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¿La desigualdad ha aumentado en los países ricos?

¿La desigualdad ha aumentado en los países ricos?

La desigualdad se ha tornado un tema recurrente en la clase política de los países desarrollados en los últimos años desde que el discurso antiglobalización empezó a calar en el electorado de importantes países de Occidente como EEUU con el ascenso de Trump y la misma UE con el surgimiento de las derechas euroescépticas y la persistencia de las izquierdas más radicales.

Así se empezó a cimentar un discurso, que no necesariamente se condecía con la evidencia (ver Lampadia: Trampa ideológica, política y académica), de que el libre comercio y la libre movilidad de personas había introducido grandes desigualdades tanto en los ingresos como de la riqueza al interior de estos países y que era necesario que el Estado redistribuya al respecto para no volver insostenible al sistema.

Hoy en día esta narrativa se ha importado también a América Latina, pero conceptualizando a otro enemigo que ni sus detractores  saben a ciencia cierta qué es lo que significa: el neoliberalismo. Tal ha sido la penetración de dicho discurso que ha llegado a levantar a las masas a acciones sumamente violentas que involucran la destrucción de infraestructura privada, como es el caso de Chile.

Pero, ¿qué tan cierta es esa premisa de que la desigualdad económica en los países ricos se ha incrementado en los últimos 30 años, que es cuando se empezaron a visualizar plenamente las reformas de mercado implementadas en el mundo occidental?

Un reciente artículo publicado por The Economist y que compartimos líneas abajo brinda evidencia sobre la veracidad de ciertos mitos o pilares sobre los cuales se erige ese argumento, analizando datos de EEUU, pero con limitada evidencia para el caso de la UE.

Como se puede desprender de este análisis, la evidencia no es concluyente respecto a que haya habido una alta concentración de riqueza en determinados grupos sociales como que tampoco es cierto que las clases medias no hayan experimentado un notable crecimiento  de sus ingresos en las últimas décadas. Esto reconfirma también la tesis que sostuvimos en Lampadia: Cuidado en el manejo de las cifras, de que en realidad los ingresos de que realizando ciertos ajustes a los ingresos familiares promedio en EEUU tomando en cuenta el tamaño de los hogares, las transferencias e impuestos, se tiene que dichos ingresos aumentaron en un 51% entre 1979 y 2014.

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

Asimismo, el artículo incide en que los otros tipos de desigualdades como las de servicios públicos, no han sido producto tampoco de un capitalismo que no funciona sino de una mala provisión de recursos púbicos que provee el Estado en los campos de la salud y la educación, por ejemplo.

Es imperativo que este tipo de análisis se difundan con mayor frecuencia para rebatir la justificación que dan ciertos grupos políticos para generar mayor redistribución del ingreso, lo cual implica necesariamente mayor inserción del Estado en la vida económica de las personas, a través de la mayor carga impositiva. Lampadia

Igualitarismo
La desigualdad podría ser menor de lo que piensas

Pero hay mucho por hacer para que las economías sean más justas

The Economist
28 de noviembre, 2019
Traducido y comentado por Lampadia

Incluso en un mundo de polarización, noticias falsas y redes sociales, algunas creencias siguen siendo universales y centrales en la política actual. Ninguna es más influyente que la idea de que la desigualdad ha aumentado en el mundo rico. La gente lo lee en los periódicos, lo escuchan sus políticos y lo sienten en su vida cotidiana. Esta creencia motiva a los populistas, quienes dicen que las élites metropolitanas egoístas han alejado la oportunidad de la gente común. Ha brindado ayuda a la izquierda, que propone formas cada vez más radicales de redistribuir la riqueza. Y ha causado alarma entre los empresarios, muchos de los cuales ahora afirman perseguir un propósito social superior, para que no se les vea suscribirse a un modelo de capitalismo que todos saben que ha fallado.

En muchos sentidos, el fracaso es real. Las oportunidades son restringidas. El costo de la educación universitaria en EEUU se ha disparado más allá del alcance de muchas familias. En todo el mundo rico, a medida que los alquileres y los precios de las viviendas se han disparado, se ha vuelto más difícil permitirse el lujo de vivir en las ciudades exitosas que contienen la mayor cantidad de empleos. Mientras tanto, la oxidación de las viejas industrias ha concentrado la pobreza en ciudades y pueblos particulares, creando focos de privación muy visibles. Según algunas medidas, las desigualdades en salud y esperanza de vida están empeorando.

Sin embargo, precisamente porque la idea de la desigualdad creciente se ha convertido en una creencia casi universal, recibe muy poco escrutinio. Eso es un error, porque los cuatro pilares empíricos sobre los que descansa el templo, que no se trata de vivienda o geografía, sino de ingresos y riqueza, no son tan firmes como podría pensarse. Estos cuatro pilares están siendo sacudidos por una nueva investigación.

Considere, en primer lugar, la afirmación de que el 1% superior de los trabajadores se ha separado de todos los demás en las últimas décadas, que se apoderó después del movimiento “Occupy Wall Street” en 2011. Esto siempre fue difícil de probar fuera de EEUU. En Gran Bretaña, la proporción del ingreso del 1% superior no es mayor que a mediados de la década de 1990, después de ajustar los impuestos y las transferencias gubernamentales. E incluso en EEUU, los datos oficiales sugieren que la misma medida aumentó hasta 2000 y desde entonces ha sido volátil en torno a una tendencia plana. Se olvida fácilmente que EEUU ha implementado varias políticas en las últimas décadas que han reducido la desigualdad, como la expansión de Medicaid, seguro de salud financiado por el gobierno para los pobres, en 2014.

Ahora, algunos economistas han vuelto a analizar las cifras y han concluido que la participación en el ingreso del 1% superior en EEUU puede haber cambiado poco desde 1960. Argumentan que los investigadores anteriores manejaron mal los datos de devolución de impuestos que arrojan estimaciones de desigualdad. Es posible que los resultados anteriores no hayan tenido en cuenta la caída de las tasas de matrimonio entre los pobres, que dividen los ingresos en torno a más hogares, pero no a más personas. Y una mayor parte de las ganancias corporativas puede fluir a las personas de clase media de lo que se había dado cuenta anteriormente, porque poseen acciones a través de fondos de pensiones. En 1960, las cuentas de jubilación poseían solo el 4% de las acciones estadounidenses; para 2015 la cifra era del 50%.

El segundo pilar tambaleante es la afirmación relacionada de que los ingresos y salarios de los hogares se han estancado a largo plazo. Las estimaciones del crecimiento del ingreso medio ajustado por la inflación en EEUU en 1979-2014 van desde una caída del 8% a un aumento del 51%, y los partidarios tienden a elegir una cifra que cuente una historia conveniente. La gran variación refleja las diferencias en cómo se trata la inflación, las transferencias del gobierno y la definición de un hogar, pero las cifras más bajas son difíciles de creer. Si argumenta que los ingresos se han reducido, también debe afirmar que el valor de cuatro décadas de innovación en bienes y servicios, desde teléfonos móviles y transmisión de video hasta estatinas para reducir el colesterol, no ha mejorado la vida de las personas de ingresos medios. Eso simplemente no es creíble.

En tercer lugar, está la noción de que el capital ha triunfado sobre la mano de obra, ya que las empresas despiadadas, propiedad de los ricos, han explotado a sus trabajadores, han trasladado sus empleos a las fábricas extranjeras y automatizadas.

Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que la disminución de la fortuna del trabajo se explica en la mayoría de los países ricos por retornos exorbitantes para los propietarios, no magnates. Despojar a la vivienda y las ganancias de los trabajadores por cuenta propia (que son difíciles de dividir entre el capital y el ingreso laboral), y en la mayoría de los países, la participación laboral no ha disminuido. EEUU desde 2000 es una excepción. Pero eso refleja un fracaso de la regulación, no una falla fundamental en el capitalismo. Los reguladores y tribunales antimonopolio estadounidenses han sido imperdonablemente laxos, permitiendo que algunas industrias se concentren demasiado. Esto ha permitido que algunas empresas saqueen a sus clientes y obtengan ganancias anormalmente altas.

El último pilar es que las desigualdades de riqueza (los activos que posee la gente, menos sus pasivos) se han disparado. Nuevamente, esto siempre ha sido más difícil de probar en Europa que en EEUU. En Dinamarca, uno de los pocos lugares con datos detallados, la participación en la riqueza del 1% superior no ha aumentado en tres décadas. Por el contrario, pocos niegan que los estadounidenses más ricos hayan salido corriendo. Pero incluso aquí, la riqueza es endiabladamente difícil de estimar.

No tan ricas cosechas

La campaña de Elizabeth Warren, una candidata presidencial demócrata, estima que la proporción de riqueza que posee el 0.1% de los estadounidenses más ricos aumentó del 7% en 1978 al 22% en 2012. Pero una estimación reciente plausible sugiere que el aumento es solo la mitad de grande como esta (Para los entendidos, la diferencia radica en el factor por el cual se aumenta la riqueza de los inversores del ingreso de capital que informan al recaudador de impuestos.). Esta imprecisión es un problema para los políticos, incluidos Warren y Bernie Sanders, que quieren impuestos sobre la riqueza, ya que pueden recaudar menos ingresos de lo que esperan.

