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Por mapas de oportunidades y no sólo de pobreza

Por mapas de oportunidades y no sólo de pobreza

Álvaro Díaz Castro
Abogado en Derecho de la Empresa y Minería
Para Lampadia

“Debemos “desbloquearnos” de anclajes, paradigmas y creencias surgidas de las experiencias, de la tradición y del lenguaje que nos impiden avanzar” nos recuerda Joanna Prieto, especialista en neurolingüística, lo cual no aplica sólo al tema personal o familiar sino a otras esferas mucho más amplias como las políticas gubernamentales, y los planes y desarrollos distritales, provinciales y regionales, es decir, en la perspectiva de diseñar el futuro de poblaciones e incluso el país.

Un tema que parece sólo lingüístico o un simple fraseo de palabras, resulta mucho más que ello, pensar en mapas de pobreza obliga a tomar determinados caminos explícitos como sugeridos. Si habláramos de mapas de desarrollo u oportunidades serían otros los caminos y el ánimo que las impulse.

No tenemos por qué dudar de la sinceridad y de las mejores intenciones del padre Gastón Garatea, así como las de muchos otros peruanos que se han involucrado en la tarea- de por sí encomiable y solidaria- por enfocar su preocupación por ayudar a los más pobres, y que fue con el mejor espíritu que propusieron e impulsaron las mesas o mapas de pobreza para focalizar el apoyo social.

Ello es distinto a los dudosos discursos y plataformas de ofrecimientos de políticos, seudo líderes y de algunas oenegés (repetimos, algunas, no la mayoría), respecto de sus reales motivaciones en mantener todo dentro de “Mapas de la Pobreza” y de las mesas de lucha contra este flagelo que, a partir de ello, se instalan, y reditúan o votos y/o fondos gracias a mantener el “status quo” de pobreza con todo ello.

El poder de la palabra, de los elementos que utilizamos en nuestros mensajes, en una extraña simbiosis que, señalan los estudios, nos suele llevar a transformarnos, de alguna manera, en esas mismas palabras y elementos que repetimos. El niño que escucha todos los días las reprimendas que lo señalan como sucio y holgazán es poco probable que desarrolle su estima y menos aún sus potencialidades, existe más bien el riesgo de que se convierta en un adulto sucio y holgazán.   La intención del padre de provocar una reacción positiva en el hijo, a fuerza de tales calificativos, es muy probable que genere el efecto contrario al buscado. Pareciera esto un contrasentido, pero lo cierto es que muchas buenas intenciones pueden convertirse en estímulos perversos: efecto boomerang.

Así, el estímulo de mostrarse como el más pobre, dentro del mapa de la pobreza, devino en que cada región, provincia, distrito y/o pueblo/comunidad se empeñara por aparecer ante cualquier ámbito, como los más desafortunados, hambrientos, miserables, abandonados y desatendidos: De esta manera, llegarán más programas sociales y nos darán más fondos”, parece que fuera la motivación en este intento, que se ha convertido en demagógica prédica de algunos de sus dirigentes.

Imaginémonos que hay dos distritos con casi igual población, necesidades y situaciones similares de pobreza. Eso hace que reciban del Estado (para todos los programas sociales), digamos un monto de 100,000 para cada distrito. El distrito “A” luego de un año de excelente planificación, esfuerzo, restricciones, responsabilidad e inversión eficiente de los recursos asignados, mejora las condiciones de vida de su población. Sin embargo, en lugar de premio será castigado por cuanto el siguiente año, es muy probable, tendrá menos recursos asignados, porque- razonan los burócratas- hay menos pobreza y siendo así hay que recortar los fondos. El distrito “B” que dilapidó, gastó en banalidades y festejos o no hizo nada, sino agudizar mayores desgracias en el entorno, es muy probable, será premiado dándole mayores recursos y programas sociales, porque será una zona aún más pobre que hace un año. Esos son los estímulos perversos a los que nos referíamos. No siempre es así, y existen esfuerzos puntuales por premiar correctamente al más eficiente, pero son esfuerzos aislados y excepcionales, no institucionalizados.

En esta perspectiva, se considera que de llegar una inversión pública o privada que puede ser una alternativa de desarrollo, lo mejor es rechazarla, ya que se arruinarían las estadísticas de extrema pobreza que tienen, lo cual  podrían ocasionar la reducción o desaparición de los programas sociales, los ministerios retirarían al médico de la posta y al profesor del colegio, en resumen se pondría en riesgo los programas de agua, desagüe,  carreteras proyectadas, el apoyo agrícola y veterinario, entre otros puntos.  En verdad, son temores que podrían ser fundados, porque en varias partes de las entidades públicas centrales se ha articulado reacciones y decisiones que promueven estas respuestas reactivas negativas y las considera correctas o normales: si hay una inversión que el Estado se retire y que la inversión vea como atiende todo.

Los alcaldes y directivas comunales, por el desasosiego generado (les cierran las puertas de las instituciones y cancelan los programas y proyectos) sentirán que es mejor no tener esperanza en esa inversión proyectada, que tendría efectos negativos en el plazo inmediato y es más seguro depender de los programas gubernamentales de asistencia social bajo el paraguas de ser muy pobre.  Incluso cuando luego de reclamos llegan a firmarse actas en mesas de diálogo, con compromisos específicos de varios ministerios y entidades, lo más probable es que pasen los años y no se plasmen tales acuerdos en la realidad, otra vez el discurso de los funcionarios públicos se dirigirá a que de eso se encargue la inversión, que ellos tienen otras prioridades.

