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Wakanda: La Bendición de los Recursos Naturales

Wakanda: La Bendición de los Recursos Naturales

A pesar de los múltiples ejemplos de realidades exitosas sobre países que han sabido transformar su gran riqueza de recursos naturales en bienestar, se sigue hablando de la maldición de los recursos naturales para justificar las supuestas debilidades de nuestro “modelo primario exportador”, el cual nos llevaría eventualmente a una gran crisis.

Y si bien no todos los que impiden el desarrollo de nuestros recursos naturales, ya sea por acción o por omisión, recurren al argumento de la maldición, de facto han inhibido, por ejemplo, el tan necesitado desarrollo ambicioso de muchos proyectos mineros. Esto ha llegado a tal punto, que hace ya más de un lustro, nuestras autoridades, en Lima y en las regiones, muestran hacia la minería un rechazo visceral, una distancia desinformada para protegerse de las monsergas mediáticas, o una abierta e irresponsable cobardía.

La verdad es que, gracias a la minería, el Perú impulsó su economía desde la condición de un ‘Estado Fallido’, donde nadie invertía, hasta un estadío de prosperidad que estúpidamente se interrumpió el 2011. Redujimos la pobreza en más del 50%, desde 1990, multiplicamos el PBI (US$ PPP) en 6.9 veces, disminuimos la desigualdad y la desnutrición crónica. Sin embargo, muchos todavía no entienden  los beneficios que nos pueden brindar nuestros recursos naturales.

Por eso, queremos aprovechar un ejemplo que ha salido recientemente en los cines para llegar a la conciencia de nuestras autoridades:

Una película que fue estrenada hace poco tiempo, titulada “The Black Panther” (adaptada de un cómic de Marvel), se sitúa en el país ficticio de Wakanda, rico en un mineral (también ficticio) llamado ‘vibranium’, ofrece lecciones sobre cómo los países pueden transformar los depósitos de energía y minerales en beneficios duraderos. Quizás lo más importante es que la película resalta que no es verdad la llamada “maldición de los recursos” y que, en realidad, sí se pueden resolver los problemas de pobreza, conflictos y corrupción en las naciones ricas en recursos naturales.

A pesar de su naturaleza ficticia, Wakanda comparte similitudes clave con muchos países; y los políticos pueden extraer lecciones de la buena gobernanza de los recursos y la integración económica. En particular, Wakanda ha sabido utilizar su recurso para mejorar la tecnología y el desarrollo económico de su gente. Además, el enfoque de Wakanda es utilizar el vibranium para crear beneficios ampliamente distribuidos para la sociedad.

Este país ficticio comparte muchas similitudes con Noruega, por ejemplo, que es rica en petróleo, y ha sido elogiada por su gestión de los recursos naturales que ha potenciado y hecho sostenible con la creación de un inmenso fondo soberano de riqueza. Noruega gasta alrededor del 4 % del fondo en proyectos públicos. En los comics, el país destina una parte generosa de los ingresos de vibranium para crear una red de seguridad social.

Otro ejemplo con el cual se le suele comparar a Wakanda es Botswana, uno de los países africanos que es una historia de éxito, siendo uno de los mayores productores de diamantes del mundo. La nación ha buscado la diversificación económica y ha desarrollado políticas fiscales sólidas para regular la riqueza del diamante y el gasto gubernamental. Botswana también invirtió los ingresos de los diamantes para las generaciones futuras utilizando un fondo de riqueza soberano llamado Pula Fund. Está allanando el camino para que sus jóvenes se eduquen y empoderen y que su sociedad prospere.

Aislacionismo

Otro punto interesante de analizar en el Universo Marvel, es que el vibranium es clave para ayudar a Wakanda a esconderse del resto del mundo y evitar la apropiación del valioso recurso. Debido a su autoaislamiento, Wakanda parece tener un modelo económico donde no intercambia sus recursos naturales con el resto del mundo: vive en la autarquía e invierte fuertemente en tecnología. Justamente uno de los puntos clave de la película se centra en que el nuevo Principe de Wakanda cree que los recursos de vibranium no deben mantenerse ocultos en Wakanda; más bien deberían usarse para liberar a la gran cantidad de personas de ascendencia africana que viven en condiciones de pobreza y opresión en todo el mundo, además de utilizar los recursos de Wakanda para ayudar a las naciones extranjeras al intercambio de conocimientos tecnológicos que ellos han adquirido.