El hecho de que se hagan afirmaciones dudosas sobre la desigualdad no reduce la urgencia de abordar la injusticia económica. Pero sí exige garantizar que los supuestos en los que se basan las políticas sean precisos. Aquellos, como el Partido Laborista de Gran Bretaña, que favorecen la redistribución radical de los ingresos y la riqueza, deben asegurarse de que la desigualdad sea tan alta como creen que es, especialmente cuando sus políticas conllevan costos impositivos como disuadir la toma de riesgos y la inversión. Según una estimación, el impuesto a la riqueza de Warren dejaría a la economía de EEUU un 2% más pequeña después de una década.

Hasta que se resuelvan estos debates, sería mejor que los formuladores de políticas se apeguen a un terreno más sólido. Los mercados de vivienda del mundo rico están privando a los jóvenes trabajadores de dinero y oportunidades; se necesita más construcción en los lugares que ofrecen empleos atractivos. La economía de EEUU necesita una revolución en la aplicación de las leyes antimonopolio para revitalizar la competencia. E independientemente de las tendencias en la desigualdad, demasiados trabajadores de altos ingresos, incluidos médicos, abogados y banqueros, están protegidos de la competencia mediante regulaciones y licencias innecesarias, y restricciones sin sentido a la inmigración altamente calificada, las cuales deben ser liberadas.

Tal agenda requeriría que los gobiernos asuman nimbys y grupos de presión corporativos. Pero reduciría la desigualdad e impulsaría el crecimiento. Y sus beneficios no dependen de un conjunto de creencias sobre el ingreso y la riqueza que aún podrían resultar erróneas. Lampadia




Auge de empleo en países ricos

Como hemos venido mostrando insistentemente en diversas publicaciones (ver Lampadia¿Se recupera el Capitalismo? – EEUU: Crecen salarios de los menos remuneradosCuidados en el manejo de cifras de pobreza,  Retomemos el libre comercioOtra mirada al mito de la desigualdad) los “supuestos” males de la globalización y del libre comercio en los países ricos – que se condicen con incrementos de la desigualdad y estancamientos de los ingresos de la clase media – no son tales si se confrontan con los datos de los hogares, dejando entrever más bien un enorme progreso en la calidad de vida global gracias a ambos procesos de desarrollo, enmarcados en un sistema capitalista.

Por ejemplo, en EEUU – país en el que esta discusión estuvo en boga en las últimas elecciones presidenciales – los ingresos reales promedio de los hogares – ajustados ya no solo por el IPC, sino también por el tamaño de los hogares, transferencias, impuestos, entre otros factores – experimentaron un incremento del 51% entre 1979 y 2014. Veamos.

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

Fuentes: Oficina del Censo; CBO; BLS; BEA; NBER; The Economist

En esta línea, queremos compartir un reciente artículo escrito por The Economist (ver artículo líneas abajo) que reconfirma esta tendencia de bienestar producida por el sistema capitalista en los países desarrollados, ahora, en el campo del empleo.

Como señala The Economist, Gracias al auge del empleo, el desempleo, que una vez fue el tema central de la economía política, prácticamente ha desaparecido del panorama político en muchos países”.

A la luz de estos resultados en los países de altos ingresos, los hacedores de política de nuestra región deberían profundizar más en reformas de mercado, de manera que los beneficios del capitalismo, la globalización y el libre comercio puedan ser también aprovechados por los trabajadores. Nosotros seguiremos defendiendo dichos procesos con mucho ahínco. Lampadia

El mundo rico está disfrutando de un boom de empleo sin precedentes

Los críticos del capitalismo aún no se han dado cuenta

The Economist
23 de mayo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

Todos dicen que el trabajo es miserable. Los trabajadores de hoy, si tienen la suerte de escapar de la economía gig y tienen un trabajo real, han perdido el control sobre sus vidas. Están mal pagados y explotados por jefes inescrupulosos. Y se enfrentan a un futuro precario, ya que las máquinas amenazan con dejarlos sin empleo.

Hay un solo problema con esta imagen sombría: está en desacuerdo con la realidad. La mayoría del mundo rico está disfrutando de un auge de empleos con un alcance sin precedentes. No solo el trabajo es abundante, sino que también está, en promedio, mejorando. El capitalismo está mejorando el grupo de trabajadores más rápido de lo que lo ha hecho en años, a medida que los mercados laborales restringidos aumentan su poder de negociación. El zeitgeist ha perdido contacto con los datos.

Solo el trabajo

En EEUU, la tasa de desempleo es solo del 3.6%, la tasa más baja en medio siglo. Menos apreciada es la abundancia de empleos en la mayor parte del mundo rico.

  • Dos tercios de los miembros de la OCDE, un club de países en su mayoría ricos, disfrutan de un empleo récord entre los jóvenes de 15 a 64 años.
  • En Japón, el 77% de este grupo tiene un empleo, seis puntos porcentuales más en seis años.
  • Este año los británicos trabajarán un récord de 350,000 millones de horas al mes.
  • Alemania está disfrutando de una bonanza de ingresos fiscales luego de un aumento en el tamaño de su fuerza laboral.
  • Incluso en Francia, España e Italia, donde el desempleo sigue siendo relativamente alto, el empleo en edad laboral está cerca o sobrepasa los niveles de 2005.

El auge del empleo en el mundo rico es en parte cíclico – el resultado de una década de estímulo económico y recuperación desde la gran recesión. Pero también refleja los cambios estructurales. Las poblaciones son cada vez más educadas. Los sitios web son eficientes para emparejar vacantes y solicitantes calificados. Y cada vez más mujeres trabajan. De hecho, las mujeres representan casi todo el crecimiento de la tasa de empleo en el mundo rico desde 2007. Eso tiene algo que ver con las políticas a favor de la familia en Europa, pero desde 2015 la tendencia también se encuentra en Estados Unidos. Por último, las reformas a los programas de bienestar, tanto para hacerlos menos generosos como para fortalecer las pruebas de elegibilidad, parecen haber alentado a las personas a buscar trabajo.

Gracias al auge del empleo, el desempleo, que una vez fue el tema central de la economía política, prácticamente ha desaparecido del panorama político en muchos países. Ha sido reemplazado por una serie de quejas sobre la calidad y la dirección del trabajo. Estos son menos tangibles y más difíciles de juzgar que las estadísticas de empleo. Las más importantes son que la automatización está destruyendo oportunidades y que el trabajo, aunque abundante, es de baja calidad y precario. “Nuestro mercado laboral se está convirtiendo en un mar de inseguridad”, dice Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico.

Nuevamente, la realidad difiere. En la fabricación, las máquinas han reemplazado a los trabajadores durante décadas. Esto parece haber contribuido a un bolsillo de desempleo persistente entre los hombres estadounidenses. Pero a lo largo de la OCDE como un todo, un apocalipsis de trabajos realizado por máquinas y algoritmos, muy temido en Silicon Valley, no se ve por ninguna parte. Una mayor proporción de personas con solo una educación secundaria o menos está trabajando ahora que en 2000.

También es cierto que los empleos de cualificación media se están volviendo más difíciles de encontrar a medida que cambia la estructura de la economía, y a medida que se expande el sector de servicios, incluida la economía gig. Para el 2026, EEUU tendrá más cuidadores que secretarios, según las proyecciones oficiales. Sin embargo, a medida que los mercados laborales se vacían, se crean más empleos altamente calificados que los menores. Mientras tanto, el trabajo de bajo nivel se está pagando mejor, en parte debido a los salarios mínimos más altos. En todo el mundo rico, los salarios por debajo de dos tercios de la mediana nacional son cada vez más escasos, no más comunes.

En cuanto a la precariedad, en EEUU los empleos a tiempo completo representaron la misma proporción de empleo en 2017 que en 2005. La economía gig representa solo alrededor del 1% de los empleos allí. En Francia, a pesar de las reformas recientes para hacer que los mercados laborales sean más flexibles, la proporción de nuevas contrataciones otorgadas a contratos permanentes recientemente alcanzó un máximo histórico. El trabajo verdaderamente precario se encuentra en países del sur de Europa como Italia, y no se puede culpar a los empleadores explotadores ni a la tecnología moderna. El culpable es una ley pasada de moda que sutura los mercados laborales, y excluye a los trabajadores jóvenes para mantener a los empleados internos en trabajos cómodos.

