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No nos equivoquemos sobre cómo medir la pobreza

No nos equivoquemos sobre cómo medir la pobreza

Como hemos explicado anteriormente nuestra economía se frenó básicamente por la disminución de la inversión minera (el principal motor de la economía y un factor fundamental para el desarrollo de nuestro nuevo sector industrial y las mejoras de todos los indicadores económicos y sociales), y por la maraña de regulaciones que poco a poco nos ha ido inmovilizando (ver en Lampadia (L): Subdesarrollo por Ley, de Carlos Adrianzén, que nos comenta unas cifras de escándalo: en el 2013 se dieron 38,845 nuevas disposiciones legales y en los últimos cinco años 136,840).

La regulación se ha ido incrementado en los últimos cuatro gobiernos, pero específicamente se ha intensificado contra la inversión privada durante la gestión de Ollanta Humala, quien ´oficializó´ la prédica anti-minera (ver en L: El “Paquete Continuo” anunciado en la Hora N por el Ministro de Economía y Finanzas).

Una vez que la desaceleración se hizo evidente, le echamos la culpa al cobre, a China y a los malos vientos. No quisimos reconocer nuestro error y tampoco quisimos entender que, a diferencia de otros países, el Perú tiene una ´reserva productiva´ que nos permitiría multiplicar la producción en todos los sectores vinculados a los recursos naturales (RRNN) y compensar cualquier disminución de los precios de los commodities (ver en L: El reto de los economistas peruanos ante el bicentenario).

Mucho menos, se quiso analizar nuestra realidad y ver que estaban haciendo, por ejemplo, Colombia, México y la India (con su nuevo Primer Ministro Modi). Preferimos, en cambio, creerle a nuestro Ministro de la Producción, Piero Ghezzi, quien manifestó que se había acabado nuestro ciclo de crecimiento impulsado por la minería y que teníamos que buscar “nuevos motores”. Nos dio a entender que con ellos creceríamos nuevamente entre 7 y 8%.

Buena parte del país, empezando por el gobierno y los medios, no tuvieron  entonces, el incentivo para pensar un poco más y seguir analizando nuestras opciones, porque la solución venía fácil del ministerio de la Producción y su Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP). A diferencia de los proyectos mineros y petroleros, aguantados por las regulaciones y el mal clima de inversión, los nuevos motores, sin duda, muchísimo más pequeños que nuestros RRNN, tardarán años en dar frutos.

Así, caímos en una trampa que nos llevará a la ´gran frustración´. Esta no es la primera vez que el país se equivoca por malas políticas públicas y por la anomia de su clase dirigente. Por ejemplo, ¿qué nos ha informado y advertido sobre todo esto la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo (SNMPE)? Nada.

No podemos dejar de notar que el líder de la nueva magia, el ministro Ghezzi, es un poco desconcertante: por ejemplo, cuando el 15 de julio pasado (2014), Alejandra Cruz, de la República le preguntó: “El Ministro de Economía ha dicho que el paquete de reactivación permitirá crecer de manera sostenida a tasas de 6%. ¿Cuándo veremos ese efecto?”. Ghezzi contesta: “La economía no es una ciencia exacta, es más bien un arte; al igual que lo es predecir. En ese sentido es difícil cuantificar el efecto o decir cuando se dará”. [Pero sí afirma que el PNDP nos dará 7 a 8% de crecimiento anual y que para el 2021, si hacemos lo que él dice, el PBI p.c. será de US$ 30,000]. Todavía más, llama la atención que el 6 de agosto pasado (2014), cuando Azucena León, de Portafolio de El Comercio le pregunta al mismo Ghezzi: “¿Seguirá como ministro de la Producción?”, el ministro responde: “Sí, claro, estoy feliz. No tengo que preocuparme por la ´caja´ y podría ser recordado como el ministro del desarrollo económico”.

Volviendo al tema de la pobreza, anunciado en el título de este artículo, nuestra idea es aprovechar un último artículo de The Economist. En él se  desmitifica las mediciones de la pobreza que pretenden crear indicadores sofisticados como el de la pobreza multidimensional (ver en L: El índice de Progreso Social y el PBI per cápita). Ahora que dejaremos de crecer por las razones arriba señaladas, también caerá el ritmo con el que se venía reduciendo la pobreza, por ello es importante que estemos mejor informados sobre las verdaderas causas del descenso de la economía y su impacto en el aumento de la pobreza  y de cómo se la debe medir. Así, evitaremos que algún otro mago se saque del sombrero una “solución” que supuestamente nos lleve al desarrollo integral. Lampadia

