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No dejemos la mentira sobre la mesa

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Mayor bienestar con malas noticias

Mayor bienestar con malas noticias

Desde el nacimiento de Lampadia hemos hecho hincapié en mostrar, con cifras y fuentes, la evolución de los indicadores sociales y económicos del Perú desde la promulgación de la Constitución de 1993 y, especialmente de los diez años previos al gobierno del nacionalismo que nos regaló un ominoso punto de inflexión. Ver: Cifras de la Prosperidad y Punto de Inflexión.

Nuestro enfoque contradecía permanentemente el negativismo y ‘negacionismo’ con el que una buena parte del establishment político y académico calificaba nuestra realidad. Además, nuestras notas de análisis e información contrastaban notoriamente con el ambiente mediático, cargado de malas noticias, escándalos y hasta distorsiones con los que se sigue alimentando, día a día, la formación del sentido común de los peruanos.

De tiempo en tiempo, leemos en boca de ciertos analistas quejas sobre esta situación negativa del clima mediático. Se habla de que lo que se busca es el rating, de la morbosidad del público y a veces de la lejanía de los dueños de los medios y sus periodistas, con el sentido de misión y vocación que todavía algunos esperamos de la prensa.

En esta nota queremos compartir con nuestros lectores un brillante análisis de Matt Ridley, de su reciente libro: The Evolution of Everything (La evolución de todo), en el que nos dice: “No puedo reconciliar en mi mente esta extraña yuxtaposición de optimismo y pesimismo. En un mundo que nos da una oferta inagotable de malas noticias, las vidas de las personas mejoran y mejoran”.

En nuestra opinión, una de las más importantes responsabilidades de los líderes de opinión y de los medios de comunicación es promover la formación de ciudadanos empoderados y comprometidos, sobre todo en un país, que como el nuestro, está todavía en construcción.

Podemos entender los espacios de la inmediatez informativa en que se desenvuelve el mundo mediático, pero no debemos dejar de lado el eco de los grandes procesos históricos y el fomento de una mejor educación cívica.

Revisemos algunos pasajes de la magnífica obra de Ridley. (Traducido y glosado por Lampadia):

La Evolución de Todo

“Hay dos maneras de contar la historia del Siglo XX. Puedes describir una serie de guerras, revoluciones, crisis, epidemias y calamidades financieras. O puedes apuntar a la gentil pero inexorable mejora de la calidad de vida de casi todos en el planeta: el aumento de los ingresos, la conquista de las enfermedades, la desaparición de los parásitos, la creciente persistencia de la paz, la mayor duración de la vida, los avances de la tecnología. Escribí un libro sobre esto último. Estaba glorioso de que el mundo fuera un muy mejor lugar de lo que jamás había sido. Sin embargo, lee los periódicos y pensarás que habíamos sido sacudidos de desastre en desastre, y que nos esperaba un inevitable futuro de más desastres. No puedo reconciliar en mi mente esta extraña yuxtaposición de optimismo y pesimismo. En un mundo que nos da una oferta inagotable de malas noticias, las vidas de las personas mejoran y mejoran”.

“Creo que ahora ya entendí: Las malas noticias son hechas por el hombre ‘top-down’ (de arriba a abajo) deliberadamente, impuestas a la historia. Las buenas noticias son accidentales, no planeadas, emergentes, evolucionan gradualmente”.

“Las cosas que van bien son largamente  no intencionales; las que van mal son mayormente intencionales. Dos ejemplos:

Uno: La Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, el Tratado de Versalles, la Gran Depresión, el Régimen Nazi, la Segunda Guerra Mundial, la Revolución China, la Crisis Financiera del 2008; cada uno de estos eventos fue el resultado de decisiones ‘top-down’ hechas por, relativamente, un pequeño número de personas que trataban de imponer sus planes, ya sea por políticos, banqueros centrales o revolucionarios.

