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Del “embudo aleatorio” a la “radiación controlada”

Del “embudo aleatorio” a la “radiación controlada”

David Belaunde Matossian
Para Lampadia

Desarrollar las capacidades de reparto a domicilio a gran escala es clave, y no haberlo hecho antes nos ha costado caro

A medida que aumenta el número de infectados oficiales en el Perú, es cada vez más plausible que el avance del COVID-19 sea difícil de detener, y que este solo llegue a su fin mediante inmunidad de manada, o a través de mutaciones que lo vuelvan menos letal, o una vacuna. No obstante, sigue siendo pertinente el objetivo de disminuir la velocidad de propagación, con el fin de impedir un desborde de servicios de salud aun peor del que vemos hoy en varios puntos del país.

 

En ese sentido, hay que seguir tratando de evitar aglomeraciones. La principal de estas se genera, desde hace varias semanas, en la actividad de realizar compras en mercados y supermercados. Son millones de personas que convergen aleatoriamente en un “embudo” y salen contagiadas. La solución lógica – aparte de “ampliar el embudo” mediante horarios extendidos que permiten menor concentración, lo opuesto de lo que el gobierno logró – es mayor reparto a domicilio (lógica de radiación controlada). ¿Qué recursos logísticos se necesita y qué impacto puede tener sobre la velocidad de propagación del virus?

El canal moderno

Tomemos el ejemplo de un supermercado, que es más fácil de analizar. Un supermercado promedio en Lima atiende a unas ~5000 – 6000 personas, y mide 1500m2 (promediando formatos muy variados). Unas 100 personas pueden entrar simultáneamente respetando buenas prácticas de distanciamiento. Cada persona va 2 veces por semana en este contexto. Digamos también que de las 6,000 personas “target” el 1%, o 60, está infectado con el coronavirus (nota: los casos que se registran hoy representan el 0.3% de la población, pero la realidad es probablemente un múltiplo de eso). Digamos finalmente que cada vez que uno va al supermercado, tiene contacto riesgoso con 2 personas (se acercan mucho, no usan bien la máscara, etc.).

Pongamos ahora, en vez de clientes, a 100 preparadores de pedidos en el súper, durante dos horas sin acceso al público, preparando – conservadoramente – 5 pedidos por hora. Con eso, y agregando a 8 camiones con 25m3 de capacidad y 16 personas de reparto – chofer y ayudante – calculamos que se cubren todas las necesidades de la clientela de ese establecimiento (6000 pedidos semanales, puesto que se puede manejar pedidos más grandes). Digamos que los preparadores tengan 2 contactos riesgosos cada hora, y que un individuo en el grupo esté infectado al comienzo – misma ratio que en el caso de los clientes.

¿Qué resultados obtenemos en cada caso? Si el cliente va a comprar, la probabilidad en un viaje de ser contagiado es baja. Sin embargo, a cabo de un mes, ya es de ~15% para cada cliente. En el caso de los preparadores, la probabilidad a cabo de un mes supera el 60%. Sin embargo, en números, estamos hablando de casi ~900 clientes infectados versus ~60 preparadores. Esto, claro, suponiendo que los protocolos de reparto sean muy estrictos, y que no se generen contactos entre repartidores y clientes. Si estas condiciones se cumplen, la fórmula de reparto a domicilio es mucho más segura en números absolutos (si no se cumplen la “radiación” se vuelve tóxica).

Otra ventaja importante: los infectados en el caso del equipo de preparadores son más fácilmente detectables, “traceables” que los clientes, y tienen un perfil de edad que los hace menos vulnerables que la población promedio de clientes. Al recuperarse, devienen en un “pool” inmune y la operación se vuelve cada vez más segura.

¿Se puede realizar esto a gran escala? Para cubrir los ~2.5 millones de clientes del canal moderno en Lima, necesitaríamos a 50,000 preparadores (tal vez el doble al comienzo puesto que al detectarse infecciones se pondría en cuarentena a los primeros equipos), 4,000 camiones medianos y 800 repartidores. No son cifras imposibles. Lo complejo es que: a) los supermercados no tienen los sistemas o protocolos o entrenamiento del personal necesarios para atender semejante volumen de pedidos y b) están acostumbrados a lidiar con transportistas en modalidad de “owner-operator” con tarifas bajísimas, en vez de empresas logísticas bien organizadas. Sin embargo, todo esto podría cambiar.

