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¿Cómo perciben los peruanos al sector empresarial?

¿Cómo perciben los peruanos al sector empresarial?

MÁS MITOS QUE REALIDADES

La Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), dirigida en el Perú por Luis Bustamante Belaunde, presentó el pasado 23 de julio un evento muy importante sobre la percepción del sector empresarial por parte de los peruanos. La ponencia estuvo a cargo de Rolando Arellano Cueva y contó con los comentarios de Patricia Teullet y de Luis Salazar.

Arellano explicó cómo, muchas veces, las percepciones pueden diferir o alterar la realidad. Este es el caso en cuanto a la imagen del sector empresarial.

Como se puede ver en el video que presentamos líneas abajo, se ve al sector empresarial como egoísta y alejado de la consecución del bienestar general. Sin embargo, por ejemplo, durante la pandemia el sector empresarial peruano ha generado aportes y contribuciones graciosas que representan un esfuerzo 4.2 veces más grande que el desplegado por las empresas de EEUU.

En la siguiente lámina se ve el reconocimiento del mayor aportante, el BCP, y de muchos otros grupos empresariales.

En cuanto al sector minero, tan menospreciado en la política y en los medios, la población reconoce, ocho de cada diez peruanos, que “la minería formal es el motor económico que necesita la reactivación”.

La responsabilidad de esta situación, se debe en buena medida, al silencio de las empresas y analistas de la economía de mercado, que no han sabido contrarrestar la bulla mediática y política, que ha desfigurado la realidad.

Ver presentación: https://youtu.be/8xUPkeZ_jsQ

El panel también hizo importantes aportes que pueden verse en el siguiente link: https://youtu.be/1pqfGro2GhU




Ejemplo de Ciudadano, Jurista y Político

En estos días que extrañamos una clase dirigente que sepa hacerse presente en los momentos de debilidad de la Patria, en días en los que clamamos por ejemplos de virtud y compromiso cívico en la política, queremos destacar la figura del ínclito, don José Luis Bustamante y Rivero.

Bustamante y Rivero se desempeñó con pulcritud y generosidad como jurista, Presidente del Perú entre 1945 y 1948, y Juez de la Corte Internacional de la Haya entre 1961 y 1969, presidiendo la corte entre el 67 y 69. En 1980 coronó con éxito su labor de mediador en el conflicto limítrofe entre Honduras y El Salvador, y en un gesto que asombra y lo enaltece, rechazó el honorario que le ofrecieron ambos países, respondiendo: “La paz no tiene precio”.

El mes pasado en Arequipa, su sobrino Luis Bustamante Belaunde, Rector Emérito de la UPC, como vicepresidente del Patronato José Luis Bustamante y Rivero, con motivo de la donación de la ‘banda presidencial’ a la Universidad Católica San Pablo, nos regaló unas palabras que resaltan las virtudes de ese peruano ejemplar.

Hoy queremos compartir con nuestros lectores esas palabras, para recordar que los peruanos hemos producido grandes figuras públicas, y llamar, nuevamente, a nuestros mejores hijos a dar de sí, participando en la vida nacional.

Palabras en la ceremonia de donación de la banda presidencial del Dr. José Luis Bustamante y Rivero en favor de la Universidad Católica San Pablo

Arequipa, 20 abril 2018

En la vida de los pueblos y en el desarrollo de todas las sociedades, los símbolos están llamados a desempeñar un papel importante y revelador.  Desde la aparición de las primeras civilizaciones, la humanidad ha buscado y usado imágenes y objetos que representen sus aspiraciones y sus logros, sus victorias y sus sueños. 

Esos símbolos visibles, sus usos y sus mezclas, han revestido diversas formas y variados ritos según el tiempo vivido y de acuerdo con cada orden y de cada jerarquía.  Antoine de Saint-Exupéry hace decir a uno de sus personajes en El Principito que “los ritos son necesarios”.  Y así lo ha entendido la gente a lo largo y ancho de la historia. 

