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El mandato popular que tenemos que leer

Los resultados de las elecciones presidenciales terminaron un ciclo de incertidumbre y hasta de enfrentamientos que han ido más allá de lo aceptable en una sociedad democrática.

El conteo rápido de IPSOS al 100% estableció con claridad estadística la victoria de Fuerza Popular y la segunda vuelta con Peruanos por el Kambio.

Por su lado la ONPE, al 93.61%, según cómputo publicado el 11 de abril (11:49PM), confirma los resultados de IPSOS.

Estos resultados nos llevan a una final entre dos fuerzas que no tienen planteamientos radicales en sus programas de gobierno y que han protagonizado acciones políticas extremas en la contienda.

De esta manera queda establecido un escenario político que no hemos tenido antes, con un nivel mínimo de polarización, en un marco general en  que un 67%, dos tercios de los votantes, han optado por “construir sobre lo avanzado” (ver editorial de ayer en Lampadia).

Como explicamos en el editorial, se nos presenta una gran oportunidad de llevar la contienda de la segunda vuelta a un nivel en que podamos tener un período de aprendizaje de los ciudadanos, si en vez de trifulcas y acusaciones mutuas, contrastamos propuestas, análisis causa-efecto de las alternativas políticas públicas y revisamos nuestra realidad sin apasionamiento político o ideológico. “Si construimos sobre lo avanzado”.

Lo primero que tenemos que hacer es evidenciar este escenario y aplacar las improntas de los halcones que siempre tienen presencia en los colectivos políticos.

Por el lado de las propuestas que basaron su campaña en planteamientos de cuestionamiento de nuestro proceso de desarrollo (amparados en lo mucho que nos falta por avanzar para representar opciones refundadoras o de descontinuidad), el electorado, consiente de nuestros innegables avances (con “la sabiduría y espíritu de sus almohadas”)  votó por seguir avanzando hacia el desarrollo integral por el camino que ha probado una consistencia y ritmo de progreso que no habíamos tenido nunca. Ese 67% de electores nos dijo que tenemos que dedicar nuestro esfuerza para construir en vez de destruir.

Ojalá los partidos políticos puedan entender esta situación con claridad y actuar en consecuencia. Esto debe empezar por los que irán a la segunda compulsa, pero no debe terminar en ellos.

Ahora necesitamos hacer gala de una buena dosis de humildad, la humildad del ganador y la humildad del perdedor.

Por el lado de las propuestas más radicales en la campaña, tenemos una que terminó viéndose más como una postura oportunista para recoger las insatisfacciones de nuestro desarrollo incompleto, que una opción auténtica, pues el verbo contradecía el pasado y el estilo. Barnechea, en una campaña personalista, terminó así entregando lo que había cosechado al Frente Amplio (FA).

Las propuestas radicales auténticas cayeron víctimas de las tradicionales rencillas personalistas de la inmadura y poco moderna izquierda tradicional peruana. Por eso fue que Santos no solo le arrebató el ‘reinado’ de Cajamarca a Arana, su visceral enemigo, sino que también se llevó los puntos que le hubiera permitido a FA llegar a la segunda vuelta. También debe haber influido en el resultado del FA la evidente ‘distancia’  entre la cabeza de la lista, Verónika Mendoza, y su candidato a vicepresidente, el ex cura Arana, quien perdió las elecciones internas ante Mendoza haciendo acusaciones de fraude.

Fuerza Popular, por su lado, ha tenido una victoria muy importante. Ha incrementado sustancialmente su apoyo popular llegando prácticamente a 40% versus el 23% del 2011, además tendría el control del Congreso y, evidentemente, ha formado un partido político coherente que demuestra una clara vocación institucionalista.

A mayor honor mayor responsabilidad. Keiko Fujimori tiene ahora que hacer honor a su espacio de liderazgo. Ella tiene que ser la primera en abrir los brazos y convocar a los peruanos a atravesar la segunda vuelta con la mayor altura posible. Debe ofrecer un gobierno de convergencia hacia el gran reto de derrotar de una vez por todas la pobreza extrema, mejorar la calidad de vida de los más pobres, dar un salto cualitativo en educación y salud, desarrollar nuestras infraestructuras sociales y económicas, y, sobre todo, llevar al Estado a mejorar sus instituciones en eficiencia, servicio y vocación, convirtiéndose en un estado moderno que pueda acompañar a nuestros ciudadanos y empresas a la gran aventura de ubicar al Perú en el espacio de bienestar y éxito, que hace tiempo nos espera.

No olvidemos que detrás de esta agenda, especialmente la referida a la calidad de los servicios del Estado, están los reclamos más importantes y justos de nuestra población.

Tenemos una gran oportunidad. Estemos vigilantes ante el comportamiento de nuestros líderes políticos, ayudémoslos a bajar las pasiones y entonemos nuestras mejores canciones por la prosperidad de nuestra Patria. Lampadia   

 




El síndrome de la Carretera Central

El síndrome de la Carretera Central

La Carretera Central, es una de las vías de comunicación más importantes del Perú. No solo comunica toda la región central del país con la Capital de la República, el mercado interno más grande del país y, la más importante puerta de salida de nuestros productos al exterior; también es una carretera icónica por su diseño de ingeniería y su belleza escénica, que la convierte en un atractivo turístico en si misma.

