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Réquiem por Lula, Dilma y el ‘socialismo del siglo XXI’

Por fin nos acercamos al ocaso definitivo del ‘glorioso PT de Lula’, del  ‘socialismo del siglo XXI’, del ‘Alba’, del ‘Foro de Sao Paulo’, del chavismo y de todas las ‘ideas muertas’ que han malogrado a varios países de la región durante el mejor ciclo económico de la historia.

Dilma Rousseff destituida

Ayer, en un acto histórico, con el precedente de la defenestración del liberal Collor de Mello en 1992, Dilma Rousseff fue destituida de la Presidencia de Brasil por el Senado con una mayoría abrumadora de 61 votos a favor, 20 en contra y 0 abstenciones.  

Michel Temer, el nuevo presidente de Brasil, empezará su mandato viajando a la Cumbre del G20, en China, con el fin de presentar a los líderes de las mayores potencias del planeta sus planes para sacar al país de la crisis económica que ha estado sufriendo en los últimos años, que incluyen desde un duro recorte del gasto público hasta un ambicioso plan de privatizaciones aún no detallado oficialmente.

Según sus propias declaraciones, Temer se apresta a decretar el fin del Brasil bolivariano. En mayo pasado Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba, cada uno a su manera, advirtieron sobre una posible “ruptura democrática” en Brasil, en defensa de Rousseff. Ahora, Venezuela anunció el retiro de su embajador y Ecuador el de su representante.

Décadas antes, el mito de los ‘malos términos de intercambio’ nos malogró la vida en Latinoamérica durante los años 60, 70 y 80 (vendidos por Prebisch, la CEPAL y la Getulio Vargas de Brasil), a diferencia de los tigres de Asia (quienes no sucumbieron al mito), separándose de nosotros para el gran bienestar de su población. La realidad nos mostró, años después, otra curva, la de la vida.

 

En el nuevo siglo, como nunca antes, la ‘curva de la muerte’, se tornó en la ‘curva de la vida’. Pero muchos no supieron aprovecharlo, como Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, asumiendo un inmenso costo que la historia se encargará de dimensionar. Hoy, poco a poco, van cayendo estos regímenes anti-históricos y autoritarios. El pueblo le dijo adiós a los Kirchner, la corrupción sacó del camino a Lula-Dilma del hasta hace poco ‘glorioso Partido de los Trabajadores’, falta poco para que los venezolanos, en un plebiscito democrático, echen a los Chávez-Maduro-Cabello y esperamos que el peso de las circunstancias haga lo propio en los demás países del Alba. 

Gracias a Dios y a la Constitución de 1993, el Perú estuvo listo para recibir los influjos de inversión que nos transformaron y sacaron del status de ‘Estado fallido’ que éramos el año 1990, tornándonos en el brioso Perú del crecimiento, de la clase media, de la reducción de la pobreza, de la menor desigualdad, las agro-exportaciones, etc.

Otro país que estuvo listo antes que nosotros fue Chile, el modelo de desarrollo de la región, pero justo ahora, cuando las ovejas perdidas regresan al redil del desarrollo de democracia y libre mercados, se extravía de la mano de una admiradora de la ominosa RDA, Michelle Bachelet, que está liderando lo que Niall Ferguson llama ‘el derecho de Chile a ser estúpido’.

Ya hemos explicado lo que pasó en Brasil con la ‘magia’ de Lula. Él afirmó en el Perú, que era mejor distribuir que crecer. (Ver Lampadia: Luces y Sombras de la visita de Lula al Perú). Su modelo exacerbó el asistencialismo, proteccionismo y mercantilismo, cayendo luego, junto con las constructoras privadas brasileñas, en niveles de cooptación y corrupción nunca vistos.

Dilma Rousseff, desde su reelección en 2014, a pasado de crisis en crisis. Ver en Lampadia: El escándalo en Petrobras pone contra las cuerdas a Rousseff. Al final, Brasil no solo se hundió en su peor recesión económica desde los años 30, también sucumbió a escándalos de corrupción que comprometen a la propia Dilma y a su protector, Lula da Silva, el héroe de las izquierdas latinoamericanas y creador del ‘Foro de Sao Paulo’, del que hasta las Farc, formaron parte.  

Con el fin de estos gobiernos socialistas, esperamos que el nuevo ciclo político que se está instalando en la región permita un manejo responsable y con orientación al desarrollo integral de largo plazo. 

Por nuestro lado, como venimos repitiendo una y otra vez, en el Perú hemos emprendido la gran tarea de rehacer el país durante ya más de veinte años. Después de haber obtenido logros económicos y sociales extraordinarios (ver: LAS CIFRAS DE LA PROSPERIDAD), ese proceso virtuoso se interrumpió el 2011, cuando elegimos al ‘gobierno de la inclusión’, después del mayor ciclo de inclusión de nuestra historia, con un discurso equivocado que tiene varios matices: “el sector privado no nos da confianza”, “agua si, oro no”, “tenemos que diversificar la producción”, etc.

Pero nuestra economía es tan poderosa, que hemos logrado sobrevivir sin daños permanentes y el 10 de abril del presente, nuestros ciudadanos votaron (70 a 80%) por abrazar la economía de mercado, la inversión privada, la globalización y el libre comercio; y rechazaron el cambio de constitución, la prevalencia del Estado sobre ciudadanos y empresas, y el estúpido pos-extractivismo. (Ver en Lampadia: Pos-Extractivismo: Autarquía y empobrecimiento).

El pos-extractivismo, suscrito por todas las izquierdas peruanas,  pretende convertirnos en un país de pobres eternos. Ver: Agroexportación: Una industria de clase mundial:

Por ejemplo, en cuanto a las agroexportaciones, que se vinculan al sector agrícola, donde todavía tenemos la mayor cantidad de pobres, plantean solo produzcamos lo que necesitamos para consumir nosotros y ‘tal vez’ nuestros países vecinos. O sea, los izquierdistas tradicionales, quieren condenar a la pobreza eterna a nuestros campesinos. ¡Habrase visto semejante barbaridad!

El sector agrícola solo puede crecer, sostenidamente, llegando a más estómagos. Como un agricultor peruano decía hace algunos años: una persona solo puede comer un kilo de comida por día. ¿Cómo puede entonces mejorar sus ingresos un agricultor peruano? Si 3 millones de agricultores tendrían que abastecer solo a 27 millones de habitantes? Sus ingresos estarían limitados a un promedio de 9 consumidores o 9 kilos. Pero si exportamos a mercados de 2,700 millones de personas, en teoría, cada agricultor podría abastecer a 900 consumidores, 100 veces más. Ese es el potencial de este sector, y la única manera de enriquecer a nuestros campesinos, que, además, son dueños de la mayor parte de las tierras y predios agrícolas del Perú.

Lo sorprendente es que en el Perú continúen estos diálogos contraproducentes y que ni siquiera las revelaciones más escandalosas de corrupción, ni los actos abusivos y antidemocráticos de los gobernantes de Venezuela, Argentina y Brasil, merecen que nuestra izquierda tradicional critique y se aparte de estos regímenes. Ver en Lampadia: Izquierda peruana pierde autoridad moral.

