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El mundo de los datos

El mundo de los datos

El uso extensivo y creciente de datos en la toma de decisiones de las organizaciones es un tema del cual nos hemos extendido en anteriores oportunidades (ver Lampadia: Los datos: uno de los activos más valiosos de la empresa), haciendo hincapié en cómo hoy en día, gracias  a tecnologías como el big data y la IA, se ha podido gatillar la transformación digital de las empresas, descubrir nuevos mercados y hacer del uso de los datos algo transversal a todas las áreas corporativas.

Pero lo cierto es que el mundo de los datos trasciende al aspecto empresarial, y hoy en día varios expertos se han aventurado a hablar de una “economía de datos” como una suerte de repositorio de información que se va alimentando de todos los procesos que involucran directa e indirectamente la actividad humana.

Desde los aspectos biológicos del cuerpo humano que permiten la existencia de la “huella móvil” (ver Lampadia: La Biometría del comportamiento) en los artículos electrónicos hasta la cuantificación de ciertos procesos físicos que no son tan notorios a la vista, como la depreciación o desgaste de la maquinaria.  Toda esta información en el mundo avanzado ya se encuentra, gracias al Internet de las Cosas (IoT), siendo recopilado por diversas plataformas en tiempo real generando un mundo de réplica paralelo al nuestro.

Pero, ¿qué implicancias tiene esta economía suprafísica para el mundo real y qué tan útil le puede ser no solo a las empresas sino también a la misma sociedad civil y gobiernos?

Estas dos preguntas son abordadas en un reciente artículo publicado por The Economist que compartimos líneas abajo.

El aporte de The Economist a resaltar a nuestro parecer se centra en cómo este mundo de datos podría fomentar un debate geopolítico entre los países. Iniciativas recientes como las de la UE (ver Lampadia: ¿Una solución de mercado a la alta concentración en la industria tecnológica?) que permiten la libre difusión de datos entre empresas, configurando un “mercado único digital” debería ser sopesada en los distintos continentes, puesto que es una iniciativa que fomenta una mayor competencia en los mercados, situando en primer plano al consumidor. Lampadia

La economía de los datos
Un diluvio de datos está dando lugar a una nueva economía

Ludwig Siegele pregunta cómo funcionará

The Economist
22 de febrero, 2020
Traducido y comentado por Lampadia

Un ejército de doppelgangers está invadiendo el mundo. Primero fueron las copias digitales de motores de aviones, turbinas eólicas y otros equipos pesados. Ahora los fantasmas electrónicos de cosas cada vez más pequeñas se unen en el reino virtual, desde cepillos de dientes y semáforos hasta tiendas y fábricas enteras. Incluso los humanos han comenzado a desarrollar estos alter egos. En EEUU, la Liga Nacional de Fútbol planea diseñar un avatar electrónico para cada jugador.

Estos “gemelos digitales”, como los llaman los geeks, son mucho más que réplicas del original. Piense en ellos más como sombras que, gracias a una multitud de sensores y conectividad inalámbrica, están íntimamente vinculadas a su ser físico y cada día producen océanos de datos. Si algo sucede en el mundo real, se refleja rápidamente en este reino de la sombra. Algunos gemelos digitales ya vienen con las leyes de la naturaleza programadas. Funcionan como una base de datos de todo lo que le ha sucedido al original. Esto hace posible mirar hacia su futuro. Los entrenadores deportivos, por ejemplo, podrán ejecutar simulaciones, predecir cuándo un atleta podría lesionarse y ajustar las rutinas de entrenamiento para evitar problemas.

Los gemelos digitales son solo una parte de un vasto cambio en la economía mundial. Ellos pueblan lo que David Gelernter de la Universidad de Yale pronosticó hace mucho tiempo como “mundos espejo”: una nueva dimensión de la vida humana basada y alimentada por datos. Año tras año, cada vez más partes del reino físico se representan y simulan en el mundo virtual, una inversión de la teoría de Platón de que los objetos del mundo real son solo copias imperfectas de su verdadero ser en el reino espiritual. La aparición de estos mundos espejo provocará una economía distinta. Este desarrollo requerirá nuevos mercados, instituciones, infraestructura, negocios e incluso arreglos geopolíticos. Son las promesas y las trampas de la nueva “economía de datos” lo que será el foco de este informe especial.

Los mundos espejo no son meras representaciones matemáticas de los reales. También le dan un nuevo significado al adagio de que el conocimiento es poder. Cada vez más, las copias digitales cobran vida propia y actúan en el mundo físico. Se pueden utilizar para optimizar todo, desde la acústica de un auricular hasta una red ferroviaria nacional completa. Permitirán todo tipo de algoritmos de inteligencia artificial (IA) para reconocer objetos y caras, comprender el habla e incluso distinguir olores. Y hacen posibles nuevos modelos de negocio: ¿por qué comprar equipos pesados si su desgaste se puede medir en detalle y, por lo tanto, se puede alquilar por minutos?

