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Ideas para ponerle fin a la crisis económica de Argentina

A finales del siglo XIX, Argentina ostentaba la particularidad de ser el país con el mayor PBI per cápita de la región de América Latina y del mundo. Como se puede apreciar en la siguiente tabla, en 1895 se encontraba compitiendo con las grandes potencias mundiales de aquellos años como EEUU, Bélgica, Australia y el Reino Unido.

Ranking mundial de países por PBI per cápita en 1895

Fuente: Fundación Libertad y Progreso en base a Maddison Project Database 2018

Gracias a la apertura comercial, a la estabilidad monetaria, a un marco institucional estable, a un estado pequeño y a industrias pujantes en sectores clave como la producción de carne y cereales, el país brotaba prosperidad y exhibía una calidad de vida que ni la gran potencia económica mundial de hoy en aquel tiempo, EEUU, podía alcanzar.

Sin embargo, algo sucedió en la década de 1930, que puso fin a tal círculo virtuoso de crecimiento y desarrollo. Los golpes militares de aquella época derrocaron a los gobernantes que otrora introdujeran las reformas de mercado que habían tenido tanto éxito en el siglo XIX y gradualmente fueron introduciendo un mayor peso del Estado en la economía. Así, el asistencialismo, el déficit fiscal, el endeudamiento público y la consecuente inflación crónica se volvieron la panacea de los gobiernos de turno y fueron reforzados por el denominado socialismo latinoamericano, emprendido por los gobiernos del general Juan Domingo Perón y de los Kirchner.

Aún con los esfuerzos del actual presidente, Mauricio Macri, para proveerle a la economía argentina un respiro ante tal exorbitante intervencionismo estatal cuya existencia ya data de 70 años, este no se ha podido revertir en su gobierno. Y sus perversos efectos en la economía aún subsisten. No es de sorprender pues que en  el 2018, se siga contando con una inflación alta ubicada en 47.6% – la más alta en casi tres décadas – con una pobreza que ascendió al 32% – un aumento de 6.3 puntos porcentuales respecto al 2017- según las cifras oficiales provistas por el Indec, ente estadístico nacional argentino.  Ello con el agravante de una caída en la actividad en el orden del -2.6%, según el mismo ente.

Ante tal escenario, ¿Cuál es el camino que debería seguir Argentina para retomar el camino al desarrollo?

Como señaló The Economist en un reciente artículo (ver artículo líneas abajo) probablemente la respuesta esté en una de sus provincias, sorpresivamente, ubicada en la cordillera de los Andes: Mendoza.

El esfuerzo emprendido por su gobernador provincial, Alfredo Cornejo básicamente consistió en llevar a cabo políticas de austeridad y de mejora en la provisión de los servicios públicos, logrando un programa estabilizador, que a su vez, era respaldado por los votantes:

  • Por el lado fiscal, redujo sobremanera el déficit gubernamental heredado por anteriores administraciones, logrando superávits en años recientes. Esto se logró  mediante un racionamiento del gasto corriente, básicamente, planillas.
  • Por el lado de los servicios, las labores principales fueron las de repavimentación y ampliación de la cobertura de agua potable y alcantarillado.

Ambos ejes estratégicos son fundamentales para Cornejo, quien afirma que gracias a ellos la mencionada provincia está bien gobernada. En sus palabras, “Argentina ha sido una economía enferma durante tanto tiempo. Queremos ser un ejemplo”.

Este es pues el principal problema de Argentina y que subyace también en buena parte de las provincias al interior de nuestro país: la falta de gobernanza, reflejada en un sector privado que es coaccionado excesivamente por el Estado, y que no recibe nada bueno a cambio, particularmente, servicios públicos de mala calidad.

Esperemos que el presidente Macri abrace el enfoque de Mendoza, que más allá de producir buen vino, es un ejemplo de buena gestión pública, que sin duda, ayudaría a toda Argentina. Lampadia

El modelo de Mendoza
La provincia vinícola de Argentina ofrece lecciones sobre cómo reformar

Muévete rápido, pero lleva a los votantes contigo

The Economist
28 de marzo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Cuando las uvas están listas para la cosecha, Mendoza, capital de la provincia argentina que comparte su nombre, organiza una fiesta. Durante tres días este mes, los juerguistas en carrozas de vid lanzaron uvas y melones a la multitud. Gauchos desfilaron. La “reina de la cosecha” de Argentina se llevó su corona a un espectáculo al aire libre.

