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Venezolanos y peruanos en la misma coladera

Venezolanos y peruanos en la misma coladera

Jaime de Althaus
Para Lampadia

La masiva inmigración venezolana al Perú debería decidirnos a llevar adelante de una vez por todas las reformas pendientes no solo para absorber más rápidamente a los inmigrantes sino para aprovechar y potenciar el aporte que podrían dar al crecimiento de la economía tanto ellos como los propios peruanos.

La inmigración venezolana al Perú es beneficiosa, porque, si bien desplaza en lo inmediato de sus trabajos a algunos peruanos, genera al mismo tiempo más actividad y más empleo, porque demanda bienes y servicios, y los produce. El balance es positivo, más aún considerando que más del 50% de los venezolanos que llegan al Perú tienen estudios universitarios, de maestría e incluso doctorado, según Eduardo Sevilla, Superintendente de Migraciones, citado por Mijael Garrido Lecca en buen artículo en Perú 21.

Pero, claro, el efecto inmediato en las personas que pierden un empleo puede llevar a pensar que los venezolanos les están quitando empleo a los peruanos, cuando no es así en la suma total porque su inclusión en el mercado nacional lleva a la generación de más riqueza y más empleos en un momento posterior. Solo que esto puede acelerarse y facilitarse si hacemos las reformas ahora. El nivel educativo de los venezolanos, de otro lado, permite pensar que podrían aportar al desarrollo de actividades en las que en el Perú no hay talento sobrante.

De lo que se trata es de hacer los cambios normativos que faciliten la inversión privada y el crecimiento de las empresas, para generar mucho más empleo. Y para que esta aceleración sea posible, se requiere de la palanca del crédito, que no puede expandirse si las empresas no se formalizan.   

Esto el gobierno lo sabe. Lo mencionó claramente el propio presidente Vizcarra en su discurso del 28 de julio: “El crecimiento se logrará con un mayor dinamismo de la inversión pública y privada, estabilidad política y social, mayor formalización y un trabajo honesto y transparente”. ¿Cómo lo logramos? No entró en detalles, pero informó que “Gracias a las facultades para legislar…, nos proponemos impulsar el desarrollo productivo y empresarial de las Micro y Pequeñas Empresas, a través de una mejora del sistema de compras estatales, calidad de los productos, reducción de costos de financiamiento y promoción de la formalización laboral”. No explicó cómo se promovería la formalización laboral, pero anunció la masificación del uso de comprobantes de pago y libros electrónicos y la implementación de “incentivos a las personas naturales para demandar comprobantes de modo que se conviertan en socios del Estado en el proceso de formalización de las actividades económicas”. En otro momento volvió a mencionar el objetivo de “la formalización de las empresas y nuestro mercado de trabajo”.

Se trata sencillamente de lograr que haya mucha más inversión privada formal. El que sea formal es condición para que pueda crecer aceleradamente. Así tendremos más empleo y muchos mejores salarios.  Lo decía claramente Elmer Cuba en la entrevista que le hice para El Comercio:

“¿Por qué el ingreso promedio de un chileno es superior al de un peruano, sea este un guachimán, un médico o un taxista? Porque ellos han invertido más en 20 años, tienen más capital por persona. A más intensidad en capital, más salario real. También lo decía Marx. Como esta es una economía sub-capitalizada, tenemos que meterle más inversión privada al infinito para que el ratio, el capital, sea mayor”. (En El Comercio 02.04.2018)

Se trata de que haya mucha más inversión privada, pero de calidad. El problema en el Perú es que, como advirtió Andrew Powell, asesor principal del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo, la inversión privada en el Perú no es de calidad. La gran mayoría son  empresas pequeñas de baja productividad. Mientras estas, pese a su baja productividad, logran sobrevivir, pero con muy bajos ingresos, las empresas medianas o grandes formales quiebran, por los costos de la formalidad, que son muy altos. La razón de esto:

