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Angus Deaton desmitifica las críticas de la globalización

Como afirmó el presidente de China, Xi Jinping en el Foro de Davos 2017 (ver en Lampadia: Davos 2017 en defensa de la globalización y libre mercado, “Encontrar un ‘chivo expiatorio’ en medio de la prolongada y difícil situación económica resulta fácil, pero encontrar soluciones prácticas no lo es. La actual situación económica mundial es el resultado de varios factores, de una gobernanza económica global inadecuada y de un desarrollo que no se quiere reconocer. Obviamente estos problemas no serán resueltos nunca alejándose de la globalización”.

Los beneficios de la globalización económica superan por mucho sus costos, especialmente para los países emergentes. Sin embargo, fenómenos políticos como el Brexit y discursos aislacionistas (ganar – perder) como los de Donald Trump parecerían indicar que la globalización se está revirtiendo. Un artículo de Angus Deaton, Nobel de Economía 2016, para la revista Fatal Attraction – The Year Ahead, 2017, del 16 de este mes, que glosamos líneas abajo, recordó como la globalización representó fuentes de generación de riqueza para el mundo y sacó a muchos millones de la pobreza. “Lo primero que debemos entender cuando pensamos en la globalización es que ha beneficiado a un enorme número de personas que no forman parte de la élite mundial. A pesar del continuo crecimiento demográfico, el número de personas que son pobres en todo el mundo ha disminuido en más de mil millones en los últimos 30 años. Los beneficiarios incluyen a personas que ya no son consideradas pobres en India, China, Vietnam, Tailandia, Malasia, Corea del Sur y México, entre otros países.”

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Fuente:  123rf.com

La integración comercial y financiera ha integrado efectivamente los mercados globales y ha producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres. En los últimos 40 años se ha duplicado la población mundial y se ha formado una clase media global de 3,000 millones de personas y hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Se estima que en 20 años podamos superar completamente la pobreza, sin tomar en cuenta los daños que pueda causar la ola anti globalización.

Estamos mirando al lado equivocado. Como indica Deaton “El llamado a frenar la globalización refleja la creencia de que ha eliminado puestos de trabajo en Occidente, enviándolos hacia el Este y el Sur. Pero la mayor amenaza para los empleos tradicionales no es el chino o el mexicano; es un robot. Es por eso que la producción manufacturera en los Estados Unidos continúa aumentando, incluso a medida que disminuye el empleo en la industria manufacturera.”

Por lo tanto, nuestro enfoque debe ser la gestión rápida de cambio tecnológico para que beneficie a todos. Es crucial mantener la apertura. En un mundo cada vez más interdependiente, el libre comercio, la inversión extranjera y una mayor movilidad de las personas, elementos de la globalización económica, son las condiciones para el crecimiento económico. Ningún país puede desarrollarse solo. La globalización económica no puede eliminarse. La cuestión es cómo volverla más inclusiva, asegurarse de que sus beneficios sean compartidos y comunicar adecuadamente  los resultados.

Debemos prepararnos para defender el libre comercio y la globalización, para así proteger el crecimiento económico y la superación de la pobreza en países emergentes como el Perú. Lampadia

Superando el miedo al ‘cuco’  de la globalización

Según sus críticos, la globalización lleva a un aumento inexorable de la desigualdad de ingresos y riqueza: los ricos se enriquecen y los demás se quedan con nada. Pero lo primero que necesitamos entender acerca de la globalización es que ha beneficiado a un enorme número de personas que no son parte de la élite global.

Atracción Fatal – El año que viene, 2017
Project Syndicate
16 de Enero de 2017
Traducido y glosado por
Lampadia

Newsart for Getting Past the Globalization Bogeyman

Mientras entramos al 2017, la globalización se ha convertido en una palabra sucia. Muchos lo ven como una conspiración de las élites para enriquecerse a expensas de todos los demás. Según sus críticos, la globalización conduce a un aumento inexorable de la desigualdad de ingresos y riqueza: los ricos se hacen más ricos y todos los demás no obtienen nada.

Si bien hay algo de verdad en este punto de vista, este es más erróneo que correcto. Y entenderlo mal tiene consecuencias: como mínimo, se vuelve un chivo expiatorio; más preocupante aún es que las malas políticas son capaces de empeorar nuestros problemas reales.