De este modo, en el orden religioso, aparecen los hábitos, los ornamentos, los báculos, los anillos, y las mitras.  En el orden político, los signos guardan relación con la naturaleza de los regímenes.  Cada sistema político ha empleado, para sus autoridades y sus mandos, un conjunto de signos materiales que los identifiquen y traduzcan de algún modo su origen, su naturaleza y su propósito. Esos signos han conformado una suerte de gramática cívica, y su empleo, su combinación, su supresión o sus cambios han sido parte de lo que podríamos llamar la liturgia civil o ciudadana.  Las monarquías emplean para sus reyes y reinas los tronos, las coronas, los títulos de nobleza, los sellos y los cetros.  Y en los regímenes republicanos —como el nuestro— son otros los distintivos, quizás deliberadamente más limitados, pero no por ello menos solemnes, como las cintas y las medallas para los representantes de los poderes del Estado, y, para sus más altos exponentes, un escueto bastón de mando y una banda generalmente sencilla cuyos colores la familiarizan con la bandera nacional.

La banda presidencial viene a ser, de este modo, en una república, la síntesis visible del poder que el pueblo reconoce en quien ejerce, gracias a su mandato y por disposición de la Constitución, la más alta magistratura de la nación, a la cual personifica, y quien en virtud de ello queda investido como su primer mandatario, esto es, quien ha recibido los mayores mandatos o poderes, y desempeña la más alta responsabilidad por voluntad de los ciudadanos que lo eligieron.  De allí que la sencilla banda presidencial resulte el signo tangible más representativo de un régimen político republicano. 

En nuestro país, la banda que en julio de 1945 fue solemnemente impuesta por el Presidente del Congreso, el Dr. José Gálvez Barrenechea, al recién elegido Presidente, el Dr. José Luis Bustamante y Rivero, es una que este recibió con la singular humildad que siempre lo caracterizó, que supo dignificar día a día con la limpieza de su trayectoria y con el testimonio de su ejemplo, y que jamás fue manchada por acto ni por omisión algunos que pudieran deshonrarla. 

Esta banda era apenas una promesa en el horizonte complicado e incierto de los umbrales de 1945 cuando el entonces Embajador del Perú en Bolivia recibe la invitación del recientemente constituido Frente Democrático Nacional para asumir la candidatura civil a la presidencia de la República y que, según su propia confesión, le plantea un problema de angustiosas proyecciones y abruma su sentido de responsabilidad, llevándole a redactar en el mes marzo el llamado Memorándum de La Paz, donde resume los ocho puntos que considera como requisitos básicos de su participación en el proceso electoral de dicho año.

Esta banda fue toda una meta de esperanza nacional cuando se cumple y desarrolla la campaña electoral, tan breve como intensa, del mencionado Frente Democrático Nacional, integrado por seis partidos y movimientos políticos de alcance nacional y por numerosas delegaciones y comités de carácter regional.

Esta banda encarnó el legítimo triunfo en una limpia victoria electoral, que alcanzó un porcentaje de votos no superado en la historia de las elecciones libres del país al sumar los dos tercios de los votos favorables frente a un tercio obtenido por el candidato contendor, esto es, lográndose una ventaja en la proporción de dos a uno.

Esta banda fue la serena posesión de quien hizo de su tarea de gobierno un monumento de respeto a la Constitución y la ley, y cumplió un papel decisivo en la construcción en nuestro país de un Estado de Derecho, en el cual la autoridad se somete a las limitaciones de su poder en lugar de utilizarlo para someter a los demás a sus dictados.

Esta banda fue callada herramienta en la laboriosa misión —aún penosamente inconclusa— de la edificación de una democracia representativa como pareja inseparable de la idea republicana de un gobierno civil que busca incansablemente un sistema de libertades y el juego responsable y constructivo de las distintas opciones partidarias.

Esta banda se vio luminosamente honrada al compartir su titular las tareas del gobierno con ilustres peruanos que sirvieron al país como ministros tan competentes como leales, entre los que cabría recordar, por citar tan solo algunos nombres en orden alfabético, el Dr. Luis Alayza Paz Soldán, el Dr. Jorge Basadre, el Dr. Rafael Belaunde Diez Canseco, el Dr. Javier Correa Elías, el Dr. Honorio Delgado, el Dr. Luis Echecopar García, el Ing. Rómulo Ferrero Rebagliati, el Dr. Enrique García Sayán, el Dr. Alberto Hurtado, el Dr. José León Barandiarán, el Dr. Julio Ernesto Portugal, el Gen. Armando Revoredo, el Dr. Óscar Trelles, el Dr. Luis E. Valcárcel, el Ing. Pedro Venturo o el Dr. Julio César Villegas.

