1

Los trenes de China avanzan en el mundo

China profundiza su liderazgo geopolítico global, asume la defensa del comercio internacional e impulsa las inversiones en infraestructuras, con especial interés en redes ferrocarrileras. Este camino se está pavimentado con el retiro del EEUU de Trump, en varios aspectos que marcaban su presencia y poderío.


Fuente: alg24.net

A principios de este año, una locomotora, jalando vagones cargados de manufacturas chinas, partió a principios de Yiwu en la provincia de Zhejiang, y unos 18 días y siete países más tarde llegó a un depósito de mercancías a casi 7,500 millas de distancia en el extremo este de Londres.

China ha tomado la iniciativa de desarrollar de ‘Un cinturón, Un camino’, que es considerado como el más importante proyecto de infraestructura del siglo XXI. La Ruta de la Seda marítima moderna es el principal proyecto del actual presidente chino, Xi Jinping. China lanzó este proyecto en 2013.

El Perú tuvo la oportunidad de aprovechar uno de estos proyectos; pero, lamentablemente, el gobierno de PPK, con el liderazgo del Vice-Presidente, Martín Vizcarra, desechó el proyecto de mala forma, afirmando que al Perú no le gustaba pues tenía impactos ambientales altos, no había carga de regreso y era muy caro.

Todo falso, pues el corte de la selva (frontera con Brasil – Pucalpa) era muy corto y luego avanzaba hacia el norte por la carretera Marginal; la economía del transporte de soya (por su inmenso volumen), no pide carga de regreso, aunque sí la había con los fosfatos de Bayovar; y el Perú no tendría que asumir costos, pues se trataba de una inversión privada china.

Vizcarra se apuró a hablar de un costo para el Perú de US$ 60,000 millones y que con ese dinero se podrían hacer muchas cosas: “En realidad ese proyecto interesa más a Brasil para exportar sus productos agrícolas, y a China, pero el Perú sólo sería el paso”.

Nuestra información se confirmó pocas semanas después en boca del Consejero Político de la Embajada de China en el Perú, Zhang Yanhui. Veamos:

El 8 de noviembre se desarrolló en el hotel Atton de San Isidro el llamado SinoLatam Forum. Sobre el tema “Una alianza estratégica para el desarrollo”, participaron el Ministro de Energía y Minas, Gonzalo Tamayo, la Viceministra de Transportes, Fiorella Molinelli, José Tam, Presidente de la Cámara de Comercio Peruano China, y José Sam, Presidente de SinoLATAM y Samcorp.

Cuando el moderador, Jaime de Althaus, le preguntó a la Viceministra por qué el gobierno peruano había desechado la propuesta china de un ferrocarril transoceánico, ella respondió que el costo de tal ferrocarril era muy alto y que para el Perú representaría un desembolso de US$ 35,000 millones, inabordable, y que, frente a eso, la opción de que el tren pase por Bolivia y salga por el sur le costaría a nuestro país solo US$ 2,000 millones.

Preguntado José Sam si el tren por el centro norte le costaría al Perú o no, explicó que los estudios habían sido ya hechos por el gobierno chino y entendía que la parte peruana del ferrocarril no iría por cuenta del gobierno del Perú.

En ese momento solicitó el uso de la palabra el Consejero Político de la Embajada de China en el Perú, que se hallaba entre el público. Se disculpó por intervenir pero, dijo, tenía que aclarar algunos temas. Comenzó señalando que, a su juicio, se había producido un problema de comunicación entre los gobiernos de  Perú y China, porque aparentemente el gobierno peruano no había entendido bien la naturaleza de la propuesta china. Esta consistía en un acuerdo tripartito entre Brasil, Perú y China para construir el ferrocarril por el centro – norte del Perú, pero que eso no le costaría al presupuesto de la República del Perú. La idea era que se forme una empresa que sería la que desarrolle el proyecto y gestione el tren, y que esa empresa buscaría financiamiento en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (al que el Perú, dicho sea de paso, ya postuló para ser miembro) y en otros bancos, y que el costo de la inversión se pagaría con los rendimientos de la operación del tren, agregando que quizá habría que incluir el impacto de alguna operación minera para ayudar a la recuperación de la inversión.