Lo primero que debemos entender cuando pensamos en la globalización es que ha beneficiado a un enorme número de personas que no forman parte de la élite mundial. A pesar del continuo crecimiento demográfico, el número de personas que son pobres en todo el mundo ha disminuido en más de mil millones en los últimos 30 años. Los beneficiarios incluyen a personas que ya no son consideradas pobres en India, China, Vietnam, Tailandia, Malasia, Corea del Sur y México, entre otros países. En el mundo rico, todos los grupos de ingresos se benefician, porque los bienes (desde teléfonos inteligentes hasta ropa y juguetes para niños) son más baratos. Las políticas encaminadas a revertir la globalización sólo conducirán a una disminución del ingreso real a medida que los bienes se vuelvan más caros.

El llamado a frenar la globalización refleja la creencia de que ha eliminado puestos de trabajo en Occidente, enviándolos hacia el Este y el Sur. Pero la mayor amenaza para los empleos tradicionales no es el chino o el mexicano; es un robot. Es por eso que la producción manufacturera en los Estados Unidos continúa aumentando, incluso a medida que disminuye el empleo en la industria manufacturera.

Por lo tanto, nuestro enfoque debe ser la gestión rápida de cambio tecnológico para que beneficie a todos – no es fácil, pero tampoco es imposible. Los aranceles y las guerras comerciales no harán nada para ayudar.

Es cierto que la globalización ha alimentado una mayor desigualdad de ingresos. Pero gran parte de este aumento debe ser bienvenido, no condenado. No hay nada inherentemente malo en la desigualdad. El que sea malo depende de cómo se produce y que hace.

En la India y China, la globalización ha traído consigo una mayor desigualdad de ingresos, ya que proporcionó nuevas oportunidades -en la manufactura, en los puestos de back-office y en el desarrollo de software- que han beneficiado a millones de personas. Pero no a todo el mundo. Esa es la manera cómo funciona el progreso; mientras que nos gustaría que todos prosperaran en tándem, estas situaciones son increíblemente raras. Despreciar este tipo de desigualdad es desprestigiar el progreso.

En los países ricos también, parte del aumento de la desigualdad refleja mejores oportunidades, debido a la transición de un mercado nacional a otro global. Aquellos con un talento excepcional y las innovaciones ahora tienen acceso a todo el mundo para ser exitosos. No es un crimen hacerse rico compartiendo talento con más gente o haciendo cosas nuevas que beneficien a todos.

Por supuesto, hay un lado oscuro de la desigualdad. Los ricos tienen una gran influencia política, y a menudo pueden reescribir las reglas para beneficiarse a sí mismos, a sus empresas o a sus amigos. En los Estados Unidos, esto no es un gran problema en las elecciones presidenciales, que permanecen abiertas; pero sí es un problema enorme para el Congreso, donde nuestros “representantes” están tan limitados por la necesidad de recaudar dinero que es poco probable que sean elegidos, o permanezcan elegidos, sin el apoyo de los intereses ricos.

Esto no quiere decir que los legisladores sean corruptos, sino que, como ha argumentado Lawrence Lessig de la Escuela de Derecho de Harvard, la institución es corrupta e incapaz de representar a las personas que no tienen la influencia que el dinero proporciona. Sin embargo, no es obvio que la mejor solución es reducir la desigualdad, en lugar de cambiar la forma en que se financia la política. La gente rica debe comprar yates, establecer fundaciones, o convertirse en filántropos, no comprar el gobierno, que debe ser retirado del mercado.

Más generalmente, la desigualdad que resulta de la “búsqueda de rentas” – enriquecerse en las espaldas de otros y no aportar nada de valor a la economía – es el verdadero ‘cuco’. Ejemplos clásicos incluyen a banqueros que presionan al gobierno para debilitar la regulación, y luego – cuando los bancos fallan – dejando a los contribuyentes con un lío costoso. Los rescates resultantes han dado impresionantes sumas de dinero público a personas que ya eran fabulosamente ricas.

Por ejemplo, Fannie Mae y Freddie Mac -las enormes agencias financieras respaldadas por el gobierno estadounidense- utilizaron su fuerza política para hacer imposible que el Congreso las reglamentara, mientras pagaban a sus accionistas privados y alimentaban la crisis de vivienda. Asimismo, el lobby ‘de las granjas’ gana miles de millones cada año en subsidios. Se alienta a las compañías farmacéuticas a que presionen a los gobiernos para que aumenten los precios o amplíen las extensiones de patentes de los productos existentes, en lugar de fabricar nuevos medicamentos. Los magnates inmobiliarios cambian el código de impuestos a su favor.

