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Fobia empresarial en el agro peruano

Fobia empresarial en el agro peruano

Fernando Cillóniz B.
CÍLLONIZ.PE
Ica, 5 de marzo de 2021
Para Lampadia

Según la Real Academia Española (RAE) “fobia” significa aversión o rechazo. “Fobia” también significa odio o antipatía por alguien o por algo. En el caso concreto del presente artículo, “fobia” significa odio y envidia por el éxito empresarial en el agro peruano.

Efectivamente, una vez más – como tantas veces en el pasado – la envidia y la mediocridad están al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país. Una vez más – de manera perversa – el firmamento político muestra el alineamiento de los 4 astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia, el rencor, y el egoísmo. Una vez más, el populismo, la demagogia y la politiquería pretenden malograr la exitosísima historia de la agricultura peruana de los últimos 25 años.

Si de leyes se tratara… la Ley de Promoción Agraria – la recientemente derogada – y su complemento el Régimen Laboral Agrario, constituyeron dos de las normas que más bienestar social haya jamás propiciado la frondosa – y generalmente poco efectiva – legislación peruana. Los tan comentados y admirados “pleno empleo” y “progreso socioeconómico” de Ica y Chavimochic están sustentados – en gran medida – en el extraordinario desarrollo de nuestra agricultura. Precisamente, a partir de la aplicación de las dos leyes en cuestión.

La agricultura empresarial peruana es un éxito a nivel mundial. Excepto para ciertos políticos locales – incluidos algunos periodistas, académicos y dirigentes sociales – que jamás han visto lo que ha pasado en los estupendos huertos frutícolas y hortícolas de nuestra Costa.

La Hermandad del Agua entre Ica y Huancavelica, la Siembra y Cosecha de Agua, el riego tecnificado, la recarga de los acuíferos… hemos dado pasos gigantes respecto al desafío del agua. Y lo estamos logrando.

Las tierras de nuestros valles están siendo invadidas por las urbanizaciones. ¿Qué hemos hecho frente a ello? Conquistar el desierto… nada menos. Y cada vez más, estamos conquistando las laderas y faldas de los cerros. ¡Extraordinario!

En materia sanitaria, nadie nos gana en Control Integrado de Plagas. Además, gracias al SENASA hemos avanzado mucho en el control de la Mosca de la Fruta. A tal punto, que nuestras frutas frescas son aceptadas en – prácticamente – todos los mercados del mundo. La pequeña agricultura – incluso, la de la Sierra y la Selva – está cada vez más presente en las exportaciones de paltas, mangos, bananos, granadas, cítricos, espárragos, alcachofas, quinua…

La demanda de mano de obra es tal que las remuneraciones han aumentado – y siguen aumentando – sostenidamente. La formalidad laboral en el sector está más que sustentada en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, EsSalud, SUNAT, ADUANAS, y del sistema financiero del país. Y la dignidad también. ¡Cuántas mentiras se han vertido en torno a las notables mejoras en las condiciones de trabajo en el campo, y en el trato a los trabajadores y sus familias!

Y ¡qué decir del boom inmobiliario y comercial en Ica y La Libertad! ¡Cómo que nuestra agricultura no genera progreso y bienestar social! A ese respecto, miente – o ignora – quien sostiene lo contrario.

El éxito que hemos logrado para vencer el desafío de los mercados es impresionante. Con decir que les vendemos paltas a los mexicanos y uvas de mesa a los californianos. Algo así como venderles hielo a los esquimales.

La agricultura empresarial de nuestro país – grande, mediana, y pequeña – constituye la máxima expresión de tecnología y modernidad. En automatización, digitalización, riego y fertilización tecnificada, genética de plantas y animales, manejo integrado de plagas, post cosecha… tenemos lo mejor de lo mejor. Y en materia de gestión empresarial… lo mismo. Nuestros costos suben – fundamentalmente, por el aumento de las remuneraciones de los trabajadores – pero también sube nuestra productividad. Competimos de igual a igual con las mejores agriculturas del mundo.

