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Otra mirada al raudo cambio tecnológico

Otra mirada al raudo cambio tecnológico

Todo el mundo pontifica sobre la velocidad y ritmo de cambio tecnológico que vemos todos los días, como un fenómeno nuevo, único. Sin embargo, Robert Gordon, en su libro: “El Auge y la Caída del crecimiento estadounidense”, según John Kay del Financial Times, nos afirma que el siglo del gran cambio se dio de 1870 a 1970, en que pasamos de la tracción animal al automóvil y el avión, los antibióticos, las vacunas, el servicio de agua doméstica y la televisión a colores.

Interesante planteamiento que por lo menos nos inyecta un poco de humildad.

Otro aporte parecido, esta vez desde las redes sociales, es un supuesto diálogo entre un ‘Millennial’ y un adulto mayor: El joven alardea de todos los avances que usa su generación y que los mayores no pudieron gozar. Ante ello, el mayor le dice: “tienes toda la razón, nosotros no teníamos nada de lo que tienen ustedes, pero nosotros inventamos todo eso para ustedes. ¿Qué están haciendo hoy los jóvenes para quienes vengan después?

Un mensaje sutil y elegante. Lampadia

Prepárense para el amanecer de un segundo siglo especial

Escrito por John Kay

Financial Times

1 de marzo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

La tesis del libro magistral de Robert Gordon “El Auge y la Caída del crecimiento estadounidense” contrasta fuertemente con el optimismo tecnológico que burbujea en Silicon Valley. El argumento es que entre los años entre 1870 y 1970 fueron el “siglo especial”.

Alguien nacido cuando Benjamin Disraeli fue primer ministro y que vivió para ver a Edward Heath en Downing Street [la casa de gobierno del Reino Unido] fue testigo de como el transporte pasó de los caballos a autos y aviones. Nacido cuando los servicios médicos eran en gran medida inútiles, habría visto el descubrimiento de curas para la mayoría de las enfermedades infecciosas y experimentado la introducción de la luz eléctrica, agua corriente en los domicilios y la televisión a color.

Los últimos 50 años, según Gordon, han sido “deslumbrantes, pero decepcionantes”. Estamos deslumbrados porque nuestra atención se centra en los avances de entretenimiento, comunicaciones y tecnología de la información. La decepción es en la parte estadística: el crecimiento de la productividad se ha desacelerado. Y mirando más allá del ámbito de las TI, argumenta, no se han producido avances en materiales, tecnologías de combustible o la producción de alimentos y distribución comparables a los del siglo especial.

El Boeing 747 voló por primera vez en 1969 y los jets jumbo de hoy son reconociblemente similares. Al parecer, los grandes medicamentos de mayor éxito ya habían sido descubiertos. Mientras que la productividad de Estados Unidos disfrutó de una racha en la década de 1990, cuando las innovaciones digitales transformaron nuestras vidas, es improbable que el siglo especial se repita. Dado que la población que está envejeciendo y tenemos un sistema educativo inadecuado, no deberíamos esperar un aumento significativo en los niveles de vida de Estados Unidos.

Los avances en la introducción de la robótica en las actividades de servicio es “extremadamente lento”, observa el profesor Gordon. Amazon emplea recolectores de productos; los conductores de entrega todavía cargan y descargan sus camiones manualmente. A pesar de su escepticismo sobre los autos sin conductor, les pregunta a los pasajeros lo que realmente van a hacer con el tiempo que no tienen que pasar detrás del volante. Su escepticismo, sin duda, se ha agravado por un accidente reciente relacionado con uno de los autos sin conductor de Google.

Sin embargo, si es que parece no haber sucedido mucho, quizás sea porque vemos que mucho está aún por llegar. No se requiere un gran esfuerzo de imaginación para visualizar máquinas que descarguen barriles de cerveza o que organicen estanterías en los supermercados. Y si confiamos en robots para que nos hagan cirugías, ¿por qué no ofrecerían pedicuras o cortes el cabello mientras que mano de obra humana se vuelve más cara y las maquinas más baratas? Tal vez el progreso del futuro radica en la aplicación de las TI para hacer cosas que a primera vista no parecen tener mucho que ver.

