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Escapemos del mundo bipolar

Escapemos del mundo bipolar

Daron Acemoglu, el popular economista, profesor en MIT y coautor (junto a James Robinson) del best-seller Por qué fracasan las naciones: los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, publicó recientemente un artículo en Project Syndicate en el que muestra su visión sobre las dificultades que enfrenta el mundo actual – con dos fuerzas políticas en constante conflicto por la supremacía global, como son EEUU y China – para lidiar con problemáticas mundiales que urgen ser atendidas a la brevedad.

En este contexto, Acemoglu hace un llamado a los países emergentes y a la UE a formar coaliciones políticas para tratar algunos de estos temas muy concretamente como son la defensa de la democracia, la creciente inmersión de las Big Tech en la privacidad de datos personales por la pandemia y la lucha contra el calentamiento global y hacerse escuchar en los foros de gobernanza global.

De hecho este llamado es un tema del cual ya hemos comentado en anteriores oportunidades (ver Lampadia: La Visión de Macron), en el que incidiamos en la necesidad de que la UE tomara una mayor protagonismo en temas que vayan más allá del libre comercio y la convergencia monetaria, ante el constante desprecio por Trump hacia sus alianzas en occidente.

Al parecer el ascenso de Biden implicaría un cambio de rumbo en la política exterior de EEUU, más afable al multilateralismo y menos conflictiva con China (ver Lampadia: EEUU debe acomodarse a una nueva realidad). Sin embargo, no se puede cantar victoria hasta que no se vea en la cancha la política publica a acometerse por el equipo de Biden y sobretodo su real compromiso por revertir la guerra comercial, la cual ya ha iniciado un proceso permanente de realocamiento de empresas estadounidenses desde China a las Américas.  Ver en LampadiaAtraer inversiones – Crisis y oportunidades.

En todo caso, abogamos al igual que Acemoglu en tener un rol más activo desde la UE y los países emergentes no en el sentido de dividir aún más el mundo, desde una dimensión bipolar a una cuadripolar, cuando más convergencia debe haber entre países. Sino en la idea de generar una suerte de balances y contrapesos en la geopolítica para que estas nuevas coaliciones velen porque se tomen decisiones más sensatas en un contexto en el que las dos grandes potencias los ultimos años han dejado mucho que desear.

Hasta hace pocos años el Perú podía candidatearse para ser uno de los países emergentes que representara uno de los bloques de la geopolítica global. Lamentablemente, el deterioro institucional y político del país imposibilitan cualquier representación válida en los foros internacionales.

Veamos la interesante propuesta de Acemoglu al respecto. Lampadia

El caso de un mundo cuadripolar

Daron Acemoglu
Project Syndicate
3 de diciembre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Según la sabiduría convencional, el siglo XXI se caracterizará por el cambio global de la hegemonía estadounidense a la rivalidad chino-estadounidense. Pero un orden internacional bipolar no es inevitable ni deseable, y deberíamos empezar a imaginar y trabajar hacia arreglos alternativos.

Habiendo disminuido el papel global de EEUU y negándose a aceptar la creciente influencia de China, la presidencia de Donald Trump representa el último suspiro de una época unipolar. Pero mientras muchos asumen que el mundo unipolar posterior a la Guerra Fría está dando paso a un orden internacional bipolar dominado por EEUU y China, ese resultado no es inevitable ni deseable. En cambio, hay muchas razones para esperar y trabajar por un mundo en el que Europa y las economías emergentes desempeñen un papel más asertivo.

Sin duda, como la autocracia económicamente más exitosa del mundo, China ya ha logrado una influencia geopolítica significativa en Asia y más allá. Durante las dos crisis globales más recientes, el colapso financiero de 2008 y la pandemia de hoy, el Partido Comunista de China ajustó rápidamente la economía política del país en respuesta a las circunstancias cambiantes, solidificando así su control sobre el poder. Debido a que los países que no quieren seguir la línea de EEUU ahora recurren rutinariamente a China en busca de inspiración y, a menudo, apoyo material, ¿qué podría ser más natural que China emergiendo como uno de los dos polos del poder global?

De hecho, un mundo bipolar sería profundamente inestable. Su aparición aumentaría el riesgo de conflicto violento (según la lógica de la trampa de Tucídides), y su consolidación haría que las soluciones a los problemas globales dependan totalmente de los intereses nacionales de las dos potencias reinantes. Tres de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad serían ignorados o empeorados.

El primer desafío es el poder concentrado del Big Tech. Si bien la tecnología a menudo se presenta como un frente clave en el conflicto entre EEUU y China, existe una congruencia considerable entre los dos países. Ambos están comprometidos con la búsqueda del dominio algorítmico sobre los humanos, mediante el cual el gobierno y las corporaciones utilizan las plataformas digitales y la inteligencia artificial (IA) como herramientas para vigilar y controlar a la ciudadanía.

