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El mundo de los datos

El mundo de los datos

El uso extensivo y creciente de datos en la toma de decisiones de las organizaciones es un tema del cual nos hemos extendido en anteriores oportunidades (ver Lampadia: Los datos: uno de los activos más valiosos de la empresa), haciendo hincapié en cómo hoy en día, gracias  a tecnologías como el big data y la IA, se ha podido gatillar la transformación digital de las empresas, descubrir nuevos mercados y hacer del uso de los datos algo transversal a todas las áreas corporativas.

Pero lo cierto es que el mundo de los datos trasciende al aspecto empresarial, y hoy en día varios expertos se han aventurado a hablar de una “economía de datos” como una suerte de repositorio de información que se va alimentando de todos los procesos que involucran directa e indirectamente la actividad humana.

Desde los aspectos biológicos del cuerpo humano que permiten la existencia de la “huella móvil” (ver Lampadia: La Biometría del comportamiento) en los artículos electrónicos hasta la cuantificación de ciertos procesos físicos que no son tan notorios a la vista, como la depreciación o desgaste de la maquinaria.  Toda esta información en el mundo avanzado ya se encuentra, gracias al Internet de las Cosas (IoT), siendo recopilado por diversas plataformas en tiempo real generando un mundo de réplica paralelo al nuestro.

Pero, ¿qué implicancias tiene esta economía suprafísica para el mundo real y qué tan útil le puede ser no solo a las empresas sino también a la misma sociedad civil y gobiernos?

Estas dos preguntas son abordadas en un reciente artículo publicado por The Economist que compartimos líneas abajo.

El aporte de The Economist a resaltar a nuestro parecer se centra en cómo este mundo de datos podría fomentar un debate geopolítico entre los países. Iniciativas recientes como las de la UE (ver Lampadia: ¿Una solución de mercado a la alta concentración en la industria tecnológica?) que permiten la libre difusión de datos entre empresas, configurando un “mercado único digital” debería ser sopesada en los distintos continentes, puesto que es una iniciativa que fomenta una mayor competencia en los mercados, situando en primer plano al consumidor. Lampadia

La economía de los datos
Un diluvio de datos está dando lugar a una nueva economía

Ludwig Siegele pregunta cómo funcionará

The Economist
22 de febrero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Un ejército de doppelgangers está invadiendo el mundo. Primero fueron las copias digitales de motores de aviones, turbinas eólicas y otros equipos pesados. Ahora los fantasmas electrónicos de cosas cada vez más pequeñas se unen en el reino virtual, desde cepillos de dientes y semáforos hasta tiendas y fábricas enteras. Incluso los humanos han comenzado a desarrollar estos alter egos. En EEUU, la Liga Nacional de Fútbol planea diseñar un avatar electrónico para cada jugador.

Estos “gemelos digitales”, como los llaman los geeks, son mucho más que réplicas del original. Piense en ellos más como sombras que, gracias a una multitud de sensores y conectividad inalámbrica, están íntimamente vinculadas a su ser físico y cada día producen océanos de datos. Si algo sucede en el mundo real, se refleja rápidamente en este reino de la sombra. Algunos gemelos digitales ya vienen con las leyes de la naturaleza programadas. Funcionan como una base de datos de todo lo que le ha sucedido al original. Esto hace posible mirar hacia su futuro. Los entrenadores deportivos, por ejemplo, podrán ejecutar simulaciones, predecir cuándo un atleta podría lesionarse y ajustar las rutinas de entrenamiento para evitar problemas.

Los gemelos digitales son solo una parte de un vasto cambio en la economía mundial. Ellos pueblan lo que David Gelernter de la Universidad de Yale pronosticó hace mucho tiempo como “mundos espejo”: una nueva dimensión de la vida humana basada y alimentada por datos. Año tras año, cada vez más partes del reino físico se representan y simulan en el mundo virtual, una inversión de la teoría de Platón de que los objetos del mundo real son solo copias imperfectas de su verdadero ser en el reino espiritual. La aparición de estos mundos espejo provocará una economía distinta. Este desarrollo requerirá nuevos mercados, instituciones, infraestructura, negocios e incluso arreglos geopolíticos. Son las promesas y las trampas de la nueva “economía de datos” lo que será el foco de este informe especial.

Los mundos espejo no son meras representaciones matemáticas de los reales. También le dan un nuevo significado al adagio de que el conocimiento es poder. Cada vez más, las copias digitales cobran vida propia y actúan en el mundo físico. Se pueden utilizar para optimizar todo, desde la acústica de un auricular hasta una red ferroviaria nacional completa. Permitirán todo tipo de algoritmos de inteligencia artificial (IA) para reconocer objetos y caras, comprender el habla e incluso distinguir olores. Y hacen posibles nuevos modelos de negocio: ¿por qué comprar equipos pesados si su desgaste se puede medir en detalle y, por lo tanto, se puede alquilar por minutos?

Un buen lugar para comenzar a analizar cualquier economía es midiéndola. Todavía no se ha desarrollado una metodología sólida, pero la economía de datos ya es grande. Statistics Canada, una agencia gubernamental, el año pasado intentó estimar el valor de los datos del país (sus acciones más software relacionado y propiedad intelectual en el campo). El resultado fue entre c$ 157,000 millones y c$ 218,000 millones (US$ 118,000 millones y US$ 164,000 millones). Si ese número es cercano, un gran “si”, el valor de todos los datos en EEUU, cuyo PBI es 12 veces mayor que el de Canadá, podría ascender entre US$ 1.42 a 2 trillones, lo que representaría casi el 5% de las existencias privadas de capital de EEUU.

