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¿El mercado financiero peruano se complica?

ComexPerú
Noviembre 25, 2022

Una de las proveedoras más conocidas de índices bursátiles es la empresa estadounidense MSCI. Los índices que esta elabora son una referencia importante para el mercado financiero mundial en la actualidad, pues les permite a los inversionistas conocer la evolución de los diferentes mercados, de manera que pueden gestionar más eficientemente sus fondos. 

En el proceso de construcción de un índice de determinado país, es importante la clasificación que tenga su mercado, ya que este determina la composición de los conjuntos de oportunidades de inversión que se van a representar. Pero ¿cómo MSCI categoriza un mercado?

Como se observa en la tabla, la clasificación de mercados de MSCI consta de tres principales criterios mínimos: desarrollo económico, tamaño y liquidez, y accesibilidad al mercado. Solo existen tres categorías: i) desarrollado; ii) emergente; y iii) frontera, aquellos países que no están en ninguno de estos son conocidos como standalone. Cabe mencionar que cada cierto tiempo se evalúa la clasificación de los países, de tal manera que los índices reflejen de la forma más clara y actualizada posible la situación real de los mercados financieros.

Siendo ahora de conocimiento estos aspectos generales, podemos pasar a describir la situación del Perú. La proveedora MSCI había clasificado el mercado bursátil peruano como mercado emergente, pues existían cuatro compañías que cumplían con los requerimientos establecidos: Credicorp, Buenaventura, Southern Copper Corporation e Intercorp Financial Services (IFS). Sin embargo, tras la reciente revisión de la MSCI, se anunció la salida de la acción de la compañía IFS del índice MSCI Global Small Cap, la cual se haría efectiva el 30 de noviembre próximo. De esta manera, el Perú se quedaría con tan solo tres acciones —lo mínimo requerido—, por lo que la distancia entre ser mercado emergente y frontera es de solo una compañía. En este contexto, resulta interesante analizar las implicancias de un supuesto caso en el que un país pasa de ser calificado como mercado frontera.

Según un estudio realizado por Bolsa de Valores de Lima (BVL), en 2019, una de las primeras consecuencias ante un downgrade es que se agrega una prima adicional al costo de capital de las empresas. En otras palabras, se incrementaría el costo de financiamiento para estas, lo cual desincentivaría la inversión.

Otra de las consecuencias está relacionada con el tipo de cambio. Una variación de estatus del país detonaría la venta de acciones por parte inversionistas extranjeros que tienen como benchmark el índice peruano o que solo pueden realizar inversiones en país con categoría emergente. Esto generaría una salida de capitales, que presionaría al alza el tipo de cambio. De acuerdo con la BVL, ante un downgrade, la entrada de capitales no sería lo suficientemente significativa como para compensar la salida de estas.

Otra posible implicancia que se menciona en el estudio, ya no a nivel macroeconómico, sino microeconómico, se relaciona con el nivel de riqueza de las personas y empresas que poseen inversiones en acciones locales directa o indirectamente vía fondos mutuos. Esta se vería reducida ante la desvalorización de las acciones peruanas por la rebaja en la categoría del país.

Si bien el Perú aún mantiene su posición de mercado emergente, lo hace con el mínimo de requisitos tras la salida del IFS. Por tanto, surge una importante pregunta: ¿qué se debe mejorar en el país para estar sobre el mínimo? Eduardo Leciñana, wealth manager de Seminario SAB, sostiene que la salida de IFS del índice se debió a la falta de liquidez. Esto no es algo particular de la empresa, sino que es una característica inherente de la bolsa peruana. Y se ha acentuado más tras la crisis de la pandemia por la COVID-19 y la crisis política por la que atravesamos actualmente.

Si se desea mejorar la situación del mercado financiero peruano, para ser más atractivos como país frente a la inversión extranjera y local, es importante que el Gobierno de turno brinde estabilidad económica, política y social mediante políticas públicas claras y eficientes que transmitan confianza. Por ahora, esto no lo tenemos.




Segunda reforma agraria desenfocada

Segunda reforma agraria desenfocada

Carlos Paredes
Coordinador Nacional de Sierra Productiva
Para Lampadia

Discrepo del concepto acuñado como “segunda reforma agraria”. El modelo de reforma agraria de Velasco se aplicó entre junio de 1969 y Julio de 1974. Impulsó el reemplazo de las haciendas por latifundios estatales que eran las Cooperativas y SAIS.

Las 2’300,000 unidades productivas existentes hoy, se originan en el movimiento campesino iniciado el año 1952. Tras la recuperación de tierras en La Convención y Lares, en Cusco, el gobierno militar de Lyndley promulgó la Ley de Reforma Agraria 14444, aplicable en ese ámbito territorial.

Fernando Belaunde en su primer gobierno respetó esa Ley y puso en marcha varias medidas de implementación. Ese movimiento se replicó y expandió. En ese contexto, llegó Velasco y su “Nueva Reforma Agraria”, Ley 17716.

En Julio 74, las Actas de Toxama y Huancahuacho en Andahuaylas conquistaron el fin del colectivismo, determinando que las tierras ya no formarán cooperativas, sino que se entregarán a las comunidades y comuneros.

Así es que superada la reforma agraria, se produjo la más profunda democratización de la propiedad y de la economía, comparando con otros países de América.

El agro peruano no requiere una reforma agraria. Lo urgente es el aumento de la productividad y el acceso a mercados. Se debe buscar el desarrollo de innovación tecnológica productiva con tecnologías de altas productividades en pequeños espacios (como en los minifundios alto andinos), para contribuir a una sustantiva elevación de producción, saltos enormes en productividad, dinamización de mercados y mejor calidad de vida de las familias productoras; tal como ha desarrollado Sierra Productiva.

En base a ese proceso, se debe asegurar un desarrollo rural integral y sostenible, transitando desde el colectivismo y asistencialismo, al desarrollo de la agricultura familiar, que es la única que promueve la dignidad del campesino. Lampadia




Los mercados populares y la informalidad

La Cuadratura del Círculo es un espacio producido por IIG – Infraestructura Institucionalidad y Gestión, con la colaboración de Lampadia como media partner.

Presentamos nuestro video sobre los mercados populares y la informalidad.

Participan José Antonio Luna, consultor, como invitado, Fernando Cilloniz, Gonzalo Prialé y Jaime de Althaus.

Lampadia




¿Cómo reconstruir mercados sin costo para el Estado?

¿Cómo reconstruir mercados sin costo para el Estado?

Iván Mesarina N.
Director Ejecutivo de BrandinMind
Para Lampadia

Los   mercados   minoristas   y   mayoristas   del   Perú   pertenecen   a   municipalidades, asociaciones, cooperativas, privados y posesionarios, todos con derechos que el Estado no podrá desconocer con facilidad si desea una transformación.  Se trata de formatos, en su mayoría antiguos, insalubres, precarios y semi formales, aunque organizados. Y ahí está, además, el caso de las paraditas.

  • Las asociaciones de propietarios y usufructuarios de estos comercios necesitan transformar sus mercados. Según el INEI, a fines del 2016 había en 24 ciudades del Perú, unos 2,340 mercados minoristas y 260 mayoristas, con, estimamos 130,000 comerciantes trabajando en ellos y otros 40,000 en paraditas. La mayoría de estos mercados tienen infraestructura precaria: techos abiertos, corredores inseguros, pobre iluminación; ausencia de desagüe, servicios higiénicos, cadenas de frío, manejo de residuos y bioseguridad. Generan externalidades negativas en salud pública, impacto vial, caos urbano. Pero, al mismo tiempo, estos negocios ocupan terrenos con áreas entre 300 mts2 y 15,000 mts2, en barrios consolidados, que tienen alto valor inmobiliario potencial porque no explotan los aires.
  • Las asociaciones de comerciantes enfrentan problemas de gobierno corporativo, expertise, titularidad y acceso al crédito. Se trata de propietarios de bienes, asociaciones con derechos de uso -en los mercados municipales- y posesionarios precarios, entre quienes hay miembros sin títulos inscritos o sucesiones intestadas. Y los mercados que son propiedad de las municipalidades pueden tener cargas o estar hipotecados. A las asambleas pueden ir a votar 100 o 800 asociados, personas con intereses y realidades distintas, difícil acceso al crédito individual y colectivo, pues los bancos exigen garantías, son aversos al riesgo y no están dimensionados para la micro gestión de pequeños créditos en bloque.
  • Pero la realidad es que los mercados están aquí para quedarse y prosperar. Un tercio de la población de Lima percibe ingresos diarios y seguirá comprando el pan llevar al día: transportistas, taxistas, pequeños comerciantes, ambulantes y proveedores de menús en mercados o fuera de ellos. Los formatos comerciales modernos –hipermercados, supermercados y distribuidoras- ya se dieron cuenta y están replicando la vascularización lograda por los mercados tradicionales (“un mercado cada ocho cuadras”) con formatos más pequeños: entre 100 y 300 mts2 de área de atención. Y los puestos de mercado ofrecen una alternativa, un lugar de trabajo, para los auto empleados en electricidad, servicios técnicos, peluquería, belleza, decoración, tratamientos, redes de ventas, homeopatía, por ejemplo.