Efectivamente, en las leyes 29207 del 19 de marzo del 2008 y 29613 del 8 de noviembre del 2010 establecen que el 100% del financiamiento del proyecto correría por cuenta del futuro concesionario:

“La elaboración de los estudios técnicos, la construcción de la obra, la operación y el mantenimiento del Proyecto Geopolítico Bioceánico Perú-Brasil Ferrovía Interoceánica Salaverry-Leoncio Prado-Frontera Perú-Brasil (Ferripeb), así como los gastos que ocasionen la adquisición o expropiación de los predios necesarios para la ejecución de las obras referidas en el artículo 1o serán asumidos íntegramente por el inversionista privado que resulte favorecido con el otorgamiento de la concesión, sin necesidad de ningún cofinanciamiento por parte del Estado ni el otorgamiento de garantías o avales del Estado ni cualquier otra forma de obligación que implique el compromiso de recursos públicos”.

Patético, ¿no? Nadie reaccionó a nuestras publicaciones sobre el tren, parece que entonces el país estaba obnubilado por la supuesta magia del gobierno de ‘lujo’.

Ver en Lampadia: Entre tren y tren se va, se va… el tren y El Perú desecha tren China-Brasil-Perú.

En Lampadia nos parece increíble que el gobierno peruano haya descartado el proyecto ferrocarrilero para luego apoyar a Evo Morales en un proyecto irrealizable, en el cual si tendríamos que invertir.

Ahora, meses después, el Financial Times (en un artículo traducido y compartido líneas abajo) describe el proyecto de las rutas de trenes de China, afirmando “[El tren hasta Londres] está ofreciendo un servicio mucho más rápido que el de por mar y mucho más económico que el de por vía aérea. Otras rutas similares se abrieron hace tiempo a ciudades continentales como Hamburgo y Madrid. (…) Lo importante es el impacto psicológico: una red de enlaces ferroviarios reduce la distancia entre Asia y Europa. Y en eso reside el gran diseño del mandatario chino Xi Jinping. El presidente quiere acabar con las fronteras entre los dos continentes y acercar a las ricas naciones de Europa a China.”


Fuente: alg24.net

No sabemos si a estas alturas el proyecto es rescatable, pero lo que sí sabemos es que no podemos seguir dejándonos llevar por funcionarios improvisados como Martín Vizcarra, que en el ministerio de Transportes y Comunicaciones fue incapaz de destrabar un solo proyecto y solo enredó las cosas, haciéndonos perder un añoLampadia

Tren hacia Occidente proclama la ambición global de China

Mientras Beijing avanza hacia el oeste, el ‘siglo del Atlántico’ le cede el paso a un nuevo ‘siglo eurasiático’.

Por Philip Stephens
Financial Times
19 de julio, 2017

Traducido y glosado por Lampadia​

Entre los eventos sobre los cuales se ha difundido poca información este año se encuentra la apertura de una nueva ruta de transporte de mercancías por ferrocarril. Una locomotora, jalando de vagones cargados de manufacturas chinas, partió a principios de enero de Yiwu en la provincia de Zhejiang. Unos 18 días y siete países más tarde llegó a un depósito de mercancías a casi 7,500 millas de distancia en el extremo este de Londres. Todavía está por determinarse la economía de ésta, la más reciente reencarnación de las antiguas rutas de la seda. Pero eso no viene al caso. El viaje fue, por encima de todo, una declaración de la intención geopolítica de China.

En realidad, se necesitaron numerosos trenes para completar el viaje. Se tuvieron que cambiar los contenedores de carga en varios puntos para ajustarse a los diferentes anchos de la vía del ferrocarril, y luego nuevamente para recorrer el último tramo a través del túnel del Canal. No está claro cuán frecuentemente correrán los trenes, aunque el operador asegura que está ofreciendo un servicio mucho más rápido que el de por mar y mucho más económico que el de por vía aérea. Una vez al mes parece ser el primer objetivo. Otras rutas similares se abrieron hace tiempo a ciudades continentales como Hamburgo y Madrid. Londres, sin embargo, representa un premio.

Es poco probable que los trenes, siguiendo la antigua ruta de seda por Asia central, Rusia, Bielorrusia y Polonia, hasta Europa occidental, tengan un efecto decisivo en los patrones comerciales actuales. Lo importante es el impacto psicológico: una red de enlaces ferroviarios reduce la distancia entre Asia y Europa. Y en eso reside el gran diseño del mandatario chino Xi Jinping. El presidente quiere acabar con las fronteras entre los dos continentes y acercar a la China, las ricas naciones de Europa.

Existe una expresión entre los involucrados en política exterior que designa al siglo XX como el ‘siglo del Atlántico’. El siglo XXI, continúa la creencia popular, pertenecerá al Pacífico. El siglo pasado vio la riqueza y el poder concentrados entre los Estados litorales del Atlántico norte a medida que Europa y EEUU se acercaba a través del océano. Pero la prosperidad y el poder se han trasladado al este y al sur. La frase ‘siglo del Pacífico’ parece capturar el ascenso de China.