Si la cantidad de datos generados en todo el mundo es una guía, esta nueva economía está creciendo rápidamente. El primer genoma humano (tres gigabytes de datos, que casi llena un DVD) fue secuenciado hace 17 años; en abril, 23andMe, una empresa que ofrece pruebas genéticas, reclamó más de 10 millones de clientes. Los últimos vehículos autónomos producen hasta 30 terabytes por cada ocho horas de conducción (o unos 6,400 dvds). IDC, una firma de investigación de mercado, estima que el mundo generará alrededor de 90 zettabytes (19 trillones de dvds) este año y el próximo, más que todos los datos producidos desde la llegada de las computadoras.

Sin embargo, aún más llamativo que el rápido crecimiento de la economía de datos son las tensiones y las compensaciones que produce. Tome su economía. De alguna manera, los datos son un recurso natural, al igual que el petróleo, que se puede poseer y comercializar (este periódico llamó a los datos el “recurso más valioso del mundo” en 2017). Pero los datos también tienen características de un bien público, que deberían utilizarse lo más ampliamente posible para maximizar la creación de riqueza. Se deben crear nuevas instituciones para reflejar esta tensión, como fue el caso de la propiedad intelectual.

La infraestructura de la economía de datos también se divide entre dos polos. Actualmente, se compone principalmente de grandes centros de datos repletos de servidores donde los datos se almacenan y procesan. Sin embargo, dicha centralización tiene inconvenientes, sobre todo porque consume grandes cantidades de energía y crea riesgos de privacidad. Ya está en marcha un contramovimiento descentralizador: se procesan más datos en el “borde”, más cerca de donde se recopilan.

Las empresas también se enfrentan a una inversión digital. Muchas empresas quieren usar datos para infundir sus aplicaciones corporativas con IA. Han construido repositorios centrales como los “lagos de datos”, que contienen todo tipo de información digital. Sin embargo, estos sistemas tienen un uso limitado si una empresa y sus empleados carecen de las habilidades requeridas, se niegan a creer los datos o incluso a compartirlos internamente.

Finalmente, la geopolítica de los datos tampoco será simple. Los gigantes en línea, en particular, han asumido que la economía de datos será un asunto global, y que las cosas digitales fluirán hacia donde el procesamiento se realiza mejor por razones técnicas y de costos. Sin embargo, los gobiernos afirman cada vez más su “soberanía digital”, exigiendo que los datos no salgan de su país de origen. Lampadia




Las oficinas siguen reinventándose

Las oficinas corporativas en el mundo desarrollado se encuentran en plena transformación ante las nuevas tendencias del mundo laboral – suscitada por la aparición de las tecnologías de la 4ta Revolución Industrial (4IR) -como la automatización de las ocupaciones y el teletrabajo (ver Lampadia: Automatización demandará nuevos empleos y habilidades).

Sin embargo, como The Economist señaló en un reciente artículo que compartimos líneas abajo, esta fase de cambio aún se encuentra en un proceso mancebo. Las organizaciones todavía se encuentran probando diferentes distribuciones de sus espacios físicos para menguar el aburrimiento de los trabajadores que se ven sometidos día a día muchas veces a la misma rutina en las oficinas.

Pero más importante aún, es que a los grandes directivos les está faltando pensar fuera de la caja, puesto que aún no se encuentran explotando plenamente las herramientas provistas por el Internet tanto actual como futuro, que prometen explorar esquemas de contratación laborales que no impliquen concentrar al personal en los grandes ámbitos urbanos. Ello posibilitaría no solo descentralizar la toma de decisiones mejorando la productividad, sino también reducir sustancialmente los costos fijos arraigados al uso de espacios físicos en las compañías (mantenimiento de oficinas, gastos de servicios, capacitaciones presenciales a trabajadores, entre otras).

Además, con la llegada del 5G y el Internet de las Cosas (IoT), cualquier dispositivo físico podrá estar conectado en el mundo a velocidades de descarga 10 a 20 veces más rápidas que las que tenemos con la actual tecnología 4G, mediante la incrustación de chips (ver Lampadia: Los avances del Internet de las cosas, ¿Cómo impulsará el 5G a nuestras vidas?). Ello impulsará las relaciones laborales fuera de los centros empresariales, pudiendo trabajar desde prácticamente cualquier parte del mundo.

En este sentido, predecimos buenos visos para el futuro de las oficinas y esperamos que las empresas en Occidente así como el mundo emergente, del cual el Perú es parte, puedan adecuarse con facilidad a estos nuevos procesos del mundo interconectado. Lampadia

El futuro de la oficina
Incluso si WeWork está en problemas, la oficina aún se reinventa

Podría conducir a un sistema de dos niveles

The Economist
28 de setiembre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

“De nueve a cinco, tengo que pasar mi tiempo en el trabajo”, gritó Martha y los Muffins en 1980. “Mi trabajo es muy aburrido, soy empleado de oficina”. Muchos de los cientos de millones de personas que viajan para entrar a una oficina se sentirá tan abatido ante la perspectiva como lo hizo Martha. La oficina necesita una renovación. Pero la crisis en WeWork, una moderna firma de alquiler de oficinas cuyo jefe, Adam Neumann, renunció esta semana después de que su intento de flotar sus acciones se convirtiera en una debacle, muestra que las empresas todavía están luchando por encontrar un nuevo formato.

