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El eterno problema del gasto en proyectos de inversión

La Cuadratura del Círculo es un espacio producido por IIG – Infraestructura Institucionalidad y Gestión, con la colaboración de Lampadia como media partner.

Presentamos nuestro video semanal esta vez sobre el eterno problema del gasto en proyectos de inversión. Participan Fernando Cillóniz, Gonzalo Prialé y Jaime de Althaus.

Las opiniones vertidas por los participantes no necesariamente representan la opinión institucional de IIG sobre los temas tratados.

Lampadia




Más DEUDA y mal GASTO PÚBLICO

Más DEUDA y mal GASTO PÚBLICO

Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia, desde el Cusco

A finales de noviembre el gobierno ha hecho gala de la exitosa colocación de bonos por 10,200 millones de soles y en la primera semana de diciembre, en el encuentro con gobernadores regionales, ha quedado en evidencia la poca capacidad de gasto de las regiones y la flexibilidad del gobierno en materia presupuestal. Han quedado, por lo tanto, sobre la mesa, dos temas sobre los cuales es necesaria una reflexión en una perspectiva distinta: DEUDA Y GASTO PÚBLICO.

Según el MEF[i], la deuda pública en MILLONES DE DÓLARES, al 30.09.2019 (sin considerar la exitosa emisión de noviembre) es la siguiente:

El principal de esa deuda equivale a 51,197 MILLONES DE EUROS, cerca de 1,317 MILLONES DE EUROS más que el año 2018 y cerca del doble de la deuda pública del período comprendido entre los años 2009 y 2000, que se mantuvo por debajo de los 26,000 MILLONES DE EUROS.[ii]

La consecuencia de este crecimiento de la DEUDA PÚBLICA peruana es que a su vez la DEUDA PÚBLICA PERCÁPITA (es decir lo que debe cada habitante) ha pasado de 943 € /habitante del año 2,000 a 1,559 € /habitante en el año 2018, según las cifras disponibles a la fecha, pese a que la deuda ya no representa el 44,91% del PBI como era en el año 2000, sino únicamente el 26,15% del PBI el año 2018. Muy lejos quedó el record del año 2008, donde la deuda percápita era de apenas 803€ /habitante. Dicho de otro modo, la deuda que carga en su espalda cada peruano, es casi el doble de la deuda que cargábamos el 2008.

La pregunta que cae de madura es la siguiente. ¿Por qué debemos cada vez más?

Aquí algunas respuestas muy simples, que pueden estar sujetas a aclaraciones, precisiones y correcciones, pero sirven para la reflexión que les planteamos:

  • La primera es obvia, porque el estado peruano se presta más dinero del exterior y de sus ciudadanos.
  • La segunda respuesta fluye de ver las diminutas cifras del rubro ‘DEUDA ATENDIDA’ desde el año 2009 a la fecha: estamos pagando poca deuda, buena parte de los pagos se van a intereses y en el caso de la deuda externa, otra parte se van a comisiones. Veamos el cuadro siguiente:

  • La tercera respuesta tiene que ver con el gasto del Estado. El estado gasta cada vez más y por ende, necesita más crédito. Estamos gastando dinero prestado.
  • Si a esto le agregamos que el país, cada vez produce menos (caída del crecimiento del PBI) y por ende tiene menos impuestos y recaudación, tendremos que no existen fuentes sanas de recursos para el gasto y por ello se sigue recurriendo a la deuda pública.

En este contexto de MÁS DEUDA, resulta cuestionable el pobre nivel de ejecución presupuestal del Estado peruano (sin ingresar en el análisis a la calidad del gasto público que es un tema más serio todavía). Solamente sobre la base de los montos presupuestados, según la misma fuente del MEF[iii], al 19 de diciembre de 2019, el AVANCE en la ejecución del presupuesto es del 78,1% a nivel nacional. En los gobiernos regionales el avance es del 78,5 % y en los gobiernos locales solamente del 64,3 %. En términos monetarios quiere decir que sobre el presupuesto institucional modificado (PIM) del año 2019 hay sin ejecutar cerca de 41,669 millones de soles, equivalentes a 11,201 MILLONES DE EUROS, que serán gastadas de manera precipitada, cuando no irresponsable en lo que resta del año. ¿No sería este el momento para pensar en destinar estos recursos a un objetivo más sano para la economía como reducir la deuda pública?

Creo que este es un debate que debe abrirse a pesar de la oposición de autoridades locales, regionales, burócratas o contratistas con el estado. La combinación entre MÁS DEUDA Y MAL GASTO es una combinación letal para el futuro del país y es necesaria una reflexión por encima de los lugares comunes que se manejan sobre esta materia.

Si, con esta medida se quisiera además alentar el consumo, se haría muy bien en destinar una parte significativa de estos recursos, provenientes de la incapacidad de gasto del estado, al pago de la deuda interna a maestros, jubilados, trabajadores estatales, acreedores al estado, expropiados de reforma agraria, acreedores indemnizatorios del estado y otros, que destinarán un alto porcentaje de estos ingresos al consumo y/o inversión local.

El gobierno, que ha hecho gala en el último GORE REGIONAL de su capacidad de ‘chocolatear’[iv] los presupuestos regionales para permitir que gasten más los gobiernos regionales, bien podría dictar una medida similar para que los recursos no utilizados y no comprometidos, se destinen a reducir la deuda pública peruana, en lugar de que se destinen a adquisiciones improductivas o queden en manos de la corrupción estatal.

Si no enfrentamos este serio problema, la DEUDA PERCAPITA seguirá creciendo y los jóvenes deberán soportar y pagar con su trabajo e impuestos en el futuro, una DEUDA PERCAPITA que al paso que vamos, superará fácilmente los 2,000 € / habitante. Si hay algo por lo cual debieran protestar los jóvenes, debería ser por esto y pedir MENOS DEUDA Y MENOR Y MEJOR GASTO PÚBLICO. La combinación actual de MÁS DEUDA Y MÁS Y MAL GASTO PÚBLICO es insana para el futuro del país.

[iii] http://apps5.mineco.gob.pe  ejecución preupuestal

[iv] Frase utilizada por el presidente Vizcarra para explicar la autorización dada a gobiernos regionales para utilizar recursos presupuestados para un fin en obras, proyectos o fines diferentes.




¿Cuánto más costará Talara?

‘Nunca hay que poner plata buena detrás de plata mala’, o como dicen los sajones ‘realize your loss’ (reconoce tu pérdida). Ambos son preceptos básicos de las finanzas, pero los seres humanos no queremos aprender y el error se repite en distintos espacios y aspectos.

En su libro ‘Homo Deus’, Yuval Noah Harari comenta como los hombres solemos insistir en el error, cueste lo que cueste.

Dice por ejemplo, que en 1915, Italia entró en la Primera Guerra Mundial para recuperar Trento y Trieste del Imperio austrohúngaro. En la primera batalla, Italia perdió 15,000 hombres, en la segunda 40,000, en la tercera 60,000, hasta que al final de la guerra murieron 700,000 soldados. Pudieron retirarse en varias ocasiones pero el síndrome de ‘nuestros muchachos no murieron en vano’ (que permitía esconder el error) hacía que siguieran mostrando un sentido de propósito en continuar la guerra.

La misma lógica funciona en la esfera económica: “En 1999, el gobierno de Escocia decidió ordenar la construcción de un nuevo edificio para albergar el Parlamento. Según el plan original, las obras iban a durar dos años y a costar 40 millones de libras. En realidad, duraron cinco años y costaron 400 millones de libras. Cada vez que los contratistas topaban con dificultades y gastos imprevistos, se dirigían al gobierno escocés y pedían más tiempo y dinero. En todas esas ocasiones, el gobierno se decía: “Bueno, ya hemos invertido 40 millones de libras en esto y quedaremos completamente desacreditados si lo interrumpimos ahora y acabamos con un armazón a medio construir. Vamos a autorizar otros 40 millones”. Seis meses después ocurría lo mismo y para entonces la presión que suponía no acabar con un edificio a medio construir era todavía mayor; y otros seis meses más tarde se repetía de nuevo lo mismo,  así sucesivamente hasta que el coste real fue de diez veces la estimación original”.