Con la caída del PT en Brasil termina un ciclo nefasto de la política latinoamericana. Ahora nos hace falta reconvertir a nuestras izquierdas en un acto político de consecuencia, puesto que el Perú sí necesita izquierdas,… pero de las buenas y modernas. Lampadia

 




La izquierda se desmorona en América Latina

El antes alabado modelo brasileño del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva parece haber llegado a su fin con la histórica votación para procesar la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. Esto significaría el fin de 13 años de gobierno de su partido que ha llevado al Brasil a una crisis económica, política y moral sin precedentes

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Millones de brasileños exigieron la destitución de Rousseff

Formalmente, la acusación contra Rousseff es por su manipulación del déficit fiscal que trató de cubrir recurriendo a los fondos de agencias y bancos del Estado que no forman parte del presupuesto nacional. Muchos pretenden decir que esta es una cosa menor, además, Dilma Rousseff está también vinculada a la ominosa corrupción del ‘lava jato’, ella fue presidente de Petrobras cuando se desarrollaron los esquemas fraudulentos y se estima que su campaña política fue financiada por fondos de la corrupción. En todo caso, esto puede parecerse a la condena del famoso Al Capone, que recibió su castigo por evasión fiscal y no por los múltiples crímenes que llevaba a cuestas.

Rousseff y sus partidarios, afirman que van a luchar hasta el final contra lo que ven como ‘una conspiración’ y ‘un intento de golpe’. Pero el proceso de limpieza de la política brasileña sigue adelante. Acaba de ser condenado a 23 años de cárcel, José Dirceu, el brazo derecho de Lula. El PT ha dilapidado su ascendencia en Brasil, según la encuestadora Datafolha, la popularidad de la presidenta está en 8% y el abrumador voto en su contra en el Senado indica que hay pocas posibilidades de que sea absuelta.

El impeachment de Rousseff tendrá consecuencias en toda América Latina. Brasil llegó a considerarse una potencia económica emergente con numerosos programas sociales que aceleraron la reducción de la pobreza y fomentaron una nueva clase media, algo que esperamos pueda preservarse.

En Lampadia no nos dejamos engañar por los cuentos de grandeza del PT y sus políticas aislacionistas y proteccionistas que fomentaron el mercantilismo empresarial, ni por sus políticas asistencialistas que duraron lo que duró el ciclo de ingresos extraordinarios por el precio de la soya y otros. En una visita de Lula al Perú (segundo gobierno de García), declaró  que era mejor distribuir para crecer (equívoca política adoptada luego por Humala). Lula alardeó con sus cifras, pero en Lampadia las comparamos con las peruanas (Luces y sombras de la visita de Lula al Perú) y mostramos que nuestras políticas y performance eran muy superiores.

La oportunidad que ha perdido Brasil ha sido probablemente la mejor de su historia (ver en Lampadia: El ‘país del futuro’ tendrá que diseñar otro futuro). Pero Brasil no ha sido el único que malogró sus oportunidades en la región. Casos muy parecidos, con distintos énfasis y ritmos de reversión, los tenemos en Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia. Los países que mejor aprovecharon las grandes oportunidades del nuevo siglo, son los de la Alianza del Pacífico, México, Colombia, Chile y el Perú. Nosotros, después de las reformas pro mercado de los años 90, estuvimos listos para transformar ‘oportunidades en realizaciones’. Así lo dijeron en el Perú hace un par de años Paul Krugman y Nouriel Roubini. (Ver en Lampadia: Paul Krugman rompe mitos).

Es por eso que reportajes como el publicado por Cuarto Poder (Poder de Cuarta), la semana pasada sobre el caso brasileño, en el especial conducido por el colaborador de La República, René Gastelumendi, es sorprendente y alarmante. Parecía un programa de la televisión chavista de Venezuela en el que se hizo una defensa cerrada del gobierno del PT (el conductor llegó a discutir con los furibundos brasileños), apoyando los reclamos de Dilma. No importó, ni se mencionó que días antes hubo una manifestación de seis millones de brasileños exigiendo la destitución de la presidente.

En verdad, las traumáticas experiencias de Venezuela, Argentina y Brasil, con el decimonónico ‘socialismo del siglo XXI’, un aislacionismo anti globalización y una dantesca corrupción, son una de las mejores lecciones de economía y política para nuestros ciudadanos y debemos mostrarlas y compartirlas sin manipulaciones políticas. 

Estos son tiempos importantes para América Latina, de hecho, parece que estamos entrando en un nuevo ciclo político relativamente pragmático y centrista, como afirma el artículo del Financial Times que glosamos líneas abajo:

Desaparición del izquierdismo brasileño resonará en las Américas

Los latinoamericanos ya no tolerarán la corrupción como antes

Por John Paul Rathbone

Publicado por el Financial Times

12 de Mayo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Dilma Rousseff se mostró desafiante. “Me voy a resistir por todos los medios legales”, dijo después de que el Senado de Brasil votara a favor de iniciar el proceso de destitución.

A pesar de su actitud desafiante, la decisión del Senado probablemente marca un punto de inflexión para la séptima mayor economía del mundo. Michel Temer, el vicepresidente, ha juramentado como presidente interino.

La partida de Rousseff marca el final del PT después de 13 años. Desde su fundación en 1980, el PT se convirtió en el mayor partido socialdemócrata en la región, el “principal movimiento de izquierda en el mundo democrático”, señala Matias Spektor, profesor asociado de relaciones internacionales de una institución académica de Sao Paulo.

Durante la última década, muchos gobiernos de izquierda en la región han sido auxiliados por el PT. Brasil mostró una extraordinaria “paciencia estratégica” con sus vecinos socialistas como Bolivia y Venezuela, haciendo la vista gorda a sus deficiencias, como también lo hizo con la Habana. Pero ahora la mayor parte de América del Sur se está moviendo hacia el centro político.

El impeachment de Rousseff se debe en realidad al disgusto popular por la mala gestión económica y el escándalo de corrupción en Petrobras y también marca otra tendencia regional: los latinoamericanos ya no tolerarán la corrupción como lo hacían antes.

De acuerdo con Kevin Casas-Zamora, del diálogo Inter-Americano con sede en Washington, este alboroto popular no se debe a que la región es más corrupta. Las encuestas realizadas por grupos como Transparencia Internacional sugieren que hay menos corrupción, no más.

Más bien, el crecimiento de las redes sociales, combinado con una clase media cada vez más activa y mejores garantías institucionales en contra de abusos, han llevado a una fuerte reacción negativa.

Lampadia




Brasil inicia un largo camino de catarsis

‘El país del futuro’ ha tenido que registrar en sus fichas de historia otra postergación del gran futuro que le espera desde hace mucho tiempo, al haber caído en dos crisis simultaneas, una económica con una recesión no vista desde 1930 y, otra política, con el descrédito de toda la clase política y buena parte de la empresarial, bajo el liderazgo del partido izquierdista más importante de todo Latinoamérica, el famoso y soberbio Partido de los Trabajadores (PT) que el 2003 llevó a su mentor, Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil en su cuarto intento.

En nuestra opinión, más allá de las situaciones difíciles y costosas que encierran estas crisis, el mayor drama del Brasil es haber perdido su mejor oportunidad de consolidarse como un país desarrollado. Los tres lustros iniciales del siglo XXI fueron, para muchos países emergentes, el escenario más propicio para dar un sólido salto económico y social hacia delante. Ver en Lampadia: ¡Fora Dilma!.

La oportunidad de Brasil fue excepcional, pero no fue el único que la malogró en la región. Casos muy parecidos, con distintos énfasis y ritmos de reversión, los tenemos en Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia. Los países que mejor aprovecharon esta gran oportunidad son los de la Alianza del Pacífico, México, Colombia, Chile y el Perú, que después de sus reformas de los años 90, estuvo listo para transformar las oportunidades en realizaciones. Veamos el reporte de The Economist sobre la situación de nuestro inmenso vecino.  

