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Atentado contra la libertad de expresión y la calidad de la democracia

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Un acto más en la destrucción mutua. No sabemos si por venganza o por qué oscuras motivaciones, la comisión permanente del Congreso aprobó en primera votación la ley que prohíbe al Estado poner publicidad en los medios privados, exonerándola, además de la segunda votación.

Solo se exceptúa dicha limitación para el caso de desastres o emergencias nacionales y campañas de educación electoral. Y, aun en esos casos, se fija como tope máximo de la campaña el 10% de la facturación total del medio, y siempre y cuando no supere el 0.25% de la partida presupuestal de la entidad estatal anunciante.

En el contexto de una dinámica política y mediática que tiende a ser de por sí autodestructiva, campañas estatales motivadoras con mensajes constructivos, integradores y transformacionales son lo único que puede contrarrestar la tendencia natural al escándalo, a la pelea, a la mentira y a la disolución social.

Con una ley absurda como esta, el Estado no podrá llevar adelante campañas educativas orientadas a:

  • Reducir la anemia y otros males de salud pública
  • Motivar a las personas a denunciar los actos de abuso sexual y violencia familiar
  • Desarrollar valores de solidaridad, respeto cívico y cambiar conductas en diversos frentes, desde la manera de conducir hasta la forma de recibir a los turistas pasando por hacer respetar los derechos del ciudadano ante policías e instancias gubernamentales
  • Motivar una sana competencia entre los colegios y profesores por una mejora sustancial de la calidad educativa
  • Impulsar una corriente masiva de denuncias de actos de corrupción en todas las instituciones por parte de los ciudadanos
  • Promover reformas importantes que requieren respaldo social para luchar contra intereses creados tales como:

– El impulso a la meritocracia en todo el Estado con la difusión de la ley de servicio civil, mostrando ejemplos positivos de instituciones que ya han hecho el tránsito
– Una reforma laboral que permita la incorporación de las mayorías a la formalidad y rompa con la exclusión legal existente
– Una reforma del sistema judicial y policial que involucre a los ciudadanos y la sociedad civil

Parece que no hay conciencia de lo que está pasando. En circunstancias en las que, luego de las declaraciones de Barata, la clase política entera corre el riesgo de ser despedida y reemplazada por Dios sabe qué aventureros políticos, no se le ocurre mejor idea a esa clase política que eliminar una de los pocos instrumentos que puede tener el Estado para mantener niveles mínimos de credibilidad en las instituciones y en la acción colectiva.

¿Será que el hecho de que sean los periódicos y canales de televisión los que denuncian los actos de corrupción de los políticos, haya provocado, como reacción, una ley como esta? El tufillo a castigo es inocultable. Lo curioso es que el autor de la ley, Mauricio Mulder, es uno de los mayores beneficiarios de la transformación de los medios en escenarios del espectáculo de las denuncias y las confrontaciones.

Porque ese es el fenómeno que hay que entender. Aquí se da una relación simbiótica y perversa entre medios y políticos: ambos viven del rating, y entonces la tendencia en los medios es invitar a los políticos más grandilocuentes, agresivos o demagogos para levantar precisamente su audiencia y así captar más publicidad, lo que lleva a los políticos a acentuar las mencionadas características que garantizan el éxito mediático. Es un círculo vicioso que lleva no solo a la degradación de la política sino a la percepción por parte de la opinión pública de que hay mucha más corrupción, desorden e ineficiencia de la que realmente hay.     

Si esa es la tendencia natural en toda democracia en la que hay libertad irrestricta de prensa, ello en el Perú se agrava debido a que el Congreso está en manos distintas al Ejecutivo, de modo que lo que tenemos no es una relación de cooperación entre ambos Poderes, como ocurre en las democracias parlamentarias o en la mayor parte de las presidencialistas, sino una relación de confrontación sorda o abierta que no ofrece esperanzas para la construcción acordada de un destino común.

Si el sentido colectivo y la democracia misma son mellados permanentemente por las noticias de corrupción y de enfrentamientos políticos, la credibilidad de la población en la democracia y las instituciones –ya no solo en los políticos- se reduje a niveles que pueden volver insostenible el propio sistema democrático, incubando demandas por una propuesta autoritaria que ponga orden o cambie las cosas en el peor sentido posible.  

