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¿Política económica o punción hepática?

¿Política económica o punción hepática?

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 29 de octubre de 2021
Para Lampadia

Lo de punción hepática se debe a que al Ministro de Economía – Pedro Francke – le hinca el hígado cuando ve un carro de lujo ajeno. Incluso, le pica el ojo, según declaró hace poco en una entrevista radial. O sea, Francke es una persona que padece de trastornos psicosomáticos.

Como se sabe, se califica como psicosomático al trastorno psicológico que genera un efecto en el organismo. Una afección psicosomática se origina en la mente y después ejerce una cierta influencia en el cuerpo.

En el caso de Francke, la envidia por no tener lo que otras personas tienen, ejerce influencia en dos órganos vitales de su organismo: en el ojo y en el hígado.

Aquí, el problema no es tanto la salud del Ministro, sino las implicancias económicas de su afección psicosomática: aumentar los impuestos a los que tienen vehículos de lujo… y a todo el que se le cruce por delante.

La política fiscal es la disciplina – dentro de la ciencia económica – que gestiona los recursos del Estado. Está en manos del Ministerio de Economía y Finanzas, quien controla los niveles de ingresos y egresos del Estado mediante variables como los impuestos y el gasto público, para propiciar el crecimiento de la economía, manteniendo un nivel adecuado de estabilidad en los precios.

Dependiendo del ciclo económico en que se encuentre el país, la política fiscal debe ser expansiva, restrictiva o neutral. Cuando existe una situación recesiva y carente de empleo formal – como la actual – se requiere de una política fiscal expansiva.

A ese respecto, una política fiscal expansiva debe reducir impuestos para propiciar el incremento de las inversiones y el consumo. O sea, al revés de lo que propone Francke. Además, a mayor inversión, mayor empleo formal… eso lo sabe cualquiera.

En buena cuenta, la política fiscal del momento debe procurar que el dinero de los peruanos esté más en el mercado, y menos en el Estado. Pero no… la picazón del ojo – más la punción hepática revelada por el propio Francke – le impide ver lo que la economía de nuestro país requiere para salir de su entrampamiento. Tan es así que, en vez de bajar impuestos, los sube; con lo cual habrá menos inversión, menos empleo formal, menos consumo, más recesión y más pobreza. O sea, todo lo contrario, a lo que requiere nuestro país.

Insisto… en circunstancias como la actual, donde mejor puede estar el dinero de los peruanos es en el bolsillo de los ciudadanos. Así tendremos incentivos para trabajar más y mejor. Y no en el del Estado, donde la tendencia adictiva hacia el despilfarro, la falta de eficiencia y la corrupción es harta conocida.

Por otro lado – por si fuera poco – el orden público está fuera de control. Bloqueos de carreteras, destrucción y quema de instalaciones mineras… la minería peruana viene siendo agredida a mansalva, y el Gobierno no se da por aludido.

Los astros del mal se han alineado: alza de impuestos, vandalismo impune, populismo irresponsable y demagogia política… ¿acaso hay un ambiente propicio para atraer nuevas inversiones? ¡Nada qué ver!

El Gobierno del Presidente Castillo es incapaz de poner orden en el país. Entre nos, él fue el principal azuzador del vandalismo magisterial en el 2017. Con ese prontuario sobre sus espaldas ¿con qué cara podría reprimir el vandalismo anti minero en esta ocasión? Ciertamente, el Presidente no tiene autoridad moral para gobernar.

Y en el ámbito económico, el problema es parecido. ¿Con qué autoridad moral un Ministro envidioso y psicosomático – como Francke – puede gestionar la economía de nuestro país, si cada vez que ve un carro de lujo ajeno, le pica el ojo, y le hinca el hígado?

CONCLUSIÓN: con Francke y con Castillo – y todos los demás – vamos de mal en peor. Por eso – y por muchas cosas más – las censuras ministeriales y la vacancia presidencial están más que justificadas. Lampadia




¿Crisis financiera mundial e inmobiliaria en China?

¿Crisis financiera mundial e inmobiliaria en China?

En los últimos días, las portadas de diversos medios internacionales contemplaron la posibilidad de una burbuja inmobiliaria en China, producto de la escalada de la deuda del grupo inmobiliario más importante del gigante asiático, Evergrande, la cual asciende a US$ 300,000 millones de dólares.

Más allá del impacto que tendría la quiebra de esta megaempresa en el mercado de viviendas chino llámese caída de precios, paralización de proyectos en construcción y pérdida de empleos directos e indirectos, es de especial preocupación su relación con por lo menos 290 acreedores de deuda – entre bancos, financieras e inversionistas institucionales a nivel mundial – haciendo que el peligro de una crisis financiera internacional se encuentre latente entre los mercados.

¿Cómo debería actuar China frente a esta posible crisis y que lecciones hacia futuro puede extraer de ella?

Un reciente artículo producido por el notable economista y profesor de la Universidad de Harvard, Kenneth Rogoff, aventura algunas respuestas para ello (ver artículo líneas abajo). En él no sólo recomienda al gobierno chino realizar un salvataje – que además está en condiciones de hacer – para evitar un contagio generalizado en los mercados financieros mundiales, sino a reflexionar respecto a reformas de mediano plazo direccionadas para evitar el afloramiento de estas posibles burbujas. Destaca por ejemplo la necesidad de una liberalización de los flujos de capital hacia el exterior, de manera que la inversión tenga incentivos a la diversificación fuera de los activos inmobiliarios chinos. Como sucede producto de casi todos los controles sobre la economía, las distorsiones e ineficiencias en el mercado no tardan en aparecer y por ende se puede observar como en algunas zonas urbanas de China hay un exceso de oferta y altas tasas de desocupación de viviendas.

Por último, no podemos dejar de mencionar cómo se vería afectado nuestro país si se concreta la crisis de Evergrande. Como ya se viene advirtiendo desde el sector minero (ver Lampadia: Recaudación minera se va casi a triplicar en marzo del 2022), el precio de los metales de los que somos principales exportadores, hoy en día en máximos históricos en más de una década, podrían verse afectados a la baja producto de un menor crecimiento en China por esta crisis. En ese sentido y teniendo en cuenta esta advertencia, en vez de empecinarnos en cambiar los esquemas tributarios a la minería como propone el ministro de economía Pedro Francke, deberíamos centrarnos en darle mayor predictibilidad y estabilidad jurídica a los inversionistas del sector, por ejemplo dándole luz verde a los megaproyectos paralizados en cartera como Tía María y Conga. La reactivación de estos megaproyectos podría ayudar a paliar caídas en los precios internacionales con una importante inyección en la producción paliando así una posible ralentización en el crecimiento chino. Lampadia

 

El dilema de la vivienda en China

Kenneth Rogoff
Project Syndicate
29 de septiembre, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

El gobierno chino aún puede lograr aislar al mercado en general de la crisis financiera del gigante inmobiliario Evergrande. Pero el mayor desafío es reequilibrar una economía que ha dependido durante demasiado tiempo del hinchado mercado de la vivienda para generar empleo y crecimiento.

CAMBRIDGE – La inminente quiebra del gigante inmobiliario chino Evergrande, con una deuda de US$ 300,000 millones, ha afectado a los inversores mundiales. Los analistas se han centrado principalmente en si el gobierno chino logrará delimitar el problema, de modo que no se extienda a una crisis financiera más amplia al estilo occidental.

Dados los grandes bolsillos del gobierno, incluidos más de US$ 3 trillones en reservas de divisas, y su capacidad para dictar los términos de reestructuración sin largas demoras en los tribunales, pocos apostarían en contra de tal resultado. Pero concentrarse solo en la estabilidad financiera a corto plazo evita el desafío más grande de China: reequilibrar una economía que ha dependido durante demasiado tiempo de su enorme sector de inversión inmobiliaria para generar empleo y crecimiento.

La enorme participación de los bienes raíces y servicios relacionados en el PBI chino, un asombroso 25%, y solo un poco menos después de ajustar las exportaciones netas, es incluso mayor que la participación del sector inmobiliario en las economías española e irlandesa en su pico anterior a 2008. Debido a sus efectos en cadena en otros sectores, una desaceleración significativa en el sector inmobiliario de China podría recortar fácilmente entre un 5% y un 10% del crecimiento acumulado del PBI en los próximos años.

Además, el sector inmobiliario es, con mucho, el vehículo de ahorro más importante en una economía en la que los controles de capital limitan la capacidad de los ciudadanos para invertir en el extranjero. Cualquier caída significativa en los precios de los bienes raíces conduciría no solo a un descontento generalizado, sino también a un retroceso potencialmente significativo en el consumo de otros bienes y servicios.

¿No puede la maquinaria inmobiliaria china seguir funcionando a toda velocidad, dada la necesidad de albergar a los 1,400 millones de habitantes del país? Quizás. Pero China ha estado construyendo rápidamente casas y edificios de apartamentos durante décadas, no solo en sus ciudades de primer nivel, sino también en ciudades de tercer y cuarto nivel menos deseadas, donde los precios son mucho más bajos y las tasas de desocupación son altas.

Como resultado, la oferta total de viviendas de China, medida en metros cuadrados por persona, ya ha alcanzado los niveles de economías mucho más ricas como Alemania y Francia. Aunque la calidad media de la vivienda en China es menor y existe el potencial de mejora, el enorme nivel actual de producción inmobiliaria tiene que ser insostenible. Con la tasa de viviendas desocupadas en las zonas urbanas de China ahora en 21%, las autoridades comprenden plenamente la necesidad de trasladar los recursos productivos a otros sectores.

Pero diseñar una deflación lenta y controlada de la burbuja inmobiliaria de China no será fácil. Dado que el sector bancario ha prestado mucho a proyectos residenciales (Evergrande solo ha obtenido préstamos de casi 300 bancos y empresas financieras), una fuerte caída en los precios de la vivienda podría resultar dolorosa y provocar una cascada catastrófica en otros sectores. En principio, los bancos están protegidos por pagos iniciales sustanciales, que a menudo ascienden al 30% o más del precio de compra. Pero dado el auge épico de los precios de la vivienda en China en el siglo XXI, es posible que el 30% no sea suficiente cuando se produzca un colapso. (Después de la crisis financiera de 2008, los precios de la vivienda en EEUU cayeron un 36% y significativamente más en algunas regiones).

Además, hacer que la vivienda sea más asequible ha sido un objetivo importante del gobierno del presidente Xi Jinping, por lo que existen límites en cuanto a cuánto se puede esperar que los legisladores sostengan los precios.

Muchos creen que la crisis de vivienda de Evergrande es parte de la presión general del gobierno sobre la élite china, que ha incluido derribar a los gigantes de Internet, dificultando que los padres adinerados obtengan tutorías privadas para sus hijos e insistiendo en que las empresas devuelvan mucho más a sus comunidades. De acuerdo con esta línea de pensamiento, los legisladores siempre pueden volver a calibrar si sus esfuerzos por controlar la deuda inmobiliaria, y Evergrande en particular, resultan demasiado desestabilizadores. Pero como bien sabe el gobierno, esto corre el riesgo de hacer que la eventual reversión del boom inmobiliario y de la construcción sea aún más dolorosa.

Las desaceleraciones inmobiliarias, incluso las crisis financieras relacionadas con el sector inmobiliario, no suelen ocurrir por sí solas, sino en el contexto de una economía en desaceleración. La economía china salió rugiendo de la pandemia y durante un tiempo fue la envidia del mundo, gracias en parte a la estrategia de cero COVID del gobierno. Pero el futuro parece mucho menos prometedor. Además de los vientos en contra del envejecimiento de la población y la desaceleración del crecimiento de la productividad, la variante Delta está resultando mucho más difícil de contener.