Brasil: La gran traición

Dilma Rousseff ha decepcionado a su país.

Pero también lo ha hecho toda la clase política.

Publicado por The Economist

23 de Abril de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

El Congreso de Brasil ha sido testigo de algunas escenas extrañas en su historia. En 1963, un senador apuntó una pistola a su archi-enemigo y mató por error a otro senador. En 1998 un proyecto de ley fundamental falló cuando un congresista pulsó el botón equivocado en su dispositivo de voto electrónico.

Pero el espectáculo en la cámara baja de este 17 de abril sin duda cuenta entre las más bizarras. Uno por uno, 511 diputados tomaron el micrófono en un salón repleto de público y votaron por la destitución de la presidente, Dilma Rousseff. La moción para formular cargos contra Rousseff en el Senado fue aprobada por 367 votos a 137, con siete abstenciones. 

La votación se produce en medio de una situación desesperada para el país. Brasil está luchando con su peor contracción económica desde la década de 1930. Se espera que el PIB caiga en 9% desde el segundo trimestre de 2014, cuando se inició la recesión, hasta fines de este año. La inflación y la tasa de desempleo se encuentran en torno a 10%.

El fracaso no es sólo culpa Rousseff. Toda la clase política ha defraudado al país a través de una combinación de negligencia y corrupción. Los líderes de Brasil no van a recuperar el respeto de sus ciudadanos o superar los problemas de la economía a menos que haya una limpieza exhaustiva.

La votación del domingo no fue el fin de Rousseff, pero su salida está más cerca. Brasil no debería llorarla. La incompetencia en su primer mandato, 2011-2014, ha hecho que la difícil situación económica del país sea mucho peor. Su Partido de los Trabajadores (PT) es la fuerza motriz detrás de una gigantesca trama de soborno centrado en Petrobras, la petrolera controlada por el Estado, que canalizó el dinero de sus contratistas a políticos y partidos. Aunque Rousseff no se ha implicado personalmente en esta perversión, sí trató de proteger a su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, de la persecución.

Lo más alarmante es que gran parte de quienes están haciendo campaña por su destitución son peores que la presidente de muchas maneras. Si el Senado vota por  enjuiciarla, probablemente a mediados de mayo, Rousseff tendrá que hacerse a un lado hasta por 180 días. El vicepresidente, Michel Temer, de otro partido, se haría  cargo hasta el fin del mandato, si es que el Senado le quitar definitivamente el cargo. Temer puede proporcionar un alivio económico a corto plazo. Su Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) es más amigable con las empresas que el PT.

Pero el PMDB está también vinculado con los casos de corrupción. Uno de sus líderes es el presidente de la cámara baja, Eduardo Cunha, quien presidió el show del juicio político ha sido acusado por el Tribunal Supremo por aceptar sobornos del esquema de Petrobras. La mancha de corrupción se extiende a través de muchas partes de Brasil.

No hay manera rápidas de enderezar esto. Las raíces de la disfunción política de Brasil se remontan a la economía basada en la esclavitud del siglo XIX, a la dictadura del siglo XX y a un sistema electoral viciado que hace campañas ruinosamente caras y que protege a los políticos de rendir cuentas.

En cualquier otro país, un cóctel de declive económico y conflicto político podría inflamar conflictos mayores. Sin embargo, Brasil tiene asombrosas reservas de tolerancia. Divididos, como están, en torno a los errores y los aciertos del juicio político, los brasileños han mantenido su ira bajo control. Las últimas tres décadas sugieren que el país puede soportar una crisis sin recurrir a golpes o colapsos mayores.

El hecho de que el escándalo Petrobras haya atrapado a algunos de los más poderosos políticos y empresarios del país es una señal de que algunas instituciones, especialmente aquellas que hacen cumplir la ley, están madurando. Una de las razones por la que los políticos se encuentran en tal problema es que una nueva clase media, mejor educada y más asertiva, se negó a respaldar la impunidad.

Una forma de capturar este espíritu sería la celebración de nuevas elecciones. Un nuevo presidente podría tener un mandato para iniciar reformas que los gobiernos han eludido durante décadas. Los votantes también merecen una oportunidad para deshacerse de todo el Congreso infestado de corrupción. Sólo nuevos líderes y legisladores pueden llevar a cabo las reformas fundamentales que Brasil necesita, en particular, una reforma del sistema político propenso a la corrupción y al gasto público descontrolado.

Pero lo cierto es que el camino de la renovación a través de las urnas está plagado de obstáculos. Teniendo en cuenta el historial del Congreso, es poco probable que pase la enmienda constitucional necesaria para auto disolverse y realizar elecciones generales anticipadas. El tribunal electoral podría pedir una nueva votación presidencial, en razón de que el dinero del soborno de Petrobras habría ayudado a financiar la reelección de Rousseff y Temer en 2014. Pero es poco probable.

Por lo tanto, existe una alta posibilidad de que Brasil esté condenado a arrastrarse con la actual generación de desacreditados líderes. Pero sus electores no deben olvidar este momento. Porque, al final, tendrán la oportunidad de ir a las urnas, la cual deberán usar para votar por algo mejor.

Los siguientes gráficos publicados por The Economist el 18 de abril, ayudan a entender la situación del gigante sudamericano:

Lampadia

 




¡Fora Dilma!

¡Fora Dilma!

Varios millones de brasileños marchan casi todos los días exigiendo la renuncia o destitución de su presidenta, Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores (PT) del, ahora devaluado semi Dios, Lula da Silva.

SEBASTIÃO MOREIRA /EFE

En los últimos 20 años Brasil ha vivido por un proceso dramático. Primero, bajo la conducción de Fernando Henrique Cardoso, adoptó políticas económicas ortodoxas y recuperó la posibilidad de optar por el desarrollo sostenido. Luego de Cardoso, que deja el gobierno el 2002, entra el PT con Lula y se encuentra con una economía bien ajustada y con los impactos positivos del súper ciclo de crecimiento de principios del nuevo siglo. Efectivamente Lula, a pesar de su aislacionismo comercial, en una época de integración, puede gozar de un importante crecimiento y capacidades fiscales que le permiten reducir la pobreza de manera importante, mediante programas masivos de apoyo social.

Lamentablemente, el PT con Lula y Dilma, se enrosca en políticas aislacionistas y proteccionistas, promueve el mercantilismo del sector empresarial, coopta las disidencias con recursos fiscales, multiplica y profundiza los programas asistencialistas y se zambulle en niveles de corrupción desbordados. A pesar de todo esto, Brasil se convierte en una estrella del Olimpo y despega como parte de los BRIC hacia un desarrollo ‘imparable’.

Pero cuando se acabaron las condiciones externas que permitían tener los hornos produciendo energía a todo vapor, perseveran en el error, y viene el colapso paulatino e imparable hacia la peor crisis desde 1930. Brasil pierde así, de la mano de su muy soberbia izquierda, su gran oportunidad de desarrollo. Hoy es solo un recuerdo, una frustración y una crisis que no termina de tocar fondo, que por supuesto, se agrava por la pérdida de confianza generalizada y los destapes de corrupción en lo más alto del mundo político y empresarial.

Al mismo tiempo, surge la acción de un sistema judicial que, dadas las condiciones suficientes, se avoca a perseguir la corrupción en lo más alto del establishmnet político y empresarial del país. Un proceso encomiable, que habrá que estudiar más adelante, que pone como protagonistas de la sociedad, a un grupo de jóvenes jueces que podrían sentar las bases para el nacimiento de un nuevo Brasil, más humilde, menos corrupto y más realista.

