1

El incremento de la desigualdad mundial

El incremento de la desigualdad mundial

Compartimos a continuación un reciente artículo escrito por el connotado economista Nouriel Roubini en la revista Project Syndicate, sobre los riesgos que enfrenta el mundo en torno al incremento de la desigualdad, producto de una recuperación económica post-pandemia bastante heterogénea entre los países y que además está limitada por la vacunación y la mutación de futuras cepas del covid.

Como destaca Roubini, se tiene por un lado a las economías de EEUU, China y buena parte del Asia emergente con muy buenos prospectos de crecimiento, mientras que Europa y Oriente Medio se encontrarían bastante rezagados a sus niveles pre-pandemia finalizado el año. Asimismo, cabe agregar que, aunque no lo menciona, América Latina como región también estaría en este espectro como ya lo hemos comentado en Lampadia: La recesión económica en nuestra región.

Las últimas previsiones de crecimiento de los países desarrollados son, sin embargo, muy auspiciosas. Se estima que este año, EEUU crecerá un 7%, los países de la OCDE en 5.8% y China continuará afirmando su crecimiento.

El mayor problema es para países como el Perú, que han dejado de enfocarse en el crecimiento, dañando severamente la posibilidad de corregir los mayores niveles de pobreza que resultaron del pésimo manejo, casi criminal, de la pandemia.

Todo ello exacerbaría la desigualdad y la pobreza entre países e intra países, incluido el Perú, por lo que cabe el momento para hacer algunas recomendaciones de política para evitar los riesgos mencionados por Roubini.

En primer lugar, todavía hay espacio para hacer política fiscal contracíclica, es decir, programas de empleo temporal a través de inversión pública, bonos a familias que han caído en situación de pobreza y la expansión y reprogramación de créditos a microempresas. Ello porque aún cuando el PBI vaya mejorando sus tasas de crecimiento, el empleo adecuado tomará mucho más tiempo aún recuperarse, por lo que la intervención a través de subsidios en el corto plazo es fundamental para reactivar el gasto hasta que las condiciones del mercado laboral mejoren.

Ello por supuesto no quita que el principal motor de nuestra recuperación debe seguir siendo el impulso de la inversión privada y el consumo con el destrabe de proyectos de infraestructura, irrigación y mineros paralizados – que conllevará a su vez a una mejora de las expectativas empresariales – y la mayor apertura de los sectores terciarios (servicios, turismo y restaurantes), incrementando sus aforos en espacios abiertos y extendiendo el toque de queda más de las 9 pm. Asimismo, la vacunación debe acelerarse en tanto es transversal para que ambos componentes del gasto privado (inversión y consumo) también se puedan desenvolver con mayor libertad progresivamente.

En conclusión, si realmente queremos que la desigualdad no suba a niveles alarmantes y se reduzca la pobreza – como avizora el economista Roubini para este año – debemos trabajar desde el lado público y privado y no hacer lo contrario, como amenaza el candidato Castillo. Lampadia

Líderes y rezagados en la recuperación pos-pandemia

Nouriel Roubini
Project Syndicate
24 de mayo, 2021
Traducida y comentada por Lampadia

Si bien algunas economías importantes se están recuperando rápidamente de la recesión inducida por la pandemia, otras languidecen y otras permanecen en un estado de crisis aguda. El grado en que persistan estas desigualdades globales dependerá de una variedad de factores y tendrá profundas implicaciones para la estabilidad social, política y geopolítica.

Después de la recesión mundial más severa en décadas, los pronosticadores privados y oficiales son cada vez más optimistas de que la producción mundial se recuperará con fuerza este año y a partir de entonces. Pero la próxima expansión se distribuirá de manera desigual, tanto entre las economías como dentro de ellas. Si la recuperación tiene forma de V (un fuerte retorno al crecimiento por encima del potencial), forma de U (una versión más anémica de la V) o forma de W (una recesión de doble inmersión) dependerá de varios factores en las diferentes economías. y regiones.

Con el coronavirus todavía desenfrenado en muchos países, una pregunta clave es si la aparición de nuevas cepas virulentas desencadenará ciclos repetidos de paradas y arranques, como hemos visto en algunos casos en los que las economías se reabrieron demasiado pronto. Una posibilidad particularmente siniestra es que aparezcan más variantes resistentes a las vacunas, lo que aumenta la urgencia de los esfuerzos de vacunación que hasta ahora han sido demasiado lentos en muchas regiones.

Más allá del virus, hay una serie de riesgos económicos relacionados a considerar. Una recuperación lenta o insuficientemente sólida podría resultar en cicatrices permanentes si demasiadas empresas quiebran y los mercados laborales comienzan a mostrar histéresis (cuando el desempleo de larga duración deja a los trabajadores desempleados debido a una erosión de las habilidades). Otra pregunta es cuánto desapalancamiento habrá entre las empresas muy endeudadas (pequeñas y grandes) y los hogares, y si este efecto se compensará por completo con la liberación de la demanda reprimida a medida que los consumidores gasten los ahorros de la era de la pandemia.