Además de todo eso, la avalancha casi diaria de nuevos decretos gubernamentales ha hecho que sea extremadamente difícil para el sector privado planificar el futuro. La incertidumbre política resultante frenaría el crecimiento incluso sin los otros problemas. En tal entorno, una desaceleración del mercado de la vivienda puede amplificar significativamente cualquier recesión económica, como mostré en un artículo de 2020 con Yuanchen Yang de la Universidad de Tsinghua.

Después de casi cuatro décadas de extraordinaria expansión económica, no se debe subestimar la capacidad de las autoridades chinas para mantener el crecimiento a pesar de todos los obstáculos. Sin embargo, a pesar de lo impresionante que ha sido China en la construcción de carreteras, puentes y casas, su auge de la construcción de bienes raíces está llegando a su fin y no hay razón para esperar un aterrizaje suave.

Los reguladores financieros chinos aún pueden lograr aislar al mercado en general de la crisis de Evergrande y convencer a todos de que este es un caso anómalo. Pero dada la dependencia excesiva de China del sector inmobiliario para el crecimiento durante décadas, en particular durante las recesiones generales, es posible que los mayores desafíos estén por venir. Lampadia

Kenneth Rogoff, profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Harvard y ganador del Premio Deutsche Bank en Economía Financiera 2011, fue el economista jefe del Fondo Monetario Internacional de 2001 a 2003. Es coautor de This Time is Different: Eight Centuries of Financial Folly y autor de The Curse of Cash.




El cadáver sigue muriendo

El cadáver sigue muriendo

Jorge Baca Campodónico
Linterna de Popa 312, Setiembre de 2021
Glosado por Lampadia

Los indicadores económicos apuntan a un deterioro generalizado

No han transcurrido ni dos meses de gestión y ya se sienten las consecuencias de la errada política económica que intenta implementar el nuevo gobierno.

  • El tipo de cambio se ha disparado,
  • la inflación ha superado largamente el rango meta del BCRP,
  • la agencia Moody’s ha rebajado la calificación de la deuda soberana y de los principales bancos del Perú, incluido el Banco de la Nación,
  • el desempleo se mantiene elevado y
  • la informalidad continúa creciendo.
  • La retracción de la inversión privada y la fuga de capitales se agudiza día a día.

A diferencia de otras crisis generadas por factores externos, la actual ha sido causada mayormente por errores de sucesivos gobiernos.  Desde Humala, pasando por Kuczynski, Vizcarra y Sagasti, se han venido cometiendo errores en materia económica, errores que la antitécnica cuarentena decretada por el gobierno de Vizcarra se encargó de desnudar y que este gobierno, en lugar de revertirlos, los viene agudizando.

Dos errores han sido gravitantes en el deterioro económico. El sesgo anti-inversión privada, especialmente minera, iniciada con Humala y el aumento desmedido del gasto público corriente y de la burocracia estatal, en desmedro de la inversión en educación, salud e infraestructura. Grandes obras faraónicas de dudosa rentabilidad como la nueva refinería de Talara y el gaseoducto del sur han contribuido a revertir los superávits fiscales, símbolos de la solidez financiera peruana, que se obtuvieron hasta el año 2013, en déficits crecientes que se tradujeron en incrementos de la deuda pública y que obligaron a cambiar los topes de la ley de transparencia y responsabilidad fiscal.

La situación económica del país, a pesar de la bonanza de los precios del cobre, se encuentra en una situación crítica, ya que no ha conseguido recuperar ni siquiera los niveles de actividad previos a la pandemia. El sector turismo continúa deprimido y la amenaza de una tercera ola a nivel mundial impedirá el restablecimiento del flujo de turistas en el corto plazo. La aparente recuperación de la recaudación tributaria es una quimera que se explica por los mayores precios de los minerales y los productos de importación y por la devaluación de la moneda. El verdadero problema de la economía peruana es el desempleo y la informalidad (que equivale a desempleo camuflado o subempleo) y que son las principales causas del incremento de los niveles de pobreza.

Los recientes mensajes del ministro de economía y del presidente se han centrado en anuncios de mayor gasto público a través de bonos, subsidios y empleo temporal. Sin embargo, poco o nada se ha anunciado para promover la inversión privada y el empleo formal permanente. Hasta la fecha no se ha definido la permanencia o no del presidente del BCRP ni se han anunciado los nuevos integrantes de su directorio. Mientras tanto se insiste con medidas populistas en los diferentes ministerios, que en su mayoría carecen de experiencia y capacidad técnica para integrar el esfuerzo coordinado que se requiere para implementar un programa coherente de reactivación económica.  

El indicador del nivel de actividad de la economía que se divulga con mayor prontitud es la demanda de electricidad que publica diariamente el Comité Ejecutivo del Sistema Interconectado (COES). Mientras los datos del PBI más recientes son los del mes de julio, se conoce la demanda de electricidad al 11 de septiembre. Estos datos revelan que la economía se encuentra estancada desde el segundo trimestre (ver Grafico 1). Es de esperar que esta tendencia continúe mientras no se despejen la incertidumbre y expectativas negativas sobre la Asamblea Constituyente y el directorio del BCRP, para permitir que se recupere la inversión privada y, con ella, el empleo productivo formal.

¿Por qué va a continuar el estancamiento económico? El mayor desempleo y la mayor informalidad se han traducido en una caída de más de 20% de la masa salarial, respecto a los niveles prepandemia. Los bonos y subsidios que viene entregando el gobierno para mitigar la pérdida de poder adquisitivo no son la solución porque son solo medidas temporales. Lo único que se logra con la entrega de bonos es aumentar el déficit fiscal y el nivel de deuda pública. La posibilidad de aumentar el salario mínimo tampoco es una solución porque solo lograría que se pierdan más empleos formales, se incremente el gasto estatal, se reduzca la recaudación fiscal y se incremente la informalidad. Es un error del gobierno creer que la actual crisis tiene su origen en la falta de demanda cuando el problema es de falta de inversión privada que genere mayor empleo formal y generación de riqueza.

Durante la crisis que se agudizó durante la pandemia el BCRP ha logrado contener la volatilidad del tipo de cambio y la inflación.  Sin embargo, la incertidumbre generada por el nuevo gobierno, que escapa al control del banco central, ha generado una elevación del tipo de cambio que ha podido ser mayor si no fuera por la intervención del ente emisor. La incertidumbre política, la elevación del tipo de cambio y el aumento de precios de materias primas y fletes a nivel mundial, que son factores que escapan al control del banco central, han motivado que la inflación salga del rango objetivo. En este contexto, no se entiende las razones del actual gobierno para seguir prorrogando la designación de las nuevas autoridades del ente emisor.

¿Qué medidas se requieren para restablecer el equilibrio en el precio del dólar y el aumento de la inversión privada? La medida obvia es aplicar “un shock de confianza” que cambie las expectativas de los agentes económicos. Este shock de confianza debe incluir la designación de un equipo solvente en el directorio del BCRP que de preferencia mantenga en la presidencia a Julio Velarde. La otra medida sería el cambio de ministros seriamente o, mejor aún, una renovación integral del gabinete y su sustitución por un gabinete de técnicos que garanticen la vigencia de la Constitución, en especial del capítulo económico.

Mientras el gobierno no promueva la inversión privada con medidas que eliminen la incertidumbre, difícilmente se generará nuevo empleo formal y mayor producción. Sin inversión privada la economía continuará deprimida. La inflación seguirá elevándose, alimentada por un tipo de cambio creciente que se traducirá en mayores pérdidas de poder adquisitivo del consumidor, forzando al gobierno a elevar el sueldo mínimo o a continuar otorgando bonos a la población más necesitada generándose un círculo vicioso difícil de revertir. Estamos avisados.

(El contenido de esta columna se puede consultar en http://www.prediceperu.com/).  

Lampadia




MEMOREX

MEMOREX

Jaime Spak
Para Lampadia

En mi juventud cuando uno se olvidaba de algo, al instante le decían, toma Memorex, que era una pastilla que supuestamente te ayudaba con la memoria.

Justamente esa memoria, es la que muchos peruanos han perdido y otros ni la tienen. La generación que hoy día tiene entre 18 y 35 años no vivió el horror del terrorismo en nuestro país.

El día de hoy, ocho millones de personas entre esas edades que representan casi el 40 % de los votantes, irán a las urnas este 06 de junio. No han vivido esa oscura etapa de nuestra historia.

Más de 25,000 compatriotas fueron aniquilados por los terroristas sin discriminar nivel social, en su gran mayoría gente humilde, campesinos, obreros, políticos, policías y miembros de nuestras fuerzas armadas.

Lo sucedido en el Vraem el domingo 23, nos hace reflexionar sobre el tema del terrorismo, que ahora se ha convertido en un narco terrorismo. Matar a 16 personas y quemar a niños nos hace recordar esa terrible y sádica etapa reciente.

Es imprescindible hacerles recordar esos trágicos días que vivimos, con escasez, apagones por derribar constantemente torres de alta tensión, asesinatos selectivos, cantidad de policías que fueron asesinados de la manera más cobarde. No nos olvidemos de los atentados en todo el Perú, empezaron con las masacres en Ayacucho y diferentes caseríos de nuestro país para luego pasar a lo que llamaron la toma de Lima y empezaron a explotar coches bomba en lugares diversos, como la sede del Canal 2 en donde fallecieron varios periodistas, Tarata con mas de una veintena de muertos inocentes, el atentado contra el BCP de Juan de Arona, Embajada de China, etc.

Adicional a la trágica muerte de tantos compatriotas, cada atentado contra instalaciones del estado tuvo un enorme costo que hoy en día representaría cientos de hospitales, miles de colegios, carreteras en todo el país y una mejora en la implementación de las fuerzas de seguridad.

Es decir, se perdían valiosas vidas y se destruía la economía del país.

Todo esto disminuyó cuando se capturó a Abimael Guzmán el 12 de Setiembre de 1992 y se empezó a recuperar la tranquilidad, que hasta ahora mantenemos, aunque de una manera muy frágil.

Podemos apreciar que en las manifestaciones de Castillo no solamente hay una amenaza de totalitarismo, sino sobre todo una constante hostilidad hacia los periodistas, con agresiones incluidas. Imagínense que sucedería, si fueran gobierno, sería una represión similar como en Venezuela, Cuba, Nicaragua o Ecuador en época de Correa.

Cuatro congresistas de Perú Libre, tienen vínculos con el Movadef, que según indican es el brazo político de Sendero Luminoso.

Es muy importante que se entienda que ningún gobierno comunista ha tenido éxito en la historia. Si repasamos los países más poderosos del planeta, son donde se aplica la economía social de mercado. No existe ningún país que haya sido exitoso para su población con una política comunista.

Hagamos un pequeño repaso, y veremos que desde la década de los 70, cuando Vietnam le ganó la guerra de guerrillas a Estados Unidos, y luego de muchos años de gobierno comunista, han migrado a una sociedad de libre mercado y con un progreso notorio, con un crecimiento anual promedio de 8%, con una reducción de la pobreza hasta el 12% de la población.

Su vecino Camboya en la misma época, el Khmer Rouge bajo el liderazgo del genocida Pol Pot trasladó a mas de dos millones de habitantes de la ciudad al campo, con la anuencia del rey Sihanouk y prácticamente murieron de inanición. Tuve oportunidad de estar en la capital Pnon Penh y conversando con nuestro guía, nos dijo que fue una generación perdida de profesionales de todas las ramas, obreros, deportistas, etc. que desaparecieron. Les ha costado más de 30 años para recuperar a médicos, abogados, profesores, obreros y tantos camboyanos que fueron exterminados por la horrible dictadura. Imagínense que una de las atracciones de esta ciudad es “el museo del Terror” donde a la entrada en una enorme urna de cristal se puede apreciar miles de cráneos de personas asesinadas.