Las tensiones [en el Mar de China] malinterpretan la ambición organizadora de Beijing, que está enfocando su mirada hacia el occidente más que hacia el oriente. La gran jugada de Xi está envuelta en su idea de “Un Cinturón, Una Ruta”, la recreación de las rutas marítimas y terrestres de una era anterior a la globalización. Cuando China mira hacia el futuro, imagina una era en la que la gran masa terrestre de Eurasia se convertirá en el punto de apoyo vital del poder global. ¿Y adivina quién será la pieza fundamental de Eurasia?

Zbigniew Brzezinski, el ex asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, quien hasta su muerte este año fue el pensador estratégico más perspicaz de Washington, ya hace tiempo había comprendido el significado de lo que él llamaba el “supercontinente axial”. Escribió alrededor de 1997: “Una potencia que dominara a Eurasia ejercería una decisiva influencia sobre dos de las tres regiones económicamente más productivas del mundo, Europa occidental y Asia oriental. Lo que suceda con la distribución del poder sobre la masa eurasiática será de importancia decisiva para la primacía global y para el legado histórico estadounidenses”.

Es fácil ver por qué Brzezinski estaba preocupado. Eurasia representa más de un tercio de la masa terrestre del mundo y alrededor del 70 % de la población global. La región alberga una gran parte de la energía del mundo y otros recursos naturales. Beijing quiere nuevos canales de inversión para expandir su presencia en Europa.Algunos de estos emprendimientos tienen más éxito que otros. Y Beijing no puede esperar salirse siempre con la suya.

Pero el conjunto equivale a más que la suma de las partes. “Un Cinturón, Una Ruta” es el camino de China hacia la primacía eurasiática. Y los dioses parecen estar velando por el líder chino. El aislamiento beligerante que hace las veces de política exterior en la Casa Blanca del presidente Donald Trump le da carta blanca a Beijing.

La preocupación de Brzezinski era que, sin una estrategia para promover sus propios intereses a través del equilibrio de alianzas, EEUU cedería su poder en Eurasia a otros y, con el paso del tiempo, terminaría siendo una gran potencia, varada en su propio hemisferio. Tales cálculos geopolíticos no ocupan un lugar preponderante en la Casa Blanca de Trump. Beijing apenas puede creer en su suerte. Conforme EEUU se retira, China deja sentir su presencia. Repentinamente, el ‘siglo eurasiático’ comienza a ser plausibleLampadia




El libre comercio benefició a los países emergentes

El libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad global, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos.

Hoy solo falta que menos de mil millones de personas salgan de la pobreza, lo que se estima pueda suceder para el 2030.

Lamentablemente, los países más ricos como EEUU y los europeos, donde la globalización permitió la deslocalización del empleo a países emergentes, empezando por China, la crisis financiera del 2008/9 y la aparición de un neo populismo político, siendo Trump, su peor y más grande expresión, están macerando una reacción popular, aderezada por académicos poco rigurosos como Piketty, que podría estar llevando al planeta a regresar al proteccionismo regresivo de los años 60.

ALERTA GLOBAL: Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.

Afortunadamente, el Perú, casi por accidente, supo aprovechar la ventana de oportunidad que se produjo después del fracaso de la apertura comercial multilateral (bombardeada en buena medida por el proteccionista Brasil), para celebrar acuerdos comerciales bilaterales. Los famosos TLCs, que hoy cubren más del 90% de nuestro comercio internacional.

Estos acuerdos constituyen una sólida protección de nuestras relaciones comerciales que serán la visa para continuar exportando nuestros productos a todos los mercados globales. Otro aspecto que nos protege, es que hemos diversificado nuestro comercio exterior en proporciones parecidas con los tres grandes bloques económicos: EEUU, Europa y el Asia.

Ahora debemos prepararnos para defender el libre comercio en todos los foros internacionales y cuidar nuestros acuerdos de libre comercio.

Líneas abajo, compartimos las recientes reflexiones sobre los riesgos que enfrenta el comercio global, del Financial Times y de The Economist. 

La política de EEUU está cerrando la puerta al libre comercio

Por Philip Stephens

Publicado en Financial Times

07 de abril de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Sin Estados Unidos, se perderá el ‘momentum’. El peligro será un deslizamiento hacia un proteccionismo abierto.