Esta banda fue la silenciosa compañera en la soledad y en los infortunios propios del poder cuando este se ejerce dentro de las limitaciones de la ley, y muy particularmente cuando el comportamiento partidario en el Congreso impuso el ausentismo entre los miembros de una de sus Cámaras, impidiendo su funcionamiento, causando el receso parlamentario y obligando a la adopción de medidas extraordinarias para evitar la parálisis institucional, política y económica del país.

Esta banda fue la gloriosa testigo de singulares decisiones históricas que supusieron el cambio del mapa nacional con la declaración extensiva de las aguas jurisdiccionales y la proclamación del dominio marítimo o mar territorial —esto es, el derecho a la propiedad del territorio subyacente a dichas aguas y al aprovechamiento soberano de sus recursos— dentro del zócalo continental hasta el límite de las 200 millas al oeste de la costa, según el Decreto Supremo 781 de 1 de agosto de 1947.

Esta banda fue también la víctima paciente de la aguda confrontación de intereses egoístas que buscaban desplazar y desnaturalizar al interés nacional, que comenzaron por complotar silenciosas conjuras hasta realizar osados boicoteos que impactaron la normalidad institucional y desembocaron en la franca traición que culminó en el asalto armado al poder a través del cuartelazo de octubre de 1948.

Esta banda fue, a la vez, la solidaria compañía de quien se resistió a toda costa a renunciar a la presidencia de la República como consecuencia de ese golpe de Estado y que hubo de ser hecho prisionero y forzado al destierro y al doloroso exilio antes que faltar al compromiso nacido de las urnas y olvidar su responsabilidad de gobernante.

Y esta banda fue, finalmente, y al término de la indigna dictadura que despojó a su titular del mandato electoral, muda espectadora de la genuina reivindicación que la nación entera supo rendir al presidente derrocado, poniendo a cada quien en el lugar ganado en verdad y en justicia ante la historia.

La banda presidencial fue legada por el Presidente Bustamante y Rivero a su hijo, don José Luis Bustamante y Rivera, quien a su vez lo hizo en favor de su hijo mayor, don José Luis Bustamante Gubbins.  La decisión de donarla el día de hoy a la Universidad Católica San Pablo dice muchísimo de la profunda generosidad y del admirable desprendimiento de José Luis Bustamante Gubbins, su esposa y sus hijos.  Pero dice también mucho de la institución universitaria receptora que, al tomar posesión de ella, recibe el símbolo y el mensaje de una porción especialmente importante de la historia nacional y, con ella,  asume, o más bien, reafirma el compromiso que le corresponde —como institución educativa y como faro de la conciencia nacional— de recordar permanentemente al país el sentido de la vida de José Luis Bustamante y Rivero como ejemplar testimonio de servicio al Perú y como singular modelo de conducta para todos los peruanos.

Ver reseña biográfica en:
https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Luis_Bustamante_y_Rivero
Lampadia




Educación y formación de ciudadanos plenos

Educación y formación de ciudadanos plenos

Queremos compartir con nuestros lectores la magnífica presentación de Luis Bustamante Belaunde: La educación y formación de ciudadanos plenos, presentada en el foro de la Asociación de Clubes Departamentales, Provinciales y Distritales de Lima, coorganizado por Lampadia, hace un par de semanas.

Bustamante nos explica qué debemos entender por ciudadanos plenos y enfatiza que para ello debemos contar con educadores plenos. Asimismo, comenta el origen de la educación como una actividad privada, que ha sido capturada por los Estados, muchas veces, como en el Perú, para regimentarla y controlarla, para restarle la libertad que, sobre todo hoy, se hace indispensable en un mundo que exige una formación que va más allá de la adquisición de habilidades cognitivas.

La educación y formación de ciudadanos plenos

Luis Bustamante Belaunde

Presidente de la Asociación para el Progreso de la Dirección, Rector Emérito de la UPC

17 de febrero, 2016

Transcrito y glosado por Lampadia

 

Quisiera, en primer término, compartir unas mínimas ideas sobre los conceptos básicos que vamos a desarrollar esta tarde.

¿Qué es educación?

