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Entre (5.3%) y 0.02%: La Economía peruana retrocede

Se advirtió, se reclamó, pero el gobierno miró a otro lado y dejó caer la economía peruana. Si no hubiera alternativa, santo y bueno, pero el país podría estar creciendo 6% si las cosas se manejaran con más responsabilidad y sindéresis.

Recientemente The Economist publicó su reporte “Economic and financial indicators” en el que ofrece sus estimados de crecimiento económico trimestral, así como sus proyecciones para el cierre del 2019 y 2020, para una gran diversidad de países alrededor del globo. Como se puede apreciar en la tabla líneas abajo, el Perú registró un crecimiento del trimestre enero-marzo negativo de -5.3%, la peor tasa de crecimiento comparada con sus pares regionales en América Latina, siendo solo superior a la de Venezuela. Ello – como el informe destaca – en un contexto de agravamiento de la guerra comercial EEUU-China, de la cual hemos escrito extensamente en anteriores publicaciones (ver Lampadia: Consecuencias del conflicto EEUU-China, EEUU vs. China: ¿Una nueva Guerra Fría?, Se agrava la guerra comercial EEUU-China).

Tabla 1. Crecimiento del PBI en América Latina

Fuente: The Economist

Por otra parte – como han destacado diversos medios de la prensa local – este resultado difiere del publicado por el INEI, cuya cifra de crecimiento del primer trimestre se situó en +2.6%. Como informó recientemente Gestión, esta diferencia se debería básicamente a la forma en que se midió el cambio en la producción; mientras que The Economist comparo el primer trimestre del 2019 contra el cuarto trimestre del 2018, el INEI la comparo contra el primer trimestre del 2018.

Sin embargo, más allá de esta observación metodológica, queda por responder la siguiente pregunta: ¿Qué implica el resultado de The Economist para el bienestar de los peruanos, tan venido a menos en los últimos años por la desaceleración de nuestra economía (ver Lampadia: Aterrizaje en la mediocridad)?

La realidad es que esta cifra refleja una reducción importante del tamaño de nuestra economía; reducción que de hecho ya se ha venido reflejando en otros indicadores sociales como el desempleo y la informalidad. Como de hecho destacó también el informe de The Economist, el desempleo de abril aumentó en 5.5%. Y este resultado se agrava en Lima Metropolitana, la cual, según cifras del INEI, alcanzó un desempleo del 8.1% del total de la población, la cifra más alta en los últimos 6 años. Por otra parte, según el mismo ente estadístico, el empleo informal no solo se incrementó en 5.6% en el primer trimestre del año, sino que además se ha producido una eliminación de puestos de trabajo formales en -2.5%.

¿Cuál es la principal causa de este decrecimiento trimestral en la economía peruana?

Como escribimos en Lampadia: Inversión y economía a capazos, los dos principales motores de nuestro crecimiento e importantes generadores de empleo – la inversión privada y pública – se encuentran prácticamente paralizados a la fecha. Como se observa en la tabla adjunta, la desaceleración de ambos componentes del gasto agregado es un hecho; mientras que en el caso de la inversión privada, el crecimiento del primer trimestre ha pasado de 5.3% el 2018 a 2.9% este año; y en el caso de la inversión pública, este crecimiento ha pasado de 6.8% a -10.9%.

Fuente: BCRP

Ello – ahunado a una caída de las exportaciones en el primer trimestre del año (-7.4%) motivada en gran parte por el conflicto comercial EEUU-China (ver  Lampadia: Cuidado con el desplome de las exportaciones) – mostrarían una clara tendencia a la baja de la actividad económica que se vería reflejada en el resultado de -5.3%, provisto por The Economist. Y los prospectos a futuro tampoco serían esperanzadores. Según el INEI el crecimiento de abril ha sido de 0.02%. Si bien hay ciertos factores extraordinarios que ayudan a explicar este resultado, no deja de confirmar el deterioro de la economía. Veamos:

Fuente: INEI

¿Cómo salir de este entrampamiento?

El ex ministro de economía Ismael Benavides comentó recientemente, en Expreso, que el gobierno debe dejar de obsesionarse únicamente con la reforma política y atender con urgencia el ámbito económico tan dejado de lado en los últimos meses (ver Lampadia: Confrontación sin Gobernanza). Al respecto, sugiere viabilizar los proyectos mineros de envergadura como Tía María, y Majes-Siguas II, para demostrar que el país está dispuesto a retomar la senda del desarrollo. Por otra parte, Carlos Adrianzén, decano de la facultad de Economía de la UPC, sugiere racionalizar y encauzar los recursos públicos hacia las verdaderas necesidades del país y no dirigirlos, por ejemplo, a campañas publicitarias que no tienen un impacto tangible en el bienestar del pueblo peruano.