Artículo de The Economist 

Ancho, no profundidad

Medidas de Pobreza

Artículo de The Economist del 28 de Julio, 2014. Traducido por Lampadia

“Esta medida de un dólar al día”, dice Amartya Sen, premio Nobel de Economía, “no tiene en cuenta muchas variantes que influyen en la conversión de los ingresos en el buen vivir.” Sen sostiene que si simplemente nos centramos en la erradicación de la extrema pobreza (vivir con menos de 1.25 dólares al día), no nos enfocaremos en importantes problemas sociales que no están relacionadas con los ingresos. Por consiguiente, ha sido uno de los principales defensores de la elaboración de indicadores alternativos, como el Índice de Desarrollo Humano-cuya edición más reciente fue publicada la semana pasada. Pero ¿qué utilidad tienen estos índices?

El propósito del desarrollo alternativo y la data de la pobreza es mirar más allá del dinero y reconocer que las personas pueden estar en desventaja en áreas distintas a la de la renta, como la nutrición, la educación y la vivienda. El argumento es que el desarrollo económico no se traduce necesariamente en una mejora de estas medidas no económicas. La desnutrición infantil en la India, por ejemplo, ha sido persistente a pesar del rápido crecimiento económico del país y la impresionante reducción de la pobreza extrema. Esta fue la idea detrás del desarrollo del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que considera diez indicadores de la pobreza, incluyendo la nutrición, la mortalidad infantil, el saneamiento, la electricidad, el acceso al agua limpia y años de escolaridad.

Medir estas cosas es útil, pero ¿hasta qué punto pintan un cuadro de pobreza diferente a la de 1.25 dólares al día? A pesar de que es más completo, el IPM en realidad parece tener una relación estadística tan sólida con las mejoras en los ingresos, como la de la data de extrema pobreza [monetaria].

Datos recientes de la Iniciativa de Oxford sobre Pobreza y Desarrollo Humano muestran que la relación entre el monto de IPM y el ingreso por persona es tan robusta como la que existe entre la cantidad de pobreza extrema y el ingreso por persona. Los gráficos siguientes muestran estas dos relaciones para 97 países. Existe, como era de esperar, una asociación fuerte y negativa entre el índice de pobreza extrema y el PBI per cápita; ya que cuando los países se hacen más ricos, esperamos que los ingresos de los más pobres aumenten (véase el gráfico de la izquierda). Llama la atención, sin embargo, ver que existe una relación igualmente fuerte y negativa entre el número IPM y el ingreso por persona (véase el gráfico de la derecha).

Para los hacedores de políticas [autoridades y expertos], la data también sugiere que el aumento de los ingresos se traduce en menores niveles de pobreza multidimensional. A pesar de las preocupaciones de los economistas, el argumento de que [al medir] solo los ingresos monetarios se obvia mucha información, no parece tener mucho peso. El crecimiento económico puede, entonces, no sólo ser la mejor manera de superar la pobreza extrema, sino también de reducir los aspectos no económicos, como las terribles carencias sociales.




El país resbala después de muchos años

El país resbala después de muchos años

Los acontecimientos económicos y políticos de los últimos 12 meses representan un quiebre en la tendencia de progreso continuo que mantuvo el país durante los últimos  diez años. Exceptuando el corto bache del 2009, los avances sociales y económicos sorprendieron a propios y extraños por su magnitud, amplitud y permanencia. En esa década tuvimos el mayor crecimiento económico de la región, el cual fue acompañado por desarrollos muy positivos para el conjunto de los peruanos: importante disminución de la pobreza, la desnutrición, la mortalidad infantil y la desigualdad. Este crecimiento fue pro-clase media y pro-pobre. La inversión privada, los ingresos personales y el empleo, crecieron en mayor medida fuera de Lima, en la sierra y la selva más que en la costa, e igualmente, en mayor proporción en el sector rural que en el urbano (ver en Lampadia: Las cifras de la prosperidad).

Veamos algunos indicadores de la inflexión de nuestro avance:

· Crecimiento del PBI (enero – mayo) de 3.57% en el 2014 vs. 5.37% en el 2013

· Crecimiento del PBI de mayo 2014 vs. mayo 2013 de 1.84%, lo que muestra el agravamiento de la tendencia negativa

· Crecimiento de la inversión privada del primer trimestre del año vs. el mismo trimestre del año anterior (indicador que también refleja la caída de la confianza en el futuro del país):

– 1.59% el 2014

– 8.85% el 2013

– 15.67% el 2012

· El crecimiento de la demanda interna en el primer trimestre del 2014 fue 4.49%, mientras que el del 2013 fue 10.22% 

· Popularidad del Presidente de la República: 25% (julio 2014), 33% (julio 2013) y 40% (julio 2012)