La inversión masiva de Wakanda en tecnología le da al país de ficción una clara ventaja comparativa, lo que, a su vez, hace que los beneficios potenciales del comercio internacional sean bastante altos. La alta calidad de su gobierno sugiere que Wakanda también podría gestionar los ingresos esperados del comercio para las generaciones actuales y futuras de Wakandans. Además, si el Vibranium puede desempeñar el mismo rol que tuvo la máquina de vapor durante la Revolución Industrial del siglo XIX, Wakanda podría ser el catalizador para un aumento en el comercio mundial; ya que transportar los productos utilizando motores superpotentes y tecnológicamente avanzados reduciría drásticamente los costos y facilitaría el movimiento de mercancías.

El país ficticio de Wakanda proporciona una imagen de la prosperidad y avance tecnológico, que podrían disfrutar los países ricos en recursos naturales que saben aprovecharlos y gestionarlos adecuadamente. Además, la inversión en educación y salud, el desarrollo tecnológico y el aumento en el comercio mundial serían un beneficio que si bien, no se vio con amplitud en la película, sí podemos lograr en nuestro mundo real.

El Perú no vio la película

Es evidente que, en Perú, nuestras autoridades y buena parte de los medios, no vieron la película.

  • Después de la experiencia de la interrupción del crecimiento de la economía producido en gran medida por el sabotaje de la inversión minera, demostrado en dos casos icónicos, Conga y Tía María.
  • Después de haber pasado de un Estado en donde se incrementaban las reservas y el ahorro fiscal, a sufrir un déficit fiscal de 3.5%, sin miras de superarse en el mediano plazo.
  • Después de regresar, como antes de los años 90, a la sensación de escasez y pérdida de sensación de futuro.
  • Después de comprobar que el mayor saboteador de la inversión minera, el ahora congresista Marco Arana, expulsado de la Iglesia Católica (caserito de los medios -dizque- serios), no es consecuente con los derechos y necesidades de los pueblos, pues más movido por la ideología y la política, sigue defendiendo al oprobioso régimen chavista controlado por el ‘Eje-Cuba-Venezuela’, que está matando a su población. Después de una excelente campaña de comunicación sobre el proyecto de Tía María en Arequipa.

Nuestras autoridades son incapaces de asumir un liderazgo que ilumine el sentido común de nuestra población, con comunicaciones sinceras y claras, que permitan que apoyen el desarrollo de las inversiones.

Por un lado, el gobernador de Arequipa, la señorita Yamila Osorio, sigue en una suerte de limbo incapacitante, y por otra, el Primer Ministro, Cesar Villanueva declara: “Tía María (…) es uno de los proyectos que (…) no tienen la aprobación de las poblaciones adyacentes al centro minero y que, además, no demuestran un respeto absoluto al tema ambiental en sus propuestas de operación deben esperar.”

Declaraciones con las que solo ha empoderado a las minorías de oportunistas y agentes políticos para impedir la inversión. ¿O alguien se imagina, que el diario La República destaque la declaración del premier en su portada de hoy con un propósito distinto de alertar a oportunistas y agentes anti-inversión?

¡Todos al cine (sin llevar canchita)! Lampadia




Petróleo brinda desarrollo social, ambiental y tecnológico

Petróleo brinda desarrollo social, ambiental y tecnológico

Noruega ha sido siempre uno de los ejemplos que debimos seguir en el Perú. Es un país que podría llamarse primario exportador, pues el 67% de sus exportaciones son petroleras. Sin embargo, sin políticos ignorantes que hayan creado mitos y generado regulaciones absurdas, maximizó el ritmo de explotación de su petróleo (un recurso no renovable) para crear riqueza que le permita privilegiar tres aspectos clave para el bienestar de corto y largo plazo de su sociedad: un gran desarrollo social, excelentes estándares ambientales y orientación a la innovación y el desarrollo tecnológico. Además, por supuesto, tiene un buen sistema educativo e instituciones sólidas.

Otro desarrollo importante de Noruega es su fondo soberano que acumula excedentes de la renta petrolera. Hoy es uno de los más grandes del planeta, y le ha permitido evitar distorsiones como la enfermedad holandesa y mantener la capacidad de tener una política contra cíclica que les ha dado décadas de estabilidad.   

