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Plata por Vida o Vidas por Vidas

Plata por Vida o Vidas por Vidas

Un pensamiento simplista, prevaleciente entre los miembros del gobierno y los medios de comunicación, plantea una falsa dicotomía entre la Salud y la Economía.

La realidad es que la disyuntiva se da entre Vidas y Vidas, vidas atacadas por el coronavirus y vidas afectadas por el hambre, la enfermedad y la depresión.

Los impactos de una recesión, o más aún, de una depresión económicas son incalculables y de largo plazo. No estamos diciendo que hay que darle más importancia al tema económico, que es más bien social, sino que hay que darle al mismo tanta atención como al del combate contra la pandemia.

Además, en Lampadia pensamos que esta lucha no puede ser el espacio de acción del gobierno, sino de toda la sociedad. El gobierno debe invitar a la clase productiva, al mundo empresarial, de las empresas grandes y pequeñas, a contribuir con el diseño y acciones conducentes a superar las múltiples crisis que nos afectan.

Veamos en las siguientes líneas el inteligente análisis de Pablo Paniagua, de la Fundación para el Progreso de Chile, sobre esa falsa dicotomía:

Falsa dicotomía: Salud vs Economía

Fundación para el Progreso
Pablo Paniagua
Publicado en El Dinamo, 06.05.2020

Dado que las políticas restrictivas de cierres y cuarentenas generalizadas para “aplanar la curva de contagio” parecieran exacerbar la recesión económica, ha surgido entonces el debate entre economía y salud. Debido al impacto negativo que tiene sobre la economía el cerrar todos los negocios “no esenciales”, cerrar el comercio y dejar a los trabajadores aislados en sus casas, se ha intuido de forma rápida de que existe una disyuntiva (o trade-off) entre las políticas de salud y la economía. Así, nos damos cuenta de que surge la llamada “paradoja de las curvas”: que el aplanar la curva de contagio —de forma súbita y tosca— insoslayablemente lleva a exacerbar la curva de recesión económica. Se reconoce entonces la realidad evidente de que toda decisión en la vida posee costos de oportunidad y elegir implica siempre lidiar con disyuntivas.

No obstante, y de forma simplista, se ha sólo argumentado de que existe una disyuntiva entre salvar vidas y crecimiento económico. Si bien es importante reconocer dicho trade-off estático o de corto plazo, enfocarse sólo en éste ha hecho que el debate se encrespe maniqueamente entre “los capitalistas sin alma” que quieren reabrir la economía a cualquier costo y aquellos “paladines de la santidad” que dicen defender vidas a cualquier costo. La discusión se ha empobrecido llevándola a una forma binaria de pensar estéril: “la bolsa o la vida”.

Esta falsa dicotomía no sólo nos impide avanzar hacia una elección racional y consensuada de salud pública, sino que pierde de vista una realidad llena de matices. No reconoce la presencia de una red de disyuntivas entrelazadas y temporales entre: distintas vidas a lo largo del tiempo, expectativas-calidad de vida afectadas, pobreza y economía, que se relacionan entre sí de forma no-lineal; haciendo dichas disyuntivas más complejas de lo que aparentan. La realidad nos exige hacer políticas no sólo mirando una foto parcial actual (como aplanar la curva de contagio hoy) y olvidarse del resto de la situación y del largo plazo. Hacer esto es dejar de lado, de forma irresponsable, las disyuntivas temporales y sus costos asociados.

De hecho, contemporáneamente a los efectos económicos de corto plazo, la evidencia sugiere que la recesión económica del COVID-19 golpeará de forma marcada y más profunda tanto a los jóvenes, como a los sectores económicos medios y bajos de la población. Evidencia del Reino Unido revela que las personas con ingresos más bajos tienen el doble de probabilidades de perder sus empleos que las personas con ingresos altos; mientras que el 12% de los menores de 30 años ya informan estar desempleados debido a esta crisis, en comparación al 6% de los que tienen entre 40 y 55 años.

La evidencia sugiere que es probable que esta recesión aumente la desigualdad en la distribución del ingreso entre jóvenes y personas mayores, y entre aquellos con contratos inseguros o precarios y aquellos con contrato fijo.

