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La reforma laboral del ministro de economía

A pesar de las lecciones del CADE

Recientemente, el ministro de Economía y Finanzas, Carlos Oliva, dio algunos alcances acerca de lo que sería la tan ansiada y, a la vez, controversial, reforma laboral que propondría el Ejecutivo. Ello en un contexto en el que el Presidente Vizcarra cae en serias contradicciones entre su reciente discurso en el CADE –que motivó la salida del Ministro de Trabajo- y sus posteriores declaraciones en su mensaje a la Nación de la semana pasada, en el que afirmó: “Este gobierno no pretende realizar una reforma laboral que recorte los derechos adquiridos de los trabajadores, ni de quienes se incorporen al mercado laboral”. [Ver Lampadia: El Presidente cierra la puerta a reformas que generarían mucho empleo].

Abstrayéndonos del muro puesto por delante por el presidente Vizcarra, queremos referirnos a las ideas del ministro.

La propuesta del Ministro es insuficiente y no tendría efecto alguno en una mayor generación de empleo formal y por ende en el aumento de los salarios de los trabajadores. Pero más importante aún, no se constituye como un verdadero derrotero para superar la informalidad laboral, puesto que no ataca la alta rigidez que caracteriza nuestra legislación laboral, proveniente en su mayor parte de lo onerosa que es la práctica del despido en los contratos a plazo permanente en nuestro país.

Veamos:

En primer lugar, el Ministro de Economía propone que como alternativa a la reposición a los trabajadores por despido arbitrario, se pueda concretar una indemnización. O sea, de darse la indemnización, ya no debería caber la reposición.

Pero el ministro lo plantea como una alternativa, en vez de eliminar la reposición. La que por supuesto, solo debiera mantenerse para casos de despidos irregulares.

¿Por qué es perniciosa la reposición al trabajador?

La reposición del trabajador se generalizó como producto de un fallo del Tribunal Constitucional en el 2001 en el que se perseguía el objetivo de “reponer las cosas al estado anterior a la violación o amenaza de violación de un [supuesto] derecho constitucional”, es decir, devolver al trabajador -en este caso, contratado permanentemente- a su puesto de trabajo en caso haya sido despedido arbitrariamente.

El impacto generado por este fallo ha sido gravísimo en términos de generación de empleo formal y crecimiento de la informalidad y precarización del empleo. Por ejemplo, un riguroso estudio presentado por GRADE en el 2017, demuestra un cambio de la estructura del tipo de empleo:

Fuente: Los efectos desprotectores de la protección del empleo: el impacto de la reforma del
contrato laboral – Almonacid,  De la Flor & Jaramillo (2017)

Tal como evidencia dicho estudio, desde que entró en vigencia esta medida hasta el 2015, se han perdido 900,000 empleos que hubieran sido a plazo indefinido, pero que, debido a esta reforma, han tomado la forma de contratos temporales. Esto se traduce en una pérdida de ingresos de los trabajadores en el orden de los 6,100 millones de soles.  Peor aún, 36,000 trabajadores que hubieran sido sindicalizados ya no lo son debido a esta misma medida. En otras palabras, una política que tenía como objetivo “proteger” a los trabajadores terminó “desprotegiéndolos”.

Pero eso no es todo. Actualmente, el costo del despido en el Perú no solo conlleva al pago de una indemnización y la eventual reposición del trabajador, sino que a esto, por el ingenio de la Corte Suprema de Justicia, se suma también un pago por supuestos “daños y perjuicios”, que, como señaló Jorge Toyama en el reciente CADE, es una compensación hecha por un “estrés post-despido”, monto que puede ascender entre 4 a 5 sueldos. Dadas estas condiciones, no es de sorprender que el Perú ocupe el puesto 128 de 140 en lo que refiere a prácticas de despido y contratación, según el último Reporte de Competitividad del Foro Económico Mundial.

En segundo término, la propuesta del ministro plantea un cambio de las vacaciones que pasarían de 30 días calendario a 22 días laborables, con la posibilidad de que las personas pudiesen tomarlos a su elección durante el año. Consideramos que esta medida tendrá un impacto ínfimo sobre los llamados “sobrecostos laborales”, que vale la pena decir, no representan ni el 1% de la problemática de la rigidez en la legislación laboral, la cual está básicamente explicada por el alto costo del despido.

Los llamados “sobrecostos laborales”, entiéndanse, CTS, gratificaciones, asignación familiar, entre otros, son conceptos de gasto que si bien están internalizados por los empresarios en sus costos de empleo anuales, y no deberían resultar relevantes para ser reputados como sobre costos, si determinan una importante brecha de costos con el empleo informal, y por lo tanto, terminan constituyéndose como inhibidores del empleo formal.

En esta línea, consideramos que el Gobierno podría verse limitado a poder variar cualquiera de estos conceptos de gasto, pero de ninguna manera es aceptable, que se mantengan los abultados costos de despido, especialmente, la reposición del trabajador en su empleo. Urge acabar con esta medida populista que no ha hecho más que incrementar la valla de la formalidad imposibilitando el crecimiento de las clases medias que hoy en día quisieran disfrutar del sistema. Los 300 mil jóvenes que entran cada año a la fuerza laboral agradecerán tal decisión. Lampadia

Ver video de sesión: Informalidad, límite para el crecimiento del CADE 2018 con presentaciones de Jorge Lazarte, Jorge Toyama, José Carlos Saavedra, y Sandro Fuentes:

 




“El Perú es una economía muy dinámica”

“El Perú es una economía muy dinámica”

“El presidente Vizcarra puede ser el gran reformador del Perú”

Elmer Cuba señala que el nuevo gobierno podría llevar a cabo una gran reforma laboral en el país si es que el mandatario así se lo propone

Entrevista a Elmer Cuba, Director del BCR y socio de Macroconsult
Jaime de Althaus
El Comercio, 02 de abril de 2018

En esta entrevista, el director del BCR Elmer Cuba, quien esta semana estuvo voceado como uno de los posibles candidatos al MEF, explica algunos de los retos que tiene en materia económica el nuevo gobierno.

— Podríamos estar creciendo a tasas mucho más altas si no hubiera habido todo ese entrampamiento político que ha detenido al país el último año y medio. ¿Hemos superado este entrampamiento político?

Sí, podríamos estar yendo al doble de velocidad. Hoy día el Perú está yendo a 2,5% de PBI, podíamos estar yendo a 5%. ¿Por qué no hemos ido a 5%? En parte, por toda la crisis política y, en parte también, por el tema Lava Jato, su mal manejo, y, en parte, por errores de política económica. Tampoco se salva Kuczynski en esto. Entonces, ¿qué puede cambiar ahora? Bueno, el choque externo sigue siendo positivo, el tema Lava Jato comienza a desenredarse con la nueva ley que reemplaza al 003, que es una mejora sustancial, y este arreglo político que era lo que todo el Perú esperaba hace año y medio entre dos grandes agrupaciones que pensaban muy parecido en lo económico, a diferencia de la izquierda que tenemos. Uno observa ahora una colaboración entre el Ejecutivo y el Congreso. Ahora falta saber cuáles serán las primeras medidas tributarias y de gasto público del nuevo ministro de Economía.

— Bueno, se dijo que Elmer Cuba iba a ser el ministro de Economía, pero ha sido vetado por Juan Sheput, por Violeta, por sectores antifujimoristas en las redes…

Sí, seguramente… Mira, nunca me llamó nadie del Ejecutivo en verdad, o sea que ha sido una hipótesis manejada por las redes sociales. Es lamentable que el odio sea transitivo: que por haber colaborado en la segunda parte de una campaña política, en la parte económica, la gente ya te comience a golpear más allá de tus propios méritos personales. Pero, desde donde uno esté, tiene que colaborar con ideas.

— ¿Y qué es lo que habría que hacer para recuperar la economía?

La primera medida de política económica no es propiamente macroeconómica, sino simplemente el arreglo entre el Congreso y el Ejecutivo. Esto, por sí solo, ya es positivo, en términos de una paz política por lo menos de 12 a 24 meses antes de la siguiente campaña electoral del 2021. Esto va a hacer que muchos empresarios desempolven sus proyectos que están listos, que los han guardado por esta incertidumbre. Porque el Perú es una economía muy dinámica. Incluso en la desaceleración, le hemos sacado un punto a todos los países. Además, el Perú ha sido capaz de procesar en democracia un cambio de presidente y además está metiendo a otros presidentes presos. Eso no ocurre en México o en Argentina. Eso es algo positivo más bien, nos estamos graduando como un país que es capaz de juzgar a autoridades.

— Pero tenemos un déficit fiscal…

Sí, y hay que atacarlo. Pasivamente no se va a cerrar. Es preocupante porque es un déficit de 3 puntos de producto y el Perú recauda solo 13 puntos de producto. O sea, no es que el Perú recaude 40 puntos de producto como un país europeo que tiene déficit de 3.

— Pero los ingresos fiscales están subiendo de manera sostenida desde octubre…

Han comenzado a subir efectivamente y la buena noticia es que van a ser mayores por el lado de la minería. Las principales empresas mineras han aumentado sus utilidades casi entre 50 y 100%, que no es poco, y eso va a hacer que cuando se regularice, salte la recaudación. Pero aun así no es suficiente, hay que hacer más cosas para controlar la evasión de IGV y renta que en los últimos dos años es mayor que en la década anterior.

— ¿Cómo?

Hay que identificar cuáles son los focos principales de evasión. Yo creo que están básicamente en el Impuesto a la Renta de empresas medianas, que tienen doble contabilidad e informalidad.

— ¿Por qué ha caído la recaudación?

Primero, por el error de bajar las tasas del Impuesto a la Renta a las personas y aumentar la parte no imponible. En el Perú somos 16 millones de trabajadores y solamente declaran impuestos 3 millones, pero pagan 1 millón. Los otros 2 millones son formales, pero no pagan porque están exentos, porque ganan poco. Recién a partir de 20 mil soles al año comienzas a pagar Impuesto a la Renta. Entonces solamente un milloncito paga y a ese milloncito de personas que sí pagan, digamos los profesionales del Perú, les han bajado los impuestos. Una cosa insólita.

— ¿Habría que subirles nuevamente esos impuestos?