Estas oportunidades son de dos tipos. Actualmente, las computadoras pueden sustituir a los operarios humanos en tareas repetitivas bien definidas. Los ejemplos incluyen agentes de propiedad computarizados, un robot-asesor como gestor de cartera y un médico digital. Muchas ocupaciones tradicionales de la clase media serán eliminadas de esta manera.

El desarrollo más sutil, y tal vez más profundo, será la capacidad del procesamiento digital para ayudar al descubrimiento de las cosas que van a formar la base de las nuevas tecnologías. La secuenciación de genes y grandes volúmenes de datos son propensos a dar forma al futuro de la medicina. Los avances en la tecnología de baterías están avanzando a pasos agigantados gracias a las capacidades analíticas de los investigadores de hoy en día. Si el mundo se cableó en el “siglo especial”, tal vez en el siguiente, se convierta en inalámbrico.

Y no hay que subestimar la cada vez mayor velocidad en que se adoptan las innovaciones. Benjamin Franklin descubrió la electricidad en 1752 y el auto de Richard Trevithick, el ‘Puffing Devil’, salió a las calles de Cornualles en 1801. Pero fue sólo hacia el final del siglo especial que la electricidad y los automóviles estuvieron disponibles para la mayoría de los hogares. El primer teléfono inteligente fue vendido en 2007 y hoy en día se usan 1,500 millones.

Los límites del crecimiento de la productividad se establecen sólo por los límites de la inventiva humana.

 




La Cuarta Revolución Industrial y las Finanzas

La Cuarta Revolución Industrial y las Finanzas

El famoso analista económico del Financial Times plantea una crítica muy fuerte al sistema financiero, al comentar el eventual impacto de las nuevas tecnologías en este negocio de intermediación financiera.

Desde la crisis del 2008/9, la banca internacional a sido objeto de muchos ataques por los excesos de los bancos más grandes de EEUU y Europa, que pusieron al mundo al borde de una crisis generalizada. A pesar de las intervenciones de los estados, la crisis fue muy grande, pero se evitó el colapso de la economía global, de haberse cortado el crédito. Esto hubiera tenido consecuencias catastróficas para toda la humanidad, con un costo social imposible de calcular.

Sin embargo, esas instituciones financieras enormes ‘to big to fail’ (muy grandes para fallar), que de alguna manera les aseguran una inadecuada protección estatal en casi cualquier circunstancia, no se han llegado a reformar y regular de manera de disminuir la concentración excesiva de poder y, tampoco se han evidenciado los castigos suficientes a los responsables de la crisis.

Sin lugar a dudas, una buena parte de las regulaciones y castigos, siguen pendientes, pero de ahí a transmitir una evaluación parcial de la crisis, hay un gran paso.

En cuanto a las nuevas tecnologías, se espera efectivamente que tengan un gran impacto en la estructura del sector financiero. Introducirán mayor competencia, menores costos de transacción, más transparencia, mayor cobertura y mejores servicios. Veamos las expresiones de Wolf.  

Buenas noticias: “Fintech” puede ser disruptivo de las finanzas

Escrito por Martin Wolf

Financial Times

Publicado el 8 de marzo de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

Actualmente, la banca es ineficiente, costosa y plagada de conflictos

La tecnología de la información ha afectado los negocios del entretenimiento, de los medios de comunicación y del comercio minoristas y, más recientemente, la oferta de habitaciones de hotel y taxis. ¿Va a suceder lo mismo con las finanzas? Mi primera respuesta es: ¡por favor! Mi segunda respuesta es: Sí. Como Bill Gates ha dicho, “Siempre sobrestimamos el cambio que se producirá en los próximos dos años y subestimamos el cambio que se producirá en los próximos 10 años. No te dejes llevar hacia la inacción”. Este consejo no sólo se aplica a las personas en los negocios, también a los hacedores de políticas.

Las finanzas son un negocio de información. El negocio de las finanzas gasta una mayor  proporción de sus ingresos en tecnología de la información, que cualquier otro negocio. Parece  listo para experimentar los efectos disruptivos de las tecnologías de la información. Consideremos sus tres funciones esenciales: pagos; intermediación entre ahorros e inversiones; y seguros. Todas estas actividades son intensivas en información.