“es el diseño de nuestros sistemas impositivos y, en algunos casos, el código laboral. Básicamente, estamos poniendo muchos impuestos sobre el empleo formal, entonces hay un incentivo para que las empresas sean informales o las empresas formales contraten de manera informal. Esto desincentiva la formalización y que las firmas crezcan” (En El Comercio, 24.07.2018)

También hay incentivos a la informalidad, cuando un seguro gratuito como el SIS compite con Essalud, por ejemplo. Para resolver esto se ha planteado un conjunto de reformas, que no vamos a repetir acá (Ver, por ejemplo, “La batalla por una reforma tributaria integradora”, Lampadia). El gobierno mismo es consciente de los problemas de sobre-regulación, tramitología y corrupción, y está desarrollando algunos programas al respecto (ver “Los novedosos anuncios del Premier en reforma del Estado”).

Lo que queremos resaltar es que el propio gobierno –o parte de él- sabe lo que hay que hacer. Pero no se atreve. El Plan Nacional de Competitividad recientemente publicado explica claramente el problema en el terreno laboral:

“La alta proporción de trabajadores informales es uno de los principales problemas que enfrenta el mercado laboral. El despido de trabajadores resulta costoso en el Perú, debido a dos razones: las indemnizaciones son caras y la jurisprudencia legal impide el despido individual por causas económicas vinculadas a la empresa. La normativa laboral, en particular en el Régimen General, establece costosas indemnizaciones en casos de despidos sin causa. En efecto, para las empresas formales que están acogidas al Régimen General, el Perú es uno de los países de mayor rigidez para despedir, puesto que un trabajador que es cesado sin causa tiene derecho a una indemnización de 1,5 remuneraciones mensuales por año trabajado, con un tope de 12 remuneraciones. Por ejemplo, si un trabajador es cesado sin causa tras cuatro años de permanecer en la empresa, la indemnización asciende a 6 meses de salario, bastante más alta que el promedio de países OCDE (1,2 meses aproximadamente) y de América del Sur (2,8 meses). Según el Reporte de Competitividad Global 2017-2018, del Foro Económico Mundial, los empresarios peruanos consideran que las restricciones en la regulación laboral son de los factores más problemáticos para hacer negocios en el Perú, después de los factores de corrupción, ineficiencia del sector público, los impuestos, y la oferta inadecuada de infraestructura”. 

El documento va más allá. Explica que, en ese contexto, “la contratación de trabajadores está sesgada hacia los contratos de plazo fijo, precisamente porque el despido es dificultoso. Según la ENAHO 2017 la mayoría de empleos se contrataron bajo la modalidad de contrato a plazo fijo, independientemente del sector productivo.” Cuán grave será este tema que la contratación a plazo fijo prevalece pese a que existe un conjunto de impedimentos legales para hacerlo:

“En efecto, actualmente, el marco legal establece restricciones para los contratos a plazo fijo, el cual se autoriza solo en casos de reconversión empresarial, emergencia y ocasional. A pesar de las restricciones para contratar a plazo fijo, la mayoría de empleos formales se generan bajo este tipo de contrato. Estos contratos temporales tienen un plazo máximo de 3 años, se pueden renovar una sola vez, pero en ningún caso pueden sobrepasar el plazo de 5 años”. 

La pregunta es: si el gobierno la tiene tan clara, ¿por qué no actúa? Lampadia




La nueva división política no es entre izquierda y derecha, sino abierta-o-cerrada

En una reciente publicación de The Economist, se enmarcan las nuevas tendencias de la política global: ya no es la izquierda contra la derecha, ahora son los abiertos contra los cerrados, los que quieren construir puentes versus los que quieren levantar muros.

Un grupo, llamados los que ‘levantan muros’ está en contra de los inmigrantes, a favor del cierre de las fronteras, aboga por el proteccionismo, y teme a la competencia (una fusión típica entre el colectivismo izquierda y derecha), mientras que el otro grupo, quienes ‘abren puentes’, es pro apertura de las fronteras, está a favor del libre comercio, de la competencia y en contra del proteccionismo.