Yo creo que sí. Es volver a lo que teníamos en el 2014. Además ocurre que las empresas se mudan a régimen mype para pagar solo 10% de impuestos contra 29,5 del régimen general. Hay que volver a los regímenes de renta previos al 2014.

— En realidad pagan 10% solo por las primeras 15 UIT de utilidad, lo que permite un incremento gradual. ¿Propones eliminar el nuevo régimen mype, que está diseñado precisamente para hacer un tránsito más gradual, sin salto mortal, al régimen general?

Hay que repensarlo antes de saltar al vacío. Habría que optimizar el RER y el RUS.

— Pero, ¿cómo optimizas RER y RUS? Son sistemas para dar apariencia de formalidad a la informalidad. No pagan IGV. No entran a la cadena tributaria. Están hechos para fragmentar empresas y evadir.

Con las tasas y simplicidad. En un híbrido entre la informalidad y la formalidad. La heterogeneidad productiva obliga a eso.

— La ex ministra Cooper propuso simplificar los regímenes tributarios unificándolos en uno solo, eliminando el RUS y el RER, acompañado esto de la digitalización de los comprobantes. Para que todas las empresas ingresen a la cadena tributaria, del IGV…

No hay estudios concluyentes que digan qué método es mejor, porque el aparato privado peruano es muy heterogéneo y quizá habría que mantener regímenes especiales por un buen tiempo, pero que suavicen el paso de un escalón al otro. Un solo régimen general puede ser más bien infranqueable para los informales y ahí sí tendrías dos mundos: informales para siempre y formales para siempre. Muchos informales no podrían sobrevivir frente a los formales si tienen que pagar IGV y renta. Ahora por lo menos están en el borde, pagan un poco…

— No sería infranqueable si la Sunat te hace la liquidación de impuestos, y al deducirte el IGV terminas pagando menos, que es lo que ocurriría según Claudia Cooper…

Ahí actuamos a ciegas, a diferencia, por ejemplo, del Midis, que tiene la Enaho, con la que mapean la pobreza para hacer políticas sociales. Nos falta conocer realmente las mypes, no las hemos censado, no las seguimos con encuestas, no sabemos cómo acumulan, cómo quiebran, cómo se endeudan, cómo pagan impuestos, cómo contratan. El nuevo ministro tendría que hacer una comisión especial en doce meses con los mejores expertos nacionales e internacionales en el tema para resolver este asunto. No podemos enfrentar bien la informalidad en todas sus dimensiones laborales, tributarias y sobre todo del sector, porque no la conocemos bien. No sabemos cuál ha sido su génesis. En cada sector la causa puede ser distinta. De repente la causa de la informalidad en el sector ‘retail’ al por menor, es la ley laboral. Pero la causa de la informalidad minera sería la ley minera que obliga a que el pequeño tenga un EIA o el cierre de impacto ambiental…

— En el tema laboral es fundamental eliminar la estabilidad laboral absoluta…

El tema es más complejo. Somos 16 millones de trabajadores; solamente 3 millones son formales. El TC, con su sentencia del 2001 que restableció la estabilidad absoluta, indujo a que 2 de esos 3 millones pasen a contrato a plazo fijo, y solamente un millón en contrato indefinido, cuando antes de esa sentencia era al revés. Pero ese problema, que hay que resolverlo con el TC o con el Congreso, va a mejorar la vida solamente de los 3 millones de formales que pasarán más fácilmente a contratos indefinidos…

— Pero también es una barrera a la formalización, ¿no? Muchas empresas no formalizan por temor a no poder desvincular cuando es necesario…

Sí, pero en el caso de las pequeñas y medianas no formalizan sobre todo por los sobrecostos laborales, por los mal llamados derechos laborales que encarecen la formalidad. Por eso hay otro milloncito de trabajadores informales en empresas formales. Ya de ahí para abajo, el tema laboral ya no es laboral, es empresarial. Va a ser imposible que una empresa que es informal per se, tenga trabajadores formales. Estamos hablando ya de 3 millones más, que son trabajadores informales en empresas informales. Entonces ahí la respuesta es: primero formalizas la empresa. El tema es más tributario, y más relacionado con la legislación de cada sector: qué se le pide a la señora que hace galletas, por ejemplo. Y, fuera de estos, los que están en la cola ya son otros 3 millones de independientes –una exageración–, que no tienen jefe ni declaran renta: el gasfitero, el taxista, el cuidador del edificio, el limpia autos, el reciclador, el estibador de mercado… Para no hablar del pequeño agricultor altoandino. Lo más fácil, aunque parezca mentira, es cambiar la sentencia del TC. Lo otro es más complejo. Es la gran reforma laboral de este país.

— ¿La podría hacer el presidente Vizcarra?

La puede hacer si la quiere hacer. Tiene todo para hacerlo. Es un cambio de Gobierno, que tiene ciertas ventajas porque tiene una oposición que no puede ser oposición. Él tiene una cosa importante: su poder de renuncia. El presidente Vizcarra puede ser el gran reformador del Perú si quiere hacerlo o simplemente administrar la cosa esperando que pase el tiempo hasta el 2021.

— ¿Qué efecto va a tener esta alza del salario mínimo?

Si tú me dices, “dame una medida para aumentar la informalidad laboral”: sube el mínimo. Si quieres aumentarlo ya con daños severos, mortales, ponlo en 1.500 soles. Ahorita la mediana de ingresos en el Perú es 900 soles, la mediana. De esos 16 millones de trabajadores, la mitad gana menos de 900 y hemos puesto el mínimo en 930. Por encima de la mediana, de locos. El mínimo está totalmente pervertido. Ya no es el mínimo, es la mediana. Es un enemigo de la formalización.

— ¿Debería haber dos salarios mínimos: uno para la micro y mediana empresa y otro para la mediana y grande o no debería haber simplemente salario mínimo?

El mínimo debería ser mínimo. Deberíamos dejarlo ahí que pernocte varios años para que realmente sea mínimo. Una vez que sea mínimo, lo indexamos al IPC y a la productividad de ese segmento de bajos ingresos formales. Lo central acá es la productividad laboral.

— Entonces, ¿cómo haces para subir la productividad laboral?

¿Por qué el ingreso promedio de un chileno es superior al de un peruano, sea este un guachimán, un médico o un taxista? Porque ellos han invertido más en 20 años, tienen más capital por persona. A más intensidad en capital, más salario real. También lo decía Marx. Como esta es una economía subcapitalizada, tenemos que meterle más inversión privada al infinito para que el ratio, el capital, sea mayor.

BENEFICIOS TRIBUTARIOS

“No sería fácil políticamente eliminar las exoneraciones”

Si los cines no pue- den ganar vendiendo canchita, no va a haber más inversión en cines…

Así es. Esos microrretrocesos, si los juntas, son el principal enemigo de la inversión. Es clave pensar que cada movimiento regulatorio puede tener un daño. Si sumas esas pequeñas cosas, los peruanos nos vamos a entrampar y vamos a perder la batalla. Y lo otro son los costos de transacción por el lado legal judicial. Si la justicia es lenta o corrupta, aumenta también el riesgo de invertir, no te devuelven nunca algo. La tasa de interés en el Perú es alta en parte por el riesgo de cobranza a ese señor que te engañó. Y los que recibimos un crédito pagamos ese sobrecosto.

Se estaría trabajan- do con el Congreso la vieja idea de eliminar exoneraciones. Según el MEF, hay 16 mil millones de soles al año de beneficios tributarios…

Mira, para el mismo MEF, de esos 16 mil, solo 11.600 serían factibles en el corto plazo. Pero no sería fácil políticamente eliminarlas. Por ejemplo, la exoneración más grande, de 1.900 millones, es la del IGV a la educación: habría que cobrar IGV en los colegios, en las universidades o en los institutos. La siguiente es la intermediación financiera, es decir, los créditos, exonerados también del IGV, y la tendencia mundial es a no cobrar IGV para eso. El tercero es la exoneración del Impuesto a la Renta natural para la CTS. Debería pagar, pero habría resistencia. También tienes la devolución anticipada de IGV, que tiene sus ventajas. Y el drawback, que es bien ideologizado, pues si no hay aranceles para importar no debería haber drawback (devolución), que es un subsidio a las utilidades de los exportadores no tradicionales. Y, por último, está el sector agropecuario, que paga solo 15% de Impuesto a la Renta contra 29,5% que pagan todos los demás. ¿Ese ‘boom’ agroexportador va a llegar a su fin si pones el impuesto donde debería estar o hay que dejarlo ahí 15 años más? Esas seis son el 80% de las exoneraciones. Lampadia




Uno de los mejores ministros de economía de nuestra historia

Hace pocos días llegó a nuestras manos una entrevista icónica a Pedro Beltrán, el hombre que recuperó nuestra economía de una de sus peores crisis económicas, la que revirtió mediante la aplicación de un programa ortodoxo de liberalización económica. Beltrán fue un visionario que se adelantó a su tiempo, con las ideas que algunos años después, marcarían el marco de recuperación de muchos países en el mundo, desde el Reino Unido hasta Chile, desde Polonia y la República Checa hasta China, entre muchos otros.  

1978:  Segunda Fase de la Dictadura Militar
Bajo la presidencia del General Francisco Morales Bermúdez

César Hildebrandt, entonces de unos 30 años, entrevistó para la revista Caretas (Nº 538, 1978), a don Pedro Beltrán, ya de 80 años, ex Ministro de Economía en el gobierno de Manuel Prado, entre 1959 y 1961, y ex Director del Diario La Prensa. Beltrán acababa de volver al Perú luego de su destierro, la expropiación de sus bienes y la captura de La Prensa, por orden del dictador Velasco.

Cuando Manuel Prado llamó a Pedro Beltrán, su principal opositor desde el diario La Prensa, para ofrecerle el cargo de ministro, la economía peruana sufría de las típicas crisis creadas por desajustes acumulados por políticas populistas. Después de pensar sobre el encargo, Pedro Beltrán tras haber puesto por escrito sus condiciones para asumir el cargo, regresó a conversar con Prado. Prado, en un acto de brillantez política y gran sentido de la realidad, tomó el escrito de Beltrán, lo guardó en su bolsillo sin leerlo y le dijo al nuevo ministro de economía: “Aceptadas”.

