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Sistema Judicial debe castigar a delincuentes y no a policías

Sistema Judicial debe castigar a delincuentes y no a policías

El mundo al revés: Los policías que detienen o abaten a delincuentes se van presos o son sometidos a interminables investigaciones, mientras que ladrones y sicarios son liberados para que continúen generando zozobra en la ciudadanía. Realmente indignante. El último caso en que el Poder Judicial inexplicablemente invierte los roles (apresa a policías y libera criminales) es el de los suboficiales Harold Palomino, Cristian Ramos y Miguel Vásquez. Los dos primeros acaban de salir del penal de Lurigancho en el que pasaron dos meses luego de que el juez, Carlos Nieves, del Noveno Juzgado del Callao ordenara su detención por haber ultimado a un delincuente prontuariado luego de asaltar a una persona en mayo del año pasado. El suboficial Vásquez, aún se halla preso por este injusto fallo. Este hecho ha provocado una campaña ciudadana exigiendo la inmediata absolución de estos efectivos y sobre todo que el PJ empiece a merituar mejor estos incidentes en un momento en que la seguridad ciudadana se deteriora a pasos agigantados y la delincuencia se hace cada vez más violenta y sanguinaria. 

 

 

El trato recibido por estos suboficiales es absolutamente vejatorio e, incluso, viola el derecho a la defensa y el principio de inocencia. Como ha relatado el suboficial Ramos en una entrevista a Perú21: “Yo llegué a la audiencia pensando que era algo de rutina. Creí que, como otras veces, solo iba a sustentar cómo había sido la intervención. Sin embargo, triste fue nuestra sorpresa cuando escuchamos al juez. [Carlos Nieves, del Noveno Juzgado del Callao]. En esos momentos sentí gran frustración. Nosotros fuimos para ayudar a un ciudadano y no para abatir a un delincuente, como lo aseguró el fiscal”.

Lo mismo señala el suboficial Palomino: “En mi opinión, considero que no se siguió el debido proceso. El juez no debió firmar esa detención. Nos sentimos agraviados por la forma en que ha procedido el Poder Judicial. Es algo ilógico lo que nos ha pasado. El Ministerio Público, que denunció el caso, nunca nos citó para escuchar nuestros descargos”.

A pesar del maltrato y los malos momentos pasados, no solo por estos policías, sino por sus familiares, ambos mantienen la moral y aseguran que “no dudaría en utilizar nuevamente mi arma. Lo volvería a hacer por un ciudadano. Voy a cumplir con mi función combatiendo a la delincuencia. No tengo temor. Voy a cumplir a cabalidad. Ante todo, soy policía por vocación. Hay que recordar que nuestra labor es de todos los días: intervenir delincuentes, incautar armas, decomisar droga. Es el pan de cada día y siempre voy a estar preparado”, señala Palomino. Valientes declaraciones, lo cierto es que este es un precedente nefasto para los efectivos que tienen que estar en calles cada vez más peligrosas, con delincuentes sumamente avezados y casi todos armados. Lo más probable es que los policías se sientan inseguros de usar sus armas por temor a que jueces y fiscales los encarcelen por usar sus armas de reglamento en una intervención legítima.

Mientras nuestro sistema de justicia les da este tipo de trato a nuestros policías, el 95% de los detenidos por la PNP son liberados (según cifras del Ministerio del Interior) y el mejor de los casos el 91% (de acuerdo al PJ y el y el Ministerio Público) son devueltos a las calles. Un escándalo que explica en parte la seria crisis de inseguridad que vivimos. La cuál se agrava día a día. Como manifiesta un Editorial de El Comercio: “Es pasmoso, sin embargo, comprobar cómo esa situación original, ya bastante mala, se sigue deteriorando y a una velocidad difícil de reportar. La percepción de inseguridad en Lima se ha incrementado en 17% durante los últimos dos meses. Y, según la última encuesta de El Comercio realizada por Ipsos-Perú, nueve de cada diez limeños afirman sentirse inseguros en la ciudad”. 