Hay diferencias, por supuesto. Mientras que el gobierno de EEUU ha adoptado la propia visión de las Big Tech y se ha vuelto subordinado a la industria, los gigantes tecnológicos chinos permanecen a merced del gobierno y deben cumplir con su agenda. Por ejemplo, una investigación reciente muestra cómo la demanda de tecnologías de vigilancia de los gobiernos locales da forma a la investigación y el desarrollo de los creadores de inteligencia artificial chinos. En cualquier caso, es probable que ninguno de los países fortalezca los estándares de privacidad y otras protecciones para la gente común, y mucho menos redirija la trayectoria de la investigación de la IA para que sus beneficios sean inequívocos y ampliamente compartidos.

Asimismo, la defensa de los derechos humanos y la democracia sería una prioridad baja en un mundo bipolar. Con el aumento de la represión en China, los EEUU pueden parecer, en comparación, seguir siendo un ejemplo de estos valores. Pero el compromiso de principios de EEUU con la democracia y los derechos humanos es escaso y, en general, no se toma en serio en el extranjero. Después de todo, EEUU ha derrocado gobiernos democráticamente elegidos pero insuficientemente amistosos en América Latina, Asia y África. Y cuando ha apoyado la democracia en lugares como Ucrania, generalmente ha tenido un motivo oculto, como el deseo de contrarrestar o debilitar a Rusia.

El tercer gran problema que probablemente recibirá poca atención en un mundo bipolar chino-estadounidense es el cambio climático. En los últimos años, China ha mostrado más apoyo que EEUU a los acuerdos internacionales destinados a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero las dos superpotencias no son solo los dos mayores emisores del mundo; ambos también están sujetos a modelos económicos intensivos en energía. China seguirá dependiendo del crecimiento de la manufactura, mientras que los consumidores y las industrias en crecimiento (como la computación en la nube) mantendrán una alta demanda de energía en los EEUU. Y uno puede esperar que el interés a corto plazo de ambas partes en la supremacía económica triunfe sobre el interés de todos los demás en una rápida transición verde.

Es más probable que todos estos problemas se aborden en un mundo con dos polos adicionales, representados por la Unión Europea y un consorcio de economías emergentes, tal vez dentro de una nueva organización, una “E10”, que comprenda a México, Brasil, India, Indonesia, Malasia, Turquía, Sudáfrica y otros. Un mundo cuadripolar así sería menos propicio para una nueva guerra fría y traería voces más diversas a la gobernanza global.

Por su parte, la UE ya se ha convertido en una abanderada de la protección de la privacidad y la regulación de las grandes tecnologías, y está bien posicionada para hacer frente a la automatización algorítmica. A pesar de que son las empresas estadounidenses y chinas las que generan en gran medida las preocupaciones sobre la privacidad, la manipulación del consumidor y la IA que reemplaza la mano de obra, el mercado europeo es tan grande e importante que puede inclinar el campo de juego a nivel mundial.

Pero un polo estratégico que habla por las economías emergentes puede tener aún más consecuencias. Si la IA continúa desplazando a los humanos en el lugar de trabajo, las economías emergentes serán las mayores perdedoras, porque su ventaja comparativa es la abundante mano de obra humana. Dado que la automatización ya está reduciendo la oferta de empleos que anteriormente se habían deslocalizado a estas economías, es fundamental que tengan voz en los debates globales que determinarán cómo se diseñan y se implementan las nuevas tecnologías.

Europa y el mundo emergente también pueden formar un grupo poderoso contra las emisiones de combustibles fósiles. Si bien la UE se ha convertido en un líder mundial en descarbonización, las economías emergentes tienen un gran interés en la acción climática, porque sufrirán de manera desproporcionada el calentamiento global (a pesar de haber contribuido en menor medida al problema).

Sin duda, un mundo cuadripolar no sería una panacea. Con una gama más amplia de voces y la posibilidad de coaliciones más oportunistas, sería mucho más difícil de manejar que el mundo unipolar del pasado reciente. Con Brasil, México, India y Turquía ahora liderados por autoritarios que intentan silenciar a sus oponentes, los medios independientes y los grupos de la sociedad civil, Europa inevitablemente se encontraría en desacuerdo con este bloque cuando se trate de derechos humanos y democracia.

Sin embargo, incluso aquí, un mundo cuadripolar ofrecería más esperanzas que la alternativa bipolar. Llevar a estos países a la mesa internacional podría hacerlos más dispuestos a tolerar la oposición en casa. Además, las economías emergentes pueden cooperar como un frente único solo si abandonan su comportamiento más autoritario, nacionalista y destructivo. Marcar el comienzo de un mundo cuadripolar puede producir dividendos inesperados. Lampadia

Daron Acemoglu, profesor de economía en el MIT, es coautor (con James A. Robinson) de Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity and Poverty y The Narrow Corridor: States, Societies, and the Fate of Liberty.




