1

“Un futuro en el cual debemos pensar ahora”

“Un futuro en el cual debemos pensar ahora”

En estos nuevos tiempos de la política populista en los países más desarrollados, muchos culpan a la globalización y el comercio internacional por la pérdida de empleos en distintas industrias, principalmente la manufacturera, empezando por el lamentable nuevo presidente de EEUU. La verdad es que el fenómeno de pérdida de empleo en los países ricos, se explica hasta en un 80% por Cuarta Revolución Industrial, los avances de la tecnología y la automatización.

Según Martin Wolf en el Financial Times (leer líneas abajo), tarde o temprano vendrá el futuro de las máquinas inteligentes, en el cual, “este futuro [de la automatización] no vendrá de manera uniforme: algunos [trabajos] se verán más afectados mucho antes que otros”.

Algunos trabajos serán mucho más vulnerables que otros:

  • Trabajos físicos predecibles
  • Procesamiento de datos
  • Servicios de alojamiento y alimentación
  • Las manufacturas
  • Transporte y almacenamiento
  • Los trabajos menos remunerados
  • Las personas menos educadas

Al mismo tiempo, la automatización está creando nuevos puestos de trabajo, pero en gran medida con menores ingresos que el promedio, como para el caso de cuidados personales y cuidado del hogar.

Wolf enfatiza “la necesidad urgente de un mayor debate político sobre cómo preparar a los trabajadores para este nuevo mundo. El entrenamiento de la fuerza de trabajo necesita cambiar para inculcar más habilidades digitales.”

Este tema va muy ligado a nuestra propuesta, no respondida ni atendida por el gobierno ni la clase dirigente, de hacer un “salto cuántico”, o un “Big Bang”, una verdadera revolución educativa y no el mamarracho de Saavedra y Mora. Ver en Lampadia: Reflexiones sobre la educación para el futuro.

Ver artículo de Martin Wolf:

El trabajo en la era de las máquinas inteligentes

¿Cómo se organiza una sociedad en la que pocas personas hacen algo económicamente productivo?

Martin Wolf
Financial Times
26 de junio, 2018
Traducido y glosado por
Lampadia

Ya en 1984, en su obra Paths to Paradise, André Gorz, un autoproclamado “revolucionario-reformista” declaró sin rodeos que la “revolución microeconómica anuncia la abolición del trabajo”. Incluso argumentó que “el trabajo asalariado”… puede dejar de ser una preocupación central para el final del siglo”. El momento en que lo dijo fue incorrecto. Pero los analistas serios piensan que la dirección en la que iba sí era correcta. Entonces, ¿qué podría significar un mundo de máquinas inteligentes para la humanidad? ¿Serán los seres humanos tan irrelevantes económicamente como los caballos? Si es así, ¿qué pasará con nuestra autoestima individual y la organización de nuestras sociedades?

En una reciente conferencia, Adair Turner, ex presidente del regulador financiero del Reino Unido y presidente del Instituto New Economic Thinking, aborda estas preguntas. Partió de la suposición de que las máquinas inteligentes finalmente podrán realizar la mayoría de los trabajos actuales mejor que las personas y a un menor costo. Esto, argumenta, es una cuestión de cuándo, no de si sucederá. Sucederá debido al avance progresivo de la potencia de procesamiento, la replicabilidad sin costo del software y el aumento del aprendizaje automático. Los dioses robots nos harán a todos redundantes.

Basándonos en ‘A Future that Works’, un informe publicado por McKinsey Global Institute el año pasado, Lord Turner agrega que este futuro no vendrá de manera uniforme: algunos se verán más afectados mucho antes que otros. Además, incluso si las máquinas inteligentes no pueden hacer todos los aspectos de un trabajo determinado, si pueden desplazar a muchos trabajadores.

Con la tecnología actual, las tareas físicas predecibles y la recopilación y el procesamiento de datos serán especialmente vulnerables. Por sectores, “servicios de alojamiento y alimentación”, la manufactura y el transporte serán particularmente vulnerables. De acuerdo con un artículo de Jason Furman, ex presidente del Consejo de Asesores Económicos de EEUU y Robert Seamans de la Escuela de Negocios Stern, aquellos que ganan menos y aquellos con menos educación son más vulnerables.

