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Consejos para pensar y discutir mejor

En la vida, la perspectiva es esencial; es el marco de referencia de lo que uno piensa; tiene la capacidad de definir los elementos más importantes con los que tomamos decisiones y actuamos en el día a día. En el video que compartimos lectores líneas abajo, Julia Galef, cofundadora de Centro de Racionalidad Aplicada y experta en la investigación de cómo y por qué los seres humanos cambiamos de opinión, narra de qué se trata el razonamiento motivado. 

“Es el fenómeno en el que nuestras motivaciones inconscientes, deseos y miedos, le dan forma a la manera en la que interpretamos la información. A partir de eso, algunas ideas se convierten en nuestras aliadas, ya que queremos defenderlas para que ‘ganen’. La otra información corresponde a las ideas del enemigo, las que queremos derribar”, explica.

Y puede sonar a convicción, pero en realidad, este tipo de razonamiento va más allá y se transforma prácticamente en ceguera. Según Galef, este fenómeno puede llegar a ser aterrador si consideramos lo inconsciente que es. “Podemos pensar que estamos siendo objetivos y parciales, pero aun así podríamos llegar a destruirle la vida a una persona inocente”, plantea, revisando el famoso caso de Dreyfus.

Fuente: resourceaholic.com

¿Quién era Dreyfus? Lo que le pasó a Alfred Dreyfus fue considerado como un hito del antisemitismo en la historia. A fines del siglo XIX, el entonces capitán del ejército francés (pero de origen judío), fue acusado de espionaje y traición a la patria. Todo comenzó cuando se divulgó la noticia de que habían hallado una serie de fragmentos de papel en los que, si se reunían, se podía ver que había información confidencial que estaba siendo entregada al enemigo, Alemania.

Para dar con el autor del crimen, se llevaron a cabo pruebas caligráficas dentro de un amplio grupo de personas y así ver si la escritura a mano coincidía. A pesar de que los estudios arrojaron que, por ejemplo, la letra de Dreyfus no calzaba con la del manuscrito, fue acusado de todas formas de ser el culpable.

A pesar que todas las pruebas mostraban que no había sido él, fue finalmente sentenciado a cadena perpetua, ¿Cuál fue la razón entonces? El antisemitismo imperante en esa sociedad, hizo que todos se convencieran que él era el que había estado entregando información. Eso le nubló la vista a todos los antisemitas, quienes terminaron juzgando debido a una idea preconcebida y no a propósito de la evidencia. Un ejemplo claro del razonamiento motivado.

A partir de este fenómeno, Julia divide los tipos de pensamientos en dos: soldados y exploradores. El primero corresponden a lo que describimos anteriormente, como razonamiento motivado. Es decir, los soldados basan sus emociones como el tribalismo (sentirse muy ligado al grupo al que se pertenece e ignorar los demás) y una actitud, por lo  general, más defensiva.

En ese escenario, todo lo que se piensa está fuertemente influido por lo que en realidad se quiere creer. Por otro lado, está el pensamiento de los exploradores. Galef los define como el pensamiento de aquellos que no tienen interés en hacer que una idea gane o pierda, sino más bien en buscar qué es lo más preciso y honesto posible, incluso si no les es agradable o conveniente. Este tipo de raciocinio es el que define a aquellas personas que son capaces de superar sus prejuicios e inclinaciones, para ver la evidencia de la manera más objetiva.

Fuente: psychologytoday.com

¿Cómo es un “explorador”? Así como los soldados sienten que están encargados de luchar y ganar, los exploradores deben buscar, identificar y aclarar. Por eso, según Julia, las personas que piensan como un explorador son generalmente más curiosas y tienden a sentir placer cuando aprenden más sobre algún tema o, por ejemplo, resuelven un rompecabezas. También están más inclinados a sentirse intrigados cuando encuentran algo que contradice sus expectativas y tienen una serie de valores distintos a los del soldado.

Al final, lo más importante de todo esto, es entender que deberíamos estar dispuestos a cambiar nuestro modo de pensar si es que las evidencias nos muestran que podemos estar equivocados. Y es que es necesario comprender que no tenemos por qué sentirnos avergonzados si nos damos cuenta que estuvimos mal respecto a algo durante todo el tiempo. En cambio, deberíamos sentirnos orgullosos de poder aprender y que, aparentemente, luego estamos en lo correcto, pero siempre estando abiertos a replanteárnoslo si fuera necesario.

Es decir, de alguna manera, debemos discutir, no para ganar, sino que para ver qué es lo que está bien. Para eso, es fundamental tener una actitud curiosa y no defensiva. Así que seamos más exploradores y menos soldados cuando estemos discutiendo sobre algún tema que cuestione lo que creemos que es correcto.

Además, otro aspecto muy importante, es que cuando discutimos debemos separar a la persona de sus ideas, se puede combatir y discutir las ideas, pero no desvalorizar ni dañar a las personas en su esencia.

Para esto, debemos aprender a escuchar y a entender lo que dice el otro, no debemos dejarnos atrapar por el odio ni el desprecio, entregar buenos ejemplos y ser capaz de negociar una salida que beneficie a todas las personas. 