A dichas propuestas queremos complementar en insistir con la implementación de la reforma laboral, cuyo principal eje debe ser la flexibilización de la contratación y el despido, y llevar a cabo la Modernización del Estado (ver Lampadia: La oportunidad para el gran punto de inflexión). Dichas propuestas harán que nuestro crecimiento potencial tome impulso. Y probablemente, hará que los medios internacionales, como The Economist, nos traigan mejores noticias respecto del desempeño de nuestra economía. Lampadia




El gasto militar global en niveles récord históricos

El gasto militar global en niveles récord históricos

Si uno analiza la trayectoria del gasto militar en el mundo en términos reales durante los últimos 30 años se puede constatar fácilmente los niveles récord en los que se encuentra al día de hoy. Los altos niveles de gasto en defensa que eran justificados en épocas en donde los conflictos bélicos internacionales asolaban a los países, ahora han pasado a ser una mera herramienta de influencia de geopolítica global. Este es de hecho uno de los meollos, sino el principal, de la guerra comercial EEUU-China (ver Lampadia: La verdad detrás de la guerra comercial EEUU-China).

¿Cómo está compuesto y qué implicancias tiene para el mundo este creciente direccionamiento de los recursos por parte de los gobiernos hacia el sector seguridad?

Un reciente artículo publicado por The Economist (ver artículo líneas abajo) trata de responder esta pregunta analizando el panorama global de los principales países compradores de armas y cómo la tendencia estadounidense y china está contagiando a que otros países no solo hagan lo mismo sino que además presenten una mayor competencia en dicho sector, incluidos aquellos que, históricamente, nunca fueron considerados como grandes potencias armamentistas.

A partir de este análisis y en líneas generales, el medio británico concluye lo siguiente respecto al gasto militar:

  • EEUU ostenta el liderazgo global, cuyo monto se asemeja a la suma del gasto militar de los siguientes 8 países de la lista.
  • China es el segundo país del ranking, pero es uno de los que ha experimentado mayor crecimiento en la última década. Ello ha suscitado que sus rivales asiáticos también lo sigan.
  • Si bien los países europeos unidos podrían competir con China o EEUU en el rubro, hay una serie de factores que inhibirían su ascenso como el tercer mayor comprador de armas. 
  • Africa, Medio Oriente y Rusia están contrayéndose en participación.

No es de extrañar que la guerra comercial desatada por Trump esté acompañada de un sustancial incremento de gasto militar, lo cual es parte de la misma filosofía nacionalista y populista del gobierno republicano.

Dadas las nefastas consecuencias que han ocasionado las grandes guerras en los países que han participado en ellas, es una barbaridad que en pleno siglo XXI la humanidad esté empecinada en reforzar esfuerzos encausados hacia una guerra armamentista. Esperamos que esta tendencia pueda eventualmente ser revertida. Lampadia

El gasto militar está en auge en todo el mundo
EEUU y China están comprometiendo grandes sumas a sus fuerzas armadas

The Economist
28 de abril, 2019
Traducido y glosado por Lampadia

EL MUNDO se está armando hasta los dientes. Esa es la conclusión de un nuevo informe publicado el 29 de abril por el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), un think tank. El gasto militar global del año pasado ascendió a US$ 1.8 trillones, indica SIPRI, el nivel más alto en términos reales desde que comenzaron los registros confiables en 1988, durante la Guerra Fría, y un 76% más alto que en 1998, cuando el mundo estaba disfrutando de su “dividendo de la paz”. El gasto militar como proporción del PBI mundial ha disminuido en los últimos años, pero eso ofrece pocas garantías en un mundo de creciente tensión geopolítica.

El auge del gasto es impulsado, sobre todo, por la competencia entre EEUU y China por la primacía en Asia. Comenzó con EEUU. En 2018, elevó su presupuesto de defensa, ya de por sí gigantesco, por primera vez en siete años, poniendo fin a una era de ajuste de cinturón impuesta por el Congreso. El impulso reflejó la aceptación del gobierno de Trump de lo que se denomina “competencia de gran poder” con Rusia y China, que requieren armas más sofisticadas y caras, en lugar de las inconclusas guerrillas que había librado desde 2001.

El peso militar de EEUU no tiene igual. Su desembolso de US$ 649,000 millones (en dólares de 2017) fue casi tan grande como los siguientes ocho países combinados, según los cálculos de SIPRI. Incluso eso no sació el apetito del Pentágono. Obtuvo US$ 716,000 millones este año (en dólares corrientes, según lo contó el Departamento de Defensa) y espera un asombroso $ 750,000 millones en 2020, un aumento anual mayor que los presupuestos de defensa de casi todos sus aliados de la OTAN. Eso incluye casi US$ 10,000 millones para operaciones cibernéticas, un 10% de aumento año a año; más de US$ 14,000 millones para el espacio, un salto del 15%; y la mayor solicitud de presupuesto para la construcción naval en dos décadas.

