tema de la justicia como un tema fundamental.
  • Fue muy duro con los jueces, los llamó chacales y después en esos dos años democráticos se producen leyes importantes, como la ley orgánica del Poder Judicial, el nuevo Código Procesal Civil y el Código Procesal Penal.
  • Después del golpe de Estado en 1992 Fujimori echa alrededor del 80% de jueces y fiscales. Y nombra provisionales, propensos siempre a la presión política, para montar un proyecto autoritario en el Poder Judicial basado en la provisionalidad.
  • Pero luego, intentando volver del golpe de Estado, convoca al Congreso Constituyente Democrático y en materia judicial se nombra un Jurado de Honor de la Magistratura, cinco personas absolutamente intachables y reconocidas en el medio jurídico, cuya misión fue dotar al Poder Judicial de una Corte Suprema y de las cortes superiores, pero solamente llegaron a la corte de Lima.
  • Y la verdad es que dejaron una buena Corte Suprema y una buena Corte Superior.

—Ahora, de este 80% que fue cesado, ¿eran personas no idóneas? ¿Qué pasó con ellos?
Hubo arbitrariedad, pero de este 80% un gran porcentaje estaba bien echado.

  • Lamentablemente mucha de esta gente ha regresado después vía acciones de amparo o acuerdos amistosos de la Comisión Interamericana.
  • Entonces, esta purga del Poder Judicial hecha por canales no democráticos no tuvo resultados.
  • Ya después se nombra una comisión reformadora, con el comandante [José] Dellepiani, que produce una importante modernización.
  • Pero sobre esa comisión se monta luego un proyecto político autoritario dirigido por Fujimori y por Montesinos que pervierte los objetivos de una auténtica reforma judicial. 

Después de que cae el gobierno de Fujimori, se genera todo un movimiento de reforma muy interesante en el mismo Poder Judicial.

  • Lo lidera Hugo Sivina, presidente de la Corte Suprema.
  • Produce el Acuerdo por la Justicia.
  • Y en ese momento aparecen dos justicias especializadas muy importantes, la justicia anticorrupción y la justicia de derechos humanos, que era la justicia antiterrorista.
  • Luego se crea la Ceriajus que hace un plan de reforma judicial inclusive con apoyo de la cooperación técnica internacional.
  • Lo lamentable es que después no hubo voluntad política de llevarlo adelante.
  • El proyecto se disolvió en buena cuenta en el gobierno de Toledo. Y ni Alan García ni Humala estuvieron interesados. Y aquí estamos.

—Ahora, ¿es posible una reforma desde adentro? 

Yo creo que es muy difícil que una institución como el Poder Judicial se autorreforme. Porque el principal problema que tiene es la cultura judicial generada por los propios jueces, que son una serie de prácticas, y eso lo reconoce el plan que acaba de presentar la Corte Suprema, que es muy interesante. Pero también han fracasado las reformas que se han intentado hacer desde afuera. Yo creo que una reforma judicial es imposible únicamente con los jueces, pero es imposible también sin los jueces. Entonces, hay que generar un ámbito en el cual se pueda conducir la reforma y en el cual estén representados jueces, fiscales, también la sociedad civil. Y también es imposible una reforma judicial sin el Congreso y sin el Poder Ejecutivo.

—¿Cómo podemos hacer ahora para depurar el sistema judicial de los elementos corruptos o no idóneos profesionalmente?

Creo que hay muchos jueces honestos y muy valiosos que se sienten incómodos con la corrupción y no quieren un Poder Judicial ni un país corrupto. Si a estos jueces se los empodera en los órganos de control interno, va a haber resultados distintos.

—Ahora, el asunto clave es cómo elegir a los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura. El sistema actual, corporativo, ha fracasado. El presidente ha propuesto su elección por concurso público… 

Efectivamente. Hay que reconocer que las instituciones de la sociedad civil no han estado a la altura de las circunstancias históricas. Creo que la universidad peruana ha fallado, los colegios profesionales han fallado. Yo no recusaría un sistema de concurso público.

—Transparencia propuso eliminar la ratificación de los jueces cada siete años. Pero esto debería ser reemplazado por un sistema de evaluación permanente de los jueces y fiscales… 

Yo fui partidario de la ratificación. Pensé que era una buena manera de depurar la judicatura, pero creo que no. La inestabilidad del juez no es una buena receta. No puede estar cada siete años en la inestabilidad de si va a ser ratificado o no. Tampoco ha servido para depurar al Poder Judicial. Entonces, lo que hay que hacer es un sistema serio de evaluación de la producción, del rendimiento de los jueces.