Pues en el Perú, en el gobierno de Ollanta Humala, con la inspiración del chavismo, de la mano de Humberto Campodónico como presidente de Petroperú, y con la música del diario La República, nos embarcamos en la ‘modernización’ y ‘ampliación’ de la refinería de Talara. Se llegó a manipular conceptos para afirmar que el costo social de consumir combustibles contaminantes era mayor que el de la inversión en la refinería; pero no se reconoció que importar combustibles limpios era, largamente, más económico.  

Así, alegremente, emprendimos un proyecto absurdo que después hemos descubierto incluía la ampliación de la refinería (de 65,000 a 95,000 barriles diarios), llevándola por encima de la demanda nacional (¿para exportar productos refinados?). La aventura iba a costar como máximo US$ 1,700 millones. Más adelante, con Campodónico aún en la petrolera estatal, pasó a US$ 3,000 millones, más otros ‘rubros privados’ (no especificados, y que no tenían nada de ‘privados’), que llevaban el total a US$ 3,500 millones.

Hoy, sin haber terminado de ajustar los estimados de inversión, el presupuesto está en US$ 5,400 millones. (¿Con IGV o sin IGV? – Quién sabe). Además, según lo anunciado esta semana, se está tomando endeudamiento público por US$ 3,000 millones.

Fuente: El Regional Piura

Por su lado, la Refinería de la Pampilla invirtió US$ 470 millones para producir diesel con 50 partes por millón y completará el proceso con otros US$ 270 millones para las gasolinas, unos US$ 750 millones para su actual  capacidad de producción de unos 120,000 barriles por día. Esa es la eficiencia del sector privado.

¿Cuánto más costará Talara? ¿No hubiera sido mejor hacer un gran parque industrial para los talareños, con una fracción de la inversión? ¿Estamos dispuestos a meter otros US$ 500 millones? ¿US$ 1,000 millones?

Hay que parar esta locura y buscar un plan ‘C’, evaluar todas las decisiones y mostrarle a los peruanos el daño que nos regaló el gobierno de Humala y el economista ‘capo di tutti capi’ del Frente Amplio (que no es ni frente, ni amplio), la mano izquierda (en lo económico) de Verónika Mendoza y Humberto Campodónico, hijo predilecto del diario La República. Lampadia




Hagamos un monumento al Núcleo Ejecutor

Una de las perniciosas costumbres de nuestro país es el afán refundacional, el borrón y cuenta nueva. Así mismo, muchas veces tomamos decisiones sin conocer la realidad. En el siguiente artículo de Giovanni Bonfiglio, el experto del Instituto del Perú nos llama a conocer y apreciar un desarrollo absolutamente positivo que ha permitido una revolución silenciosa del ‘Perú Profundo’.

Bonfiglio nos cuenta cómo: “A inicios de la década de 1990 se impuso el “enfoque de demanda”, consistente en financiar lo que los beneficiarios demandaban, dentro de un menú de posibilidades. Sin embargo hacía falta una nueva institucionalidad que ejecutara miles de obras y proyectos. A alguien se le ocurrió la brillante idea de crear una institución de carácter temporal, gestionada por la misma comunidad organizada y que pudiese gestionar fondos para ejecutar un pequeño proyecto demandado por ellos mismos. A esa institución se le dio el nombre de Núcleo Ejecutor (NE)”.

Este mecanismo habilitador de pequeñas obras que ha sido además, mejorado en el tiempo, ha permitido articular a las comunidades y gobiernos locales con efectividad en el gasto y sin síntomas de corrupción. Veamos que nos dice al respecto el experto que, con Richard Webb, trabajan en el Perú rural rescatando las buenas noticias que muchas veces no se quieren escuchar:   

Giovanni Bonfiglio

Instituto del Perú

Para Lampadia

9 de agosto 2016

 

Hacemos monumentos a muchas cosas: a la papa, al choclo, al sombrero, a la chaquitaclla, y hasta a los réferis. Pero nos falta un monumento para una institución que ha resultado ser la campeona del desarrollo rural: el Núcleo Ejecutor.

FONCODES: Puente Mallao, Anta, Cusco 

A lo largo de nuestra historia del desarrollo se han ensayado numerosas formas de intervención, para las cuales se han requerido instituciones que se encarguen de ejecutar pequeñas obras o proyectos orientados a apoyar a poblaciones en situación de pobreza y carentes de infraestructura básica. Tradicionalmente ha habido “Comités de Obras” en pueblos alejados y comunidades campesinas. Luego llegaron instituciones creadas por  proyectos especiales, como Comités de desarrollo comunal, Grupos de acción, etc. cada una con su peculiaridad, su propio estilo y modalidad de intervención. Pero todos estos ensayos fueron una suerte de experimentos que no duraban mucho tiempo. Al acabarse el proyecto que los financiaba se disolvían y cada institución  tenía su estilo y modalidad de acción, donde el común denominador era la presencia de un  profesional que decía a los campesinos lo que debían hacer, es decir predominaba el enfoque de oferta. Habría que hacer un estudio de  “arqueología del desarrollo” para identificar las distintas y múltiples formas de institucionalidad ensayadas.

Desde el Estado se ensayaron formas de apoyo comunal en la década de 1960, pero con pocos fondos y sin posibilidades de continuidad en el tiempo. La década de 1970 dio el vuelco a las “reformas estructurales”; en el campo se promovieron  empresas colectivas, que eran más una forma de redistribución de la tierra antes que instituciones de desarrollo. Se pensaba que con redistribuir tierra se resolvía el problema de la pobreza en el campo. Cosa que no resultó, pues los beneficiarios se desentendieron de esas empresas, pues pronto descubrieron que “lo que es de todos en es de nadie” y terminaron por parcelarlas. Además, los beneficiarios de esas empresas eran solo una parte de los pobres del campo, para los otros se hizo muy poco. Incluso se intentó convertir las comunidades en cooperativas, cosa que no fue aceptada. 

En la década de 1980, se ensayó con las micro regiones, aparatos públicos débiles, que seguían aplicando un enfoque de oferta, con pocos fondos y escasos resultados. Los pocos técnicos dedicados a esas tareas no llegaban a los rincones más apartados donde están los bolsones de pobreza. Algunos funcionarios descubrieron que se podía dar dinero directamente a los beneficiarios, sin intermediación de institución pública alguna. Fue la efímera experiencia del “Rimanacuy”, en la cual se entregaba un cheque a dirigentes comunales, para que gaste el dinero en una obra para su comunidad. Los resultados fueron positivos, pues el dinero era bien gastado y había control de la comunidad en velar que no hubiera mal uso de esos fondos (los cheques eran entregados en público). Pero en eso años el Estado tenía pocos fondos para promover el desarrollo y la hiperinflación que se desató impidió la ampliación de ese experimento.

La crisis permitió que surja la jugada maestra: el Núcleo Ejecutor.

A inicios de la década de 1990 se impuso el “enfoque de demanda”, consistente en financiar lo que los beneficiarios demandaban, dentro de un menú de posibilidades. Sin embargo hacía falta una nueva institucionalidad que ejecutara miles de obras y proyectos.  A alguien se le ocurrió la brillante idea de crear una institución de carácter temporal, gestionada por la misma comunidad organizada y que pudiese gestionar fondos para ejecutar un pequeño proyecto demandado por ellos mismos. A esa institución se le dio el nombre de Núcleo Ejecutor (NE). Aquí quiero citar a un grupo de alumnos míos que en 2011 escribieron lo siguiente:

“En este contexto nace el Fondo de Compensación y Desarrollo Social (FONCODES) en Agosto de 1992. Hasta Febrero de 1993 se trabajó en el diseño de la operatividad de la institucionalidad, dado que muchos municipios se encontraban en situación de desorden y desgobierno. Se requería de un organismo representativo de la comunidad, que naciera de su propia estructura comunal. Así nace el “Núcleo Ejecutor” que en un primer momento llegó a conformarse por cualquier institución o grupo social que representara a una comunidad organizada y que buscara un beneficio social para ésta.

Esta institución podía elegir a sus representantes, mediante un sistema de elección democrática y concertada, así mismo aunque no tenía personería jurídica y su existencia era transitoria, sus representantes tenían facultades para suscribir convenios de financiamiento para obras diversas y contratos con terceros; para la formulación, evaluación y supervisión de los proyectos.