Peor aún, la literatura además sugiere que aquellos individuos que pierden el trabajo, durante una crisis económica, arrastran dichas pérdidas en los ingresos de forma casi permanente (o duraderas por décadas). Se estima que los despidos llevan a que los trabajadores desplazados no recuperen sus niveles de ingresos ni siquiera 20 años después de dichos despidos; obteniendo, en plazos largos, remuneraciones inferiores al 20% de aquellos trabajadores que no fueron desvinculados. Los “efectos temporales” macroeconómicos en los más necesitados —producto de la recesión autoinducida— se transformarían en casi-permanentes y profundamente regresivos socialmente. Debemos reconocer que los severos impactos económicos del COVID-19 no se distribuirán uniformemente entre la población. Lamentablemente, los jóvenes y los sectores de menores ingresos serán sin duda los más golpeados, aumentando la desigualdad, la falta de oportunidades y las precarias condiciones de vida de dichos sectores.

En el largo plazo entonces, como el Nobel de Economía Angus Deaton ha señalado, podría haber un aumento significativo de muertes entre los sectores jóvenes y adultos de la población producto de suicidios, problemas hepáticos y alcoholismo relacionados con la nueva creación de pobreza, desempleo y faltas de oportunidades. Un estudio incluso señala que la salud de aquellos trabajadores que pierden sus empleos durante una recesión se ve profundamente afectada, llevando a una reducción permanente de la esperanza de vida de estos de hasta un año y medio.

Dada esta evidencia —de cómo la falta de oportunidades y las crisis económicas afectan directamente la vida y las expectativas de vida de las personas— el trabajo de Anne Case y el Nobel Angus Deaton Deaths of Despair (muertes por desesperación) se hace más relevante que nunca. Los autores evidencian que en las últimas décadas ha surgido una nueva epidemia de muertes en Estados Unidos producto de la desesperación y la falta de oportunidades. Los sectores medios, pobres y menos educados de Estados Unidos —particularmente los hombres blancos en edad de trabajar sin estudios universitarios— han sido afectados por enfermedades que han llevado a cientos de miles de ellos (158.000 sólo en el 2017) a quitarse la vida cada año. Lo paradójico de esta epidemia de muertes —que antecedió y es mucho más profunda y permanente que el COVID-19— es que estas no fueron causadas por una infección virulenta, sino que por un daño autoimpuesto: sea rápidamente a través del uso letal de un arma o una sobredosis de drogas, o lentamente a través de daños hepáticos debido al consumo excesivo de alcohol. Case y Deaton capturaron esta pandemia de falta de oportunidades y desesperación como el fenómeno de las “muertes por desesperación”.

Estas muertes por desesperación han hecho que la esperanza de vida al nacer en Estados Unidos haya caído de forma persistente durante tres años consecutivos (entre el 2014 y el 2017), algo nunca visto en ese país en al menos un siglo. Aquellos “desesperados”, argumenta Case y Deaton, “están desesperados por lo que les está sucediendo a sus propias vidas y a sus comunidades en las que viven, no porque el 1% más rico se haya enriquecido”. Las muertes por desesperación, “reflejan la pérdida de una forma de vida en el largo plazo, que se desarrolla lentamente”. De esta forma, dichas muertes están vinculadas a: las pérdidas de oportunidades, la destrucción de la calidad y del estilo de vida de las clases trabajadoras norteamericanas y la erosión del sentido de “comunidad local”. Es difícil no entrever que podría ser probable que las “muertes por desesperación” aumenten debido a la crisis económica autoinducida producto del COVID-19; en particular, cuando la evidencia sugiere que efectivamente son estos mismos grupos etarios y socioeconómicos, y estas mismas comunidades locales —que identificaron Casen y Deaton— las que serán profundamente afectadas económica y psicológicamente producto de las políticas de salud pública restrictivas y generalizadas para contener la pandemia.