Nuestra infraestructura logística también ha avanzado muchísimo en estos últimos años. Nuestras plantas de empaque son de avanzada. Nuestros sistemas de almacenamiento y transporte refrigerado, igual. Incluso, tenemos empresas de metal – mecánica que exportan plantas de empaque a otros países del mundo. Y otras que fabrican y exportan cajas para embalajes de frutas, parihuelas, software de gestión agrícola… ¡cómo que la agricultura moderna no jala a otras industrias!

Pues bien. La fobia al éxito empresarial en el agro y el populismo político… eso que tanto analizamos y advertimos que podría echarlo todo a perder, ha reaparecido. ¿Tanta envidia sienten por el éxito de otros peruanos? ¿Tanto les cuesta – a esos negacionistas – aceptar el fracaso de la Reforma Agraria de los años 70? Pues parece que sí.

Muchos peruanos estamos indignados a este respecto. Y yo – como hombre de campo que he sido toda mi vida – más aún. Prometo hacer TODO lo que esté a mi alcance para defender – y respaldar – a quienes propiciaron tanto progreso, trabajo, y bienestar en nuestro país. Me refiero a empresarios, técnicos, científicos, docentes, trabajadores, funcionarios, proveedores, comerciantes, consumidores… a TODOS.

¡No al populismo político! ¡No a la fobia empresarial en el agro peruano! Lampadia




Los 31 genéricos no son intercambiables

Los 31 genéricos no son intercambiables

EDITORIAL DE LAMPADIA

Pueden carecer de eficacia terapéutica

Mediante resolución ministerial el ministerio de Salud aprobó un listado de 31 “medicamentos esenciales genéricos en Denominación Común Internacional…  los cuales deberán mantenerse disponibles o demostrar su venta en farmacias, boticas y servicios de farmacias del sector privado”.

Está muy bien, pero hay un problema. Ninguno de los 31 medicamentos genéricos es intercambiable. Es decir, ninguno tiene estudios de bio equivalencia hechos en el Perú o en el extranjero y aceptados en el Perú, que garanticen que son similares al medicamento original y que tienen eficacia terapéutica.

De hecho, un estudio in vitro publicado en La Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública (2019;36 (1):74-80) del Instituto Nacional de Salud (INS), sobre la equivalencia terapéutica de tres genéricos: amoxicilina, doxiciclina y fluconazol, en Lima, concluye lo siguiente:

“Para doxiciclina los cuatro medicamentos fueron equivalentes in vitro al PR, para amoxicilina sólo dos medicamentos fueron equivalentes in vitro al PR y para fluconazol ninguno fue equivalente in vitro al PR. Se concluye que algunos medicamentos de amoxicilina y fluconazol que circulan en el mercado nacional no cumplen con la equivalencia terapéutica evaluada mediante estudios in vitro; es decir, no son intercambiables”.

Eso es muy grave. Resulta que la amoxicilina y el fluconazol están en la lista de 31 medicamentos, pero no son equivalentes. La doxicilina, en cambio, cuyos genéricos sí resultaron equivalentes, no figura en la lista de los 31.

No se ha hecho estudios para los otros 29. ¿Y qué pasa si la mayoría no son equivalentes y no tienen eficacia terapéutica? Estaríamos ante un engaño peligroso.

En este tema ha habido un retraso lamentable del sector y de la Digemid. La ley de intercambiabilidad se dio el 2009, y recién 10 años después, en marzo de este año, se reglamentó, pero solo se ha dispuesto que se haga estudios para 7 moléculas, algo claramente insuficiente. También sería posible adoptar los estudios de países de alta vigilancia sanitaria, pero la Digemid casi no da trámite a las solicitudes presentadas.