En el año 1996, con el Decreto Ley N° 26157, Ley del FONCODES y su Estatuto aprobado por el Decreto Supremo N° 057-93-PCM y el D.S. Nº 015-96-PCM, se ordenó y reglamentó la participación de los Núcleos Ejecutores en la ejecución de proyectos de inversión social financiados por FONCODES.

Hasta el año 2011, gracias a la existencia del Núcleo Ejecutor FONCODES ha podido financiar más de 55,000 proyectos, en todos los distritos pobres del país, sin que el trabajo de sus representantes le haya costado dinero al Estado, ya que la representatividad se ejerce ad honorem. [1]

Esta fue la jugada maestra que permitió masificar en poco tiempo la ejecución de miles de pequeños proyectos de infraestructura básica (aulas, letrinas, sistemas de agua potable con piletas públicas, pequeños puentes, incluso trochas carrozables y canales de riego), venían a llenar un vacío en la capacidad de atención de la demanda popular, al mismo tiempo que significó la presencia del Estado en los lugares más apartados del país. No tengo a la mano la cifra del dinero ejecutado, pero se trata de miles de millones de soles actuales. Lo cierto es que nunca antes el Estado invirtió tanto en desarrollo básico y no lo hubiera podido hacer sin la existencia de la humilde pero eficiente institución que es el NE.

El secreto del éxito

Pocos saben, hasta ahora, que el secreto del éxito del NE es que es un organismo transitorio, de derecho privado, es decir, puede gastar el dinero público utilizando las normas de las empresas privadas, sin engorrosos concursos de precios y sin demoras burocráticas. Tiene autonomía para contratar profesionales y comprar materiales, al mismo tiempo que aporta el trabajo de la comunidad, tanto en mano de obra no calificada como en capacidad de gestión de sus dirigentes (que no cobran para ello). Este mecanismo de ejecución de gasto se basa en la confianza en los dirigentes comunales. No acaso con el tiempo se estableció que el cargo de tesorero fuese desempeñado por mujeres, que son las más celosas con el dinero público. En cierto modo, con el NE el Estado le ha “sacado la vuelta” a sus propias normas, para que el gasto público pudiera ser eficiente y ágil. Esa fue la jugada maestra. Cabe destacar que en ese “invento” hubo un rol importante de gerentes provenientes del sector privado, que pusieron su experiencia al servicio del sector público.

Hay que tener en cuenta que en los años de presencia terrorista, las municipalidades eran muy débiles y las autoridades municipales casi inexistentes. Los NE llenaron un vacío. Fue una alianza entre el Gobierno central y la población. Algunos quisieron ver que había la intención, por parte del Gobierno central, de “baypasear” a los municipios. Algunos alcaldes se sintieron dejados de lado, pues tenían menos dinero que dirigentes comunales que presidían los NE. En realidad no solo alcaldes, sino también dirigentes de ong, que vieron como su presencia ya no era tan indispensable. Creo que la creación del NE fue una medida acertada y osada, que debió enfrentar sin embargo incomprensiones y recelos, provenientes del ámbito político y académico, mas no del ámbito social.     

El NE demostró no solo ser eficiente en la ejecución, sino también ágil y con capacidad de adecuarse a las circunstancias cambiantes. Poco a poco fue perfeccionado y en la medida en que se fortalecían los gobiernos municipales, gracias al FONCOMUN y al incremento de las transferencias fiscales, se pudo incluir en los NE a miembros de los Concejos municipales, así es que surgieron los NE “Mixtos” con presencia de representantes de las municipalidades distritales al lado de dirigentes comunales. Un estudio que llevé a cabo en los departamentos de Junín, Huancavelica, Ayacucho y Apurímac en el año 20013 demostró que el NE Mixto tenía mayor posibilidades de incluir capacidades de gestión, generándose sinergias entre municipio y comunidades. Al mismo tiempo que favoreció el acercamiento de los municipio a las comunidades alejadas, un problema crónico que antes era muy grave y recurrente. Pues el poco dinero que recibían los alcaldes iba a parar en el pavimentado de las plazas de las capitales de distrito. También se dieron sinergias con empresas presentes en las zonas de intervención. Por ejemplo, si había que dinamitar la ladera de un cerro para construir un canal de agua en zonas rocosas, quienes proveían la dinamita y los técnicos para esa tarea eran empresas mineras, como aporte voluntario. Con los NE Mixtos se generó más capital social e institucional.

Otro aspecto que se evidenció en esos años es que el nivel de corrupción era mínimo y casi nulo, pues los NE eran controlados por la comunidad y había transparencia en la ejecución del gasto. Además del control comuna, también FONCODES ha tenido una unidad de control. Por supuesto hubo dificultades y deficiencias, por ejemplo, al inicio los ingenieros proyectistas constituían una pequeña casta a la que los comuneros debían acudir sin muchas opciones de alternativas; cosa que poco a poco se fue corrigiendo. Igualmente, en el tema de las compras de materiales hubo al inicio dificultades de provisión y se dieron casos en los que las compras eran influidas por los ingenieros proyectistas. Hubo también problemas de sostenibilidad de algunos proyectos, sobre todo los de agua potable, cosa que puso en evidencia la necesidad de ampliar capacidades de gestión. Fueron dificultades hasta cierto punto inevitables, dada la rapidez con la que se tuvo que operar y la falta de experiencia previa. En el camino se aprendió a subsanar dificultades y errores. Pero los resultados fueron definitivamente espectaculares.  Incluso de los fracasos se aprendió y se dio lugar al diseño de programas alternativos, como los que se hicieron para llevar agua potable con esquemas de intervención alternativos, aunque fuera de FONCODES. Hay un libro que recoge varias de esas experiencias [2] Cabe resaltar que este libro fue publicado por los nuevos funcionarios que asumieron el cargo de la institución en el año 2000, muchos de los cuales recién pudieron valorar la validez de lo que se había hecho y así superar los resquemores iniciales. Eso ocurrió, me costa, en cada cambio de gobierno, donde los nuevos funcionarios públicos aprendieron a valorar la importancia del NE una vez que lo vieron en operación; a nadie se le ocurrió eliminarlo, más bien lo fortalecieron.

El NE como instrumento de pacificación y escuela de gestión

El NE ha sido un instrumento eficiente, no solo en la lucha contra la pobreza sino también contra el terrorismo, pues muchos pobladores de localidades pobres y alejadas vieron como el Estado llegaba a ellos, por primera vez. Luego de una primera etapa, en la que los NE fueron orientados hacia zonas de emergencia, se pasó desde 1996 a aplicar una política sistemática de focalización del gasto social. Es ahí cuando los “mapas de pobreza”, cuyo precursor fue Richard Webb en el BCR (hay que reconocerlo)  tuvieron gran utilidad para orientar dónde había que llevar las inversiones. De este modo se fueron superando también los resquemores que producía la orientación de las primeras intervenciones, que inevitablemente eran dirigidas al no tener un mapa que indicara dónde ir.   

Hay otro efecto poco conocido y estudiado; es que el NE tuvo también un aporte importante en la descentralización:  ante el vacío de poder que había en el campo y la inoperancia de los municipios en la década de 1990, muchos de los profesionales que llegaron para trabajar en los proyectos de FONCODES luego se convirtieron en concejales y alcaldes. También los dirigentes comunales aprendieron a gestionar de verdad, ya no solo a tener la mano tendida para pedir dinero, sino para manejarlo, aprendieron a gastar y administrar recursos públicos, pero con las normas de la gestión privada (la jugada maestra). Fue una escuela de gestión pública en gran escala, que no le costó nada al Estado. Al mismo tiempo fue una escuela de democracia, pues los NE se manejan democráticamente y muchos pobladores de base aprendieron a discutir, tomar decisiones y ejecutarlas.

Es así como el NE permitió, ya en la década de 2000, subir al plano de los gobiernos locales y contagiar a las administraciones municipales de capacidades nuevas. Por ejemplo: en 2003, el alcalde de Lircay era un ingeniero que trabajó en FONCODES; el alcalde de Acoria presidía los 7 NE que había en su distrito. Ahí es cuando se dio “la revancha de los municipios”, ya fortalecidos y empoderados, cosa que no se hubiera dado si antes no se hubiera empoderado a las comunidades. Por eso, se puede afirmar que con  los NE se hizo una descentralización desde abajo, que poco a poco fue ascendiendo.  Como suele ocurrir en los procesos sociales, solo con el tiempo descubrimos y valoramos lo que estaba pasando en años turbulentos de nuestra historia.