Finalmente, pareciera ser entonces que, si consideramos nuestras elecciones de forma dinámica y temporal, no estaríamos cambiando “vida por plata”, al elegir las cuarentenas estrictas y los cierres totales de la económica, sino que lamentablemente estaríamos cambiando “vidas por vidas” a lo largo del tiempo. El reconocer que existen trade-offs complejos y temporales entre distintas vidas y grupos sociales, asociados a toda medida de salud pública, es una idea central de la política económica de las enfermedades que pareciera haber sido olvidada por muchas mentes binarias y “paladines de la justicia”. La diferencia entre el distanciamiento social, el sentido común y los cierres económicos completos es demasiado dramática para no ser tomada en serio. Lampadia




Venezuela: Ahora viene el límite de la deuda externa

La economía de Venezuela se ha estado desmoronando por años. La escasez de alimentos y medicinas y los constantes saqueos son la expresión más clara de la crisis humanitaria que se ha venido fraguando durante un largo tiempo. Se dice que la población en conjunto, ha bajado 9 kilos de peso por falta de alimentos. La actividad económica está disminuyendo drásticamente y según el FMI, la inflación alcanzará el 650 % este año y 2,300 % en 2018, creando un ciclo vicioso que es reforzado por la parálisis política, la falta de electricidad y la prepotencia política del agonizante régimen del ‘socialismo del siglo XXI’.

Las políticas y discursos populistas, arropadas en promesas redistributivas, más los circuitos de corrupción han llevado a Venezuela una crisis imposible de imaginar. No solo ha colapsado la economía, las condiciones sociales no pueden ser peores. La escasez de alimentos y medicinas ha llegado a tal nivel que se ha desatado una inocultable crisis humanitaria que está costando la vida de muchos inocentes. Ver en Lampadia: Maduro lleva a Venezuela a la miseria y el ostracismo.

Después de haber resistido las protestas callejeras del pueblo venezolano, sin que nadie en el exterior las apoyara, más allá de palabras, ahora, el ominosos régimen chavista, enfrenta los límites de su desastroso manejo económico y de su deuda externa.

Venezuela está sufriendo bajo el peso de una crisis masiva. Esto se debe en gran parte a los desequilibrios en la economía de Venezuela. El país siempre ha dependido del petróleo, ya que se encuentra en la cima de algunas de las reservas más grandes del mundo. Sin embargo, a partir de finales de los años 90, cuando Hugo Chávez alcanzó el poder, el país se transformó gradualmente en un petro-estado, ahora ‘quebrado’.

Agregando a su creciente presión financiera, Venezuela ha sido golpeada con una serie de sanciones económicas por parte de los Estados Unidos relacionadas con abusos contra los derechos humanos. Las sanciones, que apuntan a ciertos funcionarios gubernamentales de alto nivel y la capacidad de Venezuela de recaudar dinero en los mercados de capitales, han limitado la capacidad de recaudación de fondos de Venezuela.

Los años de auge, bajo el difunto Chávez, parecen ser un recuerdo lejano. Hoy, millones de venezolanos pasan hambre. Los alimentos básicos como la harina y el aceite de maíz son escasos, y cuando están disponibles requieren largas colas. Las madres llevan consigo las partidas de nacimiento de sus hijos para que las autoridades no las persigan por comprar demasiados pañales. El chavismo se está desmoronando, pero siempre parace encontrar nuevos ´sótanos de resistencia.

La situación de Venezuela parece ir en camino de la consolidación del régimen dictatorial manejado por el ‘Eje Cuba-Venezuela’, con la carta del fantoche Nicolás Maduro. Como dijimos a mediados de mayo pasado: La gravísima situación social y económica creada por el chavismo y el ‘socialismo del siglo xxi’ en Venezuela ha generado una interminable crisis humanitaria, pero la corrupta cúpula gobernante no parece dedicada a superarla, sino a consolidar su poder. Ver en Lampadia: No permitamos la consolidación del ‘Eje Cuba-Venezuela’.

En julio, Maduro orquestó la creación de una “asamblea constituyente” (“ANC”) supranacional que efectivamente castró a la Asamblea Nacional controlada por la oposición.