La bacanal era un contraste con la oscuridad nacional. El PBI de Argentina se contrajo un 6.2% en el año hasta el cuarto trimestre de 2018. La tasa de desempleo urbano es del 9% y se espera que la inflación este año sea del 40%. Mendoza parece estar mejor. Los datos de ingresos para 2018 aún no están disponibles, pero la tasa de desempleo provincial es de solo el 5.9%. Una devaluación del peso ha ayudado a impulsar las ventas de vino, el turismo y el comercio con Chile.

Otra razón de la prosperidad de Mendoza, afirma el gobernador de la provincia, Alfredo Cornejo, es que está bien gobernada. “Argentina ha sido una economía enferma durante tanto tiempo”, dice. “Queremos ser un ejemplo”.

Cornejo ha llevado a cabo en la provincia el tipo de políticas que el presidente de Argentina, Mauricio Macri, un aliado político, ha estado tratando de promulgar a nivel nacional. Pero el gobernador, que, a diferencia de Macri, cuenta con una mayoría en la legislatura, ha tenido más éxito. Cornejo heredó un gran déficit presupuestario cuando asumió el cargo en 2015. A diferencia del presidente, lo resolvió rápidamente. Mendoza equilibró su presupuesto para 2017 y tuvo un superávit el año pasado. Planea tener otro en 2019.

El proceso fue doloroso. El gobierno de Cornejo recortó 8,000 de los 103,000 empleos estatales. Redujo el número de ministerios de 14 a ocho. Funcionarios de alto rango, incluido el gobernador, redujeron sus propios salarios en un 20%, lo que ayudó a amortiguar la oposición. “Hemos estado confrontando una cultura -por ejemplo, políticos que dan trabajo a las personas para garantizar votos- y eso es difícil”, dice Cornejo.

En su lugar, ha tratado de ganarse a los votantes proporcionando mejores servicios públicos. El gobierno repavimentó un tercio de los 17,000 km de carreteras de la provincia, amplió el alcantarillado y mejoró el acceso al agua potable, que aún no llega a todos los hogares. Cornejo ató los aumentos de sueldo de los maestros a su trabajo. Eso los enfureció. El gobierno ignoró “todas las  reglas de negociación con sus trabajadores”, rabió Sebastián Henríquez, líder sindical. Pero el ausentismo cayó bruscamente. A diferencia de muchas otras provincias, donde las escuelas se cerraron por huelgas, Mendoza abrió a tiempo el mes pasado.

Cornejo, quien dirige la Unión Cívica Radical centrista de Argentina, dice que las raíces de su política no radical se encuentran en su infancia. Al crecer en el valle de Uco, una zona rural de Mendoza, vio cómo los viñedos privados traían prosperidad.

Él está fomentando la empresa en otros sectores. En 2018, Mendoza aprobó una ley que permite a Uber ofrecer su servicio de taxi. En Buenos Aires, la capital del país, los taxistas han organizado violentas protestas contra Uber. La administración de Cornejo introdujo un marco legal para que las asociaciones público-privadas construyan infraestructura, principalmente carreteras, aunque las altas tasas de interés de Argentina las han mantenido en suspenso.

El año pasado, Cornejo permitió el fracking en Malargüe, la parte de Mendoza de la reserva de energía Vaca Muerta, que se cree que tiene el segundo mayor depósito de gas de esquisto del mundo. Eso provocó resistencia en otros lugares de la provincia.

El desorden de Argentina pone límites a la prosperidad de Mendoza. La incertidumbre económica hace que los inversores sean cautelosos. “Mendoza puede ser la excepción esperanzadora, pero es casi imposible separarlo de un país que aún enfrenta muchos problemas”, dice Marc Ricart, de Exagon Partners, una empresa de inversión de inicio que se enfoca en el cono sur de Sudamérica. Macri, quien se vio obligado a solicitar un préstamo de US$ 57 mil millones al FMI, está luchando tanto para promulgar la austeridad como para ganar la reelección en una contienda electoral que se realizará el 27 de octubre.

El legado de Cornejo parece más seguro. La constitución de Mendoza le impide cumplir mandatos consecutivos como gobernador. Pero se espera que su heredero político, Rodolfo Suárez, alcalde de la capital provincial, gane las elecciones para gobernador programadas para septiembre. Con suerte, Mendoza continuará liderando con su ejemplo. Lampadia