En medio de un escenario de descomposición social y política como ese, el único elemento que puede contrarrestar esa entropía negativa es el factor aglutinador que pueden significar campañas de comunicación en torno a los temas arriba señalados u otros similares. Y ese instrumento, que en realidad el gobierno ni siquiera explota en la medida en que debiera, queda impedido ahora con una ley insensata como esta.

Pero eso no se resuelve prohibiendo la publicidad estatal en los medios privados. Dichos gobiernos optarán entonces por contratar directamente a dichos periodistas o a dichos medios con otros disfraces. La regulación de la publicidad estatal está pendiente, pero debe hacerse bien, tomando en cuenta, entre otras cosas, el alcance del medio.    

Cooptación de periodistas y medios

Cierto es que hay entidades públicas y gobiernos regionales y locales que han mal utilizado presupuestos de publicidad sea para comprar el apoyo de determinados medios y de periodistas, sea para auto promocionarse encubriendo deficiencias de gestión. La cooptación de periodistas y medios que realizan los gobiernos sub-nacionales, en un mercado abierto de compra venta de apoyos, es escandalosa. Ver en Lampadia: Las relaciones del Estado con los medios de comunicación.

Pero eso no se resuelve prohibiendo la publicidad estatal en los medios privados. Dichos gobiernos optarán entonces por contratar directamente a dichos periodistas o a dichos medios con otros disfraces. La regulación de la publicidad estatal está pendiente, pero debe hacerse bien, tomando en cuenta, entre otras cosas, el alcance del medio.    

Las redes

La ley cree que las redes sociales pueden sustituir a los medios. Pero eso no es cierto, y lo ha explicado claramente Alfredo Torres (El Comercio, 25-2-18). No obstante, si dejamos de poner publicidad estatal en los medios y la colocamos en las redes, lo que sí vamos a lograr es acelerar el proceso por el que las redes, que son el escenario de la posverdad, de las verdades emocionales, de las noticias falsas, de los insultos anónimos y la difamación impune, van depredando la lectoría y la audiencia de los medios serios que sí verifican la información antes de publicarla. Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo del grupo Prisa y ex director del diario El país de España, explicaba que en España en los últimos 10 años 15 mil periodistas se han quedado sin trabajo. En la medida en que los medios serios tienen menos ventas y menos publicidad, ya no pueden pagar a sus buenos periodistas y entonces decae la calidad informativa de los únicos informativos y periódicos que contrastan las informaciones y las analizan con seriedad.

Es increíble que el Congreso de la República se sume a ese proceso de depredación. La libertad de expresión supone también responsabilidad. No es libertad para difamar, mentir, insultar, lanzar rumores o inventar hechos que no son ciertos. Debemos escapar de ese destino con todas nuestras fuerzas si queremos preservar la salud de nuestra democracia. Lampadia




Las relaciones del Estado con los medios de comunicación

Las relaciones del Estado con los medios de comunicación

El proyecto de ley del congresista Mauricio Mulder (proyecto de ley N° 2133), que prohibiría a entidades del Estado contratar publicidad en medios privados, ha traído al debate las relaciones del Estado con los medios de comunicación. Esta iniciativa busca eliminar el uso de la herramienta publicitaria de manos del Estado, así sea para fines informativos. Una propuesta fuera de lugar, pero que permite revisar algunos procesos que sí pueden ser negativos para la salud de la democracia.

Para analizar este tema, debemos distinguir: por un lado, la publicidad y la comunicación del Estado, y la necesidad de evitar usos indebidos de la publicidad estatal, cómo el aprovechamiento político, patrimonialismo, y venta de sapos por culebras. Y por otro, la cooptación de periodistas y medios en las regiones con recursos del Estado.

Fuente: blogspot.com

Publicidad y comunicación

El objetivo del proyecto Mulder es prohibir “toda la publicidad en medios privados” y que, de hacerlo, “será considerada delito de malversación”. ¿Debe el Estado hacer publicidad? Para esto, debemos hacer una diferencia entre la publicidad y la comunicación en los medios de comunicación.

El Perú adolece de una gran falta de comunicación desde el Estado a la población en aspectos tan importantes como, iniciativas legislativas que tomen cierta posibilidad de transitar a convertirse en normas, o las razones que expliquen las iniciativas legislativas del Ejecutivo, etc.