Beltrán resolvió la crisis liberalizando la economía, suprimiendo el control de precios, el control de cambios, eliminando los subsidios, y parando la ‘maquinita’, la emisión inorgánica de billetes. Las medidas ortodoxas de Beltrán llevaron la economía a un crecimiento del PBI de 9.1% entre 1960 y 1962.

Lamentablemente, el Perú no aprendió de la visión de Pedro Beltrán y poco tiempo después iniciamos nuestros peores 30 años en términos de desarrollo económico y social, 30 años en los que en el Perú se apagaron las luces, nos alejamos de la historia global y solo a partir de 1990, ya como ‘Estado Fallido’, empezamos a ‘enmendar entuertos’. Para nuestros jóvenes, que no fueron testigos de aquellos tiempos, mostramos los hitos de gobierno hasta el inicio de la recuperación de nuestra economía:

  • 1962: Termina gobierno de Manual Prado. Elecciones y golpe de Estado
  • 1963: Elecciones y presidencia de Fernando Belaunde Terry
  • 1968: Golpe militar e inicio de dictadura bajo Juan Velasco Alvarado
  • 1975: Golpe militar e inicio de segunda fase de dictadura bajo Francisco Morales Bermúdez
  • 1978: Elecciones de Asamblea Constituyente
  • 1980: Elecciones y segunda presidencia de Fernando Belaunde Terry
  • 1985: Elecciones y presidencia de Alan García Pérez
  • 1990: Elecciones y presidencia de Alberto Fujimori Fujimori
  • 1993: Plebiscito aprueba Constitución de 1993, inicio de la recuperación

Veamos la entrevista:

Cuando Pedro Beltrán le respondió a Hildebrandt

Paul Laurent
Odiseo en Tierra
12 de setiembre del 2012

Usted se expresa como uno de los más nostálgicos defensores de la democracia en el Perú. Esto resulta extraño en alguien que, como usted, hizo todo lo posible por frustrar el experimento democrático de Bustamante. ¿No hay una contradicción entre el Beltrán de hoy y el de antes?

¡Nunca tuve nada que ver con una intentona de revolución! ¡Nada! Me han achacado eso toda la vida…

¿Y por qué se lo achacaron?

Usted es muy inocente si cree que los políticos son incapaces de achacar algo que no es exacto. Yo lo creía más experimentado… Usted es todavía joven…

Y usted se opuso a Bustamante…

Eso es otra cosa…

Y usted alentó el golpe de Odría…

¡Yo no he alentado nada! Yo en eso no transijo con nadie, oiga usted. Pero también tiene que ver lo que pasó con Odría. Nadie hizo tanto para que Odría no se quedara como los de La Prensa. Y digo «los de La Prensa» porque yo era director, pero todo el personal pensaba lo mismo.

Eso se le reconoce, pero eso fue después de que La Prensa alentara una subversión contra Bustamante.

¿Contra Bustamante? No. No.

¿No es cierto que el desabastecimiento que padeció Lima durante el régimen de Bustamante se debió también a que dueños de fundos, como usted, provocaron una escasez artificial?

¿Escasez de qué?

De productos de pan llevar, por ejemplo.

No era nada parecido a lo que está sucediendo ahora. Es lo que más me ha impresionado al llegar aquí. Las quejas de todo el mundo sobre los precios. Precios que están por las nubes, calculando con lo que han sido siempre. Yo recuerdo cuando, en tiempos de Odría creo que fue, las papas subieron a 4 soles. Y hoy alguien me dijo que las papas cuestan —espero que sea cierto, pues no he ido al mercado a cerciorarme— 16 y 18 soles. Cuatro veces y media más…

Lo que creo francamente es que usted representa una corriente política para la cual la democracia es buena hasta donde sirve a sus intereses. Pero cuando deja de servir para esos intereses esa democracia puede ser sustituida inclusive por una autocracia como la de Chile. ¿Estoy equivocado o no?

A usted se le pueden ocurrir muchas ideas que no tienen ninguna base, como esta. Toda mi vida he sido lo contrario. Pero si a usted se le ocurre eso, qué voy a hacer…

Usted plantea que los diarios están mal…

¿Que el diario está mal?

Que los diarios están mal, que la prensa diaria está mal. Que no hay pluralismo, que no hay libertad de expresión, lo que me parece correcto. Pero le pregunto a usted: En La Prensa, que usted dirigió, ¿hubo libertad de expresión para la gente de izquierda?

¡Cómo no la iba a haber! Había libertad de expresión para quien quería darse el trabajo de escribir algo para publicar. El que quería sacar una publicación la sacaba y no tenía ninguna dificultad. La Prensa no era yo. Yo era la cabeza de turco de La Prensa. Pero había muchos periodistas que tenían sus ideas y las sostenían muy bien…

Como Sebastián Salazar Bondy…

Y la primera, oiga usted, la primera cosa que hubo para la salida de Odría fue un famoso documento —quizás usted lo recuerde, con 111 firmas— que salió de La Prensa, pidiendo elecciones. Y al final se salió de Odría, sin dispararse un solo tiro.

Usted es extraordinariamente hábil e inteligente, y esa habilidad e inteligencia le permiten evadir olímpica- mente mis preguntas. Cosa a la que estoy acostumbrado, relativamente. Pero me parece realmente un abuso de parte suya que usted no me responda lo que le acabo de preguntar. Yo le estoy preguntando si en La Prensa que usted dirigió hubo o no libertad de prensa para la gente que pensaba distinto, la gente de izquierda…

La Prensa no era sino uno de los tantos periódicos. La libertad significa que un periódico pueda sostener lo que quiera. Eso es lo que es libertad de prensa. Y eso lo había entonces. Pero donde veo que usted no me conoce en lo menor es donde me dice que soy hábil, inteligente. Es todo lo contrario. Carezco de todas esas cualidades. El día que usted me conozca un poco más, con franqueza me va a decir: «Qué razón tenía usted cuando me dijo ese día que no era ni inteligente ni hábil».

¿Es que la política peruana está tan devaluada que las personas que no tienen nada de habilidad ni de inteligencia se pueden convertir en personajes?

Si yo fui personaje, debe ser así.

Usted fue un hombre poderoso, importante, símbolo de un sector de poder. Usted fue uno de los más notoriamente perjudicados con el proceso de reformas del general Velasco. ¿Eso no ha producido en usted una suerte de resentimiento?

Quizás usted será así. Yo no lo soy. Lo que me da mucha pena es ver que el pobre Perú, mi Perú, mi patria, no tenga siquiera libertad de prensa. Eso sí es algo que da pena. Porque hay que remontarse a tiempos de Luis XIV, que decía «El Estado soy yo»… entonces resulta que aquí también la prensa pertenece a los que están en el gobierno. Y eso hace perder toda credibilidad, porque, como muy bien dijo el señor Morales Bermúdez cuando, recién asumida la jefatura de la junta, habló de la transferencia de los diarios a esas llamadas comunidades, o asociaciones: «Con el estatismo los periódicos terminan en la adulación». Es verdad. El lo dijo y creo que esta vez tuvo razón.

¿No hay nada que usted haya hecho de lo cual esté arrepentido? ¿O cree que todo lo hizo bien?

Yo todo lo hice mal. Lo único que puedo decir es que lo hago con sana intención. Yo me he equivocado muchas veces en la vida. No soy tan tonto como para creer que nunca me equivoco.

Usted es un testigo viviente de un largo período en la historia del Perú. ¿Cuál cree que fue el período más importante para el país en los últimos 60 años?

A mí me parece que el período más importante es aquel al que todos deberíamos esperar regresar. Y fue cuando, al término de la Coalición, el año [18]95, en lugar de poner a un dictador, Piérola se lanzó y, naturalmente, fue elegido, porque era el hombre que había encabezado el levantamiento general contra los cuarteles. De ahí se siguió con elecciones, había libertad absoluta para todos. Esa fue una época dorada para el Perú. Lo principal es que haya libertad. Pero libertad efectiva. Es una lástima que desde entonces las cosas hayan caminado tan distintamente, con ciertas excepciones.

¿Qué es lo que más le reprocharía al régimen de Velasco?

Que fuera un dictador…

¿Y tuvo alguna virtud?

Es difícil encontrar una… Usted sí la habrá encontrado, por la pregunta que me hace.

Insisto: ¿Tuvo alguna virtud?

Y yo le contesto: ¿Y usted la ha encontrado?

Pero está evadiendo mi pregunta.

Pero yo también puedo preguntar.

Bueno, le contesto: Sí, tuvo la virtud de sacudir a este país de una casta de poder que había retrasado su avance social y económico. Ya le contesté, don Pedro. Ahora, dígame, ¿usted cree que eso constituyó una virtud de Velasco?

¿Y usted considera que es una buena cosa que el costo de vida esté como esté?

No, por supuesto.

¿Y entonces? ¿Por qué eso? ¿Quién lo hizo? Quien inició todo fue Velasco. Y eso es lo más serio. Porque encarecer el costo de vida es hacer caer el peso de la tributación sobre el que menos tiene. Eso hay que tenerlo en cuenta. Aquí consideran que eso no hay que tomarlo en consideración. ¡Cómo que no hay que tomarlo en cuenta! Hay gente que apenas tiene para comer. ¿Qué hace cuando suben los precios? Eso sí que es un crimen. Y, sin embargo, en eso estamos desde que entró Velasco.

Pero cuando usted fue ministro de Hacienda hubo alzas, dolorosas alzas, ¿verdad?

¡Mentira!

¿Me quiere decir que no hubo una sola alza?

No. Usted está en las nubes. ¿O usted pone preguntas porque cree que me va a impresionar? Yo respondo la verdad. Cuando Prado me llamó era precisamente porque estaba subiendo el costo de vida. Había malestar, incluso ya comenzaban a hablar de un golpe. Prado me llamó y me dijo: «Mira, tú estás contra la revolución. Yo te llamo porque lo que está ocurriendo es muy serio. Lo que está pasando es que el costo de vida está subiendo. Si esto sigue así, alguien va a dar un golpe. Tú entiendes de la cuestión económica… ». Yo lo pensé y la verdad que… Entonces él me decía: «Dime de otra persona que entienda de esto». Muy bien. Entonces regresé y acepté y me dediqué auna cosa: Que el costo de vida no siguiera subiendo. Yo creí que eso iba a demorar más de un año. En mi primera intervención en la Cámara dije que no llegaríamos a dos años antes de que el costo de vida ya se hubiese estabilizado. Me equivoqué. Fue a los nueve meses que cesó de seguir subiendo. Pero, eso sí: Se hizo con estrictez, sin consideraciones, sin favores, sin permitir que todo el mundo metiera la mano.