De hecho, los mercados ya estaban cambiando. Estos negocios enfrentan duros retos de parte de supermercados, nuevos formatos con sus tarjetas de fidelización/crédito y el cambio en los gustos del público. Y están respondiendo: ya hay nuevos mercados en construcción, mercados antiguos en reconstrucción y una novel industria de especialistas privados en estructuración financiera y comercial de mercados, que trabajan en equipo con desarrolladores inmobiliarios, investigadores de mercado, gestores de mercados, financieras, fondos inversionistas privados, fideicomisos y asociaciones de comerciantes. La crisis de salud actual es la oportunidad para acelerar esta transformación, induciendo a las asociaciones a lograr consenso interno, creando estándares, asesorando y facilitando el acceso al crédito, a cambio de (1) la posibilidad de seguir operando y (2) mayor valor patrimonial para ellos.

¿Cuál sería la solución que proponemos? Potenciar un mecanismo privado que ya existe. En base a experiencia de trabajo real en este tipo de proyectos, proponemos el PROGRAMA NUESTRO MERCADO (PNM): el Estado constituye un fondo (¿US$ 150 mns?) y garantías soberanas, que serán canalizados a las asociaciones, incluyendo comerciantes en paraditas, a través de Instituciones financieras. Los Comerciantes asociados, asesorados por un estructurador de proyectos inmobiliarios privado, asumirían créditos personales a 7 años con una financiera o cooperativa para construir nueva infraestructura sobre el mismo predio u otro, que ahora tendría tres pisos comerciales y doblaría su área vendible, bajo nuevos estándares establecidos por una AUTORIDAD NACIONAL DE MERCADOS (ANM), agente regulador, supervisor y fiduciario. El Fondo prestaría solo 30% del capital de trabajo requerido, la inicial pagada por los comerciantes –que además aportan el terreno- cubriría otro 15% y el saldo sería puesto por la Financiera o Cooperativa supervisada por la SBS, que contaría con una garantía soberana por el 90% de su aporte, además de las constituidas por la hipoteca del terreno y el valor del bien futuro. De esta manera no habrá riesgo para el Estado, que recuperará la totalidad de los recursos.

Para los mercados municipales proponemos el PROGRAMA MERCADOS MUNICIPALES, en el que se emitirían bonos por US$ 800 millones, de forma que la ANM tase y cancele el predio a la municipalidad con ellos -levantando cargas o hipotecas, si las hubiera- venda el lote y pague los bonos. La asociación de comerciantes actual haría uso del PNM descrito, para la compra y construcción del nuevo edificio.

Como se aprecia, este esquema generará plusvalía para los comerciantes, asegura orden y éxito en la gestión interna del nuevo mercado, aportará locales para trasladar al comercio ambulatorio, resuelve externalidades, reduce trabas burocráticas y muy importante, no le costará nada a la Caja Fiscal. Lampadia




Informalidad y Mercados

Informalidad y Mercados

José Antonio Luna Bazo
Sociólogo/Consultor
Para Lampadia

La atención de las autoridades y de los medios de comunicación, en tiempo reciente, se ha centrado en los mercados de abastos a raíz de la pandemia desatada por el COVID 19 y del serio problema socio sanitario que ha originado para la sociedad y, principalmente, para prácticamente todas las actividades económicas.  

La preocupación se sustenta en que los mercados han sido identificados como focos de contagio y de aceleramiento de la pandemia. Esta mirada desde los más altos niveles de la autoridad en el país, ha puesto de manifiesto una realidad existente de larga data y que la crisis ha develado.

La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto la complejidad de la informalidad del comercio de productos alimenticios de origen agrícola, tanto a nivel mayorista como minorista. Los Mercados son, por definición, un espacio público donde la interacción y la comunicación social es cotidiana y difícil de evitarse. Las transacciones siempre implican, por lo menos, dos partes y así ha sido por decenas de años.

Mercados y compradores

Estas relaciones en los mercados urbano/municipales/populares están acompañadas de vínculos sociales desarrollados por la interacción y la frecuencia. Son relaciones de naturaleza personal en las que muchas veces se conoce el nombre de uno u otro. El regateo y la identificación del comprador y/o vendedor, con la expresión “caserita”, es una fórmula de relación amigable y de búsqueda de mejores condiciones económicas para la compra y venta del producto. En esta relación también está presente, como un gesto de cortesía y de fidelización, la “yapa”, obsequio de un producto determinado.

En los autoservicios, la relación entre el vendedor y el comprador no existe. El contacto social está ausente.  A lo sumo se solicita orientación, a algún dependiente, para localizar determinados productos. La interacción y el vínculo amigable desarrollado por la frecuencia en los mercados tradicionales, solo se produce en la caja registradora entre el operador de ésta y el registro de la tarjeta de crédito y/o el efectivo y el cambio. No hay regateo ni yapa alguna. La relación socio cultural se ha diluido y es en extremo impersonal y el vínculo social está ausente.

El tipo de relación que se produce en los mercados es un factor coadyuvante para la transmisión del virus y la propagación del contagio. Las relaciones son nítidamente personales y las interacciones frecuentes. El comercio electrónico no existe. Ha sido muy difícil la introducción de la tarjeta de crédito/debito.  Los comerciantes de los mercados están durante años ubicados en sus puestos y muchos han pasado de una generación a otra y han sumido la actividad sin mayores exigencias, salvo la experiencia familiar. Hay contacto físico y hasta saludos próximos. Aquí ocurren y se identifican varios vectores de contagio.

El virus acompaña a las personas y se extiende por las variables que traen consigo la proximidad, los contactos socio-laborales y la informalidad. Las aglomeraciones ocurridas en los mercados, por decisiones poco previsoras, han gatillado los contagios. Bastó que un comerciante se contagiara para que su entorno laboral y familiar quede expuesto al virus. El coronavirus encontró espacios fértiles para propagarse en estos conglomerados humanos de vendedores y compradores, con absoluta ausencia de la distancia social entre unos y otros, con prácticas tradicionales, desprolijidad e higiene soslayada y desde ahí la multiplicación exponencial fue inmediata, dispersándose por los barrios de diversos sectores urbanos.

Comerciantes y colaboradores

Los comerciantes no actúan solos. Están en relación con los compradores y múltiples actores sociales. Desde el abastecimiento de los productos que comercializan en el o los mercados mayoristas, en la ciudad de Lima o en otras capitales regionales, la exposición al contagio es alta. El comerciante mayorista está tan expuesto como el minorista. Unos y otros tienen relación con ayudantes y colaboradores al igual que con los estibadores, vale decir con la “mano de obra informal”.

Los estibadores son informales, aun cuando pertenezcan a organizaciones que puedan representarlos. Son personas que realizan el carguío de los productos, desde la tolva del camión al puesto mayorista y desde éste a la unidad menor que trasladará los productos al mercado urbano. Desempeñan una actividad independiente, sin seguro social, ni CTS, vacaciones o licencia médica, tampoco están registrados en una planilla y, por consiguiente, no tienen acceso a ningún beneficio laboral. Brindan el servicio de estiba y desestiba para obtener el “día a día”, son expresión de la economía de subsistencia.

Una situación similar ocurre con los choferes/transportistas, quienes en su mayoría son “fleteros”. La supuesta formalidad que exhiben radica solamente en la Licencia de Conducir y en la eventual propiedad del vehículo. Trasladan cargas de abastecimiento y de redistribución a otras zonas. Los conductores pasan una parte importante de sus jornadas de trabajo en las cabinas de los camiones. Duermen y descansan en ellas, incluso ingieren sus alimentos en esos espacios.

Sus ayudantes, también informales, que muchas veces viajan en la tolva de los camiones o junto a los conductores y, al igual que los choferes, pasan largas jornadas al interior de las unidades. Duermen y comen en el interior de las cabinas. Son “ayudantes informales”. No tienen beneficios de ningún tipo. Estos son otros vectores de contagio, bien en el viaje de ida o de retorno.

El transporte de los productos agrícolas desde el centro de comercialización mayorista a los mercados urbanos se realiza con medios informales. Sea en una moto furgón o un triciclo, en el que se transportan a la intemperie los productos, o bien en un taxi o camioneta, se trasladan todos juntos el comerciante minorista, el ayudante y el chofer contratado con la respectiva unidad, prácticamente uno sobre otro. No existe control sanitario de los transportistas y comerciantes no desinfección de las unidades vehiculares.

La situación de la estiba y desestiba no es diferente en los centros de producción agrícola, también es realizada informalmente y la comercialización mayorista sigue siendo tradicional, de manera presencial. Aún no se ha desarrollado el comercio electrónico.

Estas escenas que forman parte de la misma realidad, son las que ha permitido revelar la pandemia del coronavirus y alertar a las autoridades acerca de esta situación. El covid19 ha mostrado la informalidad de las actividades laborales vinculadas a la comercialización de los productos alimenticios y a las personas expuestas al riesgo del contagio o bien actuando, sin saberlo, como vectores del contagio a terceros. 

¿Qué debemos y podemos hacer?

En lo inmediato se debe asumir el estricto control sanitario de los mercados, junto con medidas de higiene personal, con normas claras y susceptibles de cumplirse, estableciendo protocolos que apunten a la formalización de los actores sociales. Sin embargo, Es preciso dar un salto cualitativo de lo pre-moderno a lo moderno, es un cambio socio cultural, de mediano y largo plazo.

El factor humano, es decir, las fuerzas laborales que trabajan en los mercados, deben ser foco de atención especial de parte de las autoridades. Profesionalizar la administración de los mercados con gerencias calificadas y técnicos especializados. Urge instituir la “trazabilidad” de los productos y el “Sello Verde” como garantía sanitaria desde el campo –“buenas prácticas agrícolas” y para comercialización medidas de higienización.