En otros lugares, los beneficios derivados de un trabajo abundante se están volviendo claros. A medida que las empresas compiten por los trabajadores en lugar de los trabajadores por los puestos de trabajo, el aumento del salario promedio está aumentando, aumentando la participación de los trabajadores en el pastel, aunque no tan rápido como podría haber sugerido la extensión del auge. Los apretados mercados laborales llevan a las empresas a buscar empleados en grupos desatendidos, incluso entre ex convictos, y a impulsar la capacitación en medio de la escasez de habilidades. Los expertos estadounidenses se preocuparon durante años sobre cómo ajustar las listas de beneficios por discapacidad. Ahora el caliente mercado laboral lo está haciendo por ellos. De hecho, una atracción del auge del empleo es su potencial para ayudar a resolver los males sociales sin que los gobiernos tengan que hacer o gastar mucho.

No obstante, los políticos tienen lecciones que aprender. Los economistas han vuelto a ser humildes. Constantemente han subestimado el empleo potencial, lo que lleva a una política monetaria y fiscal dudosa. Del mismo modo que su perspectiva optimista sobre las finanzas en la década de 2000 contribuyó a la crisis, su pesimismo erróneo sobre el potencial de crecimiento del empleo en la década de 2010 ha frenado innecesariamente la recuperación.

La izquierda debe aceptar que muchas de las críticas con las que califican al capitalismo no se ajustan a los hechos. La vida en el fondo del mercado laboral no es feliz, ni mucho menos. Sin embargo, la gran cantidad de trabajadores está mejorando y los primeros empleos son una plataforma de lanzamiento mucho mejor para algo superior al desempleo. Si no se reconoce esto, se producirá una intervención gubernamental que, en el mejor de los casos, es innecesaria y, en el peor, pone en peligro el progreso reciente. El auge del empleo parece estar en parte debido a las reformas de asistencia social a las que personas como Corbyn se han opuesto enérgicamente.

La derecha debe reconocer que los empleos se han disparado sin la hoguera de las regulaciones que típicamente forman su política de mercado laboral. De hecho, las normas del mercado laboral están proliferando. Y aunque el jurado está deliberando sobre si el aumento de los salarios mínimos está perjudicando a algunos grupos, como los jóvenes, no están haciendo un daño que sea lo suficientemente grande como para aparecer en el agregado.

El auge del empleo no durará para siempre. Eventualmente, una recesión lo matará. Mientras tanto, merece un poco de agradecimiento. Lampadia




7 ensayos sobre la prosperidad

Los titulares son cada vez más pesimistas, sin embargo, un creciente grupo de influyentes pensadores, que recurren a información sobre los grandes procesos que conforman la vida en el planeta, demuestran, una y otra vez, que la humanidad nunca ha estado tan bien, y solo nuestro pesimismo nos frena de reconocer la realidad y sumarnos a la gesta de la prosperidad, que solo podemos emprender desde el reconocimiento de la realidad y de nuestras capacidades.

A fines del año 2016, cualquiera que haya estado escuchando las noticias probablemente sintió un profundo pesimismo. Naturalmente, el Brexit y la elección de Donald Trump se ceñían sobre muchos. Además, nos deprimimos por la situación en Siria; por la muerte de miles de migrantes en el Mediterráneo; por las pruebas de misiles de Corea del Norte, los ataques terroristas en Niza, Bélgica, Florida, Pakistán y otros lugares, los tiroteos en las escuelas de EEUU, o por el espectro del cambio climático, que nos acecha. Y pocos titulares brindan alguna razón para pensar en los temas más positivos.

Los analistas que nos permiten presentar estos ‘7 Ensayos sobre la Prosperidad’, líderes globales en diversos aspectos, son, gracias a Dios, inmunes a la oscuridad que cotidianamente nos embarga desde la política y los medios de comunicación. Cada uno de los personajes que hemos seleccionado, nos demuestra que la verdad es que nunca ha habido menos hambre, mejor salud y mayor prosperidad: alimentos, pobreza, saneamiento, esperanza de vida, mortalidad infantil, todos estos indicadores y más, han mejorado dramáticamente cada año para una clara mayoría de personas en todo el mundo.

La mejora de la humanidad puede expresarse en términos de crecimiento económico, pero su expresión va mucho más allá. La siguiente lámina nos muestra como, desde 1950, prácticamente todos los países del mundo, han transitado a un estadío de mayores ingresos y de mayor esperanza de vida, que resume muchos aspectos de las condiciones sociales en un solo indicador de los ciudadanos del mundo.

En general, el mundo está mejorando. Esta no es una visión ingenuamente optimista; está respaldada por datos. Por ejemplo, si analizamos la cantidad de niños que mueren antes de su quinto cumpleaños, desde 1990, esa cifra se ha reducido a la mitad. Eso significa que 122 millones de niños se han salvado en el último cuarto de siglo.

Entonces, ¿por qué parece que el mundo está en declive? En parte, se debe a la naturaleza de la cobertura de noticias. Las malas noticias llegan como drama, suceden de pronto, mientras que las buenas noticias son incrementales, son procesos, y no se las consideran de interés periodístico. Es de la naturaleza humana enfocarse en lo malo (peligros) que en lo bueno.

Como afirma Steven Pinker (ver líneas abajo): “La naturaleza humana tiene un sesgo negativo. Somos especialmente sensibles a las pérdidas. Nos interesan más las noticias malas que las buenas. Nos afectan más las críticas de lo que nos animan los elogios. Existen más palabras negativas que positivas. Estamos pendientes de lo que pueda ir mal.”

Vivimos en la época más emocionante de nuestra historia. A medida que avanzamos hacia este futuro, vamos a estar alterando muchas industrias y creando más oportunidades de desarrollo. Para lograrlo, debemos generar la mayor cantidad posible de riqueza en el menor plazo posible e invertir todo lo que podamos en educación, capacitación, innovación y salud.

Para esto, tenemos que eliminar la incompatibilidad actual ente el pensamiento lineal de los políticos actuales y el pensamiento exponencial de los grandes emprendedores que surgen todos los días, y así aprovechar las infinitas oportunidades que nos ayuden a lograr un crecimiento duradero, que financie la agenda social y de gobierno y que genere buen empleo y buenos ingresos para todos los peruanos.

Por eso, en Lampadia queremos destacar los aportes al pensamiento humano de siete personas que mantienen una visión optimista del mundo. Como alguien dijo: “El optimista no es el que cree que los dioses se encargarán de que las cosas salgan bien. El optimista es el ser dispuesto a la acción”.

Nuestra intensión es que podamos salir de esa sensación de incapacidad que nos embarga, y que podamos apostar por una visión positiva de futuro en la que, en nuestro caso, todos los peruanos podamos tener las mismas oportunidades de bienestar. Estos ensayos deben incentivarnos a emprender la ‘Gesta de la Prosperidad’.

El pensamiento de 7 optimistas informados:

        I.            Steven Pinker

Es fácil mirar alrededor y concluir que, aparentemente, todo es horrible, que el mundo se está volviendo menos seguro y más caótico. Sin embargo, Steven Pinker, psicólogo de Harvard, que acaba de publicar una suerte de ‘manifiesto de la prosperidad’, Enlightment Now: The Case for Reason, Science, Humanism, and Progress (Ilustración ahora: El caso de la Razón, Ciencia, Humanismo y Progreso), ha estado discutiendo durante años que esto es una ilusión. En uno de sus libros anteriores, The Better Angels of our Nature, analizó la data y mostró que la violencia ha disminuido constantemente a lo largo de la historia de la humanidad, y que la edad actual es, de hecho, la más segura que hayamos visto.

En su libro, Enlightenment Now, enfatiza este argumento. Pinker hace zoom hacia atrás y examina el “panorama general del progreso humano” desde finales del siglo 18, justo en el momento de la época de la Ilustración. Esto es, básicamente, el período en el que el espíritu de la ciencia explotó en el mundo occidental.

Pinker ofrece datos objetivos y, por tanto, los argumentos para defender un orden de democracia, ley y libertad. Las instituciones democráticas liberales han sido determinantes en el impresionante progreso de la condición humana. Y, como afirma el escritor, la cultura política e intelectual lo oculta. “Porque los progresistas detestan el progreso. Hoy lo que define la percepción del mundo son los titulares y las anécdotas en lugar de los datos y las tendencias. Y además hay una equiparación absurda entre el pesimismo y la sofisticación. Los pesimistas son considerados más serios y moralmente superiores. Tienen prestigio intelectual”.

Pinker destaca los datos sobre educación, alfabetización, riqueza y longevidad para presentar el caso más amplio de que la vida, en general, está mejorando. Así rebate los argumentos distópicos sobre los peligros de la tecnología, especialmente de la inteligencia artificial.

Leer en Lampadia: “Los progresistas detestan el progreso

        II.            Jordan Peterson

Peterson es autor de libros y cientista político, ex profesor adjunto de Harvard y titular en la Universidad de Toronto, Canadá. Su formación es como psicólogo clínico, famoso por grabar sus clases, enfrentarse a la idea del feminismo como motor de la sociedad y atacar a “la izquierda radical”, a quien compara con Mao Tse Tung en medio de discusiones que tienen lugar en el aula. 