Pero para que todo esto se asiente debidamente, así como se han encarcelado a las cúpulas empresariales corruptas, es necesario cortar de raíz las estructuras políticas incapaces y corruptas, empezando por la propia presidenta de la República, Dilma Rousseff, como lo plantea la muy seria publicación internacional, The Economist, ojalá mediante la renuncia y no a través de procesos políticos complejos de expulsión. Veamos algunas líneas argumentales de The Economist al respecto:

La crisis política de Brasil: hora de irse

La empañada presidenta debería renunciar ahora

26 de marzo, el 2016

The Economist

Traducido y glosado por Lampadia

Las dificultades de Dilma Rousseff se vienen agravando durante meses. El masivo escándalo que rodea a Petrobras, implica a varias de las personas más cercanas a ella. La economía de Brasil sufre su peor recesión desde la década de 1930, en gran parte debido a los errores de su primer mandato. Su debilidad política ha hecho que el gobierno sea casi impotente frente al aumento del desempleo y la caída de los niveles de vida. Sus índices de aprobación son apenas de dos dígitos y millones de brasileños han salido a las calles para cantar “¡Fora Dilma!” (“Fuera Dilma)”.

Ahora ha perdido todos los vestigios de credibilidad, pues el 16 de marzo pasado, Rousseff tomó la ‘extraordinaria’ decisión de nombrar a su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, como su jefe de gabinete. Ella interpretó esto como una movida astuta. Lula, se pensó, es un operador político sagaz que podía ayudar al presidente a sobrevivir el intento del Congreso para destituirla y tal vez incluso, estabilizar la economía. Sin embargo, sólo unos días antes, Lula había sido detenido brevemente para ser interrogado por orden de Sergio Moro, el juez federal a cargo de la investigación de Petrobras (Lava Jato), por sospechas de que el ex mandatario se habría beneficiado del esquema de sobornos. Los fiscales en el estado de Sao Paulo acusaron a Lula de ocultar su condición de propietario de un condominio frente a la playa. Él niega estos cargos. Al adquirir el rango de ministro del gobierno, Lula tendría inmunidad parcial: sólo el Tribunal Supremo del país [afín al gobierno] podría continuar la investigación. Sin embargo, otro juez suspendió cautelarmente el nombramiento de ministro.

[The Economist] ha sostenido durante mucho tiempo que, o bien el sistema judicial o los votantes, no los políticos que están tratando de impugnarla, deben decidir el destino del presidente. Pero la contratación de Lula parece un intento burdo de frustrar la acción de la justicia, incluso si eso no era su intención, sería su efecto. Este fue el momento en que el presidente optó por los estrechos intereses de su tribu política sobre el estado de derecho. Por lo tanto, ella se ha presentado a sí misma incapaz de continuar  en la presidencia.

Es muy importante cómo sale de Planalto. Las democracias representativas no deben regirse por las protestas y los sondeos de opinión.

Hay tres maneras de eliminar Rousseff que descansan sobre bases más legítimas. La forma más rápida y mejor para que Rousseff salga de Planalto sería que renuncie antes de ser destituida.

Su partida ofrecería al Brasil la oportunidad de un nuevo comienzo. Pero la renuncia del presidente no resolvería por sí misma los problemas de Brasil.

Sacar a Brasil de su desastre, requiere un cambio mayor: el control del gasto público, en particular sobre las pensiones; revisar las leyes fiscales y laborales que destruyen el crecimiento; y la reforma de un sistema político que fomenta la corrupción y debilita a los partidos políticos.

Esto ya no se puede aplazar. Aquellos que cantan “¡Fora Dilma!” en las calles reclamarán la victoria si se le expulsa. Sin embargo, para la victoria del propio Brasil, esto sería sólo el primer paso. Lampadia

 

 




Brasil: Del Cielo al infierno en la vida del PT

Brasil: Del Cielo al infierno en la vida del PT

Comentario de Lampadia

Cuando Lula accedió al poder liderando al PT (Partido de los Trabajadores) después de tres intentos, logró amainar la desconfianza nombrando funcionarios reputados y predecibles en el ministerio de Finanzas y en el Banco Central. Luego de la mano del súper ciclo de los commodities corrió la ola de la abundancia hasta convertirse en lo que Tim O’Neill, de Goldman Sachs, llamó los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), a los que luego se agregó Sudáfrica (BRICS). 

De ellos solo siguen en pie India y China (BRICS). Brasil pensó que había llegado al Olimpo y que solo tenía que regalar más dinero a los pobres en un asistencialismo desenfrenado (ver en Lampadia: Luces y sombras de la visita de Lula al Perú). La verdad es que Brasil cayó en importantes desbalances económicos que se hicieron insostenibles por el cambio en las condiciones de la economía global, en una soberbia desmedida y en circuitos de corrupción que terminaron por arrasar toda la confianza de los brasileños, que así pasaron rápidamente del Cielo al conocido infierno de las políticas económicas del empobrecimiento.

Curiosamente, contrario a los días de su inauguración, el gobierno del PT, se juega sus últimas cartas de la mano de nombramientos que solo acrecientan, esta vez, la desconfianza en la recuperación de su economía. Ver el siguiente artículo de The Economist sobre la renuncia del Ministro de Finanzas. Lampadia

La preocupante renuncia de Levy, Ministro de Finanzas

The Economist

Diciembre, 2015

Traducido y Glosado por Lampadia

Cuando Levy (a la izquierda de la foto) tomó el ministerio de finanzas hace un año, se enfrentaba a un reto imposible. Tenía que cerrar un enorme déficit presupuestal, evitar la perdida del rating de grado de inversión y revertir el fuerte intervencionismo en la economía que practicó su jefe, Dilma Rousseff, durante su primer período como presidente (2011 – 2014). Para hacer las cosas más difíciles, Brasil estaba cayendo en la peor recesión en décadas. Un inmenso escándalo de coimas destruyó la credibilidad del partido de gobierno, el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). La aprobación de Rousseff ha caído desde entonces a un solo dígito y enfrenta un proceso de destitución por romper las leyes de la contabilidad presupuestaria. Muchos otros ministros hubieran tirado la toalla mucho antes, pero Levy duró hasta este diciembre, cuando renunció y fue reemplazado por Nelson Barbosa (a la derecha de la foto).

Este cambio puede convertir una situación terrible en algo aún peor. Sugiere que Levy habría perdido la discusión interna en el gobierno sobre si la austeridad es la cura para la enferma economía brasileña, y la perdió, no porque el remedio era malo, sino porque era políticamente inmanejable.

Levy y su equipo hicieron ‘todo lo que se les pidió’, le dijo a un periodista horas antes de hacer pública su renuncia. Sería más cierto decir que trató valientemente, pero falló. Apodado ‘manos de tijeras’ después de su primer puesto como oficial del tesoro entre 2003 y 2006, se las arregló para cortar gastos discrecionales en 2015 por 70,000 millones de reales (unos US$ 18 mil millones). Sin embargo, sin la cooperación del Congreso, que no tiene ningún interés de ayudar a un presidente poco popular, solo pudo hacer poco con el 90% del gasto. El pasado 16 de diciembre, Fitch fue la segunda agencia de crédito en degradar la deuda brasileña a la categoría de ‘basura’.