Sin embargo, como el petróleo se agotará en algunas décadas o será sustituido por otras fuentes de energía y considerando la reciente reducción de su cotización en los mercados internacionales, se piensa que es importante ir preparando a la sociedad para los cambios que eventualmente, tendrán que atravesar. Pero, según explica John Gapper, en su artículo del Financial Times, “el problema es que Noruega está demasiado cómoda. Se necesita una crisis para conseguir que la mayoría de los ciudadanos cambien radicalmente su forma de pensar o para que se ajuste la forma en que funciona la economía”.

Con la caída de los últimos años del precio Brent del petróleo, los noruegos están pensando más en la innovación. A pesar de contar con un fondo soberano de aproximadamente US$ 880 mil millones y que sus reservas de petróleo y gas deberían durar unos cincuenta años más, ellos están empezando a ampliar su interés en la innovación como una medida de crecimiento en la economía. Un caso similar de compromiso de largo plazo al de Singapur, que después de sus primeros 50 años de éxito, ya está pensando en las acciones necesarias para cuidar las siguientes cinco décadas. (Ver en Lampadia: Singapur piensa y planea su futuro).

En nuestro caso, el crecimiento de la minería ha tenido una indiscutible contribución al dinamismo de la economía y a los ingresos fiscales. Es cierto que en vez de acumular excedentes, teníamos que avanzar en cerrar las brechas sociales y económicas que acumulamos durante los aciagos años del velascato, el segundo belaundismo y el primer alanismo. Pero si hubiéramos entendido que la explotación de nuestros recursos naturales, como lo hizo Noruega, era algo que había que profundizar y apurar, no hubiéramos ido a medias en su explotación ni hubiéramos interrumpido nuestro ritmo de inversión y crecimiento hace cinco años.

Lo que es peor, nuestra política y nuestros medios están plagados de mitos, de prejuicios y falsos paradigmas, que debilitan e interrumpen la visión sobre las estrategias de desarrollo que pueden sacarnos de la pobreza. Con todos los recursos que tenemos, con el potencial productivo en minería, energía, forestales, agro-exportaciones, pesca y turismo, no hay disculpa para no impulsar un ritmo alto y sostenido de crecimiento, reducción de la pobreza y desigualdad.

El Perú se ha caracterizado por desperdiciar innumerables oportunidades de desarrollo. Pero nunca hemos tenido tan claro cómo podemos dinamizar nuestra economía, gracias a esos largos años de extraordinario crecimiento, hasta el ‘punto de inflexión’ del 2011.

Fallar ahora en liderar al país por la senda de la prosperidad y el bienestar general, implica, a diferencia de las generaciones anteriores, una doble responsabilidad. La actual generación de líderes debe reaccionar para que emprendamos una verdadera gesta por el crecimiento y la prosperidad. ¡Hoy, no esperemos a mañana!

Leamos ahora, las actuales preocupaciones de Noruega:

La riqueza del petróleo de Noruega inunda la innovación

“A los noruegos les gusta la idea de la creatividad, pero temen la disrupción”

Fuente: www.ft.com

Por John Gapper
Financial Times
18 de octubre de 2016
Traducido y glosado por Lampadia

Urgen al fondo petrolero de Noruega que invierta miles de millones más en acciones

En la impecable red de trenes subterráneos y tranvías de Oslo, las máquinas para el pago de tickets se dejan abiertas. Tal vez sea porque se puede confiar que los noruegos pagarán las altas tarifas, o  porque, de todos modos, la ciudad es lo suficientemente rica.

Esta semana crucé de un país en el extremo norte de Europa a otro. El Reino Unido está entrando en pánico por su falta de plan para el Brexit; Noruega ha previsto un declive de su industria del petróleo y gas, pero carece del pánico.

Anita Krohn Traaseth es una hija del petróleo: nació en 1971, año en que comenzó a ser bombeado desde el campo de Ekofisk en el Mar del Norte. “Observa a mi generación. No sabemos lo que es una crisis nacional. Fuimos criados con el petróleo y la riqueza”, dice el director ejecutivo de Innovation Norway, un organismo de desarrollo. Hace un gesto como de un drogadicto poniendo una aguja en su vena.