Peterson es más que un provocador: viene enfrentando lo que llama “la corrección política” desde los años noventa. Su último libro “12 Rules for Life: An Antidote to Chaos”, propone y comenta una serie de reglas para vivir decentemente. Entre las reglas que propone encontramos desde las clásicas “Siéntate recto y con los hombros hacia atrás” o “Di la verdad… o, al menos, no mientas”, hasta las más rompedoras como “No molestes a los niños mientras practican skate”, pero sobre todo las que destilan puro sentido común, como “Hazte amigo de personas que quieran lo mejor para ti”, “Pon en orden tu casa antes de criticar el mundo” o “Asume que la persona a quien estás escuchando puede saber algo que tú desconoces”.

12 Reglas para la vida. El antídoto del caos

  1. Párese derecho con los hombros hacia atrás
  2. Trátese como si usted fuera alguien a quien tiene la responsabilidad de ayudar
  3. Hagase amigo de personas que quieren lo mejor para usted
  4. Compárese con lo que usted fue ayer, no con lo que otra persona es hoy
  5. No permita que sus hijos hagan nada que le haga odiarlos
  6. Antes de criticar al mundo, ponga su casa en orden perfecto
  7. Persiga lo que es significativo (no lo que es conveniente)
  8. Diga la verdad – o, al menos, no mienta
  9. Suponga que la persona a la que está escuchando, puede saber algo que usted no sabe
  10. Sea preciso en su discurso
  11. No moleste a los niños cuando estén haciendo skate
  12. Acaricie a un gato cuando encuentre uno en la calle

Leer en Lampadia: “De la lucha de clases a la lucha de identidades”.

        III.            Bill & Melinda Gates

Bill & Melinda Gates actúan en pro de los pobres. En su maravilloso afán filantrópico, no solo han donado gran parte de su fortuna, también dedican su tiempo para ayudar a los más necesitados, en los países más pobres. Además, inspiran a otros a hacer lo mismo y, de manera muy importante, siempre transmiten un optimismo desbordante sobre lo que los seres humanos estamos logrando y podemos hacer para ayudar a los demás.

Mientras la mayoría de los titulares se enfoca en lo negativo, ellos ven un mundo que está mejorando, citando, por ejemplo, que el número de niños que mueren cada año se ha reducido a la mitad desde 1990 y cómo se ha reducido la pobreza extrema a casi la mitad en solo 20 años:

Gráficos de su Carta Anual 2017

En su Carta Anual 2018 (la décima), Gates explica que “Ser optimista no consiste en pensar que la vida antes era peor, se trata de saber cómo es que la vida puede mejorar. Y eso es precisamente lo que inspira nuestro optimismo. En nuestro trabajo vemos muchas enfermedades y pobreza —entre muchos otros problemas que deben resolverse -pero también vemos lo mejor de la humanidad. Dedicamos gran parte de nuestro tiempo a aprender de los investigadores que están descubriendo las soluciones más modernas para curar enfermedades; hablamos con dirigentes gubernamentales comprometidos, que apuestan por formas creativas de dar prioridad a la salud y al bienestar de la población mundial, y tenemos la oportunidad de conocer a personas de gran talento y valentía que piensan en nuevos caminos para transformar sus comunidades”.

Leer en Lampadia: “El mundo sigue mejorando

        IV.            Hans Rosling

El doctor Hans Rosling, lamentablemente fallecido recientemente, fue profesor de salud internacional en el Karolinska Institutet de Suecia y creador y director de la Fundación Gapminder, que desarrolló el sistema de visualización de datos Trendalyzer.

Hans Rosling es posiblemente el hombre que mejor ha sabido mostrar estadísticas en una presentación. Su trabajo, continuado ahora por su hijo, Ola, se centra en disipar los mitos sobre el llamado mundo en desarrollo, mostrando cómo se están cerrando las brechas entre los países más ricos y los más pobres. De hecho, la mayoría de los países emergentes están en la misma trayectoria en salud y prosperidad, de los que avanzaqron primero, y muchos países emergentes se están moviendo dos veces más rápido que los desarrollados.

Hans Rosling decía que su tarea era “divulgar aquellos números y bases de datos fundamentales para comprender mejor el mundo”. Explicaba, convencido, que “si el usuario ve sólo los datos en bruto, no entenderá nada. Pero si accede a ellos después de procesarlos, el efecto será muy diferente”. Asegura que los miles y miles de datos que abundan en internet y que reproducen los medios han llevado a que “la gente tenga un montón de ideas preconcebidas sobre nuestro planeta que no corresponden a la realidad”.

Leer en Lampadia: El mundo según Hans Rosling.

        V.            Xavier Sala-i-Martin

Xavier Sala i Martín, es catedrático de Economía de la Universidad de Columbia (NY), asesor económico principal y autor del ‘Global Competitiveness Index del Foro Económico de Davos. Un economista español, carismático y bastante único, que nos acerca a la economía a través del entretenimiento, ya que nos muestra cómo la economía puede ser parte del día a día, cómo no es algo lejano o abstracto, sino algo muy presente en nuestra vida cotidiana.

En su ¿Cuál es el futuro del Capitalismo?, Ray Kurzweil, de Singularity University, cita a Sala i Martin, “El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre”.

“El capitalismo nos ha traído muchísimos beneficios. Ha integrado efectivamente los mercados globales y han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres. En los últimos 40 años se ha duplicado la población mundial y se ha formado una clase media global de 3,000 millones de habitantes y, hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Se estima que en 20 años podamos superar del todo la pobreza. Como afirmó Xavier Sala-i-Martín, ‘El capitalismo no es un sistema económico perfecto. Pero cuando se trata de reducir la pobreza en el mundo, es el mejor sistema económico que jamás ha visto el hombre’.”

Ray Kurzweil, co-fundador de Singularity University

Tal vez por ser un profesor experimentado, explica con sencillez y presenta ideas complejas en un formato fácil de entender. Aunque hay muchos economistas brillantes, pocos pueden explicar y analizar con facilidad y elocuencia como lo hace el profesor Sala i Martin. Sus presentaciones son reputadas como divertidas y con altas dosis de humor y entretenimiento,  sin dejar el rigor y la seriedad y tienen una gran demanda en el circuito de conferencias global.

XSiM es un gran comunicador, algo muy importante y poco frecuente entre los economistas. Las políticas públicas determinan consecuencias económicas que configuran la calidad de vida de sus pueblos. Los hacedores de políticas, políticos y técnicos, debieran hacer un énfasis especial en ilustrar a los ciudadanos de los pro y contra de las políticas públicas y sobre las relaciones causa-efecto de las mismas.

Leer en Lampadia: La Economía hecha fácil

        VI.            Peter Diamandis

En la actualidad, gracias al ritmo exponencial de crecimiento de la tecnología, los analistas como Diamandis, que trabajan con ellas, en la búsqueda de soluciones que puedan impactar positivamente a mil millones de personas, prevén con mucha confianza, un mejor mañana.

Diamandis, presidente y co-fundador de Singularity University (SU), de Silicon Valley, tiene una visión de un mundo en el que todos tendremos acceso a agua potable, alimentos nutritivos, vivienda asequible, educación personalizada, atención médica de primer nivel, no hay contaminación y hay energía en todas partes. Imagina un mundo de abundancia.

“Creo que, en las próximas décadas, la habilidad de la gente para hacer cosas increíbles va a crecer más y más. Las herramientas que tenemos, con Internet, con la simulación por computadora, con lo que está por llegar en biología, robótica, inteligencia artificial, impresoras 3D, todas estas cosas van a permitir que los individuos y pequeños grupos puedan hacer cosas que antes sólo podían hacer los gobiernos y las grandes empresas”, expresó Diamandis.

De un modo similar, los sistemas computacionales, redes y sensores, la inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología, bioinformática, impresión 3-D, nano-tecnología, interfaces hombre-máquina y muchas otras herramientas ahora están avanzando a un ritmo exponencial, permitiendo que pronto, la gran mayoría de la humanidad experimente grandes oportunidades.

En los siguientes gráficos mostramos algunas de las evidencias de abundancia que presenta Diamandis:

Leer en Lampadia: Un mundo de abundancia.

        VII.            Niall Ferguson

El historiador escocés Niall Ferguson es uno de los referentes esenciales del pensamiento liberal-conservador en el mundo anglosajón. Su nuevo libro, titulado La plaza y la torre (The square and the tower), plantea la importancia de las redes de poder de naturaleza horizontal, entendidas como el contrapeso a las estructuras de influencia jerárquica y vertical.

Quizás lo más importante de Ferguson es su capacidad de discernir y criticar con franquesa lo que viene sucediendo en el mundo. Un ejemplo claro es lo que afirmó el historiador británico hace un par de años, en una visita a Chile, después de observar las políticas decimonónicas del gobierno de Michelle Bachelet, donde afirmó que: “Chile es el país más inteligente de la región, pero ahora está ejerciendo su derecho a ser estúpido”.