La tarea de Levy se hizo más dura con la recesión, pues se espera que en 2015 el PBI caiga en 3.5%, colapsando los ingresos tributarios. El déficit presupuestal pasará de un altísimo 6.5% del año pasado a uno aún mayor de 9.5% para el 2015. Levy argumentó que sólo con un programa de austeridad se podía recuperar la confianza de los inversionistas, controlar la inflación y evitar alzas adicionales de los tipos de interés.

Rousseff solo le creía a medias. Su compromiso con la austeridad se debilitó más por el avance de la propuesta de destitución de su mandato en el Congreso en diciembre. Para sobrevivir tiene que coquetear con el ala izquierda de su base, que imputa las políticas de Levy como neoliberales descorazonadas y que exigen más gasto fiscal para impulsar la economía. 

Esto explica la opción por Barbosa. A pesar de que él dejó el primer gobierno de Rousseff en 2013 y se volvió crítico del gasto descontrolado, y de su ocultamiento, se le ve más manejable que su antecesor. Él fue instrumental en la formulación de una nueva matriz económica de estímulos monetarios y fiscales diseñados para reiniciar el crecimiento después de la crisis financiera global. Rousseff la adoptó durante su primer mandato, pero la llevó más allá de lo previsto. Barbosa también promovió una propuesta desastrosa para el presupuesto del 2016 que incorporaba un alto déficit fiscal primario (antes del pago de intereses), que gatilló la degradación del rating del crédito brasileño por Standard & Poor’s en setiembre pasado. La propuesta fue cambiada posteriormente a instancias de Levy, pero ya no se pudo reversar la degradación crediticia.

Ahora que Barbosa tiene el cargo de Levy, promete continuar sus políticas: “Nuestro mayor reto es fiscal”, indicó en una conferencia de prensa luego de su nombramiento. Los mercados no están tan seguros. Tanto el real como la bolsa de Sao Paulo cayeron con la noticia de la renuncia de Levy.

Incluso si Barbosa es sincero, las reformas fiscales son improbables hasta que el drama de la destitución se supere en los próximos meses. La prioridad uno, dos y tres es derrotar contundentemente la propuesta de destitución, dice un congresista del PT. Efectivamente, la propuesta ha servido como un tónico para los desmoralizados seguidores de Rousseff. Por primera vez en el 2015, las demostraciones públicas a favor del gobierno fueron mayores que las de los opositores. Solo después de derrotar a los ‘hambrientos por un golpe’, dicen los seguidores del PT, puede el gobierno volver a enfrentar el déficit fiscal y a gobernar el país, acompañado con un reenergizado base Congreso.

La pregunta es si Rousseff tendrá la energía para superar los problemas fiscales de Brasil, o si será arrastrada a mayores grados de irresponsabilidad. Los augurios no son promisorios. El nombramiento de Barbosa parece un intento de mediar entre la ortodoxia de Levy y las demandas de las bases izquierdistas. No parece tener más probabilidades de éxito que las anteriores maquinaciones fallidas de la presidenta. L

 




Sudamérica: Crecimiento visto con lentes oscuros

Sudamérica: Crecimiento visto con lentes oscuros

Todos comentan sobre la desaceleración de la región. Se dice que es la más afectada por la situación de la economía global, por la caída de los precios de los commodities, por la aguantada del crecimiento chino, por su dependencia de materias primas. Lo hace el FMI, el Banco Mundial (BM) y muchos analistas. Se pronostica un mísero crecimiento de 0.5% para el 2015. Nuestro ministro de Economía y Finanzas se solaza afirmando que seremos líderes de crecimiento en la región (el campeón de los pobres), así crezcamos menos de 3%, sin dudas un papelón.

La verdad es que la historia es totalmente diferente. Para entenderlo, solo tenemos que ver, uno por uno, los principales países de la región y preguntarnos luego si los asertos sobre los shocks externos son correctos o si la frenada del crecimiento es obra (y gracia) de nuestros fallidos gobiernos.

Para evaluar el tema, veamos los casos más representativos. Revisemos la situación de Venezuela, Argentina, Brasil, Chile y Perú:

 

Venezuela: Según el Presidente Humala, su situación de crisis humanitaria se debe a los gobiernos anteriores a Chávez. Según el resto del mundo, se debe precisamente a los gobiernos del chavismo. Estos asaltaron su empresa petrolera para hacer política local y regional, estatizaron lo que les dio la gana, regalaron los recursos fiscales adentro y afuera. Pusieron controles de cambio y de precios, con lo que generaron que desaparezcan las divisas (tipo de cambio del mercado negro es 100 veces el oficial) y se creó una carestía perversa de los bienes más esenciales. Además, el país batió todos los records de criminalidad y corrupción. No hay libertad de opinión, de prensa, ni de oposición política. Su producción interna colapsó, incluso la petrolera (cayó 40%), que hoy representa más del 96% de sus exportaciones. Este año su economía caerá en 5.1%.

Argentina: Capturada por los Kirchner, una versión edulcorada del peronismo que viene destruyendo el país desde hace más de 70 años. Estos ‘salvadores de la patria’ se enriquecieron en lo personal, mientras desaprovechaban el boom de commodities al optar por las políticas del Alba. Nacionalizaron varios sectores, empezando por el de energía y se quedaron sin abastecimiento teniendo que volcarse a la importación en los tiempos de mayores precios del petróleo. Impusieron cargas tributarias absurdas a la exportación de carne, hoy exportan menos que Uruguay.  Controlaron los precios y tuvieron que poner vigilantes en todos los supermercados. Desapareció hasta el tomate y se quedaron sin salsa para la pasta. Se empobrecieron tremendamente, cayó su producción y falsearon sus cifras macroeconómicas, de igual manera como hizo Grecia para entrar y para permanecer en el Euro. Hoy su economía decrece y adolece de todos los males del doloroso piso que al final producen el populismo y la corrupción.

Brasil: Después de cuatro gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), Brasil se debate entre la recesión económica, la corrupción y el ‘impeachment’ (juicio de corte del mandato presidencial) de su presidenta. Lula empezó relativamente bien. Eligió buenos funcionarios para manejar el fisco y la política monetaria. Luego, bajo los auspicios del nuevo descubrimiento del Banco Mundial (BM) para luchar contra la pobreza, las transferencias ‘condicionadas’ de dinero a los pobres (Oportunidades en México, Bolsa Familia en Brasil, Juntos en Perú, etc.) y el aumento de ingresos por la soya empezó un programa de asistencialismo que llega a gran parte de la población. Además, luego de su ‘ascensión’ a miembro de los BRIC, mostró mucha soberbia con sus políticasasistencialistas que pregonaba por todas partes. En el Perú retó al presidente García diciendo que era mejor distribuir para crecer, que crecer para distribuir. Alardeó con sus cifras y en Lampadia tuvimos que cuestionarlo, pues nuestras cifras eran mejores. Ver: Luces y sombras de la visita de Lula al Perú.

Posteriormente, luego del descubrimiento de unafranja de petróleo enorme en la capa sub-acuática llamada de pré-sal, alteró prepotentemente la propiedad de los activos de Petrobras que mantenía un alto porcentaje de sus acciones en la bolsa; reservó para el Estado el yacimiento y empezó a bombear aire a la empresa, que eventualmente colapsó. Tuvieron que vender sus activos internacionales, nunca pudieron desarrollar el nuevo yacimiento (y probablemente nunca se haga) y se metieron de manos y bolsillos llenos en esquemas de corrupción, siempre con el mascarón de proa de Petrobras. Finalmente, el gran Brasil pasó de fulgurante BRIC a triste decepción, ver en Lampadia: Brasil sin rumbo ni brújula. El mundial de futbol en Brasil terminó siendo el símbolo del fracaso de la popularidad de Lula y Rouseff, de su economía y de la agonía del orgulloso Partido de los Trabajadores. Hoy están en recesión y a punto de expulsar a su presidenta por corrupción política y falta de visión de futuro.