Es decir, que durante los primeros nueve meses de su gestión hubo alzas.

Sí, porque eso no se puede parar de golpe. Parece que usted no entiende de…

Usted sí entiende, ¿verdad?

Toda mi vida no he hecho sino estudiar estos asuntos.

Bueno, le pregunto entonces a un entendido: ¿Cómo ve la solución para la crisis económica actual [1978]?

A mi me parece que usted pone mal la pregunta. Lo que usted quiere decir es a qué se debe la inflaciónAsí entiendo yo su pregunta. Si usted sabe a qué se debe, entonces sabrá cómo se paraliza. La inflación es el resultado de imprimir billetes. Eso en una época se llamaba «la maquinita». No sé si usted se acuerda. Usted es muy joven. Ahora se llama «programa de los medios de pago». Ya no pronuncian la palabra billete. Bueno, es verdad que este es un fenómeno general. Aunque hay, por lo menos, una excepción. En Suiza —nadie habla de Suiza porque es un buen ejemplo—, el último índice de costo de vida, que creo que es de diciembre, había bajado de un décimo de uno por ciento. Y en cuanto a los desocupados, en lugar de ser 27,323 eran 22,432. ¡En todo el país! Entonces, usted ve que hay cómo impedir el alza del costo de vida. Eso que dicen que se debe a lo que pasa en el mundo, esun disparate. Lo que se debe al alza del costo de vida es la inflación que se da en tantos países, en unos más que en otros. Nosotros, desgraciadamente, estamos haciendo una inflación en gran escala. Y aquí no se sabe cuál es el monto real de las emisiones de billetes. Antiguamente, cuando había libertad de prensa en el Perú, en La Prensa publicábamos todos los meses un diagrama con la cantidad de billetes en circulación. De manera que ahí se veía inmediatamente cuándo aumentaban las emisiones. Ahora ni se informa, ni se opina, ni se critica. Imagínese que el último boletín del Banco de Reserva es de julio del año pasado. ¿Cómo quiere que el país sepa lo que está pasando? Que informen. Esta es nuestra tierra. Y el Banco Central de Reserva es de los peruanos.

¿Usted cree que sólo la emisión inorgánica de billetes sea la causa de todo?

Claro.

¿Sólo eso?

Claro. Lo hicimos cuando Prado.

O sea que la solución es parar la emisión de billetes.

Pero no así, pues. Para cortar la emisión de billetes es preciso también cortar el dispendio, el gasto innecesario, el gasto que es posible no hacer. En su casa, su señora se quejará cuando los precios suben. Y usted tiene que producir más dinero. Ella no puede emitir billetes y usted tampoco. Pero con el gobierno no pasa eso. El gobierno comienza por gastar más que las entradas. Y después viene el problema: ¿De dónde sacar la plata? ¿Poner impuestos?… (y creo que éstos han puesto ya bastantes). Pero eso trae el problema de que la gente se queja. Por el contrario, la maquinita es algo que se ha inventado y que la mayoría de la gente no lo sabe. Y termina por destruir al país.

Si usted fuera mañana [1978] ministro de Economía, ¿cuál sería la primera medida que tomaría?

Bueno, felizmente puedo estar seguro de que nadie me va a pedir que ocupe ese cargo. Y lo digo porque debe ser un verdadero dolor de cabeza. Un país en crisis es como un enfermo grave. Al enfermo grave hay que empezar a tratarlo por lo más urgente, por lo más vital. Eso es cortar el dispendio, cortar el gasto innecesario.

¿Y si yo le pido que me dé dos ejemplos de dispendio?

Si le digo dos, no le digo nada. Tendría que darle doscientos y ponerme a escribir todo. Un gobierno no puede… Por eso yo siempre digo que las amas de casa son los verdaderos ministros de la economía familiar. Y si usted les pregunta qué cortarían, ellas sabrían qué contestar. Esto es lo mismo. No puede seguir gastándose más que las entradas. En Alemania, después de la Primera Guerra Mundial, se pusieron a gastar como aquí y llegó el momento en que se iba à la plaza del mercado con carretillas llenas de billetes para comprar lo del día, porque no había billetes de muy alta denominación.

Hay quienes sostienen que la inflación no se debe exclusivamente a lo que usted llama maquinita, sino que hay una raíz estructural en el asunto. Es decir, un proceso de redistribución del ingreso, que suma para el consumo a determinadas capas, y se enfrenta a una rigidez histórica en la oferta de la producción alimenticia, ya constituye un factor inflacionario. No sólo eso: Hay quienes sostienen que un país como el nuestro tendrá que asumir la inflación como doloroso ingrediente de su desarrollo. El equilibrio óptimo del que usted habla significa sencillamente la parálisis del país. Brasil vive con inflación y no ha enfrentado ningún proceso de reformas…

Parálisis es la que tenemos ahora aquí. Parálisis es que la producción de la agricultura ha bajado y sigue bajando.

¿No hay entonces sino una explicación —la suya— para la inflación? ¿No es posible hablar de un problema estructural, vinculado al desarrollo?

¡Eso de estructural! Yo quiero que me explique qué es un problema estructural. Lo que está pasando ahora, no sé si es estructural pero es un problema muy serio para las amas de casa.

En eso estamos de acuerdo. Pero lo que yo quiero es llegar à la esencia de su pensamiento.

Ya lo he dicho. ¿Usted quiere que los precios suban? Póngase a imprimir billetes. Eso ha pasado en el Perú y en todas partes donde se ha hecho lo mismo. Pero es eso, de manera que todas esas expresiones… Usted está como los economistas, que siempre hablan para que no los entiendan.

Pero usted es un entendido, un economista…

Pero no soy tan técnico ni soy tan buen economista que sepa usar palabras que nadie entiende. A mí me preocupa que la plaza no cueste más. Cuando otros imprimen billetes y llaman a eso medios de pago, yo lo llamo maquinita. Yo no entiendo ese vocabulario. Yo estoy bien abajo…

Ese arte de subestimarse para que otros lo sobreestimen es muy peruano, y muy inteligente, pero…

Yo no quiero que usted me sobreestime, porque cuando me conozca bien me va a estimar en lo que valgo, que es muy poco… Pero le diré que es muy grata una conversación con usted. Porque usted permite y busca que uno conteste las cosas como son. A mí no me gusta usar palabras raras porque creo que muchos las dicen para impresionar; como decía alguien, «para impresionar a los indígenas».

Imagino que usted ha tenido tiempo para meditar sobre los partidos políticos del Perú, y tal vez habrá hecho una elección íntima. ¿O sigue siendo de los independientes?

En realidad no he tenido tiempo. No se olvide que sólo hace muy poco que estoy aquí. Y la información que tengo es únicamente de las personas con quienes converso. No se puede decir que me informo de los periódicos, porque éstos no están hechos para informar. Están hechos para no informar. Están hechos para cojudear.

Ese es un término que a usted le gusta, ¿no? Porque también lo emplea en su libro…

Mi lenguaje es el lenguaje de la chacra. Yo me crié en Cañete. Y las palabras que uso son las que me parecen que expresan mejor lo que quiero decir…

No, si yo no tengo nada contra esa palabra. En este caso, me parece precisa…

¡Muy bien! ¡Así que a usted le parece precisa! ¡Eso sí no me voy a olvidar!

Usted es un criollazo, don Pedro, y como buen criollazo es muy astuto. Pero le sugiero que no sea tan astuto porque se va a notar. Y el arte de la astucia consiste en que nadie repare en ella.

Fíjese, pues, el juego de palabras que me hace…

¿Por quién votaría usted?

¿Sabe lo que pasa?

¿Por quién votaría usted?

¡Cómo le voy a contestar si todavía nadie empezó su campaña! Sólo Haya hizo un discurso en la Plaza de Armas. Y después otro en lca. Oiga usted, ¿y ya entrevistó a Haya?

Sí.

¿Ahora?

No, ahora no.

Hay que hacerlo, tiene usted que hacerlo. No es aburrido estar con él.

Cuénteme algo de usted. Le voy a decir con franqueza que para mi generación usted sólo era un símbolo, alguien despojado de espesor humano, una figura geométrica…

Me fregó, ah, ¡carajo!… Figura geométrica.

Lo que quiero decir es que usted era demasiado una figura pública. Quisiera saber algo de usted. ¿Lee usted? ¿Qué lee?

Leo sobre todo cuestiones que están relacionadas con la economía.

¿Cuál es su autor preferido en economía? ¿Marx?

Marx es como Adam Smith.

¿Y Milton Friedman?

Ese es el número uno. Porque piensa en el ser humano como es y en las acciones de los gobiernos como son. Hay economistas, en cambio, que piensan que la felicidad de los hombres se da por teorías. Bastantes teorías hemos tenido ya aquí. Había eso que se llamaban principios…

¿Las Bases Ideológicas de la Revolución?

Las Bases Ideológicas de la Revolución. Que tal resultado, ¡carajo! ¡Si no hay ni pa” comer! ¡Y todavía dicen que si la Constituyente pone de lado algo de eso, la anulan, la botan! Milton Friedman es otra cosa. El dice que las cosas hay que juzgarlas por su resultado. El pasó por Chile y ahí se encontró con una serie de gente que había estu- diado en la Universidad de Chicago, que habían sido sus alumnos. Entonces, el les dijo: lo que hay que hacer es que los hombres actúen por sí mismos, que los lleven sus deseos de beneficio personal… No como Zimmermann, que es un San Francisco moderno. No había que aspirar a… ¿cómo le llaman?, lucro. El lucro es un crimen. Friedman dijo: ¿Cómo quieren ustedes que un pobre hombre, que sacan del cuartel, pueda manejar la economía? Tienen que hacerlo ustedes. Y lo que él dijo se empezó a aplicar. ¿Cuál es el resultado? Hasta hace un año y medio todos hablaban pestes de Pinochet. Ahora, están hablando de cómo están mejorando las cosas en Chile. Eso lo oye usted no sólo en Chile sino en Estados Unidos.

Para mucha gente, usted es el representante más neto de la derecha, de la reacción en el Perú. ¿Qué piensa de eso?