Los ‘levanta muros’ abogan y alimentan el miedo – miedo a los inmigrantes y a la competencia extranjera que, según ellos, se llevan los empleos domésticos, el miedo de la globalización, y el miedo del terrorismo (llevado a cabo por, obviamente, inmigrantes). Este grupo representa a los supuestos ‘perdedores’ de la globalización, los trabajadores poco cualificados que perdieron sus puestos de trabajo, así como las clases medias cansadas ​​de una creciente desigualdad y de la disminución de la movilidad social. Perdieron su creencia en un mundo justo y meritocrático, y se han inclinado hacia un extremo.

Los ‘abre puentes’ les dan la bienvenida a los inmigrantes, abogan por la globalización y destacan sus ventajas y beneficios a largo plazo. Son apoyados por los expertos y las élites actuales.

Hasta ahora, en la mayoría de los países europeos, estos radicalismos extremos todavía están en lados opuestos del antiguo espectro político izquierda-derecha (por ejemplo, Syriza y Amanecer Dorado en Grecia, la AFD y Die Linke en Alemania, Frente Nacional y los comunistas en Francia, etc.). Sin embargo, en algunos países se están fusionando. Polonia es un buen ejemplo. Su partido Ley y Justicia sirvió de inspiración para uno de los artículos de The Economist (Constuyendo Puentes):

¿Es el gobierno de Polonia de derecha o de izquierda? Sus líderes veneran a la iglesia católica, se comprometen a proteger a los polacos del terrorismo al no aceptar ningún refugiado musulmán y fulminan contra la “ideología de género” (se refieren a la idea de que los hombres pueden convertirse en mujeres o casarse con otros hombres). Sin embargo, el partido gobernante, Ley y Justicia, también arremete contra los bancos y las empresas de propiedad extranjera, y quiere reducir la edad de jubilación a pesar de tener una población que envejece rápidamente. Ofrece folletos para mejorar el manejo del presupuesto a los padres que tienen más de un hijo. Esto será pagado en parte con un impuesto sobre los grandes supermercados, que insisten en que (de alguna manera) no aumentarán el precio de los alimentos.”

Marine Le Pen de Francia es un ejemplo parecido, como lo es Victor Orban en Hungría. El ejemplo más claro, sin embargo, es el de EEUU. Donald Trump, un multimillonario anti-sistema (una paradoja política), con un punto de vista anti-globalización y sin conocimiento elemental de la política exterior, se convirtió en un candidato de un partido que siempre se diferenció de los demócratas por su apoyo al libre comercio y una fuerte presencia global.

La lista de estos desarrollos es interminable, lo único en común es que todos representan una extraña mezcla de políticas económicas tradicionalmente de izquierda, envueltas en un nacionalismo de derecha. También se puede argumentar que el Brexit ha alineado tanto a los votantes de extrema derecha (opuestos a la inmigración) como a los votantes de extrema izquierda (que se oponen al libre mercado que se hace más necesario para Europa). 

¿Cómo podemos explicar esta explosión de tendencias pro cierre de las fronteras, anti-inmigración, anti-globalización, proteccionismo y nacionalismo? The Economist lo resume (traducido y glosado por Lampadia):

“El éxito de los ‘levanta muros’ en muchos países es impulsado por varios factores subyacentes. Los dos principales son la dislocación económica y el cambio demográfico.

La primera es económica. Alrededor de 65-70% de los hogares en los países ricos vio un declive o un estancamiento en sus ingresos reales entre los años 2005 y 2014, dice el McKinsey Global Institute, un centro de estudios. Si se incluyen los efectos de la reducción de impuestos y transferencias del gobierno, el panorama es menos severo: sólo el 20-25% de los hogares vio caer sus ingresos. No obstante, está claro que muchos de los trabajadores menos calificados en los países ricos se sienten muy presionados. Entre los votantes que respaldaron el Brexit, la proporción que piensan que la vida es peor ahora que hace 30 años fue 16% mayor que la proporción de los que piensan que es mejor. Un abrumador 69% de los estadounidenses creen que su país va por el camino equivocado, de acuerdo con RealClearPolitics; solo el 23% piensa que está en la dirección correcta.