Un buen lugar para comenzar a analizar cualquier economía es midiéndola. Todavía no se ha desarrollado una metodología sólida, pero la economía de datos ya es grande. Statistics Canada, una agencia gubernamental, el año pasado intentó estimar el valor de los datos del país (sus acciones más software relacionado y propiedad intelectual en el campo). El resultado fue entre c$ 157,000 millones y c$ 218,000 millones (US$ 118,000 millones y US$ 164,000 millones). Si ese número es cercano, un gran “si”, el valor de todos los datos en EEUU, cuyo PBI es 12 veces mayor que el de Canadá, podría ascender entre US$ 1.42 a 2 trillones, lo que representaría casi el 5% de las existencias privadas de capital de EEUU.

Si la cantidad de datos generados en todo el mundo es una guía, esta nueva economía está creciendo rápidamente. El primer genoma humano (tres gigabytes de datos, que casi llena un DVD) fue secuenciado hace 17 años; en abril, 23andMe, una empresa que ofrece pruebas genéticas, reclamó más de 10 millones de clientes. Los últimos vehículos autónomos producen hasta 30 terabytes por cada ocho horas de conducción (o unos 6,400 dvds). IDC, una firma de investigación de mercado, estima que el mundo generará alrededor de 90 zettabytes (19 trillones de dvds) este año y el próximo, más que todos los datos producidos desde la llegada de las computadoras.

Sin embargo, aún más llamativo que el rápido crecimiento de la economía de datos son las tensiones y las compensaciones que produce. Tome su economía. De alguna manera, los datos son un recurso natural, al igual que el petróleo, que se puede poseer y comercializar (este periódico llamó a los datos el “recurso más valioso del mundo” en 2017). Pero los datos también tienen características de un bien público, que deberían utilizarse lo más ampliamente posible para maximizar la creación de riqueza. Se deben crear nuevas instituciones para reflejar esta tensión, como fue el caso de la propiedad intelectual.

La infraestructura de la economía de datos también se divide entre dos polos. Actualmente, se compone principalmente de grandes centros de datos repletos de servidores donde los datos se almacenan y procesan. Sin embargo, dicha centralización tiene inconvenientes, sobre todo porque consume grandes cantidades de energía y crea riesgos de privacidad. Ya está en marcha un contramovimiento descentralizador: se procesan más datos en el “borde”, más cerca de donde se recopilan.

Las empresas también se enfrentan a una inversión digital. Muchas empresas quieren usar datos para infundir sus aplicaciones corporativas con IA. Han construido repositorios centrales como los “lagos de datos”, que contienen todo tipo de información digital. Sin embargo, estos sistemas tienen un uso limitado si una empresa y sus empleados carecen de las habilidades requeridas, se niegan a creer los datos o incluso a compartirlos internamente.

Finalmente, la geopolítica de los datos tampoco será simple. Los gigantes en línea, en particular, han asumido que la economía de datos será un asunto global, y que las cosas digitales fluirán hacia donde el procesamiento se realiza mejor por razones técnicas y de costos. Sin embargo, los gobiernos afirman cada vez más su “soberanía digital”, exigiendo que los datos no salgan de su país de origen. Lampadia




¿Una solución de mercado a la alta concentración en la industria tecnológica?

¿Una solución de mercado a la alta concentración en la industria tecnológica?

Hace algunos meses en Lampadia discutimos ¿Regulamos o desregulamos la industria tecnológica?, las implicancias de la alta concentración de empresas que actualmente caracteriza algunas industrias del sector tecnológico, compuestas por ejemplo, por las empresas productoras de sistemas operativos móviles como Apple y Android, y las plataformas digitales basadas en publicidad como Facebook, Twitter, entre otras.

Sin embargo y siendo este un tema no menor, no incidimos en mecanismos o enfoques de política pública que permitiesen generar una mayor competencia en estos mercados, de manera que las empresas del rubro provean un mejor servicio hacia los consumidores. No es de sorprender que las recientes controversias acontecidas en torno a la seguridad de datos personales de los usuarios de la red social Facebook, hayan puesto como prioridad esta materia en la discusión de los reguladores de las industrias de las TIC.

Lo curioso es que probablemente el enfoque adecuado para promover tal competencia no se encuentre en los países que albergan a los grandes clusters tecnológicos o enormes corporaciones del rubro como EEUU, China o alguno que otro país del sudeste asiático como Corea del Sur; sino en el viejo continente, Europa. Así lo deja entrever un reciente artículo de The Economist (ver artículo líneas abajo), en el que se destaca que “la UE es pionera en una doctrina tecnológica distinta que apunta a otorgar a los individuos el control sobre su propia información y los beneficios que se obtienen de ella, y para premiar a las empresas de tecnología abiertas a la competencia”.