Ni se diga de la Unión Soviética que luego de 70 años de revolución, hoy en día son países independientes con un capitalismo desmesurado.

China, después de la muerte de Mao, su sucesor Deng Xiaoping, conocido como el Arquitecto de la Reforma y la Apertura de China, se convirtió en un capitalismo de estado y hoy en día en una potencia mundial, con una población que ha logrado importantes mejoras en sus condiciones de vida y con varios miles de millonarios entre sus habitantes.

Todos estos países tuvieron que cambiar radicalmente su política económica para lograr crecimiento y desarrollo.

No quiero tocar el tema de Venezuela ni de Nicaragua, que le sigue los pasos, pues ya es conocido que entre los mas de 5 millones de venezolanos que han tenido que abandonar su tierra, más de un millón viven en el Perú, huyendo del socialismo del Siglo XXI que es defendido por Castillo y Cerrón.

Por ello queridos amigos, estamos en vísperas de la más importante elección de los últimos años y no podemos seguir con los ojos tapados, pensando que una opción de Perú Libre será viable para el Perú. Si no queremos seguir el paso de los países que he mencionado piensen muy bien y vayan a votar.

En la primera vuelta más de un millón de personas no fueron a votar, por diferentes motivos y su voto es muy necesario en esta oportunidad, para que el Perú de una vez por todas, tome el rumbo que nunca debió perder.

¿Estamos dispuestos a pasar años de incertidumbre para tener que volver a sufrir años de carencias, desempleo, terrorismo, gobernados por gente improvisada??

Creo que la respuesta se cae de madura.

Esta vez nos costaría toda una generación para recuperarnos.

El emprendedor peruano, el estudiante y las clases emergentes tienen en sus manos votar de manera inteligente y no siguiendo cantos de sirena que solo servirá para ir al abismo.

Este domingo 06 de junio el Perú se juega la gran final y tenemos que ganarla. Lampadia




La deuda global en tiempos de coronavirus

La deuda global en tiempos de coronavirus

Una de las inevitables consecuencias de los agresivos paquetes de rescate económico que están siendo implementados en el mundo occidental para paliar el impacto de la crisis del covid 19, es el déficit fiscal y el sobreendeudamiento de los Estados, una preocupación que varios economistas ya se encuentran incorporando en sus análisis prospectivos de mediano y largo plazo por las fuertes implicancias que podría tener sobre las economías en un mundo post pandemia.

En línea con estos análisis, compartimos un reciente artículo publicado por The Economist que da cuenta de algunas líneas de política económica que podrían ir explorando los gobiernos para ir amortizando estas cuantiosas deudas ante posibles escenarios que podrían desatarse una vez superada la presente crisis, a resaltar, incrementos en los precios y/o de las tasas de interés internacionales.

Una opción interesante de las sugeridas es la de evaluar ampliar los rangos de las metas de inflación de los bancos centrales para incentivar el crecimiento de manera de hacer más sostenible el repago futuro de estas deudas. Ello no requerirá la fijación de incrementos de impuestos que introducirían innecesarias distorsiones en los mercados justamente en una situación en la que más respiro debe darse a los agentes para generar más producción y así más ingresos fiscales al estado.

Si bien las reflexiones que hace The Economist están hechas a la luz de lo que está sucediendo en el mundo desarrollado, también aplicarían al Perú puesto que da una lección que cualquier gobierno debe tener en cuenta: la capacidad de la política fiscal está restringida a un presupuesto y a una deuda que, si bien puede estar justificada por la emergencia, debe pensarse en hacerse sostenible de manera que no se asfixie a los contribuyentes en el tiempo. Un país como el Perú que cuenta con un bajo ratio deuda/PBI en relación a sus pares de la región, no debe descuidar esta ostentosa posición pues es esta misma característica la que le permitirá –a través de una buena calificación crediticia – acoger más inversiones para así apuntalar su crecimiento una vez superada la pandemia. Lampadia

Finanzas del gobierno
Después de la enfermedad, la deuda

Para hacer frente al costoso legado de la pandemia, los gobiernos deberán encontrar el camino correcto entre el estímulo y la moderación

The Economist
23 de abril, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

A los líderes nacionales les gusta hablar de la lucha contra covid-19 como una guerra. Principalmente es una forma de hablar, pero en un aspecto tienen razón. El endeudamiento público en el mundo rico se elevará a niveles vistos por última vez en medio de los escombros y el humo de 1945. A medida que la economía cae en ruinas, los gobiernos están emitiendo millones de cheques a hogares y empresas para ayudarlos a sobrevivir los bloqueos. Al mismo tiempo, con las fábricas, tiendas y oficinas cerradas, los ingresos fiscales están colapsando. Mucho después de que los barrios del covid-19 se hayan vaciado, los países vivirán con las consecuencias.

Se está desarrollando un deterioro asombroso en las finanzas públicas. El gobierno de EEUU tendrá un déficit del 15% del PBI este año, una cifra que aumentará si se necesita más estímulo. En todo el mundo rico, el FMI dice que la deuda pública bruta aumentará de US$ 6 trillones a US$ 66 trillones a fines de este año, o del 105% del PBI al 122%, un aumento mayor que el observado en cualquier año durante el período de la crisis financiera global. Si los bloqueos duran más, la carga será mayor. Gestionar tales deudas colosales será una carga para las sociedades occidentales en las próximas décadas.

Pocos temas en economía atraen más alarmismo que los préstamos del gobierno. El reloj de la deuda nacional cerca de Times Square en Nueva York ha advertido sobre el inminente Armagedón fiscal desde 1989. De hecho, la deuda pública de un país no es como el saldo de la tarjeta de crédito de un hogar. Cuando la deuda nacional es propiedad de sus ciudadanos, un país se debe dinero a sí mismo. La deuda puede ser alta, pero lo que importa es el costo del servicio y, siempre y cuando las tasas de interés sean bajas, esto sigue siendo barato. En 2019, EEUU gastó 1.8% del PBI en intereses de deuda, menos de lo que hizo hace 20 años. En 2019, la deuda pública bruta de Japón ya era casi el 240% del PBI, pero había pocas señales de que no pudiera sostenerse. En los países que imprimen su propio dinero, los bancos centrales pueden mantener bajas las tasas de interés comprando bonos, como lo han hecho en las últimas semanas en una escala sin precedentes (la Reserva Federal ha comprado más bonos del Tesoro en cinco semanas que los emitidos, en línea, en el año a marzo). Justo ahora no hay riesgo de inflación, particularmente porque los precios del petróleo se han derrumbado. La mayoría de los economistas se preocupan menos de que los gobiernos pidan prestado imprudentemente, que de que sean demasiado tímidos debido al temor irracional de aumentar la deuda pública. El apoyo fiscal inadecuado hoy en día corre el riesgo de empujar a la economía a una espiral de declive.

Sin embargo, aunque gastar libremente ahora para evitar una depresión más profunda es el único camino sensato, los préstamos desmesurados durante años eventualmente amenazarán con problemas. EEUU tiene fuertes defensas contra una crisis de deuda abierta, porque el dólar es la moneda de reserva mundial y los extranjeros quieren poseer sus bonos. Pero otros países ricos no tienen ese lujo. La enorme deuda de Italia y la membresía de la zona euro lo condenan a vivir con la amenaza perenne de un pánico financiero si el BCE deja de comprar sus bonos.

La buena noticia es que los mercados financieros sugieren que las tasas se mantendrán cómodamente bajas durante décadas. Pero aún se desconoce mucho sobre el virus y sus efectos que, ahora de todos los tiempos, los inversores no pueden ver claramente muy lejos en el futuro. A algunos economistas les preocupa que una vez que el virus disminuya, podría comenzar una espiral de precios y tasas de interés a medida que una explosión de la demanda choca contra las cadenas de suministro que han sido destruidas por la pandemia.

Por lo tanto, los gobiernos tendrán que recorrer un camino traicionero entre el estímulo de hoy y la prudencia de mañana. El éxito no está garantizado. Después de la segunda guerra mundial, los países redujeron sus deudas en el transcurso de décadas, pero solo mediante el uso de una combinación mandona de altos impuestos sobre el capital, la represión financiera (que obliga a los inversores nacionales a mantener la deuda a tasas de interés artificialmente bajas) y la inflación, lo que erosiona el valor real de las deudas a lo largo del tiempo. Un baby boom y los niveles de educación en rápido aumento facilitaron a las economías salir de la deuda. Japón no ha enfrentado una crisis del mercado de bonos desde la década de 1990, pero su relación deuda / PBI ha seguido aumentando. Después de la crisis financiera en 2007-09, algunos países europeos optaron por recortes presupuestarios para reducir las deudas, con resultados mixtos y una gran reacción política.

La política de reducción del déficit será tóxica. La pandemia aumentará los pedidos de gastos generosos, no de ajuste del cinturón, especialmente en servicios médicos. El envejecimiento de la población significa que habrá una creciente demanda de pensiones y gastos de salud en las décadas de 2030 y 2040. Será más costoso mantener los servicios públicos, y mucho menos mejorarlos. Los políticos que recorten los beneficios para los pensionados serán castigados por legiones de votantes mayores. Habrá menos efectivo extra para combatir futuras crisis, como el cambio climático o incluso otra pandemia.

Ante esta realidad desalentadora, los gobiernos de los países ricos cometerán un gran error si sucumben a las preocupaciones prematuras y excesivas sobre los presupuestos. Mientras están en medio de la pandemia, la retirada del apoyo de emergencia sería contraproducente.

Una inflación moderadamente más alta ayudaría, al impulsar la tasa de crecimiento nominal de la economía. Cuando esto excede la tasa de interés, las deudas existentes se reducen en relación con el PBI con el tiempo. Lamentablemente, los bancos centrales han superado recientemente sus objetivos de inflación. En los últimos diez años, el déficit acumulado en EEUU y la zona euro ha sido de aproximadamente 5-6%. Los bancos centrales deberían comprometerse a compensar el déficit con la inflación de recuperación en el futuro. Esto aliviaría la carga de la deuda sin romper las promesas pasadas de alcanzar los objetivos de inflación.

Y los gobiernos deberían prepararse para el sombrío negocio de equilibrar los presupuestos más adelante en la década. Bien hecho, esto sería más justo y más eficiente que mantener bajas las tasas y permitir que la inflación se reduzca, lo que transferiría la riqueza de manera regresiva y arbitraria, por ejemplo, reduciendo las deudas de empresas y propietarios de viviendas apalancadas de manera imprudente. Es mejor aumentar los impuestos sobre la tierra, la herencia, las emisiones de carbono y, en EEUU, el consumo, y al menos tratar de recortar el gasto en personas mayores.

Servicio de deuda nacional

Quizás las tasas de interés realmente se mantendrán bajas mientras el crecimiento se recupera y la inflación aumenta ligeramente, lo que alivia la carga de la deuda. Lo más probable es que vivir con altas deudas sea un trabajo angustioso y agotador. Hacer que los presupuestos se sumen parece ser un desafío decisivo para el mundo post-covid, uno que los políticos de hoy ni siquiera han comenzado a enfrentar. Lampadia




La rivalidad de las superpotencias China y EEUU

La rivalidad de las superpotencias China y EEUU

A continuación compartimos un reciente artículo publicado por The Economist en el que se confirma nuestra tesis, recogida de la opinión del renombrado economista Nouriel Roubini (ver Lampadia: Trump hará grande a China), de que el denominado acuerdo de “fase uno” – a firmarse el próximo 15 de enero entre EEUU y China – lejos de sentar los cimientos sólidos de una renovada relación comercial – hoy en día resquebrajada entre ambos países – deja abiertas las puertas a un profundo debate sobre cuán efectivo sería para tal acercamiento, ya que no involucra ni el ámbito tecnológico, ni de seguridad ni el geopolítico en su formulación. Todos aspectos que han sido trastocados a lo largo del presente conflicto comercial, pero que además explican en menor y mayor medida dos décadas de una rivalidad que The Economist la ha denominado como “la rivalidad de la superpotencia”.