Otra área de preocupación es la sociopolítica: ¿se convertirá la creciente desigualdad en una fuente aún más destacada de inestabilidad y depresión de la demanda agregada? Mucho dependerá de la escala, el alcance y la inclusión de las políticas para respaldar los ingresos y gastos de los que se quedan atrás. Asimismo, queda por ver si el estímulo macroeconómico (monetario, crediticio y fiscal) implementado hasta ahora será suficiente, insuficiente o realmente excesivo, lo que en algunos casos generará un fuerte aumento de la inflación y las expectativas de inflación.

Teniendo en cuenta todas estas incertidumbres, la recuperación actualmente parece que será más fuerte en los EEUU, China y los mercados emergentes asiáticos que forman parte de las cadenas de suministro globales chinas. En EEUU, la disminución de las nuevas infecciones, las altas tasas de vacunación, el aumento de la confianza de los consumidores y las empresas y los efectos de largo alcance de la expansión fiscal y monetaria impulsarán una sólida recuperación este año.

Aquí, el principal riesgo es el sobrecalentamiento. El reciente aumento de la inflación podría resultar más persistente de lo que esperaba la Reserva Federal de EEUU, y los espumosos mercados financieros de hoy podrían sufrir una corrección, debilitando así la confianza.

En China y las economías estrechamente vinculadas a ella, la recuperación debe gran parte de su fuerza al éxito de las autoridades en contener el virus de manera temprana y a los efectos de los macroestímulos, todo lo cual permitió una rápida reapertura y restauración de la confianza en las empresas. Pero los altos niveles de deuda y apalancamiento en algunas partes de los sectores público y privado de China plantearán riesgos, ya que China intenta mantener un crecimiento más fuerte mientras controla el crédito excesivo. En términos más generales, la perspectiva de una creciente rivalidad, una guerra más fría, entre EEUU y China amenazará el crecimiento chino y mundial, especialmente si conduce a un desacoplamiento económico más completo y un proteccionismo renovado.

Europa está peor, después de haber sufrido una recesión de doble caída en el último trimestre de 2020 y el primer trimestre de 2021, debido a una nueva ola de infecciones y bloqueos. Su recuperación seguirá siendo débil durante el segundo trimestre, pero el crecimiento podría acelerarse en la segunda mitad del año si las tasas de vacunación continúan aumentando y la política macroeconómica sigue siendo acomodaticia. Pero eliminar gradualmente los esquemas de permisos y varias garantías de crédito demasiado pronto podría causar cicatrices e histéresis más permanentes.

Además, sin las reformas estructurales necesarias desde hace mucho tiempo, partes de la eurozona seguirán registrando un bajo crecimiento potencial y elevados coeficientes de deuda pública. Mientras el Banco Central Europeo siga comprando activos, los diferenciales soberanos (es decir, la diferencia entre los rendimientos de los bonos alemanes e italianos) pueden permanecer bajos. Pero el apoyo monetario eventualmente deberá eliminarse gradualmente y será necesario reducir los déficits. Y el espectro de los partidos euroescépticos populistas que buscan explotar la crisis se cierne constantemente.

Japón también ha tenido un reinicio mucho más lento. Tras un bloqueo para controlar una nueva ola de infecciones, experimentó un crecimiento negativo en el primer trimestre de este año y ahora está luchando por mantener el rumbo de los Juegos Olímpicos de verano en Tokio. Japón también necesita desesperadamente reformas estructurales para aumentar el crecimiento potencial y permitir una eventual consolidación fiscal. Y su enorme deuda pública puede eventualmente volverse insostenible, a pesar de la monetización persistente por parte del Banco de Japón.

Por último, el panorama es más frágil para muchas economías emergentes y en desarrollo, donde la alta densidad de población, los sistemas de atención médica más débiles y las tasas de vacunación más bajas continuarán permitiendo que el virus se propague. En muchos de estos países, la confianza de las empresas y los consumidores está deprimida; los ingresos del turismo y las remesas se han agotado; los coeficientes de endeudamiento ya son elevados y posiblemente insostenibles; y las condiciones financieras son difíciles debido a los mayores costos de los préstamos y las monedas más débiles. Además, hay un espacio limitado para la flexibilización de las políticas y, en algunos casos, la credibilidad de las políticas podría verse socavada por la política populista.

Entre las economías más problemáticas a tener en cuenta se encuentran India, Rusia, Turquía, Brasil, Sudáfrica, muchas partes del África subsahariana y las partes más frágiles e importadoras de petróleo del Medio Oriente. Muchos países están experimentando una depresión, no una recesión. Más de 200 millones de personas corren el riesgo de volver a caer en la pobreza extrema. Para agravar estas desigualdades, los países más vulnerables al hambre y las enfermedades también tienden a enfrentar la mayor amenaza del cambio climático y, por lo tanto, seguirán siendo fuentes potenciales de inestabilidad.

Si bien la confianza general se está recuperando, algunos mercados financieros son irracionalmente exuberantes y hay mucho riesgo e incertidumbre subyacentes. La crisis de COVID-19 probablemente conducirá a un aumento de la desigualdad dentro y entre países. Cuanto más se dejen atrás las cohortes vulnerables, mayor será el riesgo de inestabilidad social, política y geopolítica en el futuro. Lampadia

Nouriel Roubini, presidente de Roubini Macro Associates, es un ex economista senior de asuntos internacionales en el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca durante la administración Clinton. Ha trabajado para el Fondo Monetario Internacional, la Reserva Federal de EEUU y el Banco Mundial.