Es prioritario “reinventar” y “profesionalizar” la ocupación de cada segmento laboral. Esta es una tarea de mediano plazo, pero claro está urge iniciarla.  La precariedad institucional junto con la corrupción, convalidan la indisciplina social y, a su vez, impulsan la asunción de liderazgos espurios, por lo que es indispensable iniciar un proceso de formalización en todos los órdenes de las actividades productivas y de comercialización, comprometiendo a todos los actores sociales que intervienen en estos procesos en el campo y en las ciudades.

La pandemia del covid-19 es el punto de inflexión desde el cual debemos construir sólidos espacios para la producción agrícola y la comercialización de alimentos acordes con la dignidad humana, en uno y otro extremo. Ese es el reto. El covid-19 será vencido, tarde o temprano, pero la cuestión de fondo queda planteada, ¿superaremos la informalidad? La pandemia nos ha revelado múltiples debilidades estructurales y entre la más seria y hasta hace muy poco invisible, se encuentra la informalidad laboral. Lampadia




La cadena global de alimentos en tiempos de pandemia

La cadena global de alimentos en tiempos de pandemia

En un contexto como el actual de recesión económica mundial producto de la pandemia del covid 19, la cadena global de suministros de alimentos juega un rol fundamental para no caer en el desabastecimiento y/o escasez de productos de consumo básicos hacia los segmentos de población más sensibles a las cuarentenas masivas, como son los hogares pobres cuyos ingresos no cubren el mínimo de subsistencia.

¿Cómo viene desempeñándose esta cadena a nivel mundial frente a la emergencia y qué podría hacerse desde la política pública para desplegar todas las capacidades de las empresas productoras en torno a ella?

Un reciente artículo de The Economist que compartimos líneas abajo contesta esta pregunta a la vez que advierte de los peligros que podría enfrentar el sector si es que se provocase mayor intervencionismo gubernamental en aras de asegurar el abastecimiento nacional en los países además y de la mayor concentración que se generaría a partir de la quiebra de varias empresas de menor tamaño en el rubro.

El mensaje pues es claro: se debe abrir más los mercados y liberalizarlos para permitir que el mismo sistema de precios realoque los recursos a los países en donde más se necesite dada la emergencia, dando no solo cantidad sino también diversidad. Esta diversidad de productos sólo podría aflorar a través del libre comercio entre países y no cerrando las fronteras como muchos políticos podrían plantearse hacer para disque asegurar la producción alimentaria de su población.

Estas reflexiones deberían llevar al Perú con más razón a plantear la rápida reactivación de las actividades tanto de agroindustria como agrícolas en las primeras fases del reinicio de actividades. Asimismo, urge hacer permanente la ley de promoción agraria  – y ampliarla a las inversiones acuícolas y forestales – puesto que gracias a ella se produjo un crecimiento inusitado en el sector que nos posicionó como principales exportadores a nivel mundial en productos como espárragos, quinua, alcachofa, entre otros (ver Lampadia: Ley de Promoción Agraria propició prosperidad).

Fuente: Mincetur

Si nuestro país se sube a esta ola creciente de necesidades de alimentos en el mundo por la pandemia del covid 19 y la aprovecha tanto para acumular recursos fiscales como para generar empleo, nos será más fácil levantarnos una vez que la crisis sea superada y la oferta se estabilice. Lampadia

Cómo alimentar al planeta
La cadena mundial de suministro de alimentos está pasando una prueba severa

Manteniendo al mundo alimentado

The Economist
9 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia

Si vives en el mundo rico y quieres un ejemplo de comercio y cooperación global, no busques más que tu plato. Cuando comenzaron los bloqueos en Occidente hace dos meses, muchos temían que el pan, la mantequilla y los frijoles se quedarán cortos, causando una ola de abastecimiento. Hoy, gracias a las flotas de camiones de reparto que llenan las estanterías de los supermercados, puedes comer en exceso mientras observas en exceso.

Este milagro capitalista no refleja un plan monolítico, sino una cadena de suministro global de US$ 8 trillones que se adapta a una nueva realidad, con millones de empresas que toman decisiones espontáneas, desde cambiar proveedores de arroz en Asia hasta reacondicionar congeladores. El sistema está lejos de ser perfecto: a medida que los ingresos colapsan, más personas pasan hambre. Existen riesgos, desde escasez de mano de obra hasta malas cosechas. Y es una ironía ver a la industria lidiar con una crisis que probablemente comenzó con la venta de carne de pangolín en un mercado en Wuhan. Pero la red alimentaria está pasando una prueba severa hasta ahora. Es crucial que, durante y después de la pandemia, los gobiernos no caigan en una campaña equivocada por la autosuficiencia.

Las cadenas de suministro detrás de un iPhone, o un componente de automóvil que cruza el Río Grande, son maravillas de coordinación. Pero la estrella no reconocida de la logística del siglo XXI es el sistema alimentario global. Del campo al tenedor, representa el 10% del PBI mundial y emplea quizás a 1,500 millones de personas. La oferta mundial de alimentos casi se ha triplicado desde 1970, ya que la población se ha duplicado a 7,700 millones. Al mismo tiempo, el número de personas que tienen muy poco para comer ha caído del 36% de la población al 11%, y un bushel de maíz o corte de carne cuesta menos hoy que hace 50 años en términos reales. Las exportaciones de alimentos se han multiplicado por seis en los últimos 30 años; cuatro quintos de las personas viven en parte de las calorías producidas en otro país.

Esto sucede a pesar de los gobiernos, no por ellos. Aunque su papel ha disminuido, a veces todavía fijan los precios y controlan la distribución. Los aranceles agrícolas de la Unión Europea son cuatro veces superiores a los de sus importaciones no agrícolas. Una docena de grandes exportadores, incluidos EEUU, India, Rusia y Vietnam, dominan alimentos básicos como el trigo y el arroz. Media docena de empresas comerciales, como Cargill de Minnesota y Cofco de Beijing, cambian comida en todo el mundo.

La concentración y la intervención del gobierno, junto con los caprichos del clima y los mercados de productos básicos, significan que el sistema está finamente ajustado y puede fallar, con consecuencias devastadoras. En 2007-08, las malas cosechas y los mayores costos de la energía hicieron subir los precios de los alimentos. Esto llevó a los gobiernos a entrar en pánico por la escasez y prohibir las exportaciones, causando más ansiedad e incluso precios más elevados. El resultado fue una ola de disturbios y angustia en el mundo emergente. Fue la peor crisis alimentaria desde la década de 1970, cuando los altos precios de los fertilizantes y el mal tiempo en EEUU, Canadá y Rusia provocaron una caída en la producción de alimentos.

A pesar de la gravedad de la conmoción actual, cada capa del sistema se ha adaptado. Se ha mantenido el suministro de cereales, ayudado por cosechas recientes y existencias muy altas. Las empresas navieras y los puertos continúan moviendo alimentos a granel. El cambio de comer afuera ha tenido consecuencias dramáticas para algunas empresas. Las ventas de McDonald han disminuido en un 70% en Europa. Los grandes minoristas han reducido sus gamas y han vuelto a cablear su distribución. La capacidad de comercio electrónico de comestibles de Amazon ha aumentado en un 60%; Walmart ha contratado a 150,000 personas. De manera crucial, la mayoría de los gobiernos han aprendido la lección de 2007-08 y han evitado el proteccionismo. En términos de calorías, solo el 5% de las exportaciones de alimentos enfrentan restricciones, en comparación con el 19% en ese entonces. En lo que va de año, los precios han bajado.

Pero la prueba aún no ha terminado. A medida que la industria se ha globalizado, se ha vuelto más concentrada, creando cuellos de botella. Los brotes de covid-19 en varios mataderos estadounidenses han reducido los suministros de carne de cerdo en un cuarto y han aumentado las licencias de caza de pavos salvajes en Indiana en un 28%. EEUU y Europa necesitarán más de 1 millón de trabajadores migrantes de México, el norte de África y el este de Europa para traer la cosecha. Y a medida que la economía se contrae y los ingresos colapsan, el número de personas que enfrentan una escasez aguda de alimentos podría aumentar: del 1.7% de la población mundial al 3.4%, según la ONU, incluso en algunos países ricos. Esto refleja una escasez de dinero, no de alimentos, pero si la gente pasa hambre, los gobiernos, comprensiblemente, tomarán medidas extraordinarias. El riesgo siempre presente es que el aumento de la pobreza o las fallas en la producción llevarán a los políticos en pánico a almacenar alimentos y limitar las exportaciones. Como en 2007-08, esto podría causar una respuesta de ojo por ojo que empeora las cosas.

Los gobiernos deben mantenerse firmes y mantener el sistema alimentario mundial abierto a los negocios. Eso significa dejar que los productos crucen las fronteras, ofrecer visas y controles de salud a los trabajadores migrantes y ayudar a los pobres dándoles efectivo, no acumulando existencias. También significa protegerse contra una mayor concentración de la industria que podría crecer, si las empresas de alimentos más débiles quiebran o son compradas por empresas más grandes. Y significa hacer que el sistema sea más transparente, rastreable y responsable, con, por ejemplo, estándares de certificación y calidad, para que las enfermedades sean menos propensas a pasar desapercibidas de animales a humanos.

Entender la comida como un problema de seguridad nacional es sabio; doblar esa comprensión a las unidades de autosuficiencia y la intervención contundente no lo es. Ya, antes de este año, la comida se había convertido en parte de una guerra comercial. EEUU ha tratado de gestionar sus exportaciones de soja y aplicar aranceles al queso. El presidente Donald Trump ha designado mataderos como parte de la infraestructura crítica de EEUU. El presidente Emmanuel Macron ha pedido a Europa que desarrolle su “autonomía estratégica” en la agricultura. Sin embargo, la autarquía alimentaria es un engaño. La interdependencia y la diversidad te hacen más seguro.