De no acelerar apreciablemente el ritmo de introducción de intercambiables, la disposición que obliga a tener los mencionados 31 genéricos no tendrá el impacto deseado, sea porque los medicamentos carecerán del efecto terapéutico buscado, sea porque los propios consumidores seguirán prefiriendo genéricos de marca. La norma, así, será una página más en la larga historia del populismo político. Lampadia




Partidos deben ir trabajando reformas políticas y económicas

Partidos deben ir trabajando reformas políticas y económicas

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Si Martín Vizcarra efectivamente se retira el 2021 y el Congreso complementario aprueba reformas políticas que mejoren sustancialmente la gobernabilidad de los siguientes gobiernos, y logra consolidarse una reforma del sistema judicial, entonces se podría concluir que el populismo político anti Congreso que desplegó, contrario a una democracia liberal -pues desembocó en la supresión inconstitucional de la división de poderes- tenía paradójicamente la finalidad de establecer una democracia liberal.

Sería el primer caso en la historia en el que se instala una dictadura temporal para establecer una democracia liberal duradera. ¿Si se es capaz de cerrar el Congreso sin base constitucional, se tiene la sensibilidad liberal para diseñar una buena arquitectura de equilibrio de poderes?

Una manera de responder esa pregunta sería conocer la agenda legislativa de los partidos que probablemente hagan mayoría en el congreso que elegiremos el 26 de enero. Esos partidos deberían ir trabajando desde ahora un mínimo consenso en torno a las reformas políticas indispensables para mejorar la gobernabilidad (a fin de prevenir confrontaciones estériles entre poderes) y optimizar la representación, reduciendo el tamaño de los distritos electorales para aproximar la clase política al pueblo. La base sigue siendo la propuesta de la Comisión Tuesta, a la que podríamos agregar las ideas de Carlos Meléndez en su último artículo en Perú 21, sobre todo la de poder revocar el mandato de los congresistas a mitad de periodo a fin de canalizar la ira contra el Congreso.

No menos importante, para defender la democracia de los arrestos populistas, es la sentencia que finalmente dictamine el Tribunal Constitucional en relación a la demanda competencial presentada por el Congreso disuelto. El Tribunal no puede permitir que se institucionalice la disolución por interpretación presidencial de una denegación fáctica, porque entonces estamos abriendo paso a la arbitrariedad autocrática. Mejor, en todo caso, sería sincerar el tema estableciendo que el Presidente puede disolver el Congreso una sola vez en su mandato sin expresión de causa, convocando inmediatamente a elecciones parlamentarias.

Ahora bien, como sabemos, el populismo político anti congresal que hemos vivido se ha alimentado del anti fujimorismo, y lo ha retroalimentado a su vez. Ha potenciado el repudio de un sector importante de la sociedad al “aprofujimorismo”, convirtiéndolo en el enemigo al que hay que eliminar, en la encarnación del mal. Pero derrotado el enemigo, sensiblemente debilitado y disminuido, podemos suponer que disminuirá en esa misma medida el estímulo populista, facilitando el retorno y reconversión de los impulsores de la disolución a la democracia liberal. Salvo, quizá, en el caso de los grupos de izquierda.

Pues el conflicto entre los dos bandos, si bien produjo la derrota del “enemigo”, engendró en el camino un nuevo enemigo del pueblo, todavía poco amenazante, pero que podría terminar siendo agitado por la izquierda. Para los sectores perdedores, acusados de corruptos, los grandes corruptos son en realidad Odebrecht y las empresas constructoras, el llamado club de la construcción. A la izquierda no le sería tan difícil extrapolar ese enemigo, que ya tiene existencia, al conjunto de las grandes empresas. Es algo que de todas maneras intentará dentro de su plan de ataque al modelo económico, sobre todo si la economía sigue estancada y los problemas de empleo e ingresos se agravan.