Lord Turner argumenta que lo que está sucediendo también explica la “paradoja de la productividad” (innovación rápida, pero bajo crecimiento de la productividad) que discutí hace dos semanas. [Ver en Lampadia: Tecnología, ingresos y productividadLas incertidumbres sobre la economía global]. Una gran parte de la explicación puede ser un cambio de empleos relativamente bien remunerados en sectores con crecimiento relativamente rápido de la productividad, como la manufactura, hacia trabajos relativamente mal pagados en sectores con crecimiento de baja productividad, como cuidado personal, asistentes de salud en el hogar y retail. De los 10 sectores de EEUU con el mayor crecimiento pronosticado del empleo entre 2014 y 2024, que se espera que generen el 29 % de todos los empleos nuevos, ocho tienen salarios medios por debajo del promedio nacional. Esto, por supuesto, empeoraría la desigualdad y tendría implicancias fuertemente negativas para la productividad general. (Ver cuadros.)

Eso no es todo. Lord Turner también sugiere otras razones para el aumento de la desigualdad y el bajo crecimiento de la productividad promedio. El primero es el crecimiento de actividades de “suma cero (o casi cero)”, algunas de las cuales no se miden en el rendimiento económico y pocas de las cuales contribuyen al bienestar social: como lobistas, traders o abogados tributarios. Incluso la educación tiene un fuerte carácter de suma cero: es un bien posicional. Además, tales actividades de suma cero están bien pagadas y, por lo tanto, extraen una gran cantidad de renta. Los creadores exitosos de monopolios digitales también disfrutan de una gran cantidad de renta. Por lo tanto, y no menos importante, también sucede con los propietarios de dueños en conurbaciones prósperas. La nueva economía es entonces el paraíso del rentista.

El segundo es la sub-registro del valor de los servicios gratuitos. Esto es posible. Pero los servicios gratuitos (las redes sociales, por ejemplo) pueden, según él, contribuir poco al bienestar. En este momento, las contribuciones pueden ser mucha miseria personal y la destrucción de nuestras democracias.

Esta es la imagen para el futuro a mediano plazo: crecimiento lento de la productividad general y empeoramiento de la desigualdad. Esto es inconsistente con una democracia estable. Es más probable que sea un agravamiento de la política actual de codicia y agravio. El resultado podría ser la plutocracia, la autocracia populista o una mezcla. Si la automatización finalmente hiciera a la humanidad económicamente irrelevante, los desafíos serían aún más radicales.

En el mediano plazo, siempre que exista una perspectiva razonable de empleo para las personas que desean trabajar, la política crucial será subsidiar los empleos. También es vital financiar servicios públicos de alta calidad para todos, especialmente salud, educación y transporte. Además, como sostiene Dean Baker, la concentración de los ingresos provenientes de las rentas de escasez busca una mayor tributación de la riqueza e ingresos máximos, en particular la tierra y la propiedad intelectual. De hecho, es casi seguro que la propiedad intelectual esté muy altamente protegida ahora. Hay un caso de cierta protección, pero no demasiada. Creo que Adam Smith estaría de acuerdo.

A largo plazo, nuestros descendientes pueden enfrentar aún más decisiones existenciales (siempre que las máquinas les permitan hacerlo).

¿Cómo podría organizarse la sociedad en un mundo en el que pocas personas pueden hacer algo que obviamente sea económicamente productivo?

  • El mundo podría volverse tecno-feudal, con una elite propietaria contratando grandes cantidades de servidores humanos baratos, no por su valor, sino por el placer de la dominación.
  • O las personas también podrían compartir la abundancia de manera más equitativa.
  • Todos podrían disfrutar del ocio civilizado que una vez fue territorio de unos pocos.

La nuestra es la primera civilización en ver el trabajo como el llamado más elevado. Tal vez ese extraño prejuicio tendrá que ser descartado.

Eso es para un futuro lejano, sin embargo, es un futuro en el cual debemos pensar ahora.