Creemos que este análisis es muy rico porque además de hacer un breve recuento de los aspectos históricos que dilucidan el origen de tal disputa geopolítica, incide en las contradicciones de política económica que están acometiendo actualmente tanto el gobierno de Trump como de Xi Jinping para debilitar económicamente a su adversario, y a la vez, consolidarse como primera potencia mundial. Ello explica la presencia mixta de políticas comerciales mercantilistas, tales como los aranceles y la restricción de compras a empresas de ciertos rubros específicos y estratégicos como la tecnología, como de iniciativas de atracción de inversiones globales como el Belt and Road por parte de China y la red global de Puntos Azules de EEUU.

La idea errónea de ambos líderes políticos sobre la cual se percibe a los beneficios del comercio global como un juego de suma cero, en el que si un país está mejor necesariamente se refleja en que otro esté peor en los mercados mundiales, ignora por completo las teorías tradicionales del comercio. Estas explican que la especialización en la producción de diversos bienes y la división del trabajo que se genera en los libres intercambios en los mercados internacionales, implican mayor bienestar para todos los países que participan en él (ver Lampadia: El error téorico de Trump en el conflicto EEUU-China).

Seguiremos muy de cerca el mencionado conflicto comercial-tecnológico en los próximos meses y años de la década del 2020 porque creemos que determinará el cauce futuro de la economía mundial y de la nuestra, al ser ambos países nuestros principales socios comerciales. Lampadia

La superpotencias divididas
No se deje engañar por el acuerdo comercial entre Estados Unidos y China

La mayor ruptura del planeta está en marcha

The Economist
2 de enero, 2020
Traducido y glosado por Lampadia

El 15 de enero, después de tres años de una dura guerra comercial, EEUU y China firmarán un acuerdo de “fase uno” que recorta los aranceles y obliga a China a comprar más a los agricultores estadounidenses. No se deje engañar. Este modesto acuerdo no puede ocultar cómo la relación más importante del mundo está en su coyuntura más peligrosa desde antes de que Richard Nixon y Mao Zedong restablecieran los vínculos hace cinco décadas. La amenaza a Occidente del autoritarismo de alta tecnología de China se ha vuelto demasiado clara. Todo, desde sus pioneras empresas de inteligencia artificial hasta sus gulags en Xinjiang, difundió la alarma en todo el mundo.

Igual de visible es la respuesta incoherente de EEUU, que varía entre exigir que el gobierno chino compre soya de Iowan e insistir en que debe abandonar su modelo económico dirigido por el estado. Las dos partes solían pensar que ambos podían prosperar; hoy cada uno tiene una visión de éxito en la que el otro lote se queda atrás. Un desmantelamiento parcial de sus lazos está en marcha. En la década de 2020, el mundo descubrirá hasta dónde llegará este desacoplamiento, cuánto costará y si, al enfrentar a China, EEUU se verá tentado a comprometer sus propios valores.

Las raíces de la división de la superpotencia se remontan a 20 años. Cuando China se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2001, los reformadores en casa y amigos en el extranjero soñaron que liberalizaría su economía y, quizás, también su política, allanando su integración en un orden mundial liderado por EEUU.

Esa visión ha muerto. Occidente se enfrentó a una crisis financiera y se volvió hacia adentro. El comportamiento de China ha mejorado de alguna manera: su superávit comercial gigante se ha reducido al 3% del PBI. Pero tiene una forma de dictadura aún más sombría bajo el presidente Xi Jinping y ha empezado a ver a EEUU con desconfianza y desprecio. Al igual que con todas las grandes potencias emergentes, el deseo de China de ejercer su influencia está creciendo junto con su estatura. Quiere establecer un conjunto de reglas en el comercio global, con influencia sobre los flujos de información, estándares comerciales y finanzas. Ha construido bases en el Mar del Sur de China, se está entrometiendo con la diáspora china de 45 millones de habitantes e intimida a sus críticos en el extranjero.

El presidente Donald Trump respondió con una política de confrontación que ganó el apoyo bipartidista en EEUU. Sin embargo, los halcones de China que invaden las agencias de Washington y las salas de juntas corporativas no comparten consenso sobre si el objetivo de EEUU debería ser la búsqueda mercantilista de un déficit comercial bilateral más bajo, la búsqueda de ganancias impulsada por los accionistas en filiales de propiedad estadounidense en China o una campaña geopolítica para frustrar a China en expansión. Mientras tanto, Xi oscila entre los sombríos llamados a la autosuficiencia nacional un día y los intentos de globalización al siguiente, mientras que la Unión Europea no está segura de si es un aliado estadounidense separado, un socio chino o una superpotencia liberal que está despertando por derecho propio.

El pensamiento confuso trae resultados confusos. Huawei, un gigante tecnológico chino, enfrenta una campaña tan desarticulada de presión estadounidense que sus ventas aumentaron un 18% en 2019 a un récord de US$ 122,000 millones. La UE ha restringido la inversión china incluso cuando Italia se ha unido al esquema del Belt and Road de China. China pasó 2019 prometiendo abrir sus grandes y primitivos mercados de capitales a Wall Street, incluso cuando socava el estado de derecho en Hong Kong, su centro financiero global. El acuerdo comercial de la fase uno se ajusta a este patrón. Mezcla objetivos mercantilistas y capitalistas, deja la mayoría de los aranceles intactos y deja de lado los desacuerdos más profundos para más adelante. El objetivo táctico de Trump es ayudar a la economía en un año electoral; China está feliz de ganar tiempo.

La incoherencia geopolítica no es segura ni estable. Es cierto que todavía no ha infligido un gran costo económico: desde 2017, el comercio bilateral y los flujos de inversión directa entre las superpotencias han disminuido en un 9% y un 60% respectivamente, pero la economía mundial aún creció aproximadamente un 3% en 2019. Algunas empresas, tales como los 4,125 cafés de Starbucks en China, nunca deben verse afectados. Pero la confrontación se está extendiendo constantemente a nuevos ámbitos. Los campus de los EEUU están convulsionados por un susto rojo sobre el espionaje y la intimidación chinos. Las filas se disparan sobre los atletas que se inclinan hacia China, los derechos de atraque naval y la supuesta censura en TikTok, una aplicación china utilizada por adolescentes en todo el mundo. En el fondo está el riesgo de una confrontación entre las superpotencias sobre Taiwán, que celebra elecciones en enero.

Cada lado está planeando una desconexión que limita la influencia cotidiana de la otra superpotencia, reduce su amenaza a largo plazo y mitiga el riesgo de sabotaje económico. Esto implica un conjunto de cálculos excepcionalmente complejo, porque las dos superpotencias están muy entrelazadas. En tecnología, la mayoría de los dispositivos electrónicos en EEUU se ensamblan en China y, recíprocamente, las empresas tecnológicas chinas confían en proveedores extranjeros para más del 55% de sus entradas de alta gama en robótica, el 65% de ellos en la computación en la nube y el 90% de ellos en semiconductores. China tardaría entre 10 y 15 años en volverse autosuficiente en chips de computadora y a EEUU en cambiar de proveedor. Del mismo modo en las altas finanzas, que podrían servir como vehículo para sanciones. El yuan representa solo el 2% de los pagos internacionales y los bancos chinos tienen más de US$ 1 trillón en activos en dólares. Una vez más, trasladar a los socios comerciales al yuan y reducir la exposición al dólar de los bancos llevará al menos una década, probablemente más. Y en lo que respecta a la investigación, China aún entrena a su mejor talento y encuentra sus mejores ideas en las universidades de EEUU del mundo: en este momento hay 370,000 estudiantes de la parte continental en los campus de los EEUU.

Si la rivalidad de la superpotencia estuviera fuera de control, los costos serían enormes. Para construir una cadena de suministro de hardware tecnológico duplicado, se necesitarían aproximadamente 2 trillones de dólares, el 6% del PBI combinado de las superpotencias. El cambio climático, un gran desafío que podría proporcionar un propósito común, sería aún más difícil de enfrentar. También está en juego el sistema de alianzas que es un pilar de la fortaleza de EEUU. Unos 65 países y territorios confían en China como su mayor proveedor de importaciones y, si se les pide que elijan entre las superpotencias, no todos optarán por el Tío Sam, especialmente si continúa aplicando la política actual de EEUU Primero. Lo más valioso de todo son los principios que realmente hicieron grande a EEUU: reglas globales, mercados abiertos, libertad de expresión, respeto a los aliados y debido proceso. En la década de 2000, la gente solía preguntar cuándo podría llegar a ser China como EEUU. En la década de 2020, la pregunta más importante es si una división completa de la superpotencia podría hacer que EEUU se parezca más a China. Lampadia




Un análisis del plan económico de Fernández

Un análisis del plan económico de Fernández

La reciente toma de mando del nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, ha suscitado toda clase de predicciones respecto de su futuro accionar en las principales líneas de política económica que tomará su gobierno, tanto en el frente fiscal como el monetario.

Y es que la presencia de su vicepresidenta peronista Cristina Fernández, ha acrecentado la incertidumbre sobre si se persistirá en el populismo de izquierda emprendido entre los años 2007 – 2015 que llevó a la actual crisis de creciente inflación y delicado problema de repago de deuda que sume a nuestro vecino del sur y que, con el gradualismo que llevó Macri, agravó aún más ambos impasses.

Para una mejor comprensión de los principales drivers que impulsan la crisis argentina, compartimos a continuación un artículo publicado recientemente por la revista The Economist, en el que se analiza el plan económico que acometerá Fernández a la luz del contexto que lo precede y de la evidencia sobre el éxito de dichas políticas en el pasado.

Como se desprende de este análisis, la posposición del pago de intereses sobre la deuda, que actualmente asciende a US$ 105 mil millones, y el no levantamiento de los controles de precios y de capitales que tienen como objetivo no generar grandes depreciaciones del tipo de cambio en el corto plazo, no constituyen la verdadera solución al problema económico de dicho país. Justamente forman parte de placebos que se han venido anunciando recientemente por varios gobernantes de la región, que como hemos escrito en Lampadia: La calle atormenta América Latina , solo buscan ganar adeptos en el electorado. Por el contrario, una política de ajuste que sólo puede ser llevada a cabo bajo una gran reforma del Estado, debería ser una opción mandatoria para Fernández toda vez que los actuales niveles de presión tributaria en Argentina, considerados entre las más altos a nivel mundial, inhibe todo desarrollo que pueda llevar a cabo el sector privado con la consecuente generación de empleos y reducción de pobreza.

Esperamos que el actual líder argentino tome en cuenta las advertencias de The Economist si realmente quiere generar un quiebre estructural en la economía argentina, de manera que retome un alto crecimiento y quién sabe, pueda volver a ubicarse entre las grandes potencias mundiales, como otrora lo exhibía a finales del siglo XIX e inicios del XX (ver Lampadia: Ideas para ponerle fin a la crisis económica de Argentina). Lampadia

El predicamento peronista
Cómo Alberto Fernández planea hacer frente a la crisis económica de Argentina

El nuevo presidente quiere impulsar el crecimiento y frenar la inflación. Eso será difícil

The Economist
12 de diciembre, 2019
Traducido y comentado por
Lampadia

BUENOS AIRES. Alberto Fernández se llevó a sí mismo y a su novia, Fabiola Yáñez, al Congreso para su toma de posesión como presidente de Argentina en su Toyota. Ese gesto, tanto como lo que dijo en su discurso de una hora, señaló que tiene la intención de ayudar rápidamente a los argentinos comunes que sufren de recesión, alta inflación y aumento de la pobreza. Pero algunos se preguntaron, cuando el peronista aceptó la faja presidencial y el testigo de Mauricio Macri, su predecesor de centroderecha, si conduciría al país hacia adelante o hacia atrás.