La pregunta que surge inmediatamente ante tal afirmación es: ¿A través de qué drivers actúa esta doctrina en los mercados en los que pretende interceder?

  • El primer driver consiste en garantizar total soberanía sobre los datos personales, de manera que no puedan ser usados para fines que son desconocidos por los usuarios. Esta política, que debe estar promulgada y reglamentada en la normativa internacional, es fundamental para dar fin a las controversias generadas en torno a la seguridad de los datos personales.
  • El segundo driver pasa por garantizar lo que se denomina en la filosofía liberal como “igualdad ante la ley” cuyo fin último es garantizar la libre competencia. El insumo necesario es el establecimiento de un marco jurídico legal tal que las empresas del sector tecnológico no alberguen ningún privilegio ni distinción en lo concerniente al intercambio de datos masivos anónimos con sus competidores.

Así, el enfoque europeo no solo le permite al consumidor acceder a toda la información con respecto al servicio o producto brindado, sino que además brinda igualdad de condiciones entre empresas competidoras, ambas condiciones necesarias para generar un sistema de libre mercado.

Dicho mecanismo, sin ser de corte intervencionista, permite lidiar con los problemas de asimetrías de información y poca competencia que subyacen en estos mercados. En ese sentido, esperamos que pueda calar en las mentes de los reguladores de los grandes países líderes del rubro, en particular, EEUU.

Como concluye The Economist, el hecho que tal doctrina haya nacido en tierras europeas no es coincidencia. A veces la visión de un simple consumidor más que la de un gran productor puede resultar ser más esclarecedora respecto de la problemática que puede estar experimentado una industria determinada. Lampadia

El futuro de la big tech
¿Por qué la big tech debería temerle a Europa?

Para entender el futuro de Silicon Valley, cruzar el Atlántico

The Economist
23 de marzo, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

“El cumpleaños de un mundo nuevo está cerca”. Desde que Thomas Paine escribió esas palabras en 1776, EEUU se ha visto a sí mismo como la tierra de lo nuevo, y Europa como un continente atrapado en el pasado. En ninguna parte eso es más cierto que en la industria de la tecnología. EEUU alberga a 15 de las 20 empresas de tecnología más valiosas del mundo; Europa tiene una. Silicon Valley es donde las ideas más inteligentes se encuentran con el dinero más inteligente. También en EEUU es donde se debate sobre cómo domesticar a los gigantes de la tecnología, para que actúen en función del interés público. Los magnates de la tecnología enfrentan críticas por parte del Congreso por las fallas de privacidad de sus empresas. Elizabeth Warren, una senadora que se postula para presidente en 2020, quiere que Facebook se termine.

Sin embargo, si desea comprender a dónde se dirige la industria más poderosa del mundo, no mire a Washington y California, sino a Bruselas y Berlín. En una inversión de la regla de oro, mientras EEUU vacila, la Unión Europea está actuando. Esta semana, Google recibió una multa de $ 1,700 millones por estrangular a la competencia en el mercado publicitario. Europa pronto podría aprobar nuevas leyes de derechos de autor digitales. Spotify se ha quejado a la UE por los supuestos abusos antimonopolio de Apple. Y, como explica nuestra exposición informativa, la UE es pionera en una doctrina tecnológica distinta que apunta a otorgar a los individuos el control sobre su propia información y los beneficios que se obtienen de ella, y para premiar a las empresas de tecnología abiertas a la competencia. Si la doctrina funciona, podría beneficiar a millones de usuarios, impulsar la economía y restringir a los gigantes tecnológicos que han acumulado un inmenso poder sin un sentido de responsabilidad proporcional.

Los reguladores occidentales han tenido enfrentamientos sobre antimonopolio con firmas de tecnología antes, los cuales incluyen a IBM en la década de 1960 y Microsoft en la década de 1990. Pero los gigantes de hoy son acusados no solo de capturar enormes rentas y de sofocar la competencia, sino también de peores pecados, como la democracia desestabilizadora (a través de la desinformación) y el abuso de los derechos individuales (invadiendo la privacidad). A medida que la IA despega, la demanda de información está explotando, haciendo de los datos un recurso nuevo y valioso. Sin embargo, quedan preguntas vitales: ¿Quién controla los datos? ¿Cómo deberían distribuirse los beneficios? Lo único en lo que casi todos podemos estar de acuerdo es que la persona que decide no puede ser Mark Zuckerberg, el jefe abrumador de Facebook.