Los bancos y las aseguradoras son el corazón de las instituciones financieras. Los bancos gestionan los sistemas de pago; crean la mayor parte del dinero de la economía; son responsables de una gran porción de la intermediación financiera; son los creadores de instrumentos financieros; y actúan como creadores de mercado y agentes. Las aseguradoras desempeñan un rol fundamental en la evaluación y gestión de riesgos.

¿Por qué podría esperarse que la nueva tecnología financiera, o “Fintech” (por sus siglas en inglés) vaya a transformar estos negocios? La respuesta, en especial para la banca, es que actualmente no se están llevando a cabo adecuadamente. La banca parece ser ineficiente, costosa, plagada de conflictos de intereses, con tendencia a un comportamiento poco ético y, no menos importante, capaz de generar enormes crisis.

En un reciente discurso sobre las posibilidades de una revolución financiera, Andrew Haldane del Banco de Inglaterra señaló que, sorprendentemente, el costo unitario de la intermediación financiera de EEUU parece no haber cambiado en más de un siglo. Además, los ingresos de las finanzas simplemente aumentan y disminuyen con el valor de los activos. Esto connota una enorme cantidad de extracción de rentas. Además, 10 millones de hogares en EEUU y 1.5 millones de adultos en el Reino Unido, todavía no tienen cuentas bancarias. A nivel mundial, los bancos generan una alarmante cifra equivalente a US$1.7 mil millones en ingresos — un 40% del total por la función de hacer pagos. En la era de la computadora, un pago todavía puede tardar horas o días.

En relación con el comportamiento, tal y como John Kay lo ha escrito, “partes del sector financiero en la actualidad… muestran los estándares éticos más bajos de cualquier industria lícita”. Parece que el pago de inmensas multas se considera, simplemente, parte del costo de hacer negocios. Por último, las crisis bancarias posteriores a 2007 fueron tan extensas como cualquiera otra en el pasado. El hecho de que su impacto económico no haya sido peor que en  las anteriores se debió a la disposición de los gobiernos de rescatar a los bancos. [Esta es una declaración irresponsable. Si la llamada crisis de Wall Street hubiera llegado al sector real, se hubiera cortado el crédito a la economía y las consecuencias hubieran sido catastróficas. Otra cosa es si después de salvar la crisis, se hizo o no, el escarmiento suficiente por las malas prácticas].

La nueva tecnología pudiera ayudar a cambiar esto en, por lo menos, dos formas. En primer lugar, pudiera transformar los pagos. Una posibilidad es el pago en tiempo real a través de libros de contabilidad distribuidos.

Una segunda transformación pudiera ocurrir a través de los préstamos parte a parte (P2P), en el que las nuevas plataformas desintermedian el negocio tradicional entre ahorradores e  inversionistas. Este tipo de préstamos está creciendo rápidamente.

Los optimistas imaginan un futuro en el que los pagos, la creación de dinero (incuestionablemente de activos líquidos y seguros), y la intermediación se separarían. En este caso, la capacidad del sector bancario para crear el caos se reduciría. Sin embargo, también existen oportunidades de malversación en las plataformas P2P; de hecho, son inevitables en las transacciones que dependen de las promesas para un futuro inherentemente incierto.

Una potencial fuente de transformación adicional es la que proporciona ‘Big Data’ (los datos masivos). Éstos pudieran transformar la calidad del crédito, pero es más probable que los efectos más impactantes se observen en el negocio de los seguros. En el negocio de los seguros, una cierta cantidad de ignorancia es una bendición para los clientes.

En balance, las oportunidades que ofrece la aplicación de las tecnologías de la información a nuestro sistema financiero parecen ser amplias. La dificultad pudiera estar más bien en el asegurar que, en esta ocasión, los beneficios sean a favor del público en lugar de que sean a favor de una pequeña cantidad de operadores tradicionales o incluso de sus reemplazos más dinámicos. Las finanzas, en particular la banca, necesitan una revolución. Sin embargo, ésta es un área en la que los hacedores de políticas no pueden simplemente suponer que todo va a salir bien. La importancia de las finanzas hace que se necesite una revolución. Pero, por esa misma razón, dicha revolución requiere también una observación muy cuidadosa. Lampadia