—Ceriajus proponía una Corte Suprema pequeña, dedicada a hacer jurisprudencia, para hacer justicia más predecible… ¿Así debe ser?

Yo estuve en la Ceriajus y fui partidario de una sala única de 11 magistrados. Creo que, en el 2004, no previmos el nivel de deterioro de algunos aspectos de la sociedad peruana. Hay cortes superiores que son ‘territorios liberados’, en las cuales realmente la corrupción impera. Por eso, una Corte Suprema más pequeña dedicada realmente a generar jurisprudencia importante, tiene que venir acompañada de una reforma muy importante en las cortes superiores. Me parece terrible que determinadas cortes superiores queden como última instancia y no haya garantía de subir a la Suprema.

—Eso significa eventualmente cambiar a muchos jueces superiores. Y si vamos a una Corte Suprema pequeña de alto valor habría que nombrar nuevos jueces supremos. Si el nuevo CNM va a referéndum ya no habría que esperar hasta mayo o junio del próximo año…

Debo decir que hay magistrados en la Corte Suprema actual de muy buen nivel, de mucha honestidad. Pero la gente no idónea de la Corte Suprema tiene que irse. Tiene que haber algún mecanismo eficaz para que se vayan. Esta es una oportunidad para diseñar un sistema de control mucho más eficaz. Y hay que crear condiciones para la denuncia. Hoy día muchas veces se denuncia a un magistrado por conducta indebida y no pasa nada.

—La OCMA debería poder hacer inteligencia en las cortes superiores para descubrir vinculaciones con mafias. El presidente ha propuesto crear una autoridad nacional de integridad y control en el Poder Judicial y el Ministerio Público con apoyo de una policía especializada…

Buscaría reemplazar a la OCMA, que no ha dado resultados. Si tú vas un día al local de Alzamora, al local de Abancay, y te pasas allí una mañana conversando con los litigantes, tú sacas una idea de qué juez es honesto y cuál no, qué juez es competente o demorón… Con un apoyo de cierta inteligencia se sabría qué cosas están pasando. De hecho, el Poder Judicial acaba de proponer en su plan la creación de una “oficina de investigaciones especiales” para indagar casos graves y en especial redes de corrupción. También propone la “gestión de riesgo” a fin de prevenir la corrupción, a partir de normas internacionales ISO. Que el Poder Judicial plantee algo así, me parece notable.

—¿No deberíamos aspirar a que juristas de primer nivel ingresen a la Corte Suprema?
Sin duda. No quiere decir esto que no haya juristas de primer nivel en la Corte Suprema, muchos de ellos inclusive son provisionales, pero creo que evidentemente la judicatura debería ser un lugar atractivo para la gente más competente. Se ha mejorado la remuneración, pero lo que no ha mejorado son las condiciones de trabajo. Es decir, que un supremo tenga que salir a las dos de la tarde con siete expedientes para estudiar para mañana, es un disparate. Es un tema de descarga procesal, de adecuados asistentes…

—Y de que vea pocos casos y resuelva los casos, no devuelva… Ahora, el tema de los abogados es otro componente importantísimo. Hace unos años Beatriz Boza coordinó un código de buenas prácticas, un pacto antisoborno. Pero al final ningún estudio lo firmó… 
No es exacto que ningún estudio quiso firmarlo. Hay pocos que sí lo firmaron. Lo interesante fue que al final este proyecto se convirtió en el Código de Ética del Colegio de Abogados. No es un problema de falta de normas. A los colegios de abogados hay que reclamarles que su función no es la de sociedades de socorros mutuos, sino controlar la ética de la profesión. El abogado no puede ser un intermediario de corrupción.

—La idea de que en Lima pudiera haber más de un colegio de abogados que compitan entre sí en nivel de exigencias para dar licencias, etc., y donde sea prestigioso pertenecer a tal o cual colegio…

Podría ser. Bueno, en este momento hay el Colegio de Abogados del Cono Norte, que no ha sido creado por ley, es una asociación civil. El único colegio de abogados creado por ley es el Colegio de Abogados de Lima…

—Pero es un monopolio, es decir, tú tienes que estar colegiado allí… 

Sí, es un monopolio. Creo que sí hay varias instituciones que se dedican, digamos, a vigilar la práctica profesional sin duda sería una cosa muy positiva. Quiero ver a todos los abogados de Lima detrás de esta idea…

—Sería buenísimo. ¿En cuanto a la formación de los jueces? Las facultades de Derecho son muy malas y la Academia de la Magistratura solo capacita jueces… 

Se sigue privilegiando la enseñanza de códigos, la transmisión de información y no la enseñanza de habilidades, de razonamiento, salvo en algunas universidades.