La gran oficina, como la fábrica, es un invento de los últimos dos siglos. La fábrica surgió debido a la maquinaria eléctrica, que requería que los trabajadores se reunieran en un solo lugar. Las grandes oficinas surgieron de la necesidad de procesar mucho papeleo y de que los gerentes instruyeran a los empleados sobre qué hacer. Pero ahora, Internet, la informática personal y los dispositivos portátiles significan que las transacciones se pueden tratar en pantalla y los gerentes pueden comunicarse instantáneamente con sus trabajadores, estén donde estén. La necesidad de que el personal esté en un solo lugar se ha reducido drásticamente.

Puede surgir un nuevo modelo: la energía eléctrica se utilizó por primera vez en la década de 1880, pero no fue hasta la década de 1920 que las fábricas cambiaron su diseño para aprovecharla al máximo. El nuevo modelo tendrá que equilibrar tres factores: el deseo de muchos trabajadores de un horario flexible; el alto costo para las empresas de mantener espacio de oficina; y el deseo compensatorio de reunir trabajadores calificados en un solo lugar, con la esperanza de que esto mejore la colaboración.

Las personas que trabajan en casa o en un Starbucks no necesitan desplazamientos estresantes y pueden ajustar sus horarios para adaptarse a su estilo de vida. A su vez, esa flexibilidad permite a las empresas reducir el espacio. Nuestro análisis de 75 grandes empresas de servicios cotizados en EEUU y Gran Bretaña muestra que los costos anuales de alquiler por empleado han disminuido en un 15% en los últimos 15 años, a US$ 5,000. Muchas empresas operan un sistema hot-desking donde los trabajadores encuentran un nuevo asiento todos los días. En las oficinas londinenses de Deloitte, una consultora, 12,500 personas tienen acceso al edificio, pero solo hay 5,500 escritorios disponibles.

Pero el hot-desking puede ser alienante. Todas las noches, los trabajadores deben borrar todo rastro de su existencia, ocultando sus posesiones. Cuando se apiñan en escritorios ubicados juntos, los trabajadores usan auriculares para callar a los vecinos ruidosos. Los estudios sugieren que esto lleva a más correos electrónicos y menos comunicación cara a cara. Demasiado para la colaboración y la camaradería.

Los trabajadores altamente calificados pueden ser repelidos por estas condiciones. Por lo tanto, la unidad de hot-desking ha estado acompañada de una tendencia compensatoria, en la que esta élite obtiene mejores instalaciones. Los que necesitan concentrarse tienen espacios tranquilos. Una mejor iluminación y aire acondicionado apuntan a mantener saludables a los empleados. La nueva sede de Apple tiene parques, un prado y un auditorio para 1,000 personas. La esperanza es que cuando los trabajadores se mezclan o se relajan, eso generará ideas.

Todo esto parece un cambio hacia un mundo de trabajo al estilo de una aerolínea, con asientos económicos para los drones y lujo de clase ejecutiva para trabajadores calificados, que disfrutan de algunos de los beneficios que una vez estuvieron reservados para los altos ejecutivos. Pero esta es una compensación difícil de lograr. WeWork ofrece un servicio de “economía premium” en el que una gama más amplia de trabajadores puede obtener algunas ventajas. Pero los temores de que sus ingresos por alquiler puedan ser insuficientes para compensar sus US$ 47,000 millones de pasivos por arrendamiento fueron una de las razones por las que su IPO se retrasó.

La oficina está obligada a cambiar aún más. Algunas empresas pueden preguntar si tiene sentido tener oficinas en los centros de las ciudades. En una era de colaboración remota, el software y los documentos se encuentran en la nube y las oficinas podrían dispersarse a lugares más baratos. El plan de negocios de Neumann está hecho jirones. Pero una de sus ideas seguramente es correcta: la oficina de mediados del siglo XXI será tan diferente de la actual como la fábrica de alta tecnología de la fábrica victoriana. Lampadia




Los avances del Internet de las cosas

Los avances del Internet de las cosas

El denominado Internet de las Cosas (IoT, en adelante), tecnología que permitirá la conectividad a la red de prácticamente cualquier bien físico a través de la implantación de chips, parece un fenómeno lejano en nuestro país; sin embargo, ya viene siendo una realidad en el primer mundo.

Un reciente artículo escrito por The Economist, que compartimos líneas abajo, incide en un listado de iniciativas del sector privado en EEUU que ya han puesto en la práctica el IoT en sectores económicos importantes como el automotriz o el comercio electrónico. Pero más importante aún lanza predicciones sobre los saltos cuánticos que se generarían en los modelos de negocio y en el mismo capitalismo desde sus fundamentos, una vez que sea instaurado plenamente en los países.

Conceptos que van desde la propiedad, el uso de los datos y la competencia en el mercado, serán sacudidos por esta tecnología, para bien en muchos casos pero que también sugiere una serie de interrogantes para la formulación de políticas públicas.

Por el lado de los beneficios, por ejemplo, es que permitiría un “tracking” de los productos vendidos, abriendo un abanico de posibilidades de servicios conexos como el reabastecimiento o mantenimiento de manera autónoma.