La idea de que la UE tome la iniciativa en estas preguntas les parecerá extraña a muchos ejecutivos que la consideran un páramo empresarial y el hogar espiritual de la burocracia. De hecho, Europa tiene influencia y nuevas ideas. Los cinco grandes gigantes de la tecnología, Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft, hacen en promedio un cuarto de sus ventas allí. Y como el mayor bloque económico del mundo, los estándares de la UE se copian a menudo en el mundo emergente. La experiencia de las dictaduras en Europa hace que esté más atenta a la privacidad. Sus reguladores son menos capturados por el cabildeo que los estadounidenses y sus tribunales tienen una visión más actualizada de la economía. La falta de empresas tecnológicas en Europa ayuda a adoptar una postura más objetiva.

Una parte clave del enfoque de Europa es decidir qué no hacer. Por ahora, ha descartado la opción de limitar los beneficios de las empresas de tecnología y regularlas como servicios públicos, lo que los haría abrumadores, monopolios permanentes. También ha rechazado las rupturas: gracias a los efectos de red, uno de los Facebabies o Googlettes simplemente podría volver a ser dominante. En cambio, la doctrina de la UE se inclina hacia dos enfoques. Uno se basa en las culturas de sus miembros, que, a pesar de todas sus diferencias, tienden a proteger la privacidad individual. El otro utiliza los poderes legales de la UE para impulsar la competencia.

Lo primero conduce a la afirmación de que usted tiene soberanía sobre los datos sobre sí mismo: debe tener el derecho de acceder a ellos, enmendarlos y determinar quién puede usarlos. Esta es la esencia del Reglamento General de Protección de Datos (en adelante, GDPR), cuyos principios ya están siendo copiados por muchos países en todo el mundo. El siguiente paso es permitir la interoperabilidad entre servicios, de modo que los usuarios puedan cambiar fácilmente de proveedor, cambiando a empresas que ofrezcan mejores términos financieros o traten a los clientes de manera más ética. (Imagínese si pudiera trasladar a todos sus amigos y publicaciones a Acebook, una empresa con estándares de privacidad más altos que Facebook y que le dio un recorte de sus ingresos por publicidad). Un modelo es un esquema en Gran Bretaña llamado Open Banking, que permite a los clientes de los bancos compartir sus datos sobre sus hábitos de gasto, pagos regulares, etc. con otros proveedores. Un nuevo informe para el gobierno británico dice que las empresas de tecnología deben abrirse de la misma manera.

El segundo principio de Europa es que las empresas no pueden bloquear la competencia. Eso significa un trato igual para los rivales que usan sus plataformas. La UE ha impedido que Google compita de forma desleal con sitios de compras que aparecen en los resultados de búsqueda o con navegadores rivales que utilizan su sistema operativo Android. Una propuesta alemana dice que una empresa dominante debe compartir datos masivos y anónimos con los competidores, de modo que la economía pueda funcionar correctamente en lugar de ser gobernada por unos pocos gigantes de la información. (Por ejemplo, todas las empresas de transporte deberían tener acceso a la información de Uber sobre los patrones de tráfico). Alemania ha modificado sus leyes para impedir que los gigantes tecnológicos compren decenas de empresas nuevas que podrían algún día representar una amenaza.

El enfoque de Europa ofrece una nueva visión, en la que los consumidores controlan su privacidad y cómo se monetizan sus datos. Su capacidad para cambiar crea una competencia que debería impulsar la elección y elevar los estándares. El resultado debería ser una economía en la que los consumidores sean reyes y la información y el poder estén dispersos. Sería menos acogedor para los gigantes tecnológicos. Es posible que tengan que ofrecer una porción de sus ganancias (los cinco grandes ganaron $ 150,000 millones el año pasado) a sus usuarios, invertir más o perder cuota de mercado.

El enfoque europeo tiene riesgos. Puede resultar difícil lograr una verdadera interoperabilidad entre las empresas. Hasta ahora, el GDPR ha demostrado ser torpe. El flujo abierto de datos no debe cortar la preocupación por la privacidad. Aquí, los burócratas de Europa tendrán que depender de empresarios, muchos de ellos estadounidenses, para encontrar respuestas. El otro gran riesgo es que el enfoque de Europa no se adopte en ninguna otra parte, y el continente se convierta en una tecnología de Galápagos, aislada de la corriente principal. Pero las grandes empresas no podrán dividir sus negocios en dos silos continentales. Y hay indicios de que EEUU se está volviendo más europeo en tecnología: California ha adoptado una ley similar al GDPR. Europa se está preparando para resolver el enigma de la gran tecnología de una manera que faculta a los consumidores, no al estado ni a los monopolios secretos. Si encuentra la respuesta, los estadounidenses no deberían dudar en copiarla, incluso si eso significa mirar las tierras que dejaron sus antepasados. Lampadia




¿Regulamos o desregulamos la industria tecnológica?

¿Regulamos o desregulamos la industria tecnológica?