Estas actividades realmente producen menos que nada, porque frenan el crecimiento económico. Cuando la forma más fácil de hacerse rico es mediante el robo legalizado, entonces la innovación y la creatividad pierden relevancia.

Arlie Russell Hochschild de la Universidad de California en Berkeley escribió sobre la gente que está enfurecida por ver a otros “cortar camino” delante suyo. Esta ira es injustificada cuando es la reacción de, por ejemplo, los blancos americanos que, acostumbrados al privilegio racial, se enfrentan a un mundo más igualitario. La ira justificada es hacia un gobierno que enriquece intereses especiales a expensas de todos los demás. En una economía de crecimiento lento o cero tal robo legalizado es intolerable.

El crecimiento depende de la globalización y de la desigualdad legítima. No podemos ignorar a quienes están sufriendo, pero debemos asegurarnos de que nuestras “soluciones” no empeoren el problema. Los verdaderos monstruos son los buscadores de rentas que han capturado tanto de nuestro gobierno. La desigualdad que han producido es la desigualdad que necesita ser eliminada. Lampadia

 




Últimas especulaciones sobre el gobierno de Trump

La elección de Trump en EEUU sigue produciendo gran incertidumbre en todo el mundo. Por un lado por supuesto, están sus ofertas-exabruptos de la campaña, sus aprontes con Putin y por otro sus juntas, especialmente luego de la elección, que lo muestra como un representante tradicional de Wall Street y del mundo de lobistas de Washington, mundo en el que se desenvolvió previamente como empresario.

Líneas abajo, compartimos con nuestros lectores la presentación y enlace de un artículo de hoy del Financial Times. Una lista calificada de posibles nombramientos y el artículo (glosado) de Nouriel Roubini de Project Syndicate, en el que plantea como más probable el acomodo de Trump con Wall Street y Washington. Veamos:

Según publicación de Quartz, del 11 de noviembre pasado (traducida por Lampadia), Trump está armando un equipo de lobistas a pesar de sus repetidas promesas de “drenar el pantano” si era elegido. Veamos:

  • Economía:

Departamento del Tesoro, David Malpass, trabajó para Ronald Reagan y George H.W. Bush antes de trabajar 15 años con Bear Stearns. (Principal economista del banco antes de su colapso y salvataje en 2008).

Secretario del Tesoro Steven Mnuchin, 17 años en Goldman Sachs.

  • Telecomunicaciones

Jeffrey Eisenach, antiguo enemigo de la regulación federal de tecnología.

  • Relaciones laborales

Departamento de Trabajo, J. Steven Hart, conocido lobista de Washington,  trabajó con Reagan, Coca-Cola y Pfizer.

  • Política alimentaria

El conocido lobista del Capitolio, Michael K. Torrey.

  • Medio ambiente

Myron Ebell, actual directora de las políticas de energía y calentamiento global del CEI (Instituto Empresarial Competitivo), es un think tank libertario que se opone a la mayoría de las políticas de Obama y “cuestiona el alarmismo del calentamiento global”. “También se opone a las políticas de racionamiento de energía, incluyendo el Protocolo de Kioto, la legislación de límites y comercio y la regulación de las emisiones de gases de efecto invernadero por la EPA (Agencia de Protección Ambiental, por sus siglas en inglés)”, así como “todos los mandatos gubernamentales y subsidios para tecnologías energéticas convencionales y alternativas”.

  • Energía

Mike McKenna, un lobista de su propia empresa, MWR Strategies, donde en 2016 recibió al menos US$ 390,000 abogando en nombre de compañías como Dow Chemical y Koch Industries.

  • Comercio

Ex-CEO de Nucor Steel, Dan DiMicco, para manejar la captación de personal para la oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos. Conocido crítico de la política comercial de Estados Unidos, particularmente con China.

Trump domesticado

Nouriel Roubini
Project Syndicate
11 de noviembre de 2016
Traducción de Esteban Flamini
Glosado por Lampadia

Ahora que contra todos los pronósticos Donald Trump ganó la presidencia de los Estados Unidos, la duda es si gobernará según el populismo radical de su campaña o adoptará un enfoque pragmático de centro.

Si Trump gobierna en sintonía con la campaña que le valió la elección, podemos esperar agitación en los mercados y perjuicios económicos potencialmente serios. Pero hay buenas razones para esperar que su gobierno será muy diferente.