Un funcionario ejemplar

Un funcionario ejemplar

CONTROVERSIAS
Fernando Rospigliosi
Para Lampadia

El deceso de Renzo Rossini, Gerente General del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), ha causado consternación. Rossini desarrolló toda su carrera en el BCRP y fue escalando meritocráticamente hasta ocupar el más alto cargo que puede ostentar un funcionario de carrera.

Rossini fue uno de los artífices de la estabilidad económica que ha vivido el Perú las tres últimas décadas, que permitieron el crecimiento sostenido más largo e importante del que se tenga memoria, que sacó de la pobreza a millones de peruanos y fue fortaleciendo una clase media que ahora está nuevamente en peligro de consunción.

Renzo Rossini es el ejemplo de funcionario público que debería tener el Perú. Un hombre capaz y honesto, con las mejores calificaciones académicas, con una trayectoria impecable a lo largo de varias décadas en la misma institución, que ocupó paulatinamente cargos cada vez más importantes por sus propios méritos.

Eso fue posible porque la autonomía del BCRP permite que funcionarios como Rossini permanezcan en la institución y que asciendan los mejores. Naturalmente, eso se compensa con salarios y prestaciones adecuados a la calidad de los empleados, para evitar que migren a otras empresas. Es decir, más o menos lo contrario a lo que ocurre en el resto de la administración pública.

En el Perú, a diferencia de los países desarrollados, casi no existen funcionarios de carrera de alto nivel que permanezcan establemente en sus cargos durante varios períodos. Cuando cambia el Gobierno o, peor aún, cuando cambia el jefe del sector, se modifica toda la estructura de la entidad.

La pérdida de Rossini es hoy más lamentable aún, porque el Perú sufre una ofensiva del populismo y el izquierdismo que amenazan las bases fundamentales de la estabilidad y el crecimiento. Y precisamente el BCRP es uno de los blancos favoritos de la media docena de candidatos que atacan la estabilidad.

Ellos coinciden, por ejemplo, en modificar total o parcialmente, la Constitución, que es la que garantiza, entre otras cosas, la autonomía del BCRP. Y por ejemplo, lo que establece el artículo 84°, “El Banco está prohibido de conceder financiamiento al erario”, sería una de las primeras cosas que cambiarían.

La candidata de extrema izquierda Verónika Mendoza lo ha dicho, ella emitiría moneda descontroladamente, con lo cual llegaríamos a una situación similar a la de fines de la década de 1980 o la que ahora vive Venezuela. Y varios otros harían lo mismo.

También hay que recordar que el Congreso anterior, disuelto por Martín Vizcarra con los aplausos entusiastas de los medios de comunicación y grupos que lo respaldaban, actuó responsablemente eligiendo como directores del BCRP a Elmer Cuba, Rafael Rey y José Chlimper y ratificando a Julio Velarde en la presidencia. ¿Se imaginan a quienes elegiría el Congreso actual que regaló al Perú Vizcarra y la coalición que lo respaldaba?

El mejor homenaje a Renzo Rossini será impedir que quienes quieren destruir lo que el contribuyó a edificar lleguen al poder. Lampadia




La constitución del subdesarrollo

La constitución del subdesarrollo

Fundación para el Progreso
Axel Kaiser
Publicado en El Mercurio, 5.11.2019

En sus ‘Reflexiones sobre la revolución francesa’ publicadas en 1790, el intelectual y político irlandés Edmund Burke, advirtió que el afán refundacional de los jacobinos terminaría en una tragedia colosal que no solo fracasaría en conseguir la añorada igualdad que proclamaban, sino que daría pie al caos, el terror y la tiranía.

‘Es con infinita precaución que cualquier hombre debería aventurarse a derribar un edificio que ha respondido en cualquier grado tolerable a los propósitos comunes de la sociedad’, afirmó Burke, cuyas predicciones en poco tiempo se cumplieron consagrándolo como uno de los observadores más agudos y visionarios de su época. Desde sus orígenes, la filosofía liberal ha sido escéptica de las grandes narrativas refundacionales y de sus profetas, prefiriendo un tedioso, predecible y aburrido gradualismo cuando se trata de modificar aquellas instituciones que han permitido el florecimiento de la libertad y del progreso económico y social. Las sociedades maduras y avanzadas usualmente prefieren la precaución liberal recomendada por Burke antes que el entusiasmo rousseauniano que embriagó a los revolucionarios franceses y que, sin duda, ha constituido un aspecto central del subdesarrollo latinoamericano por más de un siglo.

Basta un breve repaso comparativo de historia constitucional para advertirlo. Así, por ejemplo, Estados Unidos ha tenido una sola Constitución en toda su historia a pesar de haber atravesado por una horrible guerra civil, dos guerras mundiales y la guerra fría, entre muchos eventos traumáticos. Dinamarca, Holanda, Noruega, Singapur, Bélgica y Australia también cuentan con una sola Constitución en su historia. Suiza ha tenido tres Constituciones desde 1291, Canadá dos desde 1867, al igual que Finlandia y Austria, ambas con dos Cartas fundamentales desde principios del siglo 20. Alemania, Italia, Japón y Francia han mantenido la misma Constitución en los últimos 60-70 años y países como Reino Unido, Israel, Nueva Zelandia y Hong Kong jamás han tenido siquiera una sola Constitución escrita. En América Latina, en cambio, la historia es muy diferente. Argentina ha tenido seis Constituciones; Brasil, Uruguay y México, siete. El Salvador, Honduras y Nicaragua han tenido 14 Constituciones cada uno, Colombia 10, Perú 12, Bolivia 16, Ecuador 20, Haití 24, Venezuela 26, y República Dominicana 32. Ninguna región del mundo, incluyendo África, ha tenido más Constituciones que América Latina. (Cordeiro, 2008).

