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LAS MARAVILLAS DEL PERÚ

LAS MARAVILLAS DEL PERÚ

Jaime Spak
Para Lampadia

En los artículos que he venido escribiendo a lo largo de los últimos meses ha sido una constante la crítica a nuestras autoridades.

Esta repetición casi monotemática de críticas es alimentada por la baja calidad de nuestros gobernantes y en particular de este gobierno que no hay semana que no este inmerso en nuevos escándalos de corrupción, compadrazgo y sobre todo la poca transparencia y comunicación que tendría que haber de parte del que nos gobierna. 

 

Por momentos nos olvidamos del maravilloso país en el que vivimos, y deseo en esta oportunidad recordarles lo bueno que tenemos y no apreciamos porque entre la pandemia y el mal gobierno nos han obnubilado.

  • Recursos Naturales: Una geografía espectacular, 30 microclimas, abundante agua dulce, petróleo, gas natural, cobre, zinc, oro, plata, litio, anchoveta, camarones, papas nativas, frutas, espárragos, arándanos, palta, mangos, etc.
  • Geografía: Machu Picchu, el lago Titicaca, 3,000 km de litoral donde se practica el deporte de la tabla, reservas naturales, playas del sur y del norte, zonas para esquiar en nieve y en arena.
  • Gastronomía: que podemos decir de la maravillosa gastronomía, que es le deleite del mundo entero con tours especiales para venir solo a saborear los mejores potajes criollos, con restaurantes que están catalogados como los mejores del mundo. Y sobre todo los mejores huariques del mundo en donde puedes deleitarte de una excelente comida sin que te afecte el bolsillo.
  • Música: la música peruana es algo que tiene un gran potencial, como lo es la gastronomía, poder llevar a nuestra música criolla a otras latitudes.

Se imaginan poder grabar la gran cantidad de valses en otros ritmos, seriamos un éxito, como lo hizo Rubén Blades cuando grabo “Todos Vuelven “del gran Cesar Miro.

  • Artes: en esto tenemos artistas de lo mas importantes, en literatura un premio nobel, en arte lirico un tenor que se codea con la elite, pintores que han dejado una huella indeleble, cantantes populares que brillan con luz propia en el extranjero.
  • Historia: la historia del pueblo peruano, comenzando por las civilizaciones pre incas, que han dejado un legado importante, y luego los maravillosos muesos, como Sipán, Sicán, Museo de Oro, el nuevo museo de Pachacamac, y la gran herencia del imperio de los incas.
  • Gente: creo que lo mas importante que contamos es la gente, cuando vienen extranjeros, se sienten acogidos, por la hospitalidad del pueblo peruano que se caracteriza por su bonhomía y su calidez.

Mucha gente que ha venido de visita se ha quedado a vivir porque se sienten muy acogidos.

Dos personas extranjeras que han estado en el Perú me manifestaron algo que se me quedo grabado.

Un diplomático americano me dijo en una oportunidad, cuando le pregunté qué es lo que mas le gustaba del Perú y me contestó “es un estado de ánimo estar aquí”.

Otro amigo me dijo: de acá solo me sacan con los pies primero y en mi pijama de madera.

Por eso en vez de estar haciendo hígado con expulsiones de Perú Libre, con entrevistas truchas de Castillo por un par de periodistas que se ve a las claras que se han vendido por un plato de lentejas, las interpelaciones, los Salaverry, Bellido, Cerrón, Pacheco, Sarraseta, vergüenza ajena en CNN.

Deberíamos ver que el Perú siempre será mas grande que sus problemas y que este bache de gobierno pronto acabará, cuando el profesor se de cuenta que no puede seguir improvisando, sino llamando a gente competente para que lo ayude a salir de este embrollo que se ha metido.

Acaba de confesar que esta aprendiendo, pero no podemos seguir siendo ingenuos pensando, que Karelin le puede hacer una fiesta en palacio a su hija sin que este enterado.

O que puede entrar cualquiera a palacio sin avisar, es decir me voy a comer una butifarra al Cordano y de allí entro a palacio….

Como dice la gente: “Ya pe prosor, cree que somos débiles mentales” …. Lampadia

 




Un viaje siempre es un comienzo

Un viaje siempre es un comienzo

Por Gastón Acurio

(Perú 21 – Cheka, 19 de Febrero de 2015)

Nunca olvidaré aquella cena de otoño del año 2002. Junto al gran fotógrafo Renzo Uccelli, había partido en un largo viaje que nos llevaría por todos los rincones del Perú a los que nuestra vieja camioneta nos pudiera llevar.