Los planes de un Trump populista radical incluirían descartar el Acuerdo Transpacífico (ATP), derogar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y aplicar altos aranceles a las importaciones chinas. También construir el prometido muro en la frontera con México; deportar a millones de trabajadores indocumentados; restringir la concesión de visas H1B para trabajadores cualificados, necesarios en el sector tecnológico; y derogar la Ley de Atención Médica Accesible (Obamacare), dejando a millones de personas sin seguro médico.

En términos generales, un programa radical llevaría a un importante aumento del déficit estadounidense y las rebajas impositivas para los ricos reducirían la recaudación unos nueve billones de dólares a lo largo de una década.

Finalmente, una política exterior radical desestabilizaría las alianzas de Estados Unidos y aumentaría las tensiones con los rivales. Su postura proteccionista podría generar una guerra comercial global, y su insistencia en que los aliados se hagan cargo de sus gastos de defensa podría llevar a una peligrosa proliferación nuclear y restar liderazgo internacional a Estados Unidos.

Pero en realidad es más probable que Trump aplique políticas pragmáticas de centro. Para empezar, es un hombre de negocios adepto al “arte del acuerdo”, así que por definición es más un pragmático que un ideólogo con anteojeras. Su decisión de hacer una campaña populista fue táctica y no refleja necesariamente convicciones arraigadas.

Trump es un acaudalado magnate inmobiliario que se pasó la vida entera rodeado de otros empresarios ricos. En cuanto asuma, Trump hará algunos gestos simbólicos para complacer a sus simpatizantes, pero volverá a las tradicionales políticas económicas de derrame orientadas a la oferta que los republicanos han favorecido por décadas. El elegido de Trump para la vicepresidencia, Mike Pence, representa al establishment republicano, y los asesores económicos de la campaña de Trump fueron empresarios ricos, financistas, constructores y economistas ofertistas. Además se dice que analiza designar un gabinete de figuras ortodoxas del partido, entre ellos Newt Gingrich (ex presidente de la Cámara de Representantes), Bob Corker (senador por Tennessee), Jess Sessions (senador por Alabama) y Steven Mnuchin (ex ejecutivo de Goldman Sachs y también asesor durante la campaña).

De modo que los colaboradores probables de Trump (republicanos tradicionales y dirigentes empresariales) definirán sus políticas. Y la inexperiencia de Trump lo volverá mucho más dependiente de sus asesores.

Otro factor que empujará a Trump al centro será el Congreso, con el que deberá negociar cada ley que quiera aprobar.

Trump también estará controlado por la separación de poderes del sistema político estadounidense, la relativa independencia de organismos públicos como la Reserva Federal y una prensa libre y muy activa.

Pero la mayor restricción para Trump será el mercado. Si intenta aplicar políticas radicales populistas, el castigo no se hará esperar: se derrumbarán las acciones, caerá el dólar, los inversores se refugiarán en los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, el precio del oro se disparará, etcétera. Pero si Trump mezcla políticas populistas más moderadas con medidas convencionales promercado, no enfrentará consecuencias negativas en los mercados. Ahora que ya ganó la elección, no tiene razones para preferir el populismo a la seguridad.

Los efectos de una presidencia pragmática de Trump serán mucho más limitados que en el supuesto radical. Lo de descartar el ATP se mantiene (pero Hillary Clinton también lo hubiera hecho). Trump prometió derogar el NAFTA, pero es más probable que trate de hacerle modificaciones como un gesto dirigido a los trabajadores fabriles estadounidenses. E incluso si un Trump pragmático quisiera limitar las importaciones chinas, sus opciones estarían limitadas por un reciente dictamen de la Organización Mundial del Comercio contra la aplicación de aranceles por “dumping selectivo” a productos chinos. Los candidatos extrasistema suelen hablar pestes de China durante la campaña, pero una vez en el cargo comprenden pronto las ventajas de cooperar.

Es probable que Trump construya el muro en la frontera con México (a pesar de que el ingreso de inmigrantes se redujo). Pero en relación con los indocumentados, lo más probable es que sólo caiga sobre los que cometan delitos violentos, en vez de tratar de deportar a entre cinco y diez millones de personas. Y es posible que limite las visas para trabajadores cualificados, lo que puede restar dinamismo al sector tecnológico.

Un Trump pragmático también generará un déficit, aunque menor al del supuesto radical. Por ejemplo, si sigue el plan impositivo propuesto por los congresistas republicanos, la recaudación sólo se reducirá dos billones de dólares a lo largo de una década.