Los homicidios y el sicariato se han, literalmente disparado. El uso de armas de fuego se ha generalizado entre los delincuentes. No hay casi asalto, atraco o hecho criminal en la que no se amenace a los ciudadanos con armas de fuego. Pero lo que es alarmante es como las extorsiones se expanden a casi todas las actividades económicas. De la construcción, han saltado al transporte público y bodegas. Ahora son extorsionados dueños de colegios, hostales, restaurantes, pequeños comercios. Todos los días se reportan casos de esta naturaleza en la que se dejan granadas en puertas de negocios o se disparan contra fachadas. Esta actividad se ha salido de control por completo y es urgente remediarla pronto.

Al igual que en los casos de lucha contra la delincuencia común, los jueces se ponen de parte de manifestantes violentos y criminales cuando estallan conflictos políticos. Así lo demuestra la actuación de la jueza de Investigación Preparatoria de Mollendo, Janeth Lastra, quien desestimó el pedido de la Fiscalía que solicitó prisión preventiva de nueve meses contra 13 procesados a los que detuvo la policía por bloquear vías públicas y por enfrentarse con las autoridades.

A pesar que la jueza sostuvo que habían suficientes indicios de que estos sujetos habían incurrido delito de entorpecimiento de vías públicas, que tiene como pena mínima cuatro años de prisión, los dejó para se les siga el proceso en libertad y los sometió a reglas de conducta. Y como en el caso de los delincuentes comunes, tampoco consideró que se había probado la existencia de indicios que demostraran que los detenidos lanzaron piedras a los policías para causarles daño, sin considerar los numerosos heridos y  el asesinato de uno de ellos. Es decir nadie defiende a los policías contra los radicales que los amenazaron con violar a sus mujeres. (Ver en Lampadia: No se puede poner a los policías como carne de cañón)

 

 

Es hora pues que toda la ciudadanía se una contra la delincuencia y defienda a la policía de ataques en protestas violentas y en su lucha por preservarnos de la delincuencia común. Es imperativo que el Sistema  Justicia esté alineado con este clamor cívico. Lampadia

 




Humala respalda Tía María pero no es contundente

Humala respalda Tía María pero no es contundente

“Humala dijo que respalda Tía María, pero no es contundente”

El presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, Carlos Gálvez, cuestiona el accionar del gobierno ante las protestas contra la actividad minera en Arequipa, Cajamarca y otras regiones. “Vemos una incapacidad absoluta para manejar el país”, asegura.

Entrevista a Carlos Gálvez Pinillos

Por Mariella Balbi

(El Comercio, 26 de Abril de 2015)

 

¿Lo que está ocurriendo con el proyecto Tía María, en Arequipa, guarda similitud con el caso de Conga, en Cajamarca?

El modus operandi es exactamente el mismo. Los actores de Conga están en Arequipa. Son los mismos personajes que lideran este tema con una portátil que se desplaza. Siempre se recurre al argumento medioambiental, pero en ese tema hay que remitirse a las evaluaciones científicas y tecnológicas. Cualquier imprecisión técnico-ambiental tiene solución, estamos en el siglo XXI. Para eso es el diálogo, para aclarar.

 

Igual ocurrió con Conga, se cuestionó el estudio de impacto ambiental (EIA).

Sí. Además se manejan mitos en base a la experiencia minera de hace 50 años. Cuestionan el EIA, se enfrentan al gobierno, piden la salida de la empresa minera y se niegan a dialogar.

¿Cuánto se invirtió en Conga?

US$1.500 millones que están parados para ver si algún día se retoma el proceso.

¿Este gobierno ha actuado de la misma manera que con Conga?

Se repite la ausencia del Estado. En esos lugares no hay agua, desagüe, educación, posta médica decente ni seguridad ni justicia. La población no tiene nada que ganar o perder con la actividad minera. Lo único que les ha dado el sustento es su chacra. Vienen a decirles: “Si permites la minería, tu chacra desaparecerá, será un suelo lunar. Mira lo ocurrido en tal y tal sitio, los relaves, los humos, la lluvia ácida, etc.”. Habría que ser loco para dejar que se destruya su medio de vida. La presencia del Estado no se logra con mesas de desarrollo de último minuto. La pradera ya está incendiada. Las relaciones tienen que ser entre comunidad, Estado y empresas. No puede ser solo entre empresa y comunidad. El Estado debe ser garante de esta relación y dar lo básico a la población.

¿El gobierno debió anticiparlo?