Dos: El crecimiento del ingreso global, la desaparición de enfermedades infecciosas, la alimentación de siete mil millones de personas, la limpieza de ríos y del aire, la reforestación de gran parte del mundo desarrollado, la Internet, el uso de telefonía celular para operaciones financieras, el uso de la genética individual para condenar a los criminales y liberar a los inocentes; cada uno de estos eventos fue serendípico, un fenómeno inesperado ofrecido por millones de personas que no tenían la intención de causar estos grandes cambios. Todas las cosas interesantes son incrementales, dice el filósofo Sir David Butler, y “solo muy pocos de los grandes cambios en las estadísticas de los estándares de vida de los seres humanos de los últimos cincuenta años, fueron el resultado de acciones de gobierno”.

“Dejar que las cosas buenas evolucionen, mientras hacen daño, ha sido el tema dominante de la historia. Por eso es que las noticias están solo llenas de cosas malas, pero una vez que suceden, encontramos que el gran bien ha sucedido sin anuncios. Las cosas buenas son graduales, las malas repentinas. Las cosas buenas evolucionan”.

“Equiparar ‘orden y control’ sigue teniendo un atractivo intuitivo, dice Brink Lindsey. ‘A pesar del obvio éxito de los mercados no planeados, a pesar del espectacular desarrollo del orden descentralizado de Internet, y a pesar de la muy publicitada nueva ciencia de la complejidad y del estudio de los sistemas auto-organizados, todavía es ampliamente asumido que la única alternativa a la autoridad central es el caos’”.

“El ‘volante’ (timón) de la historia es el cambio incremental a través de ‘prueba-y-error’, con la innovación dirigida por recombinaciones y esto pertenece a muchas más cosas que solamente a aquellas que tienen genes. (Le debo esta noción a Richard Webb, un experto en evolución e innovación).”

“Una buena apuesta sobre el Siglo XXI es decir que estará mayormente dominado por shocks de malas noticias, pero que experimentará un casi invisible progreso de buenas cosas. Incrementales, inexorables, inevitables cambios nos traerán mejoras materiales y espirituales que harán la vida de nuestros nietos más ricas, sanas, felices, inteligentes, limpias amables, libres y más pacíficas y más iguales –casi todo serendípicamente, como producto de la evolución cultural. Pero las personas con grandes planes causarán dolor y sufrimiento en el camino”.

“Démosle un poco menos de crédito a los creacionistas y alentemos y celebremos la evolución de todo”.

En Lampadia seguiremos tercamente difundiendo información sobre los grandes procesos de la humanidad desde una perspectiva del ‘vaso medio lleno’, mirando hacia adelante y promoviendo una mayor participación de los ciudadanos en la vida del país. ¡Ojalá podamos comprometernos con un mejor y más balaceado clima de ideas! Lampadia      




El Mundo en el Perú (2): Los trapitos sucios en casa

El Mundo en el Perú (2): Los trapitos sucios en casa

Ayer presentamos un primer análisis sobre la Reunión de Gobernadores del Grupo del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) (ver en Lampadia: El Mundo en el Perú (1): Felicitaciones). Hoy nos toca hacer algunas críticas, no a los organizadores, sino al establishment peruano que ha perdido la oportunidad de albergar este magno evento con mejor disposición y aprovechamiento.

Ya hemos remarcado la importancia de este singular evento en el Perú, lamentablemente, debemos reclamar que buena parte de nuestra clase dirigente, políticos, líderes empresariales, gremiales, académicos y periodísticos, no solo han pasado por alto tremenda oportunidad de nutrirnos del mundo y de dar a conocer la realidad de nuestro país, sino que inclusive se ha llegado a jugar un partido contrario a los aportes de la reunión en presencia de nuestros visitantes.

Por ejemplo, la PUCP, donde se albergan varios economistas anti-globalización, anti-TLCs y anti-minería, organizó por todo lo alto un evento para destacar la presencia y mensajes de Joseph Stiglitz, del Premio Nobel anti-globalización y anti FMI y Banco Mundial. En esta reunión el Nobel dijo que: “el petróleo y el cobre le pertenecen a los peruanos” (La República). ¿Qué será lo que implica? ¿Que los peruanos hagamos lo mismo que en el desastre ecológico de Tambogrande, donde se echó a una empresa moderna para que las hordas tomaran de cualquier manera algo de mineral?