Muchos culpan a la globalización por su situación económica. A pesar de que el comercio ha mejorado la situación económica de la mayoría de los países y personas, sus beneficios se han extendido de forma desigual. Para muchos trabajadores de cuello azul en los países ricos, los beneficios de mejores productos a un mejor precio han sido superados por la pérdida de empleos en las industrias no competitivas. La inseguridad económica hace que otros miedos luzcan más grandes. A pesar de que los buenos empleos son abundantes, algunas personas culpan a los inmigrantes por su desempleo. De ahí surge la brecha entre la gente con educación universitaria, que se sienten seguros de su capacidad para hacer frente al cambio, y los menos educados, que no lo logran.

(…)

La segunda fuerza que impulsa estas sensaciones es el cambio demográfico. Los países ricos de hoy son las sociedades menos fértiles que nunca. En 33 de los 35 países de la OCDE, nacen muy pocos bebés para mantener una población estable. A medida que la cifra de los hijos de los nativos se encoge, los inmigrantes de los lugares más pobres se mudan a cubrir los vacíos. La migración en gran escala es aceptada por algunos nativos, pero otros lo encontrarán inadecuado.

Esto no los hace racistas. Como el periodista Jonathan Haidt señala en el American Interest, una revista trimestral, los patriotas “piensan que su país y su cultura son únicos y digno de ser preservados”. Sostiene que la inmigración no tiende a provocar una discordia social si se da en una escala modesta, o si los inmigrantes se asimilan rápidamente. Pero, históricamente, cada vez que un país tiene altos niveles de inmigración de países con costumbres muy diferentes y sin un programa de asimilación fuerte y exitoso, una contra-reacción autoritaria será inevitable.

The Economist está en lo correcto. Existe una nueva división política y traerá consecuencias. Los debates tradicionales liberal-conservadores (reducir los impuestos vs. el incremento del gasto, austeridad vs. estímulo fiscal) todavía existen, pero están siendo sustituidos por debates más dominantes de inmigración y globalización. La extrema izquierda y la extrema derecha están uniendo fuerzas contra los pro mercado. Esto está sucediendo claramente en Europa y no debe tomarse a la ligera.

La conclusión del artículo es positiva. Se hace hincapié en que las generaciones más jóvenes tienen una mentalidad mucho más abierta y, por tanto, son mucho menos propensos a estar en el lado de los perdedores de la globalización, lo que significa que dentro de 10 años, cuando los votantes más jóvenes maduren y hagan pleno uso de sus oportunidades globales, el radicalismo será derrotado de nuevo. Sin embargo, mientras tanto se hará mucho daño. 

Lampadia

 

La globalización y la política

La nueva división política

Adiós, izquierda versus derecha

Lo que importa ahora es ‘abierto o cerrado’

Por The Economist

Publicado el 30 de julio de 2016

Traducido y glosado por Lampadia

Como teatro político, las convenciones de los partidos de Estados Unidos no tienen paralelo. Los activistas de derecha e izquierda convergen para elegir a sus candidatos y celebrar el conservadurismo (republicano) y el progresismo (demócrata). Pero este año fue diferente, y no sólo porque Hillary Clinton se convirtió en la primera mujer en ser nominada a la presidencia por un partido importante. Las convenciones pusieron en relieve una nueva línea divisoria de la política: no entre izquierda y derecha, sino entre abierto y cerrado. Donald Trump, el candidato republicano, resumió uno de los lados de esta brecha con su habitual concisión. “Americanismo, no globalismo, será nuestro credo“, declaró. Pero sus diatribas anti-comerciales, también fueron repetidas por el sector de Bernie Sanders en el Partido Demócrata.