Existe en nuestra cultura el curioso hábito de hacer de las Constituciones un chivo expiatorio sobre el que proyectamos todos nuestros defectos —mediocridad económica, corrupción, miseria social, deshonestidad, abusos, etc.—, para luego sacrificarlo en un acto de liberación colectiva que nos permite desentendernos de nuestra propia responsabilidad por los males que sufrimos. Ello, sumado al utopismo irresponsable tan propio de nuestros intelectuales, que no dudan un segundo cuando se trata de encontrar en la teoría la solución definitiva para nuestros padecimientos, pero que al mismo tiempo suelen ser ignorantes en casi todas las cuestiones prácticas de la vida social, es lo que impide la creación de instituciones estables en el tiempo, haciendo imposible el progreso acumulativo que se observa en los países desarrollados.

El hecho de que nuestras Constituciones desechables, a diferencia de las de naciones avanzadas, sirvan más bien para incrementar que para controlar el poder del Estado, horada aún más las bases liberales necesarias para la prosperidad. En ese contexto, los esfuerzos que apuntan a desbancar la Constitución actualmente vigente en Chile, bajo la cual se ha producido el período de mayor éxito en la historia nacional, son una manifestación clásica de la inmadurez política, intoxicación ideológica y evasión de la propia responsabilidad que históricamente ha sumido a América Latina en el subdesarrollo. Si Chile opta por seguir el camino refundacional desechando su Constitución, demostrará definitivamente que, a fin de cuentas, carece del mínimo necesario para pertenecer a la liga de los países serios. Lampadia




La falla de las clases dirigentes

Una de las peores tragedias de nuestro tiempo, es el fracaso de las clases dirigentes. Algo que caracterizaba al antiguo tercer mundo, ha pasado también a caracterizar la realidad política de los países más desarrollados.

Abundan los ejemplos de líderes políticos que no tienen legitimidad y reconocimiento de parte de las poblaciones que gobiernan -calidad que tampoco pueden mostrar sus opositores, o gobernantes que han polarizado a sus pueblos y han desprestigiado la política.

Evidentemente, los casos más notorios son los de Trump en EEUU y de May en Gran Bretaña (como veremos líneas abajo), pero lo mismo se puede apreciar, entre otros, en España e Italia. El populismo se presenta por doquier, y los enfoques extremistas prevalecen.

El caso de Macron en Francia, una opción centrista que levantó las banderas del libre comercio y la globalización, se ve acosada por resistencias internas y errores de gestión. Ángela Merkel perdió el liderazgo del partido y la representación ecuménica del poder, debilitando también el centro de la política europea.

En México y Brasil se producen cambios profundos, el primero con López Obrador hacia un socialismo decimonónico y el segundo en Brasil, alejándose del socialismo y corrupción del PT de Lula y compañía, pero con un tono radical, que lleva, como en el caso de México, a tener que esperar por resultados.

En nuestro territorio, la expresión de las élites o clases dirigentes, es más la anomia, la deserción del rol de dirigencia, la falta de compromiso cívico, y el cortoplacismo de corte mercantilista.

Hace pocas semanas, en CADE 2018, dos chilenos, un senador y un empresario, sorprendieron a la audiencia mostrando el grado de compromiso cívico de la clase dirigente chilena, especialmente, el de los empresarios. Sana envidia. Ver en Lampadia: Liderazgo consciente en CADE – Compromiso Cívico.

Como se hace evidente de los distintos casos de fallas de liderazgo, ni siquiera el éxito y un alto grado de avance de una sociedad, permite la desidia y la distancia con los temas nacionales. Al menor descuido se interrumpen los procesos virtuosos. Así nos pasó en el Perú el 2011, con la elección del nacionalismo de Ollanta Humala, que desconectó los procesos de inversión y estigmatizó a los empresarios en el quehacer público.

Lo peor es que desde entonces no damos pie con bola. PPK se coqueteó con Humala-Heredia, se aconchabó con las izquierdas y todas sus ramificaciones, no enmendó el clima de inversión. Su sucesor, Martín Vizcarra, renuncio a su inicial compromiso por la concertación y se focalizó en mantener su popularidad al lado de una supuesta gestión efectiva contra la corrupción, olvidando la necesidad de mejorar los indicadores sociales y el ritmo de inversión que nos están condenando a un clima de mediocridad, abandonando la gobernanza.

Gobernanza
Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía.
Real Academia de la Lengua

Veamos que nos dice The Economist de la falla de las élites británicas:

La elite que falló

La crisis política británica expone la insuficiencia de sus líderes

The Economist
18 de diciembre, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

En el último año, el cuerpo político británico soportó una sorprendente lista de males. El gabinete perdió a un secretario de Relaciones Exteriores y dos secretarios de Brexit, por no mencionar otros casos menores. El parlamento ha votado a favor del desacato del gobierno. El Partido Conservador tiene un voto de no confianza del Primer Ministro y otros heridos graves. Y esto solo va a empeorar. No hay consenso para ningún acuerdo Brexit, y no hay forma de salir del callejón sin salida que no rompa las promesas, y posiblemente las cabezas.