Por eso, para vacunar al país contra el populismo autoritario en su variante económica, se requiere resolver también el agudo problema del bajo crecimiento. Las reformas económicas y laborales son, en ese sentido, fundamentales. Algunas las podría ir promulgando el gobierno mediante decretos de urgencia. Pero conociendo su adicción a la popularidad, probablemente no toque las más importantes. Para abordarlas, entonces, también se requerirá de un consenso mínimo entre las fuerzas que alcancen mayoría en el congreso complementario. Lampadia




El populismo político llevaba inevitablemente a la disolución

El populismo político llevaba inevitablemente a la disolución

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Curiosamente, el gobierno ha declarado que se mantendrá neutral en estas elecciones congresales complementarias. No tiene sentido. La disolución del Congreso es una institución que viene del parlamentarismo y se entiende que el presidente hace uso de ella porque tiene una mayoría contraria que le impide gobernar, y por lo tanto busca un nuevo Congreso con una mayoría propia que le permita llevar adelante su plan de gobierno. El presidente, entonces, debería tener, en este nuevo Parlamento, su propia bancada o bancadas afines de partidos a los que él debería manifestar su apoyo durante el proceso electoral. Ese es el sentido de la disolución del Congreso.

El que no busque tener mayoría propia revela que en realidad no fue el supuesto obstruccionismo del Congreso lo que lo llevó, primero, a pedir el adelanto de elecciones y, luego, a disolver el Congreso. Obstruccionismo –focalizado en ciertos temas, sobre todo en educación-, hubo en la época de Pedro Pablo Kuczynski. En la de Vizcarra, lo hubo en mucha menor medida. El siguiente cuadro grafica la diferencia entre ambos periodos:

Por eso es que cuando María Alejandra Campos le pregunta, en entrevista publicada en El Comercio, si había “un tema puntual que estaba siendo bloqueado por el Congreso y que ahora ya pueden sacar”, el Presidente no atinó a responder nada concreto. No había nada que se estuviese bloqueando. Por el contrario, Pedro Olaechea había ofrecido construir una agenda conjunta y en el Congreso se le había encargado formularla a un grupo encabezado por Alejandra Aramayo, donde están Miguel Torres, Mercedes Araoz y otros. Esa propuesta iba a ser presentada el 1 de octubre. El 30 de setiembre fue disuelto el Congreso. El propio acuerdo que se negociaba con Salvador del Solar fue petardeado por Vizcarra y por los duros de Fuerza Popular.

Por lo tanto, el “obstruccionismo”, la “crisis política”, fue un pretexto. Esa crisis fue exacerbada por el propio pedido de adelanto de elecciones, que despertó a los halcones de Fuerza Popular. Vizcarra no quería un acuerdo, porque éste pondría en evidencia que no había crisis política alguna.

En realidad, durante el periodo de Vizcarra, a diferencia de la etapa de PPK, la agresividad vino principalmente del Ejecutivo y no del Congreso. Fue Vizcarra quien desde el 28 de julio del año pasado abrió los fuegos planteando un referéndum para eliminar la reelección de los congresistas, y de allí en adelante planteó tres cuestiones de confianza y un pedido de adelanto de elecciones, hasta que desembocó en el destino lógico e implícito de esos esfuerzos: la disolución (inconstitucional) del Congreso.

Es cierto que cuando menos la segunda cuestión de confianza, aquella sobre 6 proyectos de reforma política, se justificaba en alguna medida en tanto la Comisión de Constitución venía emitiendo tozudamente pre dictámenes que iban en la dirección contraria de los proyectos planteados por el Ejecutivo. También es cuestionable, sin embargo, que se obligara a legislar en un determinado sentido. La reforma política debió ser tarea del Congreso desde sus inicios en el 2016, pero Fuerza Popular nunca entendió su importancia.

Aquí han fallado todos los actores, sin duda. Lo que definitivamente no se justificaba, como hemos argumentado varias veces, fue el adelanto de elecciones. Y tampoco la tercera cuestión de confianza, inconstitucional, que obedecía a la necesidad de mantener el control del Tribunal Constitucional, algo indispensable si se quería tener la razón constitucional en las cuestiones de confianza que se presentaran.