EEUU no está solo. En toda Europa, los políticos de moda son los que argumentan que el mundo es un lugar desagradable, amenazante, y que las naciones sabias deben construir muros para mantenerlo fuera. Estos argumentos han ayudado a elegir a un gobierno ultranacionalista en Hungría y un polaco que ofrece una mezcla trumpiana de xenofobia con desprecio por las normas constitucionales. Los partidos populistas y autoritarios europeos de derecha o izquierda disfrutan ahora de casi el doble de apoyo del que tenían en el año 2000, y ya están en el gobierno o en una coalición de gobierno en nueve países. Hasta el momento, la decisión británica de abandonar la Unión Europea ha sido la victoria más importante de los anti-globalistas: el voto en junio sobre abandonar el club de libre comercio más exitoso del mundo fue ganado al complacer cínicamente los instintos insulares de los votantes, partiendo en dos a los principales partidos.

A diario aparecen noticias que fortalecen el mensaje de los anti-globalizadores. El aumento de la sensación de inseguridad da lugar a nuevas victorias electorales para dirigentes favorables a un mundo cerrado. Este es el riesgo más grave para el mundo libre desde el comunismo. Nada importa más que pararlo.

Muros más altos, peores niveles de vida

Empecemos por recordar lo que está en juego. El sistema multilateral de instituciones, normas y alianzas, liderado por los EEUU, impulsó la prosperidad mundial por siete décadas. Permitió la reconstrucción de la Europa en la posguerra, se deshizo el mundo cerrado del comunismo soviético y, mediante la conexión de China a la economía mundial, trajo la mayor reducción de pobreza de la historia.

Un mundo de constructores de muros sería más pobre y más peligroso. Si Europa se divide en trozos enfrentados y América se refugia en el aislacionismo, el vacío será llenado por poderes menos benignos. La afirmación de Trump de que quizá no defendería a los aliados de EEUU bálticos si fuesen amenazados por Rusia es incomprensiblemente irresponsable. América ha jurado tratar un ataque a cualquier miembro de la alianza de la OTAN como si fuera un ataque contra todos. Si Trump puede despreocupadamente deshonrar un tratado, ¿por qué un aliado de confianza confiaría  nuevamente en los EEUU? Sin ni siquiera haber sido elegido, él ha alentado a los pendencieros del mundo. No es de extrañar que Vladimir Putin lo apoye. Aún así, que Trump inste a Rusia a que siga pirateando los correos del partido Demócrata es indignante.

Los constructores de muros ya han hecho un gran daño. Gran Bretaña parece estar dirigiéndose hacia una recesión, gracias al Brexit. La Unión Europea se tambalea: si Francia eligiese a la nacionalista Marine Le Pen como presidente el próximo año y luego siguiera la senda de salida inaugurada por Gran Bretaña, la UE podría colapsar. Trump ha chupado la confianza de las instituciones globales como sus casinos chupan dinero de los bolsillos de los jugadores. Con un posible presidente de la mayor economía del mundo amenazando con bloquear nuevos acuerdos comerciales, descartar los existentes y retirarse de la Organización Mundial del Comercio si no consigue lo que busca, ninguna empresa que comercie en el extranjero puede llegar a 2017 con ecuanimidad.

En defensa de la apertura

La lucha contra los constructores de muros requerirá una retórica más fuerte, políticas más audaces y tácticas más inteligentes. En primer lugar, la retórica. Los defensores del orden mundial abierto necesitan defender su postura de forma más clara. Deben recordar a los votantes por qué la OTAN es importante para los EEUU,  por qué la Unión Europea es vital para Europa, cómo la apertura comercial y la apertura al exterior enriquecen a las sociedades, y por qué luchar contra el terrorismo con eficacia exige cooperación. Se están replegando demasiados amigos de la globalización, musitando acerca de un “nacionalismo responsable”. Sólo un puñado de políticos -Justin Trudeau en Canadá, Emmanuel Macron en Francia- son lo suficientemente valientes para defender la apertura. Los que creen en ella deben luchar para defenderla.