China está muy por detrás. Gasta en aproximadamente entre un cuarto y dos quintas partes de lo de EEUU (la cantidad precisa no está clara, dicen los expertos, porque el gasto chino es muy opaco). Tampoco su gasto militar está creciendo a un ritmo del 10%, como lo hizo en promedio en los años entre 2000 y 2016. Pero ha aumentado sin descanso durante un cuarto de siglo, cambiando por completo el equilibrio de poder en Asia.

Entre 2009 y 2018, el gasto en defensa de EEUU se redujo en un 17% en términos reales, mientras que el de China creció en un 83%, lo que se aceleró bajo el presidente Xi Jinping y superó a todas las demás grandes potencias. “Nadie ha presidido en ningún lugar algo cercano a este nivel de desarrollo militar chino en la historia china antes de Xi”, señala Andrew Erickson, profesor de la Escuela de Guerra Naval de EEUU. Su armada ha sido un particular beneficiario. Entre 2014 y 2018, China lanzó embarcaciones navales con un tonelaje total superior al de todas las armadas indias o francesas, señala IISS, otro think tank. Aun así, el gasto en defensa del país es aún menor en proporción al PBI que el de cualquier otro país dentro de los cinco primeros: 1.9% al 3.2% de EEUU. Eso significa que tiene espacio para crecer, si el ambiente geopolítico se oscurece.

Las reformas militares que Xi introdujo en 2015, incluida una reducción del ejército y la reorganización de la estructura de mando en las líneas estadounidenses, probablemente también le hayan dado a China más por su yuan.

En respuesta, los rivales regionales de China también han abierto sus bolsos. India ahora gasta más que todos los países europeos. El aumento anual de Corea del Sur en 2018 fue el más alto desde 2005. Y el gasto de Japón se incrementará en los próximos cinco años, con nuevas armas ofensivas rompiendo viejos tabúes pacifistas. En total, el gasto militar asiático representa el 28% del total mundial, frente al 9% en 1988.

Mientras tanto, los europeos, después de haber vaciado sus fuerzas armadas después de la Guerra Fría, están actuando juntos. En 2018, los aliados europeos de la OTAN aumentaron el gasto militar en un 4.2% en términos reales, según el IISS. Polonia, que está particularmente preocupada por su vecina Rusia, aumentó el gasto en un 8.9%.

Si el gasto europeo se agrupara, el continente sería la segunda potencia militar más grande del mundo, con un gasto cuatro veces superior al de Rusia. En la práctica, la mezcla de equipos duplicados y desajustados de Europa (los europeos usan 17 tipos de tanques, mientras que EEUU uno) y la continua dependencia de EEUU en áreas clave, como el traslado de tropas y el reabastecimiento de combustible de los aviones de guerra, significa que sus fuerzas armadas son mucho menos que la suma de sus partes.

Sin embargo, no en todas partes se está acumulando armas. El gasto militar en África se redujo por cuarto año consecutivo en 2018, en 8.4%, impulsado por grandes caídas en Angola, Argelia y Sudán, señala SIPRI. Las protestas en los dos últimos países, con ejércitos bajo presión para entregar el poder a los civiles, podrían hacer que los presupuestos militares abultados se exprimieran aún más.

El Medio Oriente también parece estar enfriándose después de años de frenética compra de armas. Aunque SIPRI carece de datos para Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) – dos de los clientes más grandes para las compañías de armas occidentales – y para Yemen y Siria devastados por la guerra, el gasto en el resto de la región cayó un 1,9% en 2018.

Esa tendencia parece probable que continúe. Arabia Saudita, el mayor pez de la región, que dedica un enorme 8.8% de su PBI para defensa, reducirá su gasto militar en un 9.1% este año. Irán, su rival, planea recortes aún mayores, aunque el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), que ha hecho la mayoría de los combates recientes en lugares como Siria, obtuvo un aumento considerable, al igual que el ministerio de inteligencia, que ha estado liquidando disidentes en el extranjero.

La contracción más interesante es, sin embargo, en Rusia. “¿Pueden contar?”, preguntó el presidente Vladimir Putin a sus rivales occidentales en febrero. “Estoy seguro de que pueden. Deje que cuenten la velocidad y el alcance de los sistemas de armas que estamos desarrollando”. Pero a pesar del alarde teatral de los nuevos misiles y del impresionante rearme de la OTAN hacia el oeste, SIPRI calcula que el presupuesto de defensa de Rusia en realidad se redujo en un 3.5% en 2018, lo que lo sitúa fuera de los cinco primeros países por primera vez en más de una década. Esto puede ser el resultado de un rublo debilitante. Pero la larga ola de gastos militares de Rusia parece estar llegando a su fin. Ese es un pensamiento moderado para Putin. Lampadia