La reciente controversia entre Apple y Facebook generada hace dos semanas por una acusación hacia Facebook de haber contratado a una consultora de nombre Definers para difamar a sus competidores – que además de Apple, incluye a Google – se acentuó por una declaración que hizo Tim Cook, director ejecutivo de Apple.

Por esos mismos días, Coook dijo “…hay que admitir que el libre mercado no está funcionando. Y no ha funcionado aquí [refiriéndose a la industria tecnológica]. Creo que es inevitable que haya algún nivel de regulación” dijo.

Sin embargo, ¿Es realmente el mercado, basado en la libre competencia, el que induce a que hayan este tipo de problemas entre empresas competidoras?

Al contrario, los hechos parecen demostrar que este justamente es un ejemplo en donde no está actuando la libre competencia. Aún cuando las supuestas acusaciones hacia Facebook fueran ciertas, lo que no puede negarse es que, de no haber sido por la alta concentración de empresas que caracteriza a las industrias de sistemas operativos móbiles (Apple y Android) y la de plataformas tecnológicas basadas en publicidad (Facebook, Twitter, entre otras) estos escándalos apenas y hubieran sido transmitidos en las noticias. Como señala un reciente artículo de Financial Times sobre este tema: “las compañías están ansiosas por evitar la preocupación de que los escándalos recientes son el resultado de su dominio de la industria, algo que podría abrir la puerta a la acción en el terreno de la competencia”.

Otro punto importante a destacar y que ha sido producto de este “escándalo” es que ha puesto en la discusión de las clases políticas estadounidenses, en particular, las demócratas, la necesidad de elaborar más regulación en la industria tecnológica, que por si fuera poco, ya viene de dos años atrás. Un ejemplo de ello, como indica Financial Times, es la Ley de Anuncios Honestos, que extiende la regulación que actualmente cubre los anuncios políticos en la televisión para cubrir también las redes sociales.

Estos esfuerzos no hacen más que poner más barreras a la entrada a la alta concentración de la industria tecnológica, desincentivando la competencia y generando un problema que los economistas conocemos muy bien: una mayor posición de dominio que da paso a un posible abuso hacia los consumidores.

Un último punto en el que vale la pena reflexionar es el que tiene que ver con las alianzas que se generan entre empresas de rubros complementarios, como por ejemplo, Apple que usa como motor de búsqueda predeterminado a Google en su iPhone. Este es un elemento deseable del mercado en tanto permite mejorar la experiencia del cliente con respecto a los servicios brindados por las empresas. El problema surge cuando estas alianzas fortalecen una posición de dominio, que sí es el caso de Apple con Google.

La idea es que no solo haya competencia en el bien final sino también en los bienes intermedios (Ej. mercado de los “motores de búsqueda”) de tal manera que las empresas de tecnología no vean restringido su crecimiento por no poder acceder a un insumo barato que mejore la calidad de sus productos o servicios. Lampadia

El director ejecutivo de Apple dice que la regulación de la industria tecnológica es “inevitable”

Hanna Kuchler del Financial Times publicó un artículo el 18 de noviembre en donde desarrolla las recientes declaraciones que hizo Tim Cook, director ejectuvio de Apple, acerca de la regulación en la industria tecnológica:

“El presidente ejecutivo de Apple, Tim Cook, dijo que las nuevas regulaciones para la industria de la tecnología son “inevitables” tras una serie de escándalos, que se suman a un debate que se está intensificando junto con la presión política sobre el rival de la compañía, Facebook.

“En general, no soy un gran fanático de la regulación”, dijo. “Soy un gran creyente en el libre mercado. Pero hay que admitir que el libre mercado no está funcionando. Y no ha funcionado aquí. Creo que es inevitable que haya algún nivel de regulación. . . Creo que el Congreso y la administración en algún momento pasarán algo”.

Sus comentarios se producen en medio de la tensión entre Apple y Facebook. A principios de esta semana, se acusó a Facebook de usar tácticas clandestinas mientras luchaba por contener las consecuencias de la interferencia rusa en la red social y la controversia sobre la filtración de datos de los usuarios a Cambridge Analytica, la firma de investigación.

Las acciones de Facebook, informadas por el New York Times, incluían la contratación de Definers, una consultora de inclinación republicana, que intentó difamar a los competidores y oponentes en su nombre.

En una entrevista con el sitio web de Axios transmitido por HBO el domingo por la noche y grabado antes de las revelaciones en el New York Times, Cook dijo que la industria de la tecnología debería adoptar la regulación.

Durante la entrevista, Cook se vio obligado a defender la aceptación de los pagos de Google por parte de Apple, estimados en miles de millones de dólares al año, para que sea el motor de búsqueda predeterminado del iPhone. “Primero, creo que su motor de búsqueda es el mejor”, dijo. “Segundo, mira lo que hemos hecho con los controles”.