El salto desde los pequeños proyectos de infraestructura a los del apoyo a la producción

El NE ha sido como una criatura, que ha tenido su etapa inicial de tanteos, ha crecido se ha fortalecido y ahora está en la etapa adulta. No hay institución que ha durado tanto, ahora ya tiene más de 25 años y es adulta. Actualmente ha adquirido una forma novedosa: han aparecido los NE Centrales (NEC) que agrupan a varios NE locales para el emprendimientos de proyectos de mayor envergadura a nivel de una zona más amplia, a veces una misma provincia). El diseño de esta intervención incorpora decididamente las municipalidades distritales y provinciales, las cuales son llamadas cofinanciar las intervenciones y a asumir responsabilidad en la etapa final, para asegurar la sostenibilidad. Gracias al NEC el Estado puede financiar en gran escala modalidades de intervención que antes habían sido ejecutadas por organismos no gubernamentales, nos referimos a la promoción de la producción para que los pobres del campo tengan acceso al mercado y mejoren sus ingresos. Es así que se ha podido aplicar las mejores prácticas para el desarrollo rural: aquellas llevadas a cabo por los yachachiq y los kamayoc, promotores rurales de origen campesino, que ahora son contratados por los NE, para proveer asistencia técnica en el uso de semillas, mejoras de riego tecnificado, y una serie de técnicas que incluyen también mejoras en la vivienda, huertos, fitotoldos, construcción de pequeños reservorios, manejo de animales, etc.  Todo ello con el propósito de hacer que campesinos pobres puedan llegar a tener negocios inclusivos, mejorar sus ingresos y salir de la pobreza de modo sostenido. Es interesante saber que en este esquema, cada comunidad escoge el paquete de ayudas que necesita, según sus demandas y posibilidades. Esa es la flexibilidad que ofrece el NE.

Soy testigo presencial de cómo los funcionarios de FONCODES han hecho un esfuerzo considerable para estandarizar y costear los productos a ser ofrecidos en este nuevo programa, cosa indispensable para que pudiese ser financiado con fondos públicos. Nació con el nombre de “Mi chacra Productiva”, un proyecto piloto que luego se ha ampliado en su cobertura ha pasado a llamarse Haku Wiñay (crecer, en quechua). Hasta entonces este tipo de intervenciones solo podían ser llevadas a cabo por organismos privados y en ámbitos reducidos. Se ha dado un proceso en el cual el Estado ha tomado el liderazgo en el desarrollo rural. Es un logro importante y de carácter histórico, permitiendo que el desarrollo rural se convierta en política pública. En cierto modo, se ha dado un cambio de época. Ha sido también un proceso de “desoeneigización” del desarrollo. La prueba es que muchos que antes trabajaban en ongs han pasado a trabajar en el aparato público. Creo que la crisis de la cooperación internacional ha tenido algo que ver con eso. También ha influido la decisión de “armonización” y “alineamiento” con las políticas públicas, con las que las agencias de cooperación más serias han orientado su apoyo.

Actualmente el NE, con la nueva modalidad de NE Central es la herramienta institucional con la que cuenta el Estado peruano, a través del MIDIS, para hacer que la política pública de desarrollo rural permita que la población salga de la pobreza. Eso es lo que indican todos los estudios (muy serios y llevados a cabo por instituciones privadas) que se han hecho al respecto, que por brevedad de espacio no cito aquí, pero que son de dominio público. Solo una cifra: los expertos han estimado que en los próximos años, con este mecanismo se puede llegar a 1,595 centros poblados, beneficiando a 98,300 hogares pobres. ¡Son cifras mayores!

A lo largo de sus ya casi 25 años de vida, el NE ha demostrado ser una herramienta versátil y flexible, que se adecúa a los requerimientos de cada zona, y de cada etapa de su vida, generando efectos muchas veces imprevistos, que van más allá del impacto económico. Cuando un NE culmina su proyecto deja en manos de comunidades y municipios la oportunidad de asumir la responsabilidad de continuar con el apoyo inicial. De este modo miles de pequeñas obras se convierten en semillas que siguen fructificando aún después de desaparecido el NE.

Parece un cuento pero es cierto. El Perú ha sabido crear una institución eficiente y eficaz en el campo. Es algo que pocos saben. Recientemente, en la presentación de un estudio de evaluación de impacto del programa “Haku Wiñay”, un comentarista dijo que había que hacer un monumento al que inventó el NE. Es cierto, habría que hacer ese monumento, pero no de cemento ni de piedra, sino de reconocimiento público.

En las últimas décadas ha habido una verdadera revolución en las intervenciones de desarrollo rural en el Perú, cosa que se refleja en las cifras que documentan la reducción de la pobreza. Esto no hubiera sido posible si no existía el NE. ¡Es hora de reconocerlo!

Lampadia

 


[1] Hernán Lázaro, Eugenia Reina y Luis Urquizo. “Los núcleos Ejecutores desde la perspectiva del capital social rural”. PUCP. Lima, 2011.

[2] “Concertando para el desarrollo. Lecciones aprendidas del FONCODES en sus estrategias de intervención”. Ed. FONCODES. Lima, 2001




Contundente reducción de la desigualdad

Contundente reducción de la desigualdad

En recientes declaraciones, Adrián Armas, gerente de Estudios Económicos del Banco Central de Reserva (BCRP), se afirma que “en general, se ha observado un crecimiento de ingresos para las personas en las regiones del país, con una reducción en el coeficiente Gini (desigualdad), pues se ha dado un crecimiento descentralizado”.

La nota periodística que resalta las declaraciones de Armas traen un dato espectacular sobre la disminución de la desigualdad: 

Entre el 2001 y 2015, el Gini bajó de 0.52 a 0.35

Qué otra evidencia de la prosperidad del país podemos pedir para que TODOS reconozcamos la realidad y, desde ella, proyectemos nuestras opciones políticas individuales. No es adminsible que las propuestas de acción se basan en la negación de la realidad o en mentiras abiertas.

Esto se debe principalmente a que el crecimiento económico que ha experimentado el país durante los últimos 15 años ha sido compartido entre sus habitantes. Desde el año 2000, casi una cuarta parte de la población ha logrado salir de la pobreza. A lo largo del país, los hogares de menores ingresos se han beneficiado más del crecimiento que el promedio nacional.

Como se puede ver en el gráfico superior, los coeficientes de desigualdad en el gasto y el ingreso cayeron significativamente en los últimos 10 años, con uno de los ritmos más rápidos de la región: 12.6% frente a un promedio regional de 5.3%. De esta manera, la pobreza y la desigualdad han ido cayendo constantemente todos los años. Es decir, hoy se pueden cuestionar algunos aspectos del modelo, pero nadie puede negar que la desigualdad en el Perú está cayendo por el crecimiento de la economía.

Estas afirmaciones se ven reforzadas con la recién publicada Encuesta Nacional de Hogares 2009 – 2015, del INEI, la cual muestra que en el 2015, el Perú alcanzó una desigualdad (coeficiente de GINI) del gasto de  0.35 a nivel nacional, a nivel de área geográfica para el área urbana fue 0.32 y para el área rural 0.30.

De acuerdo con lo publicado en dicho informe, el grado de desigualdad del gasto en el país entre los años 2009 y 2015, se redujo de 0.39 a 0.35. Estos resultados se explican por el descenso tanto en el área urbana como rural donde ambos se reducen en 0.02 (de 0.34 a 0.32 y de 0.32 a 0.30, respectivamente). Según región natural, la mayor disminución se dio en la Sierra y Selva al pasar de 0.40 a 0.36 y de 0.39 a 0.35 respectivamente. Ver en el siguiente cuadro:

La evolución del grado de desigualdad del ingreso, como afirma el INEI, entre el 2009 y 2015, disminuyó a nivel nacional y en casi todos sus dominios, con la única excepción de la Costa rural que se mantiene en el mismo nivel. A nivel nacional la disminución es de 0.03, pasando de 0.47 en el 2009 a 0.44 en 2015. 

Armas afirma lo mismo que grafican los cuadros del INEI: “cuando se observan los indicadores socioeconómicos de los últimos 15 años, se destaca un crecimiento mayor de los ingresos en los sectores más pobres, que es la gente que vive en las zonas rurales e inclusive en lugares de mayor altura”.