Entre sus aportes analíticos, Ferguson hace un análisis crítico sobre las seis instituciones que facilitaron la prosperidad en Occidente y lo separaron del resto del mundo. Las presenta como Apps para móviles, en el sentido de que son muy sencillas. Son como iconos; sólo hay que hacer clic. Pero detrás de ese icono, existe un código complejo.

Las ‘Killer Appss’ de Ferguson

1.       Competencia
2.       Revolución Científica
3.       Derechos de Propiedad
4.       Medicina moderna
5.       Sociedad de consumo
6.       Ética de trabajo

Veamos su análisis (transcripción parcial de su presentación en Ted: THE 6 KILLER APPS OF PROSPERITY), en la que explica la Gran Divergencia histórica entre occidente y el este, y como, en nuestros días estamos transitando hacia la Gran Reconvergencia:

“Uds pueden pensar que podemos explicar la Gran Divergencia en términos geográficos. Sabemos que eso es incorrecto porque hemos realizado dos grandes experimentos naturales en el siglo 20 para ver si la geografía importaba más que las instituciones. Tomamos a todos los alemanes, los dividimos aproximadamente en dos, y a los que estaban en el Este les dimos comunismo, y vean el resultado. (…) también se llevó a cabo otro experimento en la Península de Corea: la misma tradición cultural básica, les dimos el comunismo a los del norte, y el resultado fue de una divergencia aún mayor en un periodo muy corto de tiempo que el que ocurrió en Alemania.

Son las ideas. Son las instituciones. 

Traduciré en un lenguaje que puedan comprender. Llamémosle “killer Apps”. Quiero explicarles que existen seis aplicaciones que separan a Occidente del resto del mundo: 

  1. Competencia significa no sólo que hubieron cientos de unidades políticas diferentes en Europa en 1500, sino que dentro de esas unidades, había competencia entre corporaciones así como entre soberanos. El ancestro de las corporaciones modernas, la “City of London Corporation”, existió en el siglo 12. Nada de esto existió en China.
  2. La revolución científica fue diferente de la ciencia que se había alcanzado en el mundo oriental de varias maneras cruciales, la más importante fue que, mediante el método experimental, le dio el control al hombre sobre la naturaleza de una forma que no había sido posible antes. 
  3. Derechos de propiedad: esto no es democracia, señores; es tener la regla de la ley basada en derechos de propiedad privados. Eso es lo que hace la diferencia entre América del Norte y América del Sur. 
  4. La medicina moderna a finales del siglo 19 comenzó a tener grandes avances en contra de enfermedades infecciosas que mataban a muchas personas. 
  5. La sociedad de consumo es lo que se necesita para que la Revolución Industrial tenga un objetivo. Se necesitan personas que quieran usar cientos de ropas. La sociedad de consumo impulsa el crecimiento económico más que el cambio tecnológico en sí.
  6. La ética del trabajo. Max Weber pensó que era algo peculiarmente protestante. Y se equivocaba. Cualquier cultura puede tener ética del trabajo si las instituciones están ahí para crear un incentivo al trabajo. 

Esta es la Gran Reconvergencia, y esta es la historia más grande de sus vidas. Debido a que están viendo cómo ocurre. Nuestra generación es testigo del final de la predominancia occidental. El estadounidense promedio solía ser 20 veces más rico que el chino promedio. Ahora sólo lo es 5 veces más, y pronto será de solo 2.5 veces.”

Leer en Lampadia: 6 instituciones que facilitaron la prosperidad en Occidente

Queremos terminar este ensayo con la definición de la civilización (occidental) de Winston Churchill, citada por Niall Ferguson:

“Significa una sociedad basada en la opinión de los ciudadanos. Significa que la violencia, el gobierno de guerreros y jefes despóticos, las condiciones de los campamentos y de la guerra, de la sublevación y la tiranía, dan lugar a Parlamentos donde se hacen las leyes, y a tribunales de justicia independientes en los que dichas leyes se mantienen durante largos periodos. Esto es la Civilización, y en su suelo crecen continuamente la libertad, el confort y la cultura. Cuando la Civilización reina en un país, se permite a la gran masa de la población una vida más amplia y menos agobiada.” Winston Churchill, 1938.

Lampadia




El origen del populismo en los países ricos

El populismo ha sido una de las mayores plagas de la política latinoamericana durante casi cien años. En Lampadia ya lo hemos denominado ‘una alianza entre la mentira y la esperanza’. La mentira, porque el político populista sabe que no va a cumplir con lo que ofrece, solo lo hace para conseguir votos de los más necesitados y carentes de alternativas. La esperanza, porque resulta ser como el último pedazo de madera del cual uno se puede agarrar en medio del mar, después de haber llegado a creer que ya nada puede darle algo que lo ayude a mejorar su situación.

Pero, lamentablemente, esta tendencia populista está propagándose por todo el mundo. Donald Trump fomentó una ola de populismo que lo llevó a la Casa Blanca. Lo mismo sucedió en el Reino Unido, donde los populistas lograron el voto por el Brexit. Las próximas elecciones en Francia y Alemania están yendo en la misma dirección. Al parecer, los votantes están hartos de las elites tradicionales y de la política dominante y prefieren ir con movimientos que creen que escucharán sus preocupaciones.

Project Syndicate analiza la raíz de esta tendencia. Señalan que uno de los defectos más profundos en la economía populista es la imprudencia. Y es que los populistas a menudo abusan violando convenciones legales, económicas o políticas, o ejerciendo una influencia inapropiada en los mercados para tratar de canalizar beneficios a sus partidarios. De hecho, Project Syndicate cita un estudio clásico del populismo económico en América Latina de Sebastián Edwards de la UCLA y el fallecido Rüdiger Dornbusch del MIT, es práctica populista estándar mostrar “no preocuparse por la existencia de restricciones fiscales y cambiarias” en la búsqueda de crecimiento y redistribución más rápidos.

El mayor proteccionismo y el discurso populista son justamente los causantes de parte del freno al crecimiento mundial, como afirmó el Centro para la Investigación de Política Económica, el cual estima que sólo durante los primeros ocho meses de 2016, los gobiernos del G-20 implementaron casi 350 medidas que afectaban los intereses extranjeros. “Los saltos en el proteccionismo del G-20 en 2015 y 2016 coinciden ominosamente con el freno en el crecimiento de los volúmenes de crecimiento del comercio global”, afirmó el centro europeo (al que los europeos no hacen caso). Ver en Lampadia: Es importante defender el libre comercio (y …).

El libre comercio, la más clara expresión de la globalización económica de las últimas décadas, produjo los grandes avances de la humanidad en términos de reducción de la pobreza y de la desigualdad globales, la mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, la emergencia de una clase media global y el crecimiento de la población mundial al doble de lo que fue hace pocas décadas, con mejor calidad de vida, salud e ingresos. Ver en Lampadia: El libre comercio benefició a los países emergentes.

Project Syndicate logra describir tal cual la verdad del populismo: “Se trata de complejos problemas económicos y políticos para los cuales el populismo ofrece soluciones sencillamente fantasiosas. Aquellos que se oponen a la cura populista tendrán que encontrar una alternativa igualmente poderosa, o mirar con impotencia a medida que la incertidumbre económica y la desesperación abruman al paciente.”

¿Vamos a permitir que continúe esta tendencia? ¿O vamos a luchar para retomar la senda de desarrollo y crecimiento de la Cuarta Revolución Industrial que viene alimentando la innovación y el bienestar en el mundo? La decisión es nuestra. Lampadia

La Anatomía de la Economía Populista

Todos los movimientos populistas de hoy en día están siguiendo una prescripción económica similar, y los gobiernos de Hungría, Polonia y Estados Unidos están dándole al mundo una dosis temprana de lo que puede suceder en el futuro. ¿Aceptarán su realidad los votantes, o empezarán a buscar una segunda opinión?

Project Syndicate

24 de febrero del 2017

Traducido y glosado por Lampadia

Fuente: Getty Images

El año pasado, el populismo ha estado causando estragos en las democracias occidentales. Las fuerzas populistas (partidos, líderes e ideas) respaldaron la victoria de la campaña “Dejar” en el referéndum Brexit del Reino Unido y la elección de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos. Ahora, el populismo se esconde ominosamente en el fondo de las elecciones generales holandesas en marzo y las elecciones presidenciales francesas en abril y mayo.

Pero, a pesar de la aparente ubicuidad del populismo, es un concepto difícil de precisar. Los populistas a menudo son intolerantes de los extranjeros y los que son diferentes a ellos; y, sin embargo, Geert Wilders, el líder populista holandés de extrema derecha, es un firme creyente en los derechos de los homosexuales. En Estados Unidos, la campaña presidencial de Trump fue descrita como un movimiento anti-élites; y, sin embargo, su administración ya es prácticamente una subsidiaria de Goldman Sachs.