Nunca antes en nuestra historia tuvimos más recursos económicos. Este gobierno no supo utilizarlos. Si se quería seguir creciendo y se conocía la historia de los conflictos y los lugares de inversión, se debió trabajar en avanzada. El gobierno actuó tarde en Tía María. El proyecto comenzó en el 2003 y desde ahí se conversa con la población. Esta ha tenido actitud positiva, dialogante, sin problemas. El EIA presentado en el 2011 se cuestionó por el tema del agua.

Hubo muertos…

Y es lamentable. Pero las discusiones llevaron a la desalinización del agua y se absolvieron más de cien observaciones hechas por Unops, de la ONU.

¿El EIA de Tía María es impoluto?

¿Qué es impoluto? Se levantaron las observaciones hechas por la población. ¿Qué más? Los argumentos de la contaminación del agua, la lluvia ácida, el polvo son tan elementales que se caen solos. Por eso no quieren explicaciones. Si es un tema ambiental, el ministro del Ambiente debió dar la cara desde el primer día y estar ahí. ¿Dónde está? Lo mismo pasó en Pichanaki. ¿Dónde estuvo?

¿Critica al Ministerio del Ambiente?

Desde el Ministerio del Ambiente se comenzaron a poner en tela de juicio todas las evaluaciones de impacto. Ambiente es el que generó la idea de que Energía y Minas no puede ser juez y parte. Los EIA no están en un escritorio. Se explican, se hacen talleres, audiencias públicas. Eso ocurrió y no hubo conflicto. El diálogo ha existido y funcionó. Cuando las cosas comenzaron a evolucionar aparecieron agentes extraños. Tenemos congresistas que respaldan a una turba que no es de Cocachacra. Pero si eres del lugar y no te sumas, te atacan. Los ambientalistas han perdido el respeto al gobierno. No le reconocen autoridad, cuestionan los EIA porque sí. Impiden el desarrollo del proyecto pese a las autorizaciones. ¿Para qué tenemos democracia, para qué tenemos un gobierno?

Los opositores piden el retiro de Southern. ¿Se puede imponer un diálogo?

No se impone. Pero es difícil dialogar porque la confianza se perdió. Nadie confía en nadie, ni en el Estado, ni en la compañía. Y quienes protestan exacerban la reputación de Southern por su actuación en el pasado. En épocas donde la ecología no existía, no había manejo ambiental en el mundo. Este llega al Perú en los 90. Se recurre a la fuerza porque es el único recurso que le queda al gobierno, pero así no marchan las cosas. Utilizar balas no es lo adecuado. Este es un tema político, debe tratarse así. ¿Dónde están los partidos políticos? No se pronuncian. Ninguno dice nada. No se resuelve un problema político con discusiones ambientales.

Ante la persona que murió en las protestas de Islay, el congresista Juan Carlos Eguren (PPC) dijo que no le darían el voto de confianza al nuevo Gabinete.

¿Qué tiene que ver Chana con Juana? Nadie quiere muertos. El gobierno no actuó desde el inicio, dejó enrarecer las cosas. Que se ponga en evidencia quiénes lideran la violencia. La actitud de los manifestantes, que no son pocos, no es pacífica. No pidamos que la policía los agarre a pañuelazos.

Hay videos en los que la policía agrede a manifestantes ya detenidos…

La policía no debe extralimitarse. El ministro del Interior tiene la responsabilidad política, la policía desobedece sus órdenes. La protesta es violenta. Los alcaldes ‘antis’ han convocado a los ‘antis’ de otras latitudes.

¿Cómo saberlo?

El proyecto no se puede imponer, pero debemos desbrozar a la población local. ¿Todos los que protestan son de Cocachacra, del Valle de Tambo? Se puede verificar con el DNI. Esos son los convocados a dialogar. [El portal]Lampadia publica un audio con las consignas de los manifestantes en Cocachacra el 15 de abril. Gritan al estilo de los soldados: “Quiero bañarme en una piscina llena de sangre. Sangre de ‘tombo’. Esa sangre beberemos en vasitos descartables. Sus mujeres violaremos y a sus hijos comeremos”.

Se especula que son etnocaceristas.