Construida en 1924, como una obra extraordinaria de ingeniería, puede ser eficiente con un volumen de tránsito de 4 a 5,000 vehículos por día y para la circulación de camiones de 42 toneladas peso. Sin embargo, hoy está congestionada con el tránsito de más de 7,000 vehículos diarios y de camiones que transportan 5 a 6 millones de toneladas en vehículos del llamado ‘modelo Perú’, prohibido incluso en las autopistas de EEUU, donde el peso máximo es precisamente 42 toneladas por vehículo. En el  Perú, el MTC ha ido subiendo el peso máximo autorizado a 48 TM, y luego hasta 53 TM. Pero las mafias del transporte se las han ingeniado para sabotear las estaciones de pesaje (que no funcionan) y, hoy circulan con 60 TM por camión a una velocidad de 13 K/Hora (de subida y bajada).

La carretera no está colapsada, está saturada por las malas regulaciones que alientan el paso de camiones que debieran estar absolutamente prohibidos. Mientras tanto tenemos al Ferrocarril Central operando muy por debajo de su capacidad, al 20% (según su operador). Hoy día lleva solo 3 millones de toneladas anuales.

La Concesión

El contrato es parte de la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). Se trata de una red vial de 377 km en una de las carreteras más complejas del mundo por su ubicación, geografía, y altura sobre el nivel del mar.

En 2003, Proinversión la incorporó al proceso de Inversión Privada. En diciembre de 2008, se declaró de necesidad pública. En 2009 Proinversión convocó al concurso. En 2010 adjudicó la buena pro a Deviandes. En setiembre de 2010 se firmó el contrato. Desde 2013 debe administrar, operar, construir y mantener la infraestructura.

La empresa se comprometió a invertir US$126 millones, monto que no ha  ejecutado por diferencias con el MTC.

Las mejoras que debieron empezar en enero del 2015, tras una paralización de más de cuatro años, todavía no dan fuego. Esta es claramente una mala concesión, donde es casi imposible deslindar responsabilidades, por las múltiples trabas, demoras y desacuerdos. Mientras tanto, esta importante vía sigue sin operar adecuadamente. En el reciente evento climatológico se ha hecho evidente que el concesionario no tiene maquinaria pesada para actuar con efectividad. Además, según se ha denunciado, demoró 48 horas en reaccionar y todo fue agravado por Sutran que propició que siguieran entrando vehículos a la carretera.

Los Planteamientos

Todos los años se reiteran distintos planteamientos de solución, pero esto parece ser solo una de las grandes frustraciones con la ineficacia del Estado.

Los múltiples planteamientos de solución incluyen los siguientes temas:

  1. Regular el transporte de camiones
  2. Aprovechar el Ferrocarril Central
  3. Ampliar la carretera a una autopista
  4. Construir el túnel transandino
  5. Habilitar rutas alternas efectivas
  6. Ampliar el aeropuerto de Jauja

Sin embargo nada de esto ha sido hecho con seriedad: 

  1. Se permite el tránsito de camiones que están prohibidos en las autopistas norteamericanas… Nadie toca el tema, especialmente los políticos, porque no quieren enfrentar al gremio de los camioneros o perder votos en las elecciones. Por ejemplo, PPK (uno de los candidatos más serios), escribió hace unos meses un artículo de una página en el diario Correo sobre esta carretera, hizo el diagnóstico, pero no mencionó el túnel transandino (para no perder votos ¿?).
  2. Aprovechar el Ferrocarril Central, que sería la mejor solución, sigue sin dar frutos por las absurdas regulaciones generadas por la falta de gestión estatal y las presiones de las mafias de transporte.
  3. Construir una autopista. Una propuesta absurda e irrealizable por la geografía de la vía y el innecesario y elevadísimo costo que representaría.
  4. La construcción del túnel trasandino, que permitiría reducir de 12 a 6 horas el tiempo de viaje de carga y pasajeros entre Lima y Huancayo, según el Ministro de Transportes, José Gallardo, recién cuenta con el perfil correspondiente. Esta obra ha sido ninguneada por el MTC por muchos años. Recién Gallardo se ha abocado a avanzar con el proyecto y habrá que esperar por lo menos cuatro años para que empiece a operar.
  5. Las rutas alternas. Por lo menos cuatro alternativas siguen esperando el sueño de los justos.
  6. La ampliación del aeropuerto de Jauja. Obra que debiera haberse realizado hace años, fue saboteada por el anterior presidente regional, Vladimir Cerrón, que cuando todo estaba listo, salió con la idea de  construir otro aeropuerto en algún otro lugar.

Así es como cosechamos nuestras desgracias, simple y llanamente con desidia, incapacidad, intereses, corrupción y estupidez. Lampadia