Mientras que el resurgimiento populista de hoy proviene de la derecha nacionalista, algunos de los principales exponentes populistas de las últimas décadas -como el fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez- estaban firmemente en la izquierda. Lo que comparten es una visión de la suma cero del mundo, que requiere la creación de chivos expiatorios que pueden ser culpados por todos los problemas. Además, como los líderes populistas pretenden encarnar la voluntad uniforme de un “pueblo” mítico, consideran que la democracia es un medio de poder, más que un fin deseable en sí mismo.

Pero los populistas tienen más en común que una obsesión por las fronteras culturales y políticas. También comparten una receta para la gobernanza económica, una que los comentaristas de Project Syndicate han estado siguiendo desde mucho antes de que los titulares del populismo comenzaran a dominar los diarios del mundo. Guiados por sus ideas, podemos comenzar a comprender los orígenes del resurgimiento populista de hoy, y lo que sucederá en los países occidentales en donde sus líderes llegan al poder.

Diagnosticando el problema

Dadas las muchas caras del populismo, ¿es realmente posible identificar una causa específica? Para Robert Skidelsky, de la Universidad de Warwick, no es una coincidencia que las dos grandes conmociones políticas de 2016 -el éxito de los Brexiteers en el referéndum de junio pasado y la victoria electoral de Trump- ocurrieran en “los dos países que más fervientemente aceptaron la economía neoliberal”. Skidelsky observa que el modelo económico del Reino Unido en las últimas décadas ha permitido “ganancias obscenamente generosas para algunos, altos niveles de desempleo y subempleo, y reducción del rol del Estado en la provisión de servicios de bienestar”. Y esta desigualdad cada vez mayor, escribe, retira la ilusión democrática que esconde el verdadero funcionamiento del poder”.

Pero el Economista Jefe de Gavekal Dragonomics, Anatole Kaletsky, ve otra dinámica en el trabajo y ofrece “varias razones para cuestionar el vínculo entre la política populista y la angustia económica”. Para empezar, señala que “la mayoría de los votantes populistas no son ni pobres ni desempleados; no son víctimas de la globalización, inmigración o libre mercado”. Después de haber analizado las encuestas del Brexi y a los votantes, Kaletsky concluye que “las actitudes culturales y étnicas, y no las motivaciones económicas directas, son los rasgos distintivos reales de la votación antiglobalización”.

A primera vista, estos argumentos pueden parecer incompatibles; pero esta incompatibilidad es realmente sólo entre los últimos sucesos. Para Skidelsky, “solo cuando las recompensas del progreso económico se acumulan principalmente para los ya ricos, solo entonces la disyunción entre los valores culturales de las minorías y la mayoría se desestabiliza”. Asimismo, para Kaletsky, “La principal relevancia de la economía es que la crisis financiera de 2008 creó condiciones para una reacción política de los votantes más antiguos y conservadores, que han estado perdiendo las batallas culturales sobre raza, género e identidad social”.

Del mismo modo, el filósofo político de Harvard, Michael Sandel, advierte que no debe centrarse exclusivamente en “la intolerancia en la protesta populista” o considerarla “sólo en términos económicos”. El tema fundamental es “que los trastornos de 2016 provienen de la incapacidad del establishment de abordar – o incluso reconocer adecuadamente – los agravios genuinos”. Y como estos agravios “son de estima social, no sólo de salarios y empleos”, son difíciles de separar “de los aspectos intolerantes de la protesta populista”, es decir, sentimientos anti-inmigrantes.

El ganador del Premio Nobel de Economía, Edmund Phelps, también vincula la ira de los votantes populistas a su pérdida de dignidad en la economía política. Phelps señala que la proporción del empleo de los Estados Unidos en la industria manufacturera ha disminuido constantemente los trabajadores manuales. “Han perdido la oportunidad de hacer un trabajo significativo”. En otras palabras, “perder sus ‘buenos trabajos’” significaba perder “la fuente central de significado en sus vidas “. Y mientras muchos de los empleos de la industria manufacturera que se perdieron fueron reemplazados por nuevos empleos en nuevos sectores, como advierte la historiadora de la Universidad de Oxford Margaret MacMillan, los argumentos económicos matizados “no pueden contrarrestar la infelicidad de las personas que se sienten marginadas, infravaloradas y despreciadas”.

Una enfermedad democrática

Jan-Werner Mueller de la Universidad de Princeton, que publicó el año pasado un libro muy considerado sobre el populismo, ha identificado esos “sentimientos de desposesión y privación de derechos” como “terreno fértil” en los cuales los políticos populistas pueden sembrar semillas de resentimiento. Y, en un comentario anterior mucho antes del ciclo actual de noticias, Mueller explicó que “el populismo no puede entenderse a nivel de políticas; es una manera particular de imaginar la política”. Sobre todo, observa, la imaginación populista es intrínsecamente divisiva: “Ataca a la gente inocente, siempre trabajadora contra una élite corrupta (que no trabaja, solo para promover sus propios intereses) y los que están en lo más profundo de la sociedad (que tampoco trabajan y viven de otros)”. 

En sus formas más virulentas, se puede pensar que el populismo se asemeja a una enfermedad autoinmune, por la cual la democracia da lugar a fuerzas que la atacan. Andrés Velasco, ex ministro de Hacienda de Chile, lamenta que la naturaleza de la democracia representativa pueda crear la impresión de que los políticos son “distantes y poco confiables”. La “retórica de la democracia moderna”, escribe, “enfatiza la cercanía con los votantes y sus preocupaciones”. Pero los representantes elegidos no pueden dedicar todo su tiempo a interactuar con los mandantes cuando tienen el deber de gobernar. Cuando esta disonancia entre la retórica y la realidad se vuelve “demasiado evidente”, Velasco señala que “la credibilidad de los líderes políticos sufre”.

Esta pérdida de confianza lleva a los ciudadanos descontentos a poner un premio en la autenticidad percibida. Por lo tanto, “aunque las políticas populistas reducen el bienestar económico general”, señala Velasco, ” son elegidos por los votantes racionales porque se distinguen entre los diferentes tipos de políticos”. De hecho, tal voluntad de sufrir más dolor económico para vengarse de la élite y atacar a los chivos expiatorios puede ser un elemento definitorio del resurgimiento populista de hoy.

Los líderes populistas de Hungría y Polonia, que actualmente están promoviendo su propia marca de “democracia iliberal”, parecen haber apostado el futuro de sus gobiernos en esta presunción. Tal como lo señala Maciej Kisilowski, de la Universidad Central Europea, ni siquiera importa que “los altos costos económicos de la democracia iliberal ya sean evidentes”. El electorado de estos países, dice Kisilowski, “puede considerar el estancamiento económico como un precio aceptable a pagar por lo que más quieren: un mundo más familiar en el que el Estado garantice el sentido de pertenencia y dignidad del grupo dominante a expensas de los “otros”.

Sławomir Sierakowski, del Instituto de Estudios Avanzados de Varsovia, apoya esta cuestión. Cuando el Partido de la Ley y Justicia de Jarosław Kaczyński (PiS) volvió al poder en Polonia hace un año, muchos asumieron que fracasaría rápidamente. En cambio, ha tenido éxito, porque Kaczyński dominó la política con “dos temas cercanos y queridos a los votantes: las transferencias sociales y la inmigración”, explica Sierakowski. “Mientras controle estos dos baluartes del sentimiento del votante, está a salvo.” Por supuesto, dada la politización del gobierno PiS de los tribunales, la administración pública y la prensa, no se puede decir lo mismo de las instituciones democráticas de Polonia.

Un placebo populista

Pero ¿cuánto tiempo pueden los gobiernos populistas sostener generosas transferencias en ausencia de un fuerte crecimiento económico? La respuesta dependerá de cuánto sigan convencidos sus partidarios de que pueden tener su pastel y comerlo, precisamente lo que el ex líder de Brexit y el actual ministro británico de Exteriores, Boris Johnson, les prometieron a los votantes ‘Leave’. De hecho, como Jeffrey Sachs de la Universidad de Columbia observó justo después del voto de Brexit, “los votantes ‘Leave’ de la clase trabajadora “razonaron que la mayor parte o la totalidad de las pérdidas de la renta serían soportadas en todo caso por los ricos y especialmente los despreciados banqueros de Londres.”

Dada la inesperada resistencia de la economía británica el año pasado, los populistas probablemente se sienten vindicados. Pero, aunque la mayoría de los economistas juzgaron erróneamente “el impacto inmediato que el voto [del Reino Unido] tendría en su economía”, escribe Paula Subacchi de Chatham House, “es probablemente correcto asumir un sombrío pronóstico a largo plazo”, dado el deseo de los líderes británicos de un mercado único de la Unión Europea y la unión aduanera.