La pieza más importante en el conjunto de herramientas de gobierno de Maduro es la compañía petrolera estatal del país. Mientras Maduro pueda continuar usufructuando lo que queda de PDVSA para mantener a sus seguidores, su poder parece estar relativamente controlado. Por ahora, los poderes fácticos de los cubanos, el narcotráfico y los militares corruptos del régimen, parecen seguir ganado tiempo ante la pasividad de las democracias del continente. Lampadia

Deuda de Venezuela: EEUU, Rusia y China se juegan por lo alto

Las negociaciones de reestructuración de Caracas implicarán un complejo juego de póquer geopolítico

Por John Paul Rathbone y Robin Wigglesworth
Financial Times
21 de noviembre de 2017
Glosas traducidas y seleccionadas por
Lampadia

Venezuela busca una solución “ganar-ganar” para todos, dijo Tareck El Aissami, el vicepresidente a los inversionistas. El país continuaría pagando sus US$ 150 mil millones de deuda externa, destacó el militante socialista de 43 años, aunque las agencias calificadoras emitieron una serie de notificaciones de impagos incluso mientras hablaba. El discurso terminó media hora más tarde. Los participantes se fueron con regalos de café y chocolate fino, pero nada más. El gobierno, mientras tanto, declaró que la reunión fue un éxito.

“Todos estamos tratando de descubrir si hay un método para la locura venezolana”, dice Peter West, de la boutique de asesoramiento EM Funding. “Si estás un poco confundido… no te sientas mal “, agregó Russ Dallen de Caracas Capital, un especialista en deuda de Venezuela.

En parte, la confusión proviene de la complejidad de las deudas de Venezuela, que han sido emitidas por varias entidades, con cláusulas legales variadas, a múltiples partes. Debe US$ 64 mil millones a los tenedores de bonos, más de US$ 20 mil millones a los aliados de China y Rusia, US$ 5 mil millones a los prestamistas multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo y decenas de miles de millones a los importadores y compañías de servicios que mantienen la importante industria petrolera y el régimen a flote.

Caracas no está comenzando un ejercicio calisténico en el re-perfilado de la deuda, la sostenibilidad y otras medidas técnicas que normalmente marcan los análisis de deuda soberana. Más bien ha comenzado un juego de póquer sombrío, sin límites de apuestas.

Con la excepción de los bonistas, para los otros cinco jugadores sentados alrededor de la mesa, el gobierno, la oposición, EEUU, Rusia y China, el premio va más allá del dinero. Están en juego la supervivencia política de un gobierno, el destino de 30 millones de ciudadanos venezolanos y los intereses geopolíticos de tres superpotencias.

“Es un juego complejo con muchos jugadores, por lo que podría llevar a un mal resultado”, dice Robert Kahn, ex miembro del Fondo Monetario Internacional y veterano de crisis de deuda soberana. “Además, muchos de los jugadores no conocen ni entienden los incentivos de los demás”.

Washington quiere restringir un régimen cada vez más deshonesto, implicado en el tráfico de drogas a nivel mundial, que cuenta con US$ 15 mil millones de reservas de petróleo a solo tres horas de vuelo de los Estados Unidos.

Moscú, mientras tanto, busca reducir la angustia de Caracas a un punto de apoyo más fuerte en EEUU. Los intereses de China son más comerciales: después de haber prestado US$ 60 mil millones a Caracas en la última década, quiere un acceso continuo a las vastas reservas energéticas de Venezuela.

Dos venezolanos a cargo del proceso, El Aissami y el ministro de economía Simon Zerpa, están sancionados por EEUU por presuntos delitos de tráfico de drogas y abusos contra los derechos humanos.

Hace diez años, en medio del auge de los precios de las materias primas, Venezuela disfrutó de una ganancia inesperada de petrodólares por un valor estimado de mil millones de dólares. Caracas emitió más de US$ 50 mil millones en bonos. Junto con los préstamos chinos y otros préstamos, cuadruplicó la deuda externa en 10 años. Gran parte del dinero fue desperdiciado o robado, hasta $ 300 mil millones, según los ex ministros. Ahora Caracas se ha quedado sin fondos.