La pregunta fue provocada en parte por la presencia de Cristina Fernández de Kirchner, la nueva vicepresidenta, que precedió a Macri como presidente. Fernández, una populista que gobernó de 2007 a 2015, creó el desorden económico en cuya limpieza Macri falló. Ella ha sido acusada en nueve casos judiciales separados por actos de corrupción y otros delitos. En la nueva administración, ella ya ha acumulado una influencia sin precedentes para un vicepresidente. El nuevo presidente (sin relación con Fernández) quiere complacer a la multitud como lo hizo ella, al menos para los argentinos pobres, pero sin repetir sus errores. Eso será complicado.

La “catástrofe social” que Fernández promete poner fin es real. Dos quintos de los ciudadanos argentinos no pueden pagar una canasta mensual de productos básicos. La tasa de inflación interanual supera el 50%. El rescate de US$ 57 mil millones de Argentina del FMI es el más grande en la historia del fondo. Fernández promete poner la economía “de nuevo en pie”. Pero un asesor del nuevo presidente admite: “No hay respuestas fáciles sobre la economía y no hay buenas opciones”.

La apuesta de Macri era que podría restaurar la confianza que Fernández había maltratado, lo que conduciría al crecimiento. Al asumir el cargo en 2015, levantó los controles de cambio introducidos por Fernández, llegó a un acuerdo con los acreedores extranjeros (con quienes ella había peleado) y redujo sus impuestos a los exportadores. Ese enfoque fracasó, en gran parte porque Macri no redujo el déficit presupuestario lo suficientemente rápido como para mantener la calma de los inversores cuando aumentaron las tasas de interés mundiales. El peso se desplomó y la inflación se disparó (ver gráfico líneas abajo). El acuerdo del FMI en 2018 fue una segunda puñalada para revivir la confianza. Pero la austeridad que exigía golpeó justo cuando se iniciaba la temporada política de Argentina, debilitando la economía y llevando a los votantes a Fernández. Eso golpeó nuevamente al peso.

La gran idea del nuevo presidente es revertir la secuencia de Macri: el crecimiento conducirá a un resurgimiento de la confianza en lugar de al revés, argumenta. Para impulsar el crecimiento, tiene la intención de recuperar las herramientas empleadas por la administración de Fernández, pero usarlas con mayor destreza.

Es probable que la pieza central del programa económico sea una reestructuración de la deuda de US$ 105 mil millones de Argentina con los tenedores de bonos extranjeros (que no incluye la deuda con el FMI). Esto lo llevará a cabo el nuevo ministro de economía, Martín Guzmán, un académico con poca experiencia política que se especializa en negociación de deudas. Él ha propuesto que Argentina difiera el pago de intereses y capital por los próximos dos años. Los analistas suponen que terminará exigiendo mayores concesiones a los acreedores. Los precios de los bonos sugieren que los mercados esperan un recorte implícito, un descuento en el valor nominal de los bonos, de casi el 50%. “Cada dólar que no usemos para la deuda se destinará a la recuperación en casa dirigida por el consumidor”, dijo Guzmán a sus nuevos colegas.

La idea de pagar a los acreedores extranjeros menos de lo que se les debe es popular. También lo serán los planes de Fernández para aumentar los salarios de los trabajadores del sector público y mal remunerados y aumentar las pensiones.

Las ideas para controlar la inflación son poco ortodoxas. El nuevo gobierno puede mantener un límite en los precios de los servicios públicos que debían expirar a fines de 2019. Se espera que mantenga los controles de capital introducidos por Macri como una medida de emergencia para frenar la depreciación del peso y alcanzar un pacto con empleadores y sindicatos para mantener bajos los precios y salarios. (Esto puede significar que los salarios aumentarán en menos de lo que ha implicado Fernández).

La gran pregunta es si ese paquete puede excluir las cosas que obstaculizan el crecimiento contra las cuales los peronistas hicieron campaña. Eso es improbable. El nuevo gobierno no quiere retirar los US$ 11 mil millones restantes de su préstamo del FMI, pero aún tendrá que lidiar con el fondo. Es probable que el FMI acoja con beneplácito un recorte en la carga de la deuda del sector privado (facilitando que Argentina reembolse el fondo). Es probable que ambos tipos de acreedores insistan en un superávit fiscal primario, es decir, antes de los pagos de intereses, lo que significa más austeridad de la que tiene en mente Fernández. Existe una especulación preocupada de que el banco central pagará promesas como pensiones más altas imprimiendo dinero, a pesar de que se cree que su nuevo presidente, Miguel Pesce, es una opción segura. Si la política fiscal o monetaria es demasiado flexible, aumentará la inflación a pesar de que se planea contenerla.

Aunque Fernández está volviendo a usar algunas de las técnicas utilizadas por su predecesor peronista, está ansioso por señalar que no repetirá sus excesos. “Este es el equipo económico de Alberto, y él estará a cargo en este frente”, dice un asesor. Sin embargo, el nuevo presidente no ha descartado los temores de que Fernández tendrá una influencia indebida. Guzmán obtuvo el ministerio de economía después de que vetó a otros dos candidatos, dice el asesor presidencial.

Ella intervino en la elección de los ministros de interior, defensa y seguridad. Sus partidarios estarán a cargo de las agencias que manejan los impuestos, las pensiones y el cuidado de las personas mayores, que tienen grandes presupuestos y empleos para ofrecer aliados políticos. Su influencia en estas áreas sugiere que reformar el estado no será una prioridad. Como vicepresidenta, Fernández es la líder del Senado y dirige el bloque peronista en la cámara, donde tiene una mayoría. Su hijo, Máximo, dirige a los peronistas en la cámara baja del congreso.

Fernández también ayudó a organizar el nombramiento de Carlos Zannini, uno de sus asociados más cercanos, como fiscal general. Zannini fue detenido preventivamente por su presunto papel en encubrir un acuerdo que Fernández había hecho con Irán para absolverlo de la culpa del bombardeo de un centro judío en Buenos Aires en 1994 en el que murieron 86 personas, incluido el terrorista. Su juicio se ha retrasado indefinidamente. Alberto Nisman, un fiscal que fue asesinado en 2015, había acusado a Zannini. Como el fiscal general, Zannini, quien fue liberado de la cárcel en 2018 y niega todos los cargos, dirigirá la unidad anticorrupción del gobierno y su equipo de abogados.

Alberto Fernández ya dejó en claro que no le preocupan las presuntas fechorías de sus altos funcionarios. Sostiene que Cristina Fernández y los miembros encarcelados de su gobierno son víctimas de “persecución política”. Ha declarado inocente a Zannini. “Le reivindicamos”, le dijo al nuevo fiscal general.

Fernández revivirá aspectos de la política exterior de su predecesora peronista. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, ha señalado un “compromiso” con Nicolás Maduro, el dictador izquierdista de Venezuela, que ahora será menos un paria regional. El nuevo gobierno de Argentina no aceptará en su forma actual un acuerdo comercial negociado por Mercosur, un bloque comercial de cuatro países, con la Unión Europea. Esto disminuirá las perspectivas de crecimiento de Argentina a largo plazo y aumentará la tensión con Brasil, el miembro más grande del bloque. Fernández y Jair Bolsonaro, presidente populista de Brasil, hablan de tener “relaciones pragmáticas”. Pero no hay forma de ocultar la escarcha. Bolsonaro no asistió a la toma de posesión de Fernández, sino que envió a su vicepresidente.

El gobierno de Macri se enorgullece de haber puesto fin al aislamiento económico que Cristina Fernández impuso a la Argentina. “Hemos pasado cuatro años sacando a Argentina de la congelación”, dice Jorge Faurie, el canciller saliente. “El miedo es que volveremos”. Los optimistas piensan que el cambio hacia la izquierda en la diplomacia facilitará que Fernández adopte una política económica moderada. Los argentinos deben esperar que sí. Lampadia




México paralizado

México paralizado

Como era de esperarse, el crecimiento económico del país azteca a duras penas bordeará el 0.5% este año como ya dejaban entrever las proyecciones de diversos organismos internacionales como el FMI, pero que las últimas cifras de la producción nacional han terminado por confirmar.

El populismo de izquierda de AMLO, implementado en la política económica a través de la animadversión hacia la inversión privada y extranjera, el desenfrenado gasto social y la promoción de proyectos de infraestructura que no contribuyen al interés nacional sino a exclusivos favoritismos, ya le ha empezado a pasar factura no solo en la degeneración de los incentivos de los inversionistas, sino en una escalada del déficit fiscal.

Y como señala un reciente artículo de The Economist, que compartimos líneas abajo, es altamente probable que esta tendencia se siga prolongando en los próximos años, si no se retrocede en dichos lineamientos y no se atacan los verdaderos problemas estructurales de la sociedad mexicana como son el mercantilismo aún reinante en varios sectores estratégicos, los altos niveles de delincuencia y los pésimos rendimientos educativos a nivel global que aún caracterizan México.

Lo que es peor, las recientes declaraciones de AMLO respecto a darle asilo al ahora ex presidente y renunciante Evo Morales, un dictador de izquierda en Bolivia, reconfirman su adherencia ideológica al socialismo del siglo XXI, que como hemos escrito extensamente en Lampadia: Estancamiento en América Latina, ha sido el principal causante del estancamiento de nuestra región en el presente siglo. A la luz de estos hechos no se puede augurar nada bueno para el futuro económico inmediato de México, si es que no se cambia el enfoque de ataque persistente a las inversiones, trabándolas en pleno proceso de implementación como ocurrió con el cierre de la construcción del aeropuerto internacional de México o la cancelación de las inversiones en el sector hidrocarburos y la consecuente interrupción de los ductos de petróleo.

Esperamos que el líder tome conciencia de las recomendaciones de The Economist si es que no quiere que su pueblo sufra los embates de un estancamiento persistente, como parece será el fin del presente año. Lampadia

La vida después del neoliberalismo
El presidente radical de México sirve a la mediocridad económica

El primer año de AMLO en el cargo no ha tenido el crecimiento que necesita

The Economist
9 de noviembre, 2019
Traducida y comentada por Lampadia

Los presidentes mexicanos tienden a no hacer que la economía comience a tomar vuelo cuando asumen el cargo. Los últimos seis líderes vieron cómo la economía se contraía en un promedio de 0.4% durante su primer año, pero luego disfrutaron de un crecimiento de 3.5% en su sexto y último año (ver gráfico líneas abajo). Es tan probable que los gobiernos enriquezcan a sus aliados a expensas de todos los demás, que cada transferencia de poder hace que los inversores retrocedan hasta que sepan cuál es su posición. Por lo tanto, puede no ser una sorpresa que México apenas crezca en 2019, el primer año de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Pero a los economistas les preocupa que el malestar pueda persistir esta vez.

López Obrador llegó al poder a lomos de la indignación popular contra el statu quo. El populista de izquierda quiere centralizar el poder, aumentar el alcance del Estado y equilibrar los libros, todo mientras alcanza un crecimiento anual del PBI del 4%, “el doble del crecimiento logrado en el período neoliberal”.

La lista de dolores de cabeza es larga. La confianza del consumidor, que se disparó después de la toma de posesión de López Obrador, se ha desplomado. Los fabricantes están luchando: en el último año, las importaciones de bienes de capital disminuyeron un 16% en términos de dólares, la mayor caída desde la crisis financiera mundial. El ritmo de creación de empleo formal se ha desacelerado durante el año pasado. Los economistas han recortado repetidamente las previsiones de crecimiento.

