1

Un plan de desarrollo productivo es más que un plan industrial

Un plan de desarrollo productivo es más que un plan industrial

Cuando se habla de políticas para industrializar un país, se transita sobre una delgada línea que separa ideas que podrían catapultar el desarrollo duradero, de aquellas ideas trasnochadas que nos llevaron a décadas de atraso productivo (60’s, 70’s y 80’s). La semana pasada, en el marco de la XV Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), llevado a cabo en Lima, el Presidente Humala declaró que es un objetivo nacional el fortalecimiento del desarrollo industrial, y adelantó algunos elementos que tomará en cuenta el Plan Nacional de Desarrollo Industrial que será publicado próximamente.

El primer elemento adelantado por Humala, es la eliminación de trabas que generan obstáculos a la inversión. Para ello propone la creación de un Observatorio de Obstáculos, el cual servirá para desburocratizarprocedimientos y dar rápida solución a la “tramitología” que desincentiva la ejecución de inversiones. El segundo eje señalado por el mandatario es la interconexión de las regiones con los mercados a través de inversiones en infraestructuras. El tercer punto es la atracción de inversión extranjera, y el cuarto eje gira en torno a recuperar técnicas productivas ancestrales para incluir a las regiones menos favorecidas.

Ronald Hartwell, uno de los más prestigiosos historiadores económicos -conocido por sus trabajos sobre el proceso  de industrialización inglés-, señalaba que la acumulación de capital es una de las características esenciales de los procesos de industrialización. En esta línea, una de las claves para estimular de forma inteligente una alta tasa de formación de capital en los sectores donde tenemos ventajas (ante el insuficiente ahorro interno), es a través de la atracción de la inversión extrajera. La plataforma de los TLC y acuerdos de integración económica que el Perú viene profundizando, como el Acuerdo Trans-Pacífico de Integración Económica , brindan el marco jurídico adecuado para incentivar la llegada de capitales de largo plazo en todos los sectores productivos. Esta estrategia ha sido seguida, por ejemplo, por Costa Rica, que ha podido consolidarse como un importante exportadorde piezas y partes de computadoras, al atraer inversión en sectores de alto valor agregado, lo que a su vez ha generado externalidades en la sociedad, al conseguir transferencia tecnológica, apertura de institutos técnicos y mejoras en la educación de la población.

Por otro lado, la competitividad de cualquier industria o actividad productiva puede ser potenciada perfeccionando los encadenamientos verticales y horizontales, referidos a la articulación con el sector primario -donde tenemos muchas ventajas- y el acceso a los llamados “insumos complementarios”, referidos a las infraestructuras necesarias para disponer de energía y conectar de manera económica las actividades productivas. De esta forma, se empezaría a  viabilizar el establecimiento de industrias complementarias.

El Perú cuenta con claras ventajas para generar industrias sostenibles en torno a la minería, el sector forestal, la transformación petroquímica, la pesca, las agroindustrias, la energía y el turismo. Un plan industrial moderno debería ser enfocado como un “Plan de Desarrollo Productivo”, pensado sobre la base de los limitantes al crecimiento regional, y dirigido a alcanzar el potencial productivo de los sectores donde tenemos ventajas. Esto llevaría por ejemplo, a la creación de un cluster de producción maderera de alto valor agregado en Pucallpa, una industria metal mecánica para el desarrollo minero y pesquero, la transformación de nuestros desiertos costeros en vergeles de agroexportación en base a la regulación de nuestros recursos acuíferos y, en el futuro, en base a la desalinización. Más productos turísticos como Kuelap, Chavín y Choquequirao, o los especializados en aves, vivencial y otros. Asimismo debemos promover las inversiones de las empresas chinas cuya cartera asciende a US$ 12 mil millones en sectores extractivos y la atracción de capitales para la creación de un complejo petroquímico, que ponga en valor nuestro recurso gasífero.

En el pasado, la política de industrialización ha sido sinónimo de medidas orientadas a la protección del aparato manufacturero desconectado de los sectores primarios, encareciendo las importaciones y cerrando la economía. Esta industrialización artificial venía impulsada por subsidios y beneficios tributarios que no solo no tenían el efecto esperado, sino que además beneficiaban únicamente a unos pocos privilegiados a costa de los ciudadanos (consumidores) y la competitividad de nuestra economía.  En contraste con esto, la experiencia ha enseñado que una política industrial moderna debe buscar aumentar la competitividad mirando al mundo, sin elegir grupos “ganadores” ex-ante e incentivando de forma inteligente la acumulación de capital en torno a los sectores con mayor potencial.