Generalmente se confunde educación con solamente instrucción, esto es, la transmisión o impartición de conocimientos, que tiene que ver con el qué. Pero la educación va mucho más allá, tiene que ver también con el cómo, es decir, la formación de habilidades y destrezas, y con el para qué, que tiene que ver con las actitudes. Solamente cuando combinamos el qué, el cómo y el para qué, estaremos en condiciones de educar en forma competente, pues su interacción configura las competencias.

¿Qué son ciudadanos plenos?

Ciudadanos plenos son los competentes en el último nivel educativo al que han podido acceder. Este, naturalmente, puede ser desigual, pero todos pueden tener y compartir la conciencia sobre la sociedad en la que viven y sobre todo un compromiso con los problemas y las soluciones de esa sociedad.

La formación de ciudadanos plenos obviamente requiere la existencia de agentes educativos plenos. No se puede formar ciudadanos plenos con agentes educativos limitados y esa es un poco la tragedia de nuestro país.

En Occidente, la educación comenzó siendo una tarea fundamentalmente a cargo del núcleo familiar y solamente con el paso del tiempo se fue pensando en la formación de escuelas, que comienzan también a formarse por etapas y por niveles. Más tarde entra la formación por especialidades y en todo esto tiene un papel fundamental la Iglesia Católica, que asume la educación como una forma de contribuir a la formación de los jóvenes como fieles y como ciudadanos. Con la aparición del Estado contemporáneo, en los siglos XVI y XVII —y más a fines del siglo XVIII con la revolución francesa en que se forma el estado liberal y democrático—es que aparece la existencia de un Estado que se atribuye el papel de educador.

Pero el Estado contemporáneo no fue concebido ni diseñado para educar. Fue diseñado para adoptar decisiones de interés común en una determinada colectividad. Pero con el paso del tiempo se va produciendo un desorden conceptual así como una serie de abdicaciones sucesivas de las familias y de las escuelas y de la propia Iglesia donde se van transfiriendo progresivamente atribuciones educativas al Estado, que termina convirtiendo la educación en su principal actividad productiva, hasta llegar a constituir hoy lo que podríamos llamar su más importante empresa pública.

Se ha producido una suerte de subversión en las jerarquías y en las prioridades, y poco a poco ese Estado contemporáneo en el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX va tomando cada vez más campos y más peso en la educación. Al punto que, para mencionar a nuestro país —que no es precisamente un país socialista, ni tampoco estatista, al menos en sus declaraciones constitucionales— los programas educativos tienen que ser aprobados por el Estado, los textos tienen que ser aprobados por el Estado, las condiciones en que se presta el servicio educativo tienen que ser reguladas y aprobadas individualmente por el Estado para cada centro educativo. En materia de infraestructura, se da el caso y el contrasentido que para la educación superior tecnológica el Estado aprueba hasta las fechas de los exámenes y las áreas de las aulas.

No estamos pues ante agentes educativos plenos, que podrían formar ciudadanos plenos. Estamos frente a agentes educativos limitados.

¿Qué es el principio de subsidiariedad? 

Se ha llegado al contrasentido de que lo que en un principio fue entendido como el principio de subsidiariedad —el Estado interviene en la prestación de servicios educativos solo cuando la actividad privada es inexistente o insuficiente— se trastoca, configurando una suerte de ‘subsidiariedad invertida’, al entenderse que la iniciativa y actividad privadas en materia educativa son posibles solo porque y mientras el Estado no puede darse abasto.

Se ha desvirtuado por completo la idea inicial de educación y de Estado. Por ello más que nunca es importante retomar la importancia de lo que significa, en un país como el nuestro, la libertad de enseñanza y el papel que juega la iniciativa privada con miras a que existan agentes educativos plenos capaces de formar ciudadanos plenos.

Nuestra Constitución ha rescatado el principio de libertad de enseñanza y está presente en el ordenamiento del país a partir de 1979 así como en la actual Constitución. Anteriormente la libertad de enseñanza no formaba parte del bloque de libertades individuales y sociales consagradas por la Constitución, que dice tres cosas pero la gente sólo se acuerda de dos. La primera es que la libertad de enseñanza consiste en que los padres tienen el derecho a escoger el centro educativo de sus hijos y el tipo de educación que ellos reciben. La segunda se conoce como libertad de enseñanza a aquella que, en la educación superior, se refiere a los profesores universitarios a quienes se reconoce la libertad de cátedra, esto es, que puedan enseñar los contenidos en la forma que consideren más apropiados. Pero recién en la Constitución de 1993 se da lugar al verdadero sentido de la libertad de enseñanza, que es el derecho de toda persona, natural o jurídica, a promover y conducir instituciones educativas y transferir su propiedad.