Sin embargo, y como hemos escrito en anteriores oportunidades (ver Lampadia: La biometría del comportamiento, Criptomonedas: ¿Fraude para despistados?), el problema de varias de estas tecnologías provistas por la 4ta Revolución Industrial,  es la posible violación de la seguridad de los datos personales. En el caso del IoT, este punto se torna más crítico porque su mismo accionar depende ya no solo de datos virtuales de los usuarios (correo electrónico, compras por internet, etc), sino también de los datos de la misma realidad física de estos. En todo caso y para evitar violaciones a los derechos de propiedad personales, tendría que informarse siempre al consumidor sobre qué datos serán utilizados para brindar el servicio o bien respectivo, algo que raras veces sucede en el mundo de las redes sociales, por ejemplo.

Por lo demás, creemos que este nuevo internet, permitirá grandes mejoras en la productividad y por ende mayor crecimiento económico a nivel mundial. Una buena noticia dado el contexto actual de desglobalización, el cual promete sentar precedentes negativos permanentes en el crecimiento potencial global (ver Lampadia: ¿Recesión global en 2020?).

En ese sentido, al Perú no le queda otra opción que abrazar el IoT, junto al también anhelado 5G (ver  Lampadia: ¿Cómo afectara el 5G a nuestras vidas?), cuando por fin arribe a América Latina, si pretende escalar en los índices de competitividad internacional. Lampadia

Chips con todo
Ahora el mundo cambiará a medida que las computadoras se extiendan a objetos cotidianos

El “Internet de las cosas” cambiará fundamentalmente la relación entre consumidores y productores

The Economist
12 de setiembre, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

El 29 de agosto, cuando el huracán Dorian siguió hacia la costa este de EEUU, Elon Musk, el jefe de Tesla, un fabricante de automóviles eléctricos, anunció que algunos de sus clientes en el camino de la tormenta descubrirían que sus automóviles habían desarrollado repentinamente la capacidad de conducir más lejos con una sola carga de batería. Al igual que muchos vehículos modernos, los productos de Musk se consideran mejor como computadoras con ruedas conectadas a Internet. Los modelos más baratos de la línea de Tesla tienen partes de sus baterías desactivadas por el software del automóvil para limitar su alcance. Con solo tocar un teclado en Palo Alto, la empresa pudo eliminar esas restricciones y dar a los conductores acceso temporal a la potencia total de sus baterías.

Los autos computarizados de Musk son solo un ejemplo de una tendencia mucho más amplia. A medida que las computadoras y la conectividad se vuelven más baratas, tiene sentido convertirlas en más y más cosas que no son, en sí mismas, computadoras, desde pañales y cafeteras hasta vacas y robots de fábrica, creando un “Internet de las cosas”, o IoT. Es una revolución lenta que se ha acelerado durante años, ya que las computadoras han llegado a los automóviles, teléfonos y televisores. Pero la transformación está a punto de pasar a toda marcha. Una previsión es que para el 2035 el mundo tendrá un billón de computadoras conectadas, integradas en todo, desde empaques de alimentos hasta puentes y ropa.

Tal mundo traerá muchos beneficios. Los consumidores obtendrán conveniencia, y productos que pueden hacer cosas que las versiones no computarizadas no pueden. Los timbres inteligentes de Amazon Ring, por ejemplo, vienen equipados con sensores de movimiento y cámaras de video. Trabajando juntos, también pueden formar lo que es, en efecto, una red privada de circuito cerrado de televisión, lo que permite a la empresa ofrecer a sus clientes un esquema de “vigilancia digital del vecindario” y transmitir cualquier video interesante a la policía.

Las empresas obtendrán eficiencia, ya que la información sobre el mundo físico que solía ser efímero e incierto se vuelve concreta y analizable. La iluminación inteligente en edificios ahorra energía. La maquinaria computarizada puede predecir sus propias averías y programar el mantenimiento preventivo. Las vacas conectadas pueden hacer un seguimiento de sus hábitos alimenticios y signos vitales en tiempo real, lo que significa que producen más leche y requieren menos medicamentos cuando enferman. Tales ganancias son individualmente pequeñas pero, compuestas una y otra vez en una economía, son la materia prima del crecimiento, potencialmente una gran parte de él.

Sin embargo, a largo plazo, los efectos más llamativos del IoT estarán en cómo funciona el mundo. Una forma de pensarlo es como la segunda fase de internet. Esto llevará consigo los modelos de negocio que han llegado a dominar la primera fase, por ejemplo, los monopolios de la “plataforma” que todo lo conquista, o el enfoque basado en datos que los críticos llaman “capitalismo de vigilancia”. Cada vez más empresas se convertirán en empresas tecnológicas; internet se volverá omnipresente. Como resultado, una serie de argumentos no resueltos sobre propiedad, datos, vigilancia, competencia y seguridad pasarán del mundo virtual al real.

Comience con la propiedad. Como demostró Musk, Internet les brinda a las empresas la capacidad de mantenerse conectadas a sus productos incluso después de que se hayan vendido, transformándolos en algo más cercano a los servicios que a los bienes. Eso ya ha desdibujado las ideas tradicionales de propiedad. Cuando Microsoft cerró su tienda de libros electrónicos en julio, por ejemplo, sus clientes perdieron la capacidad de leer los títulos que habían comprado (la empresa ofreció reembolsos). Algunos de los primeros en adoptar dispositivos de “hogar inteligente” han descubierto que dejaron de funcionar después de que las empresas que los hicieron perdieron interés.