El legado de Shinzo Abe

El legado de Shinzo Abe

Recientemente Japón perdió a quien probablemente fuera su mejor gobernante y reformador en varias décadas, Shinzo Abe, tras el anuncio de su dimisión del cargo de primer ministro el pasado 28 de agosto.

Y mejor gobernante porque, después de sus 4 mandatos comprendidos entre 2012-2020, tuvo resultados no solo en el ámbito económico – mantuvo a flote y en positivo a una economía que presentaba un estancamiento y deflación persistente desde los 90 – sino también en el social y político-institucional. En estos ámbitos, reformó el mercado laboral, favoreciendo la entrada de mujeres y de población extranjera, apuntalando la productividad y aplacó pugnas políticas, reduciendo la volatilidad en el cambio de las carteras ministeriales, algo de lo cual nuestro país puede y debe aprender.

Un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo relata todos estos logros a detalle y elogia además el buen desempeño de Abe en la política exterior, en un contexto en el que los nacionalismos han empezado a estar de moda en buena parte del mundo occidental, y cuyas implicancias se han visto en la discontinuidad de una vorágine de tratados multilaterales que involucran a EEUU, como el TPP en el cual Japón tomó la batuta.

 

A la luz de estas reflexiones, podemos decir que necesitamos un Shinzo Abe en el Perú, un presidente que sepa relanzar nuestro país en medio de estos turbulentos vientos de la desglobalización y que además pueda identificar oportunidades para emprender reformas a partir de problemas como la presente pandemia y la guerra comercial EEUU-China, que seguirá escalando si Trump permanece en el poder. De esa manera podremos sentar las bases para alcanzar el nivel de desarrollo que nuestro país necesita. Shinzo Abe probó que esto es posible. Lampadia

Un reformador se despide
El legado de Shinzo Abe es más impresionante de lo que sugiere su silenciosa salida

No solo reformó la economía y las relaciones exteriores, sino que también allanó el camino para futuras reformas

The Economist
3 de setiembre, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

El récord se batió a finales de agosto. Luego, solo cuatro días después, el batidor de récords dijo que él también lo estaba. Después de cumplir el período continuo más largo de cualquier primer ministro japonés (así como el período más largo en el cargo en general), Shinzo Abe anunció su renuncia el 28 de agosto.

Abe culpó de la abrupta decisión, más de un año antes de que las reglas de su Partido Liberal Democrático (PDL) lo hubieran obligado a dimitir, a una vieja dolencia digestiva. Pero muchos han considerado su partida como una admisión de derrota. La economía, en la que ha trabajado duro para revivir después de décadas de apatía, se está desmayando nuevamente debido al covid-19. Su campaña para revisar la constitución pacifista de Japón para dar a las fuerzas armadas un fundamento legal adecuado no ha ido a ninguna parte. Su canto del cisne planeado, los Juegos Olímpicos de Tokio que se suponía que iban a tener lugar este verano, puede que nunca suceda. Su índice de aprobación es terrible.

Es un momento sombrío. Con las depredaciones del coronavirus, la creciente pugnacidad de China y la población cada vez más reducida y envejecida de Japón, el sucesor de Abe, que será elegido el 14 de septiembre por los diputados del PDL, tendrá que trabajar muy duro. Pero todos estos problemas se han hecho más manejables gracias a los ocho años de Abe en el cargo. El primer ministro saliente ha hecho un trabajo mucho mejor de lo que comúnmente se reconoce. Antes de que golpeara el covid-19, Abenomics estaba logrando, aunque lentamente, resucitar la economía. Japón, algo así como un alhelí en los asuntos globales desde la Segunda Guerra Mundial, estaba desempeñando un papel inusualmente destacado y constructivo en Asia y en todo el mundo. Y Abe estaba impulsando reformas difíciles que los primeros ministros de corta duración y menos hábiles habían evitado durante décadas. Deja un legado mucho más impresionante de lo que sugiere su salida silenciosa.

Se suponía que Abenomics acabaría con la deflación y estimularía el crecimiento mediante un gasto generoso, una política monetaria radical y reformas estructurales. Abe nunca alcanzó su propio y ambicioso objetivo de aumentar la inflación al 2% anual, pero al menos la hizo positiva. Antes de que asumiera el cargo, los precios habían estado cayendo durante cuatro años seguidos; han aumentado en todos menos uno de los siete años transcurridos desde entonces. Durante su mandato, la economía disfrutó de una recuperación de 71 meses, apenas dos meses antes del récord de posguerra. Y la productividad ha aumentado más rápidamente en Japón que en EEUU.