Las reservas extranjeras rondan los $ 10 mil millones. Las importaciones se han caído en un 85 % en cinco años, mucho peor que el programa más austero del FMI. La tasa de cambio del mercado negro se ha disparado a 7,000 veces la tasa oficial, y la producción diaria promedio de petróleo, la única fuente de divisas, se ha reducido en un 20 % respecto del año pasado.

Igual de decisivamente, Venezuela sufrió la hiperinflación el mes pasado, con los precios subiendo más de 50 %. Ninguna economía puede sobrevivir a la hiperinflación por mucho tiempo, y solo un régimen político lo ha hecho: el Zimbabwe de Robert Mugabe, al menos hasta la semana pasada.

Aconsejado por los oficiales de inteligencia cubanos, a su vez instruidos por los soviéticos, el dominio de Maduro sobre el país es orwelliano. Además de la Asamblea Nacional, todas las instituciones están bajo su control, incluidos el Tribunal Supremo, los medios de comunicación, la autoridad electoral y el ejército.

La semana pasada, Rusia reestructuró su deuda bilateral de US$ 3.5 mil millones con Venezuela, liberando recursos para que Caracas pague a otros acreedores. China, aunque reacia a aumentar su exposición de aproximadamente 20,000 millones de dólares a Venezuela, también parece preferir el status quo político.

[Maduro] Podría retirarse y escapar al exilio en Cuba, una salida ya sugerida por los diplomáticos latinoamericanos en La Habana. O, mientras caen aún más los ingresos de exportación, podría mantenerse firme y reprimir el creciente descontento social. El rol de los militares sería clave: sigue siendo leal a Maduro, pero no siempre lo es, como ha demostrado Zimbabwe.

La jugada será dura, pero los resultados serán potencialmente enormes. Eso es especialmente cierto para los inversionistas dispuestos a librar el tipo de batalla que produjo ganancias desmesuradas para varios fondos buitres que se endeudaron en la reestructuración de bonos de Argentina por valor de 100,000 millones de dólares y luego demandaron el reembolso total a la par. Alguien va a hacer una apuesta.

“En última instancia, va a haber más dinero hecho en Venezuela que incluso en Argentina”, dice Hans Humes, director de Greylock Capital, que está formando un comité de inversionistas. Es probable que las consecuencias geopolíticas y humanitarias sean aún mayores. Lampadia




La mayor crisis humanitaria desde 1945

El mundo enfrenta la mayor crisis humanitaria desde 1945 en que se fundó la ONU. Más de 20 millones de personas están en riesgo de hambruna en cuatro países, afirmaron las Naciones Unidas.

El coordinador de emergencias de la ONU, Stephen O’Brien, dio un informe el viernes al Consejo de Seguridad de la ONU detallando las condiciones en cuatro países (Yemen, Sudán del Sur, Somalia y el noreste de Nigeria), y la ONU publicó un informe donde afirma que están buscando recaudar 4,400 millones de dólares para el alivio de emergencia antes del final de marzo. Hasta ahora, según el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, sólo se han recaudado 90 millones de dólares, apenas el 2% del total necesario.

Una interminable cola de personas en Sudán del Sur esperan ser registradas por la Organización Internacional para las Migraciones y el Programa Mundial de Alimentos. Fuente: ONU

Según lo señalado por los funcionarios de la ONU, las poblaciones que corren el mayor riesgo son 7.3 millones en Yemen, 2.9 millones en Somalia, 5 millones en Sudán del Sur y 5.1 millones en Nigeria, para un total de 20.3 millones. El número de niños que padecen síntomas de malnutrición aguda se estima en 462,000 en Yemen, 185,000 en Somalia, 270,000 en Sudán del Sur y 450,000 en Nigeria, por un total de casi 1.4 millones.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, hizo un llamado similar, advirtiendo que la crisis que enfrenta Somalia ha sido “descuidada” por el mundo. “No olvidemos que cada una de estas personas es un caso individual de sufrimiento extremo”, dijo. “Hay una obligación moral para todos nosotros de hacer todo lo posible para apoyar a estas personas”. Además de la sequía y el hambre, las enfermedades, como el cólera y el sarampión, están empezando a propagarse.