También deben darse cuenta, sin embargo, en dónde se necesita mejor la globalización. El comercio crea muchos perdedores, y una inmigración acelerada puede perturbar a las comunidades. Pero la mejor manera de abordar estos problemas no es creando barreras. Es idear estrategias políticas que preserven los beneficios de la apertura al mismo tiempo que alivien sus efectos secundarios. Dejemos que los bienes y las inversiones fluyan libremente, pero reforcemos la red de seguridad social para ofrecer apoyo y nuevas oportunidades a aquellos cuyos trabajos son destruidos. Para gestionar mejor los flujos inmigratorios, invirtamos en infraestructura pública, aseguremos que los inmigrantes trabajen, y permitamos la  aplicación de normas que limiten los aumentos repentinos del número de personas (al igual que las normas comerciales globales permiten a los países limitar los aumentos repentinos de importaciones). Pero no equiparemos la gestión de la globalización con el abandono de la misma.

En cuanto a las tácticas, la pregunta a los partidarios de la apertura, que se encuentran en ambos lados de la tradicional divisoria partidista de izquierda y derecha, es cómo ganar. El mejor enfoque posible es  diferente según cada país. En los Países Bajos y Suecia, los partidos de centro se han unido para bloquear a los nacionalistas. Una alianza similar derrotó a Jean-Marie Le Pen, del Frente Nacional, en la segunda vuelta por la presidencia de Francia en 2002, y puede ser necesaria para derrotar a su hija en 2017.  La Gran Bretaña sin embargo, puede que necesite a un nuevo partido de centro.

En Estados Unidos, donde lo más importante está en juego, la respuesta debe venir desde las propias estructuras partidistas. Los republicanos que están comprometidos en derrotar a los anti-globalización deben taparse la nariz y apoyar a Clinton. Y la propia señora Clinton, ahora que se ha ganado la nominación, debe convertirse en campeona de la apertura, con claridad, en lugar de titubear. Su elección de Tim Kaine, un globalista de habla española, como su compañero de fórmula, es una buena señal. Sin embargo, las encuestas todavía muestran resultados muy estrechos. El futuro del orden mundial liberal depende de que ella tenga éxito.

Lampadia




Una estudiante sin papeles enfrenta a Donald Trump

La semana pasada, una estudiante de un colegio del norte de Texas dio un inspirador discurso en su ceremonia de graduación. La valiente Larissa Martínez anunció que estaba en Estados Unidos de manera ilegal, culpó al sistema de inmigración por su situación, e incluso hizo alusiones directas sobre el candidato presidencial republicano Donald Trump.

Larissa Martínez es la mejor estudiante de su promoción, tiene un excelente promedio académico, llevó 17 cursos avanzados y una beca completa para estudiar en la universidad de Yale, una de las más prestigiosas de Estados Unidos. Ella aprovechó el inicio de una nueva etapa en su vida para revelarle a todos que era una inmigrante indocumentada: “Estamos aquí sin documentación oficial debido a que el sistema de inmigración de Estados Unidos se ha roto y ha obligado a muchas familias a vivir con miedo”.

Martínez, quien logró un promedio de calificación de 4.95 sobre 5.00 aseguró: “Soy uno de los 11 millones de indocumentados en este país y una parte de mí me dice que esto era algo que debía hacer. Los inmigrantes indocumentados también son personas”.

En su discurso, Martínez contó la historia detrás de “la mejor alumna del 2016″ (nombrada valedictorian en su colegio, el mayor prestigio para una alumna) y reveló que llegó a Estados Unidos en 2010 junto a su madre y su hermana huyendo de la Ciudad de México donde vivían con el abusivo y alcohólico ex marido de su madre. Ellas buscaban empezar una vida nueva y no estaba en sus planes mantenerse como indocumentadas, pero a pesar de intentar estar “legales” en Estados Unidos, no lo lograron. Largos años después de haber aplicado a la ciudadanía, el sistema de inmigración todavía no ha procesado su solicitud.

“Después de todos estos años, finalmente he tenido el valor necesario para estar frente a ustedes y compartir una lucha a la que he tenido que hacer frente todos los días”, afirmó y explicó: “Estamos tratando de hacerlo de la manera correcta, pero no sabemos cómo”.