Hay dos explicaciones populares para este caos.

  • Una es que Europa siempre estuvo destinada a desgarrar a Gran Bretaña, ya que demasiados británicos detestan la evolución del mercado común hacia una Unión Europea.
  • Una segunda es que Brexit ha proporcionado el catalizador para una guerra civil a largo plazo entre la exitosa Gran Bretaña (que es metropolitana y liberal) y la Gran Bretaña que se queda atrás (que es provincial y conservadora).

Ambas explicaciones tienen mérito. Pero también hay una tercera:

  • Que el modelo de liderazgo del país se está desintegrando. Gran Bretaña se rige por una camarilla de auto-participación que premia la membresía del grupo por encima de la competencia, y auto-confianza por encima de la experiencia. Esta chumocracia (empobrecida élite) ha encontrado finalmente su Waterloo.

Considere la decisión que desató el desastre actual. David Cameron jugó el futuro del país en un simple referéndum: 51% y estás fuera. Mientras otros países, para decisiones menos trascendentes, optan por votos en dos etapas y súper-mayorías. Cameron hizo la apuesta solo para quitarse de encima la presión del ala de los euro-fóbicos del partido conservador y para evitar fugas hacia el partido independiente. Le dio mucha importancia a su capacidad de vender Bruselas en casa. A pesar de que tuvo muchos problemas en su carrera. Su renuncia provocó una guerra civil entre sus amigos de Oxford, Boris Johnson y Michael Gove, cuya mutua destrucción allanó el camino para Theresa May.

Pero tenga en cuenta la carrera actual por el liderazgo conservador que May lanzó la semana pasada cuando se vio obligada a prometer que no lo encabezará en las próximas elecciones.

Los tories están en crisis no solo porque están divididos, sino porque los diferentes candidatos son inadecuados. Jeremy Hunt, el secretario de Asuntos Exteriores, carece de principios; Sajid Javid, el secretario de Interior, carece de carisma; y Johnson, el campeón de la derecha, es una vergüenza.

La crisis de liderazgo de Gran Bretaña está arraigada en la evolución del antiguo establishment hacia una nueva clase política. Esta evolución ha sido ampliamente aclamada como un triunfo de la meritocracia sobre el privilegio y el profesionalismo sobre el amateurismo. De hecho, la nueva clase política tiene muchos de los mismos fracasos del antiguo establishment. Es introvertida y espera de sí misma, enviando a sus miembros, directamente, desde la universidad a trabajos en la villa de Westminster, donde se casan con otros de su clase. Se recuesta más en un bluff, que en expertos.

Al mismo tiempo, la clase política ha abandonado una de las virtudes del antiguo establishment. La vieja clase dominante preservaba un grado de autocontrol caballeresco. Los políticos principales dejaban el cargo para cultivar sus jardines y abrir ferias. La nueva clase política, por el contrario, carece de autolimitación, porque es más una realidad que la suerte de nacimiento. Así, la meritocracia se transforma en capitalismo de compinches. Tony Blair ha amasado una fortuna y George Osborne, el ex canciller de Hacienda de Cameron, está siguiendo sus pasos con entusiasmo.

El triunfo de la nueva élite coincide con la erosión de otros caminos en la clase dirigente. El Partido Laborista tradicionalmente reclutaba talento de la clase trabajadora a través de los sindicatos y el gobierno local. Su gobierno de 1945-51 tuvo éxito en parte porque contaba con grandes figuras como Ernest Bevin, quien perfeccionó sus habilidades de liderazgo en los sindicatos, y Herbert Morrison, que dirigía el Consejo del Condado de Londres. Los conservadores eran reclutados de una amplia gama de circunscripciones, desde la investigación a las fuerzas armadas y el mundo de los negocios.

El llamado de un bluff nacional

Hay algunas señales de que el sistema político está comenzando a desarrollar antídotos al gobierno de la chumocracia.

  • El Partido Laborista ha roto con el hábito de Blairite de colocar a los MPs (Miembros del Parlamento) metropolitanos en las circunscripciones regionales y ha comenzado a promover talentos locales como Angela Rayner (quien dejó la escuela a los 16 años sin calificaciones y un niño en camino).
  • El partido Tory ha logrado reclutar a ex soldados impresionantes como Tom Tugendhat, y Javid, el hijo de un conductor de autobús inmigrante.

La creación de líderes locales poderosos está delegando la toma de decisiones desde Londres y creando nuevas avenidas hacia la elite política nacional.

