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China y EEUU están condenados a cooperar

La Casa Blanca anunció que el presidente Donald Trump recibirá en abril al presidente chino Xi Jinping,  para una cumbre de dos días en el complejo Mar-a-Lago de Florida. Esto podría ser un paso en la dirección correcta. Parece ser un intento de llegar a un acuerdo entre las dos naciones y se espera que logren superar los obstáculos que impiden la cooperación entre ambos.

Y es que, ambos países tienen que cooperar, como dice Martin Wolf en el artículo del Financial Times que glosamos líneas abajo: “Sin importar cuan diferentes parezcan los dos países, comparten intereses. El mantener la economía mundial abierta es uno de ellos. Es esencial que Trump esté convencido de que sus opiniones sobre el comercio son equivocadas. Es surrealista que dependamos de un comunista chino para persuadir a un presidente de los Estados Unidos de los méritos del comercio global liberal. Sin embargo, los actuales tiempos desesperados, requieren esas medidas desesperadas”.

Fuente: huffingtonpost

En la reunión de ministros de Finanzas del G20 que finalizó el sábado en Alemania, no pudieron ponerse de acuerdo sobre un compromiso contra el proteccionismo. Mientras tanto, los participantes del Foro de Desarrollo de China sí lo hicieron, y se enfocaron en la mejor manera de corregir los defectos de la globalización, buscando que las ganancias fueran compartidas más equitativamente.

La globalización y la integración económica mundial han sufrido retrocesos por una razón importante: la falta de beneficios compartidos y la polarización entre los que tienen y los que no tienen“, dijo Jin Liqun, presidente del Banco Asiático de Inversión de la Infraestructuras liderado por China. “Niego absolutamente que haya perdedores. Si hay perdedores, realmente no están haciendo algo bien en su política interna. Por favor, arréglenlo.”

Y no fue el único. El presidente ejecutivo de Apple, Tim Cook, expresó: “Creo que es importante que China continúe abriéndose”. Por su lado, el viceprimer ministro de China, Zhang Gaoli dijo: “China está dispuesta a trabajar con otros países para oponerse a las variadas formas del proteccionismo en el comercio y las inversiones. Deberíamos impulsar sin descanso la globalización económica (…) no podemos detener nuestros pasos por dificultades temporales“.

Parece increíble, pero es necesario que el líder chino le dé una lección de economía y libre comercio y los beneficios de la globalización al presidente del país que lideró la política del libre mercado en el mundo. Como afirmó Martin Wolf anteriormente (Ver en Lampadia: ¿El fin de la globalización?): “El impulso hacia una mayor integración económica se ha estancado y en algunos aspectos se ha revertido. La globalización ya no está impulsando el crecimiento mundial. Si se llega a producir un retroceso de la apertura comercial por parte de los países más ricos, sus efectos en los países emergentes serían dramáticos. Esta situación es casi el peor evento económico posible que se puede imaginar y golpearía muy duramente a los países y poblaciones más pobres del mundo”.

Así lo hemos explicado en nuestro artículo: The wind beneath our wings, en el que enfatizamos  que los países emergentes como el Perú, necesitan el libre comercio para su desarrollo.

Desde el Ásia, Kishore Mahbubani ha sido muy claro en plantear la necesidad de la convergencia entre occidente y el Ásia, para consolidar la prosperidad del conjunto de la humanidad. Ver en LampadiaEEUU se encierra y China se postula al libre comercioWEF: ¿Se detendrá la gobernanza global en un mundo multipolar? Mahbubani: “No nos equivoquemos con China”.

Las acusaciones de mayor desigualdad que sustentan la ola anti globalización, deben circunscribirse a los países más ricos. Los peruanos no podemos perder la oportunidad de defender el libre comercio y la globalización, y cuidar así el crecimiento económico y la superación de la pobreza en el Perú. Lampadia

China y Estados Unidos: una extraña pareja condenada a cooperar

Puede ser que un líder comunista convenza a Donald Trump de los méritos del libre comercio

Martin Wolf
Financial Times
21 de marzo de 2017
Traducido y glosado por Lampadia

El futuro de nuestro mundo depende en gran medida de las relaciones entre Estados Unidos, un país joven y superpotencia dominante, y China, un antiguo imperio y una superpotencia emergente. La elección de Donald Trump en EEUU, un xenófobo populista, y el ascenso de Xi Jinping, un autócrata centralizador en China, ha hecho que las relaciones entre ambos países sean particularmente desafiantes.