  • Es grave pensar que de ahí van a salir los futuros jueces.
  • Sobre el tema de la Academia de la Magistratura, hay que pensarla como un engranaje de ingreso a la judicatura vía la Academia de la Magistratura.
  • Lo está planteando el propio Poder Judicial en la propuesta que ha hecho: que los postulantes a jueces y fiscales mediante un concurso de oposición y méritos ante un CNM reestructurado, accedan a un período de formación en la Academia de la Magistratura por un período de año y medio a dos años.
  • Después de aprobar la academia, serían designados.

Lampadia




De la calle y las redes a las Políticas de Estado

Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia

En su Mensaje a la Nación, el presidente Martín Vizcarra ha hecho bien en recurrir a la figura del referéndum para acelerar la reforma judicial, pero ha hecho muy mal al recurrir a dicha figura para la reforma política, concretamente, para los muy importantes asuntos de la bicameralidad, la reelección de los congresistas y el financiamiento privado de los partidos políticos.

Esta es una manera de recoger los gritos de las calles y de las redes: “que se vayan todos” y de quitarle el cuerpo a la necesidad de liderazgo, puesto que debemos estimar que, en un referéndum, se eliminaría la reelección de congresistas, condenando al Perú a no poder construir una buena clase política. Además, con seguridad, nos quedaríamos sin senado, una institución muy buena para la buena gobernanza y dejaríamos que, a falta de financiamiento privado (transparente) de los partidos políticos, este lo provean las mafias y platas negras. 

El grito de las calles y de las redes “Que se vayan todos” retumba en nuestros oídos, pero no debe obnubilar nuestros sentidos ni turbar nuestro criterio. Una reflexión adecuada debería llevarnos a plantear el tema de otra manera: ‘¿Qué se vayan todos? O ¿Qué vengan todos?’

Cómo publiqué en el diario La Primera, en agosto del 2005, el grito ‘que se vayan todos, es:

Una reacción y reclamo que pueden parecer naturales a muchos, dada la gran frustración (…) y sobre todo ver como se comporta nuestra desaprensiva clase política.

Sin embargo, el ‘que se vayan todos’ es un salto al vacío, que más allá de las reacciones hepáticas – por más entendibles que éstas puedan ser, no es otra cosa que una gran irresponsabilidad, falta de análisis y de visión para enfrentar los problemas, por más grandes que estos sean.

(…) nuestro problema actual es que estamos atravesando una profunda crisis de confianza. De que otra manera puede calificarse el que el prestigio de todas las instituciones públicas nacionales, esté por los suelos; el que toda la clase política tenga niveles de desaprobación tan altos; (…) el que el 87% de nuestros jóvenes esté pensando en abandonar su patria en búsqueda del bienestar.

(…) Hace pocos días leyendo una entrevista al argentino Felipe Noguera, encontré una muchísimo mejor respuesta: ‘Que vengan todos’.

(…) La gravedad de la crisis llama a la participación ciudadana, especialmente a nuestras reservas morales, (…).

Cuidado con apresurarnos y seguir pensando en que es hora de ‘Que se vayan todos’. Es hora de que ‘Vengan todos’.

No, Señor Presidente Vizcarra, la reforma política debe ser liderada por las autoridades políticas. Los pastores van detrás de la grey, pero los líderes marcan el camino.

Los muy importantes temas de la reforma política requieren un concienzudo análisis y largos debates en todas las instancias de nuestra nacionalidad. No tenemos que acelerar el paso, como en el caso de la reforma judicial. Este ordenamiento tendrá recién efecto para las elecciones generales del 2021.

Detrás del tema de la reelección de los congresistas está la reforma de los partidos políticos, que es donde está el fondo de nuestras debilidades actuales. Para provocar debate y dar un ejemplo de nuestras opciones, permítanme compartir algunos alcances de mi artículo Hacia un nuevo sistema de partidos políticos del 22 de agosto, 2013:

(…) un país que no tiene partidos políticos que ejerzan una auténtica representación nacional, tanto en aspectos regionales como nacionales, está condenado a sufrir un liderazgo político de muy corto plazo y, por lo tanto, impredecible, populista, electorero y carente de propuestas estructuradas de gobierno.

Los vicios y malas prácticas políticas de un sistema así tienden a perennizarse y hacen muy difícil que el sistema pueda reestructurarse a sí mismo.