La información presentada por Armas prueba que la economía de mercado peruana ha producido impactos sociales muy positivos y trae abajo todas las mentiras y mitos con los que los grupos anti sistema de la izquierda radical, más otros grupos políticos que en la primera vuelta pretendieron captar votantes torciendo la realidad.

El año pasado, el Banco Mundial también lo confirmó, afirmando que “el crecimiento económico fue el principal impulsor de la reducción de la pobreza y la desigualdad a través de un mejorado ingreso laboral más que por medio de políticas de redistribución, que solo explican 15% de la reducción de la pobreza.” Ver en Lampadia: Crecimiento disminuye la Desigualdad.

El principal componente del crecimiento de la economía es la inversión privada y, como se observa en el gráfico inferior, es mucho mayor a la pública. Sin embargo, gran parte del debate nacional se centra en esta última, cuando debería hacerlo en la privada, que ha representado, según el IPE 24.5% del PBI en el 2013, 19.2% la privada y 5.3% la pública.

Sin embargo, en el último año, la desigualdad no ha variado. Esto refleja el mal manejo del gobierno al haber frenado la inversión y el crecimiento. En Lampadia hemos denunciado que desde el 2011, coincidiendo con el inicio del ‘gobierno de la inclusión’, se han producido dos puntos de inflexión muy graves, tanto en aspectos sociales como económicos. Ver en Lampadia: En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo.

Está claro que el crecimiento económico no es suficiente para superar la pobreza, en especial la extrema. Para cumplir con este objetivo son necesaria políticas específicas que permitan que este sector de la población, por las condiciones en las que se encuentra, salga de esa estancia rápido y de forma sostenida. La pobreza extrema debe apoyarse con programas sociales, pero la solución estructural es traer a los pobres a la economía de  mercado. Eso es lo que ha sucedido, en buena medida, en la sierra rural, según demuestra Richard Webb en su libro Conexión y Despegue Rural. Armas también afirma: “Un libro del ex presidente del BCR, Richard Webb, muestra el crecimiento de los ingresos en estas regiones desde comienzos de siglo y se observa que el porcentaje de autoconsumo ha bajado significativamente, lo cual implica que ahora más personas pueden acceder al mercado”.

Queda entonces claro que la clave para derrotar a la pobreza es crear riqueza. Como hemos explicado anteriormente, el crecimiento económico no es el objetivo del desarrollo, pero es el único medio para lograrlo. Ver: Sin crecimiento económico no hay desarrollo. El crecimiento ha sido la mejor política de inclusión social. Hemos experimentado un proceso muy positivo que debemos fortalecer, precisamente, por lo que aún falta lograr. Todavía existen 6 millones de personas en situación precaria y 980,000 mil pobres extremos. Motivo por el cual, nuestra agenda pendiente debe seguir privilegiando el crecimiento económico, apostando por la mejora de la educación y salud, cerrar las brechas de infraestructuras y lograr un avance importante en la calidad de nuestras instituciones. Lampadia




La pobreza se reduce más lentamente

La pobreza se reduce más lentamente

El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) publicó sus cifras sobre la reducción de la pobreza en el Perú durante los años 2009 y 2015 en un informe titulado, “Informe Técnico: Evolución de la Pobreza Monetaria 2009-2015”. En esta publicación se informa que durante el último año, la pobreza en el Perú disminuyó tan solo un punto porcentual, pasando de 22.8 % en 2014 a 21.8 % en 2015 (un equivalente a 221 mil personas) y la pobreza extrema se habría reducido solamente 0.2 % respecto al 2014, llegando a 4.1 % en 2015.

Es importante remarcar la definición del INEI para la pobreza y pobreza extrema. Según el INEI, “la medición monetaria usa al gasto como indicador de bienestar”. Define a los pobres monetarios como “las personas que residen en hogares cuyo gasto per cápita es insuficiente  para adquirir una canasta básica de alimentos y no alimentos (vivienda, salud, educación, transporte, etc.). Son pobres extremos aquellas personas que integran hogares cuyos gastos per cápita están por debajo del costo de una canasta básica de alimentos”.

De acuerdo con el INEI,  para una persona no sea considerada pobre debe tener la capacidad de consumir más de S/. 303 al mes, que es el monto fijado como el promedio mensual por persona de la canasta familiar. Por otro lado, para salir de la pobreza extremalos peruanos deben tener un consumo mínimo de S/. 161 al mes, que es el costo de la canasta alimentaria mínima del Perú.

En el último año, la pobreza no se ha reducido a los mismos niveles que en años anteriores. Todavía existe una importante brecha entre los sectores urbano y rural. Como se puede observar en el cuadro inferior, mientras que en el área urbana la pobreza es de 14.5 %, en las zonas rurales se eleva a 45.2 %. Y en el caso de la pobreza extrema, a nivel rural es catorce veces mayor que en las zonas urbanas: 13.9 % contra 1 %.

La región del país en la que más se ha reducido la pobreza en el último año es en la selva. En esta región, la pobreza disminuyó 1.5 %, pasando de 30.4 % a 28.9 %. En la sierra y la costa, la pobreza bajó 1.3 % y 0.5 %, respectivamente. Sin embargo, en este mismo periodo, la pobreza extrema se incrementó en 0.4 % en la selva, mientras en la costa y la sierra se redujo en 0.2 y 0.5 %, respectivamente.

Todas estas cifras muestran que, lamentablemente, la situación en el Perú viene desmejorando en los últimos años. Como hemos señalado anteriormente en Lampadia, en 2011 se produjo un punto de inflexión, tanto en aspectos sociales como económicos. (Ver: En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo). 

Es justamente esta falta de crecimiento económico y de inversión lo que ha vuelto más lenta la reducción de la pobreza. Este es el caso también del último índice de The Conference Board, en el que muestra que la Productividad Total de Factores (PTF) habría caído en 4.5% el 2014 y 7.8 % desde el 2011. Ver en Lampadia: Veamos la evolución de la productividad con cifras.

Por otro lado, el indicador de Gini (que mide la desigualdad en la distribución de los ingresos) muestra la misma tendencia que la línea de la pobreza. Para el año 2015, alcanzó 0.44, es decir, se mantiene en los niveles de año 2014. Sin embargo, bajo un análisis a nivel de región, se observa que en la Costa se mantiene estable, mientras disminuye en la Sierra y se incrementa en la Selva.

Analizando los resultados en un período más largo (2009-2015, el último quinquenio), se observa que la desigualdad disminuye a nivel nacional y en casi todos sus ámbitos geográficos, con la excepción de la Costa rural, la cual se mantiene en el mismo nivel. A nivel nacional la disminución es de 0.03, pasando de 0.47 en el 2009 a 0.44 en 2015. Evaluando los resultados a nivel de dominios, la mayor disminución de la desigualdad se presentó en Lima Metropolitana y Sierra urbana (de 0.44 en el 2009 a 0.40 el 2015, en ambos casos), seguido de la Costa urbana y Selva urbana (de 0.40 en el 2009 a 0.37 en el 2015 y de 0.45 en el 2009 a 0.42 el 2015, respectivamente).

Queda entonces demostrado que la clave para derrotar a la pobreza es crear riqueza. El crecimiento económico ha sido la mejor política de inclusión social. Lo contrario ha sucedido, por ejemplo, en Cajamarca, donde más del 50% de la población son pobres. El Jefe del INEI informó que “en el año 2010, cinco departamentos tenían a más del 50% de su población en situación de pobreza y, en el año 2015, solo el departamento de Cajamarca tenía al 50.8% de su población en condición de pobreza”.

En Cajamarca la inversión pública está estancada por mala gestión pública y porque el sector privado ya no genera riqueza, la productividad del agro es de las más bajas del país, seis veces menor que en Arequipa, y grupos anti mineros han impulsado una agenda política anti-inversión que paralizó un proyecto de US$ 4,800 millones en Conga y los demás proyectos de la región, que hubieran generado miles de empleos y encadenamientos productivos. Una región ‘mágica’, que podría ser la más rica del Perú, se encamina sin pausa a la miseria.

Por lo tanto, la verdadera medida contra la pobreza es el crecimiento. Sin él, jamás se podrá luchar ni reducir la pobreza del país. 