Chile: En cuanto a Chile, ya habíamos comentado que Bachelet había puesto marcha atrás, pero por la alta participación del cobre en su economía, creíamos que Chile sí era víctima de un shock externo, tal como se plantea para toda la región. Sin embargo, hace solo dos semanas, tuvimos la visita en Lima de Klaus Schmidt-Hebbel (KSH), que nos demostró que Chile no sufría por la caída del cobre, pues los términos de intercambio de su economía, tomando en cuenta la caída del precio del petróleo (son importadores de todo el petróleo que consumen) eran  neutros y afirmó que la parálisis de su crecimiento era “woman-made” (hecha por una mujer): obra de Michelle Bachelet. Según KSH, Chile es víctima de un shock político interno que paró en seco la economía. Ver en Lampadia: Chile sigue ejerciendo su derecho a ser estúpido. Y apreciar el siguiente gráfico: 

Por lo tanto, Chile, el país más expuesto a los precios del cobre, no es víctima de su dependencia en los recursos naturales, sino, como dice el historiador británico Nial Ferguson: “están ejerciendo su derecho de ser estúpidos”.

Perú: Como hemos explicado antes, ver en LampadiaEn el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo, como se puede comprobar en los siguientes gráficos sobre anemia infantil e inversión minera:

La frenada del sector minero fue el inicio de una cadena de eventos intra-sectoriales que determinaron, junto con el desmadre político del último año, el efecto ‘parar para mirar’, que nos precipitó a un crecimiento vergonzoso de 2 a 3 puntos anuales. Ver en Lampadia el siguiente gráfico el estimado de crecimiento del Perú si no hubiéramos parado la inversión minera, según el IPE: El Costo de la Trampa Anti-Minera

El Perú tampoco es víctima de su dependencia de los recursos primarios. El país pudo compensar con mayores volúmenes de producción, los menores precios y seguir aprovechando de los mismos, pues las cotizaciones de los minerales siguen siendo buenas.

Conclusión: El enfriamiento de la región sudamericana no se debe a su dependencia del exterior, ni a los impactos de los precios de los commodities, ni a la desaceleración china. El menor crecimiento de la región se debe a las malas políticas de sus gobiernos, algunas de la cuales estaban ocultas detrás de ingresos extraordinarios, pero su pérdida no prueba el origen del descalabro de sus economías.

No hay FMI ni Banco Mundial, ni reputados analistas económicos que valgan, si no miran con más cuidado y rigor la realidad de la región y se dejan de seguir sembrando mitos que hacen un tremendo daño a una región a la que le urge la creación de riqueza (que en el corto plazo, solo se puede hacer de lo que se tiene), para nivelar sus economías y sus indicadores sociales de cara a la tercera revolución industrial. Esa sí puede entrar como una tromba y hacernos perder el ‘último tren del desarrollo’. Ver en Lampadia: Diálogo sobre la Tecnología y el Futuro.

¿Por qué no leemos estas reflexiones en los medios nacionales y nos dejamos confundir? ¿No tenemos pensamiento crítico? ¿No tenemos interés en el tema? ¿Estamos más ocupados en las trifulcas políticas? Usted dirá querido lector(a). Lampadia




El escándalo en Petrobras pone contra las cuerdas a Rousseff

El escándalo en Petrobras pone contra las cuerdas a Rousseff

Recién reelecta, la presidenta Dilma Rousseff no ha tenido muchos motivos para sonreír. Todo lo contrario. Las malas noticias la cercan. Y no nos referimos solo al pésimo rumbo de la economía brasileña (con una inflación por encima de lo previsto y en recesión técnica de algunos meses), ni porque la caída del precio del petróleo amenaza con golpear aún más al país. Sus preocupaciones se centran en el llamado caso del “Lava Jato” (algo así como lavado de auto, o lavado a chorro) o “Petrolao”. El inmenso escándalo de corrupción destapado en Petrobras, considerado el mayor en la historia de Brasil, por la cantidad y calidad de los funcionarios públicos y privados comprometidos, así como los montos en cuestión.

Según las investigaciones preliminares, entre el 2006 y el 2014, se habrían desviado unos 10,000 millones de reales (US$ 3,850 millones) en sobrefacturación de obras y contratos. Los testimonios del ex director de Abastecimiento de Petrobras, Paulo Roberto Costa y las de Alberto Youssef (un empresario y mediador de la red), las empresas constructoras brasileñas habrían formado un cartel para rotarse contratos con la petrolera estatal, que pagaban un sobreprecio a cambio de la adjudicación de las obras para destinarlo a políticos e intermediarios.

En una declaración colgada en YouTube, se puede escuchar a Costa contar suelto de huesos como las compañías constructoras añadían un 3% al precio de las obras adjudicadas por Petrobras, que terminaba en manos de los a “agentes políticos”, miembros del Partido de Trabajadores (PT), del Partido del Movimiento Democrático y del Partido Progresista (aliados del PT).

Al parecer serían 70 políticos, entre estos, senadores, diputados, gobernadores y altos funcionarios los que estarían implicados. De acuerdo a la revista Veja (la más seria del país), Youssef señaló a las autoridades que tanto Dilma Rousseff como Lula Da Silva estaban al tanto de los hechos. Una situación complicada, pues Rousseff ha sido presidenta de Petrobras antes de llegar al gobierno. La recién reelegida presidenta de Brasil por un pequeñísimo margen, niega haber tenido conocimiento del esquema de corrupción y pide que se investigue a fondo, pero su imagen se halla fuertemente deteriorada. En cambio Lula aún no dice esta boca es mía. Es sensato suponer, que si este escándalo hubiera aparecido en toda su magnitud antes de las elecciones, el presidente sería, hoy día, Aécio Neves.

Lo cierto es que este caso estalló, como recuerda América Economía “cuando el diario O Estado de Sao Paulo indicó que, cuando Dilma Rousseff era integrante del directorio de la estatal, avaló la desastrosa adquisición de la refinería Pasadena, ubicada en Estados Unidos, autorizando a la empresa a cancelar US$360 millones por el 50% de la refinería, siendo que un año antes la compañía belga Astra Oil canceló US$42.5 millones por el mismo activo”.

Las investigaciones están aún en su etapa preliminar y prometen más sorpresas y remezones políticos y empresariales. Sí, este escándalo no solo afecta al Estado, también está golpeando a las más importantes empresas constructoras brasileñas. Ejecutivos, directores y las propias empresas están siendo incluidas en el proceso. Se han ordenado allanamientos, detenciones y se han embargado cuentas de  Odebrecht, Queiroz Galvao, Camargo Correa, Mendes Júnior, OAS, Iesa, UTC Participacoes y Engevix.

Hace unos días El Banco Central brasileño informó que ha embargado unos 47.8 millones de reales (US$19 millones) depositados en las cuentas bancarias personales de 16 ejecutivos detenidos la semana pasada. Mientras que distintos diarios informaban que las oficinas centrales de Odebrecht, Camargo Correa y OAS eran allanadas para decomisar documentación que sería valiosa para el caso.