(…) A continuación deseo presentar una propuesta provocadora, que puede parecer irrealizable o utópica, una simulación institucional, como una ayuda para salir del molde actual e, imaginar una reforma que ofrezca una solución efectiva. La idea sería crear un nuevo diseño institucional en cuanto a la estructura, orientación y fortaleza de nuevos partidos políticos para que estos se constituyan en auténticos representantes de la sociedad peruana, con raíces en todas las regiones y que representen la visión de desarrollo de los ciudadanos, proyectada al bienestar de sus propios hijos, por su enfoque en el largo plazo.

[Algo similar se hizo en Alemania después de la guerra y en Brasil, al final de su última dictadura militar].

Propuesta para el Rediseño del Sistema de Partidos Políticos

  1. Se anulan todas las inscripciones partidarias en el Jurado Nacional de Elecciones para efecto de los futuros procesos electorales.
  2. Se crean dos nuevos partidos políticos, uno de Centro-Izquierda, el Partido Rojo, y otro de Centro-Derecha, el Partido Blanco, los colores de la Bandera Nacional, para que juntos representen el conjunto de nuestra nacionalidad.
  3. Se establece el financiamiento del Estado para ambos partidos, en la misma proporción. Cuando estos partidos sean operativos, contarán con un presupuesto anual por el equivalente de UD$ 25´000,000, cada uno.
  4. Dichos presupuestos deberán sustentar actividades partidarias muy intensas en todo el territorio nacional, congresos, foros, debates, visitas de formación y capacitación de líderes, etc.
  5. Las asignaciones presupuestales estarán sujetas a todos los controles establecidos para los pliegos estatales.
  6. Se establecerá un período de un año para promover la inscripción de los ciudadanos en ambos partidos, fomentando una atracción especial hacia los jóvenes.
  7. Terminado el período de inscripción, se organizarán los procesos de elecciones internas en ambos partidos a nivel nacional y regional. Estas serán reguladas y desarrolladas por el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE.
  8. Una vez elegidos sus dirigentes, ellos procederán a dar contenido ideológico y programático a sus partidos.
  9. Los nuevos partidos tendrán una exclusividad de diez años para participar en todos los procesos electorales, nacionales, regionales y locales.
  10. Después de diez años se abrirán las inscripciones para nuevos partidos que cuenten con planillas del 10% de ciudadanos hábiles para votar, debidamente auditadas por las autoridades correspondientes.
  11. Luego de diez años, los presupuestos de los partidos, a cargo del Estado, serán en proporción a sus niveles de votación nacional.
  12. Solo saliéndonos del molde podemos aquilatar la brecha entre nuestra realidad actual y un sistema que responda a la naturaleza de nuestras  necesidades. 

Este momento de nuestra vida nacional reclama audacia con liderazgo. Lampadia




La reelección de Rousseff y el oscuro porvenir brasileño

La reelección de Rousseff y el oscuro porvenir brasileño

El 26 de octubre, una de las elecciones más inciertas de la historia del Brasil se cerró con un triunfo de la candidata y presidenta, Dilma Rousseff. Por un estrecho margen (51.6% contra 48.3%) se impuso a Aécio Neves, aprovechando todo el peso de los programas sociales y después de que sus publicistas destrozaran la casual candidatura de Marina Silva. Los mercados reaccionaron inmediatamente. La Bolsa abrió con una fuerte caída en el índice Bovespa, que llegó a perder más de 6% en los primeros minutos de la sesión. Las acciones de Petrobras se desplomaron 14% en la Bolsa de Sao Paulo, mientras que sus ADR cayeron más de 15%. El Real (la moneda brasileña) se devaluó 2.71%.

Signos más que evidentes que mostraban el rechazo de los agentes económicos ante los resultados en las urnas. “Brasil decepcionó a los inversores cuando reinstaló a la actual mandataria, Dilma Rousseff, en el sillón presidencial”, dijo el gestor de fondos de inversión Schroders en una nota a clientes. “Las esperanzas de una reforma que resuelva los problemas económicos estructurales de Brasil se han desvanecido, si no destruido”, reseño CNN.

Es cierto, en estos momentos, la economía está en “recesión, la inflación se halla por encima de la meta del Banco Central, las cuentas públicas son poco claras, la deuda pública crece y es más que posible la reducción de su clasificación crediticia, además de un déficit en cuenta corriente que, situado en 3.7% del PBI, es el más amplio desde el 2002 y que está siendo financiado parcialmente por capitales de corto plazo (que es probable que se pongan más nerviosos con el triunfo de Rousseff)”, señala The Economist.