Para poner la economía en movimiento, Abe adoptó políticas que antes se consideraban política o culturalmente imposibles. Como parte de la Asociación Transpacífica (TPP), un gran acuerdo comercial regional, acordó recortar los aranceles y aumentar las cuotas de importación de productos agrícolas, a pesar de que los agricultores mimados son algunos de los partidarios más leales del PDL. Las mujeres japonesas ingresaron a la fuerza laboral en masa, ayudadas por la guardería gratuita y otros subsidios para el cuidado infantil. Ahora tienen más probabilidades de trabajar que sus homólogos estadounidenses. Y hay más del doble de trabajadores extranjeros en Japón que cuando Abe asumió el cargo, a pesar de una supuesta fobia nacional a la inmigración.

El gobierno corporativo también ha mejorado dramáticamente. Casi todas las grandes empresas que cotizan en bolsa tienen al menos un director independiente, en comparación con menos del 40% en 2012. Eso, a su vez, ha ampliado el atractivo de Japón para los inversores extranjeros. Esta misma semana, Warren Buffett se amontonó en los conglomerados japoneses. El principal índice bursátil se ha más que duplicado bajo la dirección de Abe, habiendo apenas cambiado durante la década anterior.

También ha habido errores, por supuesto, sobre todo en la decisión de aumentar el impuesto a las ventas dos veces, lo que en ambas ocasiones ha llevado a la economía a una breve recesión. Pero las sombrías advertencias de los expertos – que la escala del endeudamiento del gobierno provocaría aumentos inasequibles en la tasa de interés que tenía que pagar o, por el contrario, que la adopción por parte del banco central de tasas de interés negativas dañaría fatalmente a los grandes bancos – fueron simplemente erróneas.

Abe confundió aún más las expectativas con su diplomacia vigorosa y hábil. Como nieto de uno de los arquitectos de la maquinaria de guerra imperial de Japón y un nacionalista declarado él mismo, se esperaba que desencadenara peligrosas disputas con China al tiempo que alejaba a los aliados de Japón. Es cierto que se ha encerrado en una disputa histórica sin sentido con Corea del Sur. En su mayor parte, sin embargo, ha logrado reunir a gobiernos de ideas afines en la región para contrarrestar el poderío militar y económico de China sin provocar indebidamente la ira de China. Cuando EEUU se retiró del TPP, fue Abe quien mantuvo vivo el proyecto. También fortaleció la cooperación militar con otras democracias como Australia e India. Se ha mantenido amistoso con el presidente Donald Trump, pero también, notablemente, se mantiene en buenos términos con Xi Jinping, el presidente de China, que tenía previsto visitar Japón en abril hasta que intervino el covid-19.

La constitución puede permanecer sin cambios, pero Abe, no obstante, ha hecho de Japón una fuerza más creíble en el escenario mundial. Ha aumentado el gasto en las fuerzas armadas y ha impulsado cambios legales que les permiten participar en pactos de defensa conjunta y misiones de mantenimiento de la paz. A pesar de la constante insistencia de China, se ha mantenido firme en una disputa territorial sobre algunas islas diminutas en el Mar de China Oriental.

Abe deja muchos problemas urgentes a su sucesor. La disminución de la población de Japón hace que sea aún más importante incorporar a la fuerza laboral al mayor número posible de personas y aumentar su productividad. Aunque hay más mujeres trabajando, la cultura corporativa sigue siendo demasiado sexista para aprovechar al máximo sus habilidades: la mayoría tiene trabajos sin futuro. La rígida división entre trabajadores asalariados y trabajadores a tiempo parcial también hace que el mercado laboral sea ineficiente. Muy poco, especialmente del trabajo del gobierno, es digital. Y Japón ha avanzado poco en la ecologización de su combinación energética.

Aunque Abe deja muchos asuntos pendientes, también deja a su sucesor las herramientas para completar el trabajo. Quizás su logro más importante y menos reconocido es haber hecho que Japón sea más gobernable. Se las arregló para sofocar, al menos por ahora, la maniobra de facciones dentro del PDL, que condenó a los primeros ministros anteriores a períodos breves y turbulentos en el cargo. Y trajo a la burocracia, que solía dirigir el espectáculo mientras los políticos rotaban, más firmemente bajo el control de sus jefes electos. La economía de Japón, en particular, todavía necesita mucha ayuda. Pero si el próximo primer ministro se las arregla para hacer algo, será gracias en gran parte al trabajo preliminar establecido por Abe. Lampadia




Grandes avances un año después de la elección de Modi

Grandes avances un año después de la elección de Modi

Es muy importante que los peruanos conozcamos los desarrollos globales.

En Lampadia identificamos a Narendra Modi desde su campaña electoral y hemos seguido sus primeras acciones con mucho interés, pues el Primer Ministro que acabó con el control de la política india por parte del Partido del Congreso (controlado por la familia Gandhi) y ofreció un gobierno reformista de características muy ambiciosas.