No toda la oscuridad es casera. Las exportaciones, que alguna vez fueron un punto brillante, están creciendo más lentamente, afectadas por la lenta demanda en EEUU. Las amenazas del presidente Donald Trump, primero de romper el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y luego de imponer aranceles a México para disuadir la migración centroamericana, han aumentado la incertidumbre.

Pero las empresas también se quejan de mensajes mixtos del presidente de México. Golpea al sector privado mientras sus asesores insinúan que las políticas favorables a los negocios están a la vuelta de la esquina. Desechó un aeropuerto de US$ 13,000 millones que ya estaba en construcción porque lo consideraba demasiado caro; ordenó la renegociación de un contrato de gasoducto que él consideraba demasiado generoso. En julio, Carlos Urzúa, secretario de finanzas tecnocrático, renunció y acusó al gobierno de caer en el extremismo sobre la evidencia al tomar decisiones.

Los compromisos fiscales del gobierno lo han atrapado en un ciclo de retroalimentación negativa, dice Gabriel Lozano de JPMorgan Chase, un banco. Un objetivo de superávit presupuestario del 1% para 2019 se apoyó recortando la remuneración de los trabajadores del sector público, comenzando por el presidente. Pero los recortes de gastos han frenado la economía. Los ingresos fiscales han superado las expectativas, en parte porque el pronóstico del presupuesto de crecimiento del PBI del 2% era optimista, y también debido a un éxodo de burócratas experimentados de la agencia de recaudación de impuestos.

El gobierno ha allanado la mitad de los 300,000 millones de pesos (US$ 15,000 millones) en su fondo de estabilización fiscal para compensar el déficit. El presupuesto del próximo año también es más optimista sobre el crecimiento económico que la mayoría de los economistas. El compromiso del gobierno con la prudencia presupuestaria también podría tambalearse antes de las elecciones de mitad de período en 2021. Parece probable que haya otro año de decepción fiscal, y podría limpiar por completo el fondo del día lluvioso del gobierno.

Por su parte, López Obrador quiere derrochar en proyectos favoritos, incluida una refinería de petróleo en su estado natal de Tabasco y un “tren Maya” a través de la selva mexicana. Con la economía parada, esos planes no son sostenibles. Los leales reconocen que su índice de aprobación es extremadamente alto. Ya ha tenido que retrasar las pensiones de vejez más generosas.

Las fuerzas externas pueden ofrecer una salida del desastre. La guerra comercial de EEUU con China significa que México debería estar atrayendo a los inversores que buscan protegerse contra el riesgo de China, dice Luis de la Calle, economista. La brecha entre las tasas de interés del Banco de México y las de la Reserva Federal de EEUU es de 6.25 puntos porcentuales, mayor que en otros países con una calificación crediticia de grado de inversión. El gobierno quiere financiar de forma privada hasta 1,600 proyectos de infraestructura, que el presidente espera que “reactiven” la economía.

Un impulso económico a corto plazo también debería provenir de un gran aumento en la producción de petróleo el próximo año, cuando las empresas privadas comiencen a bombear petróleo en virtud de contratos firmados como parte de las reformas energéticas del gobierno anterior. (López Obrador no ha permitido nuevas rondas de licitación, aunque sus asesores insinúan una apertura el próximo año).

Los pesimistas se preocupan porque no hay oportunidad que este gobierno no pueda desperdiciar. Al asumir el cargo, podría haber abordado un problema fundamental: un sistema económico que permite a los capitalistas compinches y evita que las pequeñas empresas se expandan. Podría haber tratado con un empeoramiento de la violencia, o haber elevado los pobres niveles de educación. Superar todo esto podría haber valido un golpe temporal para el PBI. El riesgo es que, incluso si este gobierno pasa indemne por su caída del primer año, no espera ningún pago. Lampadia




Analizando una ‘Imposible’ Trinidad

En este análisis presentamos la sexta y última publicación de The Economist sobre las más importantes teorías económicas explicadas de una manera menos ‘matematizada’ y con énfasis en cómo estas teorías se aplican y afectan nuestra realidad. 

Las cinco anteriores publicaciones de esta serie son:

  1. La asimetría de la información en los mercados actuales:  Cómo una teoría pudo dar forma a los negocios
     
  2. El Momento Minsy: La gran crisis financiera y económica que no se supo evitar
     
  3. El teorema de Stolper-Samuelson y su vinculación con el libre comercio:El teorema que revolucionó la visión de los aranceles y salarios
  4. El gran debate sobre la adecuación de políticas públicas expansivas o contractivas para guiar las fluctuaciones del ciclo económico:Aprendamos de la gran crisis del 2008-2009.

  5. La teoría de juegos (de John Nash), un estudio de las estrategias que se llevan a cabo en juegos complejos: Sobre resultados inesperados de decisiones individuales

Con la traducción y comentarios de estas publicaciones, esperamos haber contribuido a acercar las teorías económicas más sofisticadas a los jóvenes peruanos, especialmente a aquellos que estudian economía y finanzas en nuestros institutos y universidades.

Este último artículo se refiere al trilema de Mundell-Fleming, más conocido en la economía internacional como la “Trinidad imposible”, que pone al descubierto las limitaciones y pies forzados de política económica que enfrentan los países en un mundo de flujos de capitales libres. 

El modelo Mundell-Fleming (desarrollado en la década de 1960 por Robert Mundell y Marcus Fleming), advierte que es imposible que un país pueda compatibilizar una política monetaria independiente con el libre movimiento de capitales y un tipo de cambio fijo. Así, por ejemplo, un país con una cuenta de capitales abierta puede sufrir una intensa presión para depreciar su moneda que llevaría a su banco central a tener que intervenir para garantizar la estabilidad del tipo de cambio. 

En palabras de Paul Krugman, “el punto es que no se puede tener todo: un país debe elegir dos de tres objetivos de política. Puede fijar su tipo de cambio sin debilitar a su banco central, pero sólo mediante el mantenimiento de controles sobre los flujos de capitales, o puede permitir la libre movilidad de capitales manteniendo la autonomía monetaria, pero sólo a expensas de dejar flotar el tipo de cambio (como Gran Bretaña – o Canadá), o puede optar por permitir el libre movimiento de capitales y estabilizar la moneda, pero a costa de abandonar cualquier posibilidad de ajustar las tasas de interés para combatir la inflación o la recesión (como la Argentina de 2002)”.

China ha sido nombrada continuamente como el ejemplo de un país que ha intentado desafiar esta teoría. Hasta el momento, China ha optado por mantener el yuan más o menos ligado al dólar, implementar una política monetaria más laxa y no controlar de forma absoluta la entrada y salida de capitales del país. Esta situación está desembocando, entre otras cosas, en fuertes salidas de capitales y en una considerable erosión de las reservas de divisas del gigante asiático. Si la situación se prolonga sin que las autoridades chinas den un giro a sus políticas, la economía de Pekín colapsará con unas consecuencias incalculables. Ahora, China debe elegir entre dejar que el yuan flote de forma limpia y libre, implementar una política monetaria muy restrictiva o implementar fuertes controles de capitales.

Como afirma The Economist, el trilema es realmente un dilema: elegir entre permanecer abiertos a los flujos de capitales o mantener el control de las condiciones financieras locales. Lampadia

El trilema de Mundell-Fleming
Dos de tres no está mal

Un tipo de cambio fijo, la autonomía monetaria y el libre flujo de capitales son incompatibles, de acuerdo con la última publicación de nuestra serie de grandes ideas económicas

Publicado por The Economist
04 de setiembre de 2016
Traducido y glosado por Lampadia

A Hillel el Mayor, un líder religioso del siglo I, se le pidió que resuma el Torá parado sobre una sola pierna. Aquello que es odioso para ti, no lo hagas a tus compañeros. Ese es todo el Torá. El resto son comentarios; ve y apréndelo”, respondió. Michael Klein, de la Universidad de Tufts, escribió que la base de la macroeconomía internacional (el estudio del comercio, la balanza de pagos, tipos de cambio, etc.) podría ser resumida de una manera similar: “Los gobiernos se enfrentan al trilema de política; el resto son comentarios”.

El trilema de la política económica, también conocido como la trinidad imposible o irreconciliable, dice que un país debe elegir entre la libre movilidad de capitales, el manejo del tipo de cambio y la autonomía monetaria (los tres vértices del triángulo en el diagrama). Sólo dos de los tres objetivos de política son posibles. Un país que quiere fijar su tipo de cambio y tener una política de tipos de interés libre de influencias del  exterior (lado C del triángulo) no puede permitir que los capitales fluyan libremente del exterior. Si el tipo de cambio es fijo, pero el país está abierto a los flujos de capital, no puede tener una política monetaria independiente (lado A). Y, si un país decide tener libre movilidad de capitales y quiere autonomía monetaria, tiene que permitir que su moneda flote (lado B).

Para entender el trilema, imaginemos un país que fija su tipo de cambio frente al dólar estadounidense y también está abierto a los capitales del exterior. Si su banco central fija las tasas de interés por encima de las establecidas por la FED (Reserva Federal de EEUU), los capitales del exterior inundarían al país en busca de una mayor rentabilidad. Estos flujos de dinero aumentarían la demanda por moneda local; rompiendo, eventualmente, la paridad con el dólar. Si las tasas de interés se mantienen por debajo de las de EEUU, los capitales dejarían el país y se devaluaría la moneda.

En las situaciones en que las barreras a los flujos de capital son indeseables o inútiles, el trilema se reduce a una elección: entre un tipo de cambio flexible y el control de la política monetaria; o un tipo de cambio fijo y la servidumbre monetaria. Los países ricos suelen elegir la primera opción, pero los países que adoptaron el euro abrazaron  la segunda. El sacrificio de la autonomía de la política monetaria, que implicó la moneda única, fue evidente incluso antes de su lanzamiento en 1999.

En el período previo, los países aspirantes ligaron sus monedas al marco alemán (DM). Dado que el capital se mueve libremente dentro de Europa, el trilema obligó a los posibles miembros a seguir la política monetaria de Alemania, la potencia regional. El jefe del banco central holandés, Wim Duisenberg (que posteriormente se convirtió en el primer presidente del Banco Central Europeo), se ganó el apodo de “Sr Quince Minutos”, debido a la rapidez con la que copiaba los cambios de las tasas de interés realizados por el Bundesbank (Alemania).

Esta servidumbre monetaria es tolerable para los Países Bajos (Holanda) debido a que su comercio está estrechamente ligado a Alemania y las condiciones de ascenso y caída de los negocios en ambos países están ligadas. Para las economías menos estrechamente alineadas con el ciclo económico alemán, como España y Grecia, el costo de la pérdida de independencia monetaria ha sido mucho mayor: las tasas de interés que fueron demasiado bajas durante el boom y no tuvieron la opción de devaluar para salir de problemas una vez estallada la crisis.

Al igual que muchas grandes ideas económicas, el trilema tiene una herencia complicada. Para una generación de estudiantes de economía, era una consecuencia importante del llamado modelo Mundell-Fleming, que incorpora el impacto de los flujos de capital en un tratamiento más general de las tasas de interés, la política de tipo de cambio, el comercio y la estabilidad.

Este modelo fue nombrado en reconocimiento de los trabajos de investigación publicados en la década de 1960 por Robert Mundell, un brillante joven canadiense, teórico del comercio, y Marcus Fleming, un economista británico del FMI. Construyendo sobre la base de su investigaciones más tempranas, Mundell mostró en un artículo de 1963 que la política monetaria se vuelve inefectiva cuando existen plena movilidad de capitales y un tipo de cambio fijo. El artículo de Fleming tenía un resultado similar.