Si bien con Rousseff se agravó la situación económica, los problemas de Brasil “se inician con el ingreso de Lula y el quiebre de las políticas que dejó el  gobierno de Henrique Cardoso, que puso la casa en orden. Lula da Silva llevó al país hacia el proteccionismo y el asistencialismo. Cooptó a sus opositores y convivió con altísimos niveles de corrupción gubernamental”. Ver en Lampadia (L): La caída de un gigante crea incertidumbre en la región y Luces y sombras de la visita de Lula al Perú.

Dilma Rousseff exacerbó las políticas de Lula, manteniendo bajo el precio del petróleo y el diésel y subvencionando la electricidad. También, otorgó beneficios fiscales a varias industrias para intentar apuntalar el crecimiento. Lo que ha provocado esta política es crear incertidumbre, llevando la tasa de inversión a 18.3% del PBI, su mínimo en cuatro años, mientras que la tasa de ahorro se ubicó en 12.7%, la más baja en los últimos 15 años (en el Perú, la inversión llegó al 28% del PBI el 2013 y la tasa de ahorro a 23.8%)”. Ver en L: La caída de un gigante crea incertidumbre en la región.

Esta situación se ve reflejada en el costo de vida. Vivir en Brasil es carísimo. Los principales electrodomésticos y automóviles cuestan por lo menos 50% más que en otros países. ¡Un auto hecho en Brasil cuesta 45% menos en México! El índice Big Mac de The Economist registra que un nivel de precios 72% mayor que la base de EEUU. Una de las causas del alto costo de vida es el sobrevaluado real (la moneda brasilera); no obstante, el problema de competitividad de Brasil tiene causas mucho más profundas que su tipo de cambio, asevera The Economist. Ver en L: Brasil sin rumbo, ni brújula.

Esta situación, después de la gran ilusión del despegue de Brasil, explica el descontento mayoritario de su clase media que exige mejores servicios, mejor calidad de vida y menos corrupción. Sus protestas hicieron tambalear el gobierno de Rousseff el 2013 y amenazaron con malograr el Mundial de Fútbol, pero el mayor susto se lo dieron sin duda las urnas.

Para ganar Rousseff tuvo que apelar a malas artes. Según The Economist, la reelección se debió a “las ventajas de candidatear por la reelección, la formidable máquina logística del PT y su dinero (al parecer, algo fue robado de la petrolera estatal Petrobras), así como la estrecha cercanía de Lula con el pueblo, se sumaron para inclinar la campaña a favor de Roussef”. Además, se recurrió, siguiendo la receta del populismo izquierdista, a la división social para obtener votos. Tal y como ha denunciado el ex presidente Fernando Henrique Cardoso: “Hicieron la tentativa de partir la nación por clase social, por color o por región. Y eso no es aceptable”, señaló.

Al final de cuentas, el mapa electoral demostró que esa campaña sucia surtió efecto de alguna manera. El país se dividió. Los Estados norteños, los de mayor pobreza y que más apoyo social reciben votaron por el PT. Los del Sur, los de mejores ingresos y más modernos, se inclinaron por Neves.

Estos son ahora los retos de Rousseff: reunificar a un país polarizado y efectuar una auténtica reforma económica que saque al país del estancamiento y la recesión. Como indica The Economist, “su principal tarea será arreglar la economía y, para ello, necesita nombrar un ministro de Finanzas competente y dejarle hacer su trabajo sin interferencias del palacio presidencial, redoblar sus tímidos esfuerzos para atraer inversión privada en infraestructuras e intentar una reforma tributaria [que baje la gravosa presión tributaria]”.

También deberá realizar reformas políticas y sobre todo enfrentar la galopante corrupción. El escándalo de Petrobras seguramente afectará al PT y a ella misma. Pero el mayor peligro para la democracia brasileña será contener los ímpetus radicales de su partido que desean seguir el camino del chavismo: controlar los medios de comunicación y el Poder Judicial. En un país polarizado esa ruta puede llevar a un escenario impredesible.

Al Perú, obviamente le conviene que Brasil retome la sensatez. Que rectifique el rumbo económico y que salga del proteccionismo y evada la tentación albista. El 5.2% del stock de la Inversión Extranjera Directa (IED) del Perú proviene de nuestro vecino. Nuestras exportaciones han crecido sostenidamente desde el 2009 y se han más que triplicado de un poco más de 500 millones de dólares, hoy superan los 1,700 millones. Logrados con grandes dificultades y muy por debajo de nuestro potencial exportador, debido al anacrónico y desleal proteccionismo.

Es vital que Brasil tenga una mejor performance, pero dados los antecedentes del PT, será difícil que enderecen el rumbo económico, reduzcan su atávico proteccionismo, abandonen el asistencialismo y se alejen de la hipócrita política exterior de padrinazgo del albismo. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde. Lampadia