Entre los afectados destacan Joao Ricardo Auler, presidente do Consejo de Administración de  Camargo Correa; Ildefonso Colares Filho, director de Queiroz Galvão; Sérgio Cunha Mendes, director de Mendes Júnior; y Agenor Franklin Magalhães, director de OAS.

Según la prensa brasileña “algunos de los ejecutivos presos ya admitieron en interrogatorios ante la Policía Federal que pagaron sobornos a funcionarios que formaban parte de la red de corrupción enquistada en Petrobras”.

Sin duda, esta es una pésima noticia para la alicaída economía brasileña, como sostiene América Economía, Odebrecht, Camargo Corrêa, Mendes Júnior, OAS y Queiroz Galvão, todas citadas en las investigaciones de la Policía Federal brasileña, son nombres frecuentes en las licitaciones de infraestructura y concesiones que el gobierno esperaba lanzar para reactivar la economía. Con esta situación, es más que probable que las obras se retrasen y lo que es peor que muchas de ellas, como ordena la Ley, queden inhabilitadas para participar en nuevos procesos públicos por haber incurrido en actos de corrupción.

Quizá por ello Rousseff,  “se adelantó a los hechos este domingo, afirmando que no irá a “demonizar a las constructoras” ni tampoco les pondrá un “timbre”.

Como ha señalado la columnista de Veja, Joice Hasselman. El Petrolao es más que un caso de corrupción ordinaria; es un intento de corromper la democracia. El esquema es el peor y más peligroso tipo de corrupción que existe, porque va más allá de llenar los bolsillos de los corruptos. Por un lado los corruptos (funcionarios) y los corruptores (empresarios) trabajan en conjunto para beneficiarse, pero el dinero de la corrupción va a los partidos, financia sus campañas y la compra las voluntades ciudadanas. “Eso es un ataque directo a la democracia”, señala. Y es cierto. La democracia brasileña está a prueba. La sociedad está indignada, así que muchas cosas tendrán que cambiar en la forma de hacer política y de hacer negocios en Brasil en los próximos meses.

El PT, Lula y Dilma Rousseff, han perdido legitimidad. Ya antes de las elecciones, Sebastião Ferreira (ver en Lampadia (L): Encrucijada brasileña) nos explicó las argucias del partido de gobierno, maniobras que sin duda torcían la voluntad popular. Ya es hora de que Latinoamérica recupere una mejor calidad para sus democracias y nos dejemos de  proteger a los santones de la izquierda, por el solo hecho de presumir orientaciones pro-pobre, que disfrazan detrás de su ideología plagada de “ideas muertas”, como dice Moisés Naím. Lampadia




La reelección de Rousseff y el oscuro porvenir brasileño

La reelección de Rousseff y el oscuro porvenir brasileño

El 26 de octubre, una de las elecciones más inciertas de la historia del Brasil se cerró con un triunfo de la candidata y presidenta, Dilma Rousseff. Por un estrecho margen (51.6% contra 48.3%) se impuso a Aécio Neves, aprovechando todo el peso de los programas sociales y después de que sus publicistas destrozaran la casual candidatura de Marina Silva. Los mercados reaccionaron inmediatamente. La Bolsa abrió con una fuerte caída en el índice Bovespa, que llegó a perder más de 6% en los primeros minutos de la sesión. Las acciones de Petrobras se desplomaron 14% en la Bolsa de Sao Paulo, mientras que sus ADR cayeron más de 15%. El Real (la moneda brasileña) se devaluó 2.71%.

Signos más que evidentes que mostraban el rechazo de los agentes económicos ante los resultados en las urnas. “Brasil decepcionó a los inversores cuando reinstaló a la actual mandataria, Dilma Rousseff, en el sillón presidencial”, dijo el gestor de fondos de inversión Schroders en una nota a clientes. “Las esperanzas de una reforma que resuelva los problemas económicos estructurales de Brasil se han desvanecido, si no destruido”, reseño CNN.

Es cierto, en estos momentos, la economía está en “recesión, la inflación se halla por encima de la meta del Banco Central, las cuentas públicas son poco claras, la deuda pública crece y es más que posible la reducción de su clasificación crediticia, además de un déficit en cuenta corriente que, situado en 3.7% del PBI, es el más amplio desde el 2002 y que está siendo financiado parcialmente por capitales de corto plazo (que es probable que se pongan más nerviosos con el triunfo de Rousseff)”, señala The Economist.

Si bien con Rousseff se agravó la situación económica, los problemas de Brasil “se inician con el ingreso de Lula y el quiebre de las políticas que dejó el  gobierno de Henrique Cardoso, que puso la casa en orden. Lula da Silva llevó al país hacia el proteccionismo y el asistencialismo. Cooptó a sus opositores y convivió con altísimos niveles de corrupción gubernamental”. Ver en Lampadia (L): La caída de un gigante crea incertidumbre en la región y Luces y sombras de la visita de Lula al Perú.

Dilma Rousseff exacerbó las políticas de Lula, manteniendo bajo el precio del petróleo y el diésel y subvencionando la electricidad. También, otorgó beneficios fiscales a varias industrias para intentar apuntalar el crecimiento. Lo que ha provocado esta política es crear incertidumbre, llevando la tasa de inversión a 18.3% del PBI, su mínimo en cuatro años, mientras que la tasa de ahorro se ubicó en 12.7%, la más baja en los últimos 15 años (en el Perú, la inversión llegó al 28% del PBI el 2013 y la tasa de ahorro a 23.8%)”. Ver en L: La caída de un gigante crea incertidumbre en la región.

Esta situación se ve reflejada en el costo de vida. Vivir en Brasil es carísimo. Los principales electrodomésticos y automóviles cuestan por lo menos 50% más que en otros países. ¡Un auto hecho en Brasil cuesta 45% menos en México! El índice Big Mac de The Economist registra que un nivel de precios 72% mayor que la base de EEUU. Una de las causas del alto costo de vida es el sobrevaluado real (la moneda brasilera); no obstante, el problema de competitividad de Brasil tiene causas mucho más profundas que su tipo de cambio, asevera The Economist. Ver en L: Brasil sin rumbo, ni brújula.

Esta situación, después de la gran ilusión del despegue de Brasil, explica el descontento mayoritario de su clase media que exige mejores servicios, mejor calidad de vida y menos corrupción. Sus protestas hicieron tambalear el gobierno de Rousseff el 2013 y amenazaron con malograr el Mundial de Fútbol, pero el mayor susto se lo dieron sin duda las urnas.

Para ganar Rousseff tuvo que apelar a malas artes. Según The Economist, la reelección se debió a “las ventajas de candidatear por la reelección, la formidable máquina logística del PT y su dinero (al parecer, algo fue robado de la petrolera estatal Petrobras), así como la estrecha cercanía de Lula con el pueblo, se sumaron para inclinar la campaña a favor de Roussef”. Además, se recurrió, siguiendo la receta del populismo izquierdista, a la división social para obtener votos. Tal y como ha denunciado el ex presidente Fernando Henrique Cardoso: “Hicieron la tentativa de partir la nación por clase social, por color o por región. Y eso no es aceptable”, señaló.

Al final de cuentas, el mapa electoral demostró que esa campaña sucia surtió efecto de alguna manera. El país se dividió. Los Estados norteños, los de mayor pobreza y que más apoyo social reciben votaron por el PT. Los del Sur, los de mejores ingresos y más modernos, se inclinaron por Neves.