El Estado debe usar sus medios de comunicación para comunicar a la opinión pública, las políticas y los avances que permitan tener ciudadanos bien informados.

El Estado, ya sea a través del gobierno nacional o de los gobiernos regionales y municipales, no debe privilegiar a determinados medios a cambio de favores políticos. Sin embargo, tampoco se le puede impedir al Estado que utilice los medios de información para hacer algo de publicidad, y, sobre todo, comunicación informativa.

Lo que no se debe hacer es utilizar publicidad pagada para encubrir a instituciones ineficientes, como las recientes campañas de Sedapal, EsSalud y el SUNEDU.

Algo que si debe prohibirse es el uso de trolls para atacar a opositores o crear líneas de opinión pública. Esta es una forma de interacción perversa con los ciudadanos, que no puede justificarse en ningún caso. Esto se refiere a aquellas personas dedicadas a emitir falsedades y a manipular los contenidos de las redes sociales, con el propósito de obstaculizar, bloquear, desvirtuar y opacar a personas o hechos; así como tergiversar el ambiente digital con información ambigua y no verificada con el fin de manipular a los ciudadanos según designios políticos.

Cooptación mediática

El peso del gasto que realiza el Estado y los gobiernos regionales y/o municipales en comunicación a través de medios impresos, radiales o televisivos en las regiones es aúnmás preponderante, por lo que debieran mejorarse los procesos de rendición de cuentas.

Además, hay que tomar en cuenta el uso de mecanismos escondidos de influencia en los medios, vía la contratación de servicios personales de periodistas y otros profesionales, que conllevan compromisos y acciones mediáticas subterráneas.

Regulación

No obstante, somos conscientes que no se puede esperar que la autorregulación funcione, y menos aun dentro del Estado mismo. Consiguientemente es necesario colocar frenos en la conducta del Estado para evitar excesos.

Para lograrlo, se debe establecer un tope para restringir la cantidad de publicidad que puede hacer el Estado con el presupuesto público y no debería sobrepasar un porcentaje determinado del pliego presupuestal correspondiente. Y tampoco, debería superar un cierto porcentaje de los ingresos un medio de comunicación en particular. Además, el gobierno podría hacer más transparente sus gastos de publicidad estatal (al igual que los medios podrían ser más transparentes con sus ingresos), para así dejarle la libertad a la población de usar su propio criterio sobre la validez de la información brindada. Lo mismo debería suceder con las asesorías y consultorías, como el número de asesorías de la PUCP en el MINEDU, entre otros ejemplos.

Sin embargo, el método más efectivo (y el más difícil de lograr) para evitar caer en estas manipulaciones es educar al público. Los medios tienen la obligación de ayudar al público a convertirse en consumidores más críticos de la información. La manipulación de los medios es uno de los mayores riesgos para todos nosotros, y nuestra labor es evitar que interfieran en la neutralidad de los espacios mediáticos. Lampadia




¿Tu empresa es pionera, seguidora o va rezagada?

¿Tu empresa es pionera, seguidora o va rezagada?

Alfonso Baella
Para
Lampadia

Vivimos un mundo donde el cambio es la constante. No es una moda, no es una percepción y mucho menos una opción. La velocidad en la innovación nos toca a todos.

Es pertinente la pregunta si nuestra empresa va delante, simplemente sigue a los ya que empezaron el camino o si, peligrosamente, va rezagada. Y la pertinencia de la pregunta no es sólo para fijar un lugar, sino porque ese lugar implica muchas cosas más. Si nuestra empresa es pionera, seguidora o rezagada tiene que ver con la predictibilidad, con la sostenibilidad y con el futuro –acaso con el presente- de nuestro propio porvenir.

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Fuente: RPP

Harvard Bussiness Review, HBR, publicó hace unos meses un estudio luego de encuestar a 600 líderes globales de empresas B2C y B2B (business to client y business to business), con planillas superiores a los 10 mil empleados y que suman más de 5 mil millones de dólares en ventas anuales. Las preguntas eran sobre Social Media. Las respuestas son interesantes. El 42% de los encuestados señalaron que el Social Media era muy importante hoy y 75% que sería “extremadamente importante” en los siguientes tres años. Mientras el 86% estaba totalmente de acuerdo en que la mejor experiencia del cliente era importante, sólo 34% reconoció tener las herramientas y capacidades para proveer esa experiencia. 69 y 72 por ciento reconocieron, respectivamente, que incrementarían sus presupuestos en experiencia del cliente y en Social Media en los próximos dos años.