Desafortunadamente, esta autocorrección llega demasiado tarde. El fracaso de la clase política británica no solo abrió el camino al voto de Brexit. También abrió el camino a la captura del Partido Laborista por Jeremy Corbyn y su camarilla de extrema izquierda. Muchos británicos se desesperan porque tienen que elegir entre Brexit y el caos, bajo los conservadores, y el socialismo y el caos, bajo el laborismo. Si el próximo año va tan mal como este, pueden terminar con ambos. Lampadia




La economía global mejora y nos trae oportunidades

La economía global mejora y nos trae oportunidades

La economía mundial está disfrutando de una “recuperación sincronizada” según Martin Wolf, del Financial Times. El resultado de la economía mundial en 2017 fue significativamente mejor que el año anterior. Según las previsiones del Banco Mundial, es probable que el crecimiento económico mundial alcance el 3.6 % en 2017, ya que las economías de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón mostraron claros signos de mejora en el tercer trimestre con una tasa de crecimiento del 2.5 %, 2 % y casi 2 %, respectivamente.

Impulsado por la recuperación económica de los países desarrollados, el comercio y la inversión mundial han entrado en una nueva fase y la Organización Mundial del Comercio espera que la tasa de crecimiento del comercio mundial alcance el 3.2 % en 2017.

Pero aun cuando la economía mundial muestra todos los signos de una recuperación, la antiglobalización y el proteccionismo comercial siguen siendo las dos principales amenazas que causan gran preocupación y tienen el potencial de dañar el desarrollo de la economía y el comercio mundiales.

Por otro lado, una visión un poco optimista de Wolf afirma que: “Uno podría tener esperanzas de que, a medida que la economía mundial se recupere y que el optimismo acerca del futuro se arraigue, la destemplanza de la política en tantos países comience a sanar. Esto también podría comenzar a restablecer la confianza en las élites políticas y económicas. Eso podría hacer que la política fuera menos belicosa y más consensuada. También podría alejar el debate de los extremos más salvajes del populismo.”

El mayor crecimiento económico global es, sin embargo, una oportunidad para los países emergentes y en desarrollo, que actualmente están sufriendo por una desaceleración en la tasa potencial de crecimiento, principalmente debido a un debilitamiento en el crecimiento de la productividad.

Ya hemos comentado (En busca del tiempo perdido – ¡Ahora!) la tragedia que significa para el Perú, estar perdiendo estos años tan propicios para afirmar un desarrollo integral y sostenible. El siguiente artículo de Wolf debe ayudarnos a rteaccionar. No podemos seguir en esta suerte de inercia mazamorrera. Lampadia

Aunque la política no ayuda, la economía mundial mejora

Aun así continúa siendo vulnerable a las crisis financieras, a los choques inflacionarios y a la guerra

Martin Wolf
Financial Times
9 de enero, 2018
Traducido y glosado por
Lampadia

Con el inicio de 2018, el mundo presenta un contraste entre su deprimente política y la mejora de la economía. ¿Es probable que esta divergencia se mantenga indefinidamente? ¿O es probable que la una abrume a la otra? Y, de ser así, ¿la mala política arruinará la economía o una buena economía curará la mala política?

Podemos identificar varias amenazas al orden político global cooperativo. La presidencia de Donald Trump, un nacionalista belicoso con limitado compromiso con las normas de la democracia liberal, pone en peligro la coherencia de Occidente. El autoritarismo está resurgiendo y la confianza en las instituciones democráticas disminuye en casi todas partes. Mientras tanto, gestionar un mundo interdependiente exige la cooperación entre los países poderosos, en particular EEUU y China. Lo peor de todo es que los riesgos de un conflicto abierto entre estas dos superpotencias son reales.

Y, sin embargo, la economía mundial hierve, al menos comparado con los estándares de la última década. Según las previsiones de consenso, el optimismo sobre las perspectivas de crecimiento de este año ha mejorado sustancialmente para EE.UU., para la eurozona, para Japón y para Rusia. El consenso también pronostica un crecimiento global, de 3,2% el próximo año (a precios de mercado), levemente por encima de la elevada tasas de 2017.

El economista Gavyn Davies es aún más optimista. Según su opinión, el consenso todavía está rezagado en relación con los números trimestrales excepcionalmente sólidos identificados en los nowcasts (pronósticos a corto plazo). Él anticipa revisiones al alza de los pronósticos. E incluso argumenta que la actividad mundial actualmente está creciendo a una tasa anualizada de alrededor del 5% (medida a paridad del poder adquisitivo, lo cual eleva las tasas del crecimiento mundial en cerca de medio punto porcentual por encima de la expansión a precios de mercado).

Esto también representaría más de un punto porcentual por encima del crecimiento tendencial. En vista de ello, esta tasa es insostenible. Una respuesta optimista podría ser que los pronosticadores subestimaron la tendencia. Más importante aún, la inversión está desempeñando un destacado papel en la generación de una demanda más fuerte, particularmente en la eurozona. A su vez, una demanda más fuerte impulsa una mayor inversión. En la segunda mitad de 2017, señala el Davies, la inversión en EE.UU., en la eurozona y en Japón aumentó a tasas reales anualizadas trimestrales de entre 8% y 10%, un resultado mucho mejor a lo observado desde 2010. Definitivamente es concebible un círculo virtuoso de crecimiento rápido que impulse un crecimiento potencial más rápido.

Si esta tasa de crecimiento resulta insostenible, la pregunta es si llegará a su fin sin problemas o con contratiempos. Los riesgos de los contratiempos son importantes, dados los elevados niveles de deuda y los altos precios de los activos, especialmente el de las acciones estadounidenses.