Es verdad que el programa político de un Trump pragmático será ideológicamente incoherente y moderadamente perjudicial para el crecimiento. Pero será mucho más aceptable para los inversores (y para el mundo) que la agenda radical que prometió a sus votantes.

Lampadia

 




La visión de Arvind Subramanian

La visión de Arvind Subramanian

Arvind Subramanian, asesor económico principal del gobierno de India y, por lo tanto asesor de una de las naciones más importantes del mundo, tiene una perspectiva visionaria. Anteriormente, en Lampadia ya hemos publicado sus opiniones.

Subramanian afirmó “que los países, a cualquier nivel de ingresos, son hoy menos dependientes de la manufactura, tanto en términos de producción como de empleo. Y que el nivel de ingreso por persona, basado en la manufactura, llega a su pico cada vez a niveles más bajos”. Él llama a esto la “prematura no-industrialización.” Ver en L: Apuntes para la creación de empleo al 2034 (I) y la segunda parte (II).

Es por esto que creemos en su importante y valiosa visión. Ahora compartimos un artículo suyo publicado en Project Syndicate el pasado 18 de abril de este año, siguiendo su línea de pensamiento sobre el desarrollo y manejo económico de un país.

Arvind Subramanian en una conferencia en China sobre la dominancia asiática y la G20         Fuente: Poptech

 

El problema del estancamiento persistente

Escrito por Arvind Subramanian.

Publicado por Project Syndicate el 18 de abril, 2015.

 

En un intercambio reciente entre el ex Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos Ben Bernanke y el ex Secretario del Tesoro del mismo país Larry Summers sobre la posibilidad de un estancamiento persistente, un aspecto en el que convenían era el de la necesidad de una perspectiva mundial, pero desde dicha perspectiva la hipótesis de un estancamiento persistente en el período inmediatamente anterior a la crisis financiera mundial no cuadra con un dato fundamental: el crecimiento mundial ascendió, por término medio, a más del cuatro por ciento, la mayor tasa registrada.

El mismo problema rodea la hipótesis de Bernanke de que el crecimiento lento reflejaba una “saturación del ahorro mundial”. Desde una perspectiva keynesiana, un aumento del ahorro no puede explicar el incremento repentino de la actividad que el mundo presenció a comienzos del decenio de 2000.

Parece que los partidarios de la hipótesis del estancamiento persistente no han entendido en qué consiste el problema. Desde una perspectiva de verdad mundial y duradera, la dificultad estriba en explicar el auge anterior a la crisis. Más concretamente, radica en explicar la conjunción de tres importantes acontecimientos mundiales: un aumento repentino del crecimiento (no un estancamiento), un descenso de la inflación y una reducción de los tipos de interés reales (ajustados a la inflación). Cualquier explicación convincente de ellos debe dejar de insistir exclusivamente en un marco de demanda agregada y centrarse en el aumento de los mercados en ascenso, en particular China.

Esencialmente, el mundo presenció una gran sacudida positiva de la productividad procedente de los mercados en ascenso, que aceleró el crecimiento mundial, al tiempo que reforzaba el proceso desinflacionario que ya había puesto en marcha la llamada gran moderación en la inestabilidad del ciclo económico. Ese dato fundamental permite conciliar dos de los tres importantes acontecimientos mundiales: un mayor crecimiento y una inflación menor.

Entonces el problema estriba en cuadrar el aumento de la productividad mundial con la bajada de los tipos de interés reales. Bernanke puso de relieve correctamente que los tipos de interés reales a largo plazo van determinados por el crecimiento real. Así, pues, la sacudida positiva de la productividad debería haber aumentado el rendimiento del capital y, por tanto, el equilibrio real de los tipos de interés. Además, el hecho de que la sacudida de la productividad reflejara una reducción del coeficiente entre el capital y la mano de obra mundiales debida a la integración de los trabajadores chinos e indios en la economía mundial debería haber acentuado esa tendencia, pero no fue así: al contrario, los intereses reales mundiales bajaron. 

Para entender ese misterio resultan fundamentales dos rasgos distintivos de la sacudida de la productividad de los mercados en ascenso: su origen y consecuencias fueron el gran consumo de recursos y su carácter mercantilista. Esos dos rasgos aumentaron el ahorro mundial.

Para empezar, como los motores del crecimiento mundial fueron países relativamente pobres, pero grandes –la India y en particular China–, que estaban ávidos de recursos, los precios mundiales del petróleo se pusieron por las nubes, lo que redistribuyó los ingresos mundiales hacia países con mayor propensión a ahorrar: los exportadores de petróleo.

