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Socialistas al Servicio de la Corrupción

Sebastiao Mendonca Ferreira
Centro Wiñaq
Para Lampadia

Los izquierdistas latinoamericanos no saben crear riqueza. Por esta incapacidad, ellos siempre buscan piscinas de riqueza que disputar, y las grandes piscinas de riqueza en América Latina son: los presupuestos nacionales, los recursos naturales y las grandes empresas. Es la disputa de esas riquezas lo que explica la lógica detrás del accionar y de los discursos de la izquierda.

La corrupción, la promoción de conflictos sociales y las estatizaciones de las empresas están entre los principales mecanismos de apropiación de esas riquezas, usadas por la izquierda. Si observamos la operatividad de las organizaciones de izquierda, más allá de sus discursos políticos, vemos que ellos siempre están relacionados a algunos de esos tres mecanismos. 

Los empresarios mercantilistas también buscan apropiarse de los recursos ajenos. Para ellos, la corrupción es la modalidad preferida. Más allá de sus diferencias ideológicas, la asociación entre socialistas y mercantilistas es mutuamente conveniente.

La izquierda descubre la estabilidad

En las últimas décadas del siglo pasado, los gobiernos de la izquierda fueron sinónimos de inestabilidad. Joao Goulart, en Brasil, Salvador Allende, en Chile y Hernán Siles Zuazo, en Bolivia, en menos de tres años, generaron profundas crisis sociales y políticas en sus países y no lograron siquiera terminar sus períodos. Todos ellos fueron destituidos y dieron origen a gobiernos autoritarios y violentos que se legitimaron, por un tiempo, ordenando el desastre dejado por la izquierda.

Es con una nueva generación de la izquierda en el poder, tanto de social-demócratas como de populistas, Fernando Henrique Cardoso (1995), Hugo Chávez (1999), Ricardo Lagos (2000), Luis Ignacio Lula da Silva (2003), Tabaré Vázquez (2005), Rafael Correa (2007), que la izquierda latinoamericana logra estabilizarse en una función de gobierno, generando así una nueva ola de los gobiernos de ideología socialista.

Lula da Silva, entonces presidente de Brasil, junto a Emilio Odebrecht y Marcelo Odebrecht en la inauguración de una planta de Braskem
Fuente: idl-reporteros.pe

El auge de la economía mundial y de los precios de las commodities crearon condiciones favorables a las políticas populistas y, por ende, para los gobiernos de izquierda. Por algunos años, muchos pensaron que el “socialismo del siglo XXI” era una nueva tendencia social, un renacimiento del marxismo después del fracaso de la Unión Soviética y de Mao Zedong. Pero con la crisis del 2008 y la caída del precio del petróleo, el sueño acabó. El nuevo contexto económico internacional obligó a los países latinoamericanos a volver al realismo. [1]

La corrupción tradicional o como funciona el mercantilismo

La corrupción ha sido, en mayor o menor grado, una vieja tradición en América Latina. Con las excepciones de Uruguay y Chile que se mantienen respectivamente en los puestos 21 y 24 de Transparencia Internacional, los países Sudamericanos se ubican en los niveles medios y altos de corrupción, entre los 176 países evaluados: Brasil (79º), Argentina (95º), Perú (101º), Ecuador (120º), etc.

El mecanismo tradicional más común de la corrupción en los países democráticos es la negociación de contratos de obras públicas entre autoridades públicas y empresas privadas locales y/o extranjeras.

Las autoridades públicas alteran las reglas de las licitaciones para beneficiar a empresas específicas, como parte de un acuerdo previo entre autoridades y empresas.

  1. En las negociaciones las empresas contratistas sobre-valoran los montos de los contratos, las autoridades aceptan la sobre-valoración y las empresas comparten el sobre-precio con las autoridades, bajo la forma de soborno.
  2. Las autoridades y gobernantes utilizan esos recursos para tres fines: (a) financiar sus actividades políticas, especialmente las campañas electorales, (b) comprar y consolidar sus coaliciones de poder y (c) enriquecerse personalmente.