Lamentablemente, como afirma el artículo del Financial Times de líneas abajo, la hambruna es un término técnico que requiere ciertos umbrales que deben cumplirse antes de ser declarada. La última vez que la ONU declaró una crisis alimentaria tan grave fue en 2011 en Somalia. 

Esta es una situación que no puede ser ignorada. En Lampadia hacemos un llamado a todas las personas a difundir esta noticia y apoyar de todas las maneras posibles a estos millones de personas que están sufriendo una indescriptible situación. Lampadia

¿Por qué el mundo se enfrenta a la peor crisis humanitaria desde 1945?

Conflictos y sequías desde Nigeria hasta Yemen pondrían a 20 millones de personas en riesgo
Un niño de 11 meses con desnutrición grave en Sudán del Sur en octubre pasado © AFP, Fuente: Financial Times

Financial Times
David Pilling, Editor de África
15 de marzo del 2017
Traducido y glosado por Lampadia

La ONU advirtió que el mundo enfrenta su mayor crisis humanitaria desde que la organización fue fundada en 1945. Se dice que 20 millones de personas enfrentan “niveles devastadores de inseguridad alimentaria” en Yemen, Sudán del Sur, Somalia y el noreste de Nigeria.

“Sin esfuerzos globales colectivos y coordinados, la gente simplemente morirá de hambre”, dijo Stephen O’Brien, jefe humanitario de la ONU, al Consejo de Seguridad el viernes. “Muchos más sufrirán y morirán de enfermedades”.

Las agencias humanitarias han estado advirtiendo durante meses y, en el caso de Somalia, durante años, de una inminente catástrofe. Pero la situación se ha deteriorado rápidamente en los últimos 12 meses. El mes pasado, la ONU y el gobierno de Sudán del Sur declararon una hambruna en algunas partes del país. La ONU dice que necesita 5,400 millones de dólares para hacer frente a la crisis, pero sólo tiene una pequeña fracción de esa cantidad lista para ser utilizada.

Aquí está una mirada a las causas de la escasez de alimentos y lo que se está haciendo.

¿Son estas crisis ocasionadas por el hombre?
La respuesta corta es sí, aunque en diversos grados. Somalia es la excepción.

Desde que Sudán del Sur, la nación más joven del mundo, se independizó en 2011, ha estado plagada de luchas internas. El gobierno del presidente Salva Kiir y su principal rival y ex diputado, Riek Machar, no lograron resolver diferencias étnicas profundamente arraigadas y luchas de poder a medida que el país entró en un espiral de guerra civil. Las agencias de ayuda dicen que, en algunas de las regiones más afectadas, múltiples milicias armadas están luchando por territorios. Los civiles han huido de sus tierras, exacerbando una aguda crisis alimentaria. Unos 100,000 ciudadanos se enfrentan a la hambruna y la ONU ha advertido que 5.5 millones de personas, o el 40 % de la población, están en riesgo.

El noreste de Nigeria ha sido un centro de militancia de Boko Haram. En los últimos 12 meses el gobierno ha hecho incursiones militares, pero cientos de miles de personas han sido forzadas a salir de sus casas o atrapadas en áreas de Boko Haram. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU dice que las familias individuales se enfrentan a la inanición, pero la situación aún no es lo suficientemente amplia como para declarar oficialmente una hambruna.

El conflicto de dos años en Yemen ha empujado al estado árabe más pobre a una crisis humanitaria y ha llevado a millones de personas al borde del hambre. La guerra ha sido exacerbada por una lucha entre Arabia Saudita e Irán, potencias regionales rivales. Riyadh lanzó hace dos años una coalición militar liderada por sunitas para luchar contra los rebeldes de Houthi respaldados por Irán, que habían derrocado al gobierno. Más de 10,000 civiles han muerto. Cerca de 7 millones de personas se enfrentan a graves escaseces alimentarias. Los saudíes están bloqueando los puertos, aparentemente para detener el flujo de armas, pero también afectan a las importaciones de alimentos.