El canal tradicional

El canal “tradicional” (mercados, bodegas), ampliamente informal, es más complejo de abordar puesto que: a) los mercados son más difíciles de “navegar” y organizar, b) es un número aún mayor de personas a las que se abastece y c) tanto los comerciantes como los consumidores de este canal tienen menos acceso a los aplicativos digitales para formular y procesar pedidos. No obstante, no es absurdo pensar que se podría segmentar entre clientes que sí tienen acceso al canal digital y aquellos que no. Los que sí podrían realizar pedidos y ser atendidos a partir del canal moderno (ampliando aún más la capacidad de reparto) utilizando vouchers y los que no podrían recibir canastas familiares algo más discrecionales – tanto los vouchers como las canastas reemplazando en parte el bono de subsistencia.

El canal informal también podría prestarse por ejemplo a que se genere un sistema de “hubs and spokes” (redes radiales) en el cual cantidades suficientes de alimentos son direccionadas desde centros de abasto hacia mercados callejeros ad-hoc siguiendo normas de distanciamiento social, con mucho menor distancia, y mucho menor aglomeración.

Esto haría eco a los esfuerzos realizados por las autoridades de Wuhan para alimentar a la población durante la pandemia. El principio es simple: el comprador es ineficiente en sus desplazamientos – desordenado, realizando miles de viajes para cargas leves en cada ocasión. El delivery centralizado es eficiente, limitando el número de desplazamientos para todos. Además, la concentración del contacto en unos pocos permite mucho mayor trazabilidad, y con el tiempo se puede emplear casi exclusivamente personal inmunizado.

Corresponde a los sectores de retail y logística generar estas capacidades, puesto que hoy estamos lejos del nivel que necesitamos. Corresponde al Gobierno a) dar las facilidades a las iniciativas del sector privado en este campo y no entrampar a las mismas en regulaciones excesivamente meticulosas; b) generar soluciones en el caso del canal informal ya sea apoyándose en empresas privadas o temporalmente con medios propios (ej. utilizando a las fuerzas armadas). Otros puntos de apoyo posible: las ONG, la Iglesia católica y otras. La falta de colaboración con instituciones fuera del Estado ha sido una de las grandes debilidades en la reacción gubernamental esta pandemia.

Hubiera sido bueno hacerlo antes, pero no es demasiado tarde

Se dirá tal vez que la solución viene muy tarde, puesto que ya el problema se está trasladando a Gamarra, o al transporte público. Sin embargo, los mercados y supermercados seguirán siendo fuente de contagios. Además, las largas colas que los clientes deben realizar por la limitación del aforo generan serias pérdidas de productividad laboral e innecesarios niveles de estrés. En general, el reparto es más eficiente, ecológico, y sano. En esta fase crítica de la pandemia deberíamos tratar de probar esta solución a gran escala, ayudando a reducir la velocidad de propagación del virus. Para la “nueva normalidad” la solución debería subsistir. Y, para la próxima pandemia, estaremos mejor preparados. Lampadia




La batalla mundial contra el coronavirus

La batalla mundial contra el coronavirus

El coronavirus, o covid-19 como se le conoce al brote de la enfermedad producida por el brote del mencionado virus, sigue traspasando las fronteras de los países y los gobiernos se encuentran impulsando múltiples esfuerzos de política pública para evitar su propagación en masa.

Un reciente artículo de The Economist, que compartimos líneas abajo, resume de forma muy ilustrativa estas iniciativas y propone interesantes líneas de acción que deberían acometerse en el plano económico y en la salud pública para mitigar el golpe de esta posible pandemia, que ya ha impactado en nuestro país.

Como se deja entrever del análisis del popular medio británico, existen múltiples frentes que aún no están siendo explorados por los países, siendo el otorgamiento de créditos por enfermedad y la flexibilización laboral, las más importantes. En situaciones como estas, la reducción de la burocracia gubernamental que implique lograr incrementar rápidamente la cobertura médica o el intercambio prestacional, así como que las empresas brinden facilidades para dar a sus empleados licencias por enfermedad, son fundamentales.