Las tendencias en curso demandan acción. Si la tendencia natural de nuestras economías es hacia la creciente extracción de rentas y la desigualdad, con todos sus terribles resultados sociales y políticos, debemos responder de manera reflexiva y decidida. Ese es el gran desafío. Lampadia




Nos empeñamos en negar las evidencias sobre la automatización

Nos empeñamos en negar las evidencias sobre la automatización

Complementando nuestras publicaciones sobre los avances de la robótica y la inteligencia artificial y su impacto en los empleos del futuro, presentamos ahora, el último estudio del Centro de Investigación Pew sobre las fallas de percepción de la mayoría de la población sobre el impacto de la automatización del empleo.

Una reciente encuesta realizada  por el Centro de Investigación Pew afirma que aproximadamente la mitad de todos los empleos en Estados Unidos están en riesgo de automatización. Además, el mismo estudio afirma que dos tercios de los adultos estadounidenses esperan una sustitución por la automatización en la mayoría de sus trabajos, en los próximos cincuenta años.

Los datos, recopilados por el Centro de Investigación Pew mediante una encuesta nacional de más de 2,000 adultos, muestran que el 65% de los estadounidenses creen que los robots y las computadoras reemplazarán gran parte del trabajo realizado actualmente por los seres humanos, en los próximos 50 años. Sin embargo, casi contradictoriamente, nadie espera que les suceda a ellos: el 80% de los encuestados creen que su propia ocupación no se verá afectada.

Las expectativas de los encuestados son muy similares independientemente de la edad, los ingresos del hogar, tipo de empleo y el nivel de educación alcanzado. Hay un poco más de escepticismo entre los estadounidenses con ingresos relativamente altos, así como con los menores de 50 años de edad, los que tienen educación universitaria y los que trabajan en actividades sin fines de lucro, gubernamentales o de educación. 

Y a pesar de que la gran mayoría predice un aumento en la sustitución tecnológica y robótica en la fuerza de trabajo, pocos opinan que la automatización de la fuerza de trabajo sea una amenaza inminente. Una preocupación más inmediata para muchos (y más aún para aquellos cuyos trabajos implican principalmente el trabajo manual o físico) es la posibilidad de perder su trabajo por una la mala gestión de la empresa y competir con personas que acepten ingresos más bajos.

La automatización robótica es algo que la gente siente que va a ocurrir en un futuro lejano, pero no creen que necesariamente haya una conexión con sus propias perspectivas de empleo o las perspectivas de empleo de sus hijos“, dijo Aaron Smith, autor principal del la encuesta de Pew.

Las nuevas tecnologías han desplazado a trabajadores humanos durante generaciones, pero también han elevado el nivel de vida de las masas y creado nuevos empleos. Pero muchos economistas y académicos están en duda sobre el futuro del empleo con la próxima ola de máquinas inteligentes. Ver distintos análisis de Lampadia al respecto: Entrevista sobre la transformación del empleo y las industrias, El futuro del empleo con Robots e Inteligencia Artificial (II) y Apuntes para la creación de empleo al 2034 (II).

Por supuesto, también se están creando nuevos puestos de trabajo gracias nuevas tecnologías como Internet y el comercio electrónico. Pero estos trabajos (ya sea en marketing, en medios sociales o en programación de aplicaciones) son más propensos a tener una vida más corta que los trabajos tradicionales, dado que se basan en tecnologías que están en un proceso constante de cambios.

La cuestión más importante es, por supuesto, si los cambios hacia una creciente automatización de los puestos de trabajo van a transformar un gran número de puestos de trabajo más tradicionales; mediante, por ejemplo, la automatización del transporte con vehículos sin conductor que volverían redundantes a los conductores humanos.

En 2013, investigadores de la Universidad de Oxford publicaron un informe titulado “El futuro del Empleo: ¿Cuan susceptibles son los puestos de trabajo por la computarización?”, el cual afirma que el 47% de los puestos de trabajo, tanto manuales como cognitivos, están en riesgo de automatización en la próxima década o dos. El año pasado, los analistas de Nomura Research Institute determinaron que la mitad de la fuerza laboral de Japón sería sustituida por la inteligencia artificial en 2025. Hace unas semanas, la Universidad Tecnológica de Nanyang de Singapur publicó que está desarrollando geriatras con robots humanoides.