Mientras tanto, felizmente, la inflación continúa siendo moderada, y las tasas de interés reales y nominales bajas. Por el momento, estas últimas condiciones hacen que la deuda sea más soportable y que los elevados precios de los activos sean más razonables. Sin embargo, la interrupción podría fácilmente llegar, quizá por una inflación más elevada o por dudas acerca de la solvencia de los grandes deudores. También podría surgir del colapso de los precios de los activos sobrevalorados o de la agitación en los sobrecargados mercados de deuda. Si las economías comenzaran a desacelerarse sustancialmente, el margen para maniobrar en asuntos de política monetaria o fiscal de los países de altos ingresos parecería pequeño.

Sin embargo, tal como lo argumenté hace un año, estas disrupciones económicas tan grandes son eventos raros. Sorprendentemente, la economía mundial ha crecido cada año desde principios de la década de 1950. Además, se ha expandido por menos del 2% (medido a paridad del poder adquisitivo) durante sólo cinco años desde entonces: 1975, 1981, 1982, 1991 y 2009.

¿Qué ha creado desaceleraciones agudas (y generalmente inesperadas)? La respuesta es: las crisis financieras, los shocks inflacionarios y las guerras. La guerra es el mayor riesgo político para la economía. A principios del siglo XX, pocos europeos se imaginaban la devastación económica y social que les esperaba en el futuro. Una guerra nuclear podría ser dos órdenes de magnitud más destructiva.

Las guerras entre los productores de petróleo también han sido extremadamente disruptivas: consideremos las dos crisis petroleras de la década de 1970. Una guerra entre Irán y Arabia Saudita podría ser realmente devastadora. La política, y por lo tanto las políticas, también desempeñan un papel dominante en la generación de inflación y de los consiguientes shocks de desinflación. La política también impulsa el proteccionismo y la liberalización financiera irresponsable. En general, los riesgos de las políticas disruptivas podrían ser mayores actualmente de lo que han sido en décadas.

La política también moldea las políticas a más largo plazo que determinan el desempeño de las economías. Sabemos que las políticas a menudo están lejos de ser todo lo favorables al crecimiento compartido y sostenible que podrían serlo. Ni la idea de la derecha de que lo único necesario es reducir los impuestos y las regulaciones, ni la opinión de la izquierda de que un Estado más intervencionista resolvería todo tiene sentido. Reavivar el dinamismo representa un desafío.

Sin embargo, también es posible tener una perspectiva más optimista. La mala política de hoy en día es el resultado, en gran parte, de la mala economía del pasado, particularmente del malestar de la poscrisis en los países de altos ingresos y del impacto del colapso subsiguiente del precio de las materias primas en numerosos países emergentes y en desarrollo. Uno podría tener esperanzas de que, a medida que la economía mundial se recupere y que el optimismo acerca del futuro se arraigue, la destemplanza de la política en tantos países comience a sanar. Esto también podría comenzar a restablecer la confianza en las élites políticas y económicas. Eso podría hacer que la política fuera menos belicosa y más consensuada. También podría alejar el debate de los extremos más salvajes del populismo.

Por algún tiempo, entonces, la economía y la política pueden ir por caminos separados. Sin embargo, a largo plazo las preguntas deben ser si la economía fracasará por sí sola, si la política terminará arruinando a la economía o, si la economía curará a la política. Esperemos que la respuesta sea la última. Ésa es una opción por la que vale la pena luchar. Lampadia




Debilidades para enfrentar otra crisis

Debilidades para enfrentar otra crisis

Un reciente artículo de The Economist titulado “Cuidado – La Economía Mundial” trae a la luz una evaluación de riesgos muy realista, enfocándose en la lenta velocidad de recuperación de la economía mundial  en comparación con la capacidad suficiente para soportar una próxima crisis. Afirma que la deuda griega parece ser un rezago de la crisis financiera del 2008. 

A pesar de la gran recuperación de la economía desde la crisis, todavía permanecen muchas fragilidades. Europa está lleno de deudas (más aún con la grave situación de Grecia y la zona euro), Japón no puede permitir que siga aumentando el problema de la inflación y las perspectivas para los países de América Latina no son optimistas. Según el FMI, el PBI de la región aumentó sólo 1.3 % en 2014, muy por debajo del promedio de 4.2% que experimentó entre 2004 y 2013. Este año, los analistas esperan que el crecimiento sea de tan sólo 0.9 %.

Dada la débil situación en la que se encuentran tantas grandes economías (La relación promedio entre deuda y PBI de los países ricos ha aumentado en 50% desde 2007), The Economist afirma que están mal preparadas para manejar una recesión.

Para entender la precaria situación de estos países, más abajo compartimos otro artículo de The Economist que muestra una herramienta sencilla y práctica (creada por ellos) para estimar el espacio fiscal para varios países desarrollados.

Se asigna una nota para cada componente de las herramientas macro: Cada nota tiene un máximo de 100. 100 significa espacio fiscal total, y 0 que no hay espacio fiscal en lo absoluto. A la tasa de interés se le asigna un valor de 100 cuando ésta es > 10%, y 0 cuando es 0.

En la actualidad las tasas de interés están más cerca de 0% que a 10%.Es interesante recordar que la tasa de la FED era de 6% antes de 2001, y ahora es el 0.13%. Hoy en día casi todos los países tienen una tasa de interés de entre 0 y 1%. No se puede esperar casi nada de “margen de maniobra” por la parte monetaria. Es poco probable que las tasas de interés de los bancos centrales aumenten mucho en el futuro.