Cocinando una nueva receta

El trabajo del sistema de suministro de alimentos aún no está terminado. En los próximos 30 años, el suministro debe aumentar en aproximadamente un 50% para satisfacer las necesidades de una población más rica y en crecimiento, incluso cuando la huella de carbono del sistema necesita al menos reducirse a la mitad. Se requiere una nueva revolución de la productividad, que involucre todo, desde invernaderos de alta tecnología cerca de las ciudades hasta robots de recolección de frutas. Eso requerirá toda la agilidad e ingenio que puedan reunir los mercados, y enormes sumas de capital privado. Esta noche, cuando recojas tus palillos o tu cuchillo y tenedor, recuerda tanto a los que tienen hambre como al sistema que alimenta al mundo. Debe dejarse libre para hacer su magia no solo durante la pandemia, sino también después de ella. Lampadia




Obras y programas superfluos

Obras y programas superfluos

Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Ica, 29 de noviembre de 2019
Para Lampadia

El Estado gasta una millonada en obras y programas superfluos. Estamos llenos de obras – inconclusas y abandonadas – que no sirven para nada. Son incontables las carreteras, puentes, hospitales, escuelas, mercados, reservorios, canales, redes de agua y otras obras de infraestructura que se encuentran dispersas por todo el país, y que no brindan – ni remotamente – los servicios para los cuales fueron concebidos.

Ante tal nivel de ineptitud e incompetencia cabe preguntarse ¿acaso hubo alguna sanción ejemplarizadora? Lamentablemente, la respuesta es no. En la mayoría de los casos, la impunidad fue la regla general. El gasto público vano, estéril e improductivo no conlleva ninguna responsabilidad. Así es la nuez en el aparato estatal.

Pero no solo las obras inconclusas constituyen gastos superfluos del Estado. También lo son las obras sobredimensionadas que están – también – desperdigadas por todo el país. Edificaciones administrativas enormes como los denominados Palacios Regionales y Municipales. La colosal sede del Gobierno Regional de Moquegua es uno de ellos. Y el paralelepípedo Palacio Municipal de Marcona, otro.

Pero hay muchos más. Monumentos ridículos como el de la Maca en la Plaza de Armas de Huayre en Junín. El Parque del Árbitro de Fútbol en Tumbes. Los monumentos a la Ojota y al Sombrero en Chivay y Celendín, respectivamente. El enorme cóndor que el inefable Gobernador de Arequipa (Elmer Cáceres Llica) está montando en la entrada de la Variante de Uchumayo en Arequipa. Y la lista de esperpentos continúa.

Eso en cuanto a obras de infraestructura superfluas. Pero ¿qué decir de los programas y burocracias superfluas? Por ejemplo, Proinversión. ¿Cuánto cuesta Proinversión? S/. 200 millones al año… y hasta más. ¿Cuántos contratos de concesión firmó Proinversión en lo que va del 2019? Naca la pirinaca. Conclusión y reflexión ¿para qué mantener a Proinversión si no sirve para nada, y cuesta un ojo de la cara?

Y así por el estilo. El Estado está lleno de programas que cuestan un montón de plata y que no brindan ningún servicio útil para la población. Incluso, muchos programas estatales no solo nos brindan ningún servicio útil, sino que – peor aún – nos maltratan. Hay programas sociales cuyos presupuestos burocráticos son tan altos que exceden a los presupuestos asistenciales. O sea, más se gasta en burocracias administrativas que en ayuda social efectiva. ¡Habrase visto semejantes sinsentido!

El gasto público debe orientarse – principalmente – a los siguientes 4 servicios básicos: (1) Agua e Infraestructura, (2) Salud y Medio Ambiente, (3) Educación, Deporte, Cultura y Ciencia, y (4) Seguridad Jurídica y Seguridad Ciudadana. Y punto. Pero con eficiencia. Nada de gastos superfluos.

No hay derecho que la burocracia estatal haya crecido tanto – y siga creciendo – como viene ocurriendo desde hace más de una década. Por eso no hay plata para nada. Todo se lo lleva la burocracia superflua, detrás de la cual se esconde la corrupción y la inoperancia estatal.

Hay que disminuir el gasto en burocracia administrativa. La mayor parte del presupuesto estatal debe gastarse en maestros, médicos y enfermeras, policías y militares, y jueces y fiscales. Y – por supuesto – en obras de infraestructura de servicios públicos: carreteras, hospitales, escuelas, etc.

Simplificación administrativa y transformación digital del Estado. Menos burocracia administrativa. Mejores servidores públicos. Cero firmas, ceros sellos, cero colas y cero coimas. ¡Así sea! Lampadia




El 8º gran desafío de la agricultura peruana… el populismo político

El 8º gran desafío de la agricultura peruana… el populismo político

Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 1 de junio de 2018
Para Correo Ica y Lampadia

¡Qué problema! Una vez más, el populismo político está al acecho de la agricultura empresarial en nuestro país. Una vez más – de manera perversa – el firmamento político muestra el alineamiento de los 4 astros premonitores del mal: la ignorancia, la envidia, el rencor, y el egoísmo. Una vez más – el populismo, sólo el populismo, y nada más que el populismo – pretende malograr la exitosísima historia de la agricultura peruana de los últimos 25 años.

Si de leyes se tratara… la Ley de Promoción Agraria y – su complemento – el Régimen Laboral Agrario constituyen dos de las normas que más bienestar social haya jamás propiciado la frondosa – y generalmente poco efectiva – legislación peruana. Los tan comentados y admirados “pleno empleo” y “progreso socioeconómico” de la Región Ica están sustentados – en gran medida – en el extraordinario desarrollo de nuestra agricultura. Precisamente, a partir de la dación de las dos leyes en cuestión.

Por lo visto, estábamos en lo correcto – los iqueños – en consignar al POPULISMO POLÍTICO como el 8º gran desafío de nuestra agricultura. Recordemos. La agricultura empresarial peruana – y sobre todo la iqueña – es un éxito a nivel mundial. No obstante – como todo en la vida – enfrentamos ciertos desafíos.

Los 8 grandes desafíos identificados últimamente son:

  1. El agua
  2. La tierra
  3. La sanidad
  4. La mano de obra
  5. Los mercados
  6. La tecnología y la gestión empresarial
  7. La infraestructura y
  8. El POPULISMO POLÍTICO

Los primeros 7 desafíos han sido – y siguen siendo – afrontados con mucho esfuerzo e imaginación.

  • La Hermandad del Agua entre Ica y Huancavelica, la Siembra y Cosecha de Agua, el riego tecnificado, la recarga de los acuíferos… hemos dado pasos gigantes respecto al desafío del agua. Y lo estamos logrando.
  • Las tierras de nuestros valles están siendo invadidas por las urbanizaciones. ¿Qué hemos hecho frente a ello? Conquistar el desierto… nada menos. Y cada vez más, estamos conquistando las laderas y faldas de los cerros. ¡Extraordinario!
  • En materia sanitaria, nadie nos gana en Control Integrado de Plagas. Además, gracias al SENASA hemos avanzado mucho en el control de la Mosca de la Fruta. A tal punto, que nuestras frutas frescas son aceptadas en – prácticamente – todos los mercados del mundo.
  • La demanda de mano de obra es tal que las remuneraciones han aumentado – y siguen aumentando – sostenidamente. La formalidad laboral en el sector está más que sustentada en las estadísticas del Ministerio de Trabajo, Essalud, SUNAT, ADUANAS, y del sistema financiero del país. Y ¡qué decir del boom inmobiliario y comercial en nuestra región! ¡Cómo que nuestra agricultura no genera progreso y bienestar social! A ese respecto, miente – o ignora – quien sostiene lo contrario.

  • Los productos agrícolas peruanos están en todo el mundo. El éxito que hemos logrado para vencer el desafío de los mercados es impresionante. Con decir que les vendemos paltas a los mexicanos y uvas de mesa a los californianos. Algo así como venderles hielo a los esquimales.
  • La agricultura empresarial de nuestro país constituye la máxima expresión de tecnología y modernidad. En automatización, digitalización, riego y fertilización tecnificada, biogenética, manejo integrado de plagas, post cosecha… tenemos lo mejor de lo mejor. Y en materia de gestión empresarial… lo mismo. Nuestros costos suben… pero más sube nuestra productividad. Competimos de igual a igual con las mejores agriculturas del mundo.
  • Nuestra infraestructura logística también ha avanzado muchísimo en estos últimos años. Nuestras plantas de empaque son de avanzada. Nuestros sistemas de almacenamiento y transporte refrigerado, igual. Incluso, en Ica tenemos empresas de metal – mecánica que exportan plantas de empaque a otros países del mundo. Y otras que fabrican y exportan cajas para embalajes de frutas, parihuelas, software de gestión agrícola… ¡cómo que la agricultura moderna no jala a otras industrias!
  • Pues bien. El POPULISMO POLÍTICO… el 8º gran desafío de la agricultura peruana. Ese que tanto analizamos y advertimos que podría echarlo todo a perder… ha reaparecido. ¿Tanta envidia sienten por el éxito de otros peruanos? ¿Tanto les cuesta – a esos negacionistas – aceptar el fracaso de la Reforma Agraria de los años 70? Pues parece que sí.