Fuentes: INEI, BCR, Ipsos

Si a estos indicadores les sumamos el impacto de la situación política interna, de esta especie de guerra de todos contra todos entre los políticos más representativos, las cosas se pintan más negras. Las explicaciones que se han ensayado los últimos meses para justificar la caída, le que achacan el cambio de ritmo de la economía a factores externos sin reconocer nuestras falencias internas. Las contradicciones entre los miembros del gabinete, como las expresadas por el Ministro de la Producción “con el Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP) creceremos 7 a 8% anual”, mientras el Ministro de Economía y Finanzas decía que volveríamos a crecer hacia fin de año y, especialmente el 2015 por la recuperación de la producción primaria. Esto sin olvidar las resistencias del sector pro-ambiente al primer paquete de medidas del MEF, que llegó al paroxismo con la campaña d Oxfam (ver en Lampadia: Oxfam no tiene autoridad moral). Tenemos que concluir que los ciudadanos tienen que estar desconcertados y frustrados, pues se han interrumpido sus expectativas de progreso.

El problema parece estar en que el gobierno no reconoce el origen de este proceso: nuestro crecimiento estuvo impulsado por la inversión privada, principalmente en la minería moderna, que según el ex presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, Pedro Olaechea, hace el 67% de sus compras en el Perú y que tiene un alto valor agregado, ver en Lampadia: La minería tiene un alto valor agregado). Ya hemos comentado que la inversión en minería se interrumpió al inicio del presente gobierno (ver gráfico), desde que su primer gabinete, presidido por Salomón Lerner, “oficializó” el lenguaje anti-minero.

Tampoco se quiere reconocer que la inversión minera ha propiciado la formación de un sector industrial que hoy es el más grande, fuerte, competitivo y exportador de nuestra historia. No se reconoce que la economía se ha venido diversificando “al galope”, según Richard Webb.

La reacción del Gobierno ante el deterioro del último año no ha respondido a la coyuntura nacional, ni ha marcado con claridad el norte. Más allá del paquete de reactivación previo al mensaje presidencial y de otras medidas posteriores, los anuncios de Ollanta Humala el 28 de julio, no permiten esperar una recuperación sostenible de nuestro crecimiento.

Es cierto que el mensaje incluyó una serie de anuncios positivos que ya han sido comentados en los medios. Lamentablemente, lo expresado por el Presidente, nos lleva a interpretar algunas de sus afirmaciones y ausencias con preocupación:

– La aprobación del PNDP, promovido por el ministro de la Producción para identificar “nuevos motores” de crecimiento, insertando al país en las cadenas internacionales de valor. Una apuesta de largo plazo, que debiera darse desde el sector privado, y no desde una comisión ministerial con tintes corporativistas (incluyendo representantes gremiales), que ha sido interpretada como dirigida a sustituir el aporte de la minería.

– Dar a entender que se habría creado un nuevo sector productivo en el país. Un “sector mixto”, el de las APP (donde el Estado puede siempre tener la última palabra). Está muy bien que se promueva la participación del sector privado para mejorar las capacidades de ejecución de las inversiones estatales en educación, salud, infraestructuras y seguridad. Pero esto no debiera significar que se menosprecie el rol del sector privado en el desarrollo integral del país.

– Como destacó Miguel Palomino, Director Gerente del IPE, en una reciente nota periodística, en su Mensaje, el Presidente Humala, solo mencionó una vez la expresión “inversión privada”, dando a entender que la habría aceptado como socio de menor jerarquía en las APP, pero sin llegar a reconocer su importancia. El sector privado es el responsable de la creación del 90% del empleo, el 90% de los recursos fiscales y del 80% de la inversión. (Ver en Lampadia: 90-90-90).

En un momento tan delicado como el que vivimos hoy día los peruanos, necesitamos un liderazgo sólido y un norte claro. Debemos reconocer nuestros logros y construir el futuro a partir de ellos. Debemos aprender de los gobiernos que se están preparando para un futuro que será muy exigente, promoviendo la inversión privada y desregulando sus procesos burocráticos, como son los casos de la India, México y Colombia. (Ver en Lampadia: La visión de país y reformas que el Perú necesita)

Colombia está atrayendo inversión en minería y petróleo. El nuevo Primer Ministro de la India, Narendra Modi, ha adoptado el siguiente lema: “No red tape, only red carpet for investors” (Nada de papeleos, solo alfombra roja para los inversionistas).

En este contexto, el reciente Mensaje a la Nación del Presidente Humala, dejó un vacío muy grande. Él puede hablarles a los ciudadanos cualquier día, esperamos que recoja las críticas con nobleza y propósito de enmienda. ¡Queremos otro mensaje! Lampadia