Además, y como comentamos en Lampadia: La búsqueda de una vacuna al coronavirus, es importante que los países compartan libremente las investigaciones que logran recabar para encontrar una cura al mencionado virus. El dar límites o imponer regulaciones para ello es un sinsentido puesto que implica no reconocer los beneficios de la globalización y lo que gracias a ella se logró en relación al combate de anteriores contagios masivos de otras enfermedades, como el caso del ébola en África Occidental.

Esperemos que el presente gobierno, que se jacta de pedir confianza hacia un sistema de salud pública que está colapsado, se dé cuenta de sus falencias propias y acometa acciones que giren en torno a las recomendaciones aquí presentadas. Lampadia

Covid-19
La medicina adecuada para la economía mundial

Hacer frente a la pandemia involucra a todo el gobierno, no solo al sistema de salud

The Economist
5 de marzo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

No es una lucha justa, pero es una lucha que muchos países enfrentarán de todos modos. Dejándola en paz, la pandemia de covid-19 se duplica cada cinco o seis días. Cuando reciba su próximo número de The Economist, el brote podría, en teoría, haber infectado al doble de personas que hoy. Los gobiernos pueden frenar ese ritmo feroz, pero el tiempo burocrático no es lo mismo que el tiempo del virus. Y en este momento los gobiernos de todo el mundo se están quedando con los pies planos.

La enfermedad se encuentra en 85 países y territorios, frente a los 50 de la semana anterior. Se han registrado más de 95,000 casos y 3,200 muertes. Sin embargo, nuestro análisis, basado en patrones de viaje hacia y desde China, sugiere que muchos países que han detectado decenas de casos tienen cientos más circulando sin ser detectados. Irán, Corea del Sur e Italia están exportando el virus. EEUU ha registrado 159 casos en 14 estados, pero a partir del 1 de marzo había probado de manera indefensa a solo 472 personas cuando Corea del Sur estaba evaluando 10,000 al día. Ahora que EEUU está buscando, seguramente encontrará decenas de infecciones y posiblemente descubra una epidemia desbocada.

Dondequiera que el virus se apodere, contenerlo y mitigar sus efectos implicará más que médicos y paramédicos. La Organización Mundial de la Salud ha extraído lecciones de China sobre cómo deberían hacer frente los sistemas de atención de la salud. Se necesita el mismo pensamiento en todo el gobierno, especialmente sobre cómo proteger a las personas y las empresas, ya que las cadenas de suministro se fracturan y los preocupados y los enfermos se encierran.

La primera tarea es llevar mano de obra y dinero a los hospitales. China reclutó a 40,000 trabajadores de salud para la provincia de Hubei. Gran Bretaña puede sacar a los médicos de la jubilación. Esta semana, el Banco Mundial dio US$ 12,000 millones y el FMI US$ 50,000 millones disponibles para el covid-19. La Global Fund, que combate enfermedades como la malaria y la tuberculosis, dijo que los países pueden cambiar las subvenciones. En EEUU, el Congreso está asignando US$ 8,300 millones de fondos. El país tiene algunos de los hospitales más avanzados del mundo, pero su sistema de salud fragmentado tiene poca capacidad disponible. Se necesitará mucho más dinero.

Igual de importante es retrasar la propagación de la enfermedad haciendo que los pacientes se presenten a las pruebas cuando los brotes son pequeños y posibles de contener. Pueden ser disuadidos en muchos países, incluida gran parte de EEUU, donde 28 millones de personas no tienen cobertura de salud y muchos más tienen que pagar una gran cantidad de su propio tratamiento. Las personas también necesitan aislarse si tienen síntomas leves, como lo hará aproximadamente el 80% de ellos. Aquí la paga por enfermedad es importante, porque muchas personas no pueden permitirse perder el trabajo. En EEUU, una cuarta parte de los empleados no tienen acceso a licencia por enfermedad remunerada y solo los estados y ciudades dispersas ofrecen beneficios por enfermedad. A menudo, los trabajadores independientes, una quinta parte de la fuerza laboral de Italia, no califican. Un estudio encontró que, en epidemias, el pago garantizado por enfermedad reduce la propagación de la gripe en EEUU en un 40%.