Si el mundo de la economía se mantuvo estable, era porque los flujos de capitales eran pequeños entonces. Las monedas del mundo rico estaban ligadas al dólar bajo un sistema de tipos de cambio fijos acordado en Bretton Woods, New Hampshire, (EEUU) en 1944. Fue sólo en 1970, cuando se rompió este acuerdo, que el trilema ganó gran relevancia en la política económica.

Tal vez la primera mención del modelo Mundell-Fleming la hizo en 1976, Rudiger Dornbusch, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). El modelo de “overshooting” (sobre-devaluación) de Dornbusch trató de explicar por qué el  novísimo régimen de tipos de cambio flexibles, había demostrado ser tan volátil. Dornbusch fue quien ayudó a popularizar el modelo Mundell-Fleming en sus libros de texto (‘bestsellers’) (escritos con Stanley Fischer, ahora vicepresidente de la FED) y su influencia en estudiantes de doctorado, como Paul Krugman y Maurice Obstfeld. El uso del término “trilema de política”, como se aplica a la macroeconomía internacional, fue acuñado en un artículo publicado en 1997 por Obstfeld, que ahora es el economista jefe del FMI, y Alan Taylor, ahora de la Universidad de California Davis.

Pero para entender completamente la providencia y la significancia del trilema, hay que ir más atrás. En “El Tratado sobre el dinero”, publicado en 1930, John Maynard Keynes señaló una inevitable tensión en un modelo monetario en el que los capitales pueden moverse en búsqueda de mayores retornos:

Entonces, este pues es el dilema de un sistema monetario internacional: preservar las ventajas de la estabilidad de las monedas locales de los distintos miembros del sistema y, al mismo tiempo, preservar una autonomía local adecuada de cada miembro sobre su tasa de interés interna y su volumen de endeudamiento externo.

Esta es la primera destilación del trilema de política económica, incluso si la movilidad de capitales  se toma como dada. Keynes era muy consciente de ello cuando, a principios de 1940, estableció cómo creía él que podría reconstruirse el comercio mundial después de la guerra. Keynes creía que un sistema de tipos de cambio fijos era beneficioso para el comercio. El problema con el patrón oro de la entre-guerra, argumentó, era que no era auto-regulable. Si se producían grandes desequilibrios comerciales, como sucedió al final de los 1920, los países deficitarios se vieron forzados a responder a la resultante salida de oro. Lo hicieron, subiendo las tasas de interés para frenar la demanda de importaciones y reduciendo los salarios para restaurar la competitividad de las exportaciones. Esto llevó solo al desempleo, ya que los salarios no cayeron junto con el oro cuando este escaseó. El sistema podría ajustarse más fácilmente si los países con superávit incrementaran su gasto en importaciones. Pero no estaban obligados a hacerlo.

En su lugar, propuso un esquema alternativo, que se convirtió en la base  negociadora  de Gran Bretaña en Bretton Woods. Un ‘banco internacional de canje’ (ICB), establecería el balance de las transacciones que originaron el aumento de los superávits y déficits comerciales. En este esquema, cada país tendría una línea de sobregiro proporcional a su volumen comercial en el ICB. Esto  permitiría que los países deficitarios tengan un colchón frente a los dolorosos ajustes requeridos por el patrón oro. Además habrían sanciones para los países excesivamente laxos: por ejemplo, los sobregiros conllevarían intereses en una escala creciente. El esquema de Keynes también penalizaba a los países que intentasen acaparar muchos  recursos gravando los excedentesgrandes. Keynes no logró conseguir apoyo para semejante “ajuste de los acreedores”. EEUU se opuso a esta idea por la misma razón que Alemania la resiste en la actualidad: era un país con un gran superávit en su balanza comercial. Pero la propuesta (de Keynes) de un banco internacional de compensaciones con facilidades de sobregiros, estableció la base para la creación del  FMI.

Fleming y Mundell escribieron sus ‘papers’ mientras trabajaban en el FMI en el contexto del orden monetario de la posguerra que Keynes había ayudado a formar. Fleming había estado en contacto con Keynes en la década de 1940, mientras trabajaba en el servicio civil británico. Por su parte, Mundell trajo su inspiración desde casa (Canadá). 

Un entorno de rápida movilidad de capitales era difícil de imaginar para los economistas en las décadas posteriores a la segunda guerra mundial. Los flujos de capitales externos estaban limitados por las regulaciones y por la cautela de los inversionistas. Canadá era una excepción. Los capitales fluían libremente a través de su frontera con Estados Unidos, en parte debido a que bloquear esa movilidad era poco práctico, y también porque los inversionistas de EEUU no consideraban peligroso invertir en su vecino. Una consecuencia fue que Canadá no pudo ligar su moneda al dólar sin perder el control de su política monetaria. Así que el dólar canadiense pudo flotar desde 1950 hasta 1962.

Un canadiense, como Mundell, estaba mejor posicionado para imaginar las ventajas y desventajas que enfrentarían otros países una vez que los capitales comenzaran a moverse libremente y las monedas no estuvieran fijas. Cuando Mundell ganó el premio Nobel de Economía en 1999, Paul Krugman lo calificó como un “Nobel canadiense”. Algo más que solo una mera broma. Llama la atención cuántos académicos que trabajan en esta área, eran canadienses. Además de Mundell, Ronald McKinnon, Harry Gordon Johnson y Jacob Viner, hicieron grandes contribuciones.

Pero, una de las investigaciones recientes más influyente sobre el trilema fue hecha por una francesa. Hélène Rey, del London Business School, quien, en una serie de papers, argumentó que un país que está abierto a los flujos de capitales y que permite que su moneda flote no necesariamente goza de autonomía monetaria plena.

El análisis de Rey comienza con la observación de que los precios de los activos de riesgo, tales como acciones o bonos de alto rendimiento, tienden a moverse al mismo compás que la disponibilidad de crédito bancario y el peso de los flujos globales de capital. Para Rey, estos co-movimientos, son un reflejo de un “ciclo financiero global” impulsado por los cambios en el apetito de riesgo de los inversionistas. Eso, a su vez,  está fuertemente influenciado por los cambios en la política monetaria de la FED, que debe su poder al volumen del crédito en dólares de las empresas y las familias en todo el mundo. Cuando la FED baja su tipo de interés, hace más barato endeudarse en dólares. Eso hace subir los precios de los activos globales y por lo tanto impulsa el valor de los colaterales (garantías) contra los cuales se aseguran los préstamos. 

Por el contrario, en un reciente estudio, Rey encuentra que una decisión inesperada de la FED de elevar su principal tasa de interés, conduce rápidamente a un aumento de las hipotecas no sólo en EEUU, sino también en Canadá, Gran Bretaña y Nueva Zelanda. En otras palabras, la política monetaria de la FED da forma a las condiciones  crediticias en los países ricos que tienen tanto tipos de cambio flexibles como bancos centrales que establecen sus propias políticas monetarias.

‘Rey’ (rayo) de sol
Una lectura cruda de este resultado es que el trilema de política es realmente un dilema: la opción de elegir entre permanecer abiertos a los capitales externos o mantener el control de las condiciones financieras locales. De hecho, la conclusión de Rey es más sutil: las monedas flexibles no se ajustan a los flujos de capital de una manera que deje inmaculadas las condiciones monetarias internas, como implica el trilema. Así que si un país pretende conservar su autonomía monetaria, se deben emplear herramientas “macro-prudenciales” adicionales, como controles selectivos de capitales o requisitos adicionales de capital a los bancos [o inclusive mayores encajes] para frenar el crecimiento excesivo del crédito. 

Lo que está claro del trabajo de Rey es que el poder de los flujos globales de capitales,  significa que la autonomía de un país con una moneda flexible, es mucho más limitada que lo que implica el trilema. Dicho esto, un tipo de cambio flexible no es tan limitante como un tipo de cambio fijo. En una crisis, todo tiende a que se mantengan las ligaduras, hasta que se rompan. Una política interna de tipos de interés puede ser menos potente ante un ciclo financiero global que inspira a la FED. Pero es mejor que no tenerlo en absoluto, incluso si es una política económica equivalente a estar parado sobre una pierna.

Lampadia




El futuro de la Productividad y Competitividad en el Perú

El futuro de la Productividad y Competitividad en el Perú

Continuando nuestra cobertura del evento organizado por la Academia Peruana para presentar propuestas de políticas públicas sobre temas estructurales del país, compartimos con nuestros lectores otro importante aporte: Productividad, Competitividad y Diversificación Productiva (2016-2021), desarrollado por Álvaro Quijandría, economista del Banco Mundial en el Perú.

Los documentos mostrados en el evento corresponden a propuestas de reforma del estado, política económica, inclusión social, políticas de ciencia y educación y desarrollo sostenible y medio ambiente. En este caso, el Documento de Productividad y Competitividad propone la búsqueda de inversión en cadenas de valor globales, la reducción de la rigidez laboral y el fortalecimiento de las habilidades de la fuerza laboral.

El crecimiento económico del Perú en la última década es innegable. Nuestro desarrollo se llevó a cabo principalmente por un aumento sostenido en la productividad total de los factores (PTF), la cual contribuyó alrededor de un tercio del crecimiento. Esto se debe principalmente a la adopción de medidas de estabilización macroeconómica (por medio de un régimen cambiario más flexible, disciplina fiscal y baja deuda pública), además de reformas estructurales como la liberalización financiera, del comercio y regulaciones del mercado. Todo esto mejoró la eficiencia en la asignación de recursos y ha dado lugar a un notorio crecimiento de la productividad. Lo que contradice muchas críticas infundadas sobre el desarrollo de la economía peruana durante los primeros años del nuevo siglo. Ver el siguiente cuadro:

En la década del 2001 al 2014, nuestra economía creció en un promedio de 6.4% anual y duplicó el ingreso per cápita. Comparándolo con el desempeño global, su desempeño ha sido impresionante. Casi una cuarta parte de la población ha logrado salir de la pobreza. A lo largo del país, los hogares de menores ingresos se han beneficiado más del crecimiento que el promedio nacional. Asimismo, la desigualdad cayó significativamente en el mismo periodo, con uno de los ritmos más rápidos de la región: 12.6% frente a un promedio regional de 5.3%.

Sin embargo, según Quijandría, existe una notoria limitación al potencial del comercio debido a las restricciones domésticas generadas por las barreras burocráticas. Estas son las mismas barreras que Lampadia viene criticando arduamente, argumentando que se ha formado un ambiente anti inversión privada mediante todo tipo de trabas burocráticas, permisos ambientales, culturales. Un claro ejemplo es el caso de la minería, donde hemos pasado de dos normas en los 90’s a 201 en la actualidad. (Ver en Lampadia: Hacia una minería más (in)sostenible económicamente) Es justamente esta parálisis en la inversión minera lo que ha terminado desacelerando a una de las economías más dinámicas del mundo.

Otro aspecto crucial para la dinamización de la economía es buscar una regulación laboral más moderna y efectiva en la creación de empleo de calidad, a diferencia de la situación actual que ha venido acumulando regulaciones contra productivas, basadas en análisis populistas que solo terminan por afectar de mayor manera a los trabajadores que pretender proteger. Ver el siguiente cuadro, que muestra el nivel dramático de nuestras regulaciones:

Quijandría propone opciones de política para elevar la productividad, la competitividad y la diversificación productiva. Entre ellas se encuentra la promoción de la competencia, la reducción de costos que genera el cumplir con regulación burocráticas anti-propósito, la ayuda a las empresas en sus retos de innovación, resolver las fallas de mercado para facilitar que continuemos el proceso de diversificación y la búsqueda de inversión en cadenas de valor globales. Para lograr estos objetivos, el autor ha planteado una hoja de ruta en tres tiempos (100 días, 1 año y 5 años), en la que se agregan otras medidas importantes como la reducción de la rigidez laboral y el fortalecimiento de las habilidades o capacidades de la fuerza laboral.