Sí, habría que verificarlo. Es un mensaje de terror, para atemorizar a la población. El primer ministro dijo que ONG europeas financian a locales para fines caritativos. Pero se dedican a financiar esto. Alimentar, transportar, alojar a esa multitud cuesta. No es gratis. Solo una ONG europea dio un millón de euros a Tierra y Dignidad de Marco Arana.

Tierra y Dignidad está detrás de las protestas de Arequipa.

Son los mismos personajes que en Conga: aparece el señor Arana, el congresista Rimarachín. Para Conga, el presidente afirmó que era un asunto entre privados. Ahora dijo que respalda Tía María, pero no es contundente. Si el tema fuera ambiental, desde el primer día el presidente y el ministro del Ambiente debieron aclararlo y no permitir que se generen dudas. El ministro debió publicitar que las observaciones fueron levantadas y ser más enfático.

¿No hay liderazgo o no interesa la inversión minera?

Las dos cosas. Falta convicción en el sector y liderazgo.

¿Tía María no va?

El próximo gobierno probablemente será capaz de acompañar el proceso, después de que el Estado haga su tarea en la zona. Es una lástima que sigamos postergando cosas. Ahora es cada vez más estrecho el espacio de diálogo. El único punto de los ‘antis’ es que se vaya Tía María. El jefe de diálogo de la PCM es un antiminero, el anterior tampoco hizo su trabajo. Vemos una incapacidad absoluta para manejar el país.

¿Qué debería decir el primer ministro en el Congreso?

Debería plantear formas de garantizar los proyectos mineros. Por lo menos que no se toquen los que están en construcción: Constanza, Las Bambas. Ojalá no entre la violencia ahí, pero hay que estar preparados. Debo creer que Cateriano tiene inteligencia que está funcionando, equipos de trabajo que monitorean esto. De lo contrario se confirmaría que no están preparados para gobernar.

¿La gobernadora regional de Arequipa, Yamila Osorio, puede impulsar el diálogo?

Ella tiene la responsabilidad de impulsar el diálogo, convocar a los sectores políticos, hacer que los proyectos progresen. Ella es gobierno, puede convocar a los actores políticos de Arequipa y a los nacionales.

¿Cuál será el impacto en la economía si Tía María no va?

No invertir US$1.400 millones significa que, por lo menos, no generaremos producción por más de 1.000 millones al año.

El ministro de Economía dijo que no tendría impacto en el PBI del 2015.

Ha hecho un cálculo conservador. La etapa de construcción, de inversión, es la que más trabajo genera el sector minero. Los tres últimos años el sector minero ha sostenido el crecimiento del país con una inversión de capital equivalente al 26% del PBI. No hacer Tía María afecta la confianza y la inversión. Los inversionistas del exterior han abandonado los bonos peruanos. La tenencia de extranjeros pasó de 58% a 30%. Esa es la repercusión directa que tiene un Tía María y un Conga. También reduce la confianza empresarial.

“Al gobierno le faltó garra con Conga”

¿Cómo toman los empresarios el reclamo del presidente Ollanta Humala para que tengan más garra, se pongan la camiseta del Perú y sigan invirtiendo?

Dos concesiones de carreteras no se han ejecutado en dos años porque el Estado no expropió los terrenos. Al Estado le falta garra…

Dijo que los empresarios eran como la selección peruana, que creen que el partido termina en el primer tiempo. Se desalientan rápidamente.

La primera condición de un líder es no culpar a un extraño de sus propias responsabilidades. El líder da la cara y asume. La metáfora del presidente no dice mucho de un líder.

Por la falta de garra del gobierno con Conga, no estamos desarrollando Galeno, Michiquillay y La Granja, ni la refinería de cobre en el norte, ni el ferrocarril. Son US$20 mil millones parados no por los empresarios. Seguimos dándole vuelta al complejo metalúrgico de La Oroya.

Para el presidente, los pequeños empresarios tienen más garra ante la adversidad y sí invierten.

No vale la pena contestar eso. De ser así la economía hubiera crecido.

¿Cómo explica el crecimiento del 2,3% del PBI en el 2014?