Últimamente, he hablado con muchos paisanos a este respecto, y todos están indignados. Y yo – como Gobernador Regional de Ica – más aún. Prometo hacer TODO lo que esté a mi alcance para defender la legislación que propició tanto progreso, trabajo, y bienestar en nuestra región. ¡No al populismo político! Lampadia




Dar el salto a la exportación de papa

Dar el salto a la exportación de papa

Jaime de Althaus
Para Lampadia

Hace unos días los productores de papa de varias regiones efectuaron un paro de 72 horas debido a que el precio del kilo del tubérculo en chacra había caído a 20 céntimos. Atribuían la caída del precio a la importación de papa, y pedían prohibir tal importación.

La verdad, sin embargo, es que el volumen de importación de papa pre-frita para los fast food es mínimo en comparación al consumo total. La producción nacional alcanza a 4.6 millones de toneladas e importamos sólo 30 mil toneladas, apenas el 0.6%.  

Causas y respuesta del gobierno

Evidentemente, la causa de la caída del precio en chacra fue la sobreoferta. Según informes, se habría juntado la campaña chica de sierra con la campaña de costa. Pero resulta que a los pocos días el problema se resolvió porque precio subió por si solo a unos 50 céntimos el kilo. Así, ningún gobierno regional llegó a comprar el tubérculo, tal como lo había dispuesto el Decreto de Urgencia (DU) N° 001-2018, que autorizó a los gobiernos regionales a adquirir el excedente de papa blanca hasta por un millón y medio de soles “a fin de contribuir en la atención de programas sociales y/o asistenciales, conducidos a través de entidades públicas y/o privadas sin fines de lucro”.

Felizmente no lo hicieron. La medida era absurda. Los gobiernos regionales debían empadronar a los campesinos, pero solo podían comprar por un millón y medio de soles, de modo que la mayor parte se quedaría fuera. ¿A quiénes empadronar y a quiénes no? Luego, de los empadronados, ¿a quiénes comprar y a quiénes no? Si el precio se mantenía bajo, todos hubiesen querido que se les compre. Además, el gobierno regional debía fijar el precio de compra según los costos de producción. ¿Cómo haría ese estudio?

¿Qué hacer?

El problema se resolvió por sí solo –por lo menos hasta ahora, aunque los gremios, jaloneados por un par de dirigentes radicales, habrían roto el diálogo con el ministro-, pero el episodio nos obliga a ir al fondo del asunto para ver qué se puede hacer para prevenir caídas abismales del precio y mejorar las condiciones para los paperos. Y tratar de ver cuál es el estado de desarrollo del mercado papero en el Perú para ver hacia donde puede evolucionar.

Intenciones de siembra      

Miguel Ordinola, experto del Centro de Internacional de la Papa, nos dice que lo primero es que el Ministerio brinde información a los agricultores acerca de intenciones de siembra y cosecha. Lo increíble es que, según un ex funcionario del Ministerio de Agricultura, esto ya se hacía entre los años 1998 y 2005 aproximadamente, y con cierto grado de eficacia. Se publicaba las intenciones de siembra de los principales cultivos. Lo que pasó luego es que la política de divulgar las intenciones de siembra habría perdido fuerza y, de otro lado, los equipos que generaban información en el campo se debilitaron con la descentralización. Por lo tanto, en el ministerio no hay certeza de que información sea correcta y por eso no la difunden.

Ismael Benavides, ex ministro de Agricultura, agrega que también tienen responsabilidad los comerciantes que habilitan y promueven los cultivos sin evaluar las consecuencias, de modo que al final quien paga los platos rotos es el pobre mal informado productor.

Baja productividad, pero subiendo

El problema de fondo del sector papero, sin embargo, es la baja productividad de los cultivos –aunque esta ha venido subiendo- y la ineficiencia del sistema de comercialización. Si los rendimientos fueran mayores los agricultores tendrían más ingresos, aunque habría que desarrollar mercados externos porque la producción crecería. Esta es la etapa que se viene.

En realidad, la productividad ha venido creciendo de manera sostenida. Según nos refiere Ordinola, entre los años 2005 y 2015:

  • El área sembrada creció 23%
  • La producción se incrementó en un 43%
  • Eso significa que el rendimiento creció en 19%
  • Y el consumo per cápita 20% (de 60 a 85 kilos)
  • Los precios reales, por su parte, crecieron un 22%

Es verdad, sin embargo, que esas cifras esconden diferencias importantes. Ismael Benavides apunta que mientras en la costa los agricultores tienen rendimientos de 36 mil kilos por hectárea, en la sierra están alrededor de 6 mil, con mayor dificultad de acceso al mercado y costos más altos. “A 50 centavos kilo el ingreso del agricultor en la costa es 18 mil soles ha., y en la sierra apenas 3 mil”.

Benavides explica que los rendimientos en la sierra son pobrísimos “no solo porque no se ha logrado proteger con tecnología y dar valor a nuestras papas nativas, si no que no se han desarrollado nuevas variedades. Falta investigación. Nuestra papa serrana está llena de virus que la debilita y baja su producción, y el agricultor está sujeto a plagas como la rancha, el gorgojo y las heladas. El INIA saca una variedad a la muerte de un Obispo, cuando hoy la tecnología te permite sacar varias variedades al año. El Centro Internacional de la Papa (con sede en el Perú), ha sacado variedades de papa transgénicas que son resistentes a la rancha, las heladas, etc. Como no se pueden usar en el Perú por la retrógrada y frívola ley que prohíbe transgénicos, esa papa se siembra en África y otros lugares. Justamente la transgénesis y la biotecnología nos ayudarían a preservar nuestras papas nativas de los virus y plagas que la aquejan, lo que redundaría en mayor productividad y mejores ingresos para los paperos que son los más pobres de nuestros agricultores”.

Pese a todo ello, la productividad ha venido aumentando y somos ahora el primer productor de papa de Latinoamérica, superando a Brasil. Mejoras en la producción andina como las que propone Benavides harían aún más necesario abrir un buen canal exportador. Es obvio que, si no exportamos papa, pronto el mercado interno llegará a su límite y los momentos de sobreoferta se repetirán con mayor frecuencia.

Comercialización y mercado internos

Vamos a examinar las razones por las que exportamos muy poco, pero antes señalemos que hay mucho que hacer en la comercialización interna para mejorar los precios al productor. Fernando Cillóniz recuerda que uno de los problemas más serios de la post cosecha son los sacos de 120 kilos en los que se empaca la papa, que no solo rompen las espaldas de los estibadores, sino que ocasionan una merma de alrededor del 30%, lo que reduce también el precio en chacra. Lo increíble es que unos ocho años atrás se dio una ley que establece los sacos de 60 kilos, pero no se cumple. Incluso se dio un reglamento y una norma técnica, pero el ministerio no hace nada para implementar estas normas.

Vale la pena aquí hacer notar el contraste entre la pos cosecha de la agro exportación costera, absolutamente tecnificada y sofisticada, con cadena de frío y empaques diferenciados para cada mercado, y la pos cosecha de la papa. ¿No podría aprender algo la comercialización interna de la externa? Es el dualismo de siempre.

Algo que podría ayudar, sobre todo en momentos de sobreoferta, son campañas que fomenten el consumo de la papa.  Hubo una experiencia muy exitosa en los años 2007-2008, cuando Benavides era ministro. El lema de la campaña fue “Este pechito come papa”. Benavides recuerda que según José Chlimper, a la sazón director del BCR, hubo un aumento del consumo y de precios a los paperos que significó un traslado de recursos de la ciudad al campo del orden de 300 millones de dólares de esa época, según cálculos del BCR (más que los programas sociales). “La idea de nuestro equipo del MINAGRI en esa época fue promover el consumo de nuestro disminuido tubérculo, así como Alicorp y Molitalia promueven el consumo de fideos y harina. Hicimos una campaña en medios, acompañada con degustaciones, eventos y recetas, y el uso de figuras culinarias como Gastón Acurio. Gastamos 4 millones de soles y fíjate el retorno”, relata Benavides.

La exportación de papa amarilla                  

De todas maneras, el consumo interno, aunque puede subir, tiene un límite. La producción papera peruana, que se viene incrementando, tendrá cada vez más problemas si no exporta de manera consistente.

En la actualidad exportamos, pero muy poco. Miguel Ordinola explica que hay tres segmentos de papa, y en dos de ellos ya se exporta cantidades pequeñas. El primero es la papa amarilla pre-cocida congelada, cuya exportación no llega a 5 millones dólares al año, aunque viene haciéndose de manera regular. Las variedades son la Peruanita de Andahuaylas y la Tumbay de Huánuco. Se vende la libra a $3.20 y se cocina en un horno microondas durante 3 minutos.

Pero la cantidad exportada es relativamente pequeña y no crece porque se dirige sólo a los mercados étnicos (de peruanos y colombianos) en Estados Unidos, Japón y España. Para conquistar los mercados locales de esos países se necesitaría una estrategia de marketing, que tendría que impulsarla el Estado coordinado a los distintos actores, en combinación, por lo demás, con la expansión de la gastronomía peruana. Hay allí una tarea impostergable.

La pregunta es por qué no se puede exportar papa amarilla fresca, y la respuesta es que la FDA lo impide porque el Perú es considerado un país con mosca de la fruta. Este es un tema que debería poder rebatirse porque dicha plaga es costera, no existe en la sierra. Pero eso supone una negociación de gobierno a gobierno que el nuestro ni se ha planteado realizar. Sería una tarea para el Mincetur.

Exportación de Chips de papas nativas de color

Un segundo segmento es el de las papas nativas de color. Con ellas se elaboran chips que se exportan con certificación orgánica y de comercio justo a Bélgica, Alemania, Francia, y van a un mercado gourmet. Pero el esfuerzo es muy pequeño. Sólo lo hace la cooperativa Agropia, en Sapallanga, Huancavelica. Allí tiene su planta desde hace unos 8 años. Son 900 socios, pequeños productores, pero no exportan más de 200 mil dólares al año. Según Ordinola, esta experiencia se podría replicar.