Eso inclina el equilibrio de poder del cliente al vendedor. John Deere, un fabricante estadounidense de tractores de alta tecnología, se ha visto envuelto en una disputa por las restricciones de software que impiden a sus clientes reparar sus tractores ellos mismos. Y dado que el software no se vende sino que tiene licencia, la empresa incluso ha argumentado que, en algunas circunstancias, un comprador de tractores puede no comprar un producto, sino que solo recibe una licencia para operarlo.

Los modelos de negocios virtuales se sacudirán en el mundo físico. Las empresas tecnológicas generalmente están felices de moverse rápido y romper los pronósticos. Pero no se puede lanzar la versión beta de un refrigerador. Apple, un fabricante de teléfonos inteligentes, proporciona actualizaciones para sus teléfonos durante solo cinco años más o menos después de su lanzamiento; los usuarios de teléfonos inteligentes Android tienen la suerte de obtener dos. Pero productos como lavadoras o maquinaria industrial pueden tener una vida útil de una década o más. Las empresas necesitarán descubrir cómo soportar dispositivos computarizados complicados mucho después de que sus programadores originales hayan avanzado.

Los datos serán otro punto de inflamación. Para gran parte de Internet, el modelo de negocio es ofrecer servicios “gratuitos” que se pagan con datos valiosos e íntimos de los usuarios, recopilados con el consentimiento medio informado en el mejor de los casos. Eso también es cierto para el IoT. Los colchones inteligentes siguen el sueño. Los implantes médicos observan y modifican los latidos del corazón y los niveles de insulina, con diferentes grados de transparencia. La industria de seguros está experimentando con el uso de datos de automóviles o rastreadores de ejercicios para ajustar las primas de los clientes. En el mundo virtual, los argumentos sobre qué se debe rastrear y quién posee los datos resultantes pueden parecer aireados y teóricos. En el real, se sentirán más urgentes.

Entonces hay competencia. Los flujos de datos de los dispositivos IoT son tan valiosos como los obtenidos de publicaciones de Facebook o en un historial de búsqueda de Google. La lógica de las empresas basadas en datos, que mejoran cada vez más a medida que recopilan y procesan más información, replicará la dinámica del mercado que ha visto el surgimiento de compañías de plataformas gigantes en Internet. La necesidad de estándares y de que los dispositivos IoT se comuniquen entre sí, se sumará a las ventajas de los líderes, al igual que los temores de los consumidores, algunos de ellos justificados, sobre la vulnerabilidad de los automóviles conectados a Internet, los implantes médicos y otros dispositivos al pirateo.

Es difícil predecir las consecuencias de cualquier tecnología, especialmente una tan universal como la informática. El advenimiento del Internet del consumidor, hace 25 años, fue recibido con optimismo. En estos días, son los defectos de Internet, desde el poder de monopolio hasta el espionaje corporativo y la radicalización en línea, los que dominan los titulares. El truco con el IoT, como con cualquier cosa, será maximizar los beneficios y minimizar los daños. Eso no será fácil. Pero las personas que piensan cómo hacerlo tienen la ventaja de haber vivido la primera revolución de Internet, lo que debería darles una idea de qué esperar. Lampadia




Las ciudades inteligentes (smart)

Las ciudades inteligentes (smart)

Teléfonos inteligentes, autos inteligentes, ciudades inteligentes… la etiqueta de “smart” (“inteligente”) se ve en una gama cada vez más amplia de la vida contemporánea. Las ciudades deben buscar innovar y ser disruptivas constantemente, para mantenerse a la vanguardia de la tecnología y aprovechar todos los beneficios que puede brindarle a sus ciudadanos. Esta es la tendencia a futuro que marcará, finalmente, qué países mejorarán y cuáles se quedarán atrapados en el pasado.

Vivimos en la era de la urbanización. En los últimos diez años, más o menos, más de la mitad de la población mundial ha migrado a las grandes ciudades. Además, las últimas previsiones de la ONU predicen que el 70 % de la población mundial vivirá en ciudades para 2050. En ese momento, la población urbana total del mundo será casi igual a la población total de la tierra en la actualidad. Dentro de un siglo, la cantidad de personas que vivan en las grandes ciudades habrá pasado de mil millones a casi seis mil millones. Esta tendencia también conducirá al aumento de más y más mega-ciudades, ciudades que tienen más de diez millones de habitantes. Mientras que en 2014 había 28 mega-ciudades, se espera que sean 41 en 2030. También se espera que las demandas de infraestructuras aumenten y que las ciudades más pequeñas crezcan considerablemente. En 2016 había alrededor de 500 ciudades con más de un millón de habitantes; para 2030 bien podría haber más de 650.

Muchas ciudades ya sufren de escasez de viviendas, infraestructuras sobrecargadas y suministros de agua y energía inciertos. A medida que más y más ciudades avanzan hacia objetivos inteligentes o “Smart”, dependerán cada vez más de recursos digitales que, por ejemplo, monitorearán las cifras de emisiones y la densidad del tráfico y coordinarán el transporte público local y los tiempos de cambio de semáforos gracias al monitoreo. En última instancia, también utilizarán tecnologías digitales para informar a las personas sobre las mejores formas de llegar a sus destinos, independientemente de si conducen sus propios vehículos, comparten automóviles, utilizan un sistema de transporte público o combinan modos de transporte.