¿Y Somalia?
Somalia es diferente porque la razón principal del hambre es una sequía, descrita por los pastores como la peor en la memoria viva. Las temperaturas han aumentado en el Cuerno de África y los patrones climáticos se han vuelto más impredecibles, un fenómeno que culpa al calentamiento global. La falta de un gobierno efectivo y la insurgencia de al-Shabaab, un grupo aliado de al-Qaeda, no han ayudado, pero no son la causa principal del aumento del hambre. Kevin Watkins, director ejecutivo de Save the Children, visitó recientemente Puntland, en el noreste de Somalia, donde describió la situación como “en el límite”. Los restos de ganado muerto llenaban el paisaje. En 2011, se estima que hasta 260,000 personas murieron a causa del hambre, según un informe de la ONU y Fews Net, un grupo de alerta temprana de hambruna, en el que se culpaba a la comunidad internacional por actuar demasiado tarde. Watkins dijo que 2017 no necesita ser una repetición de eso. Pero podría serlo.

Una mujer saca agua de un pozo en Eyl en la región de Puntland en Somalia © AP, Fuente: Dailymail

¿Cuál es la definición de hambruna?
Las agencias de la ONU y los grupos de ayuda se adhieren a una definición estricta de hambruna establecida en una escala internacionalmente reconocida que va de uno (normal) a cinco (hambruna). La hambruna se declara cuando al menos el 20% de los hogares se enfrentan a la falta total de alimentos, los niveles de desnutrición aguda superan el 30% y más de dos por cada 10,000 mueren cada día.

¿Han caído las donaciones?
La crisis de refugiados desencadenada por la guerra en Siria ha absorbido mucha atención internacional y fondos. En los países occidentales, el atractivo por la ayuda externa es menor entre algunas partes de la población. Pero Challiss McDonough, portavoz regional del Programa Mundial de Alimentos, dijo que “una caída no es la palabra correcta”. Hablando desde Juba, capital de Sudán del Sur, añadió: “Es más bien como una situación abrumadora para el sistema humanitario: 20 millones de personas se enfrentan a una potencial hambruna. Hace un año se habría dicho que era inimaginable.”

¿Están condenados los países a repetir estas catástrofes año tras año?
No. Etiopía suele estar asociada con la hambruna debido a la hambruna de 1983-85 en la que murieron al menos 400,000 personas, con algunas estimaciones que sugieren un millón. Desde entonces, sin embargo, un nuevo gobierno -autoritario y represivo, pero con un fuerte programa de desarrollo- ha dado grandes pasos para evitar que se repita. El año pasado, Etiopía sufrió la peor sequía en al menos tres décadas. La gente sin duda pasó hambre, pero Addis Abeba fue capaz de montar una respuesta concertada que se hizo más fácil por la mejor infraestructura, años de rápido crecimiento económico y una planificación prudente.

Un estudio realizado por la Fundación para la Paz Mundial muestra que 115 millones de personas murieron de hambre entre 1870 y 1980, 90 % como resultado de guerras, conquistas y represión. Desde entonces, los números han disminuido. Pero si los estados se derrumban y si los gobiernos o los militantes ponen sus propios objetivos por encima de la seguridad alimentaria de la gente, la hambruna todavía puede afectarles.

Grandes épocas de hambruna en la historia reciente
Somalia, 2010-2012
En 2011, Somalia sufrió una hambruna que habría matado a casi 260,000 personas, la mitad de ellas niños. La hambruna fue causada por una severa sequía en el Cuerno de África y empeorada por la inestabilidad y el conflicto. El número de muertos superó los 220,000 muertos en una hambruna similar durante una guerra civil en 1992.
Sudán, 2008
En 2008, la ONU declaró oficialmente una hambruna por primera vez en zonas del sur de Sudán, que obtuvo la independencia tres años después. Se estima que 3.7 millones de personas fueron afectadas por la crisis, como resultado de la guerra y la sequía.
Corea del Norte, 1995-1999
Hasta 3.5 millones de personas murieron en la hambruna de cuatro años en Corea del Norte, causada por numerosos factores, como inundaciones, sequías y mala gestión económica.
Etiopía, 1983-1985
Se cree que centenares de miles de personas murieron de hambre en Etiopia a mediados de los años ochenta, después de que la sequía arruinó los cultivos.

Lampadia