Tales efectos retrasados ​​pueden crear una coartada para políticas insostenibles, lo que, según Velasco, es precisamente “cómo funciona el populismo económico”. Por ejemplo, el enfoque que Trump parece tener en cuenta: reducciones de impuestos y medidas estimuladoras del crecimiento y proteccionismo, sin preocuparse por la inflación o la deuda pública, es insostenible, y finalmente fracasará. Pero, como dice Velasco, “En última instancia” puede ser un tiempo muy largo”. Y eso puede dar a los gobiernos populistas más poder de permanencia de lo que muchos observadores asumen. “Las políticas populistas se llaman así porque son populares”, señala. “Y son populares porque funcionan – al menos por un tiempo”.

Mientras tanto, los líderes populistas pueden perseguir políticas favorecidas no sólo por sus partidos, sino también por muchos de sus opositores. En el torbellino de sus primeros días en el cargo, por ejemplo, Trump cumplió su promesa de campaña de abandonar la Asociación Transpacífica de 12 países (TPP). Ashoka Mody, de la Universidad de Princeton, considera que en realidad era un movimiento bienvenido por muchos, dado que “los acuerdos comerciales internacionales, sostenidos por poderosos intereses, se han vuelto cada vez más intrusivos”. De manera similar, antes de la elección de Trump, Dani Rodrik, economista de la Universidad de Harvard, pidió un reequilibrio entre “la autonomía nacional y la globalización”. En la opinión de Rodrik,”los requisitos de la democracia liberal “deben ir antes que’ los del comercio y las inversiones internacionales”.

Del mismo modo, la promesa de Trump de la reforma tributaria corporativa tiene un amplio atractivo más allá de su base electoral. Para Martin Feldstein de Harvard, quien presidió el Consejo de Asesores Económicos del Presidente Ronald Reagan, las propuestas legislativas actuales para reformar el sistema tributario anticuado de Estados Unidos podrían “tener un impacto muy favorable en la inversión empresarial, aumentando la productividad y el crecimiento económico general”. Asumiendo que Trump, junto con los Republicanos del Congreso, puede lograr el equilibrio adecuado de políticas, se habrá comprado algo de tiempo con la comunidad empresarial.

El historiador económico Harold James de la Universidad de Princeton hace un punto relacionado, sosteniendo que “la economía del populismo de los EEUU no necesariamente fallará, por lo menos no inmediatamente,” debido a la posición “exclusivamente resistente” de los EEUU en la economía global. “Debido a que [Estados Unidos] históricamente ha sido el refugio global en tiempos de incertidumbre económica”, señala James, “puede ser menos afectado que otros países por la impredecibilidad política”.

Un giro hacia lo peor

Pero incluso si Trump puede extender su periodo de ‘luna de miel’, James no descarta la posibilidad de que “el contagioso populismo de hoy creará las condiciones para su propia destrucción.” Una manera que podría suceder, sostiene Benjamin Cohen de la Universidad de California, Santa Bárbara, es si Estados Unidos pierde su “privilegio exorbitante” como emisor de la moneda de reserva internacional dominante. Si Trump “persigue su promesa proteccionista de poner a “América primero (America First)”, escribe Cohen, “los inversores y los bancos centrales podrían ser impulsados ​​gradualmente a encontrar reservas alternativas para sus miles de millones de ahorro”.

La versión de Trump del populismo económico también podría enfrentarse a grandes obstáculos si resulta en un nuevo ciclo de auge y caída, que podría terminar en un período de estanflación alrededor de las elecciones del Congreso de 2018 en Estados Unidos. Justo antes de las elecciones, Feldstein advirtió que “los activos sobrevalorados están fomentando un entorno cada vez más arriesgado”. Dado que la economía de Estados Unidos ya está en pleno empleo, con una tasa de inflación cercana al 2%, el estímulo fiscal planeado de Trump podría empujarlo hacia la sobremarcha, y forzar a la Reserva Federal a aumentar la tasa de fondos federales.

Tal escenario sin duda empeoraría la difícil situación de la circunscripción de Trump de los votantes blancos de la clase obrera en el antiguo centro manufacturero de Estados Unidos. Pero también lo harían sus propuestas comerciales, que podrían precipitar fácilmente las guerras comerciales con China, México y otros socios comerciales. Trump ha dicho a los obreros desplazados que culpen a los acuerdos comerciales y a la competencia de las importaciones por la pérdida de sus empleos. Pero, “con ganancias de productividad que exceden el crecimiento de la demanda” en todo el mundo, el economista Joseph Stiglitz, premio Nobel, señala que Estados Unidos “habría enfrentado la desindustrialización incluso sin un comercio más libre”.

Dado esto, la prescripción de Trump de proteccionismo comercial, dice Stiglitz, “sólo hará que todos los estadounidenses sean más pobres.” Una razón, explica Anne Krueger, ex economista jefe del Banco Mundial, es que las importaciones crean y mantienen puestos de trabajo. La ironía de los aranceles de importación propuestos por Trump es que amenazan a los exportadores estadounidenses. Muchos puestos de trabajo en la industria exportadora, señala Krueger, existen porque las importaciones baratas permiten a las manufacturas estadounidenses a competir en el país y en el extranjero; Y “exportar a los Estados Unidos da a los extranjeros más ingresos para comprar importaciones de los Estados Unidos y otros países”.

Simon Johnson del MIT también teme un escenario de ‘perder-perder’. Si Trump comienza a gravar las importaciones, Johnson argumenta que “el costo por trabajo será alto: todas las importaciones se harán más caras, y este aumento en el nivel de precios se filtrará al costo de todo lo que compran los estadounidenses”.

Arruinando la operación

Otros comentaristas de Project Syndicate han señalado un defecto más profundo en la economía populista, aparte de cualquier propuesta de política específica: imprudencia. Los populistas a menudo abusan violando convenciones legales, económicas o políticas, o ejerciendo una influencia inapropiada en los mercados para tratar de canalizar beneficios a sus partidarios. De hecho, según un estudio clásico del populismo económico en América Latina de Sebastián Edwards de la UCLA y el fallecido Rüdiger Dornbusch del MIT, es práctica populista estándar mostrar “no preocuparse por la existencia de restricciones fiscales y cambiarias” en la búsqueda de crecimiento y redistribución más rápidos.

Nouriel Roubini, de la Universidad de Nueva York, sospecha que Trump podría estar igualmente tentado a interferir de manera inapropiada en los mercados de divisas. Roubini dice: “Trump podría intervenir unilateralmente para debilitar el dólar, o imponer controles de capital para limitar las entradas de capital que refuerzan el dólar”. Pero si Trump es demasiado imprudente con sus métodos de “control de daños”, los mercados ya precavidos sucumbirán al “pánico total”.

Mody, por su parte, ve graves riesgos en la interferencia de Trump en las prácticas de las corporaciones y en las decisiones empresariales. Trump ha comenzado a socavar “las normas e instituciones que gobiernan los mercados”. Y en opinión de Phelps, las intervenciones de Twitter de Trump, combinado con su agenda de desregulación, arraiga el corporativismo a expensas de la innovación y la competencia necesarias para sostener el dinamismo económico y el crecimiento de los ingresos.

En búsqueda de una cura

Con movimientos populistas que dejan a los establishments políticos preocupados, ¿podría surgir una positiva agenda de políticas económicas en contra de este populismo? El ganador del premio Nobel, Michael Spence, ve una oportunidad en el rechazo de los votantes desafectos de un modelo de crecimiento económico insuficientemente inclusivo. “Habiendo borrado presunciones anteriores, sesgos y tabúes “, escribe, “puede ser posible crear algo mejor”. Del mismo modo, para Stiglitz, el atractivo del Trumpismo es que sus oponentes están experimentando “un nuevo sentido de solidaridad sobre el núcleo de valores como la tolerancia y la igualdad, sostenidos por la conciencia de la intolerancia y la misoginia, ya sea escondida o abierta, que encarnan Trump y su equipo”.

Un argumento implícito que corre a través de muchos comentarios de Project Syndicate es que la única profiláctica contra el populismo es una redistribución más agresiva. Como lo expresa Rodrik, el populismo -y la mala gobernabilidad en general- emerge cuando las élites no están dispuestas a “hacer ajustes para asegurar que todos se beneficien” del modelo económico existente.

Detrás de los recientes rechazos a gran escala del “sistema” hay un sentido ampliamente compartido entre ciertos grupos de votantes que el “establishment” ha subordinado los intereses de los ciudadanos a objetivos cosmopolitas como la globalización, la inmigración y la diversidad cultural. La mayoría de los comentaristas están de acuerdo en que los choques económicos como la Gran Recesión o la crisis de la deuda soberana de la eurozona no son ni necesarios ni suficientes para explicar el aumento del populismo. Más bien, el populismo es más una respuesta al prolongado malestar económico, al deterioro del nivel de vida, a la disminución de la confianza en las instituciones establecidas y a la percepción común de que los líderes incumbentes han ‘emplumado sus nidos’ a expensas del pueblo.

Se trata de complejos problemas económicos y políticos para los cuales el populismo ofrece soluciones sencillamente fantasiosas. Aquellos que se oponen a la cura populista tendrán que encontrar una alternativa igualmente poderosa, o mirar con impotencia a medida que la incertidumbre económica y la desesperación abruman al paciente. Lampadia




¿El fin de la globalización?