Con mi vulgaridad de chacra ya le iba a decir una palabra que no debo…

Dígala, nomás, don Pedro, vamos…

No me interesan las derechas ni las izquierdas. Me importan un caracol. Y no se dedican a hacer el bien a nadie. Yo lo que quiero hacer es el bien a la mayoría. A mí que me llamen reaccionario, de derecha, no me importa. Para hablar de política hay que hablar del bienestar de la gente, que es la medida de todo.

¿Cree usted que el régimen de Prado buscó el bienestar de las mayorías?

Infinitamente más que éste [El gobierno militar]. Es decir, no se compara. Nunca hemos estado en una situación como la de ahora [1978].

¿Usted cree que el gobierno de Manuel Prado fue un gobierno para el pueblo?

Infinitamente. ¡Va usted a comparar!

Claro que eso no fue para alguna gente.

¿Para qué gente?

Para los campesinos de Rancas, por ejemplo.

Yo no sé qué hacían los campesinos de Rancas. Pero sí sé que ahora la producción está bajando en toda la agricultura. Y eso afecta a todo el mundo.

¿Usted cree que la reforma agraria no era necesaria para el país?

¿A qué se refiere? ¿Al disparate que han hecho? Vaya usted a Italia y va a ver lo que es reforma agraria. Pero lo que han hecho aquí es un crimen. Yo toda la vida he sido partidario de la reforma agraria, pero eso significa que la tierra produzca más, que haya más alimentos. Aquí se han atrevido a dar la medida que debe tener cada chacra, como si la tierra fuera igual en todas partes. Eso revela una ignorancia absoluta…

¿Usted cree que la «revolución verde» podría sustituir á la reforma agraria?

No le llame reforma agraria a esto. Esto es el disparate  agrario.  La «revolución verde»  es vital en todas partes. Cerca de Manila se ha arreglado un centro técnico para hacer la «revolución  verde».  Han aumentado diez veces el rendimiento de la tierra.  Eso sí es bueno para la pobre gente…

Lampadia

 




Un Sistema de Control va más allá de la Contraloría

Un Sistema de Control va más allá de la Contraloría

Walter Twanama
Sociólogo
Para
Lampadia

El duelo entre el Contralor de la República y el Ministro de Economía tiene como resultado previsible una víctima si no dos, pero si le creemos al recordado historiador Alfonso W. Quiroz, los males de la corrupción han infestado el Estado peruano desde su creación y no ha habido sistema de control que nos proteja bien de ellos.

Si realmente es así, tal vez como país nos serviría llevar la discusión hacia algo más general, por ejemplo responder a preguntas como ¿funcionan nuestros sistemas de control para lo que queremos de ellos? ¿qué éxito ha tenido la Contraloría en detectar la corrupción en su ya larga vida institucional? Y también ¿habrá otros mecanismos e instituciones que permitan disminuir y erradicar la corrupción?

Fuente: lapublica.org.bo

Intentemos responder a lo primero: el propósito principal de los sistemas de control del Estado es identificar hechos de corrupción para impedirlos y en lo posible prevenirlos. Podemos agregar otras funciones a estos sistemas, pero si no identifican y sirven para limitar la corrupción, no tienen sentido.

Sin embargo, en algún momento la Contraloría decidió modernizarse y ampliar sus funciones, y orientó su quehacer  a validar y vigilar la naturaleza y el carácter de las acciones del resto del Estado: preocupándose no sólo por el tema de los recursos si no de la calidad del servicio a los ciudadanos y ciudadanas. Sonaría mejor si mínimamente hubieran cumplido alguna vez con éxito ese primer rol, de detectar y brindar la información para sancionar la corrupción; se le podría confiar tareas secundarias a quienes han cumplido con eficacia su tarea central.

La  Contraloría se ha empeñado por años en competir técnicamente con sus supervisados, sean quienes sean y sin importar la naturaleza de sus tareas. Esto lo ha hecho mediante la contratación de expertos que pudieran estar al mismo nivel de los expertos que tienen los supervisados, pero esos expertos no nos han ayudado en mejorar ningún proceso relevante al interior del Estado.

Esta voluntad de poder ha liquidado su vieja función si alguna vez la cumplió, los elefantes pasan por sus telarañas. Borges, citando a Spinoza, recuerda que toda cosa quiere perseverar en su ser, un supervisor multiplicará siempre el número de elementos a supervisar, de modo que garantice su propia existencia y valoración, sin otra finalidad que esa.

Así, mientras la Contraloría no han podido hacer casi nada contra la corrupción y tampoco mejorar las características técnicas de los servicios públicos, en cambio ha logrado acusar a innumerables funcionarios públicos por cosas como la falta de la vigésima copia del formulario XX que no se llenó, la pérdida del ticket del tranvía que llevara al abuelo al Callao, etc. Esos números permitían a los sucesivos contralores fingir un incesante combate contra la corrupción. En los hechos los procesos administrativos abiertos por motivos nimios finalmente cerraban –cierran- absolviendo al acusado, pero en el transcurso se perdió años, papel, y se pagó los sueldos de los controladores.

Vamos entonces a nuestra tercera pregunta: ¿se puede hacer algo en este escenario para controlar la corrupción?

Tipos De Corrupción

Un primer paso para hacerlo es identificar algunos tipos precisos que encontramos bajo el término general de corrupción; en ese sentido hay:

  1. La corrupción mayor del alto funcionario, desarrollada individualmente o en pequeño grupo, normalmente por algunos o muchos millones de soles o dólares
  2. La corrupción menor, la corrupción hormiga que día a día esquilma a los ciudadanos en ámbitos que en lo formal están a su servicio; es la corrupción que pide un poco de plata, o una botella de algún licor, o favores sexuales, o el primer sueldo de un nombramiento, o cualquier cosa que se le ocurra al funcionario que tiene la discrecionalidad de dar o facilitar el servicio. De paso, eso convierte el derecho del ciudadano o ciudadana en un privilegio, algo que no le corresponde sino que se le concede.
  3. El sentido común de la gente incluye a veces –creo que injustamente- como corrupción el simple cobro de los sueldos u honorarios de los empleados y funcionarios públicos cuando considera que estos son muy elevados.

Patrullas Y Alarmas De Incendios

Concentrémonos en los dos primeros tipos de corrupción. ¿Qué se puede hacer frente a ellos? Un par de politólogos americanos, Matthew McCubbins y Thomas Schwartz, vienen en nuestra ayuda: Ellos acuñaron en 1984 una distinción entre dos formas de monitoreo que se puede emplear para ejercer la supervisión sobre el trabajo del poder ejecutivo: a una de las formas la llamaron “vigilancia tipo patrullaje policial” (police patrol oversight)  y a la otra “vigilancia tipo alarma de incendios” (fire alarm oversight), muy en el estilo coloquial americano, poco ampuloso.

¿Cuál es la distinción entre unas y otras?

La metáfora que usaron no fue escogida al azar: una patrulla policial recorre un barrio o un distrito, puede variar su ruta periódica o aleatoriamente, pero sus procedimientos son típicos, se fija más o menos en las mismas cosas siempre; su personal y equipo generan costos, puede tardar en llegar y, como es la experiencia de mucha gente en el Perú, puede agrandar el problema en vez de resolverlo. El costo social mayor en un sistema de este tipo, más que sueldos o patrullas,  es la propia existencia de la agencia (la policía) con sus posibles deformaciones.

Por otro lado, un sistema de “alarma de incendios” puede distribuirse por toda la ciudad, basta con que haya un teléfono a disposición, puede ser operada por cualquiera, y, si hay un sistema eficiente de respuesta, puede resolver problemas; no tiene los costos del patrullaje ni la posibilidad de deformarse, pero en cambio puede ser abusada por falsas alarmas. Además, respecto a la corrupción, puede haber desde incentivos y beneficios hasta temores y amenazas para no hacer sonar la alarma.

Por dar un ejemplo, la Contraloría es un sistema de patrullaje (quitemos la palabra policial para ahorrarnos las connotaciones) mientras que una Oficina de Quejas es un equivalente del sistema de alarmas (de incendios).

Aunque McCubbins y Schwartz plantearon su distinción específicamente para la forma como el poder legislativo vigila al ejecutivo, y tenían una preferencia muy fuerte hacia los sistemas de “alarma”, nosotros podemos extenderla a cualquier actor concernido; si queremos vigilar y controlar la corrupción podemos usar  sistemas de patrullaje o alarmas de incendios sin necesidad de ser congresistas.

El Patrullaje, como su nombre lo indica, vigila la marcha de las instituciones del ejecutivo y los problemas en la implementación siguiendo sus planes y programas, haciendo notar en cada punto cada paso que no se cumpla como establecen los procedimientos. Requiere siempre un sistema centralizado  bajo alguna forma institucionalizada. Reposa en procesos de investigación largos, audiencias, estudios por consultoría, etc.

Las Alarmas se activan en cambio cuando ciudadanos, organizaciones de ellos o grupos de interés, reaccionan a la forma en que se les brinda servicios, cuando los medios exponen el abuso de los ciudadanos, o el desperdicio de recursos; en estos casos los ciudadanos al reportar sus problemas, muestran fallas en los servicios, sean estas ocasionales, accidentales o propias del diseño o de la implementación. Esto funciona de modo no centralizado, reposa en la posibilidad de que cualquier actor haga sonar la alarma, y está mucho más ligado a los resultados que obtiene la gente del servicio que a los procedimientos internos para brindarlo.

Mientras el Patrullaje supone un cuerpo especial vigilando uso de recursos, procedimientos, etc. en la Alarma toman la palabra los ciudadanos y sus organizaciones para manifestar que algo no funciona bien, obviamente sobre la base de ciertas reglas y procedimientos que los habilitan a hacerlo.

E insistimos, no decimos que un método sea mejor que el otro, dependiendo del caso se puede escoger una forma u otra de vigilancia o una combinación de ambas según se necesite.

La Propuesta

En concreto, parece razonable creer que los niveles de corrupción baja, lo que se denomina acá Hormiga, puede manejarse con un esquema del tipo Alarma. ¿Por qué? Los ciudadanos son quienes lo sufren directamente y están muy informados respecto a sus detalles, saben quiénes les piden coimas, quienes los chantajean, quienes los presionan para obtener recursos indebidos. La detección es fácil, si al ciudadano se le escucha y responde en su queja se hará oír, pero el sistema tiene que estar listo para responder a este tipo de denuncia rápida y efectivamente a la demanda, llamado o alarma activada por los ciudadanos.