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Fuente:  BrainSINS

El estudio va aún más allá y divide a las empresas en líderes, seguidoras y rezagadas; según aplican o no, innovación, experiencia al cliente y Social Media. De las 600 empresa 12% lideran, 60% siguen a las primeras y 27% no le dan importancia al tema. Las líderes impulsan cambios sustanciales en marketing y publicidad, comunicación y relaciones públicas, atención al cliente, ventas, soporte a sus productos, tecnología de información e investigación e inteligencia.

Las líderes venden más, pagan mejores salarios, poseen mejores climas laborales y, al tener mejor reputación corporativa, tienen mayores perspectivas de soportar una crisis y desarrollarse. Las empresas líderes no ven el Social Media como tecnología o no piensan en las redes sociales como un canal más de marketing sino se aseguran de ponerlo al frente y en el centro de la experiencia de sus clientes para aprender, mejorar y continuar creciendo.

¿Qué se requiere? En primer lugar, encontrar al equipo correcto, dentro y fuera de la organización. En segundo lugar, fijar el proceso adecuado para ingresar con eficacia en las redes sociales y en los ecosistemas digitales y, en tercer lugar, promover una cultura que sea tolerante a la frustración para persistir y aprender. Las preguntas que quedan por contestar son: ¿Es el Social Media el centro de las relaciones con tus clientes? ¿Tu empresa es pionera, seguidora o rezagada? ¿Y si está al final, qué esperas para pasar a la delantera? Lampadia

 




Los peligros de los Fake News

Hasta pocos meses, y en contadas ocasiones, hemos escuchado hablar de ‘relatos’ con los que gente comprometida con ciertas acciones políticas, mayormente de izquierda, pretendían reescribir la historia. Estos relatos, repetidos una y otra vez, creaban una suerte de ‘verdades’  falsas.

Un ejemplo a nivel internacional es el referido a los juicios de valor adscritos al llamado ‘Consenso de Washington’, supuesto manifiesto del ‘neoliberalismo’, que como puede apreciarse en el enlace, no contiene nada que justifique su actual representación política. En el Perú, tenemos varios ejemplos. Mencionaremos solo uno: ‘la minería exporta piedras y no tiene valor agregado. Sin embargo, la realidad es que nuestras exportaciones mineras tienen un alto valor agregado, el doble que las exportaciones de manufacturas (67% vs. 33%). No solo eso, como hemos indicado anteriormente, en el año 2012, un refinado de cobre solo hubiera generado un incremento de valor del orden del 14%. Y para producir refinados necesitaríamos ser intensivos en capital y en energía, y además, desplazar de los mercados a los actuales productores globales. Este relato se repite constantemente, incluso lo hace así el vice-rector de la PUCP.    

Recientemente se ha llevado el tema de los relatos al mundo de los medios de comunicación  con las llamadas ‘Fake News’, o noticias falsas. Que no son otra cosa que narraciones falsas creadas para los medios de comunicación, con el afán de distorsionar, moldear y manipular a la opinión pública.

La multiplicación de noticias falsas se hizo evidente durante la disputada campaña presidencial de Estados Unidos del año pasado, cuando numerosas historias políticas que contenían información inventada aparecieron en Internet. Con las redes social, tales seudo noticias, diseñadas para atraer dólares publicitarios o promover causas políticas, se pueden propagar más rápido que nunca.

Pero las noticias falsas tienen implicancias mucho más allá del mundo de la política. La comprobación de hechos y la importancia de las fuentes se vuelven aún más significativas para los conglomerados de medios tradicionales, mientras que las plataformas de medios sociales son acusadas cada vez más por la falta de sustento del contenido que se publica en sus plataformas.

Durante el período previo a las elecciones en Estados Unidos, aparecieron en las redes sociales, un sinnúmero de noticias falsas, algunas de las cuales llegaron a ser difundidas ampliamente entre el electorado. Un artículo dijo falsamente que el Papa había respaldado a Donald Trump, mientras que otro sugirió que altos funcionarios del Partido Demócrata estaban involucrados en una trampa de prostitución infantil, una conspiración conocida como “Pizzagate”, y que provocó un tiroteo en un conocido local de Pizzería en Washington.