El comercio mundial lleva varios años a la baja y continúa cayendo, como afirmó tangencialmente Christine Lagarde, directora del FMI, a los países del G20 en su reunión en Hangzhou, China, hace unos días. El proteccionismo, como reacción a la crisis financiera del 2008, es uno de los protagonistas de esta situación y está trayendo como consecuencia la desaceleración del comercio mundial.

La denuncia de Lagarde de los “ataques populistas” contra la globalización fue el hilo conductor de esta cumbre: “La manera como China ha conseguido sacar a 700 millones de la pobreza para formar una clase media, por ejemplo, es una historia que no se incluye en el discurso que ahora se oye”.

¿El fin de la globalización?

Fuente: The Fiscal Times

Y es que fenómenos políticos como el Brexit y discursos aislacionistas como los de Donald Trump parecerían indicar que la globalización se está revirtiendo.  Un artículo reciente de TX Hammes, profesor e investigador de la Universidad de la Defensa Nacional en los Estados Unidos, recordó recientemente como la globalización representó fuentes de generación de riqueza para el mundo y sacó a muchos millones de la pobreza, y no obstante, hoy en día una combinación de política y presiones sociales en los países ricos parece estar revirtiéndola.

La integración comercial y financiera ha integrado efectivamente los mercados globales y han producido inmensos beneficios para la humanidad en su conjunto, como una gran disminución de la pobreza global y de la desigualdad entre los países más ricos y los más pobres. En los últimos 40 años se ha duplicado la población mundial y se ha formado una clase media global de 3,000 millones de habitantes y, hoy los más pobres tienen mejores condiciones de vida que nunca antes, con mayor esperanza de vida, mejor alimentación y mejor salud. Se estima que en 20 años podamos superar del todo la pobreza.

El Financial Times recientemente publicó un artículo (traducido y glosado líneas abajo), que afirma que “Un análisis del Peterson Institute for International Economics indica que los índices de comercio mundial en relación con la producción no han tenido cambio alguno desde 2008, haciendo que éste sea el más largo período de un estancamiento tal desde la segunda guerra mundial. De acuerdo con Global Trade Alert, incluso el volumen del comercio mundial se estancó entre enero de 2015 y marzo de 2016, aunque la economía mundial continuara creciendo.”

Por lo tanto, Martin Wolf concluye que el impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo.

Debemos prepararnos para defender el libre comercio y la globalización para proteger el crecimiento económico y la superación de la pobreza de los países emergentes como el Perú. Lampadia

La marea de la globalización está cambiando

La liberalización del comercio se ha estancado y se observa un constante aumento de las medidas proteccionistas

Por Martin Wolf

Publicado en Financial Times

6 de setiembre de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

¿Se ha revertido la marea de la globalización? Ésta es una cuestión de vital importancia. La respuesta está estrechamente relacionada con el estado de la economía mundial y con la política de Occidente.

La migración plantea problemas bastante específicos. La era de la globalización no estaba acompañada de un compromiso general en pro de la liberalización de los flujos de personas. Por esta razón voy a concentrarme en los flujos comerciales y de capital. La evidencia en estas áreas parece completamente clara. La globalización ha llegado a un estancamiento y, en algunas zonas, está dando marcha atrás.Un análisis del Peterson Institute for International Economics indica que los índices de comercio mundial en relación con la producción no han tenido cambio alguno desde 2008, haciendo que éste sea el más largo período de un estancamiento desde la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con Global Trade Alert, incluso el volumen del comercio mundial se estancó entre enero de 2015 y marzo de 2016, aunque la economía mundial continuará creciendo. El saldo de activos financieros transfronterizos alcanzó el 57 % de la producción mundial en 2007, cayendo a 36 % en 2015. Por último, la inversión extranjera directa (IED) se han mantenido muy por debajo del 3.3 % de la producción mundial alcanzado en 2007, aunque el saldo sigue aumentando, lentamente, en relación con la producción.

Por lo tanto, el ímpetu hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si, en efecto, este proceso está llegando a su fin, o incluso está dando marcha atrás, no sería la primera vez desde la Revolución Industrial, a principios del siglo XIX. Otro período de globalización se produjo durante una era de imperios, a finales del siglo XIX. La Primera Guerra Mundial puso fin a este período y la Gran Depresión lo destruyó. Uno de los principales enfoques de la política económica y exterior de EEUU después de 1945 fue recrear la economía mundial, pero esta vez entre estados soberanos y guiada por instituciones económicas internacionales. Si Donald Trump, quien ha acogido el proteccionismo y ha denigrado a las instituciones globales, fuera elegido presidente en noviembre, representaría el repudio de un eje central de la política estadounidense de la posguerra.

Teniendo en cuenta los antecedentes históricos y las actuales políticas comerciales, sobre todo en EEUU, es natural preguntarse si lo mismo pudiera ocurrir a la época más reciente de la globalización. Eso nos exige comprender las causas.

Parte de la razón de la desaceleración es que muchas oportunidades han disminuido, si no agotado, radicalmente. Por ejemplo, cuando lo principal de la producción de manufacturas de mano de obra intensiva migra de los países ricos, el crecimiento comercial de dichos productos cae. Del mismo modo, cuando el auge de inversión más grande en la historia del mundo, el de China, se ralentiza, lo mismo ocurre con la demanda de numerosas materias primas. Eso va a afectar tanto sus precios como sus cantidades. Una vez más, el fin del más grande auge de crédito mundial de la historia seguramente conducirá a una disminución de las participaciones de activos financieros transfronterizos. Por último, después de décadas de IED, una serie de empresas habrá aprovechado la oportunidad y habrá tenido éxito o, en importantes casos, habrán fracasado.

Sin embargo, ésta no es la historia completa. La liberalización del comercio se ha estancado y se puede observar un constante aumento de las medidas proteccionistas. La crisis financiera trajo consigo medidas reguladoras, muchas de las cuales están destinadas a frenar los flujos financieros transfronterizos. Es probable que el aumento del sentimiento xenofóbico y la ralentización del comercio reduzcan el crecimiento de la IED. En resumen, las políticas son menos favorables.

Y la política tampoco favorece a la globalización. Una vez más, EEUU es la parte central de la historia. Trump es, sin duda, el candidato a la presidencia de EEUU más proteccionista desde 1930. Pero, de manera reveladora, Hillary Clinton (una de las creadoras del “giro hacia Asia” de EEUU), actualmente está en contra del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) del que alguna vez fuera una gran defensora. El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés), que se está negociado entre EEUU y la Unión Europea (UE), se encuentra ahora en serios problemas. La ronda de negociaciones comerciales multilaterales de Doha está moribunda. Y, sobre todo, importantes segmentos del público occidental ya no creen que el aumento del comercio los beneficie. La evidencia reflejada en los ingresos reales relativos y en el ajuste al aumento de las importaciones le proporciona cierto apoyo a este escepticismo.

En el mejor de los casos, la globalización se ha estancado. ¿Es posible que pueda incluso dar marcha atrás? Sí. Requiere la paz entre las grandes potencias. Algunos también argumentan que requiere una potencia hegemónica: el Reino Unido antes de 1914 y EEUU después de 1945. En un momento de desempeño económico deficiente en los principales países de altos ingresos, de aumento de la desigualdad, y de grandes cambios en el equilibrio de poder global, otro colapso debe ser posible. Consideremos el impacto de cualquier combate entre EEUU y China sobre el mar de China Meridional, aunque tal calamidad sería aterrorizante por mucho más que sus estrechos efectos económicos.

¿Es importante el estancamiento de la globalización? Sí. La era de la globalización ha presenciado la primera caída de la desigualdad global de los ingresos de los hogares desde principios del siglo XIX. Entre 1980 y 2015, el ingreso real promedio mundial aumentó en un 120%. Las oportunidades que ofrece la globalización son vitales. Nuestro futuro no puede consistir en ensimismarnos, aislándonos los unos de los otros.

La falla, una muy profunda, radica en no haber asegurado que las ganancias de la globalización no fueran compartidas más equitativamente, en particular en las economías de altos ingresos. Igualmente deplorable fue el fracaso de no proteger a los afectados adversamente. Pero no podemos detener el cambio económico. Además, el impacto del aumento de la productividad y de nuevas tecnologías sobre los empleos y sobre los salarios ha superado con creces el del aumento de las importaciones. La globalización no debe convertirse en el chivo expiatorio de todos nuestros males.

Sin embargo, ahora se ha estancado, al igual que las políticas que la impulsaban. Podría revertirse. Sin embargo, incluso un estancamiento frenaría el progreso económico y reduciría las oportunidades de los pobres del mundo. Llevar la globalización hacia el futuro requiere unas políticas domésticas y extranjeras diferentes a las del pasado. El futuro de la globalización depende de una mejor gestión. Pero, ¿sucederá? ¡Alas!, no estoy optimista.

Lampadia