No menos contrastantes, sin embargo, son las perspectivas de estos dos países sobre la economía mundial. Hace 40 años, Mao Zedong gobernó China: su objetivo era la autarquía. Sin embargo, desde 1978, las palabras claves de la política económica de China han sido “reforma y apertura” propuestas por su sucesor, Deng Xiaoping. Mientras tanto, Estados Unidos, progenitor del internacionalismo liberal de la Pos Guerra, está consumido en dudar de sí mismo y, por lo tanto, ha elegido como líder a un hombre que considera que esta política excepcionalmente exitosa es hostil a los intereses de su país.

Una de las ironías de hoy es esta reversión de actitudes hacia la apertura de la economía mundial. Nada ilustra esto mejor que el contraste entre el fuerte apoyo a la globalización ofrecido por el Presidente Xi en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos en enero y la asombrosa afirmación de Trump de que “la protección llevará a una gran prosperidad y fortaleza“. Todavía se desconocen las implicancias del proteccionismo estadounidense. Pero son muy inquietantes. Lo último que necesita la frágil economía global es una guerra comercial entre EEUU y China.

Este año, la participación en el Foro de Desarrollo de China ha traído a casa algunas de las raíces más profundas del desencanto de hoy. Los participantes chinos me dijeron en privado que solían ver a EEUU como el modelo exitoso de capitalismo, democracia y apertura económica. La crisis financiera mundial, la elección de Trump y el proteccionismo estadounidense han devastado su prestigio en los tres aspectos.

Sin embargo, también es evidente que esta extraña pareja está condenada a cooperar si se van a garantizar los bienes públicos globales esenciales -la gestión de los bienes comunes mundiales, la seguridad internacional y la estabilidad de la prosperidad. Ninguno será capaz de entregar lo que quiere sin prestar atención a los intereses y puntos de vista de los demás. Es asombroso que hoy en día el liderazgo chino parece entender esto mejor que el de los EEUU.

Cuando los presidentes Xi y Trump se reúnan el próximo mes en Mar-a-Lago, la “Casa Blanca de invierno”, en la primera reunión entre los dos, es necesario que encuentren una base para cooperar. Los presagios no son buenos. Trump se ha centrado en las políticas comerciales y de divisas de China. Incluso ha coqueteado con desafiar la política de “Una China”.

Si nos limitamos a enfocarnos en la dimensión económica, ¿cómo podría salvarse este diálogo entre personas muy probablemente sordas?

Primero, los dos líderes necesitan convencerse mutuamente de que ninguno alcanzará sus metas si están en conflicto. Esto es evidentemente cierto para una guerra real. Pero también es cierto para una guerra comercial. Qué país perdería más es un ejercicio intelectual obsoleto. Sin duda, ambos perderían, directa e indirectamente.

En segundo lugar, Xi debe transmitirle a Trump que sus puntos de vista sobre las políticas de China están irremediablemente anticuados. China ha gastado mil millones de dólares de sus reservas de divisas para mantener el renminbi en alza desde junio de 2014. Entre 2006 y 2016, las exportaciones de China cayeron del 35% al ​​19% del producto bruto interno. La máquina de exportación que todo lo conquista es una vieja historia.

En tercer lugar, Trump debe decirle a Xi que las políticas industriales de China son un asunto legítimo que preocupa a otros países. China puede argumentar con razón que es un país en desarrollo. Pero también es un coloso económico. Sus políticas de desarrollo parecen a otros países, un mercantilismo depredador. China necesita reconocer que, en un mundo interdependiente, otros tienen un interés razonable en lo que hace. Esto se aplica también a la magnitud de sus superávit en cuenta corriente. Por supuesto, Trump tiene que entender puntos similares. Si no le importan las consecuencias globales de lo que hace, ¿por qué debería importarle a China? 

Cuarto, China puede ayudar a Trump a que consiga lo que quiere. El presidente de Estados Unidos quiere inversiones industriales en nuevas zonas de su país dañadas por la desindustrialización. Esto nunca puede ser revertido. Pero Xi seguramente puede encontrar negocios chinos felices de invertir en EEUU. A Trump le gustan esos anuncios. Xi debería ayudarlo.

Finalmente, Trump quiere un auge de infraestructuras en Estados Unidos. China es, lejos, el mayor exponente mundial de entrega rápida de infraestructuras. Debe ser posible unir las capacidades de China con los objetivos de Trump.