La joven aprovechó el momento para dirigirse a sus compañeros y pedirles que no la miraran como los medios de comunicación los presentan e hizo referencia a las aberrantes declaraciones del candidato republicano Donald Trump sobre los inmigrantes, aunque sin nombrarlo: “Les pido a todos ustedes que traten de mirar más allá de la forma en que los medios de comunicación nos retratan y de las acusaciones deshumanizantes que algunos políticos han hecho”.

Recordemos que el controversial Trump enfureció a muchos cuando dijo que entre los inmigrantes mexicanos hay violadores y delincuentes que llevan drogas a Estados Unidos. El candidato promueve la creación de un muro en la frontera entre México y Estados Unidos para frenar la inmigración ilegal y quiere renunciar al NAFTA. Ver en Lampadia: Una lucha de extremos que solo trae inquietud al mundo.

En su discurso, Martínez no lo pudo haber dicho mejor: “La parte más importante del debate, y que a menudo se pasa por alto, es que los inmigrantes, indocumentados o no, también son personas. Personas con sueños, aspiraciones, esperanzas y seres queridos. Gente como yo. Personas que se han convertido en una parte de la sociedad estadounidense y su forma de vida y que anhelan ayudar a hacer ‘América grande otra vez’ sin un muro construido por el odio y el prejuicio”.

Esta valiente joven representa al verdadero inmigrante, quien va a EEUU en busca de una mejor vida y es la voz de muchas personas que todavía sufren del maltrato a los inmigrantes ilegales que, por problemas del sistema, no han podido regularizar sus papeles. Estas son las personas que deben ser apoyadas por el gobierno estadounidense para que salgan adelante y el país siga progresando. 

Lampadia




Riesgos globales según el Economist Intelligence Unit

Riesgos globales según el Economist Intelligence Unit

En Lampadia dijimos hace varios meses: Debemos declarar a Donald Trump persona non grata a la humanidad. En nuestra opinión es necesario hacer frente a este tipo de personajes apenas aparecen. Este demente es una suerte de émulo de individuos, que ya tuvimos en otras épocas y latitudes y causaron un gran daño a toda la humanidad. Es verdaderamente sorprendente, que Trump haya seguido escalando posiciones en el Partido Republicano con tanta facilidad. Recién en los últimos días, parece haber una reacción para tratar de parar su posible nominación.

Esta no es una preocupación de latinos o migrantes ilegales, es una preocupación global. Por esta razón nos ha parecido oportuno publicar líneas abajo la nota del Mercurio de Chile que recoge la publicación del Economist Intelligence Unit (EIU), que incluye la posible elección de Trump entre los 10 riesgos globales más importantes. Asimismo, hemos glosado la calificación de riesgo del EIU sobre Trump.

No queremos dejar de hacer notar, que ningún medio nacional ha recogido esta información para los peruanos. Por lo menos nuestros lectores estarán debidamente ilustrados. 

Una presidencia de Trump, tan riesgosa como el avance yihadista para la economía global

El Mercurio de Chile

Viernes, 18 de marzo de 2016

Glosado por Lampadia

Su hostilidad al libre comercio plantearía un escenario de incertidumbre

La posibilidad de que Donald Trump gane la presidencia en EEUU es considerada por la Unidad de Inteligencia del semanario británico The Economist como una de las grandes amenazas a la economía global, junto a la desaceleración de la economía china, la salida del Reino de la Unión Europea (BREXIT) y el terrorismo yihadista.

La Unidad de Inteligencia de la revista advierte que una presidencia a cargo de Trump podría intensificar los riesgos políticos y de seguridad en Estados Unidos, además de los económicos. No obstante, destaca que no espera que el multimillonario vaya a imponerse a la demócrata Hillary Clinton, a quien percibe como “la más probable candidata demócrata”.

Entre los “atributos” que llevan a Trump a estar incluido en la lista, The Economist destaca: la hostilidad al comercio libre y el acercamiento al proteccionismo, sus posturas “excepcionalmente” extremas respecto de Medio Oriente y el terrorismo yihadista (incluyendo la idea de matar a las familias de los terroristas e invadir Siria para acabar sobre el terreno con el Estado Islámico), la propuesta de expulsar a los 11 millones de inmigrantes ilegales y levantar un muro a lo largo de la frontera con México, entre otros.