Más importantes aún fueron las políticas mercantilistas. China y otros países con mercados en ascenso aplicaron una estrategia económica que desafiaba los postulados habituales de la teoría del crecimiento y del desarrollo. El crecimiento mercantilista se basó –porque en parte así lo requería– en impulsar el capital hacia fuera, en lugar de atraerlo. Al limitar las entradas de capitales extranjeros y mantener bajos los tipos de interés internos, China pudo mantener una divisa relativamente débil, lo que sirvió para sostener el modelo de crecimiento impulsado por la exportación y, a su vez, contribuyó a unos enormes superávits por cuenta corriente (más del diez por ciento del PIB en determinado momento), que enviaron capital flotante al resto del mundo.

El reconocimiento de la importancia de esa estrategia revela una falacia común por la cual se atribuye la saturación del ahorro al deseo de los mercados en ascenso de asegurarse contra la agitación financiera comprando dólares de reserva. Eso puede haber sido cierto inmediatamente después de la crisis financiera asiática de finales del decenio de 1990, pero no tardó en prevalecer el imperativo del crecimiento. Dicho de otro modo, el motivo de la autoseguridad podría explicar el primer billón de dólares de China en títulos de reserva, pero nada tiene que ver con los tres billones posteriores.

El propio crecimiento contribuyó también a la saturación del ahorro. Al aumentar los ingresos, los ya prudentes asiáticos se volvieron aún más prudentes y las empresas rentables resultaron aún más rentables. Esa reacción endógena ante el rápido aumento de la productividad fue un factor decisivo que contribuyó a la saturación del ahorro. Hubo que revisar antiguas verdades sobre el desarrollo, en el sentido de que el ahorro es un motor del crecimiento, porque el crecimiento de los mercados en ascenso fue, hasta cierto punto, el motor del ahorro.

En eso estriba la explicación del problema de los tipos de interés. Al aumentar el ahorro (y, por tanto, la oferta mundial de fondos prestables), los tipos reales experimentaron una presión que los hizo bajar. Los tipos bajos, a su vez, brindaron la lubricación necesaria para financiar la burbuja de los activos en los Estados Unidos y en otros países. Según Summers, la magnitud del ahorro causó una debilitación del crecimiento; según la explicación substitutiva aquí ofrecida, fue primordialmente el crecimiento rápido –y sus rasgos distintivos– el motor de la magnitud del ahorro.

Actualmente, al desacelerarse el crecimiento mundial, una vez más parece posible el estancamiento persistente, pero éste es una dolencia de los países que se encuentran en la frontera económica. Para el resto del mundo en desarrollo, la verdadera preocupación no es una escasez de demanda, sino la necesidad de mantener unos niveles elevados de aumento de la productividad a fin de que puedan alcanzar a las economías avanzadas. Cuando los encargados de la formulación de políticas se reúnan en Washington esta semana para celebrar sus conversaciones rituales, no deberían perder de vista esa distinción fundamental.

 




La Nueva Ruta de la Seda: un gran desafío

La Nueva Ruta de la Seda: un gran desafío

Javier Solana, publicado por Project Syndicate, 30 de marzo, 2015.

El ascenso de China ha sido, probablemente, el hecho de mayor relevancia geoestratégica en las últimas dos décadas. Sin embargo, Occidente no ha acomodado a China, ni al resto de países emergentes, en los esquemas de gobernanza global, conforme a su peso geopolítico y económico.

La expansión de la presencia china en Asia, África y América Latina ha estado marcada por relaciones estrictamente bilaterales e inversión en infraestructuras, con la intención principal de obtener a cambio materias primas. Además, esta estrategia ha sido ejecutada por empresas estatales, en muchos casos sin tener en cuenta algunos estándares internacionales. Así, gracias a sus 3.8 billones de dólares en reservas de divisas, China se ha erigido en el principal proveedor de financiamiento a nivel mundial de los países en desarrollo. El Banco de Desarrollo de China, de hecho, ya concede más préstamos que el propio Banco Mundial. [Y acaba de incorporar al Reino Unido, Alemania e Italia].

Occidente, desde hace ya tiempo, ha instado a Beijing a cambiar este modelo de diplomacia financiera bilateral por un enfoque multilateral más acorde con sus estándares. Estamos ya acostumbrados a escuchar que China debería implicarse más en la provisión de bienes públicos globales. El Presidente Obama llegó, incluso, a acusar a Beijing de free rider o polizón. Con la llegada de Xi al poder parece que ese momento de cambio ha llegado, como demuestran sus recientes iniciativas en política exterior.