Por ejemplo, su lema de campaña fue: “No red tape, only red carpet for investors” (Nada de tramitología, solo alfombra roja para los inversionistas).

Para entender el fenómeno indio desde una perspectiva peruana, recomendamos revisar nuestras anteriores publicaciones en los siguientes enlaces:

  El cambio de timón (pro mercado) en la India

La visión de país y reformas que el Perú necesita

China e India, dos excelentes socios para el Perú

Hoy, un año después del inicio de la administración de Modi, el Financial Times de Londres ha publicado el siguiente análisis, que hemos traducido y glosado para nuestros lectores:

 

Narendra Modi: Una sola dirección

Por Victor Mallet y James Crabtree, Financial Times, 17 de mayo 2015

Traducido y glosado por Lampadia

 

 

Hasta sus mayores críticos admiran la energía de Narendra Modi. “Él exuda poder, autoridad y una energía infatigable. Ha cambiado las atmósferas del gobierno”, reconoce su opositor Jairam Ramesh.

Los líderes empresariales están maravillados con el estilo de vida casi monástico de Modi y su firmeza para transformar la India en una economía desarrollada que llegue a los niveles de China. “Todo el mundo le tiene miedo”, dice un admirador.

Los críticos como Gandhi, dicen que Modi es un autócrata en deuda con las grandes empresas, que descuida a los pobres, desprecia la sociedad civil y se inclina a perseguir a las minorías musulmanas y cristianas.

“Está llevando la India hacia el camino de la democracia liberal”, dice Ramesh. “Es una operación de un solo hombre. Es una operación estilo Lee Kuan Yew [Singapur] y Xi Jinping [China]”.

Muchos inversionistas, en cambio, dicen que disfrutarían tener un líder autoritario del mismo molde del difunto líder de Singapur. Su queja no es que Modi ha hecho demasiado, sino que no ha hecho lo suficiente.

 

 

Pocos niegan que Modi tiene éxito. La inflación está cayendo. El Banco Central ha recortado las tasas de interés, y podría seguir. El crecimiento ha superado el 6% anual. La mayoría de los economistas piensan que India superará a China y convertirse en la economía más grande y de mayor crecimiento del mundo.

El gobierno ha liberalizado las reglas de inversión extranjera en seguros y defensa. Ha alentado a los estados a flexibilizar las leyes laborales. Ha re-energizado la burocracia, abandonado subsidios al diesel, anunciado mayores inversiones públicas en infraestructuras y ha delegado más poder a sus 29 estados.

“El mayor desafío era restaurar la credibilidad en la economía”, dice Jaitley. 

 

 

La corrupción en los altos niveles ha desaparecido, afirma Jaitley: “La gente ya no tiene que pedir favores a los ministros”.

“Estábamos acostumbrados a sentir que corríamos con una sola pierna”, dice Anand Mahindra, del conglomerado industrial del mismo nombre. El gobierno ha organizado subastas transparentes para los derechos mineros y del espectro de telefonía móvil, terminando otra fuente de corrupción.

En otros aspectos, el récord es menos impresionante, como en saneamiento, salud y educación. Modi ha establecido metas muy ambiciosas: limpiar las calles, salvar el Ganges de la contaminación y proporcionar retretes. Se habla de transformar a la India en un centro (hub) de manufactura, instalando 100 gigavatios de capacidad de energía solar y construyendo 100 “ciudades inteligentes”.

 

 

El endeudamiento de los grupos privados con bancos, que ya tienen carteras delicadas, es un problema. Jaitley dice que van a invertir “enormes cantidades en ferrocarriles e infraestructuras” para compensar. Pero se estima que India necesita recapitalizar su sistema financiero.

“Todavía hay demasiada burocracia”, dice Marten Pieters, el jefe indio de grupo de telecomunicaciones Vodafone. “Se desperdicia demasiado tiempo en cosas totalmente inútiles”.

 

 

En política exterior -apenas mencionada en la campaña electoral- Modi ha descollado. Invitó a los líderes de los países vecinos a su toma de posesión, ha supervisado un reajuste de la frontera entre India y Bangladesh, una sustancial ayuda de emergencia a Nepal por el terremoto y el apoyo a la nueva coalición de Sri Lanka que reemplazó al régimen pro-china, Rajapaksa.

También ha cortejado vigorosamente a las potencias globales y del Pacífico. “Es una cuestión de velocidad y escala”, dice un diplomático indio. “Ese es el gran cambio. Modi quiere poner realmente a la India en el mapa mundial”.

Modi sigue siendo un poderoso orador que ha demostrado capacidad de corregir errores. En medio de la inquietud acerca de su silencio sobre los derechos de las minorías, le aseguró a un grupo de cristianos que todos los indios podían adoptar cualquier religión que eligieran y dijo que su gobierno “no permitirá que ningún grupo religioso, ya sea que pertenezca a una mayoría o minoría, incite el odio contra los demás, abiertamente o de manera encubierta”.