Nunca se sabrá cuán grande fue el impacto de estas historias en las elecciones, pero fueron lo suficientemente prevalentes como para que los países de todo el mundo se hayan dado cuenta y hayan empezado a tomar medidas para combatir las noticias falsas.

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Fuente:  marketingdirecto.com

La semana pasada, un discurso falso exacerbó las tensiones sin precedentes entre Qatar y sus países vecinos. La agencia de noticias oficial de Qatar fue hackeada y publicó un reporte (falso) en el que citaba al jeque Tamim bin Hamad Al-Thani, gobernante del país, diciendo que Irán era una “potencia islámica que no puede ser ignorada”, entre otros comentarios inventados. Esto reavivó las subyacentes tensiones en la región y ha causado que varios países se retiren del Acuerdo de Doha.

El mes pasado, Alemania aprobó una ley en virtud de la cual las organizaciones de medios sociales podrían ser multadas por no eliminar contenido clasificado como noticias falsas. Facebook ha estado muy en desacuerdo con la ley, argumentando que “el proyecto de ley ofrece un incentivo para eliminar contenido que no es claramente ilegal cuando las redes sociales enfrentan una amenaza desproporcionada de multas”.

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Fuente:  twitter.com

La respuesta de Facebook condujo a una interesante discusión sobre qué determina que una noticia sea “falsa”. Si el 90% del contenido de un informe es correcto pero una línea es incorrecta, ¿debería invalidar todo el informe? ¿Es responsabilidad de una organización de medios sociales monitorear cada pieza de contenido que se comparte en su plataforma y juzgar la legitimidad de una fuente determinada?

Entonces, ¿quiénes son los culpables y qué se debe hacer para evitarlo? Hay muchos responsables por las noticias falsas, desde los creadores, hasta los distribuidores, los consumidores, la publicidad y los canales de comunicación que las apoyan. La industria de la tecnología, también, tiene un rol en esta batalla. Mientras que la propagación de la desinformación es anterior a Internet, ahora la comunicación de masas la ha vuelto virtualmente indistinguible y la información puede persistir y llegar a audiencias más grandes a través de sitios web, anuncios en línea, medios sociales y resultados de buscadores, a velocidades prácticamente infinitas.

Afortunadamente, muchos están tomando cartas en el asunto. Google, por ejemplo, ha hecho algunos cambios en sus servicios e iniciativas para frenar el flujo de noticias falsas en sus plataformas. Esto es una gran (y verdadera) noticia. Además, Google ha optado por eliminar el financiamiento en los sitios que alberguen/promueven noticias falsas de cualquier manera. Google no permitirá que dichos sitios anuncien en su plataforma.

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Fuente:  fotolia.com

Empresas como Google y Facebook ahora también están trabajando con empresas externas para calificar la información y su veracidad en sus plataformas. Facebook ha desarrollado una alerta de “contenido disputado”, que informa al usuario de que lo que está leyendo o está a punto de compartir puede no ser verdad. Google tiene una etiqueta de verificación de hechos que se muestra en los resultados de su motor de búsqueda para obtener información que puede ser cuestionable.

Facebook está dando a los miembros de la comunidad una herramienta para señalar las noticias que consideran falsas, similar a la forma en que las redes sociales permiten reportar contenidos abusivos. La desventaja es que, al igual que el contenido abusivo, las redes sociales se inundan con este tipo de informes y por lo tanto es muy difícil responder rápidamente. Además, hay personas que reportan noticias simplemente porque no están de acuerdo con ella, no porque sean falsas.

Sin embargo, el método más efectivo (y el más difícil de lograr) para evitar caer en estos Fake News es educar al público. Los medios tienen la obligación de ayudar al público a convertirse en consumidores más críticos de la información online. Los jóvenes de hoy en día viven en las redes sociales y son expertos en su uso, pero a menudo no son conscientes de su poder: el peligro de el mal uso de su información personal, su privacidad y su vida. Todos tenemos la labor de ayudarlos a superar esa brecha de conocimiento.

Las noticias falsas son uno de los mayores riesgos para todos nosotros así como la contaminación, el cambio climático, el terrorismo alrededor de los cuales se escriben ‘relatos’ y los Fake News, que están obstruyendo la verdad y están arriesgando la seguridad de todos nosotros. Lampadia