Los políticos estadounidenses han estado discutiendo cómo regular las compañías de tecnología durante los últimos dos años en temas que varían ampliamente, incluyendo privacidad, publicidad política y asuntos de competencia.

Las compañías tecnológicas se han ido atrasando gradualmente con la amplia legislación federal de la privacidad, en parte como un esfuerzo por socavar las reglas más estrictas aprobadas en California. Algunos, incluido Facebook, también han puesto su peso detrás de la Ley de Anuncios Honestos, que extiende la regulación que actualmente cubre los anuncios políticos en la televisión para cubrir también las redes sociales.

Pero las compañías están ansiosas por evitar la preocupación de que los escándalos recientes son el resultado de su dominio de la industria, algo que podría abrir la puerta a la acción en el terreno de la competencia.

Los senadores demócratas dijeron el viernes que estaban “gravemente preocupados” por las últimas acusaciones contra Facebook”. Lampadia




El mundo del trabajo en el futuro

El mundo del trabajo en el futuro

En los últimos años, la Inteligencia Artificial (IA) se ha propagado con una velocidad espectacular en un número cada vez mayor de áreas, como la medicina, la industria automotriz, las finanzas, la manufactura, la agricultura y el marketing. Esta expansión se encuentra en la encrucijada de tres grandes desarrollos tecnológicos: la aparición del Big Data, la inmersión de la Inteligencia Artificial en el mercado laboral y los avances en el aprendizaje de las máquinas (tecnologías que permite a las máquinas aprender de su propia experiencia).

La IA está transformando progresivamente la forma en que operan la economía y la sociedad. La tecnología, no sólo uno de los sectores de más rápido crecimiento, ha sido hasta ahora responsable de la creación de millones de empleos y de bienestar general, y es un importante factor de desarrollo.

Pero también se cuestiona su poder, y la amenaza que podría presentar en el futuro. No nos referimos a los tradicionales opositores al cambio, sino a las advertencias de los seres humanos más inteligentes, como Stephen Hawking. Ver en LampadiaInteligencia Artificial: ¿Se puede controlar?

El uso de máquinas que están programadas para pensar y actuar con un cierto nivel de inteligencia “humana” y autonomía se conoce como inteligencia artificial (IA). Nuestras vidas están cambiando radicalmente por esta tecnología, y ya se utiliza en una amplia gama de servicios cotidianos. Muchas aplicaciones en computadoras, celulares y retailers son diseñadas para buscar patrones en el comportamiento del usuario y luego reaccionar a ellos. También están programadas para utilizar la información almacenada en sus bases de datos para mejorar la reacción a los comandos y predecir ciertas conductas.

Quizás uno de los efectos positivos más importantes es que la IA logre crear “un círculo virtuoso o efecto ´timón´, permitiendo que las empresas que lo adopten operen de manera más eficiente, generen más datos, mejoren sus servicios, atraigan a más clientes y ofrezcan precios más bajos”. Y es que la inteligencia artificial (IA) está abriéndose paso en todo tipo de actividades. “Las empresas de todo tipo están aprovechando la IA para pronosticar la demanda, contratar trabajadores y tratar con clientes”, como podemos ver en las publicaciones de The Economist que compartimos líneas abajo:

Inteligencia Artificial-espía

El trabajo en el futuro

A medida que la inteligencia artificial vaya más allá de la industria tecnológica, los empleos podrían volverse más justos o más opresivos.

The Economist
28 de marzo, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

La inteligencia artificial (IA) está abriéndose paso en los negocios. Empresas de todo tipo están aprovechando la IA para pronosticar la demanda, contratar trabajadores y tratar con clientes. En 2017, las empresas gastaron alrededor de US$ 22 mil millones en fusiones y adquisiciones relacionadas con IA, unas 26 veces más que en 2015. El McKinsey Global Institute afirma que la aplicación de IA en marketing, ventas y cadenas de suministro, podrían crear valor económico, incluidas ganancias y eficiencias, de US$ 2.7 millones de millones en los próximos 20 años. El jefe de Google ha llegado al extremo de declarar que la IA hará más por la humanidad que en su momento el fuego o la electricidad.

Tales pronósticos grandiosos encienden ansiedad y esperanza. Muchos temen que IA pueda destruir trabajos más rápido de lo que los crea. Las barreras para ingresar a este sector, desde un título de propiedad y generación de datos podrían hacer que solo haya un puñado de empresas dominantes en todas las industrias.

Se conoce menos de cómo la IA transformará el lugar de trabajo. Usando IA, los gerentes pueden obtener un control extraordinario sobre sus empleados. Amazon ha patentado una pulsera que rastrea los movimientos de las manos de los trabajadores del almacén y usa vibraciones para empujarlos a ser más eficientes. Workday, una firma de software, analiza alrededor de 60 factores para predecir qué empleados se irán. Humanyze, una startup, vende credenciales de identificación inteligentes que pueden rastrear a los empleados en la oficina y revelar qué tan bien interactúan con sus colegas.