Es un problema de la afluencia, pero un problema de todos modos. Ésta es la Semana de la Innovación en Oslo, un encuentro de nuevas empresas tecnológicas, inversores de capital de riesgo y compañías noruegas como Statoil, la compañía de petróleo y gas de propiedad estatal. El tema es ‘isomstilling’, el nombre dado al cambio incipiente de Noruega para vivir sin la industria petrolera que ha traído riqueza y bienestar durante 45 años.

¿Por qué se apresuran?, se preguntan algunos. 5.2 millones de ciudadanos se encuentran entre los más acomodados del mundo, con un PBI per cápita de US$ 75,000. Su fondo soberano (financiado por el petróleo), creado en 1990 para ayudar a evitar la “enfermedad holandesa” – el síndrome de la riqueza de los recursos que eleva la moneda nacional y debilita los otros sectores – vale US$ 880 mil millones. Sus reservas de petróleo y gas deberían durar unos cincuenta años.

El problema es que Noruega está demasiado cómoda. Se necesita una crisis para conseguir que la mayoría de los ciudadanos cambien radicalmente su forma de pensar o para que una economía ajuste la forma en que funciona. Sin importar su opinión sobre el Brexit, esta es una de esas crisis. Por el momento, Noruega tiene think tanks oficiales e incubadoras de innovación de iniciativa empresarial y disrupción.

Ha tenido un pequeño shock en los últimos dos años. El ticker electrónico a un lado de un banco de Oslo muestra sólo la cotización Brent del crudo, el mejor indicador de la salud financiera del país. Su caída desde 2014 ha hecho daño a la balanza comercial de Noruega y ha hecho que el gobierno utilice US$ 27.7 mil millones [el 3%], o US$ 5,330 por ciudadano, del fondo de riqueza soberana para llenar su agujero presupuestal de este año fiscal.

Otro signo de estrés es que esta semana un comité de expertos recomendó que el fondo soberano invierta más en acciones, tomando mayores riesgos financieros para aumentar su tasa de rendimiento esperada. La caída global en el rendimiento de la deuda significa que la riqueza energética de Noruega no va a ganar tanto como su gente esperaba.

El fondo del petróleo es un ejemplo por muchos motivos: al retirar gran parte de la riqueza de las manos del gobierno y dirigirla hacia la inversión en el extranjero, Noruega ha evitado lo peor de la enfermedad holandesa. Y añade a la sensación de que el país tiene un amortiguador contra el cambio: la existencia misma del fondo extiende su fecha límite para remodelar la economía.

Los ciudadanos también están amortiguados. El gobierno destina el equivalente al 20% del PBI de “tierra firme” – la producción no energética de la economía – a los beneficios sociales, y los noruegos trabajan 80 % de las horas promedio en los países de la OCDE, el equivalente a un día menos de una semana. El sector energético es muy bien pagado y productivo, pero el crecimiento de la productividad en otros lugares se ha quedado atrás.

Noruega tiene el potencial para adaptarse. Tiene un reto de recursos humanos menor que el Reino Unido: su gente es bien educada y la exploración offshore requiere ingenieros con habilidades en tecnología y software. El logro más codiciado para un joven de 18 años no es convertirse en un banquero, sino estudiar ingeniería en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.

Pero este potencial tiene que ser explotado y Noruega sigue indeciso sobre el cambio. Mucha gente joven promocionaba la creación de start-ups en la Semana de la Innovación, pero muchos de ellos trabajan a tiempo parcial para las grandes empresas y experimentan su espíritu empresarial en sus horas libres. Ellos no tienen que dar el paso.

Noruega es una sociedad basada en el consenso que solo se siente cómoda con reformas que hayan sido discutidas y acordadas cuidadosamente. Muchas de las grandes compañías, incluyendo Statoil y Norsk Hydro, están controladas o son propiedad del estado y los noruegos no quieren que sean socavadas. A ellos les gusta  la creatividad, pero temen la disrupción.

Aun así, hubo señales de progreso en la Semana de la Innovación. Una de ellas fue un encuentro de agricultores, empresas textiles y diseñadores dedicados a la reactivación de la industria de la lana. A diferencia de Suecia y Dinamarca, Noruega (que es rica en petróleo) no logró subir en la cadena de valor de la moda cuando la producción se trasladó offshore a países con mano de obra barata en la década de 1970.

Allí me encontré con Elisabeth Stray Pedersen, una diseñadora de moda de 29 años, que el año pasado compró una fábrica abierta en 1953 por el diseñador Unn Soiland Dale. Ella quiere revivir su marca Lillunn y vender sus mantas de lana y abrigos noruegos en el extranjero. “La gente ha perdido sus empleos en la industria de la energía y esto envía una señal a los jóvenes que tenemos que hacer algo diferente”, dice ella.