No sabíamos qué encontraríamos, no teníamos agendas ni contactos que nos esperaran en cada valle o pueblo al que llegaríamos. Solo la necesidad de recorrer el Perú, observarlo, vivirlo, comprenderlo y, a partir de allí, tratar de diseñar nuevos caminos y desafíos para nuestras vidas. Teníamos la certeza de que nuestra cocina era mucho más que un hermoso recetario heredado de nuestras abuelas; que, gracias a ella y sus maravillosos productos, era que nosotros existíamos como cocineros, y que, a través de ella, podríamos conectar a miles de peruanos con sentimientos y oportunidades que, en aquel momento, aún no teníamos claras cuáles podrían ser. Recuerdo con total nitidez aquella tarde de otoño cuando cruzábamos un hermoso valle arequipeño y nos topamos por primera vez con una conmovedora plantación de kiwicha. “¡Frena!”, exclamó Renzo. “Mira, qué hermoso. Bajemos a tomar unas fotos”. Detuve el auto y nos acercamos hacia aquellas hermosas plantas que mostraban sus granos de oro en todo su esplendor. De pronto, un señor surge desde los matorrales, y con voz pausada y serena nos dice: “Hace un mes que debía haberla cosechado, pero, como no hay compradores, una vez más ni siquiera podré cosechar. La dejo allí, con la esperanza de encontrar un comprador a último momento, pero no creo, la verdad”. Sus palabras fueron como un rayo que atravesó todos nuestros sentimientos, nuestras dudas, nuestras preguntas y respuestas. Estaba claro. A partir de allí, aquel viaje cobraría un sentido y un libreto que se repetiría por todo el Perú: miles de productos peruanos no valorados ni por el mundo ni por nosotros mismos, cientos de miles de peruanos cuidando los tesoros de nuestra biodiversidad esperando a que un día tengan el reconocimiento que tuvieron en tiempos de sus antepasados; la cocina peruana como una herramienta para unir un sentimiento de identidad y orgullo por lo nuestro, para promocionar las bondades de nuestros productos, de nuestra cultura y nuestros hermosos parajes, para promover la imagen del Perú ante el mundo, para generar oportunidades a muchos compatriotas. De pronto, nuestra historia finalmente tenía un sentido.

Han pasado tan solo 12 años de aquel viaje y muchas cosas han sucedido en ese sentido. Hoy la cocina peruana es una marca internacional que representa exitosamente al país ante el mundo y es una tendencia de consumo global que genera oportunidades a miles de compatriotas fuera y dentro del Perú en todos los campos con que la gastronomía se relaciona: la agricultura, la pesca, la industria, la empresa, la nutrición, el comercio, la educación, la manufactura, la artesanía. Sin embargo, sabemos que esto es solo el fin de una etapa y el comienzo de otra. Sabemos que hoy, en el Perú, nuevos retos, nuevos desafíos, nuevas oportunidades están allí esperando para conectarse con todo lo que, en este nuevo escenario, la gastronomía peruana les puede ofrecer. ¿Qué nuevas historias habrá por contar? ¿Qué nuevos héroes anónimos estarán allí esperando a ser reconocidos? ¿Qué nuevos productos, nuevos parajes, nuevas experiencias allí listas para ser puestas en valor? ¿Qué nuevos desafíos sociales, ambientales, económicos y educativos están allí esperando a ser enfrentados? Por ello es que un nuevo viaje se vuelve urgente. Por ello es que, una vez más, en las próximas semanas iniciaremos un nuevo recorrido por todos los rincones del Perú. Para una vez más, volver a observarlo, vivirlo, comprenderlo y así poder ayudar a ensamblar todo aquello que esté allí listo a ser conectado con una gastronomía peruana a la que el mundo hoy respeta y quiere disfrutar para siempre en la medida que siempre tengamos nuevas historias que compartir.

Algunas diferencias nos separan de aquel primer viaje. Hoy no viajamos dos aventureros en una camioneta vieja. Hoy lo hacemos con un grupo de peruanos de distintas generaciones y especialidades multidisciplinarias para registrar de la forma más profesional posible aquello que vayamos descubriendo en el mar, los Andes, el altiplano y el Amazonas. Hoy podremos, además, gracias a la tecnología, ir compartiendo lo vivido casi en tiempo real, conectando productos, personajes, historias día a día con la audiencia. También, hoy que el mundo nos observa y respeta, podremos ir mostrando lo mejor de lo nuestro a la comunidad global, a instituciones y a todo aquel que pueda ayudarnos a cumplir el objetivo de este nuevo viaje, que es, en realidad, el mismo de aquel primer viaje: conectar al Perú con las oportunidades que el mundo ofrece, solo que esta vez en un mundo distinto, expectante y con el corazón abierto a los tesoros del Perú.

Allá vamos, entonces, con la ilusión de empezar de nuevo una historia que parecía llegar a su fin, pero que día a día nos revela que la vida no es llegar a un destino o lograr un resultado, que la vida es el camino, el avanzar, el vivir.

Un comentario final. Si alguien por ahí les dice que este viaje es el inicio de una campaña presidencial, por favor díganle que no es cierto y que, si lo sigue diciendo, le caerá el embrujo gastronómico. Sus huancaínas se harán vinagre; sus cebiches, azúcar; sus tacu tacus, sopas.