Por otro lado, algunos personajes no especificados organizaron una reunión ‘masiva’ de los ‘indignados peruanos’ llamada: “Desmintiendo el milagro peruano” en el Hotel Bolívar, a la que asistieron 200 personas.

En esta reunión, según radioexitosa.pe, Stiglitz recomendó al Perú que “rompa de una vez el chanchito y no ajustarse en exceso”. Sobre el llamado ‘milagro económico’, dijo “simplemente que no existe”. Estuvo acompañado por de Echave, Dancourt, Dammert y Martín Guzmán. Se fotografió con Gonzalo García y Michel Azcueta.

Dado el despliegue sobre Stiglitz, es oportuno revisar una reciente publicación de Carlos Rodríguez Braun, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, “Ojo con Stiglitz”, en el que critica duramente a este activista por su libro ‘El malestar en la globalización’, que el autor del artículo tradujo. Por ejemplo, comenta que Stiglitz afirma que: Rusia es una economía de mercado. (Ya dijo antes que Venezuela era una democracia).Recela de los mercados pero no es consciente de los fallos del Estado. Plantea la vieja patraña de que los que confían en el mercado padecen “ideología” mientras que los intervencionistas son “economistas de primera fila” –los marxistas ya hablaban de ideología contra ciencia, que era la suya. Stiglitz desbarra diciendo que sólo los intervencionistas se ocupan de los pobres. Aduce que no hay relación entre salarios mínimos y desempleo, contra mucha teoría y evidencia empírica. Afirma que los liberales no prestan atención a “las instituciones civiles y las estructuras legales que hacen funcionar a las economías de mercado”. Con esta engañifa el intervencionismo cae por su propio peso: como el mercado no es perfecto, entonces el Estado debe actuar. La norma de este libro es exagerar el papel del liberalismo y sofocar el del intervencionismo. Sostiene que la liberalización comercial es resistida porque crea paro [desempleo], como si no fuera resistida por grupos de presión proteccionistas”.

En resumen, este ‘valor deteriorado’ fue para los negacionistas, el referente privilegiado para pasar el contrabando de su ideología y mitos anti desarrollo.

Por el lado de los medios fue notorio el alejamiento de los mismos de los principales personajes que nos visitaron, así como de las lecciones que estaban a nuestro alcance. Por ejemplo, ‘Cuarto Poder’ de América Televisión trató el último domingo, el día de cierre del evento en cuestión, “las esterilizaciones forzosas, de indultados a marcas y víctimas de la belleza”. RPP, en la hora principal del jueves pasado, en medio del evento, se entrevistó a Isaac Humala, que aprovechó para mentir sobre un proyecto minero y que es quien nos amenaza con las movilizaciones de los ‘reservistas’ para parar todos los proyectos de inversión.

En cuanto al mundo académico y empresarial, fue notoria la ausencia de muchos de sus representantes en el evento. Aparentemente, para varios resultó más conveniente aprovechar el feriado largo antes que nutrirse de mundo. Dejaron de empoderarse para poder ser mejores líderes de opinión. No se aprovechó el baño de internacionalización, nos quedamos con el ropaje del parroquialismo en el que vivimos.

Con respecto a las características del Perú y la apreciación de nuestra realidad, las autoridades peruanas, participantes en el evento, dejaron que se confunda la situación del Perú con la de otros países de la región. No supieron explicar nuestras singularidades, como las referidas a las reservas productivas que tenemos en muchos sectores y al potencial productivo que podemos poner en valor para recuperar el crecimiento económico, además por supuesto, de la necesidad de emprender una serie de reformas importantes. (Ver en Lampadia: Sudamérica: Crecimiento visto con lentes oscuros).

Nuestra gente necesita tener la mejor información sobre el mundo en que vivimos. Eso es responsabilidad de los líderes de opinión y de los medios. Lampadia