Papa blanca pre-frita y congelada             

El tercer segmento es el de la papa blanca, que podría exportarse cortada y pre-frita. Según Ordinola, aquí el problema es de competitividad. No podríamos competir con las grandes empresas globales que exportan esa papa y que nuestros fast food precisamente importan. La diferencia radica en que mientras nuestros campos producen 15 TM en promedio, aunque haya algunos que llegan hasta 40 TM, en Estados Unidos están en 60 TM por ha. Si subimos a 20 TM por hectárea podríamos exportar quizá a países latinoamericanos, piensa Ordinola.

Para ello podríamos comenzar modernizando el mercado de pollerías, que consume unas 350 mil toneladas al año de papa nacional. La idea, piensa Ordinola, sería tratar de emular calidad de las importadas. En la actualidad pequeños empresarios compran papa en el mercado mayorista, la pelan y la venden a las pollerías. Sería cuestión de que evolucionen hacia la venta a las pollerías de papa pre-frita refrigerada (no congelada), por ejemplo. Es algo que podría promoverse.

¿Exportar al Brasil?                                

Una pregunta que nos hacemos es por qué no podemos aprovechar la Interoceánica para exportar papa a las regiones interiores de Brasil, que importan la papa de lugares muy lejanos. Según Eduardo Ferreyros, ministro de Comercio Exterior, “no hay ninguna restricción de acceso de la papa a Brasil. El asunto es meramente comercial y de preferencias de consumidor. Al consumidor brasilero no le gusta las papas de cáscara gruesa y muchos agujeros. Se ha identificado que la variedad que podría ingresar es la Canchán, pero en Perú no hay proveedores organizados para el comercio internacional. Promperú y OCEX estás conversando con los proveedores a supermercados para incentivar su interés en el mercado internacional”.

Otro problema es el falso flete, es decir, camiones que regresan vacíos. Ferreyros nos informa Mincetur y PROMPERU vienen organizando misiones logísticas para encontrar carga de Brasil (soya, carne, etc.) que vaya al ASIA por puertos peruanos.

Miguel Vega Alvear nos refiere que el Ministro de Agricultura de Brasil estuvo en Lima en noviembre acompañado de 40 empresas compradoras incluyendo las cadenas de Supermercados, pero el Ministro de Agricultura del Perú se excusó de la reunión que Vega Alvear convocó con todos ellos. Increíble.

Y según Miguel Ordinola en el Perú hay variedades blancas sin ojos o con muy pocos ojos que podrían ser exportadas a Brasil. Ellas son la Canchán, Unica y Yungay. “Se puede organizar la oferta. El MINAGRI tiene una línea de acción que promueve la asociatividad y con mercado seguro se puede articular estas acciones”, opina. Estas variedades servirían también para hacer papa cortada pre-frita.

Conclusión

La producción y rendimiento paperos del Perú se vienen incrementando de manera sostenida, de modo que el Perú tiene que dar ya el salto a la exportación si no quiere verse agobiado con sobreproducción y bajos precios cada vez más frecuentemente.

Eso supone una política de Estado, que puede tener varios componentes:

  1. Una campaña de marketing en Estados Unidos, Europa y Japón para ampliar el mercado de la papa amarilla pre-cocida más allá del mercado étnico peruano, para llegar al consumidor local.
  2. Negociar con Estados Unidos permiso para el ingreso de papa amarilla fresca con el argumento de que la mosca de la fruta no existe en la Sierra del Perú
  3. Potenciar la exportación de chips de papa nativa de color
  4. Abrir el mercado brasilero para la papa blanca Canchán y otras organizando la oferta y reduciendo el falso flete.
  5. Modernizar el abastecimiento a las pollerías nacionales evolucionando a la papa cortada pre-frita refrigerada, como un paso hacia la exportación de papa cortada pre-frita congelada a otros países latinoamericanos.
  6. Investigación y acciones para incrementar los rendimientos de la papa en la sierra, introducir nuevas variedades resistentes y modernizar la pos cosecha, a fin de que los productores incrementen sus ganancias.
  7. Implementar un sistema de información de intenciones de siembra y llevar a cabo campañas de consumo de papa

Lampadia




Se recuperan los precios del Cu, Zn, Au y Ag

Se recuperan los precios del Cu, Zn, Au y Ag

En una época de gran volatilidad de precios, debemos recordar las palabras de Larry Summers a inicios de año, cuando afirmó que “los mejores ejecutivos manejan sus compañías con un ojo en la rentabilidad de largo plazo, no en el precio diario de sus acciones. Y los hacedores de políticas públicas lo hacen mejor cuando se concentran en fortalecer sus fundamentales económicos, en vez de hacerlo en función de las fluctuaciones diarias de los mercados”.

El precio del cobre, el precio más importante para la economía peruana, cerró este lunes con un alza en la Bolsa de Metales de Londres, llegando a los US$ 2.22578 la libra. El último impulso al precio de este material se dio después de que los datos de las manufacturas chinas indicaran un ligero crecimiento, lo que ha incentivado las esperanzas de nuevos estímulos económicos, a pesar que se preveía que la fortaleza del dólar contendría el alza.

Uno de los principales motivos para esta alza es que la demanda de China por cobre ha subido un 14% en lo que va del año, una grata sorpresa tras la caída en los últimos años por la desaceleración del crecimiento y de su gasto de inversión. Las compras de China representan casi el 50% de del consumo global, equivalente a aproximadamente 22 millones de toneladas en 2016.

Más allá de la caída de un 50% del precio del cobre desde su pico en 2011, China mantiene una gran demanda del metal. Por ejemplo, sus fundiciones de cobre no han reducido su ritmo de expansión, más bien se espera que la industria de fundición del metal continúe creciendo durante los próximos cuatro años (más del 70% de la fundición mundial de cobre durante los próximos cuatro años se llevará a cabo en China). 

Según un reciente estudio de CRUGROUP, expertos en la minería mundial, dan el ejemplo de los cátodos de cobre: A pesar de que China ha sido el mayor productor de cátodos de cobre en el mundo durante varios años, todavía tiene que importar entre el 30-40% de su consumo total cada año (cuya demanda sigue en aumento), lo que significa que con el apoyo gubernamental (en forma de préstamos a bajo costo, la aprobación ambiental y el acceso a la tierra, entre otros), fácilmente hay un mercado disponible para el cobre.

Por otro lado, en el Perú el Ministerio de Energía y Minas (MEM) indicó recientemente que, durante el primer semestre del 2016, la producción nacional de cobre registró un crecimiento de 51% respecto al mismo periodo en 2015, alcanzando los 1.12 millones de toneladas métricas finas (TMF). El MEM precisó que, a nivel nacional, Arequipa lidera la producción cuprífera al obtener 23.19% del total, seguido por Áncash y Cuzco.

En cuanto a los otros commodities, el 2016 ha sido el año del zinc, el cual ha aumentado su precio en 51% en el primer semestre. Esto ha llevado a que la minera MMG de China, propietaria de Las Bambas, anunciara recientemente que buscará  nuevas minas de zinc en el Perú. “Estamos pensando en lugares como Perú, donde hay una gran cantidad de zinc”, afirmó el presidente ejecutivo Andrew Michelmore. Recordemos que el Perú tiene la tercera mayor reserva de zinc del mundo.

Además, según Bloomberg, “El zinc ha subido más de un 50% desde su mínimo de enero por recortes de producción en las minas y los cierres de Glencore PLC y Century de MMG y la disminución de las operaciones de Lisheen Vedanta Resources Plc. Goldman Sachs Group Inc. pronostica una escasez mundial cada vez mayor.”

En Lampadia estamos muy atentos a la evolución de los precios de los minerales básicos indicados, los del cobre y zinc, que configuran de manera muy importante el escenario económico global para el Perú. Además, la contribución del oro y de la plata, también ha tenido una evolución muy favorable al país. Todos estos metales forman parte de la minería peruana, la cual genera aproximadamente el 60% de las exportaciones y ha explicado una buena parte del crecimiento económico y de la inversión privada, muy importantes encadenamientos con otros sectores productivos al tiempo que ha beneficiado al fisco, incluyendo a los gobiernos locales y regionales con el canon minero.

Veamos la evolución de los precios más importantes para nuestra economía: 

Pero lo más importante es que este sector tiene un potencial para el crecimiento y la expansión muy importante. Nuestras oportunidades de inversión son amplias y variadas, pues aún no se ha explorado gran parte del territorio, dejando un inmenso potencial para el desarrollo futuro. Entre las exploraciones y operaciones mineras, se interviene menos del 2% del territorio nacional. Según un estudio de EY, se estima que sólo el 0.32% del territorio del país ha sido explorado al año 2013. Del mismo modo, sólo se ha explotado el 0.9% del territorio al mismo año.

Desde que empezaron a caer los precios de los commodities hace cuatro años, en Lampadia destacamos nuestra protección en mercados débiles dado nuestro nivel de costos competitivos, la oferta de diversos minerales y nuestro tamaño relativo al gran comprador de minerales, la China. Entonces afirmamos que los precios habían bajado, pero no la demanda por nuestros productos, máxime si el 7% de crecimiento de China equivale a 3.2 veces el PBI anual del Perú. Ver en Lampadia: China: Un Gigante cambia de Piel

En los últimos años hemos perdido magníficas oportunidades de inversión en importantes proyectos que ahora debieran estar en su fase productiva, generando los recursos que nos hacen tanta falta. Por ejemplo, según el IPE (ver el siguiente cuadro), el crecimiento de nuestra economía podría haberse mantenido en niveles del 6%, de no haberse suspendido los proyectos mineros.