La creación en julio del año pasado del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB en sus siglas en inglés) fue un paso en esta dirección. El NDB agrupa a las cinco economías BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica– y está dotado con 100,000 millones de dólares. Xi, en la misma línea, anunció la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB) durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) celebrada en Beijing.

Nos encontramos, por último, con un fondo para la Nueva Ruta de la Seda dotado con 40,000 millones de dólares, que viene a complementar compromisos previos de inversión en Asia Central por más de 50,000 millones dólares. El fondo se circunscribe a la iniciativa de las Nuevas Rutas de la Seda con las que China pretende invertir en proyectos de infraestructura en Eurasia. La iniciativa abarca 60 países que albergan a casi dos tercios de la población mundial y representan una tercera parte del PIB global. Incluiría un ‘cinturón económico’ terrestre a través de Asia Central y un ‘camino marítimo del siglo XXI’ que abarcaría el océano Índico y los mares de China Meridional y el Mediterráneo. Las dos rutas, combinadas, conformarían una red –y no tanto un camino–que facilitará la conectividad entre Asia y Europa.

En su tramo europeo, destaca la inclusión del puerto griego de El Pireo en el brazo marítimo del proyecto. El puerto está parcialmente operado por la naviera estatal china COSCO. El Pireo estará conectado con el resto de Europa a través de infraestructuras financiadas por China en los Balcanes y Hungría. La iniciativa reafirma la voluntad china de consolidarse como un poder euroasiático conectando los dos extremos más dinámicos del continente: Asia Oriental y Europa Occidental. Ocupa, a su vez, los espacios perdidos por Rusia en Asia Central y trata de apaciguar las disputas territoriales con sus vecinos inmediatos.

Parece relevante, en este contexto, la incorporación de Reino Unido al AIIB como miembro fundador. La nueva posición británica está arrastrando a otros países europeos (Alemania, España, Francia o Italia), de Asia-Pacífico (Corea y Australia) y emergentes (Brasil, Rusia y Turquía) a participar en el accionariado del AIIB. Este viraje es interpretado por Washington como un revés geopolítico para EEUU.

Esta interpretación, a mi juicio, es errónea. No hemos sido capaces de reformar las instituciones internacionales creadas tras la Segunda Guerra Mundial para hacerlas inclusivas y eficaces. El Banco Asiático de Desarrollo (ADB) es un buen ejemplo. Está liderado por Japón y EEUU, cada uno de ellos ostenta en torno al 13% de votos y el presidente siempre ha sido japonés. China no alcanza el 6% de votos. Lo mismo podría decirse del Banco Mundial o del FMI, que sigue controlado por europeos y norteamericanos. La reforma acordada en 2010, en la cumbre del G20 en Seúl, aumentó la cuota de China del 3.65% al 6.19%. Pero aunque esta reforma era un pequeño paso en la buena dirección, todavía no se ha implantado debido a que el ejecutivo estadounidense es incapaz de convencer al Congreso de que ratifique el acuerdo. Peor aún: cinco años después esta no reforma ya se ha quedado desfasada.

Revisando lo anterior, no debe extrañar que China cree un nuevo banco de desarrollo regional, en este caso especializado en infraestructuras. Demuestra que estas nuevas iniciativas chinas no son revisionistas sino reactivas. Si las instituciones existentes no dan cabida a China y a otros emergentes, estos se verán forzados a crear estructuras nuevas. Se fragmentaría, como consecuencia, la gobernanza global en un sistema de bloques ideológicos y económicos a modo de globalización parcelada. La incorporación del Reino Unido y otros europeos al AIIB es, por ello, bienvenida; ya que podría facilitar que estas nuevas instituciones se conviertan en complementarias y no en rivales. No estaríamos, en ese caso, ante un juego de suma cero. Por otra parte, ésta habría sido una gran oportunidad para que la Unión Europea pudiera estar representada directamente, como Unión, en el AIIB; tal y como sucede ya en el G20 o la Organización Mundial de Comercio.

Occidente debe mantener una actitud abierta hacia estas nuevas propuestas chinas, aunque combinada con una actitud exigente a la hora de asegurar la multilateralidad, transparencia y rendición de cuentas de los nuevos instrumentos. De esta manera se aseguraría la orientación de las inversiones hacia criterios de mercado, protección medioambiental y unos mínimos estándares laborales.