En algunos países, como en Brasil, las empresas contratistas forman carteles para evitar la competencia entre ellas y bloquear el ingreso de otras empresas. Esos carteles llegan a acuerdos con diversos grupos políticos nacionales y/o regionales y esos acuerdos pueden mantenerse por muchos años, y a veces, por décadas

La corrupción en dictaduras: Cuba y Venezuela

En los gobiernos dictatoriales, donde un solo partido tiene el control del ejecutivo, de la contraloría y del poder judicial (Cuba y Venezuela), la corrupción asume la forma de apropiación directa de los impuestos y de los recursos de las empresas públicas. Ante la ausencia de mecanismos efectivos de control, los gobernantes no necesitan atender las formalidades legales y directamente reparten los ingresos públicos en tres partes:

  1. Entrega de dinero y puestos de mando y privilegios para los miembros de la coalición de poder (alta dirección del partido, miembros del ejecutivo, miembros de la Corte Suprema, comandantes de las FFAA, etc.),
  2. Financiamiento de los órganos dedicados al control ciudadano (ejército, policía, medios de comunicación estatales y privados, militancia partidaria, etc.), y
  3. Financiamiento de obras, servicios públicos, corrupciones menores y programas sociales.

Las proporciones entre esos tres destinos dependen de situaciones específicas, pero los dos primeros tienen siempre la más alta prioridad. La unidad de la coalición de poder y el financiamiento de los órganos de control ciudadano son de importancia estratégica para esos regímenes dictatoriales. El país puede estar en calamidad pública, como Venezuela hoy, si la coalición de poder está unida y los órganos de control ciudadano están operando, entonces el poder, y los recursos que se obtienen con el poder, están asegurados.

El Partido de los Trabajadores y la institucionalización de la corrupción.

Los petistas argumentan que ellos no han inventado la corrupción y tienen razón, el mercantilismo ya existía mucho antes que ellos legaran al gobierno. Brasil ya estaba en el puesto 54 de Transparencia Internacional, junto a Bulgaria y República Checa, cuando entró Lula al gobierno. Pero también es verdad que ellos hicieron de la corrupción un elemento central de su estrategia política, modificando tanto los fines como los métodos de la corrupción. En el 2016, al concluir la era PT, Brasil ya se había caído hasta el puesto 79, junto a China e India, países que antes estaban muy por debajo de Brasil.

Una vez que el Lula llegó al gobierno, el PT institucionalizó la corrupción y estandarizó los contratos con la Petrobras, y con algunas otras grandes empresas. Con ese nuevo esquema, los partidos políticos podrían exigir soborno a las empresas proveedoras de bienes y servicios. El artículo Petrolao, publicado por Lampadia explica en detalle ese esquema. 

  1. El control de las empresas públicas era/es una fuente permanente de recursos para los partidos políticos, vía comisiones en los contratos con las proveedoras.
  2. Los porcentajes de los sobornos, por lo general, estaban pre-definidos variando según empresas y los tipos de bienes o servicios.
  3. La distribución de los sobornos se hacía a los miembros de la coalición de poder según cuotas previamente definidas entre ellos. En el caso de Petrobras, 2% sería para el PT y el 1% se distribuiría entre el PP y el PMDB.
  4. Los fines del soborno serían básicamente dos: financiamiento político (campañas electorales, funcionamiento partidario, etc.) y enriquecimiento personal de los directivos de los partidos. 

En el gobierno del PT, si un partido era miembro de la coalición de poder (Base Aliada, decían ellos), la organización y sus miembros se incorporaban en la institucionalidad de la corrupción. La corrupción dejó de ser la estrategia de algunos individuos o de pequeñas mafias partidarias para se tornar un sistema institucionalizado. Dos tesoreros del PT están en la cárcel y otro ha sido condenado por su rol en el funcionamiento de la corrupción.

Pero no era solo la organización partidaria, como un todo, que estaba involucrada en la corrupción, era la institucionalidad misma de gobierno la que se comprometía con el sistema montado por el PT. Varios ex-ministros de economía y ex-primer-ministros de Lula y Dilma están hoy acusados de ser agentes activos de los mecanismos de la corrupción. Es decir, para el PT la corrupción era política de gobierno, y como veremos más adelante, era funcional de su idea de sociedad futura y estrategia de poder. Como era de esperarse, su discurso político ocultaba la práctica diaria del partido, presentándolo como una organización motivada por la sensibilidad social y sentido de responsabilidad patriótica.  