Probablemente será el mismo el 2015. No es un problema de baja de los precios de los minerales. El precio del cobre actual no es malo, tampoco el del oro, y son inversiones a 20 años. Pongamos las condiciones políticas adecuadas e invertimos US$20 mil millones en Cajamarca. Invito al presidente para que vayamos a inaugurar la construcción de los proyectos, que se ponga la camiseta, que saque la garra y que se ponga a trabajar con nosotros codo a codo. La desaceleración de la economía se debe a que se dejó el piloto automático. No se hizo el trabajo, el resto son cuentos.

¿La inversión minera ha caído?

Sí y dramáticamente. Estuvimos invirtiendo entre 9 mil y 10 mil millones de dólares por año hasta el 2013. Este año será de 8.000 millones. El 2016 con Tía María podía estar en 5 mil millones, sino será 4 mil. El gobierno deja una bomba de tiempo.




Ucrania no puede convertirse en Siria

Ucrania no puede convertirse en Siria

El camino para alcanzar un acuerdo de paz y desbloquear la situación puede resumirse en 14 palabras: Putin debe retirar sus fuerzas, y Kiev recuperar el control de su frontera oriental.

Por Timothy Garton Ash. Catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige en la actualidad el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford

(El País, 17 de Febrero del 2015)

“¡Nunca más!”, gritaron los europeos tras la Primera Guerra Mundial. Y volvió a suceder. “¡Nunca más!”, gritaron los europeos en 1945; y volvió a ocurrir. “¡Nunca más!”, gritaron los europeos después de Bosnia, en 1995; y ahora ha vuelto a pasar. Espero y dudo, en igual medida, que el acuerdo de alto el fuego de Minsk, logrado gracias a los heroicos esfuerzos de Angela Merkel, permita alcanzar la paz. Pero, aun en el improbable caso de que así sea, vean lo que ya hemos permitido que ocurra.

Otro país europeo desgarrado por la fuerza. Según los cálculos de la ONU, han muerto al menos 5.400 personas, alrededor de 13.000 han resultado heridas y 1,6 millones han tenido que abandonar sus hogares. Rusia se ha anexionado oficialmente Crimea, que formaba parte de un Estado soberano vecino. El acuerdo de alto el fuego de la semana pasada, Minsk 2, establece que Ucrania no recuperará el pleno control de su frontera oriental con Rusia hasta finales de este año, y solo si celebra elecciones en las regiones de Donetsk y Lugansk y les concede un estatus especial constitucional. También dice que el Gobierno de Kiev debe seguir pagando las pensiones, los salarios y los servicios de esas regiones. Imagínense que solo tienen permiso para cerrar la puerta posterior de su casa si ceden el cuarto de estar a una persona que les está apuntando con una pistola a la cabeza, y además deben seguir pagando sus facturas.

Las personas razonables podrán discrepar sobre la mejor forma de defenderse contra una agresión tan descarada, pero, por lo menos, no debemos hacernos ilusiones sobre lo que está sucediendo delante de nuestras narices. Vladímir Putin está retando deliberadamente a la Unión Europea con una manera de hacer política diferente, antigua y peor. La fuerza impone su razón. Lo negro es blanco. La guerra vuelve a mandar, y el derecho se arrastra como puede hasta una zanja, como un refugiado herido.

Todo ello, en un país cuya integridad territorial juraron solemnemente proteger Rusia, Estados Unidos y Gran Bretaña —claro que, ¿a quién le importa lo que diga hoy Gran Bretaña?— de acuerdo con el memorándum de Budapest de 1994, a cambio de que Ucrania, recién independizada, aceptara entregar uno de los mayores arsenales de armas nucleares del mundo. Cito: “La Federación Rusa, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Estados Unidos reafirman su compromiso… de respetar la independencia y la soberanía y las fronteras actuales de Ucrania”. Firmado por Borís Yeltsin, Bill Clinton y John Major. Imaginen la lección que este quebrantamiento de promesa enviará a otras potencias nucleares o que pretenden serlo: hagas lo que hagas, no te creas una palabra de lo que te garanticen y no renuncies a tus armas nucleares.