Pero Modi ya no es políticamente infalible. En la elección del estado de Delhi en febrero, sufrió una aplastante derrota, ganando tres de los 70 escaños.

Si bien el crecimiento económico seguirá acelerándose, incluso muchos de sus partidarios y asesores dicen que las reformas “Big Bang” nunca aparecerán.

Mahindra dice que los logros iniciales del gobierno sirven para enfocar la atención en la larga lista de temas pendientes. Él predice que los indios tendrán que “remangarse las mangas” para superar los obstáculos. “Modi no ha perdido su optimismo y energía”, dice. Pero añade: “La gente se está dando cuenta ahora que la India es un país muy difícil de cambiar o transformar”.  Lampadia

 

 

 

 

 




“En política exterior hay un doble discurso penoso”

“En política exterior hay un doble discurso penoso”

El ex presidente de Uruguay examina el panorama regional y lamenta que nuestros gobiernos no sean más firmes ante Venezuela.

Entrevista a Julio María Sanguinetti

Por Francisco Sanz Gutiérrez

(El Comercio, 16 de Noviembre del 2014)

La Gobernabilidad y la Globalización fue el título de la conferencia magistral que el ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti –invitado por el Poder Judicial– dio anteayer en Lima. Aprovechamos su presencia para repasar lo que ocurre en nuestra región. 

¿La gobernabilidad se ha vuelto un asunto más complejo con la globalización de hoy?

El mundo ha tenido un cambio extraordinario. Acabamos de celebrar los 25 años de la caída del Muro de Berlín. Ese 1989 puso fin a los dos siglos más políticos de la historia. Empezó en 1789 con la Toma de la Bastilla. Este fue el triunfo de la democracia sobre el absolutismo y aquel el de la democracia sobre el comunismo. A partir de ahí pensábamos entrar a la paz perpetua de Kant, pero no ha sido así. Debajo de ese mundo bipolar había ido ocurriendo una revolución científica y tecnológica que globalizó el mundo y lo ha vuelto más complejo.

En esa globalización usted tiene una postura crítica frente a las redes sociales.

Las redes sociales son un nuevo actor. La opinión pública se expresa a través de encuestas, pero hoy sobre todo mediante las redes, en las cuales de un modo absolutamente irresponsable todo el mundo habla. Las redes hasta hoy se mostraron notables para destruir, pero muy poco eficaces para construir. Pueden generar una primavera árabe y llevar hasta el otoño, pero el verano nunca llegó porque allí no se construyó nada. Empero, no se trata de enfrentar este fenómeno, sino de asumirlo y tratar de funcionar dentro de él.

¿Cómo observa a nuestra región en el mundo globalizado?

Ahí están los desafíos de nuestra democracia. El personalismo y el cesarismo, por un lado, cuya consecuencia es el populismo y el reeleccionismo. Otro reto grande es el avance de clases medias con expectativas distintas, que no solo demandan satisfacción material.

Hace un par de meses usted publicó un artículo titulado “Vientos de cambio”, a propósito de las elecciones en Brasil, Bolivia y Uruguay. Pero nada cambió, por lo menos en el poder seguirán los mismos.

Es cierto, no hubo esos cambios. En la explicación diría que hay una sociedad relativamente satisfecha, lo cual ayuda a los gobiernos. La década gloriosa del comercio exterior –que está terminando– ha generado esa gran sensación de euforia. En la base de los continuismos está eso. Ahora bien, los dos reclamos principales siguen pendientes: educación, que es más trascendente, y seguridad pública, que es más acuciante. En estas elecciones, diría que la satisfacción del consumo le ganó a la sensación de inseguridad.

Volvamos al personalismo y al populismo. ¿Gozan de buena salud en nuestras urnas, no?

Las etapas de prosperidad económica son el ámbito materno de los populismos. Estos se han nutrido del crecimiento del valor de las materias primas y los minerales favorable a nuestra región en los últimos tiempos. La gente podrá votar por condicionamientos económicos, anestesia social o mecanismos coactivos de presión que ya sabemos adónde conducen.

¿Se refiere a Venezuela?

Los resultados están, por desgracia, a la vista: líderes opositores presos, espacios independientes de radio y televisión que no existen más, diarios que cerraron o que fueron reducidos a su mínima expresión. Entre Chávez y Maduro han organizado un caos pocas veces visto.

¿Cómo catalogar la actitud de los gobiernos de la región frente a lo que pasa allí?

Hacemos himnos a la pluralidad y luego nos volvemos cómplices de crisis como las de Venezuela. En la política exterior de nuestros gobiernos hay un doble discurso que es penoso.