Una vez que desarrollemos nuestro gran potencial productivo (minería, energía, forestal, acuicultura, agro exportaciones y turismo), y retomemos la senda de crecimiento sostenido, podremos abordar el tema de la pobreza a futuro y plantear una manera más eficaz de solucionarlo. Un método que ha logrado con eficacia superar la trampa de la pobreza es el planteado por Poor Economics (Ver en Lampadia: Una visión práctica para la superación de la pobreza), el cual confirma la necesidad de desarrollar programas de apoyo productivo, antes que asistencialismo puro, que, por supuesto hay que mantener para casos extremos, pero nominales, acotados y temporales.

Para que el Perú mejore reduzca la pobreza, es necesario que el sector privado alcance una mayor eficiencia e invierta en innovación y tecnología. Para impulsar la producción potencial se requerirán importantes reformas estructurales y así mejorar la productividad, la inversión, el capital humano y el empleo formal. Ver en Lampadia: Destrabemos la construcción de nuestro futuro. Para enfrentar este tremendo reto se tienen que generar recursos financieros suficientes para una mayor inversión y así evitar trabas paralizantes. Esto es clave, ya que no hay desarrollo sin crecimiento económico.

Este objetivo se logra manteniendo un crecimiento alto y sostenido, para lo que hay que retomar la inversión privada en general y, en particular, la de minería. Tenemos que recuperar nuestro crecimiento económico, que es el principal camino para la reducción de la pobreza y la desigualdad, la generación de empleo y la recaudación fiscal. Lampadia

 




Los peronistas pretenden sabotear el gobierno de Macri

Los peronistas pretenden sabotear el gobierno de Macri

Después de una histórica elección, el recién elegido presidente de Argentina, Mauricio Macri, heredará una economía en ruinas, una débil moneda y un arbitraje internacional por deudas en miles de millones de dólares. Aunque el camino por delante será difícil, muchos observadores esperan que las políticas de centro-derecha con una inclinación pro-empresarial de Macri distancien al país de las de su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner.

Después de 12 años de gobiernos peronistas bajo Fernández y su difunto esposo, Néstor Kirchner, la primera orden del día será un acuerdo sobre la deuda potencial, el legado de la crisis económica del 2001 que provocó un default (no pago) de US$ 100 mil millones de dólares de deuda soberana, el más grande de la historia. Una prolongada batalla legal y la falta de liderazgo de Fernández obligaron al país a caer de nuevo en default el año pasado.

Macri ha prometido reimpulsar la tercera economía más grande de América Latina, que estaría cayendo nuevamente en una recesión, poniendo fin a las restricciones proteccionistas a la importación, la reducción de impuestos ​​sobre las exportaciones agrícolas y ganaderas, el control de precios y eliminando la tasa de cambio oficial que está inflando el peso argentino.

Pero la gran polémica nacional en los días previos a la toma de mando de Macri se ha limitado a una disputa entre él y Kirchner. Comenzó con un desacuerdo acerca de dónde se llevaría a cabo la ceremonia de inauguración. Macri quería tomar el juramento del cargo en el Congreso y luego recorrer los dos kilómetros al icónico palacio presidencial, la Casa Rosada, para recibir la banda presidencial y el cetro de Kirchner.

Kirchner, sin embargo, insistió que todo el asunto se podría hacer en el Congreso, en consonancia con la Constitución y la tradición que ella y Néstor propusieron. Acusó a Macri de querer faltarle el respeto. Sin embargo, Macri, decidido a tener su momento de gloria, llevó el asunto a los tribunales, argumentando que Kirchner dejaría de ser presidente a la medianoche.

El tribunal falló a su favor, por lo que el país tuvo tres presidentes en cuestión de horas: Kirchner hasta la medianoche, el presidente del Senado entrante, Federico Pinedo, hasta la ceremonia de inauguración y Macri a partir de entonces.

Después de todo el enredo, Cristina Kirchner se negó a asistir a la ceremonia de su sucesor. La  ausencia del mandatario saliente en la ceremonia es la primera desde el fin del régimen militar en 1983. 

Sin embargo, no es el primer problema que estaría causando la Kirchner. Según Macri, la acusa de causar tantas dificultades como sea posible para el gobierno entrante:

  • Aprobó la delegación de miles de millones de dólares de gasto a los gobernadores provinciales, que presenta un gran problema para el país que ya tiene severas restricciones financieras.
  • Cambió el presupuesto para el próximo año, con un aumento del gasto en el Congreso, el poder judicial, las fuerzas militares y sus populares planes sociales, como Fútbol para Todos, un programa que muestra gratis los partidos de fútbol, junto con mensajes políticos.
  • Nombró a una serie de nuevos embajadores y además, algunos de sus aliados, entre ellos Alejandro Vanoli, el presidente del Banco Central, se niegan a dimitir.
  • Se ha negado a entregar la cuenta de Twitter de la Casa Rosada, apoderándose de ella y cambiándole el nombre a CasaRosada2003-2015.

La revista de The Economist fue uno de los muchos medios de comunicación que mostraron su desacuerdo con el último recambio presidencial, describiéndolo como “muy incómodo, incluso para los estándares argentinos” y le atribuye la culpa a Cristina Kirchner. Primero pone el foco en que no respetó la decisión de Mauricio Macri de hacer la toma de atributos en la Casa Rosada y luego enumera algunas decisiones de la ex presidente que influirán en el nuevo gobierno, sobre todo las económicas. “Las primeras semanas de Macri serán una prueba de su capacidad política: por las duras medidas que tomará debe culpar, y con razón, a su predecesora”, concluye el artículo.

Cada vez es más evidente que los mandatarios latinoamericanos que hicieron comparsa con Hugo Chávez y las ideas del socialismo del siglo xxi, aplicando programas masivos de asistencialismo y enfrentando la inversión privada, solo querían capturar el poder de sus países para crear gobiernos eternos, ya sea mediante el fraude, como en Venezuela y Brasil, o mediante cambios constitucionales que permitieran la reelección permanente, como en la misma Venezuela, Ecuador y Bolivia. En Argentina, los peronistas recurrieron a la reelección conyugal y planeaban la filial, pero el desastre económico y los insoportables niveles de corrupción a los que llegaron, no lo hicieron posible. Hoy se expulsó a los Kirchner, Dilma Rousseff está a punto de ser vacada, Maduro cuelga de hilos, Correa ya perdió el liderazgo y Evo Morales, cual excepción, se encamina a una quinta reelección, pero con muchas resistencias.

La batalla por recuperar a Argentina de su desastre económico, social, político y de corrupción, que lidera Macri recién empieza. La ausencia y boicot de la Kirchner es un claro símbolo de las profundas divisiones sociales y políticas que aún existen y que estarán determinadas a impedir que Macri logre promulgar unas muy necesarias reformas económicas. Esperemos que logre unir al país y encaminarlo a una senda de recuperación económica y política. Lampadia

 




“No sé si Dilma es consciente del embudo histórico en el que estamos”

“No sé si Dilma es consciente del embudo histórico en el que estamos”

Entrevista a Fernando Henrique Cardoso. Expresidente de Brasil

Por Antonio Jiménez Barca/Carla Jiménez

(El País, 02 de Diciembre del 2014)

El expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (Río de Janeiro, 1931) asiste como expectante espectador privilegiado al, según él, embudo histórico en el que se encuentra actualmente Brasil, a un mes de que Dilma Rousseff, del Partido de las Trabajadores (PT), comience su segundo mandato, sacudido por las crecientes acusaciones de corrupción que minan Petrobras, paralizado desde el punto de vista económico y con un nuevo ministro de Economía que prevé ajustes y ahorro para el año que viene. Fue uno de los fundadores del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), comandado por el senador Aécio Neves, perdedor por poco en las últimas elecciones. Para el sociólogo, diplomático y exministro de Hacienda, el origen último de todos estos problemas se encuentra en la fragmentación política que vive el país, con un congreso triturado en más de veinte partidos. Elegante, distinguido, amable y atento, recibe a EL PAÍS en el instituto de estudios sociales que lleva su nombre, una tarde de explosiva tormenta primaveral en São Paulo.

El nombramiento del nuevo ministro de Economía, Joaquim Levy preconiza un viraje económico de la presidenta. ¿Qué le parece?