“En el caso de una victoria de Trump, su actitud hostil hacia el libre mercado y su alienación de México y China en particular, podrían escalar rápidamente hacia una guerra comercial que, como mínimo, pondría en peligro el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). Además, sus tendencias militaristas hacia Medio Oriente podrían convertirse en una potente arma de reclutamiento para grupos yihadistas”, plantea The Economist.

Robert Powell, analista que trabajó en el informe, dijo a The New York Times que no recordaba a otro candidato presidencial estadounidense que haya estado en la lista [de riesgos globales].

El magnate es actualmente el favorito para ganar la nominación republicana. Su extravagante campaña ha cautivado y horrorizado a los estadounidenses y al resto del mundo.

En enero, el Parlamento británico debatió sobre la posibilidad de prohibirle el ingreso a su país, luego de que Trump planteara que EEUU debería negar que cualquier musulmán ingresara a su territorio.

The Economist considera que un escenario en el que Donald Trump sea Presidente de Estados Unidos entraña más riesgos globales que la posibilidad de que Reino Unido abandone la Unión Europea (UE), tras el próximo referéndum del 23 de junio, o un enfrentamiento armado en el Mar del Sur de China.

Entre los otros eventos que el ranking incluye entre los de más riesgo global figuran también una mayor desaceleración de la economía china, las intervenciones de Rusia en Ucrania y la posibilidad de que la crisis en Siria preceda a una nueva “guerra fría”.

La más preocupante de estas es la situación en China, debido a sus repercusiones en todos los ámbitos de la economía global. “Si la economía china se vuelve más lenta que los pronósticos, disminuirá aún más el precio de los commodities (especialmente el petróleo y los metales), lo que tendría un impacto enorme en aquellos países de América Latina, Medio Oriente y África, que se beneficiaron del pasado boom del precio de estos bienes”, plantea el informe de riesgo.

Riesgo Mundial: Alerta – Escenarios de riesgo global

THE ECONOMIST INTELLIGENCE UNIT

17 de marzo, 2016

Traducido y glosado por Lampadia

 

La economía global ha encontrado una base más firme después de inicio accidentado del 2016. Las primeras semanas del año fueron notables por caídas dramáticas de las bolsas de valores, una nueva caída del precio del petróleo y destacables disminuciones de los retornos de los bonos soberanos. Sin embargo, la volatilidad seguirá siendo un tema dominante el 2016, impulsada por mayor divergencia de políticas monetarias globales y por el esfuerzo del gobierno chino para disminuir el peso de la inversión en su economía. El mundo desarrollado seguirá adicto a los estímulos de los bancos centrales, y la perspectiva de los países emergentes enfrenterá monedas débiles, salidas de capitales, mayores riesgos geopolíticos y la frenada de China.

Escenarios de riesgo

Los mayores riesgos se califican de la siguiente manera: 

Muy alto riesgo = probabilidad de ocurrencia mayor a 40% en los dos próximos años; Alto = 31-40%; Moderado = 21-30%; Bajo = 11-20%; Muy bajo = 0-10%.

Muy alto impacto = cambio de 2% o más en el PBI global anual, comparado con la proyección de línea de base; Alto = 1-1.9%; Moderado = 0.5-0.9%; Bajo = 0.2-0.5%; Muy bajo = 0-0.1%.

La intensidad del riesgo es un producto de la probabilidad e impacto, en una escala de 25 puntos. 

Uno de los riesgos globales más importantes según el Economist Intelligence Unit (EIU) es precisamente la eventual elección de Donald Trump como Presidente de los EEUU, al que califican de la siguiente manera:

Escenario negativo – Donald Trump gana las elecciones presidenciales en EEUU

Riesgo moderado; Alto impacto; Intensidad de riesgo = 12

Veamos, en el siguiente cuadro la selección de riesgos globales del EIU, según la publicación del Mercurio:

Lampadia