Incluso se está desarrollando una “ciudad de los robots” en Japón, con robots en puestos de asistencia médica, sector industrial y agrícola. Con un rápido avance de la inteligencia artificial, es fácil ver por qué la mayoría de los estadounidenses esperan que la robótica vuelva redundantes a los seres humanos en el tiempo.

Es importante recordar las afirmaciones de Klaus Schwab del Foro Económico Mundial (WEF), “Sin una acción urgente capaz de gestionar la transición a corto plazo y construir una fuerza de trabajo con habilidades del futuro, los gobiernos tendrán que hacer frente a un creciente desempleo y desigualdad, y las empresas a una base de consumidores reducida”.

En Davos 2016 se informó que los avances de la tecnología combinados con los cambios demográficos podrían conducir a una pérdida neta de 5 millones de puestos de trabajo en 15 de las principales economías en 2020. “Casi 7.1 millones de empleos podrían perderse por la redundancia, automatización o la desintermediación, siendo las mayores pérdidas en puestos de cuello blanco y funciones administrativas. Se prevé que la pérdida sea parcialmente compensada por la creación de 2.1 millones de nuevos puestos de trabajo, principalmente en computación, matemáticas, arquitectura e ingeniería“.

Independientemente de que la mayoría de personas sientan una extraña y dicotómica seguridad en que no van a ser obsoletos en el futuro, los hechos presentados cuentan una historia con una moraleja que todos los ciudadanos que trabajan harían bien en escuchar. Como dice The Economist Espresso: “La negación es una fuerza poderosa, pero la tecnología es más fuerte”.

Estas seguridades son meras ilusiones optimistas de las personas, que en una reacción característicamente humana, creen que nadie podría desempeñar mejor su puesto de trabajo que ellos mismos, mucho menos un robot. Pero los hallazgos de Pew resaltan lo que ya sabemos, tal como la historia de los avances tecnológicos nos ha demostrado una y otra vez: Al final las máquinas seguirán engrandeciendo y apoyando las capacidades humanas. Lampadia

 




No temamos a las máquinas súper inteligentes

No temamos a las máquinas súper inteligentes

Mucho de lo que hemos publicado últimamente sobre la inteligencia artificial conlleva temores sobre el mal uso de esta tecnología para la raza humana. En el siguiente artículo de Luciano Floridi del Financial Times, el experto en filosofía y ética de la información descarta los temores como algo que no corresponde a lo que hoy se puede prever.

Los humanos no tienen nada que temer de las máquinas inteligentes

Luciano Floridi (Profesor de filosofía y ética de la información en la Universidad de Oxford, R.U.)

Financial Times

25 de enero 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Ninguna versión de un Godzilla IA con está a punto de esclavizarnos.

Debemos centrarnos en los desafíos reales, dice Luciano Floridi.

Elon Musk, fundador de SpaceX y Tesla Motors, cree que la inteligencia artificial es “potencialmente más peligrosa que las armas nucleares”. La “mayor amenaza existencial” para la humanidad, piensa, es una inteligencia de máquinas súper inteligencies estilo Terminator que un día dominarán a la humanidad. Por suerte, Musk se equivoca.

Muchas de las máquinas pueden hacer cosas increíbles, a menudo mejor que los humanos. Por ejemplo, la computadora Deep Blue de IBM jugó y venció al gran maestro Garry Kasparov en ajedrez en 1997. En 2011, otra máquina de IBM, Watson, ganó un episodio del programa de concurso de televisión Jeopardy, superando a dos jugadores humanos, uno de los cuales habían disfrutado de una racha de 74 victorias. El cielo, al parecer, es el límite.

Sin embargo, Deep Blue y Watson son versiones de la “máquina de Turing”, un modelo matemático ideado por Alan Turing, que establece los límites de lo que un ordenador puede hacer. Una máquina de Turing no tiene entendimiento, no hay conciencia, no hay intuición – en fin, nada que reconoceríamos como una vida mental. Carece de la inteligencia incluso de un ratón.