El pago por enfermedad también ayuda a suavizar el golpe a la demanda que, junto con un shock de oferta y un pánico general, afecta a las economías. Estos tres factores, como muestra China, pueden tener un efecto dramático en la producción. La actividad manufacturera se hundió en febrero a su nivel más bajo desde que los gerentes fueron encuestados por primera vez en 2004. En el trimestre hasta marzo, la economía en general podría contraerse por primera vez desde la muerte de Mao Zedong. La OCDE espera que el crecimiento mundial este año sea el más lento desde 2009. El modelado realizado por académicos de la Universidad Nacional de Australia sugiere que el PBI en América y Europa sería un 2% más bajo de lo que hubiera sido en ausencia de una pandemia y quizás tanto como 8% más bajo si la tasa de muertes es muchas veces mayor de lo esperado. Los mercados financieros tienen precios de miedo. El S&P 500 ha caído un 8% desde su máximo del 19 de febrero. La emisión de deuda corporativa en Wall Street se ha detenido más o menos. El rendimiento de los bonos del Tesoro a diez años cayó por debajo del 1% por primera vez.

En los países ricos, la mayor parte del esfuerzo económico se ha dirigido a calmar los mercados financieros. El 3 de marzo, la Reserva Federal de EEUU redujo las tasas una quincena antes de su reunión de política monetaria, y en un medio punto inusualmente grande. Los bancos centrales de Australia, Canadá e Indonesia también han actuado. Se espera que el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo aflojen la política también.

Sin embargo, esta desaceleración no es una recesión de los libros de texto. Las tasas más bajas aliviarán los costos de los préstamos y reforzarán el sentimiento, pero ninguna cantidad de crédito barato puede evitar que las personas caigan enfermas. La política monetaria no puede reparar las cadenas de suministro rotas o tentar a las personas ansiosas a aventurarse. Estas limitaciones obvias ayudan a explicar por qué los mercados de valores no pudieron revivir después del recorte de la Reserva Federal.

Es mejor apoyar la economía directamente, ayudando a las personas y empresas afectadas a pagar facturas y pedir dinero prestado si lo necesitan. Para las personas, la prioridad debe ser pagar la atención médica y proporcionar licencia por enfermedad pagada. La administración Trump está considerando pagar algunas facturas de hospital para las personas con el virus. El gobierno de Japón cubrirá los salarios de los padres que se quedan en casa para cuidar a sus hijos o familiares enfermos; Singapur ayudará a los conductores y jefes de taxi cuyos empleados son derrotados. Se necesitarán más ideas de este tipo.

Para las empresas, el gran desafío será la liquidez. Y aunque este shock es diferente a la crisis financiera, cuando el veneno se propagó desde adentro, ese período sí mostró cómo lidiar con una crisis de liquidez. Las empresas que pierden ingresos aún enfrentarán impuestos, salarios e intereses. Aliviar esa carga, mientras dure la epidemia, puede evitar quiebras y despidos innecesarios. La ayuda temporal sobre los impuestos y los costos salariales puede ayudar. Se puede alentar a los empleadores a elegir horarios más cortos para todo su personal en lugar de despidos para algunos de ellos. Las autoridades podrían financiar a los bancos para que otorguen préstamos a empresas que están sufriendo, como lo hicieron durante la crisis financiera y como lo está haciendo China hoy. China también está ordenando a los bancos que sean más fáciles con los prestatarios morosos. Los gobiernos occidentales no pueden hacer eso, pero a los prestamistas de todas partes les interesa mostrar tolerancia hacia los prestatarios que enfrentan un problema de liquidez, como lo hicieron los bancos con los empleados del sector público durante el cierre del gobierno de EEUU en 2018-19.

Hay una tensión. La política de salud tiene como objetivo ahorrar a los hospitales al reducir el pico de la epidemia para que sea menos intensa, aunque más duradera. La política económica, por el contrario, tiene como objetivo minimizar el tiempo que las fábricas están cerradas y el personal ausente. Eventualmente, los gobiernos tendrán que encontrar un equilibrio. Hoy, sin embargo, están tan lejos de la epidemia que la prioridad debe ser frenar su propagación. Lampadia