Estos son ahora los retos de Rousseff: reunificar a un país polarizado y efectuar una auténtica reforma económica que saque al país del estancamiento y la recesión. Como indica The Economist, “su principal tarea será arreglar la economía y, para ello, necesita nombrar un ministro de Finanzas competente y dejarle hacer su trabajo sin interferencias del palacio presidencial, redoblar sus tímidos esfuerzos para atraer inversión privada en infraestructuras e intentar una reforma tributaria [que baje la gravosa presión tributaria]”.

También deberá realizar reformas políticas y sobre todo enfrentar la galopante corrupción. El escándalo de Petrobras seguramente afectará al PT y a ella misma. Pero el mayor peligro para la democracia brasileña será contener los ímpetus radicales de su partido que desean seguir el camino del chavismo: controlar los medios de comunicación y el Poder Judicial. En un país polarizado esa ruta puede llevar a un escenario impredesible.

Al Perú, obviamente le conviene que Brasil retome la sensatez. Que rectifique el rumbo económico y que salga del proteccionismo y evada la tentación albista. El 5.2% del stock de la Inversión Extranjera Directa (IED) del Perú proviene de nuestro vecino. Nuestras exportaciones han crecido sostenidamente desde el 2009 y se han más que triplicado de un poco más de 500 millones de dólares, hoy superan los 1,700 millones. Logrados con grandes dificultades y muy por debajo de nuestro potencial exportador, debido al anacrónico y desleal proteccionismo.

Es vital que Brasil tenga una mejor performance, pero dados los antecedentes del PT, será difícil que enderecen el rumbo económico, reduzcan su atávico proteccionismo, abandonen el asistencialismo y se alejen de la hipócrita política exterior de padrinazgo del albismo. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde. Lampadia




Petrobras en problemas, según nota del Financial Times

Petrobras en problemas, según nota del Financial Times

Comentario de Lampadia

Mientras México se libera del monopolio petrolero estatal, Brasil se aferra a la ´caja chica´ del gobierno del PT (el Partido de los Trabajadores, liderado por Lula) Petrobras. Esta empresano ha logrado desarrollar su proyecto de aguas profundas debajo de las duras capas de sal, y ha tenido que abandonar una serie de inversiones en el exterior (como en el caso del Perú), para concentrar sus disminuidas capacidades en Brasil.

Petrobras, como tantas compañías petroleras estatales (modelo y aspiración de nuestra izquierda tradicional), sigue cayendo en los insondables abismos de la corrupción. Una empresa que por algún tiempo prestigió al partido de gobierno brasileño, puede ahora terminar de hundirlo en el rechazo popular.

Petrobras de Brasil: alquitranado por la corrupción

Publicado por el Financial Times el 10 de Agosto, 2014. Traducido, compendiado y adaptado por Lampadia.

Una investigación a la empresa petrolera estatal ha empañado la reputación de los políticos.

Después de años de negociaciones, supuestamente secretas, las personas en el corazón de lo que seríael mayor caso de corrupción de Brasil,cometieron un error.

En mayo de 2013, Alberto Youssef,un convicto distribuidor de dinero en el mercado negro,le compró, a través de terceros,un auto de lujo a su amigo y presunto cómplice, Paulo Roberto Costa, un ex ejecutivo de la estatal petrolera brasileña.

La policía federal irrumpió en la casa del señor Costa, confiscando el vehículo y más de medio millón de dólares en efectivo. Los fiscales alegan que la corrupción asciende a más de mil millones de reales brasileños en contratos inflados.

Los brasileños están consternados con las acusaciones de que los delincuentes habrían infiltrado Petrobras, la empresa más grande de su país, un icono nacional y líder global en la ultra exploración petrolera en aguas profundas.

“Este escándalo ha contribuido en gran medida a la caída de la popularidad del presidente”, dice el senador Álvaro Días. Más allá de la política partidista, sin embargo, la polémica ha puesto en relieve lo que los analistas dicen que es una falla peligrosa en las instituciones nacionales de Brasil: la facilidad con la que los políticos son capaces de utilizar empresas estatales como fuente de fondos para campañas ilícitas. [Recordemos lo que los peruanos pensamos de la ´caja chica´ de Petroperú]

El proyecto de Petrobras que se encuentra en el centro del escándalo que involucra a Costa y a Youssef es una refinería cerca de Abreu e Lima, en el noreste de Brasil.

En el 2006, cuando se inició la construcción del proyecto, el ex presidente Lula da Silva, antecesor y mentor de Rousseff, fue fotografiado con el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez [su ahijado político], dándose la mano en la zona.

De un presupuesto original de US$ 2.5 mil millones, el costo de la refinería de 230,000 barriles por día se elevó a US$ 20 mil millones, o US$ 87,000 por barril de capacidad de refinación. Esto la convierte en una de las más caras jamás construidas, según los analistas. El costo promedio internacional está entre US$ 13,000 y 39,000, estima Credit Suisse.

A pesar de ser una compañía que cotiza en Bolsa, Petrobras sigue manejada por el gobierno brasileño y siempre se ha politizado. Pero los ejecutivos petroleros dicen que el señor Lula da Silva y sus aliados profundizaron las malas prácticas, asignando un mayor número de puestos de responsabilidad a políticos.”El PT vio. . . que Petrobras podría ser un gran instrumento para preservar el poder “, dice Adriano Pires, un reputado investigador.

El PT rechaza tales argumentos, diciendo que es sólo la oposiciónla que contamina irresponsablemente la reputación de Petrobras.

Alrededor del 2006 fue que Petrobras se embarcó en una serie de transacciones que son ahora objeto de investigaciones por corrupción. En el proceso, la policía descubrió operaciones fraudulentas cometidas entre 2009 y 2013, al parecer por Youssef y Costa, de Petrobras. Costa fue nombrado director de suministros de combustibles de Petrobras en el 2004 y se convirtió en el ejecutivo responsable de las refinerías en el 2008.

Estos dos, a su vez, pagaron 26 millones de Reales a una supuesta empresa fantasma (MO Consultoría), controlada por Youssef, y otras sumas no reveladas a otra de sus presuntasempresas fantasmas  (GFD).

Los fiscales alegan que la evidencia incautada a Costa indica que negoció con los contratistas de Petrobras para hacer donaciones políticas.Sus abogados dijeron que las acusaciones de los fiscales son “suposiciones” sin fundamento. “Los criterios adoptados por la fiscalía son discutibles y esto se aclarará según avance el caso.” Youseff también niega las acusaciones, expresaron sus abogados.

Políticos del PT dijeron que era muy pronto para sacar conclusiones sobre las donaciones políticas. Señalaron que el problema de Petrobras es su independencia comercial y capacidad para adjudicar contratos sin licitaciones públicas que se requerirían en un ministerio. El congresista Marco Maia afirmó que los legisladores podrían revisar los procesos de adquisición de Petrobras para que sean más responsables.

“Petrobras seguirá siendo una fuente negativa de noticias para ella [Rousseff] durante las elecciones, pero el factor clave de riesgo para ella es el debilitamiento de la economía”, dice el consultor João Augusto de Castro Neves.

Una ley más dura contra la corrupción podría ayudar,pero la vigilancia de su cumplimiento  será de vital importancia.

Un hombre que parecía entender el problema de la corrupción endémica era elpropio Costa. En un cuaderno incautado ensu casa por la policía, anotó una cita de MillôrFernandes, el escritor brasileño que capturó el cinismo que muchos sienten acerca de la política del país.

“La erradicación de la corrupción es el objetivo final de los que aún no han llegado al poder”, garabateó.