Populismo político

Lo que ha habido acá es una estrategia basada en el mecanismo del populismo político para obtener réditos a costa del Congreso y reducir el control horizontal propio de una democracia liberal. Ello se nota claramente en el siguiente gráfico, donde se observa cómo el presidente lanza cuestiones de confianza, referéndum y desafíos al Congreso cada vez que se encuentra bajando en las encuestas, con el resultado de volver a subir:

El presidente ha llevado permanentemente al límite sus relaciones con el Parlamento, hasta encontrar la oportunidad –inconstitucional- de disolverlo. En realidad, ello fue la consecuencia casi inevitable de la dinámica populista que, una vez instalada, lleva casi fatalmente a un desenlace terminal. Porque el populismo enfrenta por definición. Define un enemigo y lo ataca. Al hacerlo, engendra una espiral de acciones y reacciones que inexorablemente termina mal. En medio de la guerrilla populista, los acuerdos por supuesto no tienen cabida. Tampoco, en última instancia, los controles horizontales de la democracia representativa, que se convierten en el objeto del repudio popular alimentado y abanderado por el gobernante. El Congreso iba a caer de todas maneras.

Sin duda una turbina que ha alimentado las energías del populismo presidencial ha sido el intolerante maniqueísmo antifujimorista, que no ve en el fujimorismo otra cosa que la encarnación del mal.

Cuando quedó claro que no era el alegado obstruccionismo el problema, algunos ensayaron la teoría de que en realidad se trataba de un Congreso de pillos que blindaba a corruptos, como si eso -de ser cierto- fuera causal de disolución y no de castigo en las urnas a los partidos encubridores en la siguiente elección general, que es como se procesan las cosas en democracia, o de denuncias con nombre y apellido a corruptos comprobados.

Pero este argumento llegó al extremo de acusar a ¡7 bancadas! de pretender copar el Tribunal Constitucional para asegurar impunidad a los acusados por el caso Odebrecht y otros. Esto, por supuesto, era una ofensa denigratoria a candidatos probos y muy calificados como la mayor parte de los que postulaban, que jamás se hubieran prestado a exculpar a delincuentes. Y escondía de manera cínica el objetivo de impedir que cambiara la correlación interna en el TC, favorable al gobierno en sus propósitos disolventes, que era la razón, naturalmente, por la que el Congreso quería precisamente cambiar esa misma correlación. Fue una lucha política entre poderes que acabó con la muerte inconstitucional de uno de ellos y el triunfo arrasador del populismo. Lampadia




Presidente decidido a sacar las reformas judicial y política

Presidente decidido a sacar las reformas judicial y política

Jaime de Althaus
Para Lampadia

El presidente Martín Vizcarra ha sorprendido positivamente yendo más allá de lo que se esperaba. Es claro que ha decidido asumir un liderazgo fuerte para sacar adelante la reforma del sistema judicial e incluso la reforma política, y hacerlo de la mano de la ciudadanía. Por eso ha propuesto llevar a referéndum varios temas vinculados a esas reformas. Ello está muy bien para el caso de la reforma del Consejo Nacional de la Magistratura –por concurso público de méritos-, pero en los temas de reforma política planteados, si no es posible llevar a cabo un debate público realmente esclarecedor que involucre a la mayor parte de la ciudadanía y una masiva campaña de medios –ahora prohibida por la ley Mulder- que explique las reformas propuestas, la convocatoria a referéndum terminará siendo un alarde de populismo político con consecuencias que pueden ser negativas para la consolidación de la institucionalidad política en el país.  

Consejo Nacional de la Magistratura, Control y lo que falta

Es muy bueno el planteamiento de consultar por referéndum la reforma Constitucional del Consejo Nacional de la Magistratura en el sentido de eliminar “el sistema de representación en la elección de los consejeros y reemplazándolo por un concurso público de méritos”. Es lo que nosotros veníamos proponiendo. Y muy bueno también que “se autorice la revisión de los nombramientos y ratificaciones realizadas por el Consejo Nacional de la Magistratura cuyos integrantes fueron removidos por el Congreso”, como demandó Fausto Salinas en Lampadia.

Este cambio es clave, pero debe ir de la mano con la reforma de la Corte Suprema, que no ha sido detallada, y con la reforma del control interno, porque no basta nombrar fiscales y jueces supuestamente idóneos, sino que es necesario depurar la magistratura tantos años infectada, detectar las redes internas de corrupción vinculadas a organizaciones criminales de usurpadores, nacotraficantes, extorsionadores y otras, y prevenir que esas cosas no ocurran a futuro. Se necesita para eso una oficina de control con capacidad de investigación de inteligencia en las Cortes Superiores, muchas de ellas cooptadas, como decimos, por redes ilícitas externas de diverso tipo.