Confianza y telepantallas

Comencemos con los beneficios. La IA debería mejorar la productividad. Las empresas verán cuándo los trabajadores se quedan dormidos y también si se portan mal. Están empezando a usar IA para detectar anomalías en las reclamaciones de gastos, marcando recibos de horas impares de la noche de manera más eficiente que un contador.

Los empleados también ganarán. Gracias a los avances en la visión por computadora, la IA puede verificar que los trabajadores estén usando equipos de seguridad y que nadie haya tenido un accidente en las fábricas. Algunos apreciarán más comentarios sobre su trabajo y les dará la bienvenida a un sentido de cómo hacerlo mejor. Cogito, una startup, ha diseñado un software mejorado para la IA que escucha llamadas de servicio al cliente y asigna un “puntaje de empatía” basado en cómo actúan los agentes compasivos y cuán rápido y cuán hábilmente resuelven las quejas.

Las máquinas pueden ayudar a garantizar que los aumentos salariales y las promociones vayan a quienes los merecen.

Sin embargo, los beneficios de IA vendrán con muchos inconvenientes potenciales. Los algoritmos pueden no estar libres de los prejuicios de sus programadores. También pueden tener consecuencias no deseadas.

Y la vigilancia puede parecer orwelliana, un asunto delicado ahora que la gente ha comenzado a cuestionar cuánto conocen Facebook y otros gigantes tecnológicos sobre sus vidas privadas.

Rastreando a los rastreadores

Algunas personas están mejor ubicadas que otras para evitar que los empleadores vayan demasiado lejos. Si sus habilidades son demandadas, es más probable que puedan resistirse a que si son fácilmente reemplazables. Los trabajadores pagados por hora en industrias de bajos salarios, como el comercio minorista, serán especialmente vulnerables. Eso podría alimentar un resurgimiento de los sindicatos que buscan representar los intereses de los empleados y establecer normas. Incluso entonces, la elección en algunos trabajos será entre ser reemplazado por un robot o ser tratado como tal.

A medida que los reguladores y los empleadores sopesan los pros y los contras de la IA en el lugar de trabajo, tres principios deben guiar su propagación. Primero, los datos deben ser anonimizados cuando sea posible. Microsoft, por ejemplo, tiene un producto que muestra a los individuos cómo administran su tiempo en la oficina, pero brinda información a los gerentes solo en forma agregada. Segundo, el uso de IA debe ser transparente. A los empleados se les debe decir qué tecnologías se usan en sus lugares de trabajo y qué datos se están recopilando. Como cuestión de rutina, los algoritmos utilizados por las empresas para contratar y promover deben ser evaluados por sesgos y consecuencias involuntarias. Por último, los países deben permitir que las personas soliciten sus propios datos, ya sean ex trabajadores que desean impugnar un despido o personas que buscan trabajo con la esperanza de demostrar su capacidad a posibles empleadores.

REPORTE ESPECIAL

Grandes expectativas

Las empresas no tecnológicas están comenzando a utilizar la inteligencia artificial en mayor escala

La inteligencia artificial se está extendiendo más allá del sector tecnológico, con grandes consecuencias para las empresas, los trabajadores y los consumidores, dice Alexandra Suich Bass

The Economist
31 de marzo, 2018
Traducido y glosado por Lampadia

Los detectores de mentiras no son ampliamente utilizados en los negocios, pero Ping An, una compañía de seguros china, cree que puede detectar la falta de honradez.

La IA cambiará más que los saldos bancarios de los prestatarios.

  • Johnson & Johnson, una empresa de bienes de consumo, y Accenture, una consultora, usan IA para clasificar las solicitudes de empleo y elegir los mejores candidatos.
  • La IA ayuda a Caesars, un casino y grupo de hoteles, a adivinar los gastos de los clientes y ofrecer promociones personalizadas para atraerlos.
  • Bloomberg, una empresa de medios e información financiera, usa inteligencia artificial para escanear las publicaciones de ganancias de las empresas y generar automáticamente artículos periodísticos.
  • Vodafone, un operador de telefonía móvil, puede predecir problemas con su red y con los dispositivos de los usuarios antes de que surjan.
  • Empresas de todas las industrias usan IA para monitorear amenazas de seguridad cibernética y otros riesgos, como empleados descontentos.

En lugar de confiar en el instinto visceral y las estimaciones aproximadas, las predicciones más inteligentes y más rápidas de la inteligencia artificial prometen hacer que las empresas sean mucho más eficientes.

La IA y el aprendizaje de las máquinas (términos que a menudo se usan indistintamente) involucran computadoras que procesan grandes cantidades de datos para encontrar patrones y hacer predicciones sin estar explícitamente programados para hacerlo.