Stray Pedersen tiene su propia marca de moda, lo que ella llama la “hija más joven y rebelde” de Lillunn. Noruega necesita más de esos.

Lampadia

 




Otra norma pensada para Noruega

Otra norma pensada para Noruega

El siguiente artículo de Jaime de Althaus que formará parte de nuestra biblioteca virtual: Estado del Siglo XXI, nos demuestra que la orientación de esta nueva norma va en contra de los intereses nacionales. Como se ha explicado anteriormente, uno de las mayores causas de los crecientes niveles de criminalidad en el Perú, es la impunidad, agravada por la falta de carcelería efectiva por los delitos menores, como producto de la laxa normativa actual.

Pues, por más increíble que pueda parecer, el proyecto del nuevo código amplía los espacios posibles para penas sin carcelería efectiva. Pareciera que el proyecto se ha escrito para ser aplicado en Noruega, donde se están cerrando las cárceles por falta de reos.

En todos los aspectos de la vida del país tenemos normas perniciosas, contradictorias, sobrepuestas y que se exceden largamente en el número de ellas, al mismo tiempo que traen un menor nivel de gobernanza. Es inaceptable que una revisión de un código tan importante sea diseñada para agravar nuestros males institucionales.

El proyecto del nuevo código penal no reduciría la inseguridad ciudadana

La discusión en torno al proyecto del nuevo Código Penal se ha centrado en problemas de inconsistencia y falta de proporcionalidad en la duración de las penas: delitos menos graves tienen penas más altas que otros más graves, y en el tratamiento benevolente a ciertas formas de discriminación, etc. Pero hay un aspecto aún más importante y en el que este proyecto retrocede reduciendo la posibilidad de dar una respuesta eficaz al problema de la inseguridad ciudadana, específicamente a la altísima tasa de victimización por delincuencia que nos asola, que es la más alta en América.

Hemos sostenido que la causa principal de tan alta tasa delincuencial radica en la impunidad: los delincuentes no son atrapados o si lo son, con frecuencia no se les castiga si el delito que han cometido tiene una pena de cuatro años o menos pues el juez tiene la facultad de suspender la ejecución de ese rango de penas, y eso es lo que hace. Pero lo que se ha olvidado es que según el artículo 29 del código penal, el juez tiene la facultad de aplicar penas privativas de la libertad efectivas de dos días o más. No lo hace porque no hay centros de detención locales o municipales donde los reos puedan cumplir penas cortas, y no tiene sentido enviar a Lurigancho a un sentenciado por una semana o un mes o tres meses.

Entonces lo que hemos propuesto es que las municipalidades construyan pequeñas carceletas para esa clase de delitos y que –en Lima- la justicia penal se descentralice a los distritos. Es decir, que en cada distrito haya cuando menos un juez, un fiscal y una pequeña carceleta, para hacer posible el castigo efectivo de los delitos menores, que son los que en mayor cantidad afectan a la población, y suprimir entonces la impunidad, que es la madre de la delincuencia. Sin impunidad, la tasa de victimización se encogería sensiblemente.  Esta es la solución que demandan, de otro lado, los juzgados de flagrancia para que se vuelvan realmente efectivos. Sin ella, caen en lo mismo: no pueden condenar a pena efectiva.

Pues bien, ocurre que el proyecto del código penal anula la posibilidad de condenar a penas privativas de la libertad cortas. Según el artículo 31.2 del proyecto “la pena privativa de la libertad tiene una duración mínima de dos años”, ya no de dos días. Increíble. No solo eso: el artículo  72 del proyecto de nuevo código penal establece que el juez puede suspender la ejecución de la pena siempre que “la condena se refiera a pena privativa de la libertad no mayor de 5 años”. Es decir, sube de 4 a 5 años la pena cuya ejecución puede ser suspendida. Con lo que la esperanza de reducir la impunidad se aleja aun más.  