El 2021 está cerca

El 2021 está cerca

Por Gastón Acurio

(Perú 21 – Cheka, 15 de Enero de 2015)

Una de las grandes virtudes de las sociedades desarrolladas es su capacidad, a lo largo de la historia, para afrontar, sin temor ni vergüenza, los desafíos que la vida va colocándoles en el camino poniéndose de acuerdo en cómo enfrentarlos, resolviéndolos y, a partir de ahí, seguir para adelante. Son sociedades que están constantemente reinventándose, empujando sus talentos siempre hacia el límite, construyendo acción y conciencia cívica día tras día, avanzando y avanzando sin cesar.

Ojalá esta hubiera sido la actitud de nuestra sociedad durante el siglo XX. Todo un siglo entero en el que las idas y venidas políticas nos llevaron de forma incomprensible e inaceptable a ubicarnos a la zaga económica y social del planeta, a tal punto que, para muchos, el siglo XX para el Perú fue el siglo perdido. Sin embargo, el siglo XXI no lo hemos empezado mal.

A pesar del nefasto ruido político que día a día contamina nuestro ánimo, lo cierto es que, como sociedad, hemos logrado algunas cosas muy importantes. Lo primero es que nos miramos al espejo con dignidad y orgullo de ser peruanos. Nos aceptamos como un país multicultural que finalmente encuentra en su mestizaje maravilloso su gran arma, y no, como antes, su gran defecto.

Lo segundo es que creemos en el futuro del Perú. Ya no soñamos con emigrar; nuestros hijos quieren hacer sus sueños realidad en su patria. Lo tercero es que creemos en nuestra capacidad individual para salir adelante. Ya no le creemos al Estado papá que, durante todo el siglo XX, nos engañó con el cuento de que él dirigiría y controlaría nuestro destino con generosidad y sabiduría.

Hoy los peruanos creemos en nuestro trabajo como la gran fuerza motora de nuestros sueños y es así que en este siglo hemos ido construyendo el camino ascendente de nuestra economía. Y, por último, gracias a este enorme esfuerzo de toda la sociedad, hemos logrado sentar las bases de aquello que distingue por encima de todo a las sociedades más estables y desarrolladas del mundo: las bases para la creación de una gran clase media peruana.

En efecto, al comienzo de este siglo, los peruanos emprendedores nos pusimos a trabajar mirando con optimismo el futuro mientras aceptamos que las políticas públicas estuvieran orientadas al desarrollo de las grandes inversiones privadas, de manera que le dieran un impulso poderoso a la economía peruana.

Luego los peruanos hemos seguido trabajando sin desmayo, sacando adelante nuestros sueños, convirtiendo nuestras pequeñitas empresas en medianas y grandes, y una vez más aceptando que con nuestros impuestos se diera un nuevo impulso económico, esta vez orientado a los más desfavorecidos de la sociedad, con programas sociales importantes dirigidos a nuestros ancianos desprotegidos, a nuestros niños en sus escuelas, a nuestros jóvenes talentosos en su formación.

Y es así como llegamos a este 2015 que parece ruidoso, alborotado y más propio del siglo XX que a un 2015 coherente con todo lo acontecido y logrado en este siglo, pero que nos encuentra a los ciudadanos sin la menor intención de renunciar a lo avanzado. Hemos trabajado muy duro para salir adelante, hemos apostado por desarrollar la gran industria y luego por la inclusión social. Ahora toca el gran paso final: el apoyo decidido a esa gran clase media, que será la base de un siglo XXI marcado por la prosperidad y grandeza definitiva del Perú.

Dejemos que las grandes inversiones sigan su rumbo, dejemos que los programas sociales sigan incluyendo a más peruanos, pero ahora enfrentemos con la misma decisión de las sociedades más desarrolladas el gran desafío: la creación de una gran clase media. Crear las condiciones para que los millones de micro y pequeños empresarios prosperen rápidamente; para que nuestros jóvenes puedan llevar su talento a lo más alto, sea estudiando, entrenando o emprendiendo; para que nuestros científicos tengan todos los recursos necesarios para el desarrollo de tecnologías de última generación; para que nuestros artistas, intelectuales y deportistas nos deslumbren con su arte, su sabiduría, sus victorias.

El año 2021 está cerca y de ninguna manera podemos ni debemos permitir llegar al bicentenario de nuestra independencia sin tener algo más que celebrar que nuestra independencia política. De ninguna manera debemos resignarnos a lo logrado y al ritmo de lo ya alcanzado.

Tenemos que soñar en grande y aspirar a más. Mucho más. Si queremos que el año 2021 sea de verdad el punto de quiebre definitivo de un Perú que avanzará inexorablemente hacia la victoria, tenemos que mirarnos al espejo ahora y enfrentar nuestros desafíos individuales y colectivos con más coraje y fuerza que nunca.

Somos la generación elegida para cambiar un siglo perdido por un siglo ganado. Asumamos que toca a nosotros sacrificarnos para lograrlo, que somos nosotros los que tenemos que dejar atrás egos, apetitos, rencores, heridas, egoísmos, miedos. Hemos logrado avanzar, claro que sí, pero debemos avanzar mucho más. El 2021 está cerca. Dejemos de pelear. Es hora de trabajar.