Un sistema así tiene requerimientos indispensables: responder en serio y no desechar las denuncias de los ciudadanos, sancionar ejemplar y drásticamente a quienes entran en asuntos turbios, cuidar al denunciante. Por esto la tarea de respuesta debería ser función de un sistema que se encargue de cuidar la calidad de los servicios que ofrece el Estado. Ese sistema sería mucho más interesante en términos de combatir a la corrupción y mejorar el bienestar de los ciudadanos que, por ejemplo, el seguimiento detallado, necesario, de la papelería interna de las instituciones supervisadas. Y una buena noticia: cada institución puede crear o reforzar su propio servicio de mejora de la calidad y la satisfacción del usuario sin esperar a que venga una agencia central a vigilar cada uno de sus pasos. En cambio, desde la centralidad del Estado se podría supervisar los avances de estos sistemas de calidad y mejora del servicio. Disminuir la corrupción en este nivel debería tener una correlación directa con la sensación de las personas respecto a su satisfacción en el uso de estos servicios.

Respecto a la corrupción mayor, ¿funcionaría un esquema tipo Alarma? Creemos que no, más bien sus características sugieren emplear el Patrullaje, un sistema centralizado que vigile la actividad financiera de un conjunto relativamente pequeño de altos funcionarios, digamos de directores generales para arriba, en el gobierno central unas quince mil personas. Esa vigilancia nuevamente tiene algunas condiciones: renuncia al secreto bancario, financiero y de compras e inversiones  personales  y de su entorno cercano, por un periodo de años a determinar. Si bien los seres humanos preferimos mantener algunas cosas en secreto, un funcionario pagado aceptablemente, que quiere servir a su país y que además no tiene voluntad de delinquir podría aceptar estas condiciones si en cambio se le asegura que se le evaluará por los resultados de su trabajo, por encima de cualquier omisión administrativa menor y menos aún del ejercicio de su conocimiento técnico, como se intenta hacer ahora.

Esta labor, el “Patrullaje” de los funcionarios públicos, suena muy drástica, pero responde a la situación actual, en la que la corrupción parece inundar el país. Estas labores no se parecen a lo que hoy hace contraloría, y está más cercano de las tareas que cumple la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Superintendencia de Banca y Seguros, sólo que esta última instancia no se concentra en los funcionarios del Estado pues cubre un universo más amplio. Especializar una rama de esa entidad, la UIF, o separarla y darle autonomía, podría ser la solución a los (pocos, en proporción al total de ellos) funcionarios públicos que vemos enriquecerse repentinamente.

Esta incidencia de los tipos de corrupción puede representarse en la tabla siguiente; el mayor volumen de la corrupción hormiga requiere eficientes sistemas de Alarma que puede tomar la forma de mejorar de la calidad del servicio; el volumen de la corrupción de altos funcionarios requiere en cambio un sistema de Patrullaje de funcionarios.

Estas dos propuestas permitirían una mejor manera de enfrentar el tema de la corrupción.

¿Y la Contraloría?

De cumplirse este escenario, ¿qué rol le quedaría a la actual Contraloría? Siempre queda la necesidad de verificar que los procedimientos se hayan seguido ordenada y cumplidamente; lo que no tendría es el absurdo poder de amenazar penalmente a funcionarios públicos por faltas u omisiones que no afectan ni los fondos públicos ni las metas públicas sean estas físicas o financieras.

Pero además, Contraloría tiene tres tipos de control respecto a las operaciones del Estado: previo, concurrente (o sea durante el proceso), y posterior. Tal vez modificando la manera de ejercer el control concurrente la Contraloría  podría convertirse en un proveedor de servicios dentro del Estado, en un rol más proactivo, una especie de asistencia técnica sobre procedimientos y paperwork, alertando sobre alguna omisión importante.

Esta labor no es nada despreciable si se hace con honestidad, pues como dicen en el teatro, no hay papeles pequeños sino actores pequeños. Sin embargo, ¿por qué los contribuyentes tendríamos que pagar por todo un aparato nacional permanente, cuando esta especie de chequeo podría hacerse por consultoría  y puntualmente? ¿Por qué regalarle un mercado cautivo a una institución ineficaz? Contraloría es una solución mala para un problema mayor del país; no ha impedido goles de la corrupción y ha estorbado los pocos avances del resto del Estado.

Nunca hizo un gran partido y sería hora de que cuelgue los chimpunes. Lampadia

 




La presunción de Inocencia

Nuevamente los medios atacan en comparsa a un funcionario público decente que ha sido víctima de una oscura maniobra, por parte de otro que acumula un rosario de perlas negras.

Alfredo Thorne, el Ministro de Economía y Finanzas, fue grabado (directa o indirectamente), en forma ilegal por el cuestionado Contralor de la República, luego se editó una conversación evidentemente manejada, y se mostraron elementos que siembran sospechas sobre el ministro.

Casi sin tomar aire, muchos medios de comunicación, como es usual, se tiraron contra el ministro, poniendo su seriedad en cuestión. Incluso al día siguiente de la denuncia del canal 5, en una radio de audiencia nacional matutina, en conversación con el ministro, se insistía en ver cómo se podía encontrarlo  en falta.

Fuente:   billtell.com

Un principio fundamental de la justicia es la presunción de inocencia. Un derecho ciudadano en los países más civilizados del planeta, incluyendo al Perú. Pero, para muchos medios de comunicación, pareciera que la justicia no está en sus manuales, su principio sería lo contrario: asume culpabilidad, insiste con todo lo que tengas, no importan los daños personales y no te preocupes de pedir disculpas luego, cuando las cosas se vean mejor.

Algunos creen que con llamar a esto ‘prensa amarilla’ es suficiente para tomarlo como parte de la normalidad de nuestros días. Esto no es prensa amarilla, esto es un abuso cometido por entes que tienen uno de los mayores privilegios que da la sociedad, el de opinar en libertad. Los medios son entes que tienen y deben tener toda la protección de la ley para ejercer su oficio sin cortapisas. Pero precisamente por esa razón, la sociedad debe esperar de ellos, un comportamiento responsable, por lo menos de parte de aquellos que reclaman para si mismos, solvencia moral y tradición.

El Lampadia hemos cuestionado el manejo de la economía por parte del ministro Thorne. Hemos dicho que necesitamos un ministro del ‘vaso medio lleno’ y no uno del ‘vaso medio vacío’. En las actuales circunstancias, necesitamos un ministro que nos active las adrenalinas del entusiasmo por todo lo que podemos hacer y no alguien que nos haga tomar ‘paciflorín’. Pero Thorne y su equipo, son gente decente que merece un mayor respeto por parte de todos los estamentos del Estado y por los medios.

A nosotros nos parece que cuando se presenta un evento de esta naturaleza, una disputa entre alguien que tiene una foja de servicios limpia y alguien cuestionado, se debe dar el beneficio de la duda al de la foja de servicios limpia. Los buenos ciudadanos probados, no deben ser atacados y desprestigiados sin ponderar los hechos con responsabilidad.

Algo muy parecido sucedió con la acusación de manipulación de audios contra José Chlimper, caso en el que hasta lo más encumbrado de la prensa, condenó apuradamente y sin contemplaciones a Chlimper. Es cierto que en ese caso, la coyuntura política puede haber llevado al uso de malas artes, pero, insistimos: los ciudadanos de probada contribución cívica, los que ostenten una foja de servicios limpia, tanto en el sector público como en el privado, pero con mayor razón, los que asumen el sacrificio personal de servir en el Estado; merecen, por lo menos, el beneficio de la duda.

En el caso del Contralor en cuestión, en Lampadia escribimos el primero de agosto (2016): Para un Estado efectivo y probo, requerimos otro Contralor. Nosotros, como se critica estos días, no esperamos a tener un interés político para cuestionar al Contralor. Sus primeras declaraciones mostraban que se había nombrado a alguien inadecuado para una función tan importante. Entonces dijimos:

El nombramiento de Alarcón como Contralor se hizo de forma apurada en los últimos días de la legislatura de uno de los peores Congresos de nuestra historia. No solo eso, se nombró al segundo de la Contraloría (Alarcón) de un gobierno (saliente) acusado de eventos de corrupción mayores vinculados a las inversiones del Estado. Y por si eso fuera poco, Alarcón estaba cuestionado por una operación inmobiliaria que debía ser plenamente aclarada antes de ningún nombramiento. Pero el habilidoso Edgar Alarcón, se las ingenió para recibir la bendición de PPK, tras una corta visita a su domicilio.

Como dicen los proverbios, ‘no solo hay que ser, también hay que parecer’. Pero incluso más allá de pareceres, acá tenemos un caso claro de incapacidad para una función vital que debe ejercerse con las mejores técnicas de control, con criterios que van mucho más allá de la contabilidad tradicional.

¿Qué debemos hacer?

Entre otras cosas, un buen contralor debería preocuparse por que se establezcan procedimientos transparentes para las adquisiciones, contrataciones y asociaciones del Estado. Ese es el primer proceso de control previo que se necesita. 

Esta situación debe ser corregida a la brevedad posible. Para ello hay dos alternativas, que el Congreso revoque el nombramiento, o que el señor Alarcón renuncie en un acto de dignidad.

Valga pues la ocasión para reiterar nuestro pedido de licenciamiento del Contralor y nuestra crítica a que se estén utilizando grabaciones secretas con los funcionarios del Estado, y peor aún, que éstas sean llevadas a la hipérbole por medios irresponsables.

Un antecedente de ésta mala práctica (de grabar a un funcionario importante), se habría producido, según se comentó en su momento, cuando el entonces Ministro de Economía, PPK, habría sido grabado por la Jefa de la Sunat. 

Aprovechemos la oportunidad para definir de una vez por todas, las características de una buena contraloría, una labor esencial para el buen manejo del Estado, pero que debe desempeñarse sin amedrentar a los funcionarios de Estado, sin inhibir sus decisiones basadas en criterios razonables y sin alentar la cacería de brujas.