Sin importar cuan diferentes parezcan ambos países, comparten intereses. El mantener la economía mundial abierta es uno de ellos. Es esencial que Trump sea persuadido de que sus opiniones sobre el comercio son equivocadas. Es surrealista que dependamos de un comunista chino para convencer a un presidente de EEUU de los méritos de un comercio global liberal. Sin embargo, los actuales tiempos desesperados, requieren esas medidas desesperadas. Lampadia

 




El rol del Comercio en la Eliminación de la Pobreza

El rol del Comercio en la Eliminación de la Pobreza

El Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) acaban de publicar en conjunto el documento: “The Role of Trade in ending Poverty” (El rol de comercio en la eliminación de la pobreza).

Las experiencias del Perú, alejado del comercio internacional hasta los años 80 y la más reciente, integrados comercialmente al mundo global desde mediados de los años 90 y, después de haber desarrollado tratados de comercio con el 90% de nuestros socios comerciales durante la primera década del siglo XXI, debería ser suficientemente aleccionadora e ilustrativa para los peruanos.

Las relaciones causa-efecto del alejamiento del comercio internacional con el empobrecimiento generalizado del país hasta 1990 y la gran recuperación de la economía, una vez integrados al comercio, son nítidas y contundentes: nuestra apertura comercial ha ido de la mano con un crecimiento y diversificación espectaculares de nuestras exportaciones, un crecimiento alto y sostenido de la economía, una acelerada reducción de la pobreza y la desigualdad y de muchos otros indicadores sociales. (Ver en Lampadia: Las cifras de la prosperidad).

El año 90 exportamos por todo concepto US$ 3,320 millones. El año 2014 exportamos US$ 39,252 millones, de los cuales US$ 4,205 millones fueron en agroexportaciones, US$ 1,800 millones en textiles, US$ 1,515 millones en productos químicos, US$ 77 millones en maquinaria  y equipo industrial, US$ 1,155 millones en productos pesqueros y US$ 20,410 millones en productos mineros, entre otros.

Lamentablemente, en el Perú, en algunos círculos académicos, intelectuales y políticos, se sigue cuestionando el rol del comercio internacional. Por ello esta publicación del BM y de la OMC es tan oportuna y relevante. Sobre todo a luces del próximo proceso electoral, en el que los peruanos deberemos elegir nuevas autoridades con la mejor información posible sobre las principales políticas públicas. Y la apertura comercial es una de ellas.

Líneas abajo presentamos los aspectos más importantes del resumen ejecutivo de la publicación indicada, el enlace a nuestra traducción de dicho resumen y el enlace a la publicación completa en ingles. Próximamente seguiremos analizando los distintos aportes de este importante trabajo.

Resumen Ejecutivo: El rol de comercio en la eliminación de la pobreza

Traducido y glosado por Lampadia

La expansión del comercio internacional ha sido esencial para el desarrollo y la reducción de la pobreza. La economía actual es incuestionablemente global. El comercio como proporción del PBI mundial se ha duplicado desde 1975. Los mercados de bienes y servicios se han integrado cada vez más a través de una caída de las barreras comerciales, con la ayudade la tecnología en la reducción de los costos del comercio. Pero este no es un fin en sí mismo. La gente mide el valor del comercio en la medida en que ofrezca mejores condiciones de vida, mayores ingresos, mejores posibilidades de elección, y un futuro más sostenible, entre otros beneficios. Para los pobres extremos que viven con menos de 1.25 dólares al día, el valor central del comercio está en su potencial para ayudar a transformar sus vidas y las de sus familias. De esta manera, no hay duda de que la integración de los mercados globales a través de la apertura comercial ha brindado una contribución fundamental para la reducción de la pobreza. El número de personas que viven en la pobreza extrema en todo el mundo se ha reducido en alrededor de mil millones desde 1990. Sin una mayor participación de los países en desarrollo en el comercio internacional y los sostenidos esfuerzos para reducir las barreras a la integración de los mercados, habría sido muy difícil lograr esta reducción.

El comercio puede seguir desempeñando un papel clave en la reducción de la pobreza.

En 2011 (el año más reciente del que se tienen datos completos), alrededor de mil millones de personas permanecían en la pobreza extrema – un poco menos de 15 % de la población mundial. El Grupo del Banco Mundial ha adoptado la meta de reducir esta cifra a menos del 3 %al 2030, y es prominente en las discusiones de este año sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible post-2015.

Este informe tiene tres mensajes clave:

  1. Un esfuerzo sostenido para enfatizar que la integración económica y una mayor reducción de los costos del comercio son esenciales para acabar con la pobreza. Se necesitará un fuerte crecimiento en los países en desarrollo para lograr erradicar la pobreza, y el comercio es un elemento fundamental del crecimiento.
     