En Lampadia consideramos que este es un gran aporte al debate electoral. Presenta información objetiva que permite una buena evaluación de las opciones de políticas públicas y ayuda a desideologizar el debate. Lampadia




El MEF y la Sunat tiran de la cuerda en distintas direcciones

El MEF y la Sunat tiran de la cuerda en distintas direcciones

En noviembre pasado, el Ministro de Economía, Alonso Segura, lanzó uno de sus paquetes reactivadores cuyo corazón era un conjunto de medidas tributarias (reducción del impuesto a la renta personal, del impuesto selectivo al consumo y otros) destinadas a dejar en manos de los ciudadanos unos 4,500 millones de soles el 2015. La idea era  reactivar el consumo y por ende la economíaPor eso, no se entiende como la Sunat (la cual depende del MEF), haya prepublicado días atrás una nueva reglamentación para el fraccionamiento de las deudas con el fisco que endurece las condiciones para acceder a esta figura. Un contrasentido total, pues el ahorcar a los contribuyentes, especialmente a los más afectados por el menor crecimiento de la economía, va en contra de la política expansiva que impulsa Segura en representación del Gobierno.

 

 

Si se reducen los plazos máximos de fraccionamiento (de 72 a 48 meses), como se indica en el nuevo reglamento y, ahora este será condicionado al pago de cuotas iniciales y garantías (carta fianza o hipoteca), dependiendo del comportamiento del contribuyente, está claro que a las personas naturales y jurídicas con problemas les será más difícil salir de ellos, pues contarán con menor liquidez o no podrán acceder a un mecanismo facilitador de la recaudación y la formalidad.

Por si fuera poco, como se ha denunciado en varias oportunidades (la más reciente, por Rosa María Palacios), “la Sunat, ¡vivísimos ellos! no reciben solicitudes [de fraccionamiento],  porque no activan los formularios para solicitar el fraccionamiento hasta dos meses después de la fecha original de pago. ¿Mientras tanto? Te mandan resoluciones de cobranza coactiva a pagar en 7 días. ¿Qué te queda? Vaciar la cuenta del banco de la EIRL, que felizmente en mi caso, está vacía porque no tengo ingresos o romper el chanchito y pagar la deuda completa. Es decir, te quedas sin fondos o capital de trabajo”. Como señalamos líneas arriba todo lo contrario a lo que aspira la política de expansión del MEF.

La denuncia, obviamente no ha sido atendida. Para la Sunat la cosa es cobrar como sea, al mejor estilo del Sheriff de Nottingham (la némesis de Robin Hood). Incluso como este personaje de la Inglaterra medieval, torciendo la Ley acosta de los ciudadanos. Como bien ha señalado Palacios: “El Fraccionamiento de una deuda tributaria no es un dádiva, un regalo, o un premio. Es un derecho otorgado por la LEY (sí, en mayúscula, a ver si la señora Tania Quispe entiende) con el que la administración tributaria no puede hacer lo que le da la gana para cercenarnos ese derecho”.

Ante las críticas a este proceso, la Sunat acaba de anunciar una flexibilización de sus nuevas normas de fraccionamiento. Lamentablemente, lo único que ha hecho es discriminar entre los que tengan deudas menores a 38,500 soles (10 UIT) y los que superen dicho monto. Esto, que puede parecer aparentemente justo, en verdad sigue condenando a los pequeños y medianos empresarios a mayores dificultades financieras y  fomentando, indirectamente, la informalidad.

Además, como ha reportado el diario Gestión el 21 de abril pasado, de ahora en adelante “Solo los gastos ineludibles serán deducibles del Impuesto a la Renta”. Según la nota de Gestión: “La Sunat desconoce como gasto de las empresas los pagos de indemnizaciones contractuales o gratificaciones extraordinarias de trabajadores, ya que considera que pueden evitarse. (…) El fisco, dispone que para aceptar un gasto como deducible del pago del Impuesto a la Renta (IR), debe ser ‘ineludible o inevitable’. Es decir, cuando no exista otra posibilidad que solo efectuar el gasto. (…) Otro ejemplo ocurre cuando una empresa contrata con otra un servicio y luego, por discrepancias entre los contratantes, llegan a un arbitraje y la primera de ellas pierde el caso. (…) En este caso, la Sunat no aceptará el pago de la indemnización [ordenado por el laudo], ya que pudo evitarse si la empresa cumplía el contrato”. Este criterio contaría ahora con un presedente de la Corte Suprema, informa Gestión.

Aparte del abuso que representan estas medidas de la Sunat, lo que se persibe son enormes contradicción es en el Gobierno. Por ello, cabe preguntarse: ¿En el Ejecutivo se coordina la política económica? ¿La señora Tania Quispe, Superintendente Tributaria, no lee los periódicos? ¿El Ministro de Economía no se entera de este tipo de cosas? ¿Están realmente comprometidos con devolverle el crecimiento al país?

¿No sería bueno, por el bien del país; la imagen de las instituciones que tienen la suerte y responsabilidad de dirigir; e incluso, por su prestigio profesional que se sentaran a evaluar los objetivos a los que aspiran?.  Lampadia




La Sabiduría del Libre Comercio

La Sabiduría del Libre Comercio

Comentario de Lampadia

Más abajo reproducimos un artículo del economista Mankiw de Harvard, que explica que en una de las pocas cosas en que todos los economistas estadounidenses están de acuerdo es en las ventajas del comercio internacional, pero, lamentablemente, los políticos y muchos ciudadanos todavía son víctimas de prejuicios que nublan su razón.

Mankiw sustenta con mucha claridad los elementos que hacen de la apertura comercial una muy buena política económica y explica el detalle de los problemas políticos que aún enfrenta.

Este tema es especialmente relevante para el Perú, pues, para empezar, acá ni siquiera los economistas están de acuerdo con la apertura comercial. Hay algunos que lo consideran aberrante, como, por ejemplo economistas representativos de la PUCP (Jimenez, Fairly, Francke e Iguiñez). Durante el debate del TLC con EEUU, gran parte del establishment peruano estaba en contra del acuerdo, sin embargo, el 75% de la población lo aprobó.

El tema de la apertura de la economía es un tema pendiente en el debate político. Recordemos que hace muy pocos años, en sus respectivas campañas, García y Humala amenazaron con revisarlo. Afortunadamente, una vez sobre el caballo, no se atrevieron a cambiar de política.

Actualmente, está pendiente la aprobación del tratado Transpacífico y sus opositores en el Perú, ya nos han amenazado con todos los males posibles.

Como podemos ver en el siguiente artículo, “en todas partes se cuecen habas”, pero en el Perú, como repetía Alonso Polar, “solo se cuecen habas”.

 

Economistas coinciden en algo: La Sabiduría del Libre Comercio

Por N. Gregory Mankiw,  Profesor de Economía en Harvard,  The New York Times, 24 de abril 2015

Traducido, glosado y comentado por Lampadia

 

Si se le tomase un examen de Economía 101 al Congreso [EEUU], ¿pasaría? Estamos a punto de averiguarlo.

El tema en cuestión es si el Congreso le brindará al presidente Obama la autoridad de “vía rápida” para negociar un acuerdo comercial con nuestros socios comerciales en el Pacífico. La aprobación final del Congreso está lejos de ser certera.

Entre economistas, el tema es obvio

 

Descarga de un barco de contenedores en Tokio el año pasado. El economista del siglo 18, Adam Smith, escribió que las naciones pueden beneficiarse tanto de las importaciones como de las exportaciones, cambiando la visión de la sabiduría convencional. Fuente: TOSHIFUMI KITAMURA / AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES

 

Escribimos, “El comercio internacional es fundamentalmente bueno para la economía de Estados Unidos, beneficioso para las familias estadounidenses a través del tiempo, y acorde con las prioridades nacionales. Por eso apoyamos la renovación de Trade Promotion Authority (TPA) para hacer posible que Estados Unidos llegue a acuerdos internacionales con nuestros socios económicos en Asia a través del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) y en Europa a través de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI). “

Los economistas son famosos por estar en desacuerdo entre ellos. Pero ellos tienen un acuerdo casi unánime en algunos temas, como en el comercio internacional.

El argumento económico para el libre comercio se remonta a Adam Smith, el autor de “La Riqueza de las Naciones”. Smith reconoció que el caso del comercio con otras naciones no era diferente al caso del comercio con otros individuos dentro de una sociedad. Smith estaba respondiendo a una doctrina entonces prevaleciente llamada mercantilismo, que favorecian las exportaciones, pero desconfiaban de las importaciones.

Smith cambió esta perspectiva. Una nación se beneficia de las importaciones, argumentó, porque amplía sus oportunidades para el consumo.

En la actualidad el fetichismo sobre el oro casi no existe, pero hay una nueva forma de mercantilismo que impregna el debate moderno sobre el comercio. A menudo los políticos y expertos retroceden ante las importaciones debido a que “destruyen” puestos de trabajo nacionales, mientras que aplauden las exportaciones, ya que crean puestos de trabajo.

Los economistas responden que el pleno empleo es posible con cualquier patrón de comercio. El problema principal no es el número de puestos de trabajo, sino qué puestos de trabajo. Los estadounidenses deberían trabajar en aquellas industrias en las que tenemos una ventaja en comparación, y debemos importar los productos que se pueden producir de forma más barata allí.

Si los economistas están tan seguros acerca de los beneficios del libre comercio, ¿por qué es que el público y sus representantes electos son escépticos? Una posible respuesta está en el   libro (2007) de Bryan Caplan, llamado “El mito del votante racional: por qué las democracias elijen malas políticas.”

Caplan argumenta que los votantes son peores que simplemente ignorantes con respecto a los principios de las buenas políticas. La ignorancia sería aleatoria en una población grande podría promediarse. En vez de ser simplemente ignorantes, los votantes se aferran a creencias erróneas.

Los políticos, cuyo objetivo principal es ser elegido, moldean esas creencias erróneas en una mala política. Caplan escribe: “¿Qué pasa si políticos plenamente racionales compiten por el apoyo de votantes irracionales – específicamente, votantes con creencias irracionales sobre los efectos de las diversas políticas? Es una receta para la mentira”.

En el caso del comercio internacional, él identifica tres prejuicios muy relevantes.

El primero es un prejuicio anti-extranjero. La gente tiende a ver su propio país en competencia con otras naciones y subestima los beneficios de tratar con extranjeros. Sin embargo, la economía enseña que el comercio internacional no es como la guerra, ambos lados pueden ganar.

El segundo es un prejuicio anti-mercado. La gente tiende a subestimar los beneficios de los mecanismos del mercado como una guía para la asignación de recursos. Sin embargo, la historia ha enseñado repetidamente que la alternativa – una economía planificada – actúa de manera deficiente.

El tercero es un prejuicio contra el “make-work” (un puesto de trabajo que no tiene un beneficio financiero inmediato para la economía). La gente tiende a subestimar el beneficio de la conservación de la mano de obra y por lo tanto se preocupa de la destrucción de empleos que generan las importaciones en las industrias que compiten con importaciones. Sin embargo, el progreso económico de largo plazo encontrará maneras de reducir el factor trabajo y logrará la redistribución de los trabajadores a nuevas industrias en crecimiento.

Una vez, el economista de Princeton Alan Blinder propuso la ley de Murphy de la política económica: “Los economistas tienen la menor influencia en la política en lo que saben más y están más de acuerdo; y tienen la mayor influencia en la política donde saben menos y están en desacuerdo vehementemente”.

El debate sobre el comercio internacional es un ejemplo de ello.