Uno de los principales efectos de IA será una caída dramática en el costo de hacer predicciones. Así como la electricidad hizo que la iluminación fuera mucho más asequible (un nivel dado de iluminación ahora cuesta alrededor de 400 veces menos que en 1800), la IA hará que las previsiones sean más asequibles, confiables y estén ampliamente disponibles.

Las computadoras han podido leer texto y números durante décadas, pero solo recientemente aprendieron a ver, escuchar y hablar. La IA es un término ‘omnibus’ para una “ensaladera” de diferentes segmentos y disciplinas.

Cambios ‘techtónicos’

Hasta ahora, el principal beneficiario de la IA ha sido el sector de tecnología. La mayoría de las firmas tecnológicas líderes de la actualidad, como Google y Amazon en el oeste y Alibaba y Baidu en China, no serían tan grandes y exitosas sin AI.

Los jefes de empresas no tecnológicas, en una amplia gama de industrias, están empezando a preocuparse de que la IA pueda aislarlas o incluso hacerlas obsoletas, y han estado comprando firmas de tecnología prometedoras para asegurarse de no quedarse atrás. Las startups sin ingresos están obteniendo precios que ascienden a US$ 5m-10m por experto en inteligencia artificial.

A medida que la IA se extiende más allá del sector tecnológico, impulsará el surgimiento de nuevas empresas que desafiarán a los líderes actuales. Esto ya está sucediendo en la industria del automóvil, con startups de vehículos autónomos y firmas que viajan con entusiasmo como Uber. Pero también cambiará la forma en que otras compañías trabajan, transformando las funciones tradicionales como la administración de la cadena de suministro, el servicio al cliente y la contratación.

El camino por delante es emocionante pero peligroso. Alrededor del 85% de las empresas piensan que la IA ofrecerá una ventaja competitiva, pero solo una de cada 20 lo emplea “extensivamente” en la actualidad, según un informe de Sloan Management Review del MIT y Boston Consulting Group. Las grandes empresas e industrias, como las finanzas, que generan una gran cantidad de datos, tienden a estar a la vanguardia y a menudo construyen sus propios sistemas mejorados con IA.

Esta no es solo una carrera corporativa sino también internacional, especialmente entre Estados Unidos y China. Las empresas chinas tienen una ventaja temprana, sobre todo porque el gobierno mantiene una amplia base de datos que pueden ayudar a entrenar algoritmos de reconocimiento facial; y la privacidad es menos preocupante que en Occidente.

Habrá muchas oportunidades para cometer errores. Algunos pueden haber sido engañados por los informes de los medios de comunicación, creyendo que la IA es una varita mágica que se puede instalar tan fácilmente como una pieza de software de Microsoft, dice Gautam Shroff de Tata Consultancy Services, una firma india.

Los sistemas de IA requieren una preparación exhaustiva de datos, una supervisión intensiva de algoritmos y mucha personalización para ser útiles.

La emoción en torno a la IA ha hecho que sea difícil separar el mito de la realidad. En el último trimestre de 2017, las empresas públicas de todo el mundo mencionaron IA y aprendizaje de máquinas en sus informes de resultados más de 700 veces, siete veces más que en el mismo período de 2015 (ver gráfico). Hay tantas empresas vendiendo capacidades de Inteligencia Artificial sin probar que alguien debería comenzar un canal de “noticias falsas de IA”, bromea Tom Siebel, un veterano de Silicon Valley.

Los jefes deben tener en mente varios horizontes de tiempo. En un futuro cercano, la IA remodelará las funciones comerciales tradicionales como finanzas, recursos humanos y servicio al cliente, según Michael Chui, del McKinsey Global Institute. Pero con el tiempo también creará disrupciones en industrias enteras, por ejemplo impulsando el surgimiento de vehículos autónomos o el descubrimiento de combinaciones de fármacos completamente nuevos. Mientras que los humanos pueden tener ideas preconcebidas sobre qué diseños de productos o combinaciones de fármacos es probable que funcionen mejor, es más probable que los algoritmos presenten soluciones novedosas.

En privado, muchos jefes están más interesados ​​en el costo potencial y el ahorro de mano de obra que en las oportunidades más amplias que la inteligencia artificial puede traer, dice John Hagel de Deloitte, una consultora. Eso ciertamente no es bueno para los trabajadores, pero tampoco, en última instancia, es bueno para los negocios.

Una preocupación a más largo plazo es la forma en que la IA crea un círculo virtuoso o efecto “timón”, permitiendo que las empresas que lo adopten operen de manera más eficiente, generen más datos, mejoren sus servicios, atraigan a más clientes y ofrezcan precios más bajos. Eso suena como algo bueno, pero también podría conducir a una mayor concentración corporativa y poder de monopolio, como ya ha sucedido en el sector de la tecnología. Lampadia




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