Una ciudad del futuro

Entonces, ¿cómo se verá realmente una “ciudad inteligente”? Una publicación del World Economic Forum (ver nuestra traducción líneas abajo) afirma que la futura ciudad inteligente empleará una serie de programas de inteligencia artificial (IA) y algoritmos de aprendizaje automático para procesar la gran cantidad de datos “sensoriales” entrantes. Estos programas aprovecharán las mejoras rápidas en computación y redes neuronales en las próximas décadas. De hecho, las ciudades inteligentes pueden presenciar el nacimiento de las primeras IA verdaderamente “a escala humana” capaces de cognición reactiva e independiente.

Las ciudades inteligentes usarán dispositivos y sensores de Internet de las cosas (IoT = Internet of Things) para recopilar y analizar información a través de la infraestructura. Esto ayuda a las autoridades de la ciudad a administrar inteligentemente sus activos, aumentar la eficiencia, revolucionar el transporte, reducir los costos y, en teoría, mejorar la calidad de vida de los residentes. Para los vehículos, esto representa un gran potencial de mejora. 


Fuente: tynmagazine

Con las infraestructuras interconectadas, los conductores podrán recibir y enviar una cantidad de datos sin precedentes para facilitar su trabajo y ser más eficientes. Existen dos tecnologías clave que están impulsando ciudades más inteligentes.

  • Primero está la promesa de alta velocidad de transferencia de datos. Esto generará un movimiento de datos mucho más rápido de un punto a otro, lo que significa que los datos se podrán recopilar, procesar y analizar más rápido que nunca.
  • Los sensores son la segunda pieza del rompecabezas. Las ciudades inteligentes estarán impulsadas por una red inteligente de sensores que recopilarán y transmitirán datos que se utilizarán para recopilar ideas e información.

Esto abrirá mercados completamente nuevos para tecnologías y servicios. Un informe de McKinsey de 2016 estima que se deberán invertir un total de US$ 49 mil millones en proyectos de infraestructuras en todo el mundo entre 2016 y 2030. Esto es un promedio de US$ 3.3 mil millones por año, o alrededor del 3.8% del PBI mundial. Aproximadamente el 60 % de estas inversiones deberían realizarse en mercados emergentes.

Los satélites geoestacionarios y las plataformas orbitales supervisarán la atmósfera, los niveles de contaminación, los sistemas meteorológicos y el entorno local de la ciudad en todo el espectro electromagnético, prestando especial atención a las amenazas potenciales de terremotos, tsunamis, huracanes, tornados y otros desastres naturales.

La energía suficiente para alimentar una ciudad inteligente se generará a partir de fuentes limpias y renovables (eólica, solar, geotérmica, hidroeléctrica e incluso fusión), con cada sistema de potencia compartimentado para un aislamiento rápido y equipado con sistemas de respaldo en caso de falla. 

Ya podemos ver algunos cambios

Las ciudades de todo el mundo ya están comenzando a adoptar un “enfoque de ciudad inteligente”. En Barcelona, ​​estos enfoques se están utilizando para tomar decisiones sobre los horarios de los autobuses de la ciudad, permitiéndoles a las autoridades optimizar las rutas y los horarios basados ​​en datos precisos.

En Singapur, el avance es aún mayor, muchas instituciones municipales utilizan sensores IoT para mejorar los servicios públicos. Singapur también tiene Robocars, uno de las primeras pruebas públicas de autos sin conductor para los consumidores.

Estos son solo primeros ejemplos de cómo un enfoque de ciudad inteligente ayudará a los gobiernos y planificadores urbanos a entender cómo se usa la infraestructura de transporte y tomar mejores decisiones de infraestructuras para el futuro. Mejores infraestructuras en combinación con una planificación de rutas impulsadas por ciudades inteligentes harán que las ciudades sean más accesibles para los vehículos, lo que significa más eficiencia y menos tiempo en el tráfico.

Estas son solo algunas de las características más notables de una futura ciudad inteligente. Dado que más de la mitad de la especie humana vive en densas áreas urbanas, es inevitable que nuestras ciudades necesiten ser mejoradas. Las ciudades del futuro estarán menos definidas por sus horizontes y más por la sofisticación de su “inteligencia”.

Para hacer que una ciudad sea verdaderamente inteligente, se necesitará una gran cantidad de inversiones en infraestructuras, pero los beneficios probablemente superen con creces los costos.

Estos requerimientos de nuevas inversiones en infraestructuras, deben sumarse a los cálculos hechos hasta ahora, requerimientos que ya demandan niveles de inversión muy altos. Otra exigencia de buen gobierno. Las tareas pendientes que tenemos los peruanos son inmensas. Lamentablemente, nuestra realidad cotidiana, distas mucho de satisfacer lo que el país demanda. Lampadia

Este es el por qué

Las ciudades del futuro se verán muy diferentes

Al impulsar la economía global, las ciudades se han convertido en los motores de la sociedad moderna.
Imagen: REUTERS / Issei Kato

World Economic Forum
05 de setiembre, 2017
Jeff Desjardins, fundador y editor de Visual Capitalist
Traducido y glosado por Lampadia

A medida que las ciudades más grandes del mundo continúan expandiéndose con millones de nuevas personas, incluirán muchas de las tecnologías y tácticas cubiertas en la infografía de Raconteur (ver líneas abajo) para trabajar de manera más inteligente con sus habitantes.

¿Por qué las ciudades?

Las ciudades son los motores de la sociedad moderna.