La internacionalización de la corrupción.

En los objetivos de largo plazo del PT estaba la creación de una red latinoamericana de aliados políticos, ideológicamente alineados con su corriente socialista-populista. Para ese propósito el PT ha ideado tres instrumentos: uno político, otro financiero y otro técnico:

  1. El instrumento político fue el Foro de Sao Paulo, creado por Lula y Fidel Castro en 1990, como un espacio de debate y coordinación entre los grupos de izquierda de América Latina. El éxito del Foro de Sao Paulo fue notable, logrando agrupar a más de 100 organizaciones, y apoyándolos en el logro de sus objetivos políticos.[i] El Foro de Sao Paulo antes que una instancia de conspiración política, como muchos lo han imaginado, ha sido y es una instancia de articulación entre grupos políticos con propuestas disímiles, pero con el interés común de llegar al poder. El Foro de Sao Paulo no dirigía ni dirige a sus miembros, pero sí les brinda criterios en temas políticos, y genera un espacio de intercambio de ideas y conocimientos muy útiles para ellos. El Foro de Sao Paulo ha sido y es un espacio de unidad regional entre grupos que, en sus mismos países, no logran ponerse de acuerdo. Algunos miembros peruanos del Foro de Sao Paulo son: Partido Comunista del Perú-Patria Roja, Partido Comunista Peruano, Partido Nacionalista del Perú, Ciudadanos por el Cambio, y Tierra y Libertad.
  2. El instrumento financiero ha sido el BNDES (Banco Nacional de Desenvolvimento Económico y Social). Creado en 1952 por Getulio Vargas como un banco tradicional de fomento e intervención interna anti-cíclica, el BNDES, sufrió una transformación mayor en la era petista. En 10 años, sus activos y sus colocaciones fueron multiplicados por casi seis (ver cuadro abajo), llegando en el 2014 a disponer del mismo nivel de activos ($344 mil millones) que el Banco Mundial (358.9 mil millones).[ii],[iii],[iv] Con el PT, el BNDES pasó a financiar importantes obras en el exterior ($14 mil millones). La justificación era siempre la integración regional, pero las obras principales coinciden con el mapa de los aliados políticos del PT. Los gobiernos que recibieron el mayor financiamiento de BNDES para grandes obras con Odebrecht fueron Cuba, Venezuela, Argentina, República Dominicana, y Perú.[v] Y en África, los países beneficiados fueron Angola y Mozambique. Para ocultar el uso político de los recursos del BNDES, el gobierno del PT bloqueó el acceso de la prensa a la información de los préstamos del BNDES en el exterior, como si el conocimiento de esos créditos involucrara problemas de seguridad nacional.

  1. El instrumento técnico fue la asistencia en marketing electoral brindado por el equipo de Joao Santana. Resulta que la tecnología de campaña electoral en Brasil está más desarrollada que en la mayoría de los países de América Latina, y el PT ha constituido un equipo de marketing de campaña electoral de muy buen nivel.[i] Joao Santana, preso con su esposa a inicios del 2016, era el estratega, que diseñaba las campañas, y los demás miembros de su equipo (argentinos y brasileños) eran los operadores de campaña. Odebrecht se encargaba de financiar las actividades de Santana y su equipo, con depósitos en cuentas en Suiza. Con la asistencia técnica de Santana, el PT logró que sus aliados ganaran elecciones en Venezuela, El Salvador, República Dominicana y Perú, entre otros, y lograron evitar la revocatoria de alcaldesa de Lima. Aun que, fracasaron en las recientes elecciones presidenciales de Argentina.

Conclusiones                                                     

El PT es un partido con ideología socialista y muchos elementos del marxismo. Son discípulos de Antonio Gramsci y buscan que su ideología se vuelva hegemónica en la sociedad. Tienen una concepción utilitarista de la democracia, es decir, usan la democracia para llegar al poder y mantenerse en él, pero no tienen escrúpulos para manipular las instituciones democráticas en función de sus objetivos políticos.