Es momento de señalar y denunciar los daños originados por los anti mineros y aprovechar la autoridad moral del nuevo gobierno para, tal como ha planteado el Presidente Kuczynski en su primer mensaje a la nación, explicar a la población los beneficios de las industrias extractivas. 

Lampadia  




Una visión menos ‘matematizada’ de la economía

El día de hoy, The Economist ha iniciado la publicación de una serie de informes sobre las más importantes teorías económicas, relevantes en la actualidad, explicadas de una manera menos ‘matematizada’ y con énfasis en cómo estas teorías deberían ser aplicadas en los problemas vigebtes. En palabras de The Economist, “muchos errores de política podrían haberse evitado si se hubiera aplicado correctamente la visión teórica”.

En Lampadia consideramos que estas publicaciones serán muy útiles ya que van en línea con nuestra misión de empoderar, con veracidad y rigurosidad, nuestra realidad. Vamos a publicar estos análisis de The Economist con el fin de comunicar y compartir teorías económicas que contribuyan a la formación de una conciencia nacional más informada que propicie la convergencia de nuestras acciones para la construcción de un Perú de éxito y bienestar para todos. Lampadia

Grandes ideas económicas

Avances y obstáculos

Lo que los economistas pueden aprender de sus publicaciones más influyentes

The Economist

23 de Julio de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

Es fácil criticar a los economistas: tienen un complejo de superioridad, una visión muy estrecha, a menudo se equivocan. Una vez, Paul Samuelson, una de las grandes figuras de la disciplina, satirizó a los mercados de valores por predecir nueve de las últimas cinco recesiones. Los economistas, en cambio, casi nunca ven venir las crisis. No pudieron predecir la crisis financiera del 2007-08.

Sin embargo, esta no es la mejor prueba de éxito. Al igual que los médicos comprenden las enfermedades, pero no pueden predecir cuándo alguien se va a enfermar; la misión fundamental de los economistas no es pronosticar recesiones, sino explicar cómo funciona el mundo. Durante las siguientes seis semanas estaremos publicando una serie de informes sobre las importantes teorías económicas que hicieron justamente eso: desde el equilibrio de Nash; la teoría de juegos; el trilema Mundell-Fleming, que pone al descubierto las ventajas y desventajas que enfrentan los países en la gestión de los flujos de capital, los tipos de cambio y la política monetaria; la hipótesis de la inestabilidad financiera de Hyman Minsky, las ideas de Samuelson y Wolfgang Stolper en el comercio y los salarios; el razonamiento de John Maynard Keynes sobre el multiplicador fiscal y la obra de George Akerlof sobre la asimetría de la información, el tema del artículo de esta semana. Estos descubrimientos son importantes no sólo por el valor de la economía, sino también por tres otros motivos: teoría, matemáticas y variables exógenas.

Más que nunca, la economía de hoy es una disciplina empírica. Gracias a la potencia de Big Data, los economistas pueden rastrear el comportamiento de los consumidores en tiempo real o saber casi exactamente cuánto vale un buen maestro en correlación al ingreso de por vida de los niños. Pero la teoría sigue siendo vital. Muchos errores de política podrían haberse evitado si se hubiera aplicado correctamente la visión teórica. El trilema se esbozó en la década de 1960 y el multiplicador fiscal en la década de 1930; ambos aclaran las luchas actuales de la zona euro y la búsqueda (a veces autodestructiva) de la austeridad. El equilibrio de Nash describe un resultado en el que cada uno está haciendo lo mejor que puede dadas las estrategias de los demás; lo cual explica cómo los países compiten entre sí para reducir las tasas de impuestos con el fin de atraer el capital global.

Además, la teoría económica todavía no está completa. Por ejemplo, existen grandes vacíos en la comprensión de los mercados financieros y en la mejor manera de regular las plataformas tecnológicas como Facebook. Estas deficiencias son particularmente evidentes en temas de la macroeconomía moderna. Desde el “estancamiento secular” al cambio climático, la disciplina necesita grandes pensadores, así como Big Data.

También necesita matemáticas. Paul Romer, quien será el próximo economista principal del Banco Mundial, se ha ido en contra del “matematismo” (“mathiness”), el hábito de usar el álgebra para disfrazar posiciones ideológicas. Los trabajos de investigación económica son demasiado basados en fórmulas; los modelos deben ser un medio, no un fin. Pero los símbolos son importantes. El trabajo de los economistas es imponer el rigor matemático en intuiciones sobre mercados, economías y personas. Las matemáticas eran necesarias para formalizar la mayor parte de las ideas en nuestros escritos.

Pensando ampliamente

En economía, como en otros campos, una visión fresca también puede hacer una gran diferencia. John Nash tenía tan sólo 21 años cuando empezó a forjar el concepto que terminó siendo conocido como el equilibrio de Nash; Akerlof no había completado su doctorado cuando escribió “El mercado de los limones”, publicación con la que se hizo conocido. Las nuevas ideas a menudo encuentran resistencia. El estudio económico de Akerlof fue rechazado por varias revistas, una con la excusa de que, si era correcto, “la economía sería diferente”. El reconocimiento llegó lentamente para muchas de nuestras teorías: Minsky se mantuvo en el casi anonimato hasta su muerte, ganando el estatus de ‘superestrella’ sólo una vez que estallara la crisis financiera.

Los economistas todavía tienden a rechazar visiones diferentes y disruptivas. La Economía del Comportamiento ha roto una barrera mediante la incorporación de puntos de vista de la psicología. Tienen que desaparecer aún más: al igual que los antropólogos, los economistas deben pensar más acerca de cómo la toma de decisiones de los individuos afecta las costumbres sociales; al igual que los físicos deberían estudiar la inestabilidad en lugar de asumir que las economías se autocorrigen de manera natural. Esto podría hacer que las matemáticas se vuelvan aún más complicadas. Pero no tan complicado como conseguir que la profesión evite su aislamiento natural. 

Lampadia




¿Qué explica la brecha de Inclusión Financiera en América Latina y Perú?

Nuestra afamada economista, Liliana Rojas-Suárez, del Center for Global Development, en Washington, estuvo en Lima hace un par de semanas para exponer sobre los avances de la inclusión financiera en el Perú, en un seminario organizado por la Universidad del Pacífico. Como sabemos, el crédito es una palanca esencial para el desarrollo de los ciudadanos y las empresas, especialmente las más pequeñas.

El Perú ha sido víctima de una de las mayores y más largas hiperinflaciones de la historia mundial y, además, hemos tenido 30 años (60 – 90) en que se apagaron las luces de la economía. Ambos procesos nos hicieron un daño estructural del que aún no nos recuperamos del todo, nos llevaron a niveles de pobreza largamente por debajo de nuestro potencial de ingresos y propiciaron la emergencia de una informalidad difícil de contrarrestar, entre muchos otros efectos. Pero estos dos aspectos, más las regulaciones no incluyentes, determinaron que solo una pequeña fracción de nuestros ciudadanos tenga acceso al crédito formal.

El siguiente artículo de Rojas-Suárez, nos explica la situación de la inclusión financiera en el Perú:

Liliana Rojas-Suárez 

FORO ECONÓMICO – UN BLOG LATINOAMERICANO DE ECONOMÍA POLÍTICA

8 de julio, 2016

Desde el 2010, el Grupo de los 20 (G-20) ha reconocido a la inclusión financiera como uno de los pilares centrales para el desarrollo económico. A su vez, los esfuerzos e iniciativas para promover la inclusión financiera vienen aumentando significativamente en los últimos años a nivel global, incluyendo América Latina y Perú.

En líneas generales, los esfuerzos de las autoridades y el sector privado parecen estar brindando varios resultados positivos. Por ejemplo, el Banco Mundial, a través de su base de datos Global Findex, muestra un incremento a nivel global entre el 2011 y el 2014 de 10.1% en el porcentaje de adultos que tienen cuentas en alguna institución financiera formal[1]. América Latina, en general; y Perú en particular, no son excepciones. Sin embargo, a pesar de estas mejoras, el rezago de la región con respecto a otros países con grado similar de desarrollo (medido por el ingreso real per cápita) es bastante amplio y no ha mostrado cambios significativos en años recientes. De hecho, como se muestra en el Cuadro 1, en tanto que la mediana del indicador de inclusión financiera muestra un incremento importante tanto para la región como para otros países con similar grado de desarrollo (sus pares), la brecha en la tenencia de cuentas bancarias de países latinoamericanos con respecto a sus pares no ha cambiado de manera significativa (pasó de 20.2 a 19.5 puntos porcentuales).[2]

Cuadro 1. Brecha de Inclusión Financiera en América Latina

A nivel de país, Perú muestra una de las mayores brechas de inclusión financiera en la región (29.9 puntos porcentuales). [3] En el Gráfico 1, sólo México y Uruguay presentan brechas de inclusión financiera mayores a las de Perú (en el caso de Uruguay, la amplitud de la brecha se explica en gran parte porque sus pares son economías con un grado relativamente alto de desarrollo económico e inclusión financiera[4]).