Potencian la economía mundial, consumen grandes cantidades de recursos, albergan a la mayoría de la población mundial y crean gran parte de la contaminación y las emisiones que preocupan a los científicos por el futuro.

Y mientras que las grandes ciudades ya consumen muchos recursos, esto apenas se compara con las megaciudades del futuro cercano. De hecho, en nuestras vidas, veremos áreas urbanas masivas en África y Asia con poblaciones que se elevarán a 50 millones de personas o más.

Así es, habrá una creciente población urbana que consumirá más alimentos, energía y materiales que la mayoría de los países.

 

El momento correcto

Si bien la perspectiva de optimizar los problemas de las florecientes metrópolis puede parecer desalentadora, el momento es realmente perfecto. La llegada del Internet of Things (IoT), gracias a las innovaciones en tecnología de sensor, big data y análisis predictivo, están haciendo posible abordar todo tipo de problemas urbanos.

Integrar esto, junto con otros avances en la tecnología de comunicación de la información (TIC), en la planificación urbana es la visión de las ciudades inteligentes:

Así es como se están produciendo estos cambios

Trabajando más inteligentemente (smart), no más duro

Estas son algunas de las iniciativas tomadas por las personas que administran las ciudades más inteligentes hoy en día:

Carreteras inteligentes

Monitoreando los niveles de vehículos y peatones para optimizar o desviar el tráfico de acuerdo a las condiciones. Se crean carriles rápidos y lentos adaptables e inteligentes para caminar y andar en bicicleta.

Edificios inteligentes

Jardines en la azotea o vegetación a los lados de los edificios para ayudar con el aislamiento. Optimización de calefacción, uso de energía, iluminación y ventilación. Integración de energía fotovoltaica y turbinas eólicas en diseños de edificios.

Iluminación inteligente

Iluminación inteligente y adaptada al clima para aumentar la eficiencia energética.

Gestión inteligente de residuos

Monitoreo de niveles de basura en contenedores en tiempo real para optimizar las rutas de recolección.

Energía inteligente

Control y gestión del consumo de energía. Utiliza tecnología para detectar y reaccionar a los cambios locales en el uso.

Lampadia




La llegada de la Cuarta Revolución Industrial

La llegada de la Cuarta Revolución Industrial

En los últimos años, las tecnologías digitales, como ‘Big Data’, analytics, algoritmos, comunicaciones inalámbricas, robótica, la ‘Internet de Las Cosas’ y la Inteligencia Artificial han comenzado a transformar radicalmente los procesos industriales, llevando al mundo a una “cuarta revolución industrial”. Todos los días, más empresas en múltiples sectores están utilizando soluciones digitales para mejorar la productividad, la flexibilidad, la sostenibilidad y la eficiencia en sus operaciones.

[Leer al final de esta nota el artículo de León Trahtemberg sobre educación]

Nos encontramos en los albores de una revolución tecnológica que va a alterar nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarse entre nosotros. Esta transformación será diferente a cualquier otra que el género humano ha experimentado antes: en escala, alcance y complejidad.

Para entender un poco más las revoluciones históricas, observemos el gráfico inferior. La Primera Revolución Industrial tuvo lugar en el Siglo XVIII, cuando la humanidad se mudó de confiar en el poder de los animales al poder mecanizado, la Segunda se produjo a finales del Siglo XIX y principios del XX, con una gran cantidad de avances en sistemas de producción en masa y comunicaciones y, la Tercera sucedió en el último medio siglo cuando las computadoras y el internet abrieron la puerta al mundo digital.

Ahora ha llegado la Cuarta Revolución. También conocida como la revolución de la información, que en realidad sólo ha comenzado a mostrar toda su fuerza en los últimos años, impulsada principalmente por la digitalización y el mayor acceso permanente al internet.  (Ver en Lampadia: La transformación digital: Migrando hacia las redes).

Esta revolución puede ser caracterizada como el momento en que la humanidad llega a un punto en el que, en principio, todos tienen acceso a la información en todo, en todas partes y todo el tiempo. Es en gran parte el resultado de la evolución incesante de las tecnologías de información y comunicación, que han avanzado en el último medio siglo de cálculos numéricos, a través de procesamiento de la información, producción y el análisis de datos a una escala verdaderamente sofisticada, masiva e integral.

Su impacto en el mundo se amplifica aún más con la llegada de las tecnologías que pueden traducir la información en resultados reales en el mundo físico, mediante tecnologías como la fabricación e impresión 3D, los autos sin conductor o la edición avanzada de genes.

Gracias a un aumento dramático en la conectividad móvil global y la incorporación de sensores, robots y análisis de datos de gran alcance a través de las industrias manufactureras y de servicios, estamos viendo el surgimiento de tecnologías que tienen el poder de impulsar un nuevo ciclo de la actividad económica mundial.

Este crecimiento será enorme, pero también se enfrenta a preocupaciones nuevas o más intensas en comparación con las revoluciones industriales anteriores, particularmente con respecto a cómo se distribuyen los beneficios, cómo son administradas las externalidades y cómo asegurar que el aumento de la productividad y la eficiencia no se traduzca en la presión deflacionaria y el desempleo masivo. (Ver en Lampadia: Apuntes para la creación de empleo al 2034 (I) y El futuro del empleo con Robots e Inteligencia Artificial (II)).