Al mismo tiempo, sin embargo, el proyecto sube las penas a varios delitos  cuando de nada sirve subir las penas si estas no se ejecutan o si en la base de la pirámide delictiva lo que reina es la impunidad total y, por lo tanto, la ley de la selva. Lampadia




Sobre vacas y abigeos

Sobre vacas y abigeos

El desconcierto por el recorte del canon minero ante la reducción de los precios de nuestras exportaciones y el menor crecimiento de la economía por las demoras de los proyectos mineros y las trabas de muchos otros procesos de inversión, llevó al gobierno a hablar de “vacas flacas”. Pero ante la absurda alarma generada, el concepto se corrigió por el “vacas menos gordas” y luego por el de “vacas robustas”. El Presidente Ollanta Humala llegó a decir que “la crisis había llegado al Perú”. Era evidente, pues, la confusión entre menor crecimiento y recesión. La situación fue aprovechada por la izquierda para lanzar una nueva ofensiva ideológica contra el modelo económico y social que ha logrado una reducción la pobreza y la desigualdad sin precedentes en nuestra historia. Se volvió a hablar del modelo primario exportador que se derrumbaría ante la caída de los precios de nuestros minerales, de una supuesta prosperidad falaz y de la “reprimarización de la economía”.

Al respecto, Humberto Campodónico, uno de los principales críticos del modelo, cita a Paul Collier: “la maldición de los recursos naturales está limitada a los países que tienen una débil gobernanza”. Collier tiene razón, cómo lo explicamos en nuestro artículo Recursos Naturales: bendición, no maldición, en el que indicamos que los países que no tienen democracia y mercado, caen en dicha maldición, como en Venezuela, pero ese no es el caso del Perú, cómo desliza Campodónico.

En Noruega, Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Chile los recursos naturales han significado su principal fuente de progreso. Sus exportaciones de commodities llegan al 80%. Igualmente, la pobreza alcanza a menos del 10% de la población. Insistimos, las claves del éxito son democracia y mercado. Todas estas sociedades tienen una extraordinaria ubicación en los rankings e índices sobre libertades políticas y económicas elaborados por entidades mundiales independientes. ¿Por qué, entonces, se duda del camino del Perú? Pese a todos nuestros problemas, estamos avanzando hacia el cuarto proceso electoral ininterrumpido y hemos crecido en economía de mercado durante dos décadas.

Muy, por el contrario, en Venezuela, Ecuador, Bolivia y el Congo la explotación de los recursos naturales no se ha traducido en desarrollo. En estos países,  los recursos naturales representan igualmente más del 80% de las exportaciones, pero  la pobreza llega a niveles del 45% de sus poblaciones. Sus recursos naturales sí se han convertido en una maldición y, como se puede comprobar, esta situación convive con lamentables rankings en  libertades políticas y económicas.

¿Cómo se puede hablar de que la economía se ha reprimarizado? ¿A tanto puede llegar el sentido de oportunidad ante la inicial confusión del gobierno entre menor crecimiento y crisis? Si revisamos las cifras del PBI de los últimos 20 años, entre 1993 y el 2012, vemos que la minería tiene una participación sustancialmente menor a la de otros sectores como servicios, manufactura y comercio. En promedio, en las últimas dos décadas, el sector servicios ha participado con el 48.7%, la industria con 15.1% y el comercio con el 14.6%, en tanto que la minería solo lo hizo con el 4.5%, según la matriz de insumo producto del año 94.

El sector manufacturero, el cual muchos creen que es débil, ya ha tenido una verdadera transformación y crecimiento. Si la economía peruana medida en dólares, entre los 1990 y el 2012 se ha multiplicado por 6.9 veces y la manufactura ha mantenido su participación en el PBI, entonces, queda claro que ha surgido una industria no protegida, mucho más grande, diversificada, y competitiva internacionalmente.

Es sintomático, que en plena catarsis sobre las vacas flacas, aparezca una entidad internacional como Standard & Poor’s que nos regrese a pensar que tal vez no debemos caer tan rápido en el pesimismo y nos ayude a combatir a los agoreros del desastre que se aprovechan de las circunstancias políticas para llevar agua a sus molinos. Ver: El último reporte S&P que eleva la calificación crediticia del país. Nadie debería pretender cambiar este modelo que ha reducido la pobreza, nos ha colocado como uno de los países más igualitarios de América Latina y ha expandido una poderosa clase media. Es evidente que si se cambiaría el modelo se robaría el futuro de los peruanos. Utilizando la figura de las vacas tendríamos, entonces, que decir que quienes proponen terminar con la economía de mercado se convertirían en unos abigeos del Perú.