¿Qué le suscita el que Ecuador pueda tener pronto la reelección indefinida?

Es la confirmación del bonapartismo del cual le hablaba. Ecuador tiene un gobierno mucho más eficaz que el de Venezuela, pero trata de amordazar a la prensa, lo cual es grave y hasta innecesario. Se ha demostrado que la prensa no tiene poder como para voltear a gobiernos.

¿Y al Perú cómo lo ve?

Pasó su trauma político y ha crecido económicamente. Aprovechó la bonanza, pero tiene los mismos déficits que el resto en educación y seguridad.

Hace un año nos dijo, en una entrevista, que José Mujica era un presidente que hablaba mucho y ejecutaba poco. ¿Lo sigue sosteniendo?

Mujica es un personaje absolutamente singular, sin precedentes en la historia política de Uruguay y sin continuación. No es un gestor, yo diría que ni le gusta el ejercicio del poder. Si uno llega de fuera y lo escucha, diría que es un comentarista que dice frases ocurrentes.

¿Uruguay ha retrocedido con él?

No personalizaría las cosas porque Mujica no es un titular de gobierno propiamente dicho. El país ha crecido económicamente, no hay duda. Pero no es lo único que cuenta.

¿Cuál ha sido su punto más débil?

La crisis educativa. Él mismo ha reconocido que no pudo hacer nada. La última evaluación PISA es la peor que hemos tenido. No estamos estancados, sino yendo para atrás.




No, we can´t!

No, we can´t!

Por Antonio Navalón

(El País, 09 de Noviembre del 2014)

Ha terminado la era Obama. Seguro que el presidente estadounidense cuenta las horas que le quedan para seguir durmiendo en la Casa Blanca. Es más, creo que si le fuera posible dimitir, seguramente se lo pensaría. Son los rasgos de las actuales crisis mundiales: la pérdida de liderazgo, la ausencia de referentes y la capacidad de consunción de los mensajes y los discursos políticos y sociales. Los resultados de las recientes elecciones legislativas de mitad de mandato son una derrota no sólo de Obama, sino de una manera de (no) entender la política. No comprendió que en 2008 fue elegido no sólo por ser el candidato de la esperanza, sino por ser el hombre de quien se esperaba que corrigiera las desviaciones que habían colocado al mundo al borde del precipicio.

Las dos guerras (Afganistán e Irak), derivadas y heredadas del 11-S, colocaron en una posición muy difícil a Barack Obama. Latinos y mujeres le dieron la victoria dos veces. En estos últimos comicios no es que esos dos colectivos hayan cambiado de opinión, es que han sido unas elecciones curiosas. Por ejemplo, nunca había habido 100 congresistas mujeres en la Cámara de Representantes. Pero pese a esas peculiaridades, hay una realidad aplastante: Obama no ha sido capaz de hacer ni un sólo acuerdo político. Es un gran orador, pero un pésimo presidente. El día que aceptó ser premio Nobel de la Paz, cuando en su trabajo y en su sueldo estaban dos conflictos pendientes de ganar, debimos haber descubierto la inconsistencia entre sus discursos y su actuación política.

Obama solo tenía un camino al llegar al poder, tras la grave degradación moral por la acumulación de crisis (militar, política, y económica): enfrentar, asumir y gobernar, desde una contundencia que no se atrevió a aplicar. Los banqueros, responsables de la crisis financiera y de otros hechos que acabaron llevando al líder demócrata al Despacho Oval, quedaron impunes.

Es evidente que hay una recuperación económica y que, en parte, se debe a su política, pero también lo es que la falta de firmeza y la confusión del Gobierno de Washington han hecho que amplias capas de la población hayan perdido la fe en que sirva de algo votar por él o por los demócratas.

Para América Latina también se abre un proceso porque quien quiera sustituir a Obama, deberá entender que llegó el momento de abrir, sobre otra base, el diálogo con las Américas. No habrá una política interna estadounidense sin una redefinición de la política exterior. Ejemplo: ¿Qué posición adoptará Estados Unidos en el caso mexicano? ¿Qué relación tendrá con Brasil? ¿Cuál con Centroamérica, con el Caribe y con todos esos países que, a lo largo de estos años, han ido viendo como el miedo, la insensibilidad o los problemas domésticos estadounidenses han castigado sin clemencia a los sin papeles, pero también a los con papeles que viven en el imperio del Norte?

Los olvidados por Obama son fundamentales para determinar, básicamente, las presidenciales de 2016. Lo peor que se puede decir de Obama con relación a América Latina es que no ha sido mejor que el Partido Republicano que con George W. Bush, dejo el subcontinente a su suerte. Al igual que su antecesor, en estos años el presidente demócrata ha intentado ocuparse del mundo, dejando América Latina en el olvido, algo que ya no será posible para su sustituto. Así como Obama se ha sentado dos veces en el Despacho Oval gracias al voto latino, para poder formular un trato, un pacto o un nuevo acuerdo, el próximo inquilino de la Casa Blanca deberá tener una política de emigración que pase por la solución de tanta acumulación de tragedias humanas.