Repetimos, ‘un buen contralor debería preocuparse por que se establezcan procedimientos transparentes para las adquisiciones, contrataciones y asociaciones del Estado. Ese es el primer proceso de control previo que se necesita’. Lampadia 




Ollanta Humala: ¿Director Técnico de la Selección o Presidente de la República del Perú?

Ollanta Humala: ¿Director Técnico de la Selección o Presidente de la República del Perú?

El miércoles último el Presidente Ollanta Humala calificó inesperada y desacertadamente la labor de los empresarios nacionales:

  • “Empresarios están como la selección, les falta garra”
  • “El obstáculo para que ellos sigan invirtiendo es que se desalientan rápidamente, a veces cuando les ganan uno a cero creen que ya perdieron el partido. Están como la selección peruana, en el primer tiempo creen que ya terminó el partido, les falta garra y eso es lo que tienen que sacar”.
  • El presidente Ollanta Humala hizo esta tarde un invocación a los empresarios a “ponerse la camiseta” del Perú y seguir invirtiendo en el Perú, especialmente en tiempos de desaceleración económica para todo el continente como el que el país viene atravesando.
  • Señaló que el empresario peruano está acostumbrado a trabajar tanto en tiempos de bonanza, como en épocas difíciles, y si bien el exceso de trámites (o “tramitomanía” como le llamó) es un problema que el gobierno viene resolviendo, no es un obstáculo para invertir, como señala un sector del empresariado.
  • “Necesitamos que los empresarios también se sumen (…) yo invoco a los empresarios a que se pongan la camiseta”, afirmó (…) tras indicar que antes había más trámites que ahora, y sin embargo, había inversión.
  • “Tenemos que decirles a nuestros empresarios que sigan trabajando y ahora más duro que antes. Los gobiernos regionales y el Gobierno central van a atender en la medida de lo posible sus pedidos, pero tenemos que cumplir normas”.

Estas “desconcertantes” declaraciones del Presidente de la República fueron antecedidas por la de su Ministro de Economía y Finanzas, Alonso (no tan seguro) Segura, que salió el miércoles pasado a exigir que los empresarios inviertan más.

El Presidente de la República no está a cargo de la selección de futbol. Es, en buena medida, responsable del bienestar de 30 millones de peruanos, pero sobre todo del futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos.

El Presidente no puede pretender endilgarle a los empresarios la parálisis de nuestra economía, que el sembró desde su candidatura y del primer día de su gobierno.

 

 

El mandatario olvida que desde que llegó a Palacio, se ha desalentado a la inversión privada. Primero con la oficialización del discurso antiminero (puesto en vigencia por su Primer Ministro, Salomón Lerner Ghitis: “queremos una nueva minería”, lo que significó: NO MINERÍA). Luego, por su incapacidad para controlar los conflictos político-sociales y sacar adelante proyectos clave como el de Conga (hoy, a pesar de los denodados –tardíos- esfuerzos, vemos el mismo patrón con Tía María)

Desde hace un tiempo, en Lampadia venimos advirtiendo el estrepitoso descenso de la inversión privada (ver en Lampadia (L): Otra vez la parada (esta vez en la inversión)), la cual ha sido uno de los principales motores de nuestro crecimiento de los últimos 15 años (entre 80-85% de la inversión total). Junto con la inversión pública hemos superado el 28% de inversión en relación al PBI (US$ 53,000 millones el 2013). Entre el 2010 y el 2012, la inversión privada se expandió a tasas que superaban el 15%. El 2013 apenas creció 6.5% y el último año cerró con una variación negativa del 1.6%. El flujo de ingreso de capitales ha caído de niveles sostenidos superiores de US$ 15,000 millones por año a solo US$ 7,000 millones el 2014 (ver en L: Hay que prender el motor de la inversión privada).

Buena parte de esta desaceleración se debe al desprecio del gobierno por los sectores de minería, energía e hidrocarburos. Se insiste en culpar a las condiciones externas por la menor inversión y exportaciones y, ahora a la labor de los empresarios, pero se oculta que si hubiéramos desarrollado los proyectos que estaban encaminados, habríamos más que compensado el shock externo. La misma situación se vive con la inversión pública. Según el BCR esta tasa cayó a 3.6% del PBI cuando el 2013 fue de 12%. El gobierno no ha conseguido ejecutar las obras de infraestructura que prometió (ver en L: La titánica tarea de invertir en el Perú).

Parece que el Presidente nunca entendió cuales eran las medidas del Perú cuando el asumió la Presidencia (ver en L: 90-90-90). 90% del empleo, la inversión y de los recursos fiscales eran aportados por el sector privado. Pero el Presidente respiraba por los poros su desconocimiento y desconfianza en el sector privado. Impregnó a la administración pública de un sentimiento anti-inversión privada. Este pujante sector que ha transformado el país, haciendo parte del proceso a los pobres, como lo podemos comprobar cualquier día, continuó tratando de salir adelante, pero, lamentablemente, se había roto el circuito virtuoso que puso al Perú en boca de todo el mundo.

Como asegura el dicho: “uno cosecha lo que siembra”, pues bien cuando la cosecha se empobrece, no puedes andar echándole la culpa a los demás. Lampadia




“No sé si Dilma es consciente del embudo histórico en el que estamos”

“No sé si Dilma es consciente del embudo histórico en el que estamos”

Entrevista a Fernando Henrique Cardoso. Expresidente de Brasil

Por Antonio Jiménez Barca/Carla Jiménez

(El País, 02 de Diciembre del 2014)

El expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (Río de Janeiro, 1931) asiste como expectante espectador privilegiado al, según él, embudo histórico en el que se encuentra actualmente Brasil, a un mes de que Dilma Rousseff, del Partido de las Trabajadores (PT), comience su segundo mandato, sacudido por las crecientes acusaciones de corrupción que minan Petrobras, paralizado desde el punto de vista económico y con un nuevo ministro de Economía que prevé ajustes y ahorro para el año que viene. Fue uno de los fundadores del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), comandado por el senador Aécio Neves, perdedor por poco en las últimas elecciones. Para el sociólogo, diplomático y exministro de Hacienda, el origen último de todos estos problemas se encuentra en la fragmentación política que vive el país, con un congreso triturado en más de veinte partidos. Elegante, distinguido, amable y atento, recibe a EL PAÍS en el instituto de estudios sociales que lleva su nombre, una tarde de explosiva tormenta primaveral en São Paulo.

El nombramiento del nuevo ministro de Economía, Joaquim Levy preconiza un viraje económico de la presidenta. ¿Qué le parece?

Hay que entender el porqué de este cambio. La situación está muy difícil. Hubo casi una ruptura entre el Gobierno y los sectores empresariales. Ahora, Rousseff trata de recomponerlo, aunque los empresarios no se lo creen. Por otra parte, habrá que ver si el nuevo ministro disfruta de voz y de poder. El momento impone, sí o sí, algunas medidas de contención del gasto.

No hay alternativa…

No; La economía empezó a descarrilar hace mucho tiempo. La respuesta del Gobierno durante la crisis internacional fue la correcta. En aquel entonces era importante ampliar el crédito. Pero eso tiene un límite. Y ya hemos llegado. La mayoría tiene ya demasiadas deudas, así que el consumo ya no es suficiente como motor económico. Y el PIB no crece. Así que hay que hacer algo.

¿El qué?

Diría que nos acercamos a una etapa parecida a la que yo abordé cuando era ministro de Finanzas y todo estaba en desorden. Ahora todo camina también hacia el desorden. Pero hay un nudo político que desatar ¿Tendrá el Gobierno fuerza para poner en marcha esas medidas necesarias? El embrollo político es más delicado que el económico, porque el económico se sabe cómo hay que solucionarlo. Un país con veintitantos partidos en el Congreso y cuarenta ministerios esconde la receta del fracaso. Yo gobernaba básicamente con tres partidos. Los demás no contaban. Los nombramientos se daban en función de una agenda, los puestos claves no estaban en manos de los partidos. Y mi partido, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña, no influía tanto como lo hace el PT en Dilma. Yo tenía más libertad para designar.

¿Ve a Rousseff muy presionada?

Mucho. Tiene un partido que exige un conjunto de alianzas con otros partidos muy amplio y no existe un consenso entre todos sobre lo que hay que hacer. Lo que le gusta al PT no es lo mismo que le gusta al PMDB y a los otros.

La misma Rousseff, la noche de las elecciones aludió a la proliferación de fuerzas como motor de avance…

Eso sería así si se dejara influir por los que perdieron. Y eso no se va a dar. ¿Qué pasó con las elecciones? Pues que quedó claro que hay dos Brasiles. Y no son el Brasil pobre y el Brasil rico (A Neves también le votaron los pobres. Nadie tiene 51 millones de votos sin los pobres. Nadie gana São Paulo sin los pobres), sino el Brasil más dependiente del Estado y el más independiente. No sólo los pobres, sino también los ricos, como las empresas que dependen del Gobierno… Muchos no son de derechas ni de izquierda, persiguen acercarse al aparato público para tener ventajas, son clientelistas. Y esos no están en un lado o en otro. Están con quien gane. Ahora, al lado del PT, no porque apoyen al PT, sino porque el PT controla el Estado. Si estuviésemos nosotros, nos apoyarían a nosotros. A Dilma le apoyó la población menos dinámica. Y si el desafío es el crecimiento económico, pues Rousseff depende de los que perdieron. Es una contradicción. ¿Cuál sería la diferencia si hubiera ganado Aécio Neves?. La situación seguiría la misma, mala, difícil, pero habría una diferencia: la esperanza.

Hay quien teme que un sector de los que votaron a Neves se radicalice.

La responsabilidad sería del PT y de Lula, que jugaron a eso de ricos contra pobres, y eso ha despertado ganas a algunos de sentirse muy de derechas y de pedir que vuelvan los militares.

¿Es peligroso ese movimiento?

No, no tienen reflejo en la vida política o parlamentaria. Hacen ruido pero no tienen poder. Aquí, en Brasil, muy pocos se reconocen de derechas.

¿Su partido, el PSDB, dónde se ubica?

Los criterios europeos de derechas e izquierdas no funcionan en Brasil. Cuando formamos el PSDB lo definimos como un partido democrático, con compromisos sociales (reforma agraria, salud, etc) pero que asumiera también que el mercado existe.

¿Esa sería la diferencia con el PT, lo del mercado?