Gráfico 1. Brechas de Inclusión Financiera entre países latinoamericanos y sus pares respectivos (puntos porcentuales)

Fuente: elaboración propia a partir de la base de datos de Findex (2014)

¿Qué explica la amplitud y persistencia de la brecha de inclusión financiera en América Latina, particularmente en Perú? Para contestar esta pregunta, me baso en el marco analítico y metodológico desarrollado en Rojas-Suarez y Amado (2014) y su respectiva revisión y actualización en Rojas-Suarez (2016). En dicho análisis, se enfatiza el rol de las características sociales y económicas en las que operan los mercados de servicios financieros. En particular, se destacan cuatro categorías de obstáculos que frenan la inclusión financiera: inestabilidad macroeconómica, desigualdades socioeconómicas, deficiencias institucionales e ineficiencias del sector financiero.[5]

Como resultado de la investigación empírica en estos trabajos, se identificaron las variables (a nivel de país) que afectan significativamente a la inclusión financiera en América Latina en forma adversa:

(a) La volatilidad de la tasa de interés real (variable macroeconómica), a través de su efecto sobre la demanda por servicios financieros en el sector formal: altos niveles de volatilidad han estado asociados históricamente con crisis financieras y grandes pérdidas de los depositantes en los sistemas bancarios.

(b) Desigualdad del ingreso (variable de desigualdad socioeconómica), que resulta en fuertes resistencia de grupos de poder establecidos para implementar reformas que promuevan la inclusión financiera (Claessens y Perotti, 2005).[6]

(c) Debilidad del Estado de Derecho (variable institucional)[7], debido a que en sociedades con calidad institucional baja, los contratos entre acreedores y deudores tienden a no cumplirse; lo que a su vez genera desincentivos para que los depositantes confíen sus ahorros a los bancos y otras instituciones financieras y para que las entidades financieras otorguen créditos a deudores pequeños y relativamente más riesgosos.

(d) Ratio de costos administrativos a activos totales del sector bancario (variable de ineficiencia del sector financiero), en la medida en que ratios altos se asocien con costos elevados para la provisión de servicios financieros.

(e) Concentración bancaria, que puede resultar en un comportamiento oligopólico en detrimento de la inclusión financiera, pues genera incentivos a los proveedores a enfocarse en los clientes menos riesgosos que pueden pagar altos costos de servicios financieros. Sin embargo, la evidencia muestra que los efectos de la concentración bancaria sobre la inclusión dependen de la calidad de las instituciones.

(f) Interacción entre la concentración bancaria y la calidad institucional: la combinación de una concentración bancaria elevada en un contexto de calidad institucional débil tiende a ser adversa para la inclusión financiera, pues genera discriminación en contra de clientes de ingresos bajos y a bloquear políticas que permitan la incorporación de nuevos proveedores de servicios financieros.

Los resultados de la investigación econométrica presentada en Rojas-Suarez (2016) permiten analizar la importancia relativa de los obstáculos que acabamos de discutir en la explicación de la brecha de inclusión financiera entre América Latina y sus pares. Utilizando los coeficientes estimados y los valores promedios de las variables consideradas para América Latina y sus pares, el valor estimado para de la brecha de inclusión financiera de América Latina es de 16.8 puntos porcentuales en términos absolutos (incluyendo determinantes idiosincráticos y no idiosincráticos[8]); en tanto que el valor observado de dicha brecha es de 13.7 puntos porcentuales.[9]  El Gráfico 2 presenta la contribución implícita de los determinantes (no idiosincráticos) de la inclusión financiera para explicar la brecha.

Gráfico 2. Descomposición de la brecha de Inclusión Financiera entre América Latna y sus pares (puntos porcentuales)

Fuente: elaboración propia

El resultado central es que las debilidades institucionales y la desigualdad del ingreso son los factores más importantes para explicar la brecha de inclusión financiera de la región en relación a sus pares. La contribución de la inestabilidad macroeconómica (medida por la volatilidad de la tasa de interés real), aunque relevante, es relativamente menos importante y la contribución del ratio de costos administrativos bancarios es mínima. (Nótese una vez más que, aunque las variables consideradas son importantes para explicar la inclusión financiera, solo algunas cobran relevancia para explicar la brecha).

Como se mencionó anteriormente, la calidad institucional cumple un rol dual. Las debilidades institucionales tienen un efecto adverso directo sobre la brecha de inclusión financiera, pero también tienen un efecto indirecto mediante su interacción con la concentración bancaria. En primer lugar, de acuerdo a nuestros cálculos, los efectos directos de los problemas institucionales contribuyen a explicar más de 7 puntos porcentuales de la brecha. En segundo lugar, a pesar de que la concentración bancaria contribuyó a reducir la brecha en 2.48 puntos porcentuales (indicando que los sistemas bancarios son más concentrados en los países pares que en América Latina), sus efectos indirectos a través de la interacción con la variable de debilidad institucional explican 5.8 puntos porcentuales de la brecha. O sea, por sí mismas, la diferencia de concentración bancaria entre la región y sus pares no ha afectado positivamente la brecha de inclusión, pero sí cuando esta diferencia se ajusta por el impacto de la calidad institucional.

¿Qué factores explican la brecha de inclusión financiera en el Perú?

Los resultados econométricos presentados en Rojas-Suarez (2016) pueden también utilizarse para analizar los factores que explican la brecha de inclusión financiera en el Perú con respecto a otros países con niveles similares de desarrollo económico (sus pares). La misma metodología utilizada en el Gráfico 2 para la región en su conjunto se emplea para construir el Gráfico 3, a nivel de país. En el gráfico se presenta a Perú y, como puntos de comparación, a México y Chile. Incluimos a México por tener una brecha de inclusión financiera mayor que la de Perú y a Chile porque su brecha es solo un tercio que la de Perú (Gráfico 1).

Gráfico 3. Descomposición de la brecha de Inclusión Financiera en México, Perú y Chile (puntos porcentuales)

Fuente: elaboración propia

El gráfico muestra similitudes y diferencias muy importantes entre los tres países. Las similitudes son que ni la volatilidad de la tasa de interés real ni el ratio de costos administrativos bancarios juegan un papel relevante en explicar las brechas de inclusión financiera.[10] Este es también el caso cuando se considera la región en su conjunto (gráfico 2).

Las diferencias son más notables que las similitudes. En los países de baja calidad institucional (Perú y México)[11], los efectos directos e indirectos de la debilidad institucional son los factores dominantes para explicar la brecha de inclusión financiera. En contraste, en Chile, su alta calidad institucional contribuye a reducir la brecha de inclusión financiera.

La alta concentración bancaria en Perú es también un factor importante en la explicación de la brecha. Esta alta concentración en un entorno débil institucionalmente desalienta la inclusión financiera y por tanto incrementa la brecha con respecto a sus pares.

Aunque la desigualdad del ingreso contribuye a explicar las brechas de inclusión financiera en los tres países, este factor destaca significativamente en Chile como el componente más importante.

La lección que se deriva para Perú es clara y simple: los esfuerzos para mejorar la inclusión financiera se verán seriamente limitados en ausencia de reformas significativas para mejorar la calidad de las instituciones (el respeto al Estado de Derecho, la independencia y eficacia del sector judicial y la efectividad del gobierno en la implementación de sus políticas). En ausencia de estas reformas, es difícil esperar que el Perú pueda acortar la brecha que lo separa de sus pares, los cuales han logrado incorporar porcentajes mucho más altos de la población al sistema financiero formal.

Referencias

Claessens, Stijn and Enrico Perotti, 2005, “The Links between Finance and Inequality: Channels and Evidence”, University of Amsterdam, March

Rojas-Suarez, Liliana (2016), “Financial Inclusion in Latin America: Facts, Obstacles and Central Banks Policy Issues”, Inter-American Development Bank, Department of Research and Chief Economist, Discussion Paper No. IDB-DP-464

Rojas-Suarez, Liliana and María Alejandra Amado (2014), “Understanding Latin America’s Financial Inclusion Gap”, Center for Global Development, Working Paper 367, May

 

[1] Indicador de inclusión financiera considerado en este texto.

[2] Una brecha positiva indica que la inclusión financiera es mayor en los pares de América Latina que en (la mediana de) los países latinoamericanos.

[3] Los resultados son similares si se utilizan indicadores alternativos de inclusión financiera, tales como acceso al crédito o utilización del sistema financiero formal para realizar transacciones o ahorrar.

[4] Lo opuesto ocurre en los casos de Bolivia y Ecuador, dos países de bajo nivel de desarrollo a nivel mundial.

[5] En Rojas-Suarez y Amado (2014) también se investiga el rol de características individuales. Un resultado importante es que el efecto de tener educación secundaria sobre la probabilidad de estar incluido financieramente es mayor en América Latina respecto a sus pares.

[6] Sin embargo, otros autores argumentan que las mejoras en la inclusión financiera pueden contribuir a reducir la desigualdad. Aunque esto sugiere la posibilidad de doble causalidad entre la desigualdad del ingreso y la inclusión financiera, los estudios empíricos considerados en este texto indican que la primera causa a la segunda.

[7] Otras variables de calidad institucional tienen un efecto similar sobre la inclusión financiera.

[8] El componente idiosincrático de la brecha corresponde al valor del coeficiente de una variable dummy para países latinoamericanos incluida en la regresión.

[9] Nótese que para este ejercicio, nos estamos refiriendo a la brecha promedio de América Latina con respecto a sus pares (13.7 puntos porcentuales). Como se mencionó anteriormente, la mediana de la brecha es 19.5 (Cuadro 1).

[10] La contribución del ratio de costos administrativos es tan pequeña que no se visualiza en el gráfico.

[11] En el indicador de “Estado de derecho”, un indicador de calidad institucional del Banco Mundial, Perú y México ocupan los lugares 140 y 130 respectivamente en una muestra de 204 países, en tanto que Chile ocupa el puesto 26.

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