Detrás del discurso socialista, el modelo de sociedad que el PT promueve es una forma de capitalismo corrupto (mercantilista) con alto grado de intervención estatal, sin llegar a ser un capitalismo de estado como China. La ideología socialista, además de brindarle justificativa política y cobertura moral, sirve para viabilizar electoralmente a sus líderes y generar una polarización social hostil a sus rivales políticos. Es decir, un discurso socialista políticamente funcional a su permanencia en el poder, pero tolerante a las incoherencias económicas del mercantilismo, promovido por ellos.

Esa concepción del PT creó las condiciones propicias para constituir una alianza con el cartel de las empresas contratistas. Dentro de una narrativa de Brasil potencia, las obras faraónicas eran muy bien venidas. Manipulaban un sueno nacionalista (alcanzar a los países desarrollados y ser uno de los grandes países del mundo), mientras canalizaban los impuestos del público hacia sus bolsillos y el de las constructoras.

El BNDES, tanto fuera como en el país, ha operado como el gran financiador. En un país de crédito carísimo,[ii] el BNDES entregaba crédito subsidiado a las grandes constructoras y a las empresas aliadas del PT, forzando a un importante sector de los empresarios a aceptar las reglas del juego o competir en desventaja. 

Lo que se dio entre el PT y las contratistas fue una especie de alianza interesada, en que las dos partes ganaban a costa de terceros (mala calidad de los servicios públicos, bajo desempeño de la economía, y condiciones precarias para la población). Con ese sistema, las empresas obtenían contratos públicos con gigantescos sobre-precios y el PT obtenía recursos para financiar sus operaciones políticas, comprar a los miembros de su coalición de poder, y enriquecer a su cúpula partidaria. Lo que sucedía en la práctica, no era que se tenía capitalistas apoyando a socialistas, sino socialistas construyendo un capitalismo corrupto con amplia intervención estatal en alianza con empresas mercantilistas.

El modelo fue exitoso por un tiempo. Mientras duró su gobierno, la influencia política del PT se expandió en América Latina, usando el dinero público (BNDES, y Petrobras) para financiar la corrupción, para intervenir en los países vecinos, llevar al poder gobernantes ideológicamente afines, y hacer millonarias ganancias.

Ahora que los recursos acabaron y la corrupción fue descubierta, la herencia que el PT deja al Brasil es la peor crisis económica en 128 años de vida republicana. Y a los países vecinos, lo que les deja es una situación política y económica afectada por niveles de corrupción sin precedentes. Lampadia

 

[1] Debido a su postura anti-empresarial y su carácter parasitario, los gobiernos de izquierda en América Latina solo son estables si las condiciones del contexto económico son muy favorables, pero entran en crisis cuando el país necesita incrementar su productividad para encarar nuevas condiciones de mercado.

[2] http://forodesaopaulo.org/

[3] http://treasury.worldbank.org/cmd/pdf/InformationStatement.pdf

[4] http://www.bndes.gov.br/SiteBNDES/export/sites/default/bndes_pt/Galerias/Arquivos/empresa/RelAnual/ra2014/RA_2014_esp.pdf

[5] Rezende. F. (2015). Why Does Brazil’s Banking Sector Need Public Banks? What Should BNDES Do? Working paper 825. Accesible en. http://www.levyinstitute.org/pubs/wp_825.pdf

[6] De los $14 mil millones prestados por el BNDES durante los gobiernos del PT, el 70% fue entregado a Odebrecht.

[7] En realidad, el manejo de campañas electorales es un campo en que el PT tiene un nivel técnico excepcional. Lamentablemente, para Brasil, los conocimientos del PT en materia de economía son muy inferiores a sus conocimientos sobre manejo de campañas electorales. Su capacidad de manipulación política es muy superior a su capacidad de gestión económica.

[8] La tasa referencial del Banco Central (Selic) durante el gobierno de Dilma era de 14% (http://www.tradingeconomics.com/brazil/interest-rate). Una tarjeta de crédito en Brasil tiene una tasa de interés superior a 410% al año.