No es verdad que los populistas del Tea Party hayan sido los más terribles opositores de todos los tiempos. En la historia reciente, hubo mandatarios como Roosevelt, que también tuvo una oposición republicana feroz y no sólo consiguió ganar varias elecciones, sino que fue capaz de gobernar. También hay que recordar en los 90 cuando Newt Gingrich, presidente de la Cámara de Representantes durante cuatro años, y su Contrato por América se convirtieron en el azote de Bill Clinton por el escándalo desatado tras el caso Lewinsky. Asi que el Tea Party no es mucho peor de lo que fueron esos ejemplos anteriores.

Lo que ocurre es que Obama entiende las formulaciones políticas, pero nunca ha querido aprender qué hacer para cumplir sus promesas. Tras seis años en el poder, no ha conseguido desarrollar el arte de lo posible, que eso es la política.

Con las negociaciones de paz en curso en Colombia, con la reestructuración profunda de la política de Brasil, con el problema de la impunidad planteado ahora ya a cara de perro en México y con la situación de violencia que vive Centroamérica o el aislamiento de una parte de Surámerica —con la excepción de Perú—, Estados Unidos necesitará articular una conversación, con presupuestos diferentes y nuevos, los que todo el mundo esperaba que hubieran sido la estrategia de la relación de Obama con América Latina. Sin embargo, eso no pasó y a los americanos que hablan español ni siquiera se les dio la oportunidad de un nuevo amanecer como les planteó a los musulmanes en su célebre discurso de la Universidad de El Cairo.

Ahora, es relevante saber a quién seguir la pista, pero más importante averiguar el cómo y mientras tanto ir apuntando en el libro de la Historia que el primer presidente nacido de YouTube, héroe del cambio, a través de las redes sociales, ha periclitado su mandato en un ocaso que es, sobre todo, comunicacional. Resulta curioso el silencio del gran comunicador.




UE critica que gobiernos de AL aprovechen veto ruso

UE critica que gobiernos de AL aprovechen veto ruso

Argentina, Brasil, Uruguay y Chile buscar vender más productos agroalimentarios ante sanciones rusas a Europa.

Comentario de Lampadia: No le falta razón a la UE, pues los comportamientos de Rusia deben ser rechazados por toda la humanidad. Si por un negocio, que no va a durar mucho tiempo, te casas con el diablo, te quemarás por gusto. No sorprende que Brasil y Argentina estén en este camino, pero da mucha pena que Chile rompa una tradición de coherencia política de muchas décadas.

Ver en Lampadia: Los riesgos del nuevo imperialismo ruso

(La República, 15 de Agosto del 2014)

La Unión Europea (UE) transmitirá en los próximos días a un grupo de países de América Latina su malestar por las rápidas reacciones oficiales luego de las sanciones rusas a los productos agrícolas de la UE, Estados Unidos, Australia, Canadá y Noruega y los llamará a tener en cuenta el carácter político del actual conflicto, según informan varios medios europeos.

En la UE cayó mal que los embajadores de Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay en Moscú se reunieran, pocas horas después de que el presidente ruso Vladimir Putin decretase la prohibición de importaciones.

Ante ello, varios gobiernos y organizaciones de comercio exterior de América Latina resaltaron de inmediato que las medidas de Moscú prometen beneficios para la región.

Jorge Capitanich, el jefe de Gabinete de la Argentina, manifestó que su gobierno elabora una agenda para “maximizar el comercio con Rusia”. “Estamos desarrollando la agenda con el sector privado para potenciar las exportaciones de nuestros productos, que van a sustituir a los de la UE y los Estados Unidos”, agregó.

Seneri Paludo, secretario de política agrícola del Gobierno de Brasil, resaltó que el embargo de Rusia a los alimentos europeos podría permitir a Brasil exportar más maíz y soja a ese país. Interesantes para Brasil pueden ser también las posibilidades de vender más carne vacuna y de aves.

Según fuentes rusas, para setiembre está planeada la visita de Tabaré Aguerre, ministro de Agricultura de Uruguay, a Moscú. El presidente de la Unión de Exportadores del Uruguay, Álvaro Queijo, es, sin embargo, escéptico. “Las mejoras de este tipo no son las más deseadas, prefiero que sean reales y fruto de la competitividad”, señaló.

Andrés Rebolledo, director de Relaciones Económicas Internacionales de Chile, dijo que también ve una “oportunidad de aumentar las exportaciones chilenas a Rusia”.

“Este es un tema estrictamente comercial. Nuestras posiciones en política exterior son claras (…). Son canales separados”, manifestó.