Lampadia




Sistema Judicial debe castigar a delincuentes y no a policías

Sistema Judicial debe castigar a delincuentes y no a policías

El mundo al revés: Los policías que detienen o abaten a delincuentes se van presos o son sometidos a interminables investigaciones, mientras que ladrones y sicarios son liberados para que continúen generando zozobra en la ciudadanía. Realmente indignante. El último caso en que el Poder Judicial inexplicablemente invierte los roles (apresa a policías y libera criminales) es el de los suboficiales Harold Palomino, Cristian Ramos y Miguel Vásquez. Los dos primeros acaban de salir del penal de Lurigancho en el que pasaron dos meses luego de que el juez, Carlos Nieves, del Noveno Juzgado del Callao ordenara su detención por haber ultimado a un delincuente prontuariado luego de asaltar a una persona en mayo del año pasado. El suboficial Vásquez, aún se halla preso por este injusto fallo. Este hecho ha provocado una campaña ciudadana exigiendo la inmediata absolución de estos efectivos y sobre todo que el PJ empiece a merituar mejor estos incidentes en un momento en que la seguridad ciudadana se deteriora a pasos agigantados y la delincuencia se hace cada vez más violenta y sanguinaria. 

 

 

El trato recibido por estos suboficiales es absolutamente vejatorio e, incluso, viola el derecho a la defensa y el principio de inocencia. Como ha relatado el suboficial Ramos en una entrevista a Perú21: “Yo llegué a la audiencia pensando que era algo de rutina. Creí que, como otras veces, solo iba a sustentar cómo había sido la intervención. Sin embargo, triste fue nuestra sorpresa cuando escuchamos al juez. [Carlos Nieves, del Noveno Juzgado del Callao]. En esos momentos sentí gran frustración. Nosotros fuimos para ayudar a un ciudadano y no para abatir a un delincuente, como lo aseguró el fiscal”.

Lo mismo señala el suboficial Palomino: “En mi opinión, considero que no se siguió el debido proceso. El juez no debió firmar esa detención. Nos sentimos agraviados por la forma en que ha procedido el Poder Judicial. Es algo ilógico lo que nos ha pasado. El Ministerio Público, que denunció el caso, nunca nos citó para escuchar nuestros descargos”.

A pesar del maltrato y los malos momentos pasados, no solo por estos policías, sino por sus familiares, ambos mantienen la moral y aseguran que “no dudaría en utilizar nuevamente mi arma. Lo volvería a hacer por un ciudadano. Voy a cumplir con mi función combatiendo a la delincuencia. No tengo temor. Voy a cumplir a cabalidad. Ante todo, soy policía por vocación. Hay que recordar que nuestra labor es de todos los días: intervenir delincuentes, incautar armas, decomisar droga. Es el pan de cada día y siempre voy a estar preparado”, señala Palomino. Valientes declaraciones, lo cierto es que este es un precedente nefasto para los efectivos que tienen que estar en calles cada vez más peligrosas, con delincuentes sumamente avezados y casi todos armados. Lo más probable es que los policías se sientan inseguros de usar sus armas por temor a que jueces y fiscales los encarcelen por usar sus armas de reglamento en una intervención legítima.

Mientras nuestro sistema de justicia les da este tipo de trato a nuestros policías, el 95% de los detenidos por la PNP son liberados (según cifras del Ministerio del Interior) y el mejor de los casos el 91% (de acuerdo al PJ y el y el Ministerio Público) son devueltos a las calles. Un escándalo que explica en parte la seria crisis de inseguridad que vivimos. La cuál se agrava día a día. Como manifiesta un Editorial de El Comercio: “Es pasmoso, sin embargo, comprobar cómo esa situación original, ya bastante mala, se sigue deteriorando y a una velocidad difícil de reportar. La percepción de inseguridad en Lima se ha incrementado en 17% durante los últimos dos meses. Y, según la última encuesta de El Comercio realizada por Ipsos-Perú, nueve de cada diez limeños afirman sentirse inseguros en la ciudad”. 

Los homicidios y el sicariato se han, literalmente disparado. El uso de armas de fuego se ha generalizado entre los delincuentes. No hay casi asalto, atraco o hecho criminal en la que no se amenace a los ciudadanos con armas de fuego. Pero lo que es alarmante es como las extorsiones se expanden a casi todas las actividades económicas. De la construcción, han saltado al transporte público y bodegas. Ahora son extorsionados dueños de colegios, hostales, restaurantes, pequeños comercios. Todos los días se reportan casos de esta naturaleza en la que se dejan granadas en puertas de negocios o se disparan contra fachadas. Esta actividad se ha salido de control por completo y es urgente remediarla pronto.

Al igual que en los casos de lucha contra la delincuencia común, los jueces se ponen de parte de manifestantes violentos y criminales cuando estallan conflictos políticos. Así lo demuestra la actuación de la jueza de Investigación Preparatoria de Mollendo, Janeth Lastra, quien desestimó el pedido de la Fiscalía que solicitó prisión preventiva de nueve meses contra 13 procesados a los que detuvo la policía por bloquear vías públicas y por enfrentarse con las autoridades.

A pesar que la jueza sostuvo que habían suficientes indicios de que estos sujetos habían incurrido delito de entorpecimiento de vías públicas, que tiene como pena mínima cuatro años de prisión, los dejó para se les siga el proceso en libertad y los sometió a reglas de conducta. Y como en el caso de los delincuentes comunes, tampoco consideró que se había probado la existencia de indicios que demostraran que los detenidos lanzaron piedras a los policías para causarles daño, sin considerar los numerosos heridos y  el asesinato de uno de ellos. Es decir nadie defiende a los policías contra los radicales que los amenazaron con violar a sus mujeres. (Ver en Lampadia: No se puede poner a los policías como carne de cañón)

 

 

Es hora pues que toda la ciudadanía se una contra la delincuencia y defienda a la policía de ataques en protestas violentas y en su lucha por preservarnos de la delincuencia común. Es imperativo que el Sistema  Justicia esté alineado con este clamor cívico. Lampadia