Es una buena noticia que China adopte un enfoque más multilateral y un mayor compromiso con el proceso de globalización. Sería conveniente que, durante los próximos meses, se consiguiera alinear los intereses de la UE, EEUU y China de cara a la presidencia del G20 que ostentará China en 2016. Parece el momento adecuado para que EEUU y China generen confianza estratégica mutua para desbloquear la asunción de responsabilidades a nivel global. En un mundo tan interdependiente como el actual ésta es una oportunidad que no debemos desaprovechar.

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De la producción en masa al segmento “tamaño uno”

De la producción en masa al segmento “tamaño uno”

Hace décadas el marketing descubrió la segmentación, no todos los consumidores son iguales ni necesitan la misma oferta. Más recientemente se empezó a trabajar con el llamado “segmento  tamaño uno”, buscando satisfacer necesidades individuales.

Últimamente, en base al desarrollo del “Mundo es Plano”, hábilmente descrito por Thomas Friedman el 2005, y de la ampliación de la cobertura de internet y las redes sociales, los individuos y empresas emergentes están creando un nuevo desarrollo de mercado en el que las relaciones de compra-venta de servicios y bienes se empiezan a tranzar por canales no tradicionales, uno-a-uno, de continente-a-continente. Esto abarca servicios de alojamiento no-hoteleros, uso de automóviles, servicios de transporte, laboratorios comunes e impresiones 3D entre otros. Esto se denomina “economía compartida” (sharing economy) o también “economía austera”.

El advenimiento y extensión de este desarrollo ha sido potenciado por la crisis económica del 2008, los altos niveles de desempleo en Europa y el aumento de la conciencia sobre la necesidad de evitar el desperdicio de recursos. Ver, por ejemplo el artículo de Naviradjou y Jaideep Prabhu de Project Syndicate: El auge de la economía austera.

Este desarrollo tiene un especial atractivo para el empoderamiento de los emprendedores, de ciudadanos comunes y corrientes, que empiezan a desarrollar una nueva forma de vida y de generación de ingresos, en un mundo que con el avance de la llamada “tercera revolución industrial”, con la digitalización y la robotización, está amenazando las formas tradicionales de empleo. Ver en Lampadia (L): Apuntes para la creación de empleo al 2034 (I), Apuntes para la creación de empleo al 2034 (II) y La Tercera Revolución Industrial.

Efectivamente, en el mundo que se viene, se estima que la industria ya no será la fuente tradicional de empleo. La tecnología reemplazará muchos oficios de gente de escasa formación y, también, de especialistas de renombre local que tendrían que  competir con expertos globales, en actividades que van desde la interpretación de imágenes médicas hasta lecciones de economía en línea.

Ya hemos comentado que, en principio el Perú tiene la suerte de contar con ingentes reservas productivas, en todos los sectores que no hemos sabido desarrollar hasta ahora como: La forestería y sus derivados y la energía. Los yacimientos mineros que si no ponemos en producción relativamente pronto, terminarán con cruces (como en las carreteras por los accidentes mortales) “aquí yace Conga”, “aquí yace Tía María” o “aquí yace el lote 108”. La acuicultura, la multiplicación de la agroindustria, los bionegocios y el turismo.

En el nuevo mundo productivo es posible imaginar a un zapatero de Comas que con inversiones cada vez más asequibles como una Tablet, un escaneador y una impresora 3D (que además podría compartir con otros), pueda hacer zapatillas personalizadas a pedido. Es decir, él tendría en su archivo los scans de los pies de las señoras más ricas de Lima, las cuales podrían llamarlo por la mañana para que les fabrique unas zapatillas ad-hoc para celebrar el cumpleaños de su nieto, con su nombre grabado, etc., y que en un par de horas pueda hacer el delivery a San Isidro, cobrando varias veces más del precio que recibe por los zapatos que hoy vende en la puerta de su casa-taller.

Además, el Perú, con la creatividad de su gente, con ese excluido sector informal, con su vocación por el emprendedurismo, está listo para potenciar todos estos desarrollos. Lamentablemente, en vez de que nuestra clase dirigente esté vislumbrando como convertir nuestro potencial en desarrollo efectivo, sigue mirando el retrovisor y jugando al pierde-pierde en disputas patéticas de poder, cargadas de soberbia y de los mayores posibles niveles de irresponsabilidad. Ya lo hemos dicho, esperamos que después del Carnaval, venga la Pascua. Lampadia