Que la expansión fiscal proporcione un estímulo en caso de crisis económica está limitada por tres factores: el volumen de la deuda (la suma de los déficits pasados), los déficit fiscales reales y esperados y la relación del gasto público con el PBI (no considerada por The Economist).

Existe un límite al gasto público: mayor es la proporción, menor será el margen de intervención para una política fiscal activa. En general, un alto gasto se acompaña de una alta presión fiscal, y las personas empiezan a rechazar cualquier aumento de impuestos por encima de un cierto límite.

Se deben tomar medidas al respecto, mediante el fomento (por parte de los gobiernos) de la inversión privada y reformas laborales. Solo así se podrá preparar a las economías para que estén en mejores condiciones de hacer frente al próximo shock.

 

Cuidado: La economía mundial

Publicado por The Economist el 13 de junio del 2015

Traducido y glosado por Lampadia

 

Es solo cuestión de tiempo antes de los próximos golpes de recesión. El mundo rico no está listo.

La lucha ha sido larga y ardua. Pero mirando a través de las maltrechas economías de los países ricos es el momento de declarar que se ha ganado la lucha contra el caos financiero y la deflación. En 2015, el FMI dice que por primera vez desde 2007 cada economía avanzada se expandirá. El crecimiento del mundo rico debería exceder el 2% por primera vez desde 2010 y el banco central de EE.UU. probablemente elevará sus bajísimas tasas de interés.

Sin embargo, la economía mundial todavía se enfrenta a peligros, que van desde la saga de la deuda griega hasta los mercados inestables de China. Tarde o temprano, las autoridades se enfrentarán otra recesión. El peligro es que, después de haber agotado su arsenal, los gobiernos y los bancos centrales no tendrán munición para luchar contra una eventual situación similar. 

El humo se despeja

Las buenas noticias provienen de EE.UU., que lidera el denominado grupo del mundo rico. Los datos más recientes, incluyendo las crecientes ventas de vehículos y otra serie de cifras de robusto empleo, muestran que el ritmo de crecimiento se recupera. Las empresas sumaron 280 mil nuevos trabajadores el mes pasado [mayo]. Los jefes están finalmente pagando más para encontrar los trabajadores que necesitan.

En otras partes del mundo rico, las cosas también están repuntando. En la Zona Euro, el desempleo cae y los precios están subiendo de nuevo. La recuperación de Gran Bretaña ha perdido un poco de impulso, pero el fuerte crecimiento del empleo sugiere que la expansión continuará. Japón rugió en el primer trimestre, creciendo 3,9% respecto de igual periodo del año anterior. Una recuperación de base amplia y persistente no es casualidad.

Las fragilidades inevitablemente permanecen. Europa está lleno de deudas y de la dependencia en las exportaciones. Los países emergentes, que representaron la mayor parte del crecimiento en los años posteriores a la crisis, han visto mejores días. En tanto, pobres datos comerciales sugieren que el crecimiento de China podría estar desacelerándose más rápido de lo que el gobierno desea.

Si alguna de estas preocupaciones provoca una recesión, el mundo estará en una posición complicada para hacer algo al respecto. Rara vez tantas economías grandes han estado tan mal preparadas para manejar una recesión, cualquiera que sea su procedencia. La relación promedio entre deuda y PBI de los países ricos ha aumentado en 50% desde 2007.

El campo de la política monetaria es aún más estrecho. Cuando los bancos centrales se enfrenten a su próxima recesión, se arriesgaran a no tener prácticamente ningún espacio para impulsar sus economías mediante la reducción de las tasas de interés.

La respuesta lógica es volver a la normalidad rápidamente. Cuanto más pronto las tasas suban, más pronto los bancos centrales recuperarán el espacio para recortarlas de nuevo cuando el problema se presente. 

Sin embargo, aumentar las tasas mientras que los salarios están planos y la inflación muy por debajo de los objetivos de los banqueros centrales genera el riesgo de que las economías vuelvan a estar de nuevo al borde de la deflación, precipitando la recesión.

Debido a que la recuperación de EE.UU. es más fuerte, es ahí donde se concentra el debate más feroz sobre qué tan rápido se debe volver a la normalidad en cuanto a política monetaria.

La mejor defensa

Los gobiernos también pueden hacer su parte. Todavía ha sido vergonzosamente pequeño el crecimiento de la inversión en infraestructura. La OCDE tenía razón al castigar al ministro de Finanzas de Reino Unido, George Osborne, por la escala y el ritmo de sus propuestas de gasto público. El crecimiento es mejor que la austeridad como política para mantener las deudas bajo control. Los gobiernos deberían, en cambio, dirigir sus energías hacia las reformas pendientes en los mercados de productos y de trabajo. Los mercados abiertos de productos fomentan la empresa. La libertad de contratar trabajadores bajo contratos flexibles es la mejor manera de mantener a la gente fuera del desempleo. Ambas reformas preparan a una economía para estar en mejores condiciones para hacer frente al próximo shock.

Después de haber luchado contra los efectos de la crisis financiera, los gobiernos y los bancos centrales están comprensiblemente ansiosos por volver a la normalidad. La manera de lograr su objetivo es permitir que la recuperación cobre fuerza.