La educación y la economía

Quisiera referirme a la relación que existe entra la educación y la economía. Por alguna extraña razón, la educación se ha disociado de la economía. Es una especie de excepción a las reglas económicas. Lo que está dentro del ordenamiento económico no se aplica a la educación,y ello produce grandes contrasentidos. Hay que recordar que la prestación del servicio educativo es una actividad productiva y que, por tanto, está sujeta a las mismas reglas y principios que rigen para todas las actividades productivas y económicas.

Al respecto se producen grandes contradicciones. Me referiré a algunas de ellas.

  • Por ejemplo, se dice que lo más importante en nuestro país es la educación y esto nadie, o casi nadie, lo discute. Sobre todo ahora, en época electoral,  todos se esmeran en decir que la educación es lo más importante para el país y lo que demanda la más amplia disposición de recursos. También se dice que es importante y necesaria la inversión privada, pero luego frente a estas dos afirmaciones no hay una consecuencia lógica. Si la educación es lo más importante y la inversión privada es indispensable ¿qué pasa con la educación privada y la educación, que siempre ha sido vista con recelo, por no decir con enorme desconfianza y hasta  con animadversión?
  • Otra contradicción consiste en decir que la inversión es indispensable para el desarrollo. Y que la inversión, para ser sostenible, tiene derecho a un retorno, a lo que se conoce normalmente como lucro, esto es, a producir un excedente que sirva para el sostenimiento y el desarrollo de la actividad. Sin embargo oficialmente en nuestro país el lucro está alejado de la educación. Recién desde hace menos de 20 años se estima como posible pero, para muchos, no como deseable. No se entiende que el lucro no solamente no está prohibido sino que está alentado en la alimentación de las personas, en la prestación de los servicios de salud, en el acceso a la vivienda propia y en cualquier manifestación de la vida privada, pero no en la educación a la cual se le considera exceptuada de este principio y de esta regla.
  • Una contradicción más consiste en que nos  llenamos la boca de palabras diciendo que la educación debe ser de calidad y que los maestros necesitan una remuneración digna, principios en los que todos nosotros estamos necesariamente de acuerdo. Sin embargo. se contrapone también la idea de que la educación no puede sacrificar la economía familiar: Por ley se permite que las familias dejen de pagar el servicio educativo que reciben sus hijos, sin que esto implique la interrupción del servicio.
  • Una última contradicción consiste en proclamar que una de las garantías del desarrollo de la economía es que sea competitiva. Pero, para que una actividad humana sea competitiva, tiene que haber competencia y la apreciación oficial respecto a la educación, es que en la competencia no es propia del campo educativo ni un factor que ayude al mejoramiento de la calidad en la educación. Quienes afirman esto, piensan que más ayuda a este efecto el control del Estado. Esta es una gravísima contradicción de la cual todos nosotros somos víctimas y tenemos que pagar sus consecuencias.

Los cambios y la educación

Tomemos conciencia de lo que significan los retos que se han presentado a la actividad educativa en los últimos años, y particularmente en las últimas dos décadas. El mundo está cambiando a una velocidad de vértigo. Se están produciendo cambios dramáticos en los  escenarios, en los actores, tanto en los agentes educativos, como pueden ser los docentes y los centros educativos, como en la actitud y habilidades y capacidades de los educandos. Se están produciendo cambios dramáticos en los contenidos educativos y en las metodologías que sirven para prestar el servicio de enseñanza y el aprendizaje. Hay una constelación de recursos tecnológicos que no solamente favorecen la comunicación sino que enriquecen enormemente el potencial de la economía, y de la educación como parte de la economía.

Hace apenas unos días, una autoridad docente, como es el profesor León Trahtemberg, llamaba la atención sobre estos cambios y decía que ellos podrían sintetizarse en algunos especialmente significativos.