Hay que entender el porqué de este cambio. La situación está muy difícil. Hubo casi una ruptura entre el Gobierno y los sectores empresariales. Ahora, Rousseff trata de recomponerlo, aunque los empresarios no se lo creen. Por otra parte, habrá que ver si el nuevo ministro disfruta de voz y de poder. El momento impone, sí o sí, algunas medidas de contención del gasto.

No hay alternativa…

No; La economía empezó a descarrilar hace mucho tiempo. La respuesta del Gobierno durante la crisis internacional fue la correcta. En aquel entonces era importante ampliar el crédito. Pero eso tiene un límite. Y ya hemos llegado. La mayoría tiene ya demasiadas deudas, así que el consumo ya no es suficiente como motor económico. Y el PIB no crece. Así que hay que hacer algo.

¿El qué?

Diría que nos acercamos a una etapa parecida a la que yo abordé cuando era ministro de Finanzas y todo estaba en desorden. Ahora todo camina también hacia el desorden. Pero hay un nudo político que desatar ¿Tendrá el Gobierno fuerza para poner en marcha esas medidas necesarias? El embrollo político es más delicado que el económico, porque el económico se sabe cómo hay que solucionarlo. Un país con veintitantos partidos en el Congreso y cuarenta ministerios esconde la receta del fracaso. Yo gobernaba básicamente con tres partidos. Los demás no contaban. Los nombramientos se daban en función de una agenda, los puestos claves no estaban en manos de los partidos. Y mi partido, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña, no influía tanto como lo hace el PT en Dilma. Yo tenía más libertad para designar.

¿Ve a Rousseff muy presionada?

Mucho. Tiene un partido que exige un conjunto de alianzas con otros partidos muy amplio y no existe un consenso entre todos sobre lo que hay que hacer. Lo que le gusta al PT no es lo mismo que le gusta al PMDB y a los otros.

La misma Rousseff, la noche de las elecciones aludió a la proliferación de fuerzas como motor de avance…

Eso sería así si se dejara influir por los que perdieron. Y eso no se va a dar. ¿Qué pasó con las elecciones? Pues que quedó claro que hay dos Brasiles. Y no son el Brasil pobre y el Brasil rico (A Neves también le votaron los pobres. Nadie tiene 51 millones de votos sin los pobres. Nadie gana São Paulo sin los pobres), sino el Brasil más dependiente del Estado y el más independiente. No sólo los pobres, sino también los ricos, como las empresas que dependen del Gobierno… Muchos no son de derechas ni de izquierda, persiguen acercarse al aparato público para tener ventajas, son clientelistas. Y esos no están en un lado o en otro. Están con quien gane. Ahora, al lado del PT, no porque apoyen al PT, sino porque el PT controla el Estado. Si estuviésemos nosotros, nos apoyarían a nosotros. A Dilma le apoyó la población menos dinámica. Y si el desafío es el crecimiento económico, pues Rousseff depende de los que perdieron. Es una contradicción. ¿Cuál sería la diferencia si hubiera ganado Aécio Neves?. La situación seguiría la misma, mala, difícil, pero habría una diferencia: la esperanza.

Hay quien teme que un sector de los que votaron a Neves se radicalice.

La responsabilidad sería del PT y de Lula, que jugaron a eso de ricos contra pobres, y eso ha despertado ganas a algunos de sentirse muy de derechas y de pedir que vuelvan los militares.

¿Es peligroso ese movimiento?

No, no tienen reflejo en la vida política o parlamentaria. Hacen ruido pero no tienen poder. Aquí, en Brasil, muy pocos se reconocen de derechas.

¿Su partido, el PSDB, dónde se ubica?

Los criterios europeos de derechas e izquierdas no funcionan en Brasil. Cuando formamos el PSDB lo definimos como un partido democrático, con compromisos sociales (reforma agraria, salud, etc) pero que asumiera también que el mercado existe.

¿Esa sería la diferencia con el PT, lo del mercado?

Antes sí, ahora ya no tanto. El PT quiere ocupar el Estado. Y utilizar la palanca pública para impulsar la economía. El PSDB no considera eso tan importante. Prefiere servir de puente entre la sociedad y el Estado. Pero utilizando el esquema básico: No podemos aceptar eso que dice el PT de que ellos son el partido de los pobres y nosotros el de los ricos. Parte de ese estigma procede de que Lula viene de abajo y yo no. El PT salió de la izquierda, pasó por el centro-izquierda y ahora se acerca al centro. El PSDB fue empujado para el centro derecha, pero ahora está volviendo para el centro. ¿Quién creó más becas? Yo. ¿Quién hizo más reforma agraria? Yo. ¿Quién protegió más a los indígenas? Yo. Entonces, ¿por qué se nos llama de derechas? No tiene sentido. ¿Quién benefició más a los bancos? Lula. Lula no es de izquierdas.

¿No?

Nunca lo fue. Él mismo lo ha dicho. Conozco a Lula desde que era líder sindical. Él tenía horror a los partidos, era un líder sindicalista auténtico, independiente, veía el sindicato como su casa, el partido llegaría después. Siempre fue muy favorable a los intereses de la mayoría, como yo y como todos. Él es conservador, no quiebra las instituciones, no es Chávez, no hará nunca lo que hizo Chávez. Lula ni es antiamericano ni anticapitalista.

Así que Brasil nunca será Venezuela.

Nunca

Un empresario brasileño, Ricardo Semler, al respecto del escándalo de Petrobras, mantenía en un artículo reciente que en Brasil siempre se robó, y que ahora se roba menos. ¿Está de acuerdo?

Leí el artículo. No aportaba pruebas. En mi época de presidente puede que hubiera corrupción, de la que yo no me enteré. Pero la diferencia con el Petrobras de hoy es que hoy hay un sistema organizado en el que participan empresarios, directivos, altos cargos y agentes políticos, es una especie de mafia, donde rige la omertá, la ley del silencio, con la bendición del poder. Aunque ahora empezaron a hablar.

¿Cree que Lula y Rousseff lo sabían?

No tengo elementos para afirmarlo. Pero si Dilma Roussef lo supo, trató de frenarlo. Ahora bien, todo esto de Petrobras va a explotar, porque la justicia ya ha entrado, y puede que salgan volando muchos partidos.

¿Cómo va a terminar todo esto?

Va a afectar a políticos. No sé si Dilma tiene noción del embudo histórico que estamos viviendo. Los volúmenes de dinero son enormes. Sólo hay que fijarse en que un arrepentido está dispuesto a devolver 100 millones de dólares… ¿De qué volumen estamos hablando? ¿De mil millones? Este proceso va a ser largo.

Hace unos años se veía en el extranjero a Brasil como el país del futuro. Ahora, con la economía parada y el escándalo de Petrobras, nos da la impresión de vivir en un lugar diferente.

Es que es así. Los que mandaron en este país cuando crecía no supieron hacerlo bien. La semilla estaba ahí. Pero el PT no lo hizo bien porque no quiso. El PT es una organización burocrática que necesita dinero. Y hay mucha gente que obtenía dinero de corruptelas para el partido. Era una especie de visión política, un resabio de otras épocas, por así decir, revolucionarias: de aquello de que todo vale porque es para la revolución. Así, todo vale mientras vaya para el partido. Por otro lado: yo hice ajustes. Pero la renta per capita no cayó. Los hice sin que el pueblo pagara el coste. Ahora será difícil que el pueblo no pague ese ajuste que se avecina. Pero soy optimista. El país tiene instituciones que funcionan. El mismo PT es importante para el país.

Cuando ella fue reelegida dijo que sería la presidenta de Brasil y no del PT.

Fue un paso. Pero el PT es muy complicado. Y nunca se sabe muy bien dónde está Lula. Él no es una persona que tenga convicciones. Es alguien que ve su oportunidad y sabe sacarle provecho. Pero el momento pide convicciones.




Una nueva estrategia macroeconómica

Una nueva estrategia macroeconómica

Por Jeffrey D. Sachs
Project Syndicate
23 de octubre, 2014

Comentario de Lampadia:

Líneas abajo, reproducimos el importante artículo de Jeffrey Sachs en que critica las escuelas económicas tradicionales basadas en la promoción de la demanda (keynesianas)  y en la promoción de la oferta (supply side). Sachs alude que ambas han fracasado en el control de la crisis internacional y que lo que se necesita es un shock de inversiones. La reacción de los inversionistas habría sido la de acumular capital y no la de invertir. Para ello propone la promoción de inversiones que se concentren en la reconversión de las infraestructuras, ciudades y empresas, en operaciones con menor incidencia en la huella de carbón, e incluso, para EEUU, la promoción de inversiones en el extranjero, por ejemplo en el África.