Según el World Economic Forum, existen tres razones por las que las transformaciones actuales no representan una prolongación de la tercera revolución industrial, sino más bien la llegada de una cuarta: su velocidad, su alcance y su impacto. La velocidad de los avances actuales no tiene precedente histórico. En comparación con las revoluciones industriales anteriores, la Cuarta está evolucionando a una velocidad exponencial en lugar de un ritmo lineal. Por otra parte, se está incorporando en casi todas las industrias en todos los países. Y su amplitud y profundidad anuncian una transformación total de los sistemas de producción, gestión y gobernanza.

Por ejemplo, la inteligencia artificial ya está a nuestro alrededor, desde en los automóviles de auto-conducción hasta en software para usos múltiples. Se han hecho progresos impresionantes en la Inteligencia Artificial (IA) en los últimos años. (Ver en Lampadia: Inteligencia Artificial: ¿Se puede controlar?). Las tecnologías de fabricación digital, por su parte, están interactuando con el mundo biológico. Ingenieros, diseñadores y arquitectos están combinando diseño computacional, la fabricación aditiva, ingeniería de materiales y la biología sintética para ser pioneros de una simbiosis entre los microorganismos, nuestros cuerpos, los productos que consumimos e incluso los edificios que habitamos.

La Cuarta Revolución Industrial tiene el potencial de aumentar los niveles de ingresos globales y mejorar la calidad de vida de la población en todo el mundo. Hasta la fecha, los que han ganado el máximo provecho han sido las personas capaces de acceder al mundo digital. También dará lugar a un milagro en la oferta, con ganancias a largo plazo en la eficiencia y la productividad. Los costos de transporte y comunicación se reducirán, la logística y las cadenas de suministros globales serán más eficaces y el costo del comercio disminuirá, abriendo nuevos mercados e impulsando el crecimiento económico.

Todas las revoluciones industriales traen consigo una disrupción económica, política y social. Ésta anuncia cambios significativos para las empresas, los gobiernos, los medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil y el empleo.

Una de las preocupaciones más importantes es la posible desigualdad entre los países. Aquí, tanto el manejo de las políticas públicas como las etapas de desarrollo actuales de los países serán determinantes en el crecimiento de los países. La información y el talento se convertirán rápidamente en las áreas de mayor valor para las organizaciones y las ciudades de todo el mundo, se necesitarán ecosistemas de innovación locales para aprovechar rápidamente las ventajas de las nuevas eficiencias habilitadas por la cuarta revolución industrial.

Otra área que está cambiando es el poder relativo entre los gobiernos y los ciudadanos. El uso generalizado de la comunicación digital ha concedido enormes poderes a los ciudadanos interesados ​​para que los gobiernos rindan cuenta y permite que las personas se organicen e innoven junto con el gobierno para influir e incluso co-crear políticas públicas.

Hay muchos otros desafíos laborales, éticos y de seguridad, incluyendo la privacidad y la integridad de la información, así como las crecientes diferencias entre los que tienen acceso y saben cómo utilizar las tecnologías y los que no. ¿Está preparando el Perú para esta revolución? ¿Vamos a permitir que nuestros ciudadanos se pongan al día?

Ojalá que sí. Pero hasta ahora no vemos ninguna reacción. Por ejemplo, en educación, seguimos tras los paradigmas del Siglo pasado, enseñanzas cognitivas, maestros no capacitados para el nuevo mundo y mucha política en el Ministerio, el Magisterio y en el manejo dirigista de las universidades. Necesitamos otro enfoque, basta de hacerle loas al Ministro de Educación. Veamos el último artículo de un educador libre en el Perú:

Valentía: diferencia entre Finlandia y Perú

León Trahtemberg, Diario Correo, 01 de enero 2016

Finlandia se ha prestigiado por contar con uno de los mejores sistemas educativos del mundo; pese a sus logros, ya prepara un cambio radical para mejorar la calidad de su pedagogía. Abolirá las áreas curriculares para aplicar un método denominado phenomenon learning que es transdisciplinario. En lugar de adquirir conocimientos aislados sobre diferentes materias, los alumnos participarán en el proceso de elegir los proyectos de investigación y planificarán con sus profesores su desarrollo.

La educadora Kyllonen ejemplifica el caso de unos niños de cuarto grado que decidieron investigar el fenómeno de los teléfonos inteligentes. Ese tema les permitía estudiar matemáticas y estadísticas para saber las razones por las que la gente usa los teléfonos, literatura e historia para indagar sobre cómo los mensajes de texto han cambiado la forma de escribir, etc. (BBC Mundo 02 12 2015). Para lograrlo, los profesores deben trabajar de forma colaborativa con sus alumnos y con otros docentes, al estilo de un coach, desaprendiendo su rol conductor anterior y reaprendiendo el nuevo del mentor.

¿Por qué hace eso Finlandia? Porque tienen la valentía de entender que así como Nokia tuvo su década y ahora necesitan otros referentes, los éxitos del sistema educativo son temporales y necesitan reformularse para seguir vigentes. ¿La diferencia entre Finlandia y Perú? Finlandia tiene coraje, valentía para innovar y no complacerse con éxitos temporales. Perú tiene una historia cobarde, de aferrarse al pasado con logros educativos mediocres sin dar la batalla por la innovación pedagógica.

El reto de los peruanos es muy grande pero remontable. El principal escollo a vencer es contar con líderes capaces y valientes para construir las nuevas capacidades que nuestros hijos demandan y, pese a los pesimistas, tienen capacidad de absorber. Lampadia