  2. La reducción de las barreras arancelarias y no arancelarias entre los países son elementos esenciales de este programa, pero esto debe formar parte de un enfoque más amplio que reconozca las limitaciones que sufre la extrema pobreza (y para muchos, su desconexión de los mercados) si quieren beneficiarse del comercio. Esto incluye los desafíos que enfrentan las mujeres, los campesinos pobres, los que pertenecen a la economía informal, y aquellos de estados en conflictos.
     
  3. La OMC y del BM han hecho contribuciones sustanciales al comercio y la reducción de la pobreza. Sin embargo, queda mucho más por hacer para poner fin a la pobreza.

El comercio puede reducir la pobreza aumentando el crecimiento. A pesar de que las causas de la pobreza son multidimensionales, el requisito básico para la reducción sostenida de la pobreza es el crecimiento económico. La apertura al comercio aumenta el PBI de un país, ya que le permite utilizar sus recursos de la manera más eficiente mediante la especialización en la producción de los bienes y servicios que se puede producir de forma más barata, e importando los demás.

La mayor integración de la economía mundial ha sido un factor fundamental detrás de la reducción de la pobreza lograda hasta ahora. Y la integración será tan (si no más) importante en el camino hacia 2030. Un mensaje clave de este informe es la necesidad de aumentar los esfuerzos para mantener el comercio mundial abierto y hacer más para reducir los costos del comercio, mediante la integración de los mercados.

Sin embargo, el crecimiento por sí solo puede no ser suficiente para lograr el fin de la pobreza para el año 2030. Según las últimas proyecciones del Banco Mundial,del crecimiento global al 2030, es poco probable que el crecimiento sea lo suficientemente alto en todos los países en desarrollo como para reducir la pobreza al objetivodel 2030.Los países en desarrollo tendrían que crecer a un promedio de 4% anual – una tasa de crecimiento aún más alta que durante la década de 2000 y muy superior a la de los años 1980 y 1990.

Los pobres extremos enfrentan numerosas limitaciones que dificultan su capacidad para beneficiarse de ganancias económicas más amplias. Una característica novedosa de este informe es el vínculo establecido entre los retos que enfrentan las personas que viven en la pobreza extrema y su capacidad de beneficiarse del comercio, un motor clave del crecimiento. El informe describe cuatro características principales de los pobres que tienen un impacto particularmente fuerte en su capacidad para extraer todos los beneficios potenciales del comercio: la pobreza rural; la fragilidad y conflicto; la informalidad; y el género.

Cada una de estas cuatro características moldea el entorno en que viven los pobres extremos, y constriñe que se beneficien de las oportunidades comerciales. La pobreza en muchas partes del mundo (sobre todo en el África subsahariana, donde el reto de acabar con la pobreza extrema es mayor) es un fenómeno sorprendentemente rural.

Los riesgos que enfrentan los pobres también afectan su capacidad para beneficiarse de las oportunidades comerciales. Los principales riesgos que enfrentan los pobres a través de cada una de las cuatro dimensiones de la pobreza incluyen cambios económicos, ajustes del mercado laboral y la vulnerabilidad a los fenómenos meteorológicos y el cambio climático. Al mismo tiempo, los pobres a menudo carecen de acceso a los instrumentos y el apoyo necesario para mitigar estos riesgos (cosas que las personas en los países avanzados dan por sentado, como los seguros y seguridad social). Cuando los pobres se enfrentan a riesgos, pueden ser incapaces de adoptar estrategias que les permitan aprovechar al máximo las oportunidades de comercio, incluso cuando estas estrategias serían beneficiosas. 

Si bien los desafíos y riesgos que enfrentan los pobres extremos son considerables, las oportunidades son grandes. El comercio transfronterizo aumenta los ingresos de los productores agrícolas y comerciantes de los países pobres.

El mayor impacto en la reducción de la pobreza vendrá a través de un enfoque coherente que reduzca los costos del comercio de una manera que maximice los beneficios para los pobres extremos. Las políticas que se centran en la reducción de las barreras arancelarias y no arancelarias entre los países son elementos esenciales, pero deben formar parte de un enfoque más amplio. Sólo un enfoque holístico, que también incorpore una serie de medidas específicas localizadas, puede entregar las ganancias necesarias para poner fin a la pobreza mundial.

Este informe ofrece cinco áreas inter-relacionadas y complementarias de políticas que pueden ser consideradas por los países y la comunidad internacional en la aplicación de este enfoque:

  • La reducción de los costos comerciales para una mayor integración de los mercados.