 

Efectivamente, coincidimos con Sachs que se necesita acelerar los procesos de inversión. Solo queremos agregar, como hemos comentado en varias ocasiones, que también debiera promoverse la inversión en limpiar la producción de hidrocarburos, de electricidad en base a carbón y en recuperar el CO2 de la atmósfera y depositarlo en el subsuelo. Esto resultaría en una estrategia más realista con lo que se puede esperar en los próximos largos años sobre el uso de estos materiales.

Aunque soy un macroeconomista, no concuerdo con ninguno de los dos campos principales en que está dividida la profesión en Estados Unidos: los neokeynesianos, con su énfasis en estimular la demanda agregada, y los ofertistas, con su énfasis en bajar impuestos. Los métodos de ambas escuelas para superar la persistente debilidad de las economías de altos ingresos en años recientes han fracasado. Es hora de aplicar una nueva estrategia basada en un crecimiento sostenible impulsado por la inversión.

El problema central de la macroeconomía es cómo asignar óptimamente los recursos de la sociedad, de modo que los trabajadores que quieran trabajar encuentren empleo, las fábricas usen su capital eficientemente y la porción de los ingresos que no se consume y se ahorra se invierta para mejorar el bienestar futuro.

En relación con el tercer desafío, tanto neokeynesianos como ofertistas fallaron. La mayoría de los países de altos ingresos (Estados Unidos, la mayor parte de Europa y Japón) no están invirtiendo en forma adecuada o prudente con vistas al mejor uso futuro de los recursos. Hay dos maneras de invertir (dentro o fuera del país), y en ambas, el mundo no invierte lo suficiente. 

La inversión interna puede darse de varias maneras, que incluyen la de las empresas en máquinas y edificios, la de las familias en inmuebles y la del Estado en personas (educación, capacitación), conocimiento (investigación y desarrollo) e infraestructuras (transporte, energía, redes hídricas y adaptación al cambio climático).

El enfoque neokeynesiano consiste en estimular la inversión interna, sin importar de qué tipo, ya que para ellos, todo gasto es gasto. Así que procuran estimular la inversión inmobiliaria mediante tipos de interés exiguos, la compra de autos por medio de préstamos titulizados para consumo y proyectos de infraestructura que generen demanda inmediata de mano de obra por medio de programas de estímulo a corto plazo. Y si las inversiones no aparecen, recomiendan convertir el “exceso” de ahorro en otro festín de consumo.

Los ofertistas, en cambio, quieren fomentar la inversión privada (¡jamás la pública!) por medio de más reducciones de impuestos y más desregulación. Ya lo intentaron varias veces en Estados Unidos (la más reciente fue durante la presidencia de George W. Bush). Por desgracia, el resultado de la desregulación no fue un auge sostenido de la inversión privada productiva, sino una efímera burbuja inmobiliaria.

Mientras los gobiernos oscilan entre el ofertismo y el neokeynesianismo con igual entusiasmo, la única realidad permanente es que estos últimos años la mayoría de los países de altos ingresos sufrieron una considerable caída de la inversión como cuota del producto nacional. Según datos del FMI, el gasto bruto en inversión en estos países cayó de un 24,9% del PIB en 1990 a sólo 20% en 2013.

En Estados Unidos, el gasto en inversión pasó de 23,6% del PIB en 1990 a 19,3% en 2013; la disminución neta (inversión bruta menos depreciación del capital) fue incluso mayor. En la Unión Europea, se pasó de 24% del PIB en 1990 a 18,1% en 2013.

Ninguna de las dos escuelas presta atención al verdadero remedio para esta caída permanente del gasto en inversión. Nuestras sociedades necesitan urgentemente más inversión, particularmente en la conversión de modos de producción sumamente contaminantes, energéticamente ineficientes y con alta huella de carbono en economías sostenibles basadas en el uso eficiente de los recursos naturales y la adopción de fuentes de energía con baja huella de carbono. Para ello se necesita la acción complementaria de los sectores público y privado.

Las inversiones necesarias incluyen la implementación a gran escala de la energía solar y eólica; más adopción de medios de transporte eléctricos, públicos (autobuses y trenes) o privados (autos); edificios energéticamente eficientes; y redes de distribución que transporten a grandes distancias la energía obtenida de fuentes renovables (por ejemplo, del mar del Norte y Noráfrica a Europa continental, y del desierto de Mojave en California a los centros urbanos estadounidenses).

Pero justo cuando nuestras sociedades necesitan hacer estas inversiones, tanto Estados Unidos como Europa están en una auténtica “huelga de inversiones” públicas. Los gobiernos recortan su inversión en nombre del equilibrio presupuestario, y los inversores privados no pueden invertir decididamente en energías alternativas, por falta de certezas sobre las redes de distribución reguladas, las reglas de responsabilidad, las fórmulas de fijación de precios y las políticas energéticas nacionales.

En Estados Unidos hubo un recorte drástico del gasto en inversión pública. Ni el gobierno federal ni los estados tienen mandatos políticos, estrategias de financiación o planes a largo plazo para catalizar inversiones hacia la próxima generación de tecnologías ecológicas inteligentes.

Neokeynesianos y ofertistas han comprendido mal la parálisis de las inversiones. Los neokeynesianos ven la inversión (pública o privada) sólo como una forma de demanda agregada, y descuidan las decisiones políticas en materia de infraestructuras y sistemas energéticos (o I+D especializada para la promoción de nuevas tecnologías) que se necesitan para liberar inversiones inteligentes y ecológicamente sostenibles de los sectores público y privado. Por eso, en vez de abogar por la definición de las políticas nacionales necesarias para una recuperación firme de la inversión, echan mano de trucos tales como paquetes de estímulo y tipos de interés nulos.

Los ofertistas, en tanto, se olvidan de que la inversión privada depende de inversiones públicas complementarias y de un marco regulatorio y político claro. Defienden el recorte del gasto público, en la ingenua creencia de que el sector privado vendrá mágicamente a llenar el vacío. Pero al recortar la inversión pública dificultan la inversión privada.

Por ejemplo, las generadoras de electricidad privadas no invertirán en la adopción a gran escala de fuentes de energía renovables si el gobierno no tiene políticas o planes a largo plazo en materia de clima y energía que alienten la construcción de líneas de transmisión para el transporte de la energía desde las nuevas fuentes ecológicas a centros urbanos alejados. Estas minucias políticas nunca preocupan demasiado a los economistas partidarios del libre mercado.

Otra opción es usar el ahorro interno para estimular la inversión en el extranjero. Por ejemplo, Estados Unidos podría prestar dinero a economías africanas de bajos ingresos para financiar la compra de plantas de generación de energía a empresas estadounidenses. Esta política convertiría el ahorro privado estadounidense en una importante herramienta en la lucha contra la pobreza mundial, y al mismo tiempo fortalecería la base industrial estadounidense.

Pero ninguna de las dos escuelas se esforzó por mejorar las instituciones de financiación del desarrollo. En vez de aconsejar a Japón y China que aumenten sus niveles de consumo, sería mejor que los macroeconomistas los alienten a usar sus cuantiosos ahorros para financiar inversiones, no sólo internas sino también en el extranjero.

Todo esto debería ser razonablemente claro para todo aquel a quien preocupe la necesidad urgente de armonizar el crecimiento económico y la sostenibilidad medioambiental. El desafío más acuciante que enfrenta nuestra generación es convertir las actuales infraestructuras y sistemas energéticos contaminantes y basados en el carbono en los sistemas ecológicos, inteligentes y eficientes del siglo XXI. Invertir en una economía sostenible mejoraría drásticamente nuestro bienestar y equivaldría a usar nuestro “exceso” de ahorro de la manera correcta.

Pero esto no se dará por sí solo. Necesitamos estrategias de inversión pública a largo plazo, planeamiento ambiental, hojas de ruta tecnológicas, alianzas público-privadas para la adopción de nuevas tecnologías sostenibles y una mayor cooperación global. Son las herramientas que crearán la nueva macroeconomía de la que hoy dependen nuestra salud y nuestra prosperidad.

Traducido por Esteban Flamini