El resto del mundo debe estar alerta. Esto va más allá de unas emociones políticas agitadas por una carrera presidencial en EEUU. La fallida Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) trajo el final de la liberalización multilateral del comercio. El fracaso del TPP afectaría las alternativas de los grandes acuerdos plurilaterales. El libre comercio ha sido una poderosa fuente de prosperidad, pero ha perdido la legitimidad política. Y no sólo en los EEUU: los populistas europeos de la izquierda y la derecha comparten la disposición Trumpiana sobre las barricadas al comercio.

El libre comercio siempre ha creado perdedores, pero ahora parece que superan en número a los ganadores. No hay nada de populista en notar que la globalización ha visto al 1% superior agarrar una parte cada vez mayor de la riqueza de EEUU.

Los acuerdos de libre comercio solían ser sobre aranceles. Ahora se centran en normas reglamentarias y políticas, derechos de propiedad intelectual, privacidad de datos y protección de inversiones. Estos son asuntos que cortan profundamente las preferencias políticas y culturales

El cálculo geopolítico también ha cambiado. Para las democracias avanzadas del mundo, la liberalización del comercio de la posguerra era evidentemente ‘ganar-ganar’. Era por su propio interés, pero también sirvió para generar un bienestar más amplio. La entrada de China en la OMC en 2001 cambió las cosas. Beijing se ha convertido en el mayor beneficiario del sistema de comercio abierto.

El libre comercio es bueno para el mundo – para los consumidores occidentales y para miles de millones de personas que están saliendo de la pobreza en economías emergentes. El peligro entonces será el de un deslizamiento gradual hacia atrás, hacia el proteccionismo abierto.

No hay una solución rápida. El tener un período sostenido de crecimiento y aumento de los ingresos ayudaría. También lo harían políticas proactivas para amortiguar el impacto de la liberalización en los perdedores. Los EEUU podrían empezar por el relanzamiento del programa de asistencia por los ajustes del comercio introducido a raíz del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1993.

Pero la actual política con una clase media descontenta, exige una respuesta mucho más allá de tener mejores planes de reentrenamiento y programas de empleo. Mientras la globalización sea vista como un proyecto de las élites políticas y de los ricos, ésta llevará las semillas de su propia destrucción.

El libre comercio en América

La defensa del libre comercio es abrumadora. Pero los perdedores necesitan más ayuda

Publicado en The Economist

02 de abril de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

La magnitud de las pérdidas de empleo no es sorprendente: la dinámica economía de los EEUU crea y destruye alrededor de 5 millones de puestos de trabajo cada mes. Sin embargo, unos recientes estudios realizados por economistas en las principales universidades de EEUU han encontrado algo perturbador. Una quinta parte de la disminución de empleos en las fábricas entre los años 1999 y 2011 fue causada por la competencia china y, generalmente, quienes perdieron sus puestos de trabajo no encontraron nuevos cerca a sus hogares.

Las actuales preocupaciones por tales hallazgos han avivado el debate sobre el comercio en la elección presidencial de EEUU. Donald Trump, el favorito entre los republicanos, promete instaurar aranceles prohibitivos a las importaciones de China y México. Bernie Sanders, el rival a Hillary Clinton y candidato demócrata, ha mostrado  su oposición a los acuerdos comerciales como una insignia de orgullo. Clinton, por su lado, se ha apartado de su antiguo apoyo a la Asociación Trans-Pacífico (TPP), un acuerdo comercial negociado por Barack Obama.

Un comercio más libre fue uno de los motores de prosperidad en las décadas después de la segunda guerra mundial, en los Estados Unidos y en otros países. Sin embargo, ahora los principales políticos no sólo temen apoyarlo, sino que avivan el debate en contra. Eso es lamentable. El libre comercio aún merece un apoyo a pleno pulmón, aunque se debe tener mayor cuidado con aquellos a quienes les afecta negativamente. Quienes apoyaron el libre comercio siempre han sabido que algunos pierden aun cuando beneficie a la mayoría.

La peor respuesta a tales temores es el proteccionismo que Trump está vendiendo. Un estudio realizado por economistas de la Universidad de California y la Universidad de Columbia calcula que la clase media en los EEUU perdería el 29% de su poder adquisitivo si América se cerrase al comercio, pero que los más pobres perderían hasta el 62%, porque gastan proporcionalmente más en bienes que son objeto de comercio.

Pero, ¿qué se debería hacer para proteger a los trabajadores que han perdido a causa de la competencia del exterior? La red de seguridad proporcionada por la asistencia a ajustes del comercio, un programa federal, es mínima – por lo que muchos trabajadores estadounidenses desplazados optan por beneficios de invalidez más generosos y se salen del mercado de trabajo. En realidad, EEUU ha importado algunos de los peores aspectos de Europa ignorado los mejores.

Lampadia