Antes sí, ahora ya no tanto. El PT quiere ocupar el Estado. Y utilizar la palanca pública para impulsar la economía. El PSDB no considera eso tan importante. Prefiere servir de puente entre la sociedad y el Estado. Pero utilizando el esquema básico: No podemos aceptar eso que dice el PT de que ellos son el partido de los pobres y nosotros el de los ricos. Parte de ese estigma procede de que Lula viene de abajo y yo no. El PT salió de la izquierda, pasó por el centro-izquierda y ahora se acerca al centro. El PSDB fue empujado para el centro derecha, pero ahora está volviendo para el centro. ¿Quién creó más becas? Yo. ¿Quién hizo más reforma agraria? Yo. ¿Quién protegió más a los indígenas? Yo. Entonces, ¿por qué se nos llama de derechas? No tiene sentido. ¿Quién benefició más a los bancos? Lula. Lula no es de izquierdas.

¿No?

Nunca lo fue. Él mismo lo ha dicho. Conozco a Lula desde que era líder sindical. Él tenía horror a los partidos, era un líder sindicalista auténtico, independiente, veía el sindicato como su casa, el partido llegaría después. Siempre fue muy favorable a los intereses de la mayoría, como yo y como todos. Él es conservador, no quiebra las instituciones, no es Chávez, no hará nunca lo que hizo Chávez. Lula ni es antiamericano ni anticapitalista.

Así que Brasil nunca será Venezuela.

Nunca

Un empresario brasileño, Ricardo Semler, al respecto del escándalo de Petrobras, mantenía en un artículo reciente que en Brasil siempre se robó, y que ahora se roba menos. ¿Está de acuerdo?

Leí el artículo. No aportaba pruebas. En mi época de presidente puede que hubiera corrupción, de la que yo no me enteré. Pero la diferencia con el Petrobras de hoy es que hoy hay un sistema organizado en el que participan empresarios, directivos, altos cargos y agentes políticos, es una especie de mafia, donde rige la omertá, la ley del silencio, con la bendición del poder. Aunque ahora empezaron a hablar.

¿Cree que Lula y Rousseff lo sabían?

No tengo elementos para afirmarlo. Pero si Dilma Roussef lo supo, trató de frenarlo. Ahora bien, todo esto de Petrobras va a explotar, porque la justicia ya ha entrado, y puede que salgan volando muchos partidos.

¿Cómo va a terminar todo esto?

Va a afectar a políticos. No sé si Dilma tiene noción del embudo histórico que estamos viviendo. Los volúmenes de dinero son enormes. Sólo hay que fijarse en que un arrepentido está dispuesto a devolver 100 millones de dólares… ¿De qué volumen estamos hablando? ¿De mil millones? Este proceso va a ser largo.

Hace unos años se veía en el extranjero a Brasil como el país del futuro. Ahora, con la economía parada y el escándalo de Petrobras, nos da la impresión de vivir en un lugar diferente.

Es que es así. Los que mandaron en este país cuando crecía no supieron hacerlo bien. La semilla estaba ahí. Pero el PT no lo hizo bien porque no quiso. El PT es una organización burocrática que necesita dinero. Y hay mucha gente que obtenía dinero de corruptelas para el partido. Era una especie de visión política, un resabio de otras épocas, por así decir, revolucionarias: de aquello de que todo vale porque es para la revolución. Así, todo vale mientras vaya para el partido. Por otro lado: yo hice ajustes. Pero la renta per capita no cayó. Los hice sin que el pueblo pagara el coste. Ahora será difícil que el pueblo no pague ese ajuste que se avecina. Pero soy optimista. El país tiene instituciones que funcionan. El mismo PT es importante para el país.

Cuando ella fue reelegida dijo que sería la presidenta de Brasil y no del PT.

Fue un paso. Pero el PT es muy complicado. Y nunca se sabe muy bien dónde está Lula. Él no es una persona que tenga convicciones. Es alguien que ve su oportunidad y sabe sacarle provecho. Pero el momento pide convicciones.




Los retos de la agenda económica

Los retos de la agenda económica

Por Alonso Segura. Ministro de Economía y Finanzas

(El Comercio, 21 de Septiembre del 2014)

Comentado por Lampadia: Ya es hora de que el gobierno reconozca las verdaderas medidas del Perú: 90-90-90. 90% del empleo, 90% de los recursos fiscales y, 90% de la inversión (Incluida parte de la pública, que sale de la recaudación fiscal). Ver otras notas más abajo.

¡Suerte Ministro!

El Perú es una de las economías con mayor potencial de crecimiento de la región y se ha distinguido por el manejo responsable de sus finanzas públicas y el buen desempeño de sus cifras macroeconómicas.  Como pocas veces en nuestra historia, el sueño de tener un país moderno que brinde igualdad de oportunidades a sus ciudadanos parece cada vez más cerca, pero es un camino que no está exento de dificultades. 

Al igual que lo ocurrido en la gran mayoría de países de la región, este ha sido un año de debilitamiento en el crecimiento de la economía. Es indudable que factores externos han contribuido de manera determinante en este resultado, si bien también se han sumado otros de fuente doméstica, tanto de oferta como de demanda.

Sin embargo, indicadores adelantados de actividad económica, que se utilizan como señalizadores de lo que se viene, ya empiezan a mostrar un mayor dinamismo, lo cual sugiere una recuperación gradual del crecimiento en los próximos meses. En este sentido, lo peor de la desaceleración ya habría pasado y los factores adversos se irán disipando gradualmente durante el resto del año, aun cuando en el tercer trimestre podamos ser testigos de un crecimiento todavía errático. 

En este contexto, los objetivos del gobierno del presidente Ollanta Humala apuntan a continuar reduciendo la pobreza y generando mayor inclusión social.  Para ello, es necesario consolidar la recuperación de la economía, generar las condiciones para sostener altas tasas de crecimiento en el mediano plazo, persistir y profundizar en la implementación de reformas e iniciativas ya en marcha, así como adoptar algunas medidas adicionales prontamente.

Es fundamental continuar con la implementación de las grandes reformas que este gobierno ha venido trabajando en los siguientes campos: el servicio civil, el magisterio, el sector salud, entre otros. Estas reformas reflejan la apuesta del gobierno por fortalecer el capital humano y la meritocracia en la administración pública que permitan a su vez la provisión de mejores servicios a los ciudadanos. Una muestra clara de cuán prioritarias son estas reformas es el incremento sustancial de casi 1% del PBI en la asignación para los sectores de Educación y Salud en la propuesta de Presupuesto General de la República remitida al Congreso para el año 2015, así como el compromiso de recursos incrementales para el 2016.

De igual modo, es necesario garantizar la ejecución oportuna del gasto público, y en particular, de la inversión pública, en línea con los objetivos y asignaciones plasmados en el presupuesto; así como continuar con el despliegue del presupuesto por resultados. En esa línea, se ha venido trabajando en mecanismos para modernizar y hacer más ágiles los procesos de compras y contrataciones del Estado. Este no es un reto menor debido a la complejidad de los procesos y la multiplicidad de entidades involucradas, pero hay que seguir haciendo más predecible, eficiente y equitativa la asignación y ejecución del gasto público en todos los niveles de gobierno. Recordemos, además, que el gasto público es la principal herramienta de política fiscal, más aun en situaciones como la actual, que ameritan un sesgo contracíclico como mitigante al debilitamiento temporal de la actividad privada. [Lamentablemente paralizada por el propio Estado, que no llega a creer en la potencia del sector privado peruano] Iniciativas como la extensión de obras por impuestos al gobierno nacional en sectores priorizados, propuesta del Ejecutivo que se encuentra hace unas semanas en el Congreso de la República, son fundamentales en este esfuerzo.

Estamos abocados en profundizar y hacer aun más comprensivos los esfuerzos en la eliminación de la ‘tramitología’ pública que se traduce en sobrecostos y demoras a la conducción de actividades por parte de los ciudadanos y de las empresas. A este efecto, y en línea con los esfuerzos de seguimiento y destrabe de inversiones, así como del segundo eje del Plan Nacional de Diversificación Productiva, se está trabajando una propuesta normativa que gatille en las entidades públicas la obligación de diseñar, proponer y remitir iniciativas de simplificación de sus procesos, en un breve plazo.

Un mecanismo sostenible para acelerar el cierre de la brecha de infraestructura y provisión de servicios de calidad a los ciudadanos proviene de darle un impulso aun mayor a las asociaciones público-privadas. A este efecto, no solo se vienen formulando proyectos bajo iniciativa estatal, sino que se está trabajando en impulsar decididamente las iniciativas privadas cofinanciadas (IPC). [Ver en Lampadia: Sobre cómo financiar e invertir US$ 80,000 millones]. En este sentido, se encuentran actualmente en evaluación una cantidad importante de IPC, incluyendo sectores sociales como salud y educación; varias de las cuales consideramos estratégicas para el Estado Peruano y sobre las que haremos anuncios próximamente.

Asimismo, estamos evaluando medidas adicionales, incluyendo los ámbitos tributario y laboral, que  brinden un soporte adicional a la actividad económica, impulsando así las expectativas en el corto plazo y permitiendo generar mayor competitividad y ganancias de productividad en la economía hacia el mediano plazo. Estas medidas deben tener como denominador común el coadyuvar a facilitar la generación de empleo formal. Somos conscientes de que vivimos en un mundo cada vez más competitivo, y por ello, tenemos que trabajar para generar las condiciones que nos permitan integrarnos exitosamente con nuestros pares de la Alianza del Pacífico, así como avanzar decididamente en el proceso de acceso a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). [Lamentablemente el Presidente de la República, en su último mensaje al Congreso Nacional, dijo que llevaría este tema al acuerdo nacional, que aprueba sus decisiones por consenso absoluto. Por lo cual, bastaría que el cura Bambarén se oponga para que no podamos postular a la OECD]. 

Estos son algunos de los principales retos que tenemos por delante. Es mi compromiso con todos los peruanos mantener el desarrollo de políticas económicas equilibradas así como promover inversiones de calidad, que contribuyan al crecimiento con inclusión social. Para ello, desde el Ministerio de Economía y Finanzas, buscaremos, a través del diálogo y el intercambio de propuestas, lograr los consensos que una agenda tan ambiciosa, y tan necesaria, requiere.