Otros científicos están en desacuerdo. Stephen Hawking ha argumentado que “el desarrollo completo de la IA podría significar el fin de la raza humana”.

Ray Kurzweil, inventor y futurista estadounidense de Silicon Valley, ha pronosticado que en 2045 el desarrollo de tecnologías de cómputo alcanzará un punto en el que la IA superará la capacidad del ser humano para comprenderla y controlarla. Escenarios como los de Kurzweil son extrapolaciones de la ley de Moore, según la cual el número de transistores en los ordenadores se duplica cada dos años, entregando más y más poder computacional a un costo cada vez menor.

Sin embargo, Gordon Moore, persona por la cual se nombró dicha ley, reconoció que es una generalización poco fiable porque hay un límite físico a la cantidad de transistores que pueden ponerse en un circuito integrado.

En todo caso, la Ley de Moore es una medida de la potencia de cálculo, no de inteligencia. Mi robot de limpieza, un Roomba, va a limpiar el suelo de forma rápida y barata y cada vez mejor, pero nunca va a reservar unas vacaciones por sí misma con mi tarjeta de crédito

En 1950, Turing propuso la siguiente prueba: Imagine que un juez humano hace preguntas escritas a dos interlocutores en otra habitación. Uno de ellos es un ser humano, el otro una máquina. Si el juez no puede darse cuenta de la diferencia entre la máquina y el humano en el 70 por ciento de las veces, entonces, se puede decir que la máquina ha pasado la prueba.

Turing pensaba que las computadoras pasarían la prueba para el año 2000. Se equivocó. Eric Schmidt, el ex presidente ejecutivo de Google, cree que la prueba de Turing se logrará en 2018. Veremos. Hasta ahora no ha habido ningún progreso. Los programas de computadoras todavía tratan de engañar a los jueces mediante el uso de trucos desarrollados en la década de 1960.

Por ejemplo, en la edición 2015 del Premio Loebner, en un concurso anual de Turing, un juez le preguntó: “El auto no podía caber en el espacio de estacionamiento, ya que era demasiado pequeño. ¿Cuál era demasiado pequeño?” El software que ganó el premio de consolación de ese año respondió: “Yo no soy una enciclopedia andante, ¿sabes?”

Las ansiedades sobre máquinas súper-inteligentes son, por lo tanto, científicamente injustificadas. Las tecnologías “inteligentes” existentes no son un paso hacia la IA en toda marcha, al igual que subir a la cima de un árbol no es un paso hacia la luna, sino el final del viaje. Estas aplicaciones sin duda pueden ser más astutas que nosotros, pueden superarnos y sustituirnos en la realización de un número creciente de tareas. Esto no es porque tratan el mundo de forma inteligente, sino porque estamos volviendo al mundo cada vez más fácil para ellos.

Tome como ejemplo a los robots industriales. No les damos rienda suelta en el mundo para que construyan autos; construimos ambientes artificiales alrededor de ellos para asegurar su éxito. Lo mismo puede decirse de los miles de millones de artefactos inteligentes que pronto se comunicarán unos con otros vía la llamada ‘Internet de las Cosas’.

Ninguna versión Godzilla con IA de está a punto de esclavizarnos, por lo que debemos dejar de preocuparnos por la ciencia ficción y empezar a centrarnos en los retos reales que plantea la IA. En el análisis final, los seres humanos y no las máquinas inteligentes, son el problema, y ​​lo seguirán siendo en el futuro previsible.

Nuestra prioridad debe ser evitar cometer errores dolorosos y costosos en el diseño y uso de nuestras tecnologías. Existe un grave riesgo de que podamos hacer un mal uso de ellas en detrimento tanto para la especie como para el planeta.

Winston Churchill dijo una vez: “nosotros damos forma a nuestros edificios y después nuestros edificios nos dan forma a nosotros.” Lo mismo se aplica a las tecnologías inteligentes en la ‘infoesfera’. Lampadia