La ley de la jungla de Moscú contra la jungla de leyes de Bruselas. ¿Quién está ganando? “Rusia”, responde el conocido realista estadounidense John Mearsheimer. ¿Y qué podemos hacer? “Occidente debe intentar que Ucrania sea un Estado neutral que sirva de tapón entre Rusia y la OTAN. Que sea como Austria durante la Guerra Fría. Para ello, Occidente debería abandonar de forma explícita la ampliación de la Unión Europea y la OTAN”. Vale, gracias, profesor realista. ¿Quizá le gustaría encargarse usted de hacerlo? Tenemos el sitio perfecto para que celebre su cumbre de realpolitik: Yalta, donde, en 1945, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill dieron una ambigua legitimidad a la ocupación soviética del este de Europa. Yalta, en la anexionada Crimea.

¿Qué derecho tenemos a ordenar a unos países independientes y soberanos que sean Estados tapones neutrales? Gary Kaspárov, que conoce Rusia un poco mejor que Mearsheimer, tuiteó recientemente: “Los realistas parecen tan contentos de condenar a millones de ucranios a vivir como prisioneros en un territorio ocupado. En Europa, en pleno siglo XXI”. El otro día hablé con Kaspárov sobre Ucrania. Me dijo que había estado en Kiev para conmemorar el 20º aniversario del memorándum de 1994; su opinión sobre la tragedia es audaz y original, como su forma de jugar al ajedrez. Insiste en que no se trata de un conflicto entre Ucrania y Rusia, sino entre dos Rusias, que equipara, con licencia poética, con el Rus de Kiev y la Horda Dorada.

Aunque las encuestas que muestran la increíble popularidad actual de Putin en Rusia son creíbles, no debemos cometer el error de identificar al político con el país. También Adolf Hitler gozó de enorme popularidad durante un tiempo, igual que Slobodan Milosevic. Los pueblos pueden dejarse llevar por rumbos desastrosos, sobre todo cuando una hábil propaganda sabe explotar los mitos y los agravios nacionales más arraigados. Entonces, unos años después, la gente se despierta y empieza a pagar el precio. Estar en contra de Putin no es estar en contra de Rusia. Es defender el futuro de Rusia a largo plazo y apoyar a los ciudadanos más acosados, que representan la otra Rusia.

Putin está infringiendo precisamente el principio que siempre ha dicho que debía constituir la base de las relaciones internacionales: la soberanía incondicional de los Estados. ¡Pero qué desfachatez —exclamarán—, que unos países que invadieron Irak critiquen a otros por violar la soberanía de un Estado! A lo cual respondo que tienen razón, que la invasión angloamericana de Irak estuvo mal, desde el punto de vista legal, moral y estratégico, pero que eso no es excusa para volver a hacer lo mismo en este caso.

En Siria, dirán quizá otros, tenemos unos campos de exterminio que hacen que Ucrania parezca casi un país pacífico, y la ONU habla nada menos que de 3,8 millones de refugiados. ¿Qué está haciendo Occidente al respecto? ¿Es que las vidas de los árabes valen menos que las de los europeos, las de los musulmanes, menos que las de los cristianos? Cada 15 días me despierto pensando: “¿No debería escribir sobre Siria?”. Pero, aparte de que sé mucho menos sobre Oriente Próximo que sobre Europa, lo que he aprendido de los expertos no indica ninguna forma clara de avanzar. Da la impresión de que hay demasiados grupos sobre el terreno, envueltos en el conflicto, y que cuentan con el respaldo de demasiadas potencias extranjeras (entre ellas Rusia, que apoya a Bachar el Asad).

Aquí, en cambio, a pesar de la complejidad de Ucrania, existe una manera de desbloquear la situación, que se puede resumir en 14 palabras: Putin debe retirar sus fuerzas y Ucrania recuperar el control de su frontera oriental. De modo que, a diferencia de Siria, la clave está en que un actor político cambie de comportamiento. Por supuesto, eso no detendría de la noche a la mañana a los airados separatistas que luchan en nombre de la República Popular de Donetsk. En el este de Ucrania, como en Bosnia y en Siria, la radicalización provocada por la brutalidad de la guerra ha transformado a los vecinos en enemigos. Kiev tendría que demostrar un enorme sentido político y mucha imaginación para reconstruir un Estado verdaderamente federal, en el que los que se identifican como rusos puedan volver a sentirse razonablemente a gusto. Pero el camino para alcanzar cualquier acuerdo de paz comienza con esas 14 palabras.