Resulta interesante anotar que, hace varios años y en sólo una oportunidad, el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) en lugar de ofrecer información sobre mapas de la pobreza de Perú, elaboró el mapa de las potencialidades (sin dejar de lado el serio análisis de las carencias que se deben solucionar). Esto fue distinto y bueno. Enseñaba a las regiones, provincias y distritos la forma cómo debían verse así mismos e intentar buscar vías de desarrollo aprovechando las ventajas competitivas que tenían. Interesante resultaba señalar que no existía lugar alguno en el cual no hubiera condiciones idóneas para asegurar oportunidades de desarrollo.  No sólo eran cifras, sino motivaciones trascendentes, posibilidades de no tener que estirar la mano sino construir su camino, de ser reconocidos por su ingenio, creatividad, esfuerzo.   No mostrarse como el más pobre y carente, sino como quien, sí necesita una mano, pero para con ello proponer y hacer, que ese apoyo que reciban se transforme y crezca, para que mejoren realmente las condiciones de vida sin depender de las decisiones de otros.

A muchos políticos y dirigentes que viven de que exista y se mantenga la pobreza no les gustó que se dijera, por ejemplo, que de lo conocido en dicho momento, sólo se había explotado el 2% a 3% del potencial minero, que se habría desarrollado apenas el 20% en la industria pesquera, y muy poco del turismo, o de la diversidad genética agrícola (germoplasma), maderera, textil, mientras que, al contrario, teníamos  un sistema agrícola poco competitivo, pesca de supervivencia, minería artesanal, comercio informal, industria débil, etc. A los que se aprovechan de la pobreza para sus propios fines de proselitismo político, no les resulta cómodo que la población sepa que existen enormes oportunidades de cambiar los conceptos, calidades y cantidades de producir muchos productos y dar servicios altamente demandados en el Perú y en el mundo, en especial, reafirmando su identidad y generando oportunidades serias y de largo plazo.

Demostrar que hay oportunidades para todos deja sin discursos fatalistas y extremistas a buena parte de políticos. Para ellos, resulta mejor seguir promoviendo mapas de la pobreza y buscar culpables de las desgracias y no promover cómo crecer y mejorar la calidad de vida de modo sustentable en el tiempo.

Gastón Acurio no anda diciendo a los restaurantes, puestos de mercado, carretilleros que hagan huelgas, reclamen y amanecen, sino que sigan afinando sus sabores, mejorando su sistema de higiene, diversificando su oferta, promoviendo lo que hacen mejor.  Ello genera oportunidades y crecimiento, orgullo por lo que se hace, un panorama sostenible a mediano y largo plazo.

Insisto, el padre Garatea y personas de buenas intenciones como él, sí hacen una labor noble y alturada, pero los caminos y políticas elegidas una y otra vez, no ayudan. Las brújulas de los mapas de la pobreza por sí solos no apuntan al norte de las soluciones, sino que van por caminos sinuosos y temporales; si fueran integrados, tales Mapas de Pobreza como parte de los Mapas de Oportunidades y de Desarrollo es muy probable que ambos harían sinergia que no suma sino multiplica.

Cuando se retrasó un Camisea por veinte años probablemente ha costado tantas vidas y futuros frustrados como las de una enorme plaga o el terrorismo. Esos efectos producen en las personas la extrema pobreza: alta mortalidad infantil, padecimiento de enfermedades por toda una vida, disminución de las capacidades que no les permita igualdad de condiciones para su desarrollo, entre muchos otros efectos.

El pálido boom de las inversiones entre el 2001 al 2011 (no obstante, la mayor ola de inversiones recibida por Perú, pudiendo haber sido considerablemente mayor) conllevó increíbles efectos positivos: la pobreza en general se redujo del 54.8% al 27.8%, y la pobreza extrema de 24.4% al 6.3%, se redujo el índice Gini (la diferencia entre los que más ganan y los que menos ganan).

Si se cuantifica cuántos niños y ancianos han dejado de morir con tal reducción de la pobreza, cuántas enfermedades permanentes, crónicas y agudas se han dejado de generar, cuántas capacidades se han potenciado, adicional al impacto ambiental positivo de usar gas en lugar de otros combustibles fósiles… entenderíamos por qué tener un “Mapa de Oportunidades”, como norte de las políticas y esfuerzos, reditúa efectos tangibles y no sólo placebos como suele ocurrir con los efectos de los “Mapas de la Pobreza”, sin dejar de reconocer que un “Mapa de Oportunidades” no deja de lado a los programas sociales, sino que los optimiza, garantiza su financiamiento, los vuelve eficientes, coadyuvan al despegue, se integran en el esfuerzo individual, grupal y estatal en todos sus niveles.

Quizás George Bernard Shaw describió lo expuesto en una sola frase: “No tenemos más derecho a consumir felicidad sin generarla, que a consumir riqueza sin producirla”. Lampadia