  • Hay un cambio de la centralidad de la atención. En la educación, anteriormente se prestaba mayor atención a la enseñanza de las matemáticas y al desarrollo de los conocimientos. Hoy la educación presta atención a otras materias: las habilidades de diseño, el desarrollo de ciencias aplicadas, el fomento de la creatividad y el desarrollo de las manualidades, por  poner solamente unos ejemplos.
  • Hoy hay carreras que hace unos 10 años no existían ni eran pensables como tales. Hay un cambio de referencias.  Hasta hace unos 10 o 15 años, para que una persona pudiera ser empleada, su curriculum era estudiado minuciosamente por el departamento de selección de personal de las empresas y se hacían análisis muy rigurosos de los certificados de estudios. Hoy, quienes tienen a su cargo el reclutamiento y la selección de personal utilizan otras herramientas y otros instrumentos,  prefieren el desarrollo de entrevistas a fondo, el análisis de un portafolio de experiencias de trabajo y hasta de recomendaciones, que no son las clásicas tarjetas de recomendación sino la lectura de los testimonios profesionales de las personas que han trabajado con el interesado.
  • Hay un cambio en el enfoque. Hasta hace algunos años se preferían los profesionales especializados. Hoy se prefieren los profesionales multidisciplinarios.
  • Como nuevas tendencias en la educación, se prefiere la enseñanza a través de la práctica, y no solamente a través de la teoría; se pone a los estudiantes en condiciones de inventar soluciones y arriesgar apuestas, de romper paradigmas, de enfrentar el riesgo de equivocarse para corregirlo, de aprender permanentemente, lo cual supone la necesidad de actualizar el arsenal académico año a año.
  • En la cobertura educativa, hoy la educación continua es una realidad, pues los estudiantes no dejan de aprender, lo hacen durante toda la vida, a lo largo de toda la vida. Se observa una extendida renovación de conocimientos: cuando una persona termina una carrera no ha terminado una etapa de su vida, está comenzando otra que lo llevará  necesariamente a certificarse en nuevos campos a reconvertirse de forma permanente en su capacidad profesional.
  • Se estima que un estudiante que concluye su carrera en estos años, va a cambiar no menos de 12 a 15 veces de responsabilidad profesional a lo largo de su vida. Ha desaparecido el concepto de la carrera como permanencia continua y estable. Por ello se va a buscar una certificación profesional de carácter temporal que va a tener que ser renovada cada determinado número de años. 
  • La acreditación de la calidad educativa dejará de ser una actividad nacional para convertirse en un estándar internacional.
  • Se producen también cambios en el entorno, hay una educación que se presta en forma masiva a través de mecanismos on-line. Ella está a cargo de múltiples agentes crecientemente privados. Hay un conocimiento distribuido, hay un entorno muy competitivo y hay una internacionalización que antes no existía.

Hace pocos días, el director del Lampadia hablaba de la necesidad de reenfocar la educación hacia la libertad, hacia la innovación y hacia una educación diseñada a la medida de cada educando. Estos cambios necesarios, y que se están produciendo por todas partes, confrontan un elemento en la sociedad, que no los escucha, que no los entiende, que no los trabaja, un ente autista, que es el Estado peruano. El Estado es lo único que no cambia ante esta realidad dramáticamente cambiante. El Estado sigue empleando los instrumentos del pasado, cree que el control central  y la regimentación de la actividad educativa sigue siendo la respuesta en lugar de la libre iniciativa y de la competencia.

Lampadia citó a Lant Pritchett, de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard, que vino al Perú hace dos años. Él decía que el cambio en materia de educación no puede darse en forma gradual, sino que tiene que darse en forma de shock, de Big Bang. Que hay que pensar en educación como un sistema abierto y compararlo con un organismo vivo como es la estrella de mar, que no tiene cerebro, no tiene control central, pero funciona perfectamente, un sistema funcional orientado a resultados, como el que nosotros necesitamos.

Necesitamos, sobre todo y por encima de otras cosas, cambiar de mentalidad que tiene que ser distinta a la que hoy prevalece y predomina. Tenemos que ir hacia un pensamiento libre, a poner en juego la audacia y a ejercitar la información global, sólo así podemos alcanzar el conocimiento, la visión y la terquedad que se requieren para alcanzar nuevas metas y nuevos resultados. Lampadia

 




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