  • Mejorar el entorno. Para lograr esto se requiere una mayor cooperación entre los sectores, una mejor coordinación entre los ministerios y agencias gubernamentales, y que una gama más amplia de partes interesadas en trabajar juntos de manera efectiva.
  • Intensificar el impacto de las políticas de integración en la pobreza. Traer un mayor enfoque en la lucha contra la lejanía de los mercados a nivel sub-nacional, y facilitar las actividades de los comerciantes pobres y pequeños, puede ayudar a mejorar los beneficios para los pobres, especialmente en las zonas rurales.
  • Gestionar y mitigar los riesgos que enfrentan los pobres. Es necesario enfocarse más en la gestión de los riesgos existentes que los pobres enfrentan. La gestión eficaz del riesgo puede ser un poderoso instrumento para el desarrollo, a través de la construcción de la capacidad de recuperación de los pobres a los efectos de los eventos adversos.
  • Mejorarla data y el análisis para las medidas políticas. Se requiere una mejor información para el diseño e implementación de políticas efectivas para maximizar los beneficios de reducción de la pobreza con el comercio.
 
 
 



TPP: mirando hacia el Asia y el Pacífico

TPP: mirando hacia el Asia y el Pacífico

El Director General de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Roberto Azevedo, confirmó que los representantes de los países miembros de la OMC no fueron capaces de llegar a un acuerdo para retomar el impulso de un acuerdo comercial global la semana pasada, previo a la cumbre de ministros que se sostendrá la siguiente semana en Bali. Con ello, la OMC acumula más de 12 años de intentos fallidos para relanzar el desarrollo del  sistema comercial multilateral después del fracaso de la ronda de Doha. Frente a esta situación, los países que buscan abrirse al comercio han encontrado alternativas a través de TLCs y acuerdos de integración regional. El Perú, por ejemplo, ya tiene firmados 19 acuerdos comerciales, 2 por por entrar en vigencia (Guatemala y Alianza del Pacífico) y 4 acuerdos en negociación, entre ellos el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), que es el más prometedor. 

El TPP constituye el proceso de negociación plurilateral más grande y ambicioso del mundo entre países pertenecientes a Asia, América y Oceanía. Está siendo desarrollado por doce economías pertenecientes al Foro de Cooperación Económica Asia –Pacífico (APEC) que están aprovechando esta plataforma para construir un acuerdo inclusivo y de alta calidad que sea el soporte para el crecimiento económico, el desarrollo y la generación de empleo de los países miembros. La idea es que este instrumento se convierta en el futuro en la base y el medio para construir una Área de Libre Comercio del Asia Pacífico (FTAAP), por lo cual estará abierto al ingreso de otras economías de APEC y al desarrollo de mecanismos que permitan su flexibilidad y carácter evolutivo.

En la actualidad el acuerdo viene siendo negociado por Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile,  Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam, EEUU, Japón.  Para la economía norteamericana este tratado es estratégico ante la creciente importancia que está cobrando el Asia en la economía mundial y la ineficacia de la OMC para llegar a acuerdos globales. Para el Perú, la negociación del TPP representa una excelente oportunidad para continuar profundizando nuestra agenda de integración comercial y económica, ya que las economías que negocian este acuerdo  representan un mercado potencial de casi 790 millones de habitantes, el 39% del PBI mundial y el 25% del comercio mundial. Más aún, en el 2012 el intercambio comercial del Perú con los países involucrados en la negociación representó el 32.3% del total de exportaciones (equivalente a 28.5 mil millones de dólares), y en todos los casos (con excepción de Vietnam) el PBI per cápita de estas economías es mayor al peruano.

A diferencia de los acuerdos “cerrados” al mundo, como el Mercosur, Unasur o el ALBA, el TPP es un acuerdo de negociación que busca generar apertura mirando hacia la estratégica zona del Asia-Pacífico e incorporando todos los elementos modernos de los TLC, tales como propiedad intelectual, estándares laborales, compras estatales, empresas públicas. Desde que este acuerdo empezó a ser negociado en el año 2010 se han realizado 18 rondas de negociación, y en diciembre se realizará en Singapur la cuarta ronda del presente año.  

El Perú tiene el deber de cuidar sus relaciones comerciales, profundizarlas y promoverlas. Por ello, el TPP constituye una gran oportunidad de cara al futuro para consolidar estratégicamente la presencia del Perú en el Asia-Pacífico, zona de gran importancia para el país, y que brinda un mercado diversificado para el desarrollo de nuevos productos de exportación, el comercio de servicios y la atracción de inversiones, entre otros.