Al respecto, el Presidente anunció un proyecto de ley que crea la Autoridad Nacional de Integridad y Control en el Poder Judicial y en el Ministerio Público, en reemplazo de la OCMA y de la Fiscalía de Control Interno. Se trataría de “un verdadero sistema especializado interno de anticorrupción donde sus titulares sean elegidos por concurso público”. Agregó que “el Poder Ejecutivo se comprometerá a asignar una policía especializada para el apoyo de su labor; promoviendo un control preventivo identificando las áreas posibles de riesgo”. El propio Poder Judicial, en el Plan de reformas que acaba de publicar, propone crear una “Oficina de Investigaciones especiales” integrada por investigadores especializados para indagar sobre redes de corrupción en el Poder Judicial y el Ministerio Público. Y fortalecer el sistema de protección del denunciante.

Muy bien. Parece que vamos por buen camino en el tema de la reforma del sistema judicial. Faltó, sin embargo, anunciar un proyecto de ley para modificar el artículo 454 del Código Procesal penal que impide acusar directamente y detener, en los mega-operativos, a los fiscales y jueces vinculados a organizaciones criminales. También faltó incluir propuestas para la reforma y depuración de la Policía Nacional, algo que requiere acuerdo político y una ley  a fin de que los policías cesados no sean repuestos por el Poder Judicial precisamente.  

La no reelección de congresistas sería un grave error: populismo político

El problema está en la reforma política. El Presidente anunció que sometería referéndum la reelección de los Congresistas. Su explicación fue: “Actualmente la ley prohíbe la reelección de alcaldes, gobernadores regionales y del Presidente de la República. Siendo todas estas autoridades elegidas por el pueblo, deseamos consultar a todos los peruanos si los legisladores debieran o no estar exceptuados”.

Se desprende que para el Presidente la reelección de los congresistas sería mala, y lo que se buscaría es que la población la desapruebe. Sería un grave error. Para comenzar, fue una mala decisión prohibir la reelección de alcaldes y gobernadores regionales, y existía ya un consenso para dar marcha atrás en esa enmienda constitucional.  Es el pueblo quien tiene que decidir si reelige o no a una autoridad. No se le puede quitar el derecho a reelegir a quien lo hizo bien. En el caso de los congresistas, este principio democrático se aplicaría nítidamente si tuviéramos un sistema de distritos electorales más pequeños, uni o binominales, en los que pudiese haber una relación directa entre el ciudadano y su representante de modo que si el ciudadano estuviese disconforme con la gestión de su congresista, pues no lo reelige, y punto. Pero si hubiese desempeñado bien su función de representación o como legislador, pues pudiera reelegirlo. Eso es lo democrático.

Distritos pequeños

En ese sentido, en lugar de llevar a referéndum la pregunta por la reelección de los congresistas que, por lo demás, no estaba en cuestión ni había sido planteada por nadie, lo que debería consultarse a la población es si está de acuerdo con el voto preferencial o si, más bien, no preferiría tener su propio representante elegido en un distrito electoral más pequeño. Esa reforma sí sería fundamental, porque llevaría no solo a elegir mejor a los representantes –porque se escoge entre un número menor de candidatos de distintos partidos- y a mejorar los canales de representación de modo que el ciudadano sienta que tiene voz y voto, sino porque un sistema de distritos electorales pequeños lleva a la larga a reducir el número de partidos porque fomenta la agregación de éstos.

Clase política y partidos

Pero hay otra razón de fondo por la que sería de grave perjuicio para la institucionalidad política del país que se aprobara la no reelección de los congresistas: que perderíamos toda esperanza de consolidar una clase política que conozca los problemas del Estado y el sistema constitucional y legal. Ya es un problema la baja tasa de reelección de nuestros congresos (27% en la última elección). En cada congreso nuevo muchos tienen que comenzar de cero y el país avanza poco. Lo que deberíamos analizar y remediar, más bien, son las razones por las que dicha tasa de reelección es tan baja. Y lo es por la fragmentación y volatilidad partidaria. Tenemos que consolidar un sistema de partidos, y para eso lo funcional es ir a un sistema de distritos electorales pequeños, como decíamos arriba, y disponer que la elección del congreso se haga junto con o después de la segunda vuelta presidencial.

Ese hubiese sido un tema de consulta mucho más relevante: que la población se pronuncie si los congresistas debieran ser elegidos luego de la segunda vuelta.

Financiamiento privado

El segundo tema de reforma política que el Presidente anunció llevaría a referéndum, es el del financiamiento Privado de los Partidos Políticos y las Campañas Electorales. Es probable, si no se explica bien, que la población se prenuncie en contra de esa posibilidad. Pero si no se establece simultáneamente que será el Estado quien financie cuando menos la publicidad en televisión de las campañas electorales, pues el único resultado de esto es que serán las organizaciones mafiosas –narcotráfico, minería ilegal, usurpadores de tierras, extorsionadores, etc.- las que financiarán a los postulantes o pondrán sus propios candidatos. Eso es algo que se manifestará clamorosamente en estas elecciones municipales y regionales que se vienen.

Bicameralidad

Y el tercer tema de la reforma política que se someterá a referéndum, es el del restablecimiento de la bicameralidad, “sin que ello signifique el incremento del número actual de legisladores”. Este es quizá el tema más apropiado para llevar a consulta popular. Si bien será difícil ganar, una buena campaña podría lograrlo y serviría para educar en el principio de la democracia como limitación del poder y en la necesidad de meditar bien las leyes antes de promulgarlas.

Fuera de estos temas relacionados a reformas constitucionales, el Presidente anunció cinco proyectos de ley interesantes. Ya hemos reseñado uno de ellos, pero uno muy importante es el que crea el Consejo para la Reforma del Sistema de Justicia. Este consejo será presidido por el propio Presidente de la República e integrado por los presidentes del Congreso, Poder Judicial, Fiscal de la Nación, Tribunal Constitucional, presidente del Consejo Nacional de la Magistratura y el Defensor del Pueblo. Está bien, porque, en la medida en que este Consejo está liderado por el un Presidente de la República que está realmente comprometido con la reforma, este mecanismo permitirá mantener el impulso y realizar el seguimiento necesario para asegurar que los cambios se ejecuten y que podamos, al cabo de uno años, contar con un sistema judicial moderno, eficiente y probo.

Conclusión

A nuestro juicio, el Presidente debería anunciar que para pensar mejor qué temas relativos a la reforma política se someterían a referéndum, se conformará una comisión que le formule una propuesta. La nuestra la acabamos de formular. Los temas que podrían someterse a referéndum, en cuanto a reforma política, son:

  1. Bicameralidad
  2. Eliminación del voto preferencial y su sustitución por distritos electorales pequeños
  3. Elección del Congreso luego de la segunda vuelta presidencial
Lampadia



El 8º gran desafío de la agricultura peruana… el populismo político

El 8º gran desafío de la agricultura peruana… el populismo político

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 1 de junio de 2018
Para Correo Ica y Lampadia

¡Qué problema! Una vez más, el populismo político está al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país. Una vez más – de manera perversa – el firmamento político muestra el alineamiento de los 4 astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia, el rencor, y el egoísmo. Una vez más – el populismo, sólo el populismo, y nada más que el populismo – pretende malograr la exitosísima historia de la agricultura peruana de los últimos 25 años.

Si de leyes se tratara… la Ley de Promoción Agraria y – su complemento – el Régimen Laboral Agrario constituyen dos de las normas que más bienestar social haya jamás propiciado la frondosa – y generalmente poco efectiva – legislación peruana. Los tan comentados y admirados “pleno empleo” y “progreso socioeconómico” de la Región Ica están sustentados – en gran medida – en el extraordinario desarrollo de nuestra agricultura. Precisamente, a partir de la dación de las dos leyes en cuestión.

Por lo visto, estábamos en lo correcto – los iqueños – en consignar al POPULISMO POLÍTICO como el 8º gran desafío de nuestra agricultura. Recordemos. La agricultura empresarial peruana – y sobre todo la iqueña – es un éxito a nivel mundial. No obstante – como todo en la vida – enfrentamos ciertos desafíos.

Los 8 grandes desafíos identificados últimamente son:

  1. El agua
  2. La tierra
  3. La sanidad
  4. La mano de obra
  5. Los mercados
  6. La tecnología y la gestión empresarial
  7. La infraestructura y
  8. El POPULISMO POLÍTICO

Los primeros 7 desafíos han sido – y siguen siendo – afrontados con mucho esfuerzo e imaginación.

  • La Hermandad del Agua entre Ica y Huancavelica, la Siembra y Cosecha de Agua, el riego tecnificado, la recarga de los acuíferos… hemos dado pasos gigantes respecto al desafío del agua. Y lo estamos logrando.
  • Las tierras de nuestros valles están siendo invadidas por las urbanizaciones. ¿Qué hemos hecho frente a ello? Conquistar el desierto… nada menos. Y cada vez más, estamos conquistando las laderas y faldas de los cerros. ¡Extraordinario!
  • En materia sanitaria, nadie nos gana en Control Integrado de Plagas. Además, gracias al SENASA hemos avanzado mucho en el control de la Mosca de la Fruta. A tal punto, que nuestras frutas frescas son aceptadas en – prácticamente – todos los mercados del mundo.
  • La demanda de mano de obra es tal que las remuneraciones han aumentado – y siguen aumentando – sostenidamente. La formalidad laboral en el sector está más que sustentada en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, Essalud, SUNAT, ADUANAS, y del sistema financiero del país. Y ¡qué decir del boom inmobiliario y comercial en nuestra región! ¡Cómo que nuestra agricultura no genera progreso y bienestar social! A ese respecto, miente – o ignora – quien sostiene lo contrario.

  • Los productos agrícolas peruanos están en todo el mundo. El éxito que hemos logrado para vencer el desafío de los mercados es impresionante. Con decir que les vendemos paltas a los mexicanos y uvas de mesa a los californianos. Algo así como venderles hielo a los esquimales.
  • La agricultura empresarial de nuestro país constituye la máxima expresión de tecnología y modernidad. En automatización, digitalización, riego y fertilización tecnificada, biogenética, manejo integrado de plagas, post cosecha… tenemos lo mejor de lo mejor. Y en materia de gestión empresarial… lo mismo. Nuestros costos suben… pero más sube nuestra productividad. Competimos de igual a igual con las mejores agriculturas del mundo.
  • Nuestra infraestructura logística también ha avanzado muchísimo en estos últimos años. Nuestras plantas de empaque son de avanzada. Nuestros sistemas de almacenamiento y transporte refrigerado, igual. Incluso, en Ica tenemos empresas de metal – mecánica que exportan plantas de empaque a otros países del mundo. Y otras que fabrican y exportan cajas para embalajes de frutas, parihuelas, software de gestión agrícola… ¡cómo que la agricultura moderna no jala a otras industrias!
  • Pues bien. El POPULISMO POLÍTICO… el 8º gran desafío de la agricultura peruana. Ese que tanto analizamos y advertimos que podría echarlo todo a perder… ha reaparecido. ¿Tanta envidia sienten por el éxito de otros peruanos? ¿Tanto les cuesta – a esos negacionistas – aceptar el fracaso de la Reforma Agraria de los años 70? Pues parece que sí.

Últimamente, he hablado con muchos paisanos a este respecto, y todos están indignados. Y yo – como Gobernador Regional de Ica – más aún. Prometo hacer TODO lo que esté a mi alcance para defender la legislación que propició tanto progreso